domingo, 17 de marzo de 2013

Introducción





AVISO IMPORTANTE

AVISO IMPORTANTE

A los lectores que tengan interés en que no se pierda esta recopilación de datos, artículos, extractos, etc. sobre el terror, explotación y la alienación que padeció el pueblo dominicano por 31 años durante la Era de Trujillo, los invitamos a que copien cada una de las secciones contenidas en este portal (especialmente las que llevan los títulos TORTURAS, CRÍMENES, ATROPELLOS, OTRAS TORTURAS, MÁS TORTURAS) y que las guarden (save) en sus computadoras para que si algún día este foro desapareciera, ustedes puedan volver a publicar toda esta información que nos ha llevado muchisimo tiempo en investigar, recopilar, editar y formatear. 

Es muy importante que no se pierda y que se perpetúe este acervo de información sobre el tormento en sangre, torturas y robo que sufrió el pueblo dominicano para que el público tenga acceso a ella indefinidamente en años futuros. No conocemos otro portal que se haya dedicado a recopilar toda la información fidedigna posible sobre la opresión durante la Era que lo haya organizado de esta manera.

Inclusive, no tenemos ningún inconveniente en que publiquen hoy mismo secciones enteras de este portal puesto que la mayoría de la información que contiene nosotros mismos la hemos captado de otras fuentes y los textos que nosotros mismos hemos desarrollado con mucho gusto alentamos a los lectores a  que los reproduzcan en la red.


Instrucciones

Para copiar todo esta información y guardarla en sus computadoras, puede ir a cada sección (por ejemplo, ATROPELLOS) y hacer lo siguiente:

Sombrear desde la primera línea hasta la última línea de la sección ATROPELLOS, es decir, seleccionar de una sola vez todos los artículos (texto) contenidos en dicha sección sombreando toda la sección. (Para algunos es más facil empezar desde abajo y sombrear hacia arriba.). Luego,

Presione Control C (Copy, para copiar todo el texto que usted ha sombreado)

Luego, abra un Word document en blanco (o cualquier otro procesador de palabras que usted use), coloque el cursor en la página en blanco y haga lo siguiente:

Presione Control V (Paste, para descargar en esa página todos el texto que usted había sombreado y copiado de ATROPELLOS. Si no logró copiarlo, repita lo anterior de nuevo. Si logró copiarlo, entonces

Presione SAVE en el programa Word. Debe guardar (save) el documento bajo el título  “Atropellos” dentro de un archivo (file) que se llame “El Grito Contenido” o lo que usted quiera nombrar dicho archivo.

Repita lo mismo para cada una de las secciones de este portal (CRÍMENES, CONTROL, TORTURAS, etc.) con un Word document separado para cada sección.

De esta forma tendrá en sus computadoras toda la información contenida en este portal, organizada de la misma manera. 

Si encuentra que sombrear toda una sección es demasiado lento y difícil, entonces puede sombrear y copiar artículo por artículo por separado (esto a la larga es mucho más lento y complicado).

Por ahora, a este portal le añadimos información cada dos o tres semanas. Por lo tanto, cada 2-3 meses sería bueno que repitieran lo mismo para que actualicen sus archivos o pueden esperar más tiempo si lo desean. Calculamos que en 2-3 meses los cambios que hagamos serán poco frecuentes. 

Les agradecemos a los lectores que decidan copiar toda esta información su ayuda en preservar el legado de opresión, tortura y sangre con que nos marcó para siempre la dictadura trujillista durante 31 años con el fin de que las futuras generaciones conozcan su pasado y jamás sean conducidos al matadero por otra dictadura tan sanguinaria y despiadada como la de Rafael Leonidas Trujillo Molina, sus hermanos, sus hijos y sus cómplices.

Gracias por su ayuda.

domingo, 3 de marzo de 2013

El miedo


“El pueblo dominicano que yo he conocido es triste, hasta en sus fiestas. Carece de espontaneidad; y es porque desde la niñez se ha acostumbrado a refrenar todas sus expansiones. El hombre público debe simular un fervor trujillista que no siente, el hombre de la calle debe silenciar sus quejas”.

Jesús de Galíndez  -La Era de Trujillo

En junio, 1944 llega a Santo Domingo el embajador norteamericano Ellis O. Briggs. A continuación, una síntesis de uno de sus informes secretos al Departamento de Estado:

“Trujillo es un problema dominicano que debe ser resuelto por el pueblo dominicano. Pero no se puede ignorar que trujillo gobierna la República Dominicana por medio del miedo, basándonos en su inclinación demonstrada de emplear medidas súbitas, despiadas y represivas en contra de cualquier individuo que se le oponga”.

“Los dominicanos reunidos hablan con cautela y pocas veces se oye el sonido de una carcajada en las calles de la capital. El gesto mas representativo de un ciudadano dominicano es cuando mira de reojo para ver si lo están oyendo. Un dictador del carácter de Trujillo duro, competente, corrupto, despiadado e increíblemente vano considera poco necesario el apaciguamiento en sus relaciones internacionales”.

EL MIEDO

“Todos sentíamos miedo. Recuerdo como crecía el miedo.

"Era los tiempos de esa interminable lucha entre la tiranía y la naciente democracia.
Los diminutos carros escarabajos, llamado cepillos, peinaban las calles. La marcha lenta de estos vehículos desarrollaba subjetividad desencadenante, alta dosis de terror estresante.

"El soporte informativo del régimen estaba en crecimiento, los nuevos agentes traían como misión abrir una oficina regional que facilitara procesar las informaciones a la vez que reclutaban nuevos informantes, leales, guapos.

"El inteligente profesor de gimnasia había desaparecido. Se rumoraba que la desaparición de Claudio de los Santos, era un aviso de la suerte que correrían quienes se atreviesen a confrontar al régimen, anunciaba que una fuerza de choque controlaría desde entonces las calles de la ciudad.

"En San Juan de la Maguana, el miedo se apoderó de la gente. Todos aprendieron a callar, a borrar de la memoria, a conocer el olvido. Callaron los grupos sociales, la iglesia, la prensa, los profesionales, los intelectuales”.

José Enrique Méndez Díaz
Haciendo memoria viva del olvido

(EXTRACTO)

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El ostracismo de los “desafectos al régimen"

“Como 'desafectos al régimen'. Ese era un calificativo que se le daba que significaba mucho, la palabra “desafecto al régimen”. Porque significaba que usted no podía visitar un club social porque todos los que estaban ahí se iban.

"Significaba que tus hijos en la escuela cuando llegaban, los demás compañeritos se iban, porque la mayoría de los que estaban ahí eran funcionarios públicos. Y si un hijo de algún desafecto  al gobierno se juntaba con un hijo de un funcionario público, se suponía que los contaminaba.

"Yo conocí casos aquí en Barahona que a veces hasta las familias tenían que ahuyentarse”, separarse por temor a represalias, algunos porque tenían en empleíto y por muchísimas razones, fue un régimen muy difícil”.

Julio Coiscou (Neno)
Barahona (2006)
Testimonio de un “desafecto” al régimen

Pueden ver este testimonio en el video:

Vejaciones y Asesinatos Dictadura de Trujillo en YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=_2NN1emfgzs

Historia oral de la dictadura trujillista (Archivo General de la Nación)


Otro testimonio de un "desafecto":

Extracto de la entrevista a Poncio Pou Saleta, combatiente anti-trujillista de Santiago de los Caballeros. Poncio salió vivo varias veces de la cárcel porque una parte de su familia tenía lazos con los Trujillos. Por otra parte, su padre Julio Pou Perez, contrarioa Trujillo, lo habían desaparecido en 1936 cuando Poncio era un adolescente.

¿El ambiente en Santiago que usted recuerda en la década del treinta?

“Imagínese usted que a las nueve de la noche el pueblo estaba completamente cerrado del terror que se tenía. Era la época de Enrique Blanco [década de 1930]. Eso era cerrado a las nueve de la noche. No había una casa que no tuviera cerradas sus puertas, del terror. Trujillo gobernó con el terror. Por eso mató a uno en su casa y lo sacó pa’ fuera pa’ que lo vieran. Él quería aterrorizar y lo logró. Treinta y un años lleno de miedo, un país entero, la sociedad de arriba a abajo, el rico, el pobre, el profesional”.

Más adelante nos da Poncio un ejemplo de su aislamiento por ser un "desafecto":


“¿Tú sabes el terror a dónde llegó? Te voy a dar un ejemplo….. Yo fui una vez al cine, entré temprano, fui y me senté en una fila y cuando me senté noto que se fueron parando todos los que estaban en la fila, en el teatro, y digo ‘coño, pero que es esto?..... Yo comencé a molestarme, pero me aguanté, dejé que se fueran. Ahora, no volvió a pasar porque más nunca me volví a sentar así. Me iba atrás y me sentaba, había dos policías sentados atrás y yo me sentaba con los policías en el teatro, cuando quería ver una película. A mí me pasó eso, que me despreciaban así de esa forma. Era como aquí en la época de esa enfermedad que se consideraba terrible ….la lepra.

"Yo había salido de una prisión, tuve dos años y cuatro días en solitaria, había salido de ella, y cuando ya estaba libre, fui al cine, y me pasó eso cuando llegué al cine.”

Pueden ver el resto de esta entrevista a Poncio Pou Saleta en YouTube:

https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI

Esas reservas y esos temores de acercarse a un desafecto del régimen estaban muy bien sustentados por los muchos antecedentes que había en esas décadas de las funestas consecuencias.

Efectivamente, esto le paso a un inocente taxista, Emilio Montano Deschamps Mercado, al que habían visto conversando por casualidad con Poncio Pou Saleta en Santiago la noche antes de que Pou Saleta se desapareciera y se asilara en la embajada de México (debido a la vigilancia permanente en que lo mantenían los agentes de Trujillo después de salir de la carcel).

“Fue asesinado porque creyeron, erróneamente, que lo había trasladado a Ciudad Trujillo.

"Al cadáver, encontrado en la carretera que conduce a San José de Las Matas, le colocaron un letrero amenazador en el pecho que expresaba, ESTO LE PASARÁ A TODOS LOS QUE LE PRESTEN SERVICIOS A LOS ENEMIGOS DEL GOBIERNO”

(Cita del reconocido escritor y periodista Edwin Disla en su libro Poncio Pou Saleta, en luz y en oscuridad.)

Los desafectos al régimen eran aquellos que tenían algún pariente cercano que había expresado ideas anti-trujillistas o que se había involucrado en actividades anti-trujillistas. Generalmente, dicho pariente no duraba mucho suelto y pronto estaba en la cárcel, desaparecido o en el exilio, pues eran practicamente inexistentes los ciudadanos que eran reconocidos anti-trujillistas que no terminaban en encerrados, muertos o exiliados.

También caían en la categoría de “desafectos” los que valientemente habían resistido las presiones de los hermanos Trujillos o sus hijos a “venderle” su tierra o parte de su negocio, a entregarle su hija o esposa, o bien los que fueron invitados a ocupar algún cargo en el gobierno trujillista y que no aceptaron. Generalmente, al rehusarle un cargo al Jefe la persona quedaba incluida en una lista negra. Esto conllevaba el riesgo de sufrir a la larga un accidente o de desaparecer. En el mejor de los casos, terminaba marginado por la sociedad como un “desafecto”.

Un gris presagio de que probablemente estabas por perder tu puesto, tu negocio, tu vida o, en el mejor de los casos, que terminarías marginado en el trabajo, en tu barrio o en los sitios públicos, era cuando tú o alguien en tu familia era objeto de las críticas o ataques del infame “Foro Público” en el periódico del tirano, El Caribe. A través del "Foro Público" Trujillo "marcaba" publicamente a la víctima. Ahí ya todos sabían que era peligroso asociarse contigo y dicho descenso en la desgracia social y material sólo se podía reparar si la persona marcada escribía una carta pública renegando las acusaciones o aceptando su culpa en el foro, aun cuando fuera totalmente inocente, reiterando su adhesión completa al Jefe y dedicándole los elogios de rigor al Benefactor de la Patria.

Esa humillación de tener que aceptar públicamente una culpabilidad falsa y de arrodillarse ante el tirano no representaba necesariamente una garantía de que, al final, no sufrirías las nefastas consecuencias que querías evitar doblando las rodillas ante el tirano. Hay varios casos en que, después de que el tirano tuvo la satisfacción de verlo humillarse publicamente, el “desafecto” comoquiera fue vilmente asesinado o desaparecido. Más adelante, incluiremos algunos ejemplos. 

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Casa de torturas de La 40


CASA DE TORTURAS DE LA 40

Revista 110 - Ecoportaldominicano.com
30 de mayo, 2009
Oscuras noches de martirio sin tregua en tétricas celdas

En principio, era una residencia campestre propiedad del general Juan Tomás Díaz, situada en las afueras de Ciudad Trujillo. Pero las apetencias desbordadas del todopoderoso dueño de vidas y conciencias del país, el "generalísimo" Rafael Leonidas Trujillo Molina, hicieron que su propietario "cediera" al tirano esta casa que fue convertida de golpe y porrazo, en uno de los más temidos, terribles y odiados centros de torturas.

La 40, llamada así por estar localizada en la calle del mismo nombre en lo que hoy es parte de la barriada de Cristo Rey, fue testigo mudo de los horrorosos, refinados y avanzados métodos de tortura para arrancar confesiones, muchas veces hechas para evitar que se siguiera aplicando el castigo, se constituyó en una especie de leyenda funesta para la nación.

Quienes estaban a cargo de suministrar las torturas eran oficiales allegados al "jefe" y su hijo Ramfis, así como algunos amigos desaprensivos y degenerados que descargaban sus frustraciones en ese antro de maldad y opresión. "El que entra en la 40, sale loco o sale muerto" era la frase que se comentaba soterradamente en la población.

Y así, centenares de hombres, mujeres y niños penetraron a ese suplicio para no reaparecer jamás. Miles de ciudadanos caminaron por sus pasillos rumbo a las celdas y a las torturas que se aplicaban más allá de la última puerta, situada al final de un tétrico corredor de muerte por donde la tiranía trujillista hacía transitar a sus víctimas, hasta el camino final: la muerte, llamada Maru-Maur por sus inquilinos en referencia a una novela de moda en la época.

La cárcel de la 40, algo que solo puede concebir la ficción novelística más desgarradora, fue un antro de torturas que en República Dominicana que operó bajo la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo, a partir de 1955, manejado por gente a la que la castración política y moral le definiría como "pobres diablos". Allí convergía y se sintetizaba el trabajo del vasto esqueleto represivo dirigido por Johnny Abbes García –el temido jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM)-, quien tenía su escritorio en la principal caseta destinada a la tortura.

"Pobres diablos"

Era un trabajo que iniciaba por la labor de un cuerpo de soplones pertenecientes a todas las escalas sociales, a quienes les competía informar de cualquier movimiento raro. De inmediato, entraban en acción los responsables de verificar, en el terreno, la situación informada. Detectada la naturaleza "conspirativa", se daba paso a los equipos de "esbirros" montados en pequeños Volkswagen (carritos cepillos), con dotación de armas cortas y largas, cuya especialidad era robarse a la persona denunciada.

Al menos así lo relata el doctor Rafael Valera Benítez, en su obra "Complot Develado", quien describe que esa tarea era desarrollada en horas de la madrugada mediante una operación relámpago en los domicilios o algún sitio discreto, después de que la víctima era seguida con toda parsimonia.

Y cuando la actuación discreta era la regla recomendada, no excluía el asalto violento. Esos equipos patrullaban todo el país, región por región, a base de un cuadro de personal con turnos rotativos, y cada carrito era dotado de un transmisor que remitía a la estación central situada en la 40.

De esa forma, el ruido de los motores de los "cepillos", había convertido la presencia de los pequeños carritos en un esmerado ritual terrorífico que hacía cundir el pánico por doquier. Una vez en el palacio de los suplicios, el cautivo era fichado, se dilucidaban las implicaciones políticas y si procedía o no una acción represiva.

Por supuesto que, según los relatos de Valera Benítez - quien estuvo recluido en la cámara de torturas-, ese tipo de evaluadores jurídicos no tenían nada que ver con los soplones que se trasladaban al terreno de los hechos después de una confidencia, lo que no significaba que esos abogados no pusieran su granito de arena en la labor de extracción de confesiones, "y se unían al coro de torturadores haciendo uso de bastones eléctricos dotados de pilas de alto voltaje que se aplicaban en las partes vitales del prisionero desnudo y esposado ante sus verdugos".

Los diversos medios de transmisión de mensajes y el manejo de sofisticados aparatos para la transmisión y recepción de los mismos, formaban parte del personal que motorizaba esa fábrica del crimen.

Un infierno sin treguas

Por la secuencia que tenía el origen y desarrollo de la represión, cada prisionero tenía su escena preparada cuando ingresaba a la 40, mientras en toda la prisión, no cesaba la tortura del más diverso modo, en medio de un "frenesí bestial", en el que se entremezclaban, torturadores y hombres desnudos y esposados dando alaridos y revolcándose como "gallinas decapitadas", según narra el citado autor.

"Es indescriptible el impacto que produce en el ánimo más aplomado, contemplar a un hombre indefenso y desnudo, vuelto una masa de carne lacerada y convertido en una especie de cebra bípeda con todo el cuerpo cubierto de surcos negros y sanguinolentos causados por pelas de más de 200 azotes, que se aplicaban con foetes, gruesos alambres y tubos de material plástico".

Qué decir de los alaridos provocados por la aplicación de corriente eléctrica, con su efecto quemante en todo el sistema nervioso, o la escena, en especial dramática, de un hombre desnudo y amarrado a una poltrona recubierta de láminas de cobre: "la víctima se retorcía al recibir las descargas eléctricas y las contracciones de su cuerpo que se sucedían entre aullidos de dolor para producir una visión realmente insoportable".

Torturadores profesionales

Hurgar en los relatos es como para entruñar el rostro del más sosegado. Es que mientras ese espectáculo espeluznante seguía su ritual, el coro de torturadores, en medio de las pausas, vertía toda suerte de chistes y sarcasmos con respecto a las víctimas, mayorías adversas políticamente al régimen de Trujillo, en tanto practicaban la diversión de apagar cigarrillos, de manera continua, en los cuerpos de los maniatados en la silla.

"Cuando alguien perdía el conocimiento, como consecuencia de las pelas aplicadas en un cuadrilátero denominado "El Coliseo" por dos o tres esbirros a la vez, sobre el cuerpo despellejado y en carne viva del cautivo, era derramada una lata de agua de sal, o se le sentaba en la silla para reanimarlo con descargas eléctricas".

La imaginación no tenía límites al momento de poner en práctica las más aberrantes formas de torturas. Por ejemplo, según los relatos, la enceguecedora luz que emanaba de un potente foco, quemaba el cerebro de los interrogados, aun cuando intentaban mantener los ojos cerrados.

Noches de terror

Ese "Coliseo", testigo de tantas penurias, también fue escenario para hacer entrar en acción a perros amaestrados que eran azuzados contra el cautivo, siempre desnudo y esposado, que sufría un ataque intermitente con pausas de 30 segundos a un minuto, lapso en el cual, se reanudaba el asediante interrogatorio para darle paso a una nueva acometida de los canes.

"Los perros, como verdaderos seres humanos, obedecían de manera automática tanto la orden de atacar, como la de suspender el ataque. Aquello era un sistema de tortura física y sicológica. Eso no es todo, la aplicación de los tubos eléctricos en las partes vitales era cosa común".

Había un grupo de sicarios comandados por Abbes García, que de manera particular llevaba la voz cantante en las sesiones de tortura. Según los relatos, ellos eran el entonces mayor de la Aviación Militar Dominicana, Tavito Balcarce, y el sargento de la policía Juan Reyes (Juan Mi Sangre), así como el general Tunti Sánchez y el no menos nefasto Rodríguez Villeta, quienes jugaron un papel protagónico en esa tarea.

Alternaba el ultraje el ex mayor de la Aviación Militar llamado César Báez y Báez, casado con un miembro de la familia Trujillo, y Cándido Torres, subjefe de la represión.

Nombres, hay muchos. Solo se mencionan algunos que sobrevivieron a esa barbarie y salvajismo. Entre éstos: Marcos Pérez Collado, Lisandro Antonio Macarrulla Reyes, Rafael Valera Benítez, Alfredo Parra Beato, René del Risco Bermúdez, José Daniel Ariza Cabral y el profesor Antonio Cuello, por citar algunos.

Sin embargo, como apunta Valera Benítez, todos los torturadores mencionados, han gozado, unos en el país y otros en el extranjero, de la más placentera impunidad, llegando en ocasiones a ocupar importantes puestos en la administración gubernamental de otros tiempos.

Es decir, que los procedimientos e investigaciones realizadas fueron sepultados, ignorados o revocados por los Abbes García, y políticos y personas de toga y birrete que campean a todo lo largo y ancho de la isla lacerada.

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Pincelada de la Era de Trujillo


Pincelada de La Era de Trujillo

Elida E. Espinal

http://investigaciones-historicas.bligoo.com

Es la época histórica  mas difícil que país alguno haya vivido. Los dominicanos/as que vivieron este período, y vivieron para contarlo se puede decir que tuvieron suerte o eran aliados del tirano. A pesar que ser su amigo no era garantía de preservación de la vida y sus bienes.
De alguna manera, todo el que por alguna razón lo enfrentó, fue perseguido, encarcelado, exiliado o asesinado por sus esbirros. La población del municipio de Nagua, en esé momento Julia Molina, no escapó a la furia del dictador.

En tal sentido, Ferreras (19809) sostiene que durante la dictadura de Trujillo se destacaron muchos generales por su crueldad. “José María Alcántara era un troglodita azuano,  a quien Trujillo, en atención a sus “meritos” troglodíticos, llevó al generalato de una estrella.” p. 110
En Nagua, el general José María Alcántara puso en prácticas su acostumbrado método de resolver sus problemas.

En este sentido, Ferreras manifiesta que “ Otra demostración fehaciente de lo que fue José María Alcántara y su fobia criminal, son sus actuaciones en la enorme finca que tenia Trujillo para producir  arroz en El Pozo y Madre Vieja, secciones del municipio de Nagua, en donde todavía hoy se contemplan, junto a la carretera, junto al pequeño poblado que hizo Trujillo cerca de Madre Vieja, las ruinas de la importante factoría, de concreto, en donde se beneficiaba el arroz cosechado en los pantanos cercanos, sin la menor protección contra la acción del agua, el lodo, los microbios o los mosquitos anopheles, transmisores de paludismo o fiebre amarilla o malaria, para los centenares de hombres sin delito o condenados a penas de simple policía, que allí tenían que ingresar a los arrozales a las seis de la mañana de cada día, para permanecer dentro  del lodazal kilométrico hasta bien entrada la tarde o hasta el anochecer, con una mínima ración de alimento dentro del estomago.

Y cuando llegaban al barrancón que les servía de vivienda y dormitorio, se hallaban con que, en medio del lecho común que era el extenso piso de madera, había dos y tres de sus compañeros colgados por el pescuezo, por haber faltado al trabajo, sudorosos de fiebres, o porque estornudaron una o dos veces en la madrugada y su catarro o su paludismo podía contagiar a toda la manada de infelices que no tenían derecho ni a encender la llamada vela del alma a sus compañeros de infortunio  asesinados.

Y cansados deseosos de tirarse a dormir en el acostumbrado suelo, tenían que ejecutar, los elegidos, las labores de cavado de la fosa en que se entraba a los ahorcados, musitando entre dientes o mentalmente cada cual sus oraciones, para no poner a peligrar el propio pescuezo, acusados tal vez del delito de solidaridad ante la muerte.

Al llegar trasladado a Nagua, el general de brigada José María Alcántara se sentó en su despacho de la entonces recién construida fortaleza Olegario Tenares, de aquella población, llamada para esa época Julia Molina.

Se informó de quienes eran los más consumados asesinos entre los guardas de puesto en ese cuartel y cuando los tuvo enfrente, les ordenó:

Saquen cuatro presos de la cárcel, no importa si tienen o no delitos o si han sido condenados por los tribunales. Ahórquenles y esta noche, coloquen uno en cada una de las cuatro entradas del pueblo. Deben ser gente bien conocida por estos alrededores, para que hagamos un escarmiento en este pueblo, y no se vaya a ocurrir a alguien decir siquiera media palabra contra el régimen de gobierno del ilustre jefe”. Op. cit.    

Esto es algo de lo que vivió el pueblo de Nagua y sus parajes, durante la dictadura trujillista. Son esto los actos de abuso de poder que durante este proceso, se desarrollaron en contra de la población solo para someterlo al miedo y la sumisión del tirano, obligando a muchas familias a abandonar el país.

También pueden ver CÁPSULA sobre los abusos en Nagua en la sección CRÍMENES de este portal.

En similares condiciones de explotación extrema bajo terror (como en campos de concentración) estuvieron los "comunistas", "vagos" y presos que fueron llevados a los algodonales de La Colonia y Oviedo, asi como al sisal de Azua donde, malnutridos, morían de extenuación, enfermedades o ejecutados.

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Intrigas de Rafael L. Trujillo


 INTRIGAS DE RAFAEL L. TRUJILLO

El tirano siempre se valió de intrigas hasta alcanzar la presidencia de la república

Por Chichi de Jesús Reyes
Almomento.net

A mediados de 1923  el mayor Cesar Lora era el comandante de la fortaleza San Luis, en Santiago. El apuesto militar era una especie de ídolo místico seductor.

En una época de su vida estaba enamorado de una  encantadora señora de la sociedad santiaguera, esposa del  teniente  Sanabia, dentista adscrito al cuerpo medico de la Policía Nacional.

El Capitán Rafael L. Trujillo, que siempre estaba al tanto de todo, máxime cuando se trataba de  intrigas, empezó a  divulgar al oficial-dentista algunos indicios de lo que estaba pasando.

Cuando Sanabia descubrió el lugar de los encuentros clandestinos de la pareja,  el futuro dictador informó claramente al burlado marido lo que estaba sucediendo.

Una noche el teniente Sanabia se encaminó al puente que cruza el río Yaque  (hoy Hermanos Patiño), y revólver  en manos se deslizó por un sendero que pasa debajo del  puente y descargó su arma sobre su esposa y el mayor Lora.  

El Presidente de la República, don Juan Bautista Vicini, por recomendación de  los marines yanquis, ascendió a Trujillo al rango de Mayor y lo nombró comandante de la fortaleza San Luis en sustitución del desafortunado Mayor Lora.

En ese periodo el Ejercito dominicano hacia también las veces de Policía Nacional, y su jefe era el coronel Buenaventura Cabral Báez, y en su condición de Jefe de la  poderosa Fortaleza San Luis,  Trujillo era automáticamente el segundo en la línea de mando.

Cabral era un oficial honesto, aunque no se distinguía por su eficiencia. A raíz de su ascenso a la Presidencia, en 1924, Horacio Vásquez estaba muy preocupado por la incapacidad de Cabral. Se dió cuenta que la moral de sus hombres empezaba a dar señales de desintegración y decidió sustituirlo por el teniente coronel Manuel de Jesús García, como jefe de la organización.

García era el segundo en mando en la Fortaleza Ozama, en Santo Domingo.

El  Vásquez habló con el ministro de Interior, el Lic. Angel Morales, y le dijo: “Morales, hable con el coronel García.Comuníquele que se hará cargo de la comandancia; pero pídale que guarde todo esto en secreto. No queremos que Cabral se entere de todo esto a través suyo”. 

Morales tuvo una larga y tendida conversación con García, y le adelantó que “en los próximos días Cabral será destituido del cargo, y que el Presidente le nombraría a él sucesor, como segundo en línea”. El Ministro le reiteró que mantuviese la cosa en secreto.

Ya en vísperas de ser nombrado comandante de la Policía Nacional Dominicana, García titubeó y, aparentemente, entendió que “era mucho cargo para un teniente coronel”. García celebró la noticia emborrachándose, y por supuesto, hablando más de la cuenta. 

Y al día siguiente, un miembro de la policía se presentó al despacho del Ministro Morales para informar acerca del comportamiento de su superior. Más tarde Morales sabría que el informante, un joven oficial, habría sido enviado a su oficina por Rafael L. Trujillo. El vicepresidente Don Federico Velázquez, semanas después, recibiría una comunicación que le estremeció. 

La misiva estaba firmada por el coronel Cabral, quien le juraba lealtad hasta la muerte al vicepresidente, que era lo mismo que decir: ”si usted quiere emprender una revolución, yo estaré de su parte y en contra del Presidente Vásquez”. Se inició una investigación y se descubrió que la carta era falsa y que la  treta era obra de Trujillo.

Si nunca se hubiera descubierto, Cabral hubiera perdido su puesto y el hombre que se beneficiaria directamente seria el comandante de San Luis, el mayor Trujillo, y más que García había caído en desgracia.

En ese momento salió a relucir  que el mismo Trujillo se había dedicado un tiempo antes a la falsificación. Pero aparentemente, nadie lo recordó y el futuro dictador, sonriente y comedido, siguió en el anonimato al tiempo que se dió por concluida la supuesta investigación ordenada en su oportunidad.

El gobierno de Vásquez recibía con frecuencia informes acerca de la desintegración moral de la Policía, y aprovechando tal situación, Trujillo mantenía ocupado a sus hombres preparando informes para la superioridad. 

En junio de 1925 el Presidente  dió instrucciones al Ministro de Interior de reemplazar a Cabral y nombrar a Trujillo en el cargo de  Jefe de la Policía.

De inmediato Trujillo emprendió iniciativas ante el Congreso para que se cambiara el nombre de Policía Nacional, impuesto por los marines, por el de Ejercito Dominicano, lo que logró en 1927, lo mismo que su ascenso a General.

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Fotografía anatómica de un tirano del Caribe

Fotografía anatómica de un tirano en el Caribe


Enrique Caminero
perspectivaciudadana.com

(Enrique Caminero, dominicano residente en Francia, es activista por los derechos humanos. Perspectiva Ciudadana agradece al autor esta colaboración.)

A las nuevas generaciones que han surgido en los cuarenta y dos años que han transcurrido después del 30 de mayo de 1961.


Si algunas de estas siniestras características las encuentras en el mundo actual de la política dominicana, no te sorprendas, el trujillismo no desapareció con el tirano, continuó con Balaguer y anda por ahí con distintos ropajes.

Con la llegada de Rafael Leonidas Trujillo Molina al poder se resquebró el lugar central que ocupaba la familia en la vida dominicana. Ni las guerras intestinas (las montoneras) ni la influencia norteamericana con la ocupación de 1916 a 1924 habían logrado agrietar la unidad monolítica de ese núcleo, conflictivo a veces, pero forjado por la tradición. Una de las consecuencias de esta intervención de los marines es la entrada de Trujillo en la vida de los dominicanos.

El personaje Rafael Trujillo presentaba un aspecto de "galán de cine" más que de militar. A cada momento posaba, no solo frente a una cámara fotográfica, sino frente a los demàs, en reuniones como en actos públicos y privados. Al aire misterioso y desconcertante que rodeaba a Trujillo se la sumaba su reputación de aventurero y codicioso, se sabía cómo había obtenido sus galones, persiguiendo a los nacionalistas, asesinando a quienes defendían la soberanía frente al invasor yankee. De ahí en adelante, ganó los ascensos por medio del crimen, la intriga y el complot contra sus compañeros de armas.

Su figura imponente es el resultado de leyendas inventadas por él, forjadas a través de retratos y fotografías, en la que él aparece pulcro e impasible, siempre serio más bien severo, apenas un esbozo de sonrisa enigmática, que denotaba lo falso y solapado que escondía su persona. El allante y la mentira con Trujillo se instituyó. Trujillo hizo del cuidado de su imagen una obsesión psíquica. La manera "del buen vestir" significaba vestirse como él, aparecía como un símbolo de "respeto" y persona ilustre".

Estos elementos perfilaron su carácter histriónico, logrando en su persona una simbiosis perfecta de la crueldad y la simulaciòn, intercalado por la seducción. La manera como Trujillo ejerció el poder sirvió de detonante del mal absoluto y al ejercicio de un poder absoluto ligado a su paranoia. El totalitarismo aldeano que ejerció Trujillo en la República dominicana se encuentra también en otros dictadores paranoicos que ha sufrido la humanidad, como los que surgieron en los países Europeos de la llamada civilización occidental.

La mentira se utilizaba para ocultar algo, ese algo que resultó ser el cinismo, la burla, la manera impía de gobernar; Trujillo se protegía y, ayudado por sus subvencionados, intelectuales y lacayos, se difundía la mentira, de tal forma que durante los 31 años de dictadura la palabra gobernar fue y acabó siendo sinónimo de mentir.

Casi siempre se hacía acompañar por una corte de aduladores e incondicionales. Cuentan que siendo coronel en medio de una fiesta alguien eufórico en un arranque de entusiasmo, gritò ¡Qué viva el general Trujillo! Situaciones como éstas formaban parte del personaje mítico que se iba creando sobre su persona. Hizo uso del merengue para difundir supuestas hazañas en campos, ciudades y serranías. Todos estos elementos se fueron agregando al poder de seducción que ejercía sobre los demàs, de tal forma que a veces una persona se integraba a él en contra de su propia voluntad.

Dentro de los personajes que existían para la persuasión y la dominación, estaba el "Consejero y Control", quien sin dejar de ser enérgico, fingía una “paternal protección”, siempre ofreciendo servicios o prestando favores. Otros mecanismos de "persuasión" eran las palizas callejeras o los anónimos de correos mediante el "foro público".

La adulonería, el lambonismo y el lacayismo cortesano sirvieron de andamiaje para la edificación del cuerpo de caliesaje que se extendió por todo lo largo y ancho de la República. A sus títulos de "Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva", supo impregnarles un sentido práctico, al conventirse en el " Padrino ideal " de todos los matrimonios y bautizos, lo que significaba una deuda con él de parte de la familia "agraciada" que muchas de las veces se volvían desgraciadas si no aceptaban las órdenes o caprichos del tirano. Las imposiciones de bautizos multitudinarios y los matrimonios colectivos de parejas de uniones consensuales se hacían con el objetivo de que Trujillo se convirtiera en "padrino y compadre cristiano" y completar así su intromisión y presencia en miles de hogares dominicanos.

Los dependientes del régimen, civiles y militares, estaban sujetos al "permiso trujillista" previo a contraer nunpcias, si el arbitrario "No" gubernamental era la respuesta a la demanda del permiso, los amorosos se veían obligados a obedecer y a separarse.

Muchas mujeres eran tratadas de forma humillante lo que hace recordar los "derechos de pernada" feudales, que de manera sistemática, morbosa y viciosa se imponía, hasta el punto de obligar a centenares de familias a adoptar una vida social marginada para sus jóvenes adolescentes y evitar así que fueran víctimas de los "requerimientos de los tributarios" destinados al acopio de jovencitas para complacer los caprichos de la decadente sexualidad del sátrapa, como de sus familiares y adláteres. A pesar de todo, fueron muchas las damas que desafiaron en una u otra forma tales acosos, asumiendo las consecuencias políticas y económicas que tal actitud conllevaba.

Los días patrios y las fiestas nacionales eran utilizados por el dictador para su beneficio. La obligación que tenía la clase media y pobre de pintar las fachadas de sus casas a como diera lugar resultaba ser una forma de vender la pintura de los comercios e industrias que Trujillo usufructaba. Los retratos del tirano, sus discursos, dedicatorias , asistencias a mitines, con pase de lista, eran vendidos, convirtiéndose en una obligación, como las chapas, palabra que se remplazaba por placas, pues chapa o chapita le llamaron a él desde sus años mozos. Éstas venían con frases laudatorias para decorar las paredes de los hogares dominicanos. La omisión o el olvido de cualquiera de estos detalles podía ser la diferencia entre la ya triste vida cotidiana y un inspirado vuelco del destino hacia el abismo de la incertidumbre, el desempleo, la presión, la coacción y la muerte. La miseria y la pobreza del menesteroso se veía como un delito común y todo y todo aquel que no tenía alguna prestancia, apariencia u oportuno padrino era apresado por “vago” y arbitriaramente recluido en algunos de los campos de trabajo forzado en calidad de esclavo, como en el sisal en Azua y los de arroz en Nagua.

En su propensión a “coleccionar” tierras del Estado y haciendas de particulares de las cuales se apoderaba por medio de la compra abusiva, extorsión y asesinatos. Una de sus aficiones favoritas consitía en apropiarse del ganado del prójimo, haciéndose dueño a como diera lugar.

En tanto su afán de engrandecimiento fatuo lo llevaba al extremo, era cada vez más extraño. Emulando talvez a Calígula, tristemente celebre por sus "excentricidades" de nombrar cónsul del Imperio Romano a su caballo favorito. En una de sus facetas omnímodas Trujillo condenó a la inactividad a la yegua Dicayagua por el "delito" de haber ganado varias carreras por encima de los potros de las cuadras de él y de sus familiares. Al propietario de Dicayagua se le fustigó a través del "Foro Público" y fue obligado a cederle al déspota la yegua de marras, la cual fue retirada del hipódromo “Perla Antillana” como castigo por no perder ante los ejemplares de pura sangre favoritos de Trujillo.

El control a que estaba sometida la ciudadanía se notaba en la limitación que tenía ésta para trasladarse por los lugares donde circulaba Trujillo, prohibiendo a veces el paso al público. La libertad de tránsito no solo era prohibida sino que podía convertirse en un riesgo pues en todas las carreteras el chequeo personal era sistemático.

Los obstáculos para obtener un permiso, patentes y pasaportes estaban sujetos a la conducta del incumbente, vista a través de la radiografía trujillista. Se impuso el "Servicio Militar Obligatorio" punitivo para los "desafectos", la cédula personal de identidad, la indispensable inscripción en el "Partido Dominicano", la "palmita", constituyeron el vademécum triple.

Durante las elecciones de 1947, la oposición llamó a un boicot en plena lucha legal contra el régimen. Cuando Trujillo ilegalizó tales actividades, la oposición quedó atrapada por las circunstancias pues al no votar, las cédulas de identidad personal de una gran mayoría no tenían el sello reglamentario que se le ponía a tal documento, bajo la agravante que al abstención electoral del ciudadano era considerada como desafección política y se utilizaba como control, pudiendo obstaculizar todas la actividades cívicas del ciudadano.

Las sorpresas que deparaba la dictadura cuando la oposición presentaba resistencia iban desde el destierro, la cárcel, la eliminación física por medio de la tortura o encontrar la muerte en supuestos accidentes. Ante la certidumbre del régimen de tener que afrontar un desafio armado, el déspota arreciaba la presión sobre la atribulada ciudadania demandando un mayor coeficiente de adulonería. Inmerso en su deidificación, en un eterno peregrinar por los pueblos del país, se hacía agasajar en interminables desfiles, ofrendas y homenajes al tiempo que aumentaba el cuerpo del servicio de delatores (calieses). Proyectándolo como una sofisticada organización de inteligencia, el SIM bajo la direción de Johnny Abbes García, creó un gran impacto psicológico que caló en una población ya presa del terror, manteniendo una extensa flotilla de carros Volkswagen (cepillos) que rondaban las calles, especialmente en la sombras de la noche, a baja velocidad. El ruido de sus motores era motivo de desasociego y angustia; a esto se le sumaban los consejos como amenazas veladas, por correo.

La angustia diaria del ciudadano activo era endémica, pues su suerte y las de sus familiares y asociados dependía, en determinado momento, del capricho , del chisme de un pusilánime, de una interpretación antojadiza, o de una visita, o un saludo de personas venidas en desgracia política, de acuerdo a la estrujada escala moral de una sociedad macerada por la extorsión, la denuncia o el crimen, abnegada por el terror sin límites de las acechanzas. Todo el mundo estaba expuesto a los vejámenes, sin excluir a los funcionarios, colaboradores, adulones, incondicionales, civiles y militares.

El despertar de cada día no brindaba sosiego relativo hasta que se comprobaba que no estaba involucrado directa o indirectamente en ninguno de los pasquines publicados en la prensa oficial. La ominosa sección titulada «Foro Público», llegó a ser un verdadero azote para la humillación del aludido de turno. Este juguete de Trujillo y sus adláteres se constituyó en un virtual paredón para la fama y la tranquilidad de la familia dominicana mediante el cual, valiéndose de la calumnia y amenazas firmadas con seudónimos, el ente oficialista acusaba y vejaba al ciudadano.

No obstante, como si esto fuera poco, existió también la exigencia del llamado "Certificado de Vida y Costumbres", capaz de coartar de manera terminante todas las vías y actividades indispensables para el diario sobrevivir, viajar, estudiar, coseguir empleo. Sin él no se podía aspirar a nada. Con ese certificado negativo el poseedor estaba advertido de que tenía que vivir desenvolviéndose sobre el filo de la navaja.

Las exigencias imperativas de la “Era” se veían en la más elemental actividad. Así, en los recreos o en los desfiles escolares, como en la "Normal", al terminar había que gritar bien alto ¡rompan fila y viva el Jefe !

Las dos caracteristicas que más tipifican el régimen despótico de Rafael Trujillo son :

1) Hacer creer que todo el mundo era trujillista, que el pueblo en pleno lo apoyaba y le servía espontaneamente. Para esto no escatimó medios. Se ofrecían empleos y prebendas, pero también se inducía a que se expresara pública y privadamente la disposición de aceptar favores. Con esto quiso el tirano lograr que la masa de la ciudadanía en general se sintiera comprometida con su "gobierno de paz y progreso", dejando como corolario que cualquier disidente era enemigo de la "paz y la patria".

2) Basado en la premisa anterior, logró durante los últimos dos tercios de su régimen, crear dentro del ambiente insular la sensación de un cerco del cual nadie se podía escapar, no porque la maquinaria fuera tan eficiente, sino por la falta de escrúpulos de la misma. Para lograr sus propósitos, apelaba a los más bajos chantajes y amenazas sin limitaciones, haciendo gravitar sobre la traquilidad de los familiares de los perseguidos su alegada mala conducta, convirtiéndolos en “parias” que afectaban y complicaban en igual grado de desafección a todo aquel que les acogiera o les ayudara o escondiera. Dentro de esta especie de jaula invisible cayeron muchos de los conspiradores y perseguidos, resultando ser presa fácil de su ejército de calieses, de la mas baja ralea, cuya misión era la de intimidar y secuestrar a sindicados enemigos de la dictadura para ponerlos a disposición de los brutales y toscos torturadores de las cárceles de La 40 de El 9 y de San Isidro.

Bajo el umbral de esas sombras tenebrosas se arropaba toda actividad de relación económica, social y hasta las relaciones familiares de las dominicanas y dominicanos durante los 31 años del régimen tiránico de Rafael Leonidas Trujillo que sufrió la República Dominicana en el siglo pasado.

Las palabras subrayadas son propias del vocabulario trujillista y otras indican lugares de sufrimientos y muerte para los dominicanos.

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