OPINIÓN

(Por favor ver AVISO IMPORTANTE en la INTRODUCCIÓN)


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En un informe estrictamente confidencial dirigido al Departamento de Estado fechado el 7 de marzo, 1930, el embajador norteamericano, Charles B. Curtis, al referirse a Trujillo dice:

Entre los hombres prominentes de la república se duda que nadie, sin excluir siquiera al doctor Alfonseca, es tan odiado por tan gran número de personas como Trujillo. Los eventos de la revolución revelan que Trujillo es un hombre ingenioso, astuto y traicionero; peligroso tanto para sus enemigos como para sus amigos, desleal a su palabra y a su deber. Buscando favorecer sus propios intereses por medios buenos o malos, está determinado a ser la mano que guíe el nuevo régimen. Parece aspirar a ser un nuevo Lilis. Que Dios proteja al país si logra consolidarse en el poder”.

Trujillo: El Poder del Jefe - Parte I
Rene Fortunato -Director y Productor
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EDITORIAL: Dictadura y democracia

1ero noviembre, 2012
Elcaribe.com.do

De acuerdo al “Diccionario de sinónimos y antónimos del español actual”, la dictadura tiene como sinónimos  la autocracia, el absolutismo, el totalitarismo y la tiranía. Identifica como su antónimo a la democracia.

En la dictadura, el poder reside en un hombre, y su recua de colaboradores, que son quienes lo ayudan a conformar una pantomima que suelen definir como democracia, en este caso, un congreso y un poder judicial a imagen y semejanza del dictador.

La Constitución, en una dictadura, si bien existe como instrumento de legitimación, está subordinada a la voluntad del Supremo. Y así, las demás instituciones de ese sistema quedan bajo su supremacía. La escuela, las expresiones artísticas y culturales quedan subyugadas al imperio del hombre fuerte. Su predominio se impone con los aparatos represivos y su partido único. 

(¡Ay de aquél que no portara la palmita!, sinónimo del carnet del Partido Dominicano durante la era de Rafael Trujillo Molina). Y así, en la dictadura, el jefe se convierte en un ser por encima de la misma Constitución que patrocina, las leyes que aprueba su congreso, la justicia que administra a su acomodo. La opresión impone el miedo. Su presencia es perceptible en todos los lugares, incluso, en las viviendas, en la intimidad del hogar. Queda entronizada en la familia. Por eso, era común encontrar en los frontales o interiores de las viviendas y bohíos durante la Era,  un letrerito con la siguiente expresión: “En esta casa Trujillo es el jefe”. La dictadura pasó a ser sinónimo de trujillismo. El poder era omnímodo.

Por todo eso, constituye una osadía pretender que la tiranía o el trujillismo está permitido por mandato constitucional. La Constitución es portaestandarte de la democracia, negación de la dictadura. Un estado social de derecho reconoce las libertades y derechos ciudadanos, y obviamente niega la tiranía, el trujillismo.

De modo que invocar la Constitución para defender los “valores” de la dictadura es un cinismo sin nombre, que insulta la inteligencia y agrede el sentido de convivencia ciudadana. Es una afrenta. Ramfis Domínguez Trujillo ha ido demasiado lejos.


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Traducción:

Algunos de nuestros embajadores opinaban que tenían que llevarse bien con Trujillo. Joe Farland era de otra opinión. El empezó a reportar todas sus iniquidades: la cámara de torturas, a quienes habían matado y bajo qué circunstancias. Sobre una persona perfectamente honorable, Trujillo escrbía cartas anónimas cuestionando su carácter. Yo recuerdo el caso de una señora doctora que Trujillo dijo que era lesbiana. Cosas de ese tipo… sencillamente malvado. Desaparecían a la gente. Las personas tenían miedo de hablar en lugares donde los pudieran escuchar. Yo recuerdo un reportero de US News and World Report que vino a la capital. Habiendo estado ahí varios días tras haber tenido varios episodios desagradables, un día me dijo: “Sabes, yo pasé dos años en Moscú, pero nunca sentí verdadero miedo hasta que llegué aquí.” Una noche estaba sentado en su cuarto en el hotel con la puerta cerrada con llave. La puerta se abrió y un enorme, monstruoso hombre entró, se paró ahí, lo miró y luego, sin decir una palabra, dio la vuelta y se fue. Estaban tratando de asustarlo para que no dijera nada en contra del gobierno.

(Fin del extracto)


Henry Dearborn

Jefe de Misión Adjunto

Ciudad Trujillo (1959-1961)


Entrevista oral

Association for Diplomatic Studies

Pág. 27

 


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EXTRACTO
 
A principios de septiembre, 1961, el presidente Kennedy envía al periodista y consejero de la Casa Blanca, John Bartlow Martin, para que observara la situación dominicana e informara desde el terreno de los hechos lo que estaba sucediendo en la república:

A continuación transcribimos un extracto del Informe del observador especial John Bartlow Martin al presidente Kennedy:

"La República Dominicana es un trágico, descorazonado y destruido país.

No sólo Trujillo lo saqueó, no sólo destruyó la confianza de la gente en su gobierno y de hecho en el gobierno como institución sino que también destruyó las cosas que mantienen unida a una sociedad, la confianza de la gente en los demás y en sí misma.

Ésta es una nación enferma, destruida. Trujillo no era un caudillo latino a la vieja usanza, el suyo era un verdadero Éstado totalitario. Duró 31 años. Toda una generación no ha visto otra cosa.

Trujillo destruyó un pueblo. 
 
Hay poco o nada aquí sobre lo cual construir una democracia viable. Unas 300,000 mil personas, 45% de la fuerza laboral, no tienen trabajo y el hambre y la miseria son generalizadas.

Ésta debería ser vista como una nación arrasada por una guerra de 30 años a ser ocupada y reconstituida."

La herencia del Tirano – Parte I
Director: René Fortunato
Min: 3, seg: 33

https://www.youtube.com/watch?v=kgfgv5hpfLc

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EXTRACTO

¿Por qué los crímenes cometidos en la Era de Trujillo no deben quedar impunes? 

Por Millizen Uribe
30 de mayo, 2013
Hoy.com.do 

¿Por qué hacer justicia?

Fue la pregunta que hicimos a la comunicadora Patricia Solano, una de las personas que reclama la creación de la Comisión de La Verdad. Con la pasión que le caracteriza, nos explicó que el hecho de que a más de 50 años Trujillo siga despertando interés (libros, discusiones y reportajes) es el principal indicador de que algo ha quedado pendiente: ¡Hacer justicia! 

"Es difícil calcular el alcance de la impunidad y su estela nociva en la gente. Por no haber restaurado el orden (no el “orden” de Trujillo, sino el verdadero, el que parte del ordenamiento jurídico, que es el único que realmente sirve para el progreso) en varias generaciones se ha enraizado una cultura que justifica la represión y el abuso policial, el robo al erario, la invasión a la propiedad ajena basado en la fuerza, en fin, la barbarie, y todo por tumbar a medias la dictadura"”, nos explicó.

Su tesis de que en la realidad socio cultural del pueblo dominicano todavía quedan rastros del trujillismo es compartido por muchos sociólogos e historiadores, entre ellos Alejandro Paulino, catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, quien señala que un gobierno de 30 años produjo una sociedad marcada por la ideología y los valores políticos de Trujillo Molina, quien reestructuró el Estado para que sirviera fundamentalmente a su interés personal. 

 Patricia Solano, periodista 

¿Cómo se perpetua esto a través del tiempo? Patricia resalta el hecho de que Juan Bosch llegó al poder en 1962 con un discurso de libertades públicas, pero fue derrocado siete meses más tarde.

"Esta es la hora en que todavía en este país la mayoría de las personas comunes y corrientes no se sienten sujetos de derecho. Cuando nos invade esa sensación de estar en la selva, donde prima la ley del más fuerte, no hacemos el vínculo que tiene esa situación con  la relación política entre el Estado y la ciudadanía, y sin embargo, esa fuerte inclinación a saltarse la ley e imponerse a la fuerza, que la tiene aquí desde un general hasta un chofer de carro público, viene de ese aprendizaje. Derrocamos al tirano pero el sistema de valores quedó casi intacto”, cuenta.

"¿Qué cambió con el ajusticiamiento? No podemos ser fatalistas y negar que con la muerte física del tirano hubo cambios en la sociedad dominicana. Solano explica que a partir de ahí fue distinta la concentración de poder, y además el sistema económico, que durante la dictadura se sustentaba en prácticas monopólicas y un aparato de explotación y saqueo, que Bosch nombró como único en América (ver “Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo”).  

A la caída de la dictadura, el hecho de no enmarcar al Estado dominicano en un esquema de respeto a la ley hizo que las relaciones económicas se basaran en privilegios. Como Bosch no estaba dispuesto a tolerar esa práctica de asalto al erario a manera de botín, le dan el golpe de Estado. Ahí entonces se transforma el modelo de Trujillo de saqueo intensivo al Estado en una repartición selectiva que sólo se diversifica, pero saqueo al fin, atropella toda base para organizar este país, hacerlo competitivo y encaminarlo al desarrollo sostenible, el que provee bienestar a la mayoría”, afirma.

Cuestión de impunidad 

Pero es tal vez la sensación de sentirse intocables por la ley y las manos de la justicia, la herencia más lastimera de la dictadura de Trujillo. Al respecto, Patricia nos dice que "no ha habido justicia para los delitos contra la gente ni para los delitos contra el Estado mismo, es decir, el robo".

"Como resultado de esto", continúa explicando la periodista, "las consecuencias han sido funestas para el desarrollo".

"Aún con crecimiento económico sostenible, todavía aquí se va la luz y la gente muere porque no tiene lo que cobra un hospital público, que debería ser gratuito. La mala calidad de los servicios públicos son una sentencia de muerte para la mayoría pobre: salud, educación y seguridad social"”. 

Prosigue indicando que la impunidad del robo es tal que un hijo de Angelita Trujillo piensa que a lo mejor ellos pueden “recuperar” fincas y casas. ¡El colmo"”, dice.

"También existe quien cree que Trujillo `no era tan malo´ porque ve las carencias y problemas del presente, ignorando que todo esto es producto, no sólo de lo que pasó entre 1930 y 1961, sino además del hecho de que nunca se haya hecho justicia”", sostiene. 

"Lo cierto es que a 52 años del ajusticiamiento del tirano República Dominicana debe cerrar el capítulo del delito de Estado cuanto antes, creando una Comisión de La Verdad que juzgue y sentencie.

Nada sería más saludable para las presentes generaciones, desde todo punto de vista, pero principalmente, para generar el esperado cambio de cultura política”, concluye Patricia. 

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¿Es ilegal hablar bien de Trujillo?


Por Rolkin Lorenzo Jiménez
13 de febrero de 2015

También esta norma debe plasmar la diferencia que existe entre la apología al trujillismo y la mera difusión de hechos históricos (algo protegido por el derecho a la información).

El 9 de abril del año 2013, en medio de una importante premiación que rinde homenaje al talento artístico dominicano, un destacado representante de la música popular dominicana gritó una consigna laudatoria a la figura del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina. Por este hecho, comenzó a correr la versión de que el afamado artista criollo iba a ser sometido a la acción de la justicia, debido a que su expresión violaba la Ley No. 5880 del 3 de mayo de 1962, que  prohíbe la difusión de toda idea dirigida a elogiar al tirano Trujillo y a su régimen.

Antes de producirse este polémico acontecimiento, la mayor parte de la sociedad dominicana desconocía la existencia de una ley que sanciona con prisión de diez días a un año la difusión de ideas a favor de Trujillo. De ahí en adelante comenzó a circular la versión de que la Ley 5880 es violatoria del derecho a la libertad de expresión, lo que de comprobarse la convierte en inconstitucional.

La libertad de expresión constituye un derecho fundamental esencial para la existencia de la democracia. Sin embargo, como ocurre con otros derechos, este no es absoluto, por lo que tiene sus límites: la dignidad humana, el orden público, la prohibición del discurso de odio, la seguridad nacional, etc. Consideramos que los elogios y apologías a la figura de Trujillo siempre van cargados de una dosis de justificación de los crímenes cometidos durante la sanguinaria tiranía. Por tal razón, si el Estado dominicano da luz verde para difundir expresiones con este contenido, se está con ello lesionando la dignidad humana de las víctimas del trujillato y de los familiares de estas. Aquí encuentra su base constitucional la ley 5880, pues la Constitución dominicana establece, en su artículo 5, que la  misma se fundamenta en el respeto a la dignidad humana.

