jueves, 4 de abril de 2013

Introducción





AVISO IMPORTANTE


AVISO IMPORTANTE

A los lectores que tengan interés en que no se pierda esta recopilación de datos, artículos, extractos, etc. sobre el terror, explotación y la alienación que padeció el pueblo dominicano por 31 años durante la Era de Trujillo, los invitamos a que copien cada una de las secciones contenidas en este portal (especialmente las que llevan los títulos TORTURAS, CRÍMENES, ATROPELLOS, OTRAS TORTURAS, MÁS TORTURAS) y que las guarden (save) en sus computadoras para que si algún día este foro desapareciera, ustedes puedan volver a publicar toda esta información que nos ha llevado muchisimo tiempo en investigar, recopilar, editar y formatear. 

Es muy importante que no se pierda y que se perpetúe este acervo de información sobre el tormento en sangre, torturas y robo que sufrió el pueblo dominicano para que el público tenga acceso a ella indefinidamente en años futuros. No conocemos otro portal que se haya dedicado a recopilar toda la información fidedigna posible sobre la opresión durante la Era que lo haya organizado de esta manera.

Inclusive, no tenemos ningún inconveniente en que publiquen hoy mismo secciones enteras de este portal puesto que la mayoría de la información que contiene nosotros mismos la hemos captado de otras fuentes y los textos que nosotros mismos hemos desarrollado con mucho gusto alentamos a los lectores a  que los reproduzcan en la red.


Instrucciones

Para copiar todo esta información y guardarla en sus computadoras, puede ir a cada sección (por ejemplo, ATROPELLOS) y hacer lo siguiente:

Sombrear desde la primera línea hasta la última línea de la sección ATROPELLOS, es decir, seleccionar de una sola vez todos los artículos (texto) contenidos en dicha sección sombreando toda la sección. (Para algunos es más facil empezar desde abajo y sombrear hacia arriba.). Luego,

Presione Control C (Copy, para copiar todo el texto que usted ha sombreado)

Luego, abra un Word document en blanco (o cualquier otro procesador de palabras que usted use), coloque el cursor en la página en blanco y haga lo siguiente:

Presione Control V (Paste, para descargar en esa página todos el texto que usted había sombreado y copiado de ATROPELLOS. Si no logró copiarlo, repita lo anterior de nuevo. Si logró copiarlo, entonces

Presione SAVE en el programa Word. Debe guardar (save) el documento bajo el título  “Atropellos” dentro de un archivo (file) que se llame “El Grito Contenido” o lo que usted quiera nombrar dicho archivo.

Repita lo mismo para cada una de las secciones de este portal (CRÍMENES, CONTROL, TORTURAS, etc.) con un Word document separado para cada sección.

De esta forma tendrá en sus computadoras toda la información contenida en este portal, organizada de la misma manera. 

Si encuentra que sombrear toda una sección es demasiado lento y difícil, entonces puede sombrear y copiar artículo por artículo por separado (esto a la larga es mucho más lento y complicado).

Por ahora, a este portal le añadimos información cada dos o tres semanas. Por lo tanto, cada 2-3 meses sería bueno que repitieran lo mismo para que actualicen sus archivos o pueden esperar más tiempo si lo desean. Calculamos que en 2-3 meses los cambios que hagamos serán poco frecuentes. 

Les agradecemos a los lectores que decidan copiar toda esta información su ayuda en preservar el legado de opresión, tortura y sangre con que nos marcó para siempre la dictadura trujillista durante 31 años con el fin de que las futuras generaciones conozcan su pasado y jamás sean conducidos al matadero por otra dictadura tan sanguinaria y despiadada como la de Rafael Leonidas Trujillo Molina, sus hermanos, sus hijos y sus cómplices.

Gracias por su ayuda.

Un día en La 40


UN DÍA EN LA 40

Por Fabricio Collado
Hoy.com.do
15 Junio 2007

Dedicado a aquellos que proclaman "aquí hace falta un Trujillo".

Aunque los hechos verídicos relatados en este artículo no tuvieron lugar durante un solo día, tómenlo como lo que les podría suceder durante "un día en la 40". Lo escribo inspirado en el libro 1J4, de Espigas y de fuegos. Aportes para la memoria necesaria: Testimonios de un militante", de la autoría de don Leandro Guzmán, reconocido por su martirologio, firmeza, seriedad y su dilatada experiencia como dirigente político y secretario general del inigualable e insuperado movimiento revolucionario-progresista, 14 de Junio (1J4).

Don Leandro nos narra que "a las dos de la madrugada del 17 de enero de 1960 se presentaron" a su casa tres carros Volkswagen con agentes del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) en su interior. De inmediato se dirigieron a la puerta frontal de su hogar, abierta por el propio Leandro Guzmán: fue brutalmente asido, empujado por las escaleras del apartamento e ingresado al vehículo con violencia bestial, para luego dirigirse a la "famosa" cárcel de torturas de La 40. Es durante ese fatídico 17 de enero que inicia un largo vía crucis de sufrimientos físicos, tormentos sicológicos y del alma.

Al llegar a La 40 (que debe su nombre a la calle denominada La 40 de la capital de ese entonces, en la que estaba ubicado dicho centro de torturas), fue desnudado y "empujado a una escena dantesca" en la celda que compartían, "desnudos y bárbaramente golpeados que parecían monstruos, casi todos" sus compañeros del movimiento antitrujillista de resistencia interna 14 de Junio, dice el autor.

De inmediato su itinerario de torturas se inicia con la aplicación del "bastón eléctrico por todo el cuerpo pero, en particular, en los genitales". A continuación, como máxima medida de ablandamiento para el interrogatorio, fue sentado en la silla eléctrica, "forrada con placas de cobre, excelente conducto de corriente", explica don Leandro, en la que los "asillados" recibían corrientes eléctricas gradualmente aumentadas, hasta llegar a vencer su resistencia.
Como castigos complementarios estaban los azotes con la verga o "güebo" de toro, que eran tan brutales que en una ocasión, narra Leandro Guzmán, "nos vimos forzados a recoger nuestros propios excrementos expulsados incontinentemente durante el suplicio".

Además de las inhumanas e increíbles torturas físicas, también estaba el sufrimiento psicológico, como cuando Leandro fue obligado a presenciar un "ajusticiamiento revolucionario", al decir del torturador Candito Torres, cuando el extender la "invitación". Ya en el sitio del "ajusticiamiento" el cruel jefe del SIM, Johnny Abbes García, procedía a un "interrogatorio", durante el cual confrontó al prisionero y a un periodista al cual el primero dijo que el ahora prisionero le había encomendado "la tarea de averiguar con cuántos efectivos contaba la fortaleza de San Luis de Santiago". Llegó el momento cuando el celebérrimo Johnny Abbes retó al periodista y le dijo: "Como éste te quería joderte a tí, te toca a ti joderlo a él...".

Y así sucedió: lentamente fue apretando el tortol o "torniquete asfixiante" (que consistía en "un pedazo de madera que aprisionaba el cuello del detenido"), y al prisionero le "saltaban sus ojos en los que las cuencas acentuaban la claridad del iris; parecía que se saldrían de sus órbitas. El periodista apretaba y apretaba más el "tortol", al conjuro de las exhortaciones perversas de los torturadores...". Luego, el Ing. Guzmán "fue obligado a recoger el cadáver de (Eugenio) Perdomo para llevarlo al baúl de un carro", que, además, era propiedad de un conspirador antitrujillista que había sido fusilado en La 40.

En otra ocasión, el señor Leandro Guzmán fue obligado a ponerse la ropa y consumir la cena de Angel Russo, quien había sido asesinado esa misma noche.

Igual le sucedió a Pipe Faxas Castro, quien contó que "a las 10 de la mañana, habían ahorcado en su presencia, sentado y atado a la "silla eléctrica", al doctor Manuel Tejada Florentino".

Otro cruento episodio es el de los "Panfletistas de Santiago" (entre ellos dos adolescentes), que, al regresar de firmar "una carta en la que daban las gracias a Trujillo por haberles concedido la libertad...comenzaron a ser llamados por sus nombres...pasados por la silla eléctrica donde les aplicaron corriente hasta la muerte..." y los cuerpos echados al camión del Matadero Industrial para trasladarlos a una incineradora de basura.

También había animales de cuatro patas torturadores. Es el caso de Diana "una perra pastor alemán, adulta y entrenada por él (capitán Minervino), con la que recorría la cárcel", que "gustaba", sobretodo, de morder los genitales de los prisioneros en cada ocasión que le azuzaba su dueño, el capitán Minervino.

Los relatos de las experiencias vividas por el autor estremecen al más duro de los corazones, y constituyen una fuente fidedigna de información a las generaciones actuales y futuras y a los que piensen o digan que "en el país se necesita a un Trujillo", para conjurar la corrupción, la delincuencia y demás problemas sociales (que existían durante el trujillismo) y que ahora no son más que el resultado de los riesgos de la democracia, régimen que encara al humano con la responsabilidad de vivir en libertad.

Quiero terminar este artículo con un elocuente párrafo en el que Leandro Guzmán R., define su estadía en la 40. "Estar en la 40 equivalía vivir dentro de la propia muerte. Raros eran los días en que allí no se mataba, se mutilaba o se pervertía a alguien".

¡Qué Dios nos guarde!

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El talento teatral de Trujillo

Sobre el talento teatral de Trujillo

Decidimos incluir aquí estos párrafos del libro Trujillo y sus mujeres (1991) del periodista e historiador Ramón Alberto Ferreras porque resumen acertadamente las apreciaciones sobre las dotes teatrales de Trujillo hechas por Joaquín Balaguer y Álvarez Pina, dos funcionarios que conocieron a Trujillo muy de cerca, a su lado casi cotidianamente, por más de tres décadas (ver sus comentarios más arriba). Creemos que  describen con precisión el instinto natural de Trujillo por la simulación, su capacidad de desempeñar con gran naturalidad el papel que la situación requiriera, hasta con rios de lágrimas, especialmente cuando deseaba proyectar ante amigos y familiares total inocencia en relación a los asesinatos que él ordenaba. Nos viene a la mente la ocasión en que Trujillo teatralmente se arrodilló solemnemente frente a su mentor, el presidente Horacio Vázquez, y le juró total lealtad en momentos en que ya estaba completa la trama que estaba montando con los opositores de Vázquez para tumbar el gobierno. 

Algunos crédulos e incautos se han dejado convencer de la inocencia de Trujillo en el caso Mirabal, basándose  en los testimonios de dos personas (una empleada doméstica de Trujillo y un niño de nueve años, hijo de un general de las FFAA) quienes estaban presente cuando Trujillo leyó la noticia de que las Mirabal se habían “accidentado” y quienes presenciaron la reacción de disgusto y desesperación de Trujillo, sin sospechar de las bien pulidas habilidades teatreras del Jefe, quien las usaba constantemente como parte de su cínico arsenal psicológico para influir en la mente de otros y camuflar la realidad. A continuación varios párrafos del libro:

 “Una fuente de poder, una fuente inherente tanto a la sicología de Trujillo como a la tradición hispanoamericana, radicaba en su enorme instinto dramático. El teatro como tal no le gustaba. Ni aún en los últimos años en que su residencia oficial contaba con un cine-teatro privado, se entretuvo viendo películas, quizá porque no sentía realmente interés por cosas que no podía experimentar, influir, ni dominar personalmente. Sí, en cambio, era gran amante del teatro cuando era él el primer actor, y su  régimen fue teatral hasta un grado que no cuenta quizá con otro precedente.

[Párrafo irrelevante omitido para ahorrar espacio]

Todas las formas del disimulo le eran connaturales. Una de sus máximas de gobierno a la que se ajustó en todo momento, era la de que “Quien no sabe disimular no sabe reinar”.

“Podía derramar lágrimas verdaderas si esas lágrimas venían a cuento, aún cuando todos los presentes supieran que él era la causa del suceso que provocaba congoja. ¿Era necesario que un enemigo fuese asesinado? En tal caso, Trujillo era el primero en presentarse en el enlutado hogar llevando condolencias, donaciones y la promesa de que se haría justicia. Otras veces hacía llamar a la viuda, que se presentaba en el Palacio Nacional vestida de negro. Trujillo la recibía cortés y ceremonioso y hablaba con la apariencia de completa sinceridad, como lo hizo en el caso de la muerte de un hombre llamado Torres, en 1937:

La he mandado a llamar para decirle tres cosas.  Primero que los enemigos del Gobierno están esparciendo la noticia de que su esposo fue asesinado por razones políticas, y eso no es verdad porque su esposo era uno de mis mejores amigos.  Tengo aquí todas las cartas que me escribió –y se las mostró para que ellas las viese-. Siempre tuve a su esposo en alta estima. Segundo, he ordenado efectuar una completa y exhaustiva investigación y los culpables serán castigados ejemplarmente.  Por último, quiero saber si puedo serle útil en algo."

Cuando la viuda se retiraba le daba un sobre que en la mayoría de los casos contenía de cinco a diez mil pesos de regalo.

[Este protocolo fúnebre de tres pasos del Jefe hacia la familia de las víctimas suyas era un ritual conocido de memoria por los dominicanos: Primero, el pésame expresado solemnemente, segúndo, la promesa de que se haría justicia pronta y segura y tercero, alguna compensación monetaria como prueba de sus nobles sentimientos, entiéndase, soborno para que se tranquilice.]

“Transcurridos unos pocos años desde su ascenso al poder, se iniciaría y se daría curso a prolijas actuaciones judiciales cuya causa sólo vagamente tenía relación con los hechos reales. ¿La reputación de una mujer había sido mancillada por una carta vengativa que Trujillo hiciera insertar en el Foro Público? Él era el primero en inquirir, indignado, si no sería posible averiguar quién era el autor de tan vil misiva. O decía, acaloradamente: “Esto es una vergüenza; debieron de medir más sus palabras”.

“Este gusto por la charada estaba relacionado, en esencia, con su instinto del secreto y de la reacción inesperada, cosas éstas que también minaban la moral pública y sostenían la estrutura del poder. Aún en los últimos años, bajo el impulso exacerbado de la agitación nerviosa y la declinación mental, esa cualidad se ejercía tan ampliamente y de manera tan perfeccionada que la ficción se entremezclaba con la realidad en forma parecida a como ocurría en un sueño fantasmagórico”. 

TRUJILLO Y SUS MUJERES
Autor: Ramón Alberto Ferreras
Págs. 143-144
Editora del Nordeste, sexta edición (1991) 

Reiterando todo lo anterior, José del Castillo Pichardo (cuya familia conocía a los Trujillos de cerca) empieza su artículo titulado “El macabro teatro de Trujillo” (2008) con estas muy acertadas palabras:

"Uno de los rasgos peculiares del perfil de Trujillo fue la teatralidad. Actor nato, simulaba los más diversos estados de humor, a conveniencia de cada situación y propósito. Halagaba a una dama a conquistar, a un Jefe de Estado extranjero o a los militares del Pentágono, con una jovialidad envidiable, prodigando todo tipo de atenciones. Infundía respeto y temor entre los subalternos, exhibiendo una férrea disciplina, reforzada con rostro adusto y severidad gestual. Aterrorizaba como sólo él sabía hacerlo, aún a servidores de lealtad probada como Joaquín Balaguer, a quien, en las postrimerías de su dictadura -al coincidir en el ascensor del Palacio Nacional- le miró fríamente y le dijo: "Balaguer, yo sólo creo en esto", al tiempo que se pasaba el índice derecho por el cuello, a modo de filosa navaja amenazante.

"Aparte de histrión, Trujillo fue guionista consumado, asignando roles para sus dramas o sainetes, escogiendo cuidadosamente a sus actores, voluntarios o forzados. Montaba la escena, sin descuidar detalles y dirigía la obra, buscando impactar a su "blanco de público", como diría hoy un mercadólogo".

El macabro teatro de Trujillo
30 de agosto, 2008
www.diariolibre.com.do 

Por su parte, en su libro La Era en los días del fin (2006), Rafael Chaljub Mejía observa en la pág. 109:

“Entre la ridícula y desacostumbrada cantidad de medallas, títulos y condecoraciones  con que halagaron el egoísmo sin límites a Trujillo, al inefable Generalísimo y a sus cortesanos se les olvidó inventar la única que debió concederle al déspota, un Óscar como actor. Pocos personajes del poder en nuestra historia habían exhibido tanta disposición para el teatro político como la que demostró Rafael Trujillo desde el comienzo mismo de su violenta y tormentosa carrera”. 

A su vez, el abogado y político Mario Read Vittini en su libro Trujillo de cerca (2007), nos advierte lo mismo. Mario Read Vittini era de San Cristóbal y su familia tenía antiguos lazos de amistad con los Trujillos. Los sancristobalenses señalan que Read Vittini acostumbraba ir a la Hacienda Fundación con gran regularidad y él mismo nos cuenta que conocía a Trujillo de cerca personalmente. Durante el régimen fue diputado y ministro gracias a los lazos de amistad entre su familia y Trujillo. Hacia el final de la Era, Mario Read Vittini se viró contra el régimen y ayudó a fundar el 1J4. Finalmente tuvo que asilarse en una embajada para ponerse a salvo. No hemos tenido acceso al libro donde describe las dotes teatrales de Trujillo, pero en un discurso que hizo en 2006 en San Cristóbal reitera lo que escribió en su libro sobre esta gran habilidad de Trujillo. El autor del artículo que estuvo presente en la reunión, José Pimentel Muñoz, cita textualmente o parafrasea (no queda claro) lo que dijo Read Vittini sobre Trujillo con las siguientes palabras:

Era un actor consumado, un histrión de pies a cabeza. Era de todo. Era guionista, era tramoyista, era armador de la obra, era director y era el principal actor, como si fuera el protagonista de la obra. Y lo hacía magistralmente. Tenía un concepto tan claro de lo que hacía. (Resulta imposible descartar la figura de Trujillo, hoy.com.do, 2006)

Es por todo lo anterior que defender la inocencia de Trujillo en el caso Mirabal aduciendo la indignación e irritación que el tirano mostró con tanto dramatismo cuando recibió la noticia del "accidente" es un argumento estéril y completamente espurio en el caso de un simulador magistral como Trujillo. 

Observen, además, que los tres libros y los dos artículos fueron publicados años antes de que se publicara el libro de Angelita (2010) con su nueva versión, por lo que podemos afirmar que estos comentarios sobre el histrionismo de Trujillo no fueron escritos en reacción a la versión de Angelita y su hijo.

Al finalizar esta larga lectura y artículos complementarios sobre el caso de las hermanas Mirabal, los lectores se preguntarán cómo es posible que le dediquemos tantas cuartillas a los casos Awad Canaan y las hermanas Mirabal cuando los Trujillos han fijado su posición sobre dichos casos mediante breves y sencillas declaraciones y unos cuantos párrafos escritos, si bien recurriendo a varios recursos propagandísticos siempre usados por los demagogos consumados para crear mayor impacto: la repetición, el dramatismo y la falsa indignación.

Nuestra respuesta es recordarles a los lectores que las entelequias, para lograr cabalmente la decepción que buscan, a menudo presentan los hechos en forma somera o simplificada y que para llegar a la realidad, la cual casi siempre es compleja, hay que escarbar a través de todas los velos de distracción para poder empezar a desmenuzar los hechos. Mark Twain lo dijo en forma más sencilla en estas palabras que le atribuyen al perspicaz escritor: “Mientras la verdad se pone las medias, la mentira le habrá dado media vuelta al mundo”.


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Balaguer: Quien dio la orden de matar a las Mirabal fue Trujillo


Quien dio la orden de matar a las Mirabal fue Trujillo, según Balaguer

Aquiles Julián
Publicista y mercadólogo
Comentarista político
Almomento.net

El crímen de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal y el chofer Rufino de la Cruz a manos de sicarios del Servicio de Inteligencia Militar, SIM, ocurrió el 25 de noviembre del 1960 mientras Joaquín Balaguer fungía de presidente títere de la tiranía.
Balaguer había asumido la indecorosa posición el 3 de agosto de 1960, en una jugarreta destinada a aparentar una liberalización del país, tras las sanciones impuestas por la OEA a nuestra república debido al atentado a la vida del presidente venezolano Rómulo Betancourt.
Frente al intento renovado de los nostálgicos de la tiranía por confundir y engañar a dominicanos ingenuos que desconocen la verdad histórica, queriendo atribuir la responsabilidad de ordenar el crimen a uno de sus ajusticiadores: el Lic. Luis Amiama Tió, calumnia que aparece formalmente registrada en el libelo “Trujillo, Mi Padre en Mis Memorias”, que firma su hija Angelita Trujillo, es oportuno recurrir a un testimonio muy oportuno, el del presidente títere en ejercicio para cuando sucedió la tragedia.
Calumniar, mentir y desinformar son viejos recursos trujillistas en que todos los serviles a aquella satrapía pulieron sus dotes.
De hecho, Balaguer mismo se llevó montones de secretos a la tumba, porque era cómplice de muchas de las inconductas de aquel régimen. Pero hubo ocasiones en que quiso deslindar responsabilidades.
Como este crimen horrendo aconteció bajo su presidencia nominal, buscó aclarar con esa particular tesitura suya de dar a entender y señalar indicios, propia de quien elude incriminarse más de la cuenta.
EL LIBRO PENDIENTE DE BALAGUER
Balaguer mismo dejó un libro que todavía no ve la luz, aunque anticipó algunos capítulos en su obra “La Palabra Encadenada”: es su libro sobre la tiranía trujillista.
Balaguer mandó que ese libro se publicara, si es que alguna vez ve la luz, veinte años después de su muerte, es decir, a partir del 2022.
Sin embargo, publicó algunos capítulos. Esas páginas son un verdadero retrato más que de Trujillo de la profunda distorsión moral del propio Balaguer, atrapado en la colaboración servil a un criminal frente al cual padecía tanto atracción como repulsión. Y esa doblez permea cada palabra, cada adjetivo.
Triste destino de quienes venden, como él, su alma al diablo literalmente.
El libro que previsiblemente se publicará será un monumento a la inmoralidad de una intelectualidad que arrojó valores, principios, cordura y decencia tras puestos, canonjías y migajas, y que no vacilaron en convertirse en calieses y sicarios.
Balaguer se emplea a fondo para mostrar que su abyección no fue exclusiva, que fue común a muchas otras figuras que luego quisieron venderse como decentes, impolutas, sanas.
Por ejemplo, un párrafo sirve para mostrar a su cofrade, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, en su papel de calié.
Hablando sobre la Carta Pastoral que la iglesia católica hizo leer en las iglesias el 25 de diciembre de 1959 y que encendió la irá de Trujillo y marcó el comienzo de su descalabro total, Balaguer, que era un maestro de las inferencias y las connotaciones, que empleaba con suma meticulosidad las palabras, escribe: “La primera noticia se la dio por teléfono (a Trujillo, AJ), Virgilio Álvarez Pina, quien a su vez la obtuvo de boca de Emilio Rodríguez Demorizi” (La Palabra Encadenada, Pág. 310).
Ese “la obtuvo de boca de Emilio Rodríguez Demorizi” señala a aquel como calié del régimen, algo  que todo funcionario de la Era lo era, pues era una precondición para tener una posición pública el ser calié. No hubo nadie en la administración pública que no lo fuera, incluyendo al propio Balaguer.
BALAGUER, DE PUÑO Y LETRA, SEÑALA A TRUJILLO COMO MANDANTE DEL CRIMEN
Personalidad tortuosa y amiga de la teatralidad y el disimulo, Trujillo gustaba de jugar con la inteligencia de los demás y mantenía una farsa continua.
Balaguer lo pinta en una frase concisa: “Fingía a toda hora y en todas las ocasiones”.
Entonces, nos cuenta el asunto que nos interesa: la responsabilidad de Trujillo en aquel crimen inmundo.
Leamos a Balaguer:
Sus simulaciones eran muchas veces cínicas. Cuando las hermanas Mirabal fueron asesinadas y se hizo pública la especie de que habían perecido en un accidente en la carretera Luperón, Trujillo llamó a su residencia de Fundación al mayor Cándido Torres, encargado en esos momentos de los Servicios de Seguridad. “¿Qué hay de nuevo?” , le preguntó con aire despreocupado. Cuando el interpelado empezaba a informarle sobre las últimas novedades del departamento a su cargo, Trujillo lo interrumpió  para decirle: “Y no sabe usted que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno? Váyase seguido y adopte las medidas que sean de lugar para que ese acontecimiento casual no se tome como pretexto para un escándalo”. El Mayor Torres salió de allí confundido. La muerte de las hermanas Mirabal había sido largamente elaborada. La orden había llegado hasta el Servicio de Seguridad, pero los mismos sabuesos que se habían formado en esa escuela de crímenes habían retrocedido ante esa monstruosidad. Johnny Abbes García, cerebro diabólico que introdujo en el presidio de “La Cuarenta” los sistemas de tortura más odiosos, escurrió el bulto a semejante iniquidad y precipitó con ese fin el viaje que hizo a fines de 1960 a Chevoslovaquia y a otros países situados tras la Cortina de HierroEl Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, general José Román Fernández, a través de quien fue transmitida la orden, tuvo que hacer uso de toda su autoridad para que se cumpliera el hecho horrendo. Una vez consumada la iniquidad, sin duda el más repugnante de los crímenes realizados durante la Era de Trujillo, el responsable del hecho se presentaba ante sus propios esbirros como un ser inocente que había sido abrumado por la noticia. Algunos días después, pasando frente al precipicio en que las tres hermanas fueron victimizadas, Trujillo hizo detener su automóvil para decir a su acompañante, el señor Virgilio Álvarez Pina: “Aquí fue donde murieron las hermanas Mirabal. Qué Dios las tenga en gloria” (La Palabra Encadenada, Págs.316-318).
La narración de Balaguer muestra claramente quién ordenó el crimen: el propio Trujillo, al que llama “el responsable del hecho”. Si alguien sabía eso, era Balaguer, en cuya presidencia aconteció el crimen.
UN LAPSUS LINGUAE DE TRUJILLO
Sigmund Freud describió en su libro “Psicopatología de la vida cotidiana” el lapsus linguae, el error involuntario al hablar que ponía en evidencia una verdad que el individuo hablante intentaba reprimir y ocultar.
El lapsus linguae, el resbalón de lengua, declara inconscientemente aquello que el perpetrante persigue ocultar. Su habla lo traiciona.
Y Trujillo, en el relato de Balaguer, incurre en uno.
Cuando le dice al Mayor Cándido Torres, mismo que había cursado la orden para asesinar a las Mirabal que provenía de él, de Trujillo “¿Y no sabe usted que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno?”, Trujillo se denuncia a sí mismo al calificar de crimen lo que él mismo antes tildaba de accidente.
Su inconsciente lo traicionó.
Balaguer recogió y preservó la conversación para la posteridad.
Y puso en ella la evidencia de la culpabilidad del propio Trujillo en el crimen, pese a su teatralidad y a su simulación.
Quería que se supiera bien quién era el responsable, de forma que esa sangre no le salpicara, algo que él no podía impedir porque era una de las principales figuras del régimen que asesinó a las Mirabal y la sangre de esas mártires también a él lo embarra.
UN ESTADO ASESINO Y DE ASESINOS
La tiranía trujillista instaló un Estado asesino, integrado por asesinos y servidores de asesinos.
Nadie escapó a esas responsabilidades.
El mismo Balaguer, cómplice de Trujillo y presidente nominal por entonces del país, escribe que “La muerte de las hermanas Mirabal había sido largamente elaborada”.
La trascendencia de aquel crimen inmundo que dio origen a que el 25 de noviembre se dedique a denunciar la violencia contra la mujer, tiene al clan Angelita empecinado en buscar maneras de desvincular a su padre del hecho. Vano intento.
El aparato del crimen quedó en muchos aspectos intacto en el país. Y siguió matando.
Y también el aparato de impunidad conexo.
Un falso héroe, de esos tantos que hemos fabricado por conveniencia política, Manuel Ramón Montes Arache, liberó a los asesinos convictos de las Mirabal y les facilitó escapar a su crimen.
También ese mismo individuo está detrás del asesinato de un héroe real de este país, Ángel Severo Cabral, al que mandó matar.
Es la restauración de esa época de crimen la que el Clan Angelita busca desesperadamente. Y para eso cuentan con gente desprevenida, crédula y fácil de confundir y engañar.
Y la complicidad de muchos malos dominicanos que se prestan a lo peor.
EL APARATO DE MENTIR Y CALUMNIAR
Si algo aprendieron los trujillistas de los nazis y los estalinistas, sus modelos, fue a manipular la opinión pública, a mentir y desinformar.
Y eso es lo que están haciendo a dos manos, empleando todos los medios a su alcance.
El mentir y desinformar es un viejo recurso.
Cuando los estalinistas en España asesinaron al líder anarquista catalán Andreu Nin y los indignados combatientes republicanos españoles escribían en las paredes: “¿Dónde está Nin?”, los comunistas del PCE escribían abaj “En Salamanca o en Berlín”, tratando de indicar que estaba en el cuartel general de las fuerzas franquistas o en la capital de Hitler.
Al asesinato físico, que habían cometido, sumaron el asesinato moral.
Es la misma conducta de los trujillistas.
Asesinaron a Galíndez y luego lanzaron la especie de que a  Galíndez lo habían visto en distintas capitales tras la Cortina de Hierro.
Y ahora intentan inculpar al héroe Luis Amiama Tió para encubrir la responsabilidad criminal de Trujillo en aquel abuso imperdonable.
Y no pocos se dejan atrapar en las malignidades de estos tejedores de infundios y calumnias.
Se han envalentonado.
La impunidad en que se amparan y la complicidad de sectores de poder nacionales que los encubren y subsidian, les da ánimo.
Como escribía Orwell, quieren controlar el futuro vía controlar el pasado.
Tenemos que estar alerta y denunciar cada tropelía.
Cada desafuero.
Cada acción vil de esta pandilla infame.
Y no seremos dignos de nada y lo merecemos todo.
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