domingo, 16 de diciembre de 2012

Introducción





EXTRACTO

“La noche que yo llegué al centro de tortura, aquello parecía la obra de alguna alucinación dantesca. En todo el patio de la prisión y en sus diversas dependencias se torturaba del más diverso modo en medio de un frenesí bestial en el que aparecían entremezclados esbirros y hombres desnudos y esposados dando alaridos y revolcándose como gallinas decapitadas.
No es poco el impacto que produce en el ánimo más aplomado contemplar a un hombre indefenso y desnudo, vuelto una masa de carne lacerada y convertido en una especie de cebra bípeda con todo el cuerpo cubierto de surcos negros y sanguinolentos causados por pelas de más de doscientos azotes que se aplicaban con fuertes gruesos alambres y tubos de material plástico.
Los alaridos provocados por la aplicación de corriente eléctrica con su efecto quemante en todo el sistema nervioso tienen un carácter particularmente ondulante y desgarrador y la escena de un hombre, desnudo y amarrado a una poltrona recubierta de láminas de cobres, es en especial dramática.
La víctima se retorcía al recibir las descargas eléctricas y las contracciones de su cuerpo y los rictus del rostro que se sucedían entre aullidos de dolor producen una visión, realmente insoportable. Mientras tanto, el coro de torturadores, en medio de las pausas, vertía toda suerte de chistes y sarcasmos con respecto a las víctimas, en tanto practicaban la diversión de apagar cigarrillos, de manera continua, en los cuerpos de los maniatados en La Silla.
Cuando alguien perdía el conocimiento, como consecuencia de las pelas aplicadas en un cuadrilátero denominado El Coliseo, por dos o tres esbirros a la vez, sobre el cuerpo despellejado, sanguinolento y en carme viva del cautivo, era derramada una lata de agua de sal o se le sentaba en La Silla para reanimarlo con descargas eléctricas.Por otra parte, un potente foco producía una luz enceguecedora, aun en el caso en que se cerraran los ojos. El Coliseo también era usado para hacer entrar en acción a dos perros amaestrados que eran azuzados contra el cautivo –siempre desnudo y esposado– que sufría un ataque intermitente con pausas de 30 segundos a un minuto, lapso en el cual se reanudaba el asediante interrogatorio para darle paso a una nueva acometida de los canes.
Los perros, como verdaderos seres humanos, obedecían de manera automática, tanto la orden de atacar como la de suspender el ataque. Aquello era un sistema de tortura física y psicológica: los perros, aún cuando suspendían por orden de esbirros el ataque, permanecían prácticamente encima de la víctima gruñendo y en espera de la nueva señal para acometer otra vez. La aplicación de los tubos eléctricos en las partes vitales era cosa común, pero lo más, terrible de todo aquel catálogo infernal no estuvo constituido, precisamente, por la cuota de tormento que cada quien recibía.
En fin de cuentas, llega un momento en que el dolor físico, intensificado gradualmente, lo sumerge a uno en una nebulosa, en una especie de duermevela en la que la mente llega a ponerse en blanco y sobreviene el desmayo y se produce una extraña insensibilidad. Todavía más insufrible que el propio castigo recibido es la contemplación o percepción auditiva del tormento que soportan los otros”.
Autor: Doctor Rafael Valera Benítez
Libro: Complot Develado. Vol. l. Págs. 32-33, 1984.
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sábado, 1 de diciembre de 2012

La horrorosa cárcel de Nigua

LA HORROROSA CÁRCEL DE NIGUA

Santiago Estrella Veloz

Diariolibre.com.do

La cárcel de Nigua no fue construida por órdenes de Trujillo, como creen algunos, sino por el gobierno militar norteamericano durante la ocupación del territorio nacional por tropas de Estados Unidos (1916-1924). Originalmente estaba destinada a servir como hospital, con todas las comodidades propias de un establecimiento de esa naturaleza. La construcción, iniciada en 1919, costó US$100.00 (cien mil dólares), mucho dinero para esa época, sin incluir los terrenos, que fueron declarados de utilidad pública. Comenzó a funcionar como cárcel para presos comunes, y luego, presos políticos, que recibían en ella severos castigos en su integridad física y mental. Constaba de cinco pabellones dispuestos en semicírculos presididos por un local en forma circular destinada a las oficinas y celdas oscuras o solitarias y ubicadas en el centro. El establecimiento fue clausurado como cárcel a fines de la década de 1930 y luego se destinó como recinto para acoger a los enfermos de lepra. Hoy día, en el leprocomio de Nigua hay internas unas 25 personas.
En la cárcel de Nigua, en las cercanías de San Cristóbal, a unos 30 kilómetros al sudoeste de Santo Domingo, los presos eran obligados a realizar trabajos de chapeo y construcción de caminos, aunque se tratara de intelectuales, abogados, médicos, periodistas o gentes que nunca le habían puesto la mano a un machete. Todos soportaban chinches, cucarachas y ratones en las celdas casi a oscuras, separadas por un buen espacio, que ocupaban un semicírculo en cuyo centro había un edificio circular que servía como oficinas para interrogatorios.
Las raciones de comida consistían en agua de chocolate, un plátano verde y pan duro y viejo, incluso con lama, a menudo con una fetidez que revolvía el estómago. Los presos estaban obligados a comerla, pues de otro modo morirían por inanición. Los que enfermaban de paludismo debido a los mosquitos no recibían tratamiento médico alguno.
Las heridas de los golpes, culatazos y del "cantaclaro"-un látigo confeccionado a base de alambres-se tornaban blanquecinas con el salitre del mar Caribe cercano, por el lado sur, pero además por los gusanos que les caían. La atención médica era nula, de modo que los presos tenían que curarse las heridas por los métodos más inverosímiles, como por ejemplo tapándoselas con lodo.
Simplemente, aquellos condenados a tan triste suerte eran dejados morir, cuando no es que perecían fusilados en un sitio vecino llamado Camunguí, cerca de una plantación de arroz propiedad de Trujillo, en cuyos predios los cadáveres eran sepultados sin señal alguna que algún día permitiese identificarlos. Órdenes para fusilar presos fueron dadas en Nigua por el general Federico Fiallo y el coronel Joaquín Cocco, asistidos por esbirros de la talla de José Leger, Dominicano Alvarez, capitán José Pimentel y un soldado al que solo se le conocía por el apodo de Pelo Fino, cruel hasta la saciedad. En alusión a la cárcel de Nigua, el asesinado escritor español José Almoina dice:
"Es algo que tiene para los dominicanos un perfil siniestro, que hace estremecer a la gente. Se dijo durante mucho tiempo que era preferible tener cien niguas en un pie y no un pie en Nigua. La situación de este campo de concentrados políticos, entre arenales que se torrefactan al sol implacable del trópico y se humedecen por la acción del mar próximo, es algo horroroso. En estos inhóspitos médanos los presos estaban obligados a trabajar de sol a sol y, vejación satánica, a contemplar los fusilamientos de sus propios compañeros. Por Nigua han desfilado miles de dominicanos y allí han muerto fusilados, o incapaces de soportar más trabajos, centenares de ellos"
En los inicios de la década de 1930 en Nigua estuvieron presos, entre otras personas, Miguingo Rodríguez, Juan Isidro Jiménes Grullón, su padre José Manuel Jiménes, Juan Bosch, Ramón Vila Piola, Ildefonso Colón, Eduardo Vicioso, José Selig Hernández, Rigoberto Cerda, Félix Ceballos, Daniel Ariza, Polín Franco, Felipe Blanco, Ellobín Cruz, Luís Heriberto Valdez, Manuel Borbón, Pablo Estrella, Andrés García, Juan Isidro Rodríguez, Luís Valdez, Chichí Patiño, Rafael (Fello) Felipe, Vitaliano Pimentel, Amadeo Barletta, Luís María Helú, Sergio Manuel Ildefonso (Caporí), Enrique (Quique) Veras, Cholo Cantizano, doctor Francisco Augusto Lora, el cubano Juan Bautista Davis, José (Chichí) Montes de Oca, el ex capitán del Ejército Aníbal Vallejo, el árabe José Najul, Plácido Arturo Piña, y hasta una hermana de Enrique Blanco, aquel legendario guardia desertor que fue tenazmente perseguido por sus compañeros, a quienes burlaba con facilidad porque conocía los montes, hasta que finalmente fue muerto, no sin antes dejar tras de sí una estela de heroísmo al enfrentar con buen éxito a los guardias de Trujillo, hasta ser loado en canciones populares y leyendas inverosímiles sobre sus hazañas.
Los sicarios de Trujillo trataban de presionar a la mujer, llamada Carmen, para que admitiera su participación en la muerte de un guardia. Ella siempre mantuvo su alegato de inocencia, pero aún así fue internada en Nigua, hasta que finalmente un día supuestamente la pusieron en libertad, cuando la realidad es que la mataron, sin respetar siquiera que se trataba de una mujer.
En fin, Nigua era un sitio donde fueron internados centenares de dominicanos que sufrieron horrendas torturas, incluso la muerte, por oponerse al dictador más sanguinario que jamás haya existido en la República Dominicana.
Los carceleros siempre utilizaban garrotes para golpear y a veces causar la muerte a aquellos presos que se quejaban por el duro trabajo o se desmayaban en plena faena, debido al agotamiento físico o las enfermedades. Hubo algunos, como Ellobín Cruz y Luís María Helú, que perdieron la razón debido a las torturas de que fueron víctimas.
La disentería y el paludismo eran las más comunes, pero también la tuberculosis y las enfermedades de la piel por la suciedad imperante. Los presos tenían que dormir en el piso de cemento, en un estrecho espacio donde no era posible moverse mucho. Los que conseguían algún camastro con una vieja colchoneta tenían que enfrentarse a millares de chinches o soportar el vaho sanguinolento dejado por presos que durmieron en ellas después de ser rudamente golpeados o heridos.
En otras ocasiones, las torturas consistían en aplicarles en los testículos un rústico aparato llamado "tortor", consistente en dos trozos de madera atados con una cuerda que, al irse apretando, causaba dolores y gritos espantosos a quien recibía el castigo. Se aplicaba también en el cuello, para causar la muerte por ahorcamiento.
Las confesiones también eran arrancadas obligando por la fuerza a un preso a ingerir grandes cantidades de agua. Entre dos soldados, al preso amarrado le abrían la boca y con un embudo le llenaban de agua, hasta que el infeliz no podía más. Muchos confesaron mentiras e implicaron inocentes, fruto de la desesperación, con el fin de evitar el suplicio, herencia directa de métodos aplicados en el Este por la soldadesca norteamericana durante la intervención militar de 1916.
En aquella época las víctimas eran patriotas que enfrentaban a los violadores de la soberanía nacional, llamados despectivamente "gavilleros" por los yankis, con el propósito de justificar su persecución, apresamiento o fusilamiento.
En las cárceles de La 40 y el 9, ambas en Santo Domingo, se usaban más "modernamente" picanas eléctricas aplicadas en los testículos y otras partes sensibles del cuerpo, como los oídos o el ano.
Los prisioneros eran mantenidos desnudos y esposados. Otra forma de tortura era la silla eléctrica, que consistía en una silla forrada de cobre conectada al sistema eléctrico. Mediante un control, los torturadores aplicaban la corriente aumentado su intensidad, hasta que la víctima confesaba o moría. Casi siempre el asiento de cobre de la silla era mojado para que fuese mejor conductor de electricidad.
Hubo casos en que el pelo de la cabeza del torturado quedó completamente chamuscado, a tal punto que botaba humo. Terminada la tortura, el cadáver era desatado de la silla y tirado al suelo, donde un esbirro le golpeaba con un garrote en la parte anterior del cuello, popularmente conocida como gaznate. Un infeliz orate que servía en La 40 era el encargado de lavar la sangre, lo cual hacía con una escoba y una cubeta de agua, con carcajadas guturales estúpidas, casi siempre solicitando a los esbirros que le regalaran la camisa o el pantalón dejados por el difunto.
Es asombroso conocer que al comandante cubano Delio Gómez Ochoa, que vino en la expedición contra Trujillo el 14 de Junio de 1959, le encendieron astillas de cuaba en las uñas de los pies como parte de las torturas a que fue sometido, que incluyeron extraerle algunas muelas con un alicate, sin anestesia alguna, pero además le ataron a una cuerda colgante de un helicóptero, que lo sumergía repetidas veces en las aguas del Mar Caribe mientras la ciudad dormía. El propósito era que se lo comieran los tiburones, aunque afortunadamente tal cosa no sucedió.(11)
Era común que los cadáveres de los presos asesinados fueran llevados a la incineradora de basura de la calle antiguamente llamada Braulio Alvarez, cerca de donde está hoy el puente Juan Bosch, o lanzados al mar Caribe, casi siempre por los lados de la Caleta o Boca Chica. Hasta donde sabemos, hubo el caso de uno que fue lanzado a la misma puerta de donde vivía su familia.
Era hermano del periodista Alcides Castro Santana, quien estuvo preso por sus actividades antitrujillistas y fue uno de los primeros directores del periódico Libertad, órgano del Movimiento Popular Dominicano (MPD)- un partido marxista-leninista. Castro Santana abandonó luego sus ideas políticas de izquierda tras su regreso del exilio en Venezuela. En 1963 escribía en el periódico derechista Prensa Libre, que dirigía Rafael Bonilla Aybar y que incendiado por las turbas durante la revolución constitucionalista de 1965.
Ese mismo año, Castro Santana lució el rango de mayor de la Fuerza Aérea Dominicana, que combatía a los patriotas que luchaban por reponer a Juan Bosch como presidente constitucional de la República, víctima de un Golpe de Estado militar el 25 de septiembre de 1963. Castro Santana murió años después en un accidente de tránsito en el que también pereció una hija suya, en el ensanche Los Mina, al este de la ciudad. Fue padrino de bodas del autor de este libro, el 18 de octubre de 1964.
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El año que Trujillo Molina fue propuesto al Premio Nobel de la Paz

El año que Trujillo Molina fue propuesto al Premio Nobel de la Paz
5 de diciembre de 2011
por Wilfredo Mora   


Este 10 de diciembre será la entrega de los laureados al Premio Nobel de la Academia sueca. Como si la Humanidad no se sobrecogiera por los tantos males de la dictadura que desconociera tanta libertades públicas, o como si el tirano fuera un patriota, un presidente fraterno de los demás países del mundo, o acaso de su vecino, del empobrecido Haití, la Presidencia del Comité Nobel del Parlamento Noruego, fue sorprendida por una misiva del Estado dominicano, solicitando la inscripción de la candidatura de los Jefes de Estados de las países República Dominicana y de Haití. La carta con fecha del 4 de diciembre de 1935, la firma el doctor M. García Mella, entonces Secretario de Estado de Relaciones Exteriores. Y a seguida un boceto biográfico, en que se da cuenta la forma nimbada del Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, de quien afirman ha entrado "en el dominio de la Historia de la Humanidad".
Y el Presidente haitiano, Stenio Vincent, que entra en la farsa de la candidatura, por la razón de concluir el 27 de febrero de ese año (1935) el pacto fronterizo que puso fin a un conflicto que obstaculizaban el trazado de las líneas fronterizas, correspondiente al Tratado de 1929. Primero el dictador viajó a la ciudad de Puerto Príncipe, donde discutió los asuntos de la frontera, durante seis días y seis noches del año 1934, sin poder llegar a un acuerdo sobre tan molestoso tema. El 26 de febrero de 1935, por cuatro horas visitó el Presidente Vincent a la nación dominicana, donde acordaron un nuevo tratado, es el Acuerdo Fronterizo Trujillo-Vincent (según la Gaceta Oficial No. 4773.- Santo Domingo, marzo 9 de 1935).
Quiso el sátrapa dominicano que aquello tuviera resonancia mundial. Y aprovechando la importancia política del acuerdo (era una costumbre muy peculiar), para proponerse a sí mismo a la premiación del nobel de la paz. Pero no lo logró, muy a pesar de las elogiosas felicitaciones telegrafiadas de sus homólogos latinoamericanos, satisfechos por terminar con las dificultades de la frontera entre las dos naciones. Tantas mentiras había que decir al país y al mundo, cuando el delirante dictador se aventuraba en empresas como estas. La Academia ni siquiera consideró su nombre; Trujillo dos años después, el 1937, llevaría a cabo una matanza contra los ciudadanos haitianos de la zona limítrofe.

Los bienes de Trujillo - Alejandro Paulino Ramos

LOS BIENES DE TRUJILLO
BIENES DE TRUJILLO ESTABAN REPARTIDOS EN: HACIENDAS Y PROPIEDADES RURALES, INVERSIONES EN EMPRESAS, POSESIóN DE ACCIONES DIVERSAS, DEUDORES, YATE ANGELITA, SOLARES, PROPIEDADES RURALES, Y BIENES E INVERSIONES DE MARíA DE LOS ÁNGELES MARTíNEZ DE TRUJILLO
Trujillo poseia 150 millones de dólares, 148 millones de pesos y 348,369 tareas de tierra
Por Alejandro Paulino Ramos
Naciondominicana.com

Santo Domingo, RD.- Hace un par de años el Archivo General de la Nación recibió una copia del inventario de las propiedades, empresas y recursos económicos acumulados por Rafael L. Trujillo M. en sus treinta años de dictadura. El documento, en que se enumera todo lo que poseía el dictador al momento de su muerte, está fechado 5 de julio de 1961.
En él aparece de manera detallada la riqueza acumulada por el dictador hasta la hora de su muerte, ascendente a 148 millones 800 mil pesos. Además, se tiene calculado en 150 millones de dólares el dinero depositado por Trujillo, tanto a su nombre como a nombre de familiares y testaferros, en bancos extranjeros.
Tomando este documento como referencia, ahora sabemos que los bienes de Trujillo estaban repartidos en: Haciendas y propiedades rurales, inversiones en empresas, posesión de acciones diversas, deudores, el Yate Angelita, solares, propiedades rurales, y bienes e inversiones de María de los Ángeles Martínez Alba de Trujillo.
Para que se tenga una idea, basta destacar que Trujillo tenía fincas en La Victoria, La Estrella, Hato Nuevo, San Cristóbal, La Vega, Santiago, Monseñor Nouel, Cotui, Distrito Nacional, San Juan de la Maguana, San José de las Matas, Monte Cristy y Guayubin. La suma de toda la tierra de Trujillo asciende a 348,369 tareas, además de poseer residencias, casas de alquiler y solares en casi todas las provincias del país.
Las empresas más importantes controladas por el dictador eran la Dominican Republic Sttlament, el Santo Domingo Country Club, Azucarera Haina, Industria Licorera La Altagracia, Laboratorio Químico Dominicano, Cervecería Nacional Dominicana, Editora La Nacion, Banco de Crédito Agrícola e industrial, Explotación Minera Hatillo, Industrial dominico-Suiza y la Industria Dominica de Alcoholes.
Pero, imagino que ustedes se estarán preguntando, y cómo Trujillo pudo acumular tanta riqueza, cómo fue que utilizo el Estado para enriquecerse de manera desmedida? Cómo fue que Trujillo, con un salario de $400 dólares como Brigadier General del Ejército en 1928 y de $700 dólares que recibía en 1939 como presidente, pudo acumular una riqueza de más de 300 millones de dólares en su período de gobierno.
Leyendo los documentos publicados por el historiador Eliades Acosta, he seleccionado una muestra que puede ayudar a entender la voracidad del dictador, y que conste, que no estamos hablando de toda la riqueza acumulada en manos de sus hermanos, hijos y demás familiares, la que debe ser exorbitante.
La acumulación de riqueza de Trujillo se inició durante la ocupación militar americana, y la forma en se apropiaba de lo ajeno, aparece claramente establecido en el expediente del consejo de guerra a que fue sometido en 1920, cuando era apenas segundo Teniente de la Guardia Nacional Dominicana. En el referido expediente preservado en Washington, Trujillo fue acusado de “violación e intento de estupro” y por “conducta escandalosa tendiente a la destrucción de las buenas costumbres”.
Los oficiales norteamericanos que llevaban el consejo de guerra contra Trujillo, destacaron el intento de estupro contra la joven Isabel Guzmán, de 17 años, y el cobro fraudulento de 150 dólares hecho contra el padre de la misma, para dejarlo en libertad. Se destaca en la acusación que “el dicho Rafael L. Trujillo, (…), voluntariamente, de manera ilegal, mal intencionada y corrupta, se apropió para su uso y beneficio, de la citada suma (…), obtenido incorrectamente, para vergüenza y deshonra del servicio de la Guardia Nacional Dominicana y del Gobierno Militar de Estados Unidos en República Dominicana.”
En 1926, siendo Trujillo el Jefe de la Policía Nacional, en la Cámara de Diputados se dispuso, cuando se estaba discutiendo la Ley de caminos, que quedaba “prohibido bajo pena de destitución a la Policía Nacional Dominicana y a los Policías Municipales tomar participación alguna, a menos que sean requeridos por autoridad judicial competente, en el cobro de este impuesto”. Esto se debió a que todo el que no portaba un recibo de libre transito, era detenido y para dejarlo en libertad tenía que pagar 5 dólares, dinero que iba a parar a manos de Trujillo.
En aquella ocasión, el diputado Licairac relató un incidente: “Yo si estoy con que se apruebe esa ley, porque la Policía Nacional Dominicana está cometiendo grandes abusos en los campos con ese motivo”. Otro diputado, de apellido Ferrer, planteo que “era necesario aprobar esa ley, porque se estaba haciendo negocios con los fondos de caminos, y que hay camino que deberían producir $5,0000.00 (y) no han producido la mitad”. En el mismo año, “la cámara de Cuentas mantenía en suspenso 18 mil pesos de la Policía Nacional Dominicana, debido a que esta no había podido rendir cuenta y observando: “de manera que eso acusa muy mala administración”. Pero hay más; cuando en la Cámara de Diputados se estaba discutiendo el presupuesto de la Policía Nacional para 1926, el diputado Brache critico que la PND contrajera deudas por 37 mil pesos sin contar con la autorización del Congreso y aclaraba que eso era: “darle una autorización tacita para que mañana nuevamente, comience a enredarse, segura que nuevamente se le van a pagar sus enredos”. Recuérdese que desde 1924 la Republica estaba gobernada por el general Horacio Vásquez, quien fue muy criticado por la corrupción bajo su mandato, lo que provoco que 1929 Vásquez solicitara la intervención de una delegación de especialistas norteamericanos para realizar una especie de auditoria de los gastos del gobierno. Esta fue conocida como la Comisión Dawes, que al tratar las finanzas del Ejército Nacional planteó entre otras cosas:
“Gastos tales como: compra de ropa, raciones, compra de gasolina, de aceite, reparaciones y gastos de contingencias, son arbitrariamente calculados. (…). La Comisión presenta varias partidas que agregan la suma de $529,875.00 que son infundadamente calculados. La Comisión opina que se podría lograr un gran ahorro siempre y cuando se haga una supervisión más científica y más estrecha”. Lo que estaba destacando la Comisión, de manera discreta, era la corrupción que existía en el Ejército Nacional bajo la jefatura de Trujillo.
Horacio Vásquez fue derrocado el 23 de febrero de 1930 y a partir de ese momento, ya Trujillo no tendrá límites en la acumulación de riquezas. Los mecanismos fueron diversos y casi siempre amparados en alguna legislación. Los documentos producidos por la propia dictadura son suficientes para demostrar cómo era que Trujillo utilizaba el Estado dominicano para enriquecerse o disfrutar de los bienes del pueblo dominicano. Veamos algunos ejemplos:
Trujillo respetó a empresarios burgueses, aunque a través de una política parcialmente monopólica afectó a sectores de los mismos , lo que incidió en la acumulación de capitales en beneficio propio y el de su grupo. Esos monopolios abarcaron diversos sectores de la economía como fueron el de la carne, la sal, la leche, las compañías de seguro y cigarrillos, impidiendo la aparición de empresas similares o haciendo que las existentes salieran del mercado en base a la extorsión y hasta la persecución política, como aconteció con Barleta y Michelena.
Un caso sintomático de la forma en que se producía el monopolio, se puede apreciar en la fabricación de cigarrillos: se dio el caso de que William G. Walsh, empresario de la ciudad de Nueva York, visitó el país con el fin de instalar una “factorías modernas de cigarrillos capaz de elaborar un producto de superior calidad que se pueda vender en competencia con las otras marcas existentes en el país”. Este empresario norteamericano se relacionó en este negocio con el italiano Amadeo Barletta quien tendría a su cargo la administración y la venta de los productos elaborados en la empresa. Barletta fue implicado en una conspiración en 1935, quedando la referida empresa, además de la Santo Domingo Motors bajo el control de Trujillo.”
En los casos más descarados, Trujillo se valió de leyes que permitían la expropiación de las empresas y bienes de las personas acusadas de conspirar contra la estabilidad del Estado. Apoyado en ella, Trujillo terminó quedándose con las propiedades de sus enemigos políticos.
Trujillo convirtió el Estado en un negocio particular y llegó un momento en que ya el pueblo no distinguía entre lo que era propiedad de Trujillo o propiedad del Estado. Solo él y la “Oficina particular del presidente”, tenían conocimientos de todas las actividades fraudulentas que se venían ejecutando, a través del partido, el Ejército y la estructura del Estado.
Muchas de las obras públicas del país, con recursos asignados en el presupuesto, eran construidas por dominicanos que en ocasiones, para justificar la acción fraudulenta eran declarados como vagos, como sucedió en 1930 cuando el gobierno inició una campaña contra supuestos vagos en la ciudad de Santo Domingo. La orden de Trujillo indicaba que todos “los hombres hábiles, sorprendidos en delito de vagancia, deben ser utilizados en los trabajos de las carreteras”.
En 1941, en el libro puesto a circular por Eliades Acosta, aparece el documento que prueba la utilización de campesinos en las propiedades de los Trujillo, cuando uno de ellos se atrevió a denunciar: “nosotros somos cincos compañeros que hemos ido a La Mata a trabajar ; (…) y ahora el raso De León ha inventado un camino para ir a su conuco (…) y ha puesto la gente a trabajar de balde y cuando nosotros decimos que ese camino es perdiendo su tiempo que está, entonces nos dijo que ese camino era del mayor Trujillo y del Presidente y también ha puesto una alambrada para su conuco las gentes de balde. A nosotros si fuera el camino para el Mayor o para el Presidente, nosotros no negaríamos de hacerlo, (…), pues nos quita todas las semanas el lunes y el jueves; (…) he faltado dos veces al camino y me ha echado diez días preso” .
Interesante resulta un mecanismo, que yo he llamado de “donación voluntaria”, para beneficiar a Trujillo, instaurado desde los primeros tiempos de la dictadura. Esa modalidad comenzó en 1930 con el regalo de un carro para Trujillo.
En 1933, importantes funcionarios y miembros del Partido Dominicano, promovieron una campaña nacional para que los dominicanos se despojaran de sus bienes y aportaran recursos para la erección de una estatua a Trujillo, proponiendo que “cada ciudadano y cada extranjero contribuyera con 50 centavos para formar el fondo que se necesitaba para la misma. Esa estatua fue instalada en San Cristóbal., Las cotizaciones de la estatua recibida por el gobierno indicaban que el pueblo dominicano tendría que pagar entre 140 mil y 68 mil dólares, solo para satisfacer la megalomanía del dictador.
Igual sucedió para la construcción del Monumento de Santiago en 1946, para lo que se promovió la existencia de un comité nacional que logró reunir $81,000 pesos y el cheque, que salio publicado en el periódico La Nacion, estaba destinado para ser cobrado directamente por Trujillo.
En 1933 los dominicanos decidieron despojarse de sus bienes para contribuir para la donación del yate de Trujillo. Otra embarcación adquirida por el Estado fue el “Guantánamo”. Inmediatamente se compró, fue armado “como buque para la defensa nacional” y bautizado con el nombre de “Presidente Trujillo”. La crónica del periódico La Opinión destaca el viaje de Trujillo a la región Sur conduciendo el mismo el vapor “Presidente Trujillo”.
Como parece que Trujillo y su familia tenían afición por los barcos, en 1939 quien recibió la donación de una embarcación lo fue Ramfis, y bautizada de inmediato como Yate Ramfis, el que antes llevó el nombre de “Camargo”, y que fue propiedad de Julio Fleischmann. El Miami Herald publico una nota, reproducida por el periódico Listín Diario, que me permito leer:
“La esposa e hijos del Jefe del Ejercito de la República Dominicana a bordo del yate en espera de la llegada del Generalísimo y de sus ayudantes americanos antes de partir de visita a la Habana”. “Ramfis guía su propio bote de motor y tiene una perrera con 52 perros en su palacio dominicano. Él es dueño del único trailer (aparato que se agrega a un automóvil) que hay en la república y lo usa en sus frecuentes paseos al campo, conduciendo a sus compañeritos y a los perros. A bordo del yate hay seis de esos perros”.
En 1937 el presidente decidió construir un parque para Ramfis, su hijo favorito, y como siempre lo hizo con el dinero del Estado y la contribución “voluntaria” de los empleados y militares. Todas las secretarías de Estado apartaron partidas de su presupuesto con ese fin.
Cuando era necesario seguir llenando los bolsillos del presidente, los soldados, los presos y los empleados siempre estaban presentes, como lo demuestran numerosos informes de oficiales del Ejército. Cito: “Retornado, informando a Usted (…), que de los 261 presos que hay recluidos en las caréceles de Boca Nigua y en la cárcel de esta, no se puede disponer en la actualidad que trabajen 170 presos en la construcción de la nueva fortaleza, por la razón de que muchos de esos presos se encuentran enfermos e inutilizables para el trabajo, y además que de esos 261 hay 33 presos haciendo trabajos en la Finca del Honorable Señor Presidente.” En otro informe del Ejercito en 1942, El oficial de la cárcel informo al comandante en Jefe del Ejército sobre los presos que trabajaban en diferentes lugares: en la propiedad de Pedro V. Trujillo 51; en la de Romeo Trujillo 4; Arismendy Trujillo, 2; en casa de Nieves Trujillo 4 y en la Mansión presidencial, 6.
Un trabajo hecho publicar por Félix W. Bernardino, deja totalmente evidenciado la situación de los prisioneros durante la dictadura: Los agricultores se envían periódicamente a las distintas colonias agrícolas del Estado, de donde hemos visto salir a muchos hombres, luego de haber cumplido su condena, con la preparación necesaria, y habituados a la agricultura. (…).Los presos de la cárcel de la Fortaleza Ozama son utilizados en labores que redundan en un beneficio positivo para la sociedad: la construcción de edificios públicos, cuarteles, militares, campos de aterrizaje, limpieza de cuarteles, colonias agrícolas, etc.”
Mientras que en otro informe se le requiere a los oficiales impartir ordenes de “lugar a cada uno de los oficiales de sus respectivas dependencia, a fin de que estos den sus contribuciones para un regalo que la oficialidad del Ejercito hará al General de Brigada Héctor Bienvenido Trujillo Molina (…) consistente en un par de espolines con cadena, todo de oro de 14 kilates. Y aclaraba la orden, que ese dinero debía descontarse del sueldo de abril de 1937. Esa era la forma voluntaria con la que Trujillo esquilmaba a los dominicanos.
En cuanto a los empleados, existen en los fondos del Archivo General de la Nación numerosos documentos que demuestran la forma en que el gobierno los despojaba de sus exiguos salarios, pues “en algunas comunes de la República se obliga a los empleados municipales a pagar un tanto por ciento del sueldo que perciben, en provecho de lideres políticos, o para fines políticos”. , igual sucedía cuando había la intención de construir algunas obras publicas o para adular al tirano, llegándose a descontarle hasta el 5 % por varios meses consecutivos. , o simplemente eran designados para trabajar en casa de algunos de los familiares de Trujillo.
Resulta alarmante la forma en que los Trujillo o algunos de sus familiares más cercanos, se apropiaban de las propiedades ajenas, encubriendo sus acciones con el nombre de testaferros. Basta con leer la carta enviada por el Lic. Rafael Alburquerque Zaya Bazán a Trujillo en 1937, denunciando a uno de los familiares del Jefe. El padre del exvicepresidente Alburquerque denunció como salvaje el atentado de que fue victima de parte de Arismendy Trujillo en su bufete de abogado: “Estaba llevando un caso de revisión de fraude de unas 300 tareas en la común de San Cristóbal en contra de Alejandrina Pérez. “Hoy en la mañana, acompañado del señor Rafael Dacosta Gómez (a) Chicha, irrumpió en el apartamento privado de mi oficina, el señor J. Arismendy Trujillo Molina, demandándome imperativamente “si había meditado el asunto al enviar la citación para la audiencia, que recibió” (…). Acto seguido se abalanzó sobre mi, en actitud agresiva, mientras decía “que esa propiedad era de él”, viendo que yo retrocedía, sacó la pistola que portaba y me lanzó un maquinazo a la cabeza, golpe que recibí en el brazo izquierdo, al defenderme. Entonces, diciendo palabras groseras e insultantes para mi persona, sobó la pistola, me apuntó, y a no ser por la pronta intervención del amigo Lic. Cesar L. Romero, que se interpuso entre nosotros y a quien agarró por el cuello, no se habría evitado la consumación de sus propósitos. (...). Honorable Señor Presidente de la República, por lo que me dirijo a Ud. no con la intención de que Ud. sancione los hechos cometidos, sino con el propósito de que con su garantía, pueda yo quedar a resguardo de posteriores ataques”.
Por otro lado, Trujillo tenía la modalidad de alquilar muchas de sus propiedades a cuenta del Estado y a precio “consignado en el presupuesto vigente” o utilizaba la modalidad de la permuta como un instrumento fraudulento, de modo que obtenía terrenos de buena calidad y entregaba terrenos que no servían para labores agrícolas. En estas acciones no dejaba de participar el Partido Dominicano, instrumentos utilizados para su enriquecimiento, pues a través de él se apropiaba del 10% de los salarios de los empleados del Estado; pero también de las propiedades de muchos dominicanos, que por miedo a la dictadura aceptaban que se les despojase de sus tierras. Además de que Trujillo vendía sus propiedades al Estado a precios exorbitantes, como sucedió con la Finca San Rafael, la cual fue vendida a la Secretaria de Agricultura para el establecimiento de la escuela provincial de Agricultura.

Creo que sería muy interesante, que algún investigador pudiera tipificar la forma en que Trujillo utilizaba el Estado para su enriquecimiento ilícito, porque no es posible que una persona por más general o dictador que fuera, pudiera acumular 300 millones de dólares recibiendo salarios que nunca pasaron de los mil dólares mensuales. También sería interesante cuantificar la fortuna en manos de la familia Trujillo e incluir a sus más cercanos colaboradores. Talvez así, y de una manera contundente, los herederos del dictador dejarían de seguir reivindicando las bondades y honestidad de Trujillo y sus familiares.
(Resumen de la ponencia presentada en el Panel: “Crímenes, delitos y dictadura: en los documentos está la verdad”. Archivo General de la Nación, 22 de noviembre del 2012).
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Crímenes contra la prensa en República Dominicana

Sobre el libro:
Crímenes contra la prensa en República Dominicana

Por Raffi Durán


El recuerdo de los horrendos crímenes cometidos contra más de una veintena de comunicadores durante la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo se mantiene latente a los 49 años del ajusticiamiento del sátapra de San Cristóbal.

Los asesinatos y persecuciones contra periodistas y medios de comunicación que hicieron frente a la cruel dictadura, comenzaron cuando Trujillo se desempeñaba como jefe del Ejército Nacional, siendo la primera víctima mortal el comunicador Virgilio Martínez Reyna, quien junto a su esposa, Altagracia Almánzar, fue degollado el 1 de junio de 1930. A cuatro días de asumir la Presidencia de la República, Trujillo ordenó la eliminación del corresponsal y animador cultural, Emilio Reyes Miranda.

La lista de los muertos, torturados, exiliados y perseguidos siguió extendiéndose con el paso de los días, meses y años. Unos de los casos más relevantes de la época fue el ataque a tiros contra el director del Listín Diario, Arturo Pellerano Sardá, quien en el mismo frente del rotativo fue herido en la pierna izquierda, y en un breve instante, fue acribillado de seis impactos de bala su hermano y secretario-tesorero de la empresa, Rogelio Pellerano Sardá (Colé). Este hecho ocurrido el 19 de noviembre de 1930, doce años más tarde, Trujillo decide cerrar el Listín Diario.

Los crímenes, que tenían como común denominador callar a quienes se oponían al gobierno, apagaron también la vida de los comunicadores Emilio Reyes, César Perozo, Julio Brache Cuello, Wenceslao Guerrero, Juan María Santil Villegas, Mario E. Guerra, Ramón A. Espinal, Diógenes del Orbe y César Augusto Batista.

Durante la tiranía también fueron asesinados Andrés Requena, Luis Escoto Gómez, Jesús de Galíndez, Teófilo Guerrero del Rosario, Freddy Millar, Julio Raúl Durán, Henry Ramírez, Antonio Javier Achécar, César y Alberto Larancuent, Ramón Marrero Aristy y Nelson Peguero, entre otros.

Los que sobrevivían fueron maltratados

Pedro Aníbal Fuente y José Almoina figuran en la lista de los ejecutados, según evidencia el libro “Crímenes contra la prensa”: atentados y censuras en República Dominicana, de la autoría de Oscar López Reyes.

Los que lograron sobrevivir a las persecuciones mortales fueron sometidos a vejámenes y maltratos por parte de verdugos, que por instrucciones del tirano, los humillaron hasta su máxima expresión. Rogelio Pellerano, Ángel María Peña, Rodolfo Coiscou Weber y Juan de Dios M. Delance, son sólo algunos de los que figuran en esa lista.

La caravana de atropellos contra los trabajadores de la prensa se manifestó con cárceles, desaparición y destierros. Emilio Morel, Horacio Ornes Coiscou y René Fiallo fueron condenados a 30 años de prisión por su lucha en contra del régimen trujillista. La lista se alarga con el encarcelamiento de Leovilgilio Urbáez (Pasito), Persio Franco, Félix Servio Ducoudray, José Israel Cuello y René Fiallo.

El asesinato de Galíndez provocó otros crímenes

El asesinato de Galíndez provocó otros crímenes
Por Tony Pina


Uno a uno, del estilo el bajo mundo de la mafia siciliana, el régimen trujillista eliminó en un período de seis meses a todos los implicados en el secuestro y desaparición del exiliado vasco Jesús de Galíndez.
Ocho personas, al menos, murieron en extrañas circunstancias acaecidas en el país o en el extranjero.
El objetivo de estas muertes, a veces encubiertas de tránsito  o de suicidios, era borrar todo vestigio o evidencia que comprometiera la culpabilidad de la dictadura en el caso Galíndez.
La primera víctima de los asesinatos en serie que se sucedieron fue Robert Smith, un  empleado del aeropuerto de Long Island, quien fue la persona que el FBI estableció que abasteció de combustible el avión donde  fue transportado Galíndez a Monte Cristi. La sola condición de testigo de ese episodio le habría valido la muerte, pero Smith supo algo  más para no escapar a su infortunio: vio en la cabina del avión a un hombre, aparentemente dormido, que emanaba un raro olor. (1)
El ciudadano vasco Félix Hernández, alias El Cojo, amigo de Galíndez y también espía de Trujillo, murió asesinado luego de retornar desde Venezuela. Sin embargo, la Policía, en una nota entregada al periódico El Caribe, consignó: “que Hernández había fallecido en un accidente de tránsito”. Empero, su cadáver no fue mostrado, ni tampoco se le entregó a sus familiares o allegados.
Días después, pero en el mismo mes de agosto y simulando otro “accidente de tránsito”, la ciudadana vasca Gloria Viera, concubina de El Cojo, murió “cuando conducía su automóvil por la autopista Duarte, en las inmediaciones de Villa Altagracia”.
El cadáver fue encontrado  en el interior del auto, frente al asiento del conductor, “a pesar de que la mujer nunca le puso la mano al guía de un vehículo ”. (2).
Los dos españoles fueron vinculados como las personas que se presentaron al apartamento de Galíndez la noche que éste fue secuestrado.
Los crímenes en serie  no terminaron ahí. El médico Miguel Rivera, quien drogó a la víctima antes de montarla en la aeronave, se “suicidio” con cianuro en su residencia de Santo Domingo. La noche antes, el galeno la pasó en vilo. “No pude dormir anoche”, recordó su esposa que le dijo su cónyuge.
Salvador Cobian Parra, coronel cubano que Trujillo designó en 1956 como jefe del Servicio de Inteligencia, un organismo de creación anterior al SIM, fue asesinado a tiros en su despacho en circunstancias que aún se ignoran, pero el caso apareció como un suicidio.
A Cobian Parra se le vinculó, al igual que al general Arturo Espaillat, alias Navajita, entre  quienes ejecutaron el secuestro y posterior asesinato de Galíndez.
El cadáver del piloto Gerald Lester Murphy fue hallado en unos acantilados del mar Caribe, el 3 de diciembre de 1956, en un hecho que al principio quiso encubrirse como accidente de tránsito, aunque posteriormente la autopsia determinó que el cuerpo presentaba cuatro tiros de pistola.
El día de su desgracia,  el norteamericano tenía previsto abandonar el país para contraer matrimonio en Estados Unidos.
Después del secuestro de Galíndez, Lester Murphy, piloto de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA), viajó a La Habana,  donde jugó  casino en el hotel Copabana y desde allí voló a Miami, en donde adquirió un carro marca Oldmosbile por 2,350 dólares.
Esa y otras evidencias localizadas por el FBI consignan que Murphy recibió alrededor de 30 mil dólares como pago por su participación en el caso.
Debido a las presiones de familiares de la víctima y de congresistas norteamericanos, el gobierno de Eisenhower radicalizó las acusaciones contra Trujillo, quien reaccionó incriminando al piloto Octavio de la Maza de la muerte de Murphy,  presentado el caso ante la prensa como “una riña”.
Para cerrar el caso y bloquear las investigaciones, la dictadura actuó con torpeza: ordenó la muerte de Octavio de la Maza en una cárcel del Palacio de la Policía Nacional, en un hecho que fue presentado a la opinión pública como un “suicidio, pues la víctima se ahorcó con un mosquitero encontrado en su celda”. (3)
Muertos todos los que de una manera u otra participaron en el secuestro y asesinato de Galíndez, Trujillo replicó los ataques de la prensa norteamericana.
No obstante, ni el propio Ramfis, amigo de Octavio, se creyó la farsa.
Cinco años después, el tirano pagaría caro la muerte del hermano de Antonio de la Maza, el más decidido de los conjurados que acabaron con su vida la noche del 30 de 1961.
Bibliografía
Textos consultados
1) Trujillo, la trágica aventura del poder personal, páginas 267 y 349, Robert Crassweller.
2) Escritos de Galíndez, publicación del Archivo General de la Nación (AGN), páginas 45 y 87.
3) Trujillo, una dictadura sin ejemplo, Juan Bosch, páginas 140, 145 y 256.

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lunes, 19 de noviembre de 2012

España le negó a Trujillo un título de nobleza

España le negó a Trujillo un título de nobleza

Tania Molina
El Diario Libre

Desde inicios de los años cuarenta hasta mediados de los cincuenta, Rafael Leonidas Trujillo Molina fue objeto de varias distinciones por parte del gobierno español. Sin embargo, pese al intercambio de elogios y preseas entre los gobernantes de las dos naciones, el dictador dominicano no pudo conseguir un título de nobleza que solicitó a España. 

Ángel Lockward, autor del libro que revela documentos sobre las relaciones diplomáticas entre España y República Dominicana durante la dictadura de Trujillo, supone que éste estuvo interesado en que el dictador Francisco Franco lo distinguiera con el título de marqués.

Entre los informes secretos que recoge el libro de Lockward aparece una carta en la que el país europeo le niega el codiciado título a Trujillo. Para ello, el ministro de Asuntos Exteriores de España alega que "aunque se conocen los especiales, numerosos y estrechísimos vínculos que unen a España con el generalísimo Trujillo, la distinción, la costumbre y, además, el sentido intrínseco de un título nobiliario excluyen su concesión a jefes de Estado extranjeros y a personalidades especialmente prominentes en la vida pública de otras potencias, a causa del matiz de subordinación y dependencia jerárquica al jefe de Estado otorgante, que ello supone".

Agrega además que en caso de que Trujillo aceptase tal subordinación, la concesión sería un precedente que pudiera tener consecuencias enojosas si otras solicitudes iguales se hicieran a favor de "prohombres" hispanoamericanos, pero cuyos méritos, aún relevantes, no justificasen el otorgamiento del título nobiliario.

Manuel Aznar Zubigaray
Anterior a este hecho, ya Trujillo había sido distinguido con la Gran Cruz de Carlos III. "En nombre de la España gloriosa que a través de su historia supo imprimir a los pueblos que les dio su ser, el imborrable sello de su temple… y en nombre de ella, he recibido de su Excelencia Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado Español, y Generalísimo de sus Ejércitos, el honroso encargo de imponeros Escmo. Señor, la gran cruz de la muy distinguida Orden de Carlos III, que representa el premio a la virtud, al valor y al mérito de quien como vos, tiene por norma, la firmeza en sus convicciones, y el respeto a las decisiones de los pueblos soberanos".

Así inició su discurso Manuel Aznar Zubigaray, abuelo del ex presidente del gobierno español, José María Aznar,durante el acto de entrega de la distinción, con la que hacen el "justo premio" por las dotes personales de Trujillo, y como muestra del cariño que España siempre ha tenido por el país. Aznar Zubigaray, tal como lo define Francisco Javier Alonso en su libro "La alianza de dos generalísimos", desarrolló su misión diplomática basado en mantener el apoyo de los dominicanos ante los organismos internacionales y el fomento de las relaciones comerciales.

En su discurso hace énfasis en que ese cariño de los españoles por los dominicanos se sentía con mayor intensidad porque sabían apreciar y valorar la conducta del país para con España en momentos en que el comunismo internacional, "enemigo mortal de nuestra civilización, aprovecha la confusión que ha producido en el mundo internacional las funestas consecuencias de la guerra pasada, para presentar a España como un peligro para la paz".

El diplomático se refiere al estallido de la guerra civil de 1936 y que generó el aislamiento internacional de ese país.

Ya para 1948, en otro informe de la delegación española, Manuel Aznar Zubigaray se refiere a las ejecutorias del Gobierno dominicano para armar al Ejército. Destacan la compra de pertrechos militares tanto en Estados Unidos, Brasil y Francia, y las intenciones de comprar en España.

En 1949 vuelven los elogios y dádivas. Primero con el obsequio de parte de España de los ornamentos y efectos que dotarían el Seminario Conciliar de la capital dominicana, luego, ante la solicitud de Trujillo al Congreso para obtener poderes extraordinarios para declarar la guerra, así como en la política de "democratización" del tirano permitiendo los nuevos partidos políticos (Socialista Popular Dominicano y Juventud Dominicana) o la persecución contra los ejecutores de la huelga de los trabajadores del ingenio azucarero, encabezados por Mauricio Báez, o contra los participantes en la invasión militar de Cayo Confites y Luperón.

Al año siguiente, 1950, la embajada de España envía un memorando especificando la actitud que debe seguir el país ante la asamblea general de la ONU para que España pueda pertenecer a ese organismo, propuesta que finalmente ganó.

"Es de desear que los delegados dominicanos intensifiquen sus contactos con los de las Repúblicas de El Salvador y Bolivia a fin de que se adopte rápidamente un texto común, que según se informa, es el procedimiento más propicio a los fines de conseguir una abrumadora votación.

Ese mismo año Trujillo concede a Franco la Gran Cruz, Placa de Oro, de la Orden del Mérito "Juan Pablo Duarte", la más alta distinción otorgada en el país.

Sin embargo, no todo fue exaltación a Trujillo e incluso algunos historiadores hablan de cierta interrupción entre las relaciones dominico españolas a principio de los años 40.

Manuel Alca y Marín
Antes del servicio diplomático de Aznar Zubigaray, fungió como ministro plenipotenciario en el país Manuel Alca y Marín, que asumió su cargo en 1941. A pesar de las apreciaciones favorables para el régimen, este diplomático aludió la falta de moralidad en la administración trujillista. Así lo plantea Javier Alonso en su libro, y lo confirman muchos de sus informes contenidos en el libro de Lockward.

Para 1945, el representante diplomático rinde un informe sobre la "escasa popularidad del general Trujillo entre sus compatriotas, así como de las humillaciones a funcionarios y los afanes del tirano para conquistar la simpatía popular.

El 28 de abril de 1945, la Sección de Política de América de la Legación española en el país, envía su informe dando cuenta de que "El generalísimo Trujillo, en vista de que la situación social aquí es grave y por completo adversa a él, trata de conquistar la opinión pública haciendo mejoras para el bienestar de la clase obrera". Detalla además la "actividad sorprendente" en la construcción de edificios públicos, casas para obreros y la creación de entidades bancarias para proteger la agricultura".

Alca y Marín habla, entre otra cosas, de los esfuerzos del gobierno por mejorar la alimentación pública y, aunque advierte que los resultados son "nulos", los presenta como "una plataforma para un mejoramiento real". Aun más, pide justicia para Trujillo, que "ha hecho y hace lo que puede para acabar con la falta de cultura". No obstante, admite que la cantidad de analfabetos es enorme.

En junio de ese mismo año, Alca y Marín vuelve a remitir otro informe en el que se refiere al manifiesto público del 28 de mayo con el que Trujillo recomienda a los jefes de partidos políticos la reorganización de los mismos.

"Aparentemente la carta es todo sinceridad y lealtad, pero en el fondo es completamente lo contrario. Aquí no hay más opinión y voluntad que la de Trujillo", dice.

Para entonces existían los partidos Republicano, Coalición Patriótica de Ciudadanos, Partido de Obreros Independientes y el Partido Nacional. Alca y Marín expresa que los supuestos integrantes de estos partidos afirman que no pertenecieron a esas organizaciones por temor a represalias y que por el contrario ensalzaban la figura de Trujillo.

Sólo el excarcelado Rafael Estrella Ureña se atrevió a manifestar sus aspiraciones presidenciales, por el Partido Republicano, pero no tuvo apoyo porque sus antiguos afiliados negaron que lo fueran.

"La farsa no ha podido ser más clara, pero Trujillo ha querido hacer constancia de que se ha alentado a la ciudadanía para que tome parte de la administración de la cosa pública", indica el informe.

En otra carta, Alca y Marín se refiere a los constantes insultos de Trujillo para los miembros de su gabinete.

El informe de Francisco García Escámez e Iniesta
En 1947 se produce la visita del teniente general Francisco García Escámez e Iniesta, quien fungió como Embajador Extraordinario en la toma de posesión de Trujillo cuando el dictador se reeligió en el proceso electoral de mayo de ese año.

En su informe, García Escámez e Iniesta habla de la buena hospitalidad que recibió de los dominicanos, haciendo énfasis en un desfile de 40 mil hombres de la reserva civil dominicana, y cuya presentación se hizo posterior a las de las Fuerzas Armadas.

"Esta reserva Civil, a juzgar por su deficiente instrucción y presentación, da la sensación de una organización reciente y poco cuidada, siendo de mi opinión que la razón de su presencia en el desfile que dan ante la representaciones extranjeras, es la de que el país dispone de una organización militar ciudadana para casos de agresión, (precisamente en aquellos días se decía que estaba preparada por los enemigos de Trujillo residentes en Cuba y Venezuela, y al parecer tuvo que intervenir Estados Unidos para hacerla fracasar)".

Mutismo
En octubre de 1937 se produce la matanza de haitianos en territorio dominicano. Ese crimen le costó al país críticas internacionales. Sin embargo, entre los informes que recoge Lockward no aparece la visión de España al respecto. Sólo aparece una carta del ministro dominicano en Washington, Andrés Pastoriza, con la versión oficial del régimen. En la carta, de fecha 8 de noviembre de 1937, se resta valor al "pequeño incidente" presentándolo como un acontecimiento entre grupos de haitianos y agricultores y ganaderos dominicanos de la frontera.


Tania Molina
El Diario Libre

Desde inicios de los años cuarenta hasta mediados de los cincuenta, Rafael Leonidas Trujillo Molina fue objeto de varias distinciones por parte del gobierno español. Sin embargo, pese al intercambio de elogios y preseas entre los gobernantes de las dos naciones, el dictador dominicano no pudo conseguir un título de nobleza que solicitó a España.
Ángel Lockward, autor del libro que revela documentos sobre las relaciones diplomáticas entre España y República Dominicana durante la dictadura de Trujillo, supone que éste estuvo interesado en que el dictador Francisco Franco lo distinguiera con el título de marqués.

Entre los informes secretos que recoge el libro de Lockward aparece una carta en la que el país europeo le niega el codiciado título a Trujillo. Para ello, el ministro de Asuntos Exteriores de España alega que "aunque se conocen los especiales, numerosos y estrechísimos vínculos que unen a España con el generalísimo Trujillo, la distinción, la costumbre y, además, el sentido intrínseco de un título nobiliario excluyen su concesión a jefes de Estado extranjeros y a personalidades especialmente prominentes en la vida pública de otras potencias, a causa del matiz de subordinación y dependencia jerárquica al jefe de Estado otorgante, que ello supone".

Agrega además que en caso de que Trujillo aceptase tal subordinación, la concesión sería un precedente que pudiera tener consecuencias enojosas si otras solicitudes iguales se hicieran a favor de "prohombres" hispanoamericanos, pero cuyos méritos, aún relevantes, no justificasen el otorgamiento del título nobiliario.

Manuel Aznar Zubigaray
Anterior a este hecho, ya Trujillo había sido distinguido con la Gran Cruz de Carlos III. "En nombre de la España gloriosa que a través de su historia supo imprimir a los pueblos que les dio su ser, el imborrable sello de su temple… y en nombre de ella, he recibido de su Excelencia Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado Español, y Generalísimo de sus Ejércitos, el honroso encargo de imponeros Escmo. Señor, la gran cruz de la muy distinguida Orden de Carlos III, que representa el premio a la virtud, al valor y al mérito de quien como vos, tiene por norma, la firmeza en sus convicciones, y el respeto a las decisiones de los pueblos soberanos".

Así inició su discurso Manuel Aznar Zubigaray, abuelo del ex presidente del gobierno español, José María Aznar,durante el acto de entrega de la distinción, con la que hacen el "justo premio" por las dotes personales de Trujillo, y como muestra del cariño que España siempre ha tenido por el país. Aznar Zubigaray, tal como lo define Francisco Javier Alonso en su libro "La alianza de dos generalísimos", desarrolló su misión diplomática basado en mantener el apoyo de los dominicanos ante los organismos internacionales y el fomento de las relaciones comerciales.

En su discurso hace énfasis en que ese cariño de los españoles por los dominicanos se sentía con mayor intensidad porque sabían apreciar y valorar la conducta del país para con España en momentos en que el comunismo internacional, "enemigo mortal de nuestra civilización, aprovecha la confusión que ha producido en el mundo internacional las funestas consecuencias de la guerra pasada, para presentar a España como un peligro para la paz".

El diplomático se refiere al estallido de la guerra civil de 1936 y que generó el aislamiento internacional de ese país.

Ya para 1948, en otro informe de la delegación española, Manuel Aznar Zubigaray se refiere a las ejecutorias del Gobierno dominicano para armar al Ejército. Destacan la compra de pertrechos militares tanto en Estados Unidos, Brasil y Francia, y las intenciones de comprar en España.

En 1949 vuelven los elogios y dádivas. Primero con el obsequio de parte de España de los ornamentos y efectos que dotarían el Seminario Conciliar de la capital dominicana, luego, ante la solicitud de Trujillo al Congreso para obtener poderes extraordinarios para declarar la guerra, así como en la política de "democratización" del tirano permitiendo los nuevos partidos políticos (Socialista Popular Dominicano y Juventud Dominicana) o la persecución contra los ejecutores de la huelga de los trabajadores del ingenio azucarero, encabezados por Mauricio Báez, o contra los participantes en la invasión militar de Cayo Confites y Luperón.

Al año siguiente, 1950, la embajada de España envía un memorando especificando la actitud que debe seguir el país ante la asamblea general de la ONU para que España pueda pertenecer a ese organismo, propuesta que finalmente ganó.

"Es de desear que los delegados dominicanos intensifiquen sus contactos con los de las Repúblicas de El Salvador y Bolivia a fin de que se adopte rápidamente un texto común, que según se informa, es el procedimiento más propicio a los fines de conseguir una abrumadora votación.

Ese mismo año Trujillo concede a Franco la Gran Cruz, Placa de Oro, de la Orden del Mérito "Juan Pablo Duarte", la más alta distinción otorgada en el país.

Sin embargo, no todo fue exaltación a Trujillo e incluso algunos historiadores hablan de cierta interrupción entre las relaciones dominico españolas a principio de los años 40.

Manuel Alca y Marín
Antes del servicio diplomático de Aznar Zubigaray, fungió como ministro plenipotenciario en el país Manuel Alca y Marín, que asumió su cargo en 1941. A pesar de las apreciaciones favorables para el régimen, este diplomático aludió la falta de moralidad en la administración trujillista. Así lo plantea Javier Alonso en su libro, y lo confirman muchos de sus informes contenidos en el libro de Lockward.

Para 1945, el representante diplomático rinde un informe sobre la "escasa popularidad del general Trujillo entre sus compatriotas, así como de las humillaciones a funcionarios y los afanes del tirano para conquistar la simpatía popular.

El 28 de abril de 1945, la Sección de Política de América de la Legación española en el país, envía su informe dando cuenta de que "El generalísimo Trujillo, en vista de que la situación social aquí es grave y por completo adversa a él, trata de conquistar la opinión pública haciendo mejoras para el bienestar de la clase obrera". Detalla además la "actividad sorprendente" en la construcción de edificios públicos, casas para obreros y la creación de entidades bancarias para proteger la agricultura".

Alca y Marín habla, entre otra cosas, de los esfuerzos del gobierno por mejorar la alimentación pública y, aunque advierte que los resultados son "nulos", los presenta como "una plataforma para un mejoramiento real". Aun más, pide justicia para Trujillo, que "ha hecho y hace lo que puede para acabar con la falta de cultura". No obstante, admite que la cantidad de analfabetos es enorme.

En junio de ese mismo año, Alca y Marín vuelve a remitir otro informe en el que se refiere al manifiesto público del 28 de mayo con el que Trujillo recomienda a los jefes de partidos políticos la reorganización de los mismos.

"Aparentemente la carta es todo sinceridad y lealtad, pero en el fondo es completamente lo contrario. Aquí no hay más opinión y voluntad que la de Trujillo", dice.

Para entonces existían los partidos Republicano, Coalición Patriótica de Ciudadanos, Partido de Obreros Independientes y el Partido Nacional. Alca y Marín expresa que los supuestos integrantes de estos partidos afirman que no pertenecieron a esas organizaciones por temor a represalias y que por el contrario ensalzaban la figura de Trujillo.

Sólo el excarcelado Rafael Estrella Ureña se atrevió a manifestar sus aspiraciones presidenciales, por el Partido Republicano, pero no tuvo apoyo porque sus antiguos afiliados negaron que lo fueran.

"La farsa no ha podido ser más clara, pero Trujillo ha querido hacer constancia de que se ha alentado a la ciudadanía para que tome parte de la administración de la cosa pública", indica el informe.

En otra carta, Alca y Marín se refiere a los constantes insultos de Trujillo para los miembros de su gabinete.

El informe de Francisco García Escámez e Iniesta
En 1947 se produce la visita del teniente general Francisco García Escámez e Iniesta, quien fungió como Embajador Extraordinario en la toma de posesión de Trujillo cuando el dictador se reeligió en el proceso electoral de mayo de ese año.

En su informe, García Escámez e Iniesta habla de la buena hospitalidad que recibió de los dominicanos, haciendo énfasis en un desfile de 40 mil hombres de la reserva civil dominicana, y cuya presentación se hizo posterior a las de las Fuerzas Armadas.

"Esta reserva Civil, a juzgar por su deficiente instrucción y presentación, da la sensación de una organización reciente y poco cuidada, siendo de mi opinión que la razón de su presencia en el desfile que dan ante la representaciones extranjeras, es la de que el país dispone de una organización militar ciudadana para casos de agresión, (precisamente en aquellos días se decía que estaba preparada por los enemigos de Trujillo residentes en Cuba y Venezuela, y al parecer tuvo que intervenir Estados Unidos para hacerla fracasar)".

Mutismo
En octubre de 1937 se produce la matanza de haitianos en territorio dominicano. Ese crimen le costó al país críticas internacionales. Sin embargo, entre los informes que recoge Lockward no aparece la visión de España al respecto. Sólo aparece una carta del ministro dominicano en Washington, Andrés Pastoriza, con la versión oficial del régimen. En la carta, de fecha 8 de noviembre de 1937, se resta valor al "pequeño incidente" presentándolo como un acontecimiento entre grupos de haitianos y agricultores y ganaderos dominicanos de la frontera.

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