En consonancia con esto último, se ha pronunciado el Tribunal Constitucional Español, por medio de la sentencia 170-1994 del 7 de junio de 1994, al establecer que “la apología de los verdugos, glorificando su imagen y justificando sus hechos a costa de la humillación de sus víctimas no cabe en la libertad de expresión como valor  fundamental del sistema democrático que proclama la Constitución. Un uso de ella que niegue la dignidad humana, núcleo irreductible del derecho al honor en nuestros días, se sitúa por sí mismo fuera de la protección constitucional”.

La República Dominicana no es el único ni el primer país que cuenta con una norma con las características de la Ley 5880. De hecho, sociedades democráticas e institucionalmente más avanzadas que la nuestra cuentan con mecanismos legales semejantes o más severos que la ley dominicana. Los ejemplos más significativos los representan Alemania, Austria e Italia.  Desde 1994 Alemania cuenta con la Ley de lucha contra la criminalidad (Verbrechensbeckamfunsgeserz), que en su artículo 130 establece: “La negación, aprobación o minimización en público  o en el curso de una reunión, de una manera susceptible de alterar la paz pública, del genocidio  perpetrado  bajo el régimen nacional-socialista, será castigada con una pena de hasta  cinco años  de prisión o  multa”.
Con respecto a Austria, este Estado europeo registra dentro de su ordenamiento jurídico la Ley de Prohibición del Nacional Socialismo (Verbotgesetz), que prohíbe las actividades nazis y declara ilegal el Partido Obrero Alemán Nacional Socialista (Partido Nazi).
En cuanto a Italia, su legislación tiene en vigencia desde 1952 la Ley 645-1952 o Ley Scelba. Esta sanciona con prisión de cinco a doce años toda apología y propaganda dirigida a favor de las ideas, personajes, doctrinas y principios relacionados con el fascismo.

Del derecho a la libertad de expresión se desprenden una serie de derechos civiles y políticos, como el derecho de asociación. Por lo que, con la penalización de expresiones trujillistas, se está a la vez prohibiendo la creación de organizaciones políticas inspiradas en el accionar autoritario de Trujillo. Esto también encuentra su fundamento constitucional en lo establecido por nuestra Carta Magna en su artículo 216, cuando sostiene que dentro de los fines esenciales de los partidos políticos se encuentra contribuir al fortalecimiento de la democracia.

Por razón de nuestra experiencia histórica, es entendible la prohibición de partidos trujillistas, pues el trujillismo demostró ser la antítesis de la democracia.

Desde nuestro punto de vista, en base a los argumentos anteriores, la Ley 5880 no da motivos de inconstitucionalidad para ser derogada. Al contrario: entendemos que debe ser sometida a modificaciones tendentes a sancionar como delito la justificación, negación o minimización de las atrocidades cometidas por Trujillo. También esta norma debe plasmar la diferencia que existe entre la apología al trujillismo y la mera difusión de hechos históricos (algo protegido por el derecho a la información).

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Homenaje a don Juancito Rodríguez García:

NOVIEMBRE Y NUESTRA ETERNA INGRATITUD

Escrito por: José Tobías Beato
Nov 27, 2010
mediaisla.net

Sea un aniversario más de la muerte de Juancito Rodríguez, así como las de las hermanas Mirabal y su chofer Rufino, de su tía Lalía, ocasión para honrarlos y meditar sobre sus sacrificios.         

Si no recordamos, repetiremos la historia. Si no valoramos a quienes se han sacrificado por nosotros, más temprano que tarde estaremos nuevamente en manos de tiranos. Estamos en este último camino, por desmemoriados e ingratos. Hace un par de años en el Ayuntamiento de la ciudad de la Vega se armó tremendo barullo: un tal que prefiero ni nombrar, de la bancada del Partido Reformista que fundara el inefable doctor Balaguer décadas atrás, propuso que la avenida que lleva el nombre de José Horacio Rodríguez le fuera cambiado el nombre por el de su otrora jefe político, ya muerto. La razón de ello: las grandes obras realizadas por el ilustre doctor.        

Sin dejar de aquilatar la vasta obra constructiva de Balaguer y otras cosas positivas, como su sentido del ahorro y su negativa a tomar préstamos innecesarios, hay otra fase del gobernante que tampoco puede soslayarse: fue hombre clave de la Era de Trujillo, que mantuvo a la muerte de éste, el régimen intacto. Y que legalizó muchas de las truhanerías y trastadas de Trujillo contra sus opositores.         

¿Y quién fue José Horacio? Un egresado de Harvard, que pudiendo radicarse sin más en cualquier país o gran corporación, se entrenó en Cuba, y vino en la invasión que a partir del 14 de junio de 1959 puso a temblar los cimientos del régimen trujillista, invasión que encendió la mecha de la lucha del pueblo dominicano por su libertad, pese a que fuera un fracaso militar. José Horacio entró por Maimón el 20 de junio en la lancha llamada “Carmen Elsa”. Murió asesinado. Aún vive alguno que otro de los responsables de su muerte, tranquilos y hasta millonarios.  
     
Pero aún hay más. Era hijo del que fuera probablemente el hombre más rico de la República Dominicana, al menos en los tres primeros lustros de la Era de Trujillo, “Era” que, como se sabe, alcanzó casi treinta y dos años: el general Juan Rodríguez García, más conocido como Juancito Rodríguez o más brevemente como Don Juan. Nacido en 1886, fue dueño de fincas sembradas de plátanos, de cacao y extensos naranjales, así como de un ganado de razas selectas, ambicionado por Trujillo. Su esposa era María Vásquez López, por lo que naturalmente era partidario de Horacio Vásquez, el gobernante que protegió y encumbró a Trujillo, y a quien éste traicionó dándole un golpe de estado de los más fríos e hipócritas de toda la historia mundial. Entonces, Don Juan, chantajeado y temeroso de los suyos, se plegó inicialmente al régimen aceptando una senaduría.

Pero a poco asomaron las contradicciones. Juancito era hombre íntegro. Cuando el 30 de octubre de 1936 en la Cámara de Diputados se destituyó deshonrosamente a su presidente, acusado de una conspiración inexistente contra Trujillo, Juancito se negó a firmar el acta acusadora. Miguel Ángel Roca, que se había mantenido en el puesto en los dos primeros períodos de Trujillo, asqueado de la dictadura, había escrito unos anónimos contra el tirano. Fue encarcelado y luego muerto por uno de los generales más sanguinarios del régimen: José Estrella, quien admitió el crimen y fue condenado por ello el 19 de diciembre de 1940 (José de Galíndez, La Era de Trujillo, Ed. Letra Gráfica, pág. 264). 

A partir de entonces, el cerco contra el hacendado se cerró más y más. Algunos de sus peones aparecieron muertos, sus trabajadores eran apresados por cualquier nimiedad. Sus reses robadas. Juancito decidió exiliarse. Pero no por ello la familia dejó de ser perseguida. Según cuenta su hija Pucha Rodríguez (reportaje de Ángela Peña en el periódico Hoy de fecha 11 de diciembre del 2009), una noche la guardia hizo irrupción en una de las fincas. Más  de 15,000 cabezas de ganado fueron puestas en fuga. El ordeñador “Polo” y su ayudante “Emiliano” fueron asesinados. Sabemos, naturalmente, que el ganado no se perdió en los montes, sino que fue recogido en camiones del ejército, y fue a parar a la Hacienda Fundación de Trujillo, su finca de descanso en San Cristóbal.         

Sus hermanos fueron apresados y torturados en la Fortaleza Ozama, o fueron confinados a la Isla Beata. Algunos murieron por infartos o envenenados (Alcedo, Julio, Doroteo). Ya fuera del país, Juancito aportó su fortuna a la causa antitrujillista: auspició la invasión de Cayo Confites y luego la de Luperón, ambas fracasos político-militares. Al final de sus días, Juancito se negaba a otro plan que no fuera el atentado personal contra Trujillo.        

El caso fue que nuestro hombre, en bancarrota, solo, abandonado por casi todos, viendo a su enemigo tomar acciones cada día más temerarias sin que hiciera asomos de caer (Trujillo había mandado a matar al presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, intento que, aunque fracasó y generó sanciones de la OEA, en apariencia fortaleció internamente al régimen; enfrentó la invasión de los muchachos del 59, aniquilando a casi todos), y sabiendo al hijo de sus entrañas —José Horacio— muerto salvajemente, ese conjunto de cosas hizo que su fortaleza espiritual se resquebrajara y se pegó un tiro el 19 de noviembre de 1960. De modo que hace unos días se cumplieron cincuenta años de su trágica decisión.      

Y eso que no llegó a enterarse de la muerte violenta de las tres hermanas Mirabal —Patria, Minerva, María Teresa—, apenas unos días más tarde, el 25 de noviembre del mismo año sesenta. Esa acción salvajemente desesperada por parte del mandamás dominicano, ha enervado los ánimos universales en un grado tal que la ONU ha declarado ese día como “Día Internacional de la No Violencia contra la mujer”.

Las muchachas fueron lanzadas desde una loma, para simular un accidente, tras ser apaleadas y ahorcadas primeramente. Junto a ellas, un humilde hombre, amigo de la familia, que a sabiendas del peligro que corrían, quiso acompañarlas como su chofer para ese día: Rufino de la Cruz Disla. Más aún: como en el caso de Juancito, hay otras muertes que siguen inmediatamente a éstas: la tía de las muchachas, Lalía Reyes, que iba inicialmente con ellas en el viaje hacia la muerte, pero como se sintió mal a causa de problemas cardíacos de los que sufría desde hacía tiempo, decidió quedarse en su casa reposando. Tras la tragedia la pobre mujer se obsesionó y terminó suicidándose, otra víctima indirecta de Trujillo (Dedé Mirabal, Vivas en su Jardín, Ed. Aguilar, pág. 201). Mientras, Balaguer —presidente entonces— pasaba parte de las propiedades de la agobiada familia Mirabal a uno de sus asesinos: Alicinio Peña Rivera, jefe del Servicio de Inteligencia Militar en el Cibao.    
    
Don Juan no supo lo cerca que estaba de ver la caída del régimen, pues en apenas seis meses Trujillo fue ajusticiado por un puñado de valientes. Algunos de mis familiares que trabajaron con el ilustre luchador, cuentan que se enojaba consigo mismo, por no haber eliminado a Trujillo en una de las múltiples ocasiones en que estuvieron solos. Una de ellas fue la siguiente. En el año 1934 el Presidente Trujillo inauguró el puente que en la sección de Jamo, La Vega, está sobre el río Camú, río que en ese entonces era de aguas límpidas y caudalosas.  
    
Jamo es un poblado pequeño de fértiles tierras, que ha entrado en la agitada historia dominicana porque de allí era oriunda una de las heroínas de la independencia: Juana Trinidad, más conocida como “Juana Saltitopa”, apodo que le venía porque desde muchacha gustó de trepar a los árboles y andar de rama en rama. Mujer de temple, domadora de hombres, por su participación en la batalla del 30 de marzo de 1844 al frente de un grupo de su tierra natal, fue llamada como “La coronela”. Acostumbraba usar un pañuelo sobre la cabeza y un sablecito terciado sobre su costado izquierdo. (Posteriormente, un aciago día de 1860 la guapa fue asesinada camino a Santiago, la ciudad de la que había hecho su segunda patria chica. No se sabe a ciencia cierta los motivos ni por quién, pero cabe conjeturar que aparte de motivaciones políticas, el acto ignominioso pudo haberlo cometido algún despechado que se sintió herido en su virilidad, acaso abofeteado públicamente por la aguerrida mujer en alguna ocasión).         

Pero volviendo a la historia de Juancito y Trujillo. El puente recién construido fue bautizado con el nombre del abuelo materno del presidente, Pedro Molina, que ya para ese entonces Trujillo había iniciado la costumbre de ponerle el nombre de sus familiares cercanos a carreteras, provincias, escuelas y a cuanto pudiera ser construido. Asistió un público numeroso, constituido primordialmente por campesinos y sus familiares. Se dice que entre los matorrales, agazapado, estuvo el legendario guerrillero solitario Enrique Blanco, quien no se decidió a despacharse al “Jefe” ese día, porque hubieran muerto demasiados inocentes. 
        
 En ese puente trabajó con entusiasmo gente de Don Juan. Tras la inauguración, Trujillo pasó como invitado a la casa del hacendado, en Barranca, que era conocida simplemente como “La Casa”. El anfitrión le muestra, como gesto de cortesía sus caballos pura sangre, e incluso invita a montar sobre uno de ellos a uno de sus expertos jinetes, de nombre Tito Candelier, hombre de singular elegancia física y habilidoso montador. Trujillo al verlo se entusiasma: “Ese hombre lo necesito yo para el escuadrón de caballería”. Don Juan desestima la más que insinuación y retiene al hombre en su puesto. Sin embargo, años más tarde, en 1938, Tito, que atendía la finca de Jamo pegada al Camú, fue tiroteado dentro de la misma. Un camión del entonces joven empresario José —Chepe— Canaán, lo recogió y transportó a la ciudad de Moca, en un intento de salvarle la vida, pero fue tarde, pues al llegar allí ya el hombre estaba muerto.        

Pero ese día de la inauguración del puente, tras la exhibición de Tito Candelier, Don Juan y Trujillo se fueron solos a unos naranjales, que eran orgullo de su propietario. Esa ocasión era la que Don Juan lamentaba particularmente no haber aprovechado para quitar del medio al hombre que ya era pesadilla para muchos… Sea un aniversario más de su muerte, así como las de las hermanas Mirabal y su chofer Rufino, de su tía Lalía, ocasión para honrarlos y meditar sobre sus sacrificios. 

Basta de comportarnos como un pueblo sin memoria y sin dignidad.

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El revisionismo histórico y Trujillo

Por: Ing. Carlos Baez
Almomento.net

Hay demasiados cabos sueltos en cuanto a la sobredimensión  de este personaje que la leyenda blanca de sus ditirambos áulicos y acólitos han esparcido, y que ahora casi cincuenta  años después bajo una estrategia de mercadeo, sus familiares con el  apoyo de algunos personeros de la política y ciertos medios de comunicación quieren proyectar y esparcir.

La reinterpretación de la historia tiene uso académico y peyorativo, este ultimo concepto se pone de manifiesto cuando el fin es político, como es el caso en cuestión, aunque los Trujillistas lo nieguen, la idea tras bastidores es la introducción del Neo Trujillismo en una sociedad que a veces clama por una mano dura a raíz de los hechos delictivos que se suscitan en el día a día últimamente en el país.

El uso peyorativo de la revisión conlleva la tergiversación histórica, la creación de la duda en algunos eventos y la negación de los hechos más atroces  consumados, así como la manipulación de estadísticas para apoyar sus puntos de vista .Este caso de la revisión peyorativa de los Trujillistas tiene un elemento nuevo y adicional, que es denostar  a los ajusticiadores del tirano y de endilgarles muchos de los hechos más horribles  ordenados por el sátrapa.

Uno de los más burdos e infantil es el decir que Luis Amiama Tio fue el que  dio la orden  a Pupo Román para eliminar a las hermanas Mirabal .Como el Dr. Balaguer es un santo de la devoción de ellos y de la propia Sra. Angelita Trujillo como así lo ha expresado, exponemos lo que dice el en la pagina 272 de su libro Memorias de un cortesano ,publicado en el 1988: ”Conservo pues el concepto de la hombría de bien de Luis Amiama Tio y creo que su memoria  como hombre y como ciudadano es digna del respeto  de todos sus compatriotas, no solo por la participación que tuvo en el complot del 30 de mayo, sino también por la conducta que observo antes y después del hecho que cambio la historia Dominicana”.

En países como Alemania y Austria el revisionismo del holocausto está prohibido y penalizado sobretodo cuando se trata de la negación, pues se considera teoría de conspiración antisemita y se entiende como ocultación de genocidio. En nuestro país aun existe  la ley 58-80 que prohíbe la promoción de actividades Trujillistas,  pero al igual que muchas más no se cumplen o se ejecutan  cuando les conviene como el caso de las indexaciones a los combustibles.

Los revisionistas peyorativos tienen características comunes de criterios y conceptos que utilizan. El diccionario wikipedia de internet tiene una larga lista de estos de la que tomamos algunos para apoyar con base científica nuestra posición:“Omisión de hechos, negación o burla de hechos conocidos, suposición de hechos no probados, declaraciones absurdas y sobre todo la solicitud excesiva de pruebas (debido a la compleja naturaleza de qué puede considerarse como prueba histórica, lo que difiere de una prueba lógica, los revisionistas con frecuencia piden a los historiadores que demuestren un evento el cual ha sido probado razonablemente por estándares históricos y aceptado como un hecho por la comunidad histórica”

Con nuevas generaciones ausentes de educación y concepciones acabadas de la historia, con congéneres desinteresados, excluyentes e indiferentes casi cincuenta años después, quizás se piensa es un terreno fértil  para penetrar tergiversando las cosas. Siguiendo con su estrategia mercadológica para poner en circulación el revisionismo peyorativo escrito por la señora Trujillo escogieron un 26 de febrero, día antes de la celebración de la independencia como un símil de que el dictador fue el “padre de la patria nueva”. Este intento sorpresivo fue fallido.

Todos sabemos que pasó. Por eso en la segunda ofensiva San Cristóbal era mejor nicho de mercado para sus fines, allá queda  familia, remanentes Trujillistas y mucha gente que no han asimilado los hechos y se quedaron con la idea de que es mejor adorar al político exitoso, que deplorar al compueblano fracasado como ser humano.

Por eso los herederos del tirano, siguiendo su estrategia, escogieron para la puesta en circulación de este  nuevo revisionismo peyorativo visual, la ciudad natal de su héroe y en fecha día de los padres, como en remembranza de nuevo al “llegó papá”, aquí les  fue mejor. No seria de dudar que el próximo paso en la concepción de sus fines sea el de querer traer  los restos que reposan en el cementerio de Madrid para  canonizarlos en el día de San Rafael y mandar a hacer palmitas para venderlas como suvenir cuando se visite su nueva tumba en el pueblo natal.

Como lo que es igual no es ventaja, es también el momento oportuno para desmitificar a ese que dicen fue el  gran patriota  que sentó las bases del  capitalismo. Si cierto orden en la burocracia se estableció y algunas infraestructuras no hubiese dejado en su dilatado periodo de 31 años de ejercicio, habría que catalogarnos  como los eunucos y masoquistas más grandes de la historia por haberlo soportado tanto tiempo. Desde nuestro punto de vista de revisionista histórico académico, Trujillo no hizo más que  cumplir con su deber, como cualquier otro ciudadano que ostente el solio presidencial debe hacer.

El dictador tuvo la suerte de encontrar un país que no tenia nada y para colmo devastado por un enorme ciclón y conto con el apoyo de los norteamericanos que ya le habían allanado el camino para las  cosas que tenia que hacer. “Este perínclito varón” trazó las líneas del progreso como Nicolás de Ovando delineó  nuestras primeras calles en cuadriculas, los dos fueron  desarrollando  las ciudades a base de sangre y dolo.
Pagó nuestra deuda externa, pero así como Ovando desarrollo la minería, para llevarse los españoles todo el oro. Se sabe con datos de 1946  en el libro del periodista norteamericano Albert C. Hicks  Blood in the streets the life and rule of Trujillo, (Sangre en las calles, la vida y mando de Trujillo) que quitarle el 10 % al salario de los empleados públicos le reportaba a Rafael Leónidas  500,000 dólares al año, se conoce  que de los tres dólares que se vendía el quintal de la sal, dos le tocaban al dictador y le reportaba mas de 450,000 dólares cada doce meses.

Es de vox populi que por los seis centavos y medio  que vendían el quintal de arroz teniendo un costo de 2.50 a el le reportaban anualmente 3,500,000 dólares. Se conoce de las mordidas en el mercado de la carne y el pago ilegal de mercancía importada que  le reportaban al año mas de 1,500,000 dolares.Se sabe que este ”benefactor” decretó empañetar  las murallas de la zona colonial para beneficio de su cementera, pintar todas las casas para favorecer a su fabrica de pintura y de todos los detalles no se conocen ni la mitad, hasta el juego y la prostitución manejado por su hermano Romeo le dejaba caer sus boronas.
No contemos las propiedades que gratis se adjudicó, o compraba a precio de vaca muerta si le gustaba y los negocios en que sin aportar nada se hizo el socio mayoritario. Revisemos esta historia de manera académica y analicemos ¿si pagar la deuda externa en estas condiciones es hacer patria? ¿Ser nacionalista es mandar a cortarle la garganta a más de 20,000 mil haitianos  entre ellos mujeres y niños con mochas y machetes para simular que fueron pleitos entre campesinos?

Hay libros que hablan sobre como se veían los niños colgados de las bayonetas de soldados que ya se le habían cansado sus brazos de dar “cortes” .Por este evento existen irrefutables documentos aunque ellos y otros quieran bajar el numero de haitianos asesinados, que Trujillo pagó al gobierno fronterizo de Haití  750,000 mil dólares a razón de 50.00 por cada cabeza, obviamente le hicieron una rebaja de 5,000.00 personas! Y cuidado !

Trujillo se burlaba de este pueblo cuando hacia elecciones y el único que participaba era el, Este hombre se mofó de este país cuando nombró a su hijo de cinco años como coronel. Este caballero se acabó de defecar  en todos los dominicanos cuando se hizo el jefe de todas las casas. Todo esto tiene que revisarlo la historia, y ponerlo en el justo lugar que le corresponde.

Trujillo se inicio en el poder con el crimen de una mujer, la esposa de Martínez Reyna estando embarazada, con su gente mató miles por razones políticas, torturó, desapareció,”accidentó” y colmó de terror a todos los que no le amaban con fe y devoción en 31 años. Por ultimo, para coronar su “maravillosa”  administración, terminó su régimen así como comenzó: eliminando mujeres, Con el crimen horrible de las hermanas Mirabal que el próximo 25 de Noviembre cumple un año mas de triste recordación, inspirado en esto se creó en 1999 el día internacional de la no violencia contra la mujer.

Contrario a las mentiras que han dicho últimamente sobre este horrendo, atroz y desafortunado hecho, como parte de la revisión peyorativa de la historia particular de la familia, su pariente, amigo y colaborador de toda una vida, Don Virgilio Alvarez Pina (Don Cucho ) dice en relación a este vulgar asesinato en la pagina 151 de sus memorias: “Trujillo se refería a esto como un acontecimiento ajeno a su voluntad, pero los que le rodeábamos sabíamos que órdenes de esa naturaleza no podían provenir de ninguna autoridad inferior al arbitro nacional y mucho menos producirse sin su consentimiento expreso”.

En algunos meses se celebrara el 50 aniversario del ajusticiamiento de Trujillo que, a juicio de Balaguer como expone en lo que citamos anteriormente y de todo el que tiene dos dedos de frente, “cambió el destino de la República Dominicana”.  Pese a los múltiples errores que se han cometido y se ejecutan día a día en esta democracia imperfecta, que fantástico se siente no tener castrado el pensamiento para poder expresarse sin miedo y decir lo que uno quiere. Otra cosa, en mi casa yo soy el jefe.

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La no angelical Angelita
Es absurdo plantear torturas en “La 40” no fueron iniciativas de su padre

Por: Bernardo Vega
Economista e historiador
Ex director del Museo del Hombre Dominicano
Ex Director del Banco Central
Hoy.com.do

2 de marzo, 2010

Si algún inocente en algún fugaz y confuso momento pensó que tal vez Angelita Trujillo Martínez no era hija del perínclito, sino de otro hombre, esa persona puede ya estar tranquila.  Definitivamente es hija de Rafael Leonidas, por aquello de que de tal palo tal astilla.  El libro que ella firma (¿quiénes le habrán ayudado a escribirlo?) es un libelo que busca enlodar la memoria de algunos de los héroes del 30 de mayo y de la resistencia antitrujillista.
Alegar, por ejemplo, que Trujillo no fue el que ordenó la muerte de las hermanas Mirabal, sino que fue iniciativa de Pupo Román y Luis Amiama es desconocer cómo funcionaba ese régimen, donde toda decisión importante provenía solamente del dictador. Decir, además, que el gobierno sucesor de la dictadura no pudo demostrar que su padre poseía bienes y cuentas bancarias en el exterior es absurdo, más cuando su hermano Ramfis entregó al historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi recortes de periódicos del año 1964 donde un juez francés, que investigaba la demanda en partición de esa fortuna por parte de los hijos de Trujillo fuera de su matrimonio con María Martínez, declaró haber localizado cuentas bancarias en Suiza por US$183 millones, pertenecientes a los hermanos Trujillo Martínez y a su madre María.  (Emilio Rodríguez Demorizi “Archivos de Ramfis Trujillo”, 2008, página 88).
Es una pena que Angelita, a diferencia de dos de sus hermanos, Ramfis y Flor de Oro, no aportara una contribución seria y esclarecedora para el estudio del régimen de su padre.  Su hermano mayor, Ramfis, con un mucho mejor sentido de la historia y reconociendo su incapacidad intelectual para preparar un libro (casi no sabía escribir), entregó, en Madrid, importantísimos documentos de su archivo a Emilio Rodríguez Demorizi, los cuales ahora conforman tres libros llenos de muy importantes informaciones.  Su hermana, Flor de Oro, en sus memorias, sin  mentir, nos permite conocer a su padre dentro de la intimidad familiar, no sin antes criticarlo fuertemente por sus excesos y su búsqueda continua de adulación pública.  Una hija de Ramfis publicó en nuestro país una novela, bastante bien escrita y que ganó un importante premio nacional, donde narra como la niña que sólo había escuchado cosas buenas sobre su abuelo llega al país y lee libros que le permiten darse cuenta cómo éste en realidad era un tirano.
El plantear que las torturas de enero de 1960 en “La 40” fueron iniciativas de Johnny Abbes García y no de su padre es absurdo.  Por cierto, uno de los torturadores en ese lugar lo fue su esposo de esa época, sobre quien Angelita habla poco en su largo libro.
Ella opta por justificar lo injustificable y calumnia a los que contribuyeron a la desaparición del tirano.  Lo hace aprovechándose de la libertad de expresión que existe en nuestro país y que su padre nos negó durante 31 largos años. Con excepción de algunas fotografías (los nombres en los pies de foto no aparecen en el  índice onomástico), la obra aporta poco al conocimiento de ese período de nuestra historia.  Varios asuntos que aparecen como “primicias” ya habían sido publicados en forma documental.  La furia de María Martínez contra Balaguer a finales de 1961 está documentada en una carta escrita por ella a Ramfis el 5 de octubre de ese año y  publicada hace más de 20 años.  La entrega de dinero por parte de la familia Trujillo Martínez a Balaguer para su campaña electoral de 1966, a través de Augusto Lora, está documentada nada menos que en una carta de Ramfis al propio Balaguer del 19 de enero de ese año y publicada hace dos años.
¿Tendrían éxito los descendientes de los difamados en lograr una condena por libelo ya sea en cortes dominicanas o norteamericanas?
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Caprichos lunáticos del Jefe

Por Oquendo Medina
elnacional.com.do
4 de junio, 2014

(1 de 2)

Se afirma que una vez, cuando nuestro pequeño país era gobernado por uno que se hacía llamar honorable y excelentísimo Jefe; pero que en realidad no era más que un miserable, cruel y azaroso dictador. Que se creía amo absoluto y sin discusión de todos los campos y las ciudades, de los barrios y las urbanizaciones, de los ríos y los peces, de las rocas, los árboles y las montañas, de las llanuras y las lomas.

Que se creía dueño y señor del agua dulce y del agua salada, de todas las fábricas e industrias, de todos los negocios grandes y pequeños; dueño de los verbos y las oraciones, de todas las palabras y hasta de los gestos de los niños, de las miradas de los viejos, y del silencio de los vivos y de los muertos.

Que se creía dueño y señor del sudor y de las calamidades de los trabajadores y los campesinos, de los estudiantes y los profesionales; dueño de los caminos y las avenidas, de las veredas y de las autopistas, de las bicicletas, de los carros, camionetas y camiones, de las avionetas y los aviones, de los helicópteros, de los parques de recreo y deportivo, de la música, de los merengues que eran suyo y de nadie más, de los radios y televisores, de los teatros, de los periódicos y las revistas, de todos los artistas, de los poetas, novelistas, cuentistas y ensayistas, de los periodistas, filósofos e historiadores y del partido único.

Que se creía dueño y señor de todas las señoritas que no fueran negras, negras no, nunca negras, nade con las negras; dueño de todas las joyas y todos los gustos, de la lluvia y los vientos, de los aguaceros y los huracanes, de los pájaros, los gusanos y los insectos, de los himnos y las banderas.

En fin, que se creía amo y señor de todas las cosas vivientes y no vivientes que existían dentro de este hermoso pedazo de isla caribeña llamado República Dominicana, le propusieron al abuelo que matara a un hombre.

Que lo habían escogido a él porque era de poco hablar. Respetado y querido en el pueblo y que, por lo tanto, nadie sospecharía que el autor material de la desaparición de Víctor sería él, que así llamaban al hombre. Que todo estaba bien planificado. Que él únicamente dispararía y que otros se encargarían de hacer el resto. Que como pago a ese merecido servicio al Jefe, le regalarían una hacienda con buenas tierras, novillos, vacas y buenos caballos.

Y como si eso fuera poco, que el Jefe le prometía que ni sus hermanos ni él pondrían sus ojos sobre su hermosa hija Carmen, de dieciocho años de edad (quien meses más tarde aparecería ahorcada, no sin antes haber sido ferozmente violada, presentando mordiscos exagerados en los labios, en las orejas, en el cuello y alrededor de los senos).

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“Las fechorías del bandolero Trujillo” o el monstruo en ciernes

Por FRANCISCO S. CRUZ

Hay libros –y lo saben algunos lectores- que al solo hojearlo despiertan una misteriosa incitación a su lectura, tal es el caso de “Las fechorías del bandolero Trujillo” (1937-Puerto Rico) del periodista puertorriqueño Francisco C. Girona Pérez (1901-1960), un texto periodístico mezcla de ensayo-testimonio que nos retrata al dictador Trujillo en la génesis de su encarnadura policiaca-castrense, de su perfil  de gánster-congénito, de su cínica y simulada trayectoria política, sin obviar sus crímenes primogénitos y sus insaciables instintos primarios con los que esculpió la escultura-arquitectura de la dictadura que instauró a sangre y fuego (1930-1961).

Quizás –y para situar a los lectores- la mejor manera de explicar la curiosa historia de este libro es citar lo que escribe Bernardo Vega en la introducción a la versión dominicana (2013): “Tal vez la historia sobre lo que sucedió a este libro es tanto o mas interesante que su contenido. No existe ningún ejemplar de esta obra, tan sólo una fotocopia de la misma en la Biblioteca del Congreso en Washington y otra en la Biblioteca General de la Universidad de Puerto Rico”. O lo que dice –de mas relevancia- la Academia de la Historia a través de su presidente, el  historiador Frank Moya Pons: “Esta obra ofrece detalles acerca de los métodos de represión del régimen trujillista que no aparecen en ningún otro libro y su valor reside en que son testimonios ofrecidos directamente por personas que tuvieron que huir al exilio para escapar de la cárcel o de la muerte…”.

Desde que vi la portada del libro, me llamó la atención: un dibujo que recrea a un Trujillo en una mazmorra, vestido de presidiario, sentado, preocupado. Al respecto, La carátula original (incluida en esta edición-2013), no era menos anunciadora: un Trujillo en pleno teatro del poder: vestido de militar, en una mano una copa que se derrama, en la otra, la cabeza de Desiderio Arias (creo); y debajo, pisada por su bota de guardia campestre, una mujer tendida-subyugada y semidesnuda. El vivo retrato pues, del abusador-dictador que se eleva por encima de la patria, de la Constitución, de las leyes y de todo un pueblo.

Y aunque –y lo advierte Bernardo Vega en la introducción del libro- en algunos pasajes hay consideraciones que podrían calificarse de panfletarias, ello no resta valor histórico al libro ni demerita la prosa del autor si sabemos que estuvo en el país –el dato aparece en la solapa del libro- y que de seguro observó, de primera mano, también, el modus operandi del régimen en su gestación y desarrollo temprano. En eso quizás, o sin quizás, reside el valor sociológico-histórico de este libr que pudo captar, en su génesis y derrotero, una de las dictaduras mas sanguinaria, castradora y prolongada de Latinoamérica.

Pero vayamos al texto en su estilo, contexto histórico y prosa, y dejemos que los lectores capten la atmosfera asfixiante de aquel régimen de oprobio y castración colectiva en pleno apogeo. Pero ¿qué resaltar en medio de aquella barbarie horripilante? Quizás, estos pasajes reveladores y distintivos del principio:

“¿Cómo subió “Chapita” a la presidencia de la República Dominicana? Es un episodio macabro, siniestro, donde la traición y la más sucia de las emboscadas adquiere contornos de alto relieve. Un episodio tan insólito y tan mezquino el historiador de Quisqueya se resistirá a llevar a las páginas de la historia dominicana los detalles del mismo. Quine tenga la misión de escribir la historia de Santo Domingo sentirá asco y horror al recordar tan siquiera la alevosía y la traición con que “Chapita” subió a la presidencia de ese pueblo.

El Presidente Vázquez, un tanto resentido de salud, marchó a Baltimore en busca de mejoría. Durante su ausencia las oficinas del Alto Comando del Ejército fueron antros de conspiración. “Chapita” preparaba el engranaje para derrocar al Presidente Vázquez. Se erguía la traición…” (pag. 41).

O la proclama del General Desiderio Arias (Mao, junio 10 de 1931).

(…) “Es necesario ser honrados y manifestar responsablemente que el 23 de febrero de 1930 no nos legó nada. Él solo resucito los odios y las pasiones, dando una oportunidad mejor que nunca al entronizamiento de la traición y al incremento del crimen, alentando los abusos de autoridad y los excesos de poder… (Pág. 47). (…)

Pero es tiempo para corregir el error. Es necesario que el país comprenda, como lo comprendo yo, que esta tiranía que sufrimos que no tiene paralelo en la historia, impuesta con las puntas de bayonetas y deslustradora de todas las  virtudes del hogar y de la sociedad es necesario que ruede por tierra, destrozada por sus propios errores y por medio de una acción violenta y rápida, para que sea en la República el restablecimiento de la paz y de la moral administrativa que se han perdido totalmente con la ascensión al poder de este tirano enloquecido de lujuria y de crímenes.

Deseo que el país sepa que amenazado de nuevo por este régimen dictatorial y asesino, en mi residencia de Mao, me he visto obligado a romper el sello de la tolerancia, defendiendo mi vida y la vida de la ciudadanía, encarándome resuelto al porvenir para vencer la consigna del miedo y acompañar al pueblo en una lucha brava y decidida que eche por tierra este gobierno de traidores, de inmoralistas y de crimenes…” (Pág. 50).

O finalmente, la postura ética-patriótica-intelectual inconmensurable de Américo Lugo. (…)

“Es el incorruptible patriota don Américo Lugo, quien en una ya histórica y bien documentada carta pone a Trujillo como no digan dueñas. Américo Lugo es uno de los dominicanos más cultos, mas integro, más patriota....

Pues bien, Don Américo Lugo ha sido hasta estos momentos el Historiador Oficial de Santo Domingo. En tal situación, actuaba. El contrato hecho con el gobierno de su país determinaba que los episodios históricos por él escritos terminarían en el ano 1899, época en que “quebraron” a Ulises Heureaux, alias “Lilís”. Y así lo hizo. Pero he aquí que “Chapita” en su loca manía de grandeza, honores y gloria le pide al historiador Lugo que continúe escribiendo la Historia de Santo Domingo hasta el momento actual. Y don Américo, hombre íntegro si los hay, se niega rotunda y valientemente a escribir como quiere el bandolero Trujillo. Así las cosas, Chapita parte por lo más fácil: suspender del cargo al noble y honrado historiador. Ante semejante atropello, don Américo le enfila a Trujillo una carta que pesará a la historia como el documento más valiente y más digno que a un déspota se le puede enviar.

En nuestro poder tenemos el documento. Es algo extenso. Como botones de muestra, veamos algunos de los brillantes y encendidos párrafos de la célebre carta de don Américo Lugo.

Copiamos el párrafo sexto:

“Todo cuanto se escriba sobre administración del General Vázquez y la de usted, sólo podrá ser relatado con imparcialidad en lo futuro. El juicio que uno merece de la posteridad no depende nunca de lo que digan sus contemporáneos, dependen exclusivamente de uno mismo. Aparte de estas consideraciones decisivas, yo no podría escribir ese trozo de la historia por dos razones: la primera, mi falta de salud; la segunda, mi falta de recursos. Recibir dinero por escribirla en las presentes condiciones tendría el aire de vender mi pluma y ésta no tiene precio” (Págs., 77 y 78).

La segunda oración del párrafo décimo, dice:

“…Que nadie pueda erróneamente figurarse que pertenezco a la farándula que sigue a usted, como sigue a todos los potentados de la tierra, tratando de medrar a cambio de lisonjas”.

La penúltima oración del párrafo undécimo, dice:

“…La actual generación dominicana es precisamente, en mi pobre concepto, la más desgraciada de cuantas han hollado con su planta el suelo de la Isla sagrada de America” (Pág. 78).

Y finamente, esta retaliación del sátrapa: “…la indignación del malhechor Trujillo llegó a tal punto, que no conforme con destituir del cargo de Historiador a un hombre tan superior como Lugo, ordenó a la New York and Porto Rico Steamship Co., que destituyera del alto puesto que en dicha compañía ocupaba el hijo de don Américo, señor Chilín Lugo y esta compañía cobarde, indigna y vil, despidió al competente empleado porque así lo ordenó el bandolero Trujillo…” (Pág. 78).

Sin embargo y para terminar -después de este somero registro de la obra de Francisco C Girona-, sería injusto, de nuestra parte, no reconocer el carácter de monografía histórica-periodística crítica de su obra “Las fechorías del bandolero Trujillo” escrita en una fase temprana de la gestación de aquel ensayo diabólico-abominable de poder omnímodo. Por ello, bien hizo la Academia de la Historia Dominicana”, Bernardo Vega y Frank Moya Pons, al rescatar –de alguna manera- y editar esta obra, en franco reconocimiento y correspondencia al valor histórico de la misma; pero, sobre todo, a la Dedicatoria del autor –primera edición, 1937-, en donde se lee:

“Estos párrafos, escritos sin pretensiones literarias y si como un grito de protesta contra los crímenes y las tropelías del sanguinario Rafael Leónidas Trujillo Molina, Presidente por asalto de la heroica República Dominicana, van dedicados a todas las víctimas de la ferocidad trujillista; a las infelices madres dominicanas que han visto caer a los hijos de sus entrañas para no volver a levantarse, acribillados por los secuaces de Trujillo;…” (Francisco C. Girona, 1937/PR-Pág. 23).

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NOTA: Ya 30 años antes, el 21 de abril, 1930, el embajador norteamericano, Charles B. Curtis, había escrito a Washington:

Trujillo es el jefe de una pandilla de gánsters…¿No podrían ustedes convencer a Al Capone para que le ofrezca más dinero [a Trujillo] de lo que ahora se gana aquí para que se vaya a Estados Unidos como su instructor? Creo que eso le agradaria a Trujillo”.

(Carta al Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Latinoamericanos (Francis White), pág. 4 (Herbert Hoover Library, Iowa). 

Esta cita también se encuentra el el libro de Robert Crassweller The Life and Times of a Caribbean Dictator.

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Embajador dijo que Trujillo era un gánster

Por: Steven Fisher
Embajador del Reino Unido en República Dominicana
Titulado en Historia Moderna de la Universidad de Oxford
Listindiario.com.do

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“Se dice que Trujillo, quien muestra síntomas de unos hiatos mentales y una enfermedad física, planifica un viaje extendido a Europa para descansar y recibir tratamiento médico. Durante su ausencia se espera una revolución falsa en cuyo curso habrá un ajuste de cuentas entre el coronel John Abbes y altos oficiales de las Fuerzas Armadas. Se derrocará al presidente Balaguer y pedirán a Trujillo que regrese a casa para salvar la situación”. Este informe llegó al escritorio del director para Las Américas en el Foreign Office el día 30 de mayo. Sobre el informe, escrito a mano, hay una frase muy suscinta. “Overtaken by events”  (“Nos pillaron desprevenidos”).
El reporte del ajusticiamiento en sí fue complicado por varios factores. En primer lugar no se pudo mandar cables desde la Embajada Británica en Ciudad Trujillo durante gran parte del día 31 de Mayo. Cerca de la medianoche el día 31 de mayo, la Embajada en Washington mandó su cable número 1347 a Londres informando que “el Departamento de Estado ha recibido noticias basadas en una información 90 por ciento fiable de que Trujillo ha sido asesinado.”  Al día siguiente el Foreign Office comunicó, quizá con un poco de impaciencia, al embajador McVittie. “Por favor envíenos urgentemente un comentario sobre los rumores del asesinato del general Trujillo”.  Finalmente, McVittie logró comunicarse con Londres y mandó un párrafo informándole al gobierno británico oficialmente que Trujillo había sido asesinado “por el coronel Juan Díaz”. 
En Londres, el embajador dominicano escribió una carta al canciller, fechada 1? de junio, informando que el “Generalísimo Doctor Rafael L. Trujillo Molina fue asesinado en la noche del martes, 30 de mayo”. Añadió que “nueve días de luto han sido declarados en mí país por el presidente, doctor Joaquín Balaguer”. El Foreign Office aceptó la información sin tristeza. Un alto funcionario comentó, en manuscrito, que “no quisiéramos expresar oficialmente ningún sentimiento de pesar”.
No hay espacio acá para recordar todos los comentarios y análisis de parte del embajador McVittie sobre los acontecimientos durante las semanas y meses que quedaban hasta el final de la violencia que siguió al ajusticiamiento. Pero es imposible dejar de mencionar la pena considerable que debió de tener McVittie cuando se presentó en el funeral del doctor Robert Reid Cabral, un amigo personal del embajador y de familia mixta británico-dominicana. El informe de la Embajada sobre ese acontecimiento es muy solemne; dice que el doctor Reid Cabral, siendo la mitad escocés y la mitad dominicano, nunca había solicitado la nacionalidad británica sino siempre había querido tener la nacionalidad de su país de nacimiento que fue la República Dominicana.
El último informe original de esos días que yo pienso vale la pena mencionar, es un cable de dos páginas en que el embajador McVittie ofreció sus “pensamientos personales” sobre la muerte de Trujillo. Empieza expresando su opinión de que “era un gánster, murió como un gánster. Aunque tenía momentos afables; yo le conocía únicamente como un hombre vanidoso, de mal humor con cara repulsiva. No me sorprendí, entonces, que sus asesinos le mutilaran su cara con golpes agresivos, vengando de esta manera a todos los cuerpos golpeados, de hombres de buena reputación, devueltos a sus madres y esposas asustadas, por la policía secreta de Trujillo después de una “interrogación”. Los asesinos fueron miembros de buenas familias de la clase alta con inclinaciones conservadoras en la política”.  McVittie termina este informe con fecha del 5 de junio de 1961 con dos breves párrafos que repito más abajo, en los cuales no solamente expresa cómo el gobierno británico calificó a Trujillo y su impacto sobre la República Dominicana hace medio siglo, sino también indica algunos de los principios de la política externa británica que perdura hasta nuestros tiempos. Fue el canciller Lord Palmerston, el que reconoció a la República Dominicana como Estado independiente en los años 1840s, quien dijo que el Reino Unido no tenía ni aliados ni enemigos eternos, sino que nuestros intereses eran eternos. Y entre esos “intereses eternos” están la estabilidad y la seguridad, la democracia, la libertad, el respeto y la defensa activa de los derechos humanos, además, el enfrentamiento a la tiranía cuando sea posible. Esos sentimientos fueron bien expresados en las palabras del entonces embajador Sr. W. McVittie cuando puso en contexto el efecto Trujillo:
“En muchos países de Occidente, a los ciudadanos les preocupa la amenaza del comunismo, pero casi han olvidado que la última guerra mundial fue una lucha sobre asuntos distintos, o sea, la dictadura y la tiranía. La muerte espantosa de Trujillo ha atraído atención y ha dado un recordatorio conveniente de que los dictadores todavía prosperan hasta que acaban mal.
Muchas personas han elogiado excesivamente los logros materiales del difunto dictador, mi epitafio es que durante los treinta años de su gobierno él desmoralizó a una nación entera y la dejó sin esperanza. Implantó en los corazones de sus súbditos, no solamente un reclamo de una supersticiosa adoración como si fuera un héroe, sino también la crueldad, el odio, el temor, la decepción, la corrupción y la desesperación”.
Me considero muy afortunado de conocer a la República Dominicana del 2011 y no como debió conocerla mi antecesor embajador W. McVittie: República Dominicana de la época de Trujillo. Ahora somos aliados, pueblos y sociedades amigos, socios en la búsqueda de la paz, la seguridad, el desarrollo y la prosperidad.
Los documentos y los recuerdos de 1961 nos enseñan mucho. Quizá lo más importante es que en el deseo de seguir adelante nunca olvidemos de dónde hemos venido. 

(Hasta aqui el articulo)

También pueden leer en el Listín Diario la primer parte de este artículo titulada El Reino Unido y los últimos días de Rafael Trujillo Molina del Embajador Steven Fisher en el Listin Diario.

Cabe destacar que el título en inglés de este artículo del embajador Fisher es The United Kingdon and the "Bringing to Justice" of Trujillo (El Reino Unido y el ajusticiamiento de Trujillo, ver portal de la embajada del Reino Unido abajo). Por alguna razón tradujeron mal el título eliminando la expresión ajusticiamiento Además, le pusieron el nombre completo a Trujillo, forma que normalmente se usa en señal de respeto, y no simplemente "Trujillo" tal como está en el original. ¿Por qué tuvieron que hacerle estos cambios al título? No hemos tenido la oportunidad de comparar el contenido original del artículo en inglés con la traducción del texto en español para ver si hay otros "lavados" tal como hicieron con el título. 

Ver arculo en inglés:
http://ukindominicanrepublic.fco.gov.uk/en/news/?view=News&id=623499982

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EXTRACTO

TRUJILLO: MITO Y EMBLEMÁTICA DE UNA DICTADURA

Por Paola Torres de la Cruz

Enlasgarrasdelterror.blogspot.com

La novela es medio idóneo, terreno fértil para retratar y hacernos sentir el ambiente opresivo, la asfixia y el sin sentido de la dictadura, agudizado por este “Jonás geográfico” que entraña la condición insular.

Podemos sentir las miradas y los oídos que acechan en cada esquina y podemos
comprender que una de las razones más poderosas que provoca que las dictaduras se eternicen es el silencio y el temor que nos va convirtiendo, consciente o inconscientemente, en cómplices a cada uno de nosotros.

Sin embargo, en el caso del “Chivo”, la realidad superó a la ficción, de tal manera que Vargas Llosa obvió muchos relatos verídicos que ilustran la personalidad de Trujillo y su familia, por considerar que serían inverosímiles para la mayoría de nosotros. Porque la parafernalia trujillista fue construyendo a lo largo de 31 años un personaje mítico, un ser mesiánico, que por encima de los infortunios de la naturaleza se erige como el pacificador, el reconstructor de una nación, a la que ha arrebatado del infortunio para llevarla a las “más altas cumbres de la vida occidental y la caridad cristiana”. Este “predestinado”, a decir de su corte, es señalado desde que nace por la Providencia:

“Sobre San Cristóbal dormido mientras una extraña luz, extraterrena, fulge sobre la casa antañona, sobre la casa olorosa a trabajo y santidad, donde trajinan personas, donde se escuchan los vagidos augúrales y misteriosos del nuevo ser que saluda a la Vida.

Aquella casa es ya nuestro Portal de Belén.
Es el 24 de octubre de 1891.
Es la medianoche.
El milagro se ha hecho carne de gloria...
¡Rafael Leonidas Trujillo y Molina ha nacido!”.

Todas las historias que se generaban en torno a su persona venían a robustecer y
redondear el mito:

Su capacidad de trabajo se convirtió en algo proverbial: a las 4:00 de la mañana se despertaba y se enteraba de todas las novedades, desde las noticias internacionale s hasta los chismes locales.

Metódico y sistemático cada día trabajaba hasta las siete de la noche y después de
cenar visitaba a la “excelsa matrona” doña Julia y recorría a pie el trayecto que lo llevaba al malecón. Era el momento en que se discutían los asuntos y con su trato preferencial o su indiferencia separaba los afortunados de los que iban cayendo en desgracia. Desconfiado prefería tener a todos vigilados y controlados, dispuestos a cualquier cosa por ganarse el favor del Jefe.

Impecablemente vestido soportaba de manera estoica las altas temperaturas y la
humedad enfundado en su traje de etiqueta o en su uniforme militar, que complementaba en las grandes ocasiones con un barroco bicornio de plumas de avestruz coronando su testa. Lo que confirmaba que él, el Generalísimo, contrariamente al resto de los mortales nunca sudaba.

Su narcisismo era tan acusado que en repetidas ocasiones salía del baño totalmente desnudo para que la camarilla de aduladores exclamara con admiración:

“¡Qué cuerpo! ¡Qué blancura de piel! (“Mentira que es mulatón”, denuncia José Almoina) ¡Qué formas! ¡Qué musculatura! ¡Así se explica que las mujeres no resistan al Jefe!”.

Trujillo se maquillaba constantemente en su afán de ocultar los visibles rasgos negros que debía agradecer a su abuela materna de origen haitiano, Luisa Erciná Chevalier. Para atenuar tan “desagradable” herencia, sus antecedentes haitianos quedaron ocultos en un estudio genealógico que remontaba el origen de su familia a la Casa de Borgoña, del Poitou, de Flandes, de Bretaña y de Anjou y no al continente africano.

Pero sus proezas físicas no se limitaban a estos aspectos, era un mujeriego reconocido y probado, que cada semana permanecía 2 ó 3 días en la legendaria Casa de Caoba de su natal San Cristóbal, ya fuese con prostitutas, desflorando vírgenes elegidas cuidadosamente para la ocasión, o disfrutando de las esposas de sus funcionarios más cercanos, por supuesto para “que todo quedara en familia”. Democrático en sus preferencias no discriminaba entre señoras de noble alcurnia, niñas clase-medieras del interior, estudiantes u oficinistas, lo que demostraba que el Jefe era un “machazo”, un auténtico “Gallo”. Y a decir de Almoina, tampoco despreciaba los representantes de su propio sexo siendo el más constante de sus amantes Manuel de Moya, un guapo ex modelo de calzoncillos y Glostora, que por sus habilidades amatorias había sido elevado al cargo de distinguido diplomático.

El control del “Jefe” era absoluto, cualquier sospechoso de conspiración o deslealtad podía terminar de huésped de “La 40”, “El 9” o víctima de los más crueles tratos en el manicomio del Km 28. Unos lograban sobrevivir a las torturas ideadas por Johnny Abbes y sus secuaces, los que no, eran arrojados a los tiburones en las inmediaciones del matadero de reses de la Autopista Sánchez. Nadie parecía escapar a la mirada inquisitiva del Jefe, que mantenía su régimen de “orden y paz”a través de una impresionante red de espías que controlaban los movimientos de todos: el limpiabotas, el vecino o el compañero de trabajo podían ser pagados por las huestes de Chapita. El temor cobraba formas inusitadas, así durante la estancia de un grupo de exiliados anarquistas en las colonias agrícolas de la provincia de San Juan de la Maguana, los campesinos alertan a los españoles de los peligros que entraña hablar de Trujillo. No hay hora del día, ni sitio que escape a su control, cuando la red de caliés deja de trabajar, los poderes sobrenaturales vienen en su auxilio, pues el Jefe durante las noches “manda a las brujas” a escuchar las conversaciones.

Cada día la gente esperaba con ansía el periódico para revisar con mano temblorosa la sección de “El Foro Público”, columna que rezumaba el malestar de Trujillo destruyendo reputaciones y condenando al ostracismo a los que caían de su gracia y pasaban a engrosar la funesta lista de los “desafectos”.

Implacable con sus enemigos idea la manera de deshacerse de todo aquel que atenta con sus intereses. En 1956 secuestra a Jesús Galíndez en Nueva York, a quien, según cuenta la “leyenda”, le hace comer una por una de las páginas de su tesis doctoral “La Era de Trujillo”, para después arrojar a los tiburones la masa informe en que se había convertido su cuerpo. A Almoina, el español en el que depositó su confianza y a quien nunca perdonó su traición lo hizo vivir en constante zozobra en su auto-exilio en México donde finalmente lo asesina en 1960. La larga lista incluye los dos atentados contra su declarado enemigo, el presidente venezolano Rómulo Betancourt, al que intenta asesinar con una jeringa llena de veneno cuando transita por una concurrida calle de La Habana, y al que finalmente destroza las manos cuando un coche bomba estalla en Caracas justo cuando el automóvil presidencial pasaba por el lugar. Esto, sin contar el alucinante episodio orquestado por Abbes cuando envía a un despistado piloto para inundar las calles de Caracas con volantes contrarios a Betancourt: El piloto no encuentra Caracas y deja caer en tierras curazoleñas miles de papeletas ante la mirada incrédula de los locales.

Este poder absoluto y sin limitaciones aislaba a Trujillo, elevándolo por encima de los demás, transformado en el “Dios Padre”, el “Dios Gran Macho”, que encarna el rol de protector, el “monarca paterno y dominador” y explica la atmósfera de culto mesiánico que se traducía en la placa que ostentaban miles de hogares dominicanos con la frase “Dios y Trujillo”.

La mitificación de Trujillo comienza temprano. Poco después de ascender al poder,
Trujillo debe enfrentar una gran catástrofe natural, el ciclón de San Zenón y, con ello, severos daños a los cultivos agrícolas de las zonas este y sur del país y la destrucción de gran parte de las construcciones de madera que cubrían los barrios pobres de la capital . Esta es la oportunidad para que el dictador, cual “héroe civilizador” permita que el pueblo dominicano deje de ”ser asistido exclusivamente por Dios para serlo igualmente por una mano que parece tocada desde el principio de una especie de predestinación divina: la mano providencial de Trujillo”.

El dictador se convierte en Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva (títulos que se le otorgan en reconocimiento por sus hazañas) cuando desafía las inclemencias de la Naturaleza que, “en diabólico aquelarre las aguas y los vientos, Santo Domingo de Guzmán, como las ciudades de la Escritura ha dejado de existir”.

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Trujillismo e implantación de una nueva memoria
 Marcio Veloz Maggiolo
Listín Diario
5 Marzo 2010

A más de cincuenta años de la muerte de Trujillo, se vive la avalancha de textos sobre su dictadura, con la nueva vertiente de que son sus descendientes y relacionados los que ahora desempolvan una memoria a veces de segunda mano, maliciosa y adrede confusa, por cuanto la misma juega  a la desaparición de otras memorias, puesto que en la  actualidad el 70 por ciento de los que vivieron la famosa “era” están muertos, y no son muchos de los que guardan la otra memoria, la real, la cotidiana, la de las muertes en las calles, los robos de terrenos y haciendas hechos por el dictador y sus familiares más cercanos, la memoria de los que participaron en la pavorosa quietud aterrorizada frente a la muerte de tantos dominicanos, los que guardan la memoria de los que fusilaron sentados en sillones mullidos, a los invasores de junio llevados a San Isidro, tirados como sacos de papas frente al paredón, atados con alambres de púas y cosidos a bayonetazos como lo revelaron la excavaciones de Fernando Luna Calderón, nunca publicadas.
La memoria de los que desaparecieron por orden biológico llevándose el cotidiano asedio de Abbes García, y la tortura de los inventores de la peculiar silla eléctrica de la calle 40.  La memoria del que fuera  el coronel Miguel Paulino al frente de la llamada 42, pandilla trujillista que ayudó a  distribuir cadáveres en las calles de aquellos que se oponían a que Trujillo subiera al poder bajo el grito de “No puede ser”; las memorias de los que cayeron en redadas mortales como aconteció con los llamados “Panfleteros”, jóvenes hartos de la  dictadura más cruenta de América,   que desaparecieron con su memoria a cuestas, memoria que hoy necesitamos.
Deben haber desaparecido con su memoria a cuestas, y hace poco tiempo, los que contribuyeron con la acción que dejó con las manos quemadas a Rómulo Betaucourt y con impacto de muerte a uno de sus guardaespaldas. Se marchó la memoria de los participantes en las torturas de la cárcel de Nigua. No existen las memorias de los muertos en los atentados en México, Cuba, Guatemala, Estados Unidos, Venezuela, y otros puntos de América, salvo algunos casos comprometedores para el régimen. Ni existe la memoria de muchos de los miles de exiliados que fueron a vivir en otros lares pensando siempre en el eterno retorno.
Ahora, aprovechando el viaje hacia la nada de estos partícipes de la memoria de una era de horror, los que quedamos nos damos cuenta de que existen los supervivientes de una dictadura mortal que desean hacer confeccionar una memoria nueva, neotrujilista para los dominicanos. Intentan recoger los frutos que Balaguer sembró durante largos años  y que están en sus defensas a Trujillo, a su polítca, y el haber llenado los cargos del estado de viejos políticos que cuidaron el pasado trujillista desde su propia biografía, desde su poltrona pública.
Es todo un peligroso movimiento orquestado con la imbécil creencia de que  hacer una nueva memoria, falsa y cargada de formulas destinadas al futuro del país, es posible. Los orquestadores de la nueva memoria, con los Trujillo reales y los irreales, intentan con prosa mezclada de autores varios y de viajeros perennes a la ciudad de Miami, hacernos ver a Trujillo jefe como un abuelo magnánimo ñnada extraño en un psicópata que mata niños haitianos en la frontera y adora los caballos de paso fino a los que atiende con amor de padre- y como enemigos del régimen a los opositores a la dictadura que el padre y abuelo defenderían para salvar a la patria creada por él, porque antes de Trujillo  no hubo patria.
La patria nació con los míticos logros del ciclón San Zenón. La señora Trujillo dice que su padre no hizo otra cosa que salvar al país, y defenderse, y cuando habla de la fortuna del mismo tiene dejo de una ingenua colegiala, confundiendo adrede los fondos públicos con los de su progenitor al parecer procedentes de una fortuna diferente a la que mezclaba con la del Estado. Ella, estando en pleno goce de ferias y bailes casi en los momentos terribles de la muerte de las Mirabal, en  ningún momento se referirá a los malos usos de esos fondos, a textos de los esbirros que  ejecutaron el plan, al enriquecimiento familiar a base de la explotación del país y al uso de los recursos económicos que manejaron muchos Trujillo, receptores de prebendas y enriquecidos malamente bajo el manto del rey, encubridor desde 1930 o antes de sus abigeatos, de sus violaciones y las de sus amigos, a los que defendería como es el caso del general Ernesto Pérez, del cual habla en su libro “ Viacrucis de  un Pueblo”, con pruebas fehacientes, Félix a Mejía.
Es como si la hija del Benefactor ignorara realmente la historia del régimen y sólo tuviera memoria, pero oculta de cuanto fue la parte oscura de su vida cotidiana, como la muerte de Pilar Báez, la de Awad Canaán, y todo cuanto se relacionaba con el sangriento mundo de ensueños que el Generalísimo le permitía, haciéndola creerse reina de un país en el que los ditirambos fueron los dedicados a una alteza real cantada por el poeta y militar español López Anglada, y por danzas que llegaron a proclamarla como “la reina de este pueblo”, mientras la sangre, base del régimen de su padre, corría para solventar desde 1929 el afán de poder de Trujillo. Ahí quedaba como memoria de una equivocación ingenua, el fantasma de la traición a su progenitor político, Horacio Vásquez, el cual se paseaba, cuando había memoria viva, en el pensamiento de los dominicanos, así como la muerte de los que podrían ser sus opositores futuros, como lo Bencosme, con su mujer embarazada, revelador de la insania y de las garras del tirano.
Lo mismo seria la cabeza ingenua, aunque él no lo fuera, de Desiderio Arias, cercenada y cosida luego de aquel encuentro en el que el líder guerrillero y el jefe virtual llegaron a  un “acuerdo de caballeros”, que sigue infectando la historia dominicana, tal  el simbólico macuto en el  que le fue entregada a Trujillo: la prenda estuvo por largo tiempo en la memoria ahora muerta de muchos de los que se han ido, y narraron a sus nietos y biznietos la máscara empolvada, el bigote tenso y varonil y la sonrisa estirada del muerto, cuyo injerto le fue ordenado a un medico respetable del país, tal y como lo narra al ingeniero Delgado Malagón en uno de sus textos de la revista Rumbo.
Las razones de una nueva memoria, la de los descendientes de Trujillo, responde al olvido que los dominicanos han demostrado siempre entre farandulismo y perico ripiao. El dominicano montado en su caballo más de la ruralidad que del hipódromo, gusta de lo comido por lo servido, y en tal sentido el pasado lo preocupa por ser pasado amenazante, pero no por ser, precisamente historia que lo identifica.
Desde cincuenta años a esta parte una memoria cotidiana ha sido enterrada con sus propietarios y otra por sus propientarios. Sin embargo la lucha por la verdadera memoria parece abocarse hoy a la de los sobrevivientes y los historiadores, contra la mentira trujillista interesada. A ver quién gana.
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"Alta tensión, desesperación y una sensación de peligro inminente son los elementos que predominan en la situación social. Los dominicanos se temen uno al otro y les tienen pavor
mortal a los extranjeros. Sospechan de sus sirvientes y dudan de sus amigos. Temen a ser denunciados; tienen la espeluznante sensación de que están constantemente bajo la mira. 
Les tienen pavor a los severos y demoledores decretos y a la red de regulaciones que, con
estilo totalitario, determina el curso de sus vidas desde la cuna hasta la tumba."

(Traducción de la edición en inglés de Trujillo, Little Caesar of the Caribbean de Germán Ornés, 1958; pág. 3)






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EL TRUJILLISMO 50 AÑOS DESPUÉS

La sociedad cambió más que en toda su historia anterior

Por Dra. Rosario Espinal
Socióloga
Hoy.com.do
24 de mayo, 2011

En unos días se cumplen 50 años del asesinato del dictador Rafael L. Trujillo y la ocasión es propicia para recordar cuánto ha cambiado la República Dominicana en este período, y reflexionar sobre lo que persiste.

El país cuenta con un empresariado diverso, una clase media amplia y pujante, un segmento significativo de la población dominicana ha emigrado al exterior, otros han migrado de Haití a la República Dominicana, hay libertades civiles, elecciones competitivas, un sistema de partidos bastante estable, y muchas organizaciones sociales. La mayoría de la población vive en las ciudades y está altamente integrada al mundo exterior a través de los medios de comunicación, la migración y el turismo.

Podríamos decir que en los últimos 50 años, la sociedad dominicana cambió más que en toda su historia anterior. La población creció más, la economía creció más, los servicios públicos se ampliaron y se produjo un importante proceso de movilidad social.

Aunque algunos nostálgicos del trujillismo resalten los supuestos beneficios de aquella época dictatorial, probablemente muy pocos dominicanos quisieran vivir hoy en un régimen atroz como el de aquella época.

Pero ojo, hay graves problemas en la sociedad dominicana que llevan a muchos a desear la vuelta de un “jefe”. La delincuencia y la sensación de desorden en el Estado y la sociedad son los factores que motivan tales deseos.

En la época de Trujillo, con una sociedad pequeña y un Estado altamente represivo, era fácil controlar la delincuencia de quienes no eran parte del régimen. El crimen era prerrogativa del gobierno que robaba y mataba impunemente. El resto de la sociedad era severamente castigada si violaba las normas. Las violaciones eran exclusividad del dictador, y la población se acostumbró a aguantar muchas barbaridades sumida en el miedo y el silencio.

Para el Estado ejercer un poder dictatorial, necesitaba orden. Un orden impuesto, no consultado, ni dialogado. La disidencia era reprimida y sancionada.

La democracia actual, por el contrario, corre el riesgo de proyectar una sensación de desorden porque no logra consensuar un orden institucional participativo y más transparente.

En la República Dominicana actual, los partidos políticos representan electoralmente a la ciudadanía, pero no políticamente, porque ni los partidos ni el Estado están interesados en consensuar las políticas públicas que la población desea y espera.

En el sistema de democracia clientelista imperante, el desorden administrativo es funcional a la acumulación de capital de los políticos y el empresariado.

Eso genera vacíos de representación política que los partidos suplen con más clientelismo y corrupción para forjar alianzas y apoyos políticos. Como el sistema es muy excluyente, a pesar de sus ribetes democráticos, se generan grandes insatisfacciones ante las demandas insatisfechas de la sociedad.

En la Era de Trujillo, los únicos beneficiarios de la política eran el dictador y sus allegados. El resto de la población era oprimida o subordinada, y su único camino era la obediencia. Estar fuera de ella significaba encontrar la cárcel, la muerte o el exilio.

En los últimos 30 años, la rotación de los partidos políticos en el poder ha permitido equilibrar el sistema de democracia clientelar, pero no fortalecer una democracia institucional.

En encuesta tras encuesta, la sociedad dominicana dice que prefiere la democracia a otro tipo de gobierno, pero se queja del desorden que impera y muestra cierta añoranza por la mano dura. Esto no debe interpretarse como nostalgia por el trujillismo, sino como un deseo de que la democracia dominicana sea más institucional, más justa y más transparente. 

¿Podrá la República Dominicana finiquitar el legado nefasto del trujillismo en los próximos 50 años?

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Moya Pons: “Todo ha crecido en el país”

Hector Linares
El Caribe
Diciembre 27, 2014


En las últimas cinco décadas el tamaño de la economía dominicana se ha multiplicado por al menos 60 veces, con un elevado componente de diversificación que ya ningún producto es tan dominante como lo fue el azúcar.

La data y el juicio los ofrece el historiador Frank Moya Pons en su libro “El Gran Cambio”, en el cual analiza la transformación social y económica de la República Dominicana en el período comprendido entre 1963 y 2013.

Recuerda que en el 1961 el país se enfrentaba a la realidad de tener una población de 3.0 millones de habitantes, con un 70% residiendo en el campo, más de un 25% analfabetos, y pueblos y ciudades que comenzaban a recibir oleadas masivas de familias campesinas que huían de los campos y llegaban a construir favelas en las márgenes de los pueblos y ciudades. 

“Esto era el reflejo de una agricultura que mostraba signos de estancamiento, pues la producción era más el resultado de la apertura y colonización de tierras nuevas que de la modernización de las técnicas de cultivo”, explica .

Moya Pons enfatiza en su obra que en los últimos 50 años la economía dominicana dejó de ser una economía exportadora de productos primarios para convertirse en una economía “muy diversificada”, sin ningún renglón dominante como lo fue el azúcar, producto que dice en el 1961 representaba el 60% de los ingresos de divisas del país. 

“Hoy el azúcar representa apenas el seis por ciento del valor de las exportaciones nacionales”, narra. La obra del historiador está basada en estadísticas cuyo último año de referencia es el 2013.

Detalla que las cifras de crecimiento de la economía nacional “son tan altas que aun deflactándolas muestran un agigantamiento de la base productiva nacional que nadie podía imaginar cuarenta años atrás”. “Por ejemplo”, cita, “en 1060 el producto interno bruto real del país era de apenas 790 millones de dólares. Hoy, en el año 2013, es superior a los 48,000 millones de dólares, sesenta veces mayor que a la muerte de Trujillo”.Moya 

Pons resalta que otros países del mundo también han crecido significativamente en el curso de los últimos cincuenta años, pero el crecimiento dominicano ha sido uno de los más altos de América Latina durante varias décadas, y que gracias a ello la República Dominicana, “que en 1960 tenía el producto por habitante más bajo del continente, subió en el 2005 por encima de otros nueve países (Jamaica, Ecuador, Paraguay, El Salvador, Cuba, Honduras, Nicaragua y Haití).

El autor cita, de muchos indicadores que “se pueden utilizar para mostrar ese crecimiento”, el presupuesto nacional, que en 1961 fue de 184.7 millones de pesos, equivalentes a 184 millones de dólares, en tanto que el presupuesto nacional del año 2013 “es sesenta y cinco veces mayor: 516,000 millones de pesos, equivalentes a más de 1|2,000 millones de dólares”.

“Si al final de la Era de Trujillo el Estado dominicano gastaba 61 dólares por cada ciudadano, hoy gasta 1,200 dólares, esto es, 20 veces más”, puntualiza.

Moya Pons enfatiza que el crecimiento económico dominicano del último medio siglo también “puede apreciarse en los indicadores de producción de ciertos renglones industriales y agrícolas, como el cemento, la cerveza, el ron, los cigarros y cigarrillos, los aceites comestibles, el jabón, el chocolate, el café, la sal, el arroz, los plátanos, los bananos, los frijoles y las raíces comestibles, entre otros.

“En algunos casos la producción se ha multiplicado muchas veces, como ha ocurrido con el arroz que, luego de la llamada revolución verde, experimentó un salto de más de diez veces, gracias a la apertura de nuevas tierras irrigadas por nuevos canales de riego, a la introducción de nuevas variedades y semillas, y a mejores métodos de control de plagas y manejo de postcosecha”, dice el afamado investigador. 

Agrega que la producción de cerezas, “otro producto indicativo, se ha multiplicado cuarenta y cinco veces; la de cemento, más de cien veces; la de aceites comestibles, sesenta veces; la de ron, más de doce veces; la de carne de pollo, de casi nada a más de 7.5 quintales anuales, y casi lo mismo puede decirse de la mayoría de los productos de consumo masivo”.

Sostiene que el crecimiento económico ha sido motorizado por la aplicación de políticas destinadas a desarrollar la infraestructura productiva del país. “Entre 1966 y 1978, por ejemplo, el Estado dominicano hizo mucho énfasis en un programa de austeridad fiscal y manejo ortodoxo de la política monetaria, que le permitió realizar algunos ahorros para desarrollar numerosas obras públicas destinadas a estimular la producción”, indica el historiador en su obra.

Asegura, asimismo, que “el Estado fomentó la industrialización de sustitución de importaciones, construyó presas, numerosos acueductos rurales y canales de riego”, y abrió cientos de nuevos caminos vecinales para facilitar la salida de productos agropecuarios.

“Construyó carreteras, aeropuertos, edificios públicos, calles y bulevares en las principales ciudades del país. Protegió la inversión extranjera en el sector minero y el turismo. Acentuó los programas de reforma agraria y colonización de nuevas tierras que fueron incorporadas a la producción. Promovió, asimismo, la apertura de zonas francas para exportar. Y estimuló la emigración de dominicanos hacia el extranjero para quitarle presión demográfica a los recursos económicos”.

De acuerdo con el historiador Moya Pons, el crecimiento económico dominicano “se expresa en todos los indicadores. Todo ha crecido en el país: creció la población y, por ende, el número de viviendas. Crecieron los centros urbanos y , en consecuencia, las demandas de servicios públicos. Esas demandas han sido atendidas desigualmente y ello ha llevado la existencia de grandes desequilibrios entre las zonas urbanas y las rurales, así como entre regiones, pueblos y ciudades”.

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Las insuficiencias de nuestra democracia y la reivindicación del trujillismo, y sus responsables

Por Aquiles Julián

“Desde aquí podremos transmitir a todas las generaciones todo el sacrificio, toda la heroicidad de quienes lucharon para que en la República Dominicana exista libertad, democracia, independencia y justicia social”.

Leonel Fernández Presidente constitucional de la Rep. Dominicana
Acto inauguración Museo de la Resistencia.

Un artero movimiento en pinzas, desde un supuesto radicalismo de boca e izquierdismo trasnochado, en el fondo trujillismo vergonzante, como veremos; y por el otro, desde la desvergonzada reivindicación del nefasto régimen que encabeza la hija del tirano y su pareja, se pone en evidencia, para echar lodo y calumniar a los héroes del 30 de Mayo con motivo del quincuagésimo aniversario de la única acción heroica que logró su meta en todo el siglo XX dominicano.

¿Cuál es el propósito velado de toda la estrategia? Lograr instalar en el país una “fundación cultural” que sirva para estructurar un partido político trujillista y postular a Luis José Ramfis Domínguez Trujillo, alias “Ramfito”, su hijo, como candidato, aprovechando la ignorancia, confusión, desinformación y carencias formativas de la población, y reiniciar la tiranía, capitalizando cierta tendencia antidemocrática y pro gobiernos autoritarios que prevalece en América Latina.

Así, tanto los trujillistas como los falsos “radicales izquierdizantes” echan pestes de nuestra maltrecha democracia, de sus lacras, insuficiencias, permisividades, impunidades y limitaciones. Lo que no dicen es que si nuestra pobre democracia es tal, no se debe a los héroes del 30 de Mayo, sino a ellos, a los trujillistas que recuperaron el control del poder en 1966 y a los sectores supuestamente liberales y de izquierdas que se aliaron con ellos en 1961 y 1964-65, y que empezaron a denostar la democracia como régimen de gobierno y a vindicar la dictadura, enalteciéndola como el tipo de gobierno mejor para este país. ¿Qué gran diferencia tendría el apellido que le pongan a la dictadura? ¡Era dictadura! Sea trujillista, del “proletariado” o con “respaldo popular”.

Ante los actos de este quincuagésimo aniversario de la gesta heroica que nos libró del malhechor ensorbecido, han emprendido una renovada alianza antipatriótica, antinacional y desvergonzada, para elevar el nivel de ruido y confusión, de manera que la conciencia ingenua del dominicano sea sorprendida por falsedades que arrojen dudas y provoquen desconfianza sobre su historia reciente, doren y magnifiquen la tiranía mostrándola como un “tiempo mejor” donde sólo los que se oponían a Trujillo sufrían las consecuencias de enfrentar al poder, pero en la que el pueblo dominicano “progresó” y “vivía mejor” (mentiras de un descaro total), y provoquen suspicacias y recelos sobre la conducta y la acción viril de los héroes del 30 de Mayo, a los que se intenta desacreditar por todos los medios posibles.

¿POR QUÉ TIENE TANTAS LIMITACIONES NUESTRA DEMOCRACIA?

¿A qué se debe que, 50 años después de la muerte de Trujillo, nuestra democracia tenga tantos rasgos autoritarios, prevalezca tanta concentración de poder en el Ejecutivo, las instituciones sean más formales que reales, la Constitución siga siendo “un pedazo de papel”, la impunidad y la corrupción permanezcan intocadas, y la justicia sea un mercado en que jueces y fiscales se lucran de manera descarada y el dinero opere como el real código penal o civil, y no las leyes?

Tanto trujillistas como estos seudo radicales izquierdófilos (y reales trujillistas vergonzantes), suelen echar pestes de nuestra endeble democracia, a la que acusan de todos los males y todas las maldades habidas y por haber. Y tras toda esa campaña contra nuestros magros avances se esconde un propósito que los une: desacreditar la democracia para enaltecer… ¡la dictadura!

Ciertamente, tenemos muchas insuficiencias, lacras y deformaciones. Ahora, pregúntese, ¿debido a qué? ¿Quiénes son los responsables de que no hayamos avanzado? ¡Oh, pues los trujillistas y los sectores supuestamente liberales y de izquierdas que se aliaron a ellos! Son los reales responsables del mamotreto de democracia que todavía exhibimos y lo crearon para poder desacreditarlo a gusto y provocar que la náusea que ciertas prácticas deleznables que todavía se cometen con total impunidad y descaro lleven a los cándidos dominicanos, que son la mayoría, a darle espacio a la reinstauración de la tiranía.

Desde el equivocado pacto de Juan Bosch y Balaguer en el Waldorf Astoria de Nueva York en 1961 por el cual el PRD recibiría el apoyo de los remanentes del Partido Dominicano, único partido que existía totalmente estructurado en el país, a cambio de impunidad (política de “borrón y cuenta nueva”), los sectores que se han presentado una y otra vez como liberales y prodemocracia y de tendencia izquierdizante, han en realidad legitimado y servido al peor de los enemigos de este país: el trujillismo.

A los dirigentes y miembros del Partido Dominicano se les informó, comunidad por comunidad, que serían perseguidos, desconsiderados, humillados, arrestados y despojados si la Unión Cívica Dominicana, entidad que agrupaba a las fuerzas sociales que habían descabezado la dictadura ganaba las elecciones del 1962, primeras elecciones libres en nuestro país, tras 31 años de dictadura.

Ese hecho, la alianza entre Bosch y Balaguer en 1961, produjo una aberración: que la muerte de Trujillo no trajera aparejada la desaparición del trujillismo.

Los trujillistas se inscribieron en masa en el PRD, entelequia que existía sólo de manera formal en el exilio, pues su negación a participar en la gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo lo había aislado y desacreditado. Eso explica por qué un partido que eran una siglas sin militancia (¿pregúntese cuántos perredeístas arribaron al país, fuera de Ángel Miolán, Ramón Castillo, Nicolás y Lucy de Silfa y Juan Bosch, y verá que el llamado PRD no era más que una entelequia que no llenaba un cuarto? ¿Cómo entonces ganó las elecciones de diciembre del 1962? ¡Oh, y con los votos del Partido Dominicano y los trujillistas! ¿No lo sabía usted? Pues entérese), al proponer la errónea táctica (útil a corto plazo, inmoral y dañina a largo plazo, como demostró ser) del “Borrón y cuenta nueva” que amnistiaba al trujillismo y a los trujillistas, se impuso electoralmente.

Calieses, esbirros, personeros de los que hostigaron a la Iglesia Católica a finales de la dictadura (lo que explica las reservas que la jerarquía católica tuvo frente al PRD y no el “consevadurismo” como han querido pintarlo), ex empleados de Johnny Abbes García en Radio Caribe como Euclides Gutiérrez Félix, ex diputados y senadores trujillistas, ex alcaldes y figuras del trujillismo local como los Sánchez Barets de Cotuí, hijos y parientes de connotados trujillistas como Ivelisse Prats Ramírez, la hija del esbirro Francisco Prats, entraron por montones a blanquear con el “cloro revolucionario” del PRD su pasado de colaboración activa con el régimen depuesto.

Al legitimar el trujillismo y exonerarlo de culpas, y limitar el trujillismo a Trujillo, sosteniendo que muerto Trujillo el trujillismo había acabado, se le dio un respiro a las estructuras políticas y sociales que servían de sostén al régimen que terminó por ser mortal para nuestra incipiente democracia. De ahí sus insuficiencias y la permanencia de prácticas y añagazas trujillistas que perviven 50 años después de muerto el tirano.

LA ALIANZA PARA DESACREDITAR LA DEMOCRACIA

¿Qué hicieron posteriormente los sectores formalmente de izquierda y los sectores supuestamente liberales? La emprendieron contra la democracia como modelo político y social, desacreditándola ferozmente y promoviendo como lo que debía ser la aspiración de este país que se instaurara… ¡una dictadura!

Se predicó por ciudades y campos que la democracia no servía, que no funcionaba, que no era lo que los dominicanos tenían que valorar, defender y perfeccionar. Se vindicó el gobierno de fuerza, el aplastamiento de toda disidencia o discrepancia, el imponerse a las malas, por la fuerza, el culto al fusil (porque “el poder viene del fusil” como se voceaba en la UASD y en los liceos públicos), y se llamó a los dominicanos a reinstaurar en el país una dictadura a la que se le daba apellido: “del proletariado”, “con respaldo popular”, “revolucionaria”, “de nuevo tipo”, etc. Y en eso, de nuevo, coincidieron con los intereses estratégicos de los trujillistas.

¿Cómo podía mejorar nuestra democracia si se le descartaba como modelo? ¿Quién la iba a defender si todas las fuerzas existentes en el país con cierta significación la menospreciaban y la consideraban inútil o innecesaria, considerando que lo que el país precisaba era instalar de nuevo una dictadura?

Ese fue el pecado en que todos incurrimos. Y el que nos hace responsables a todos los que sobrevivimos estos últimos 50 años de existencia republicana de que el trujillismo perviva como una amenaza para el país.

Y ahora mismo, disfrazado como radicalismo izquierdizante, enumerando las lacras y deficiencias que lastran nuestra democracia más formal que real, vemos cómo siguen en un ejercicio de trujillismo vergonzante haciendo causa común con los desembozados partidarios de reinstalar en el país el régimen de terror y oprobio del que el valor temerario y la determinación heroica de los héroes del 30 de Mayo nos libró.

¿USTED CREE QUE LA VERDAD DE LA GUERRA DE ABRIL SE CONOCE?

Voy a aventurar ahora una hipótesis que sospecho tiene fuertes posibilidades de ser verdad y que es probable que permanezca conveniente en la sombra: la real razón de que una buena parte de los militares que hoy pasan por “constitucionalistas” y “partidarios del retorno al poder de Juan Bosch” al poder se involucraran en la conspiración contra el “triunvirato” en 1964.

La revuelta militar y la guerra civil desatada en abril de 1965 ha sido mitificada y manipulada a conveniencia tanto por el PRD y las “izquierdas” a un grado tal que han escamoteado y estafado a este país la verdad de ese hecho histórico.

Se sabe que hubo un sector militar, encabezado por el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, que hizo el compromiso de retornar al poder a Bosch. Y que hubo otro grupo, el llamado Grupo de San Cristóbal uno de cuyos líderes lo era el coronel Neit Rafael Nivar Seijas, partidario de la deposición del Triunvirato y la convocatoria a elecciones libres, pues tenía compromisos políticos con la candidatura del Dr. Joaquín Balaguer. Y aquí va mi hipótesis: hubo un tercer sector militar, que respondía a las órdenes de Ramfis Trujillo, comprometido en un plan inicuo de restaurar la dictadura trujillista y traer de nuevo al país al hijo mayor del dictador. Este sector se encubrió bajo el ropaje conveniente de los otros dos, pero tenía su agenda oculta. Y en particular creo que a este sector es que pertenecían Francis Caamaño (que partidario de Bosch no era en nada), Manuel Ramón Montes Arache (que cumplió para Ramfis una tarea inmunda: mandar a asesinar al héroe nacional Ángel Severo Cabral en 1965), Hernando Ramírez y otros.

Lavados por el “cloro revolucionario” del PRD y las izquierdas, estos militares trujillistas en forma alguna, llevados al nivel de “héroes nacionales”, no van a clarificar su posible papel en pro de la restauración del trujillismo en aquella conjura. Sin embargo, ¿podía Francis Caamaño ser partidario del retorno de Bosch al poder, cuando pidió en 1963 que “le dejaran al Ovejo para él tirarlo al mar”? El incidente en que Bosch dijo que él nunca se sentaría a la mesa a cenar con el hijo de Fausto Caamaño y en que Caamaño, irritado, pidió que le entregaran a Bosch para tirarlo por la borda de la goleta en que lo extrañaban del país estaba lo suficientemente fresco como para que Francis Caamaño cambiara sus simpatías y pusiera en riesgo su rango militar y su familia. Él tenía que tener otras motivaciones: su trujillismo (fue ayudante militar de Trujillo, un puesto altamente comprometer y era hijo del único secretario de las fuerzas armadas que no fue miembro de la familia Trujillo en los 31 años de la Era infame), tiene mayor posibilidad de ser. De una posición mimada, como hijo de Fausto Caamaño, ahora estaba en malas. El retorno de Ramfis aprovechando la destitución del Triunvirato sí podía motivarlo.

La conducta de Montes Arache revela claramente cuál era su compromiso. No sólo su pasado: fue de los implicados del atentado terrorista contra Rómulo Betancourt; tras el final de la guerra de abril fue la eminencia gris tras la turba que asaltó la residencia de la familia Cabral en Ciudad Nueva y el sufragante de los autores del asesinato del héroe del 30 de Mayo Ángel Severo Cabral, cumpliendo un pedido de Ramfis Trujillo de que se diera muerte a todos los que complotaron para matar a su padre.

Y posteriormente, estuvo implicado en la conjura que se montó para dar un golpe de estado (¿revolucionario?) a Joaquín Balaguer y reponer en el poder a Ramfis Trujillo, complot en que muchos militares “constitucionalistas” hicieron causa común con militares que lucharon en el bando del “gobierno de reconstrucción nacional”. Sólo el conveniente accidente en que perdió la vida Ramfis Trujillo (y que tengo la sospecha de que fue provocado, pues no es verdad que a los norteamericanos, avisados como estaban de la conjura, iban a permitir que un grupo de nostálgicos de la tiranía armaran otro rebú y desestabilizaran el país, sobre todo sabiendo, como sabían, las actitudes antinorteamericanas de Ramfis), hizo a Montes Arache desistir de su intención. Y la foto del supuesto “constitucionalista” en el sepelio de su líder real, Ramfis Trujillo, está ahí, para que nadie se llame a engaño.

Y por último, la carta de Hernando Ramírez a Ramfis Trujillo que aparece publicada en el libro de los archivos de Ramfis Trujillo entregados a Rodríguez Demorizi que editó el historiador y economista Bernardo Vega, deja bien claro que el cabecilla de la conjura militar no era un partidario del retorno de Bosch al poder sino un servil instrumento de las aspiraciones de recuperar el poder que exhibió poco después Ramfis Trujillo, animado por sus partidarios en las fuerzas armadas que le instaban a ello.

Ahí está mi hipótesis y algunos de los hechos en que se fundamenta. ¿Podrá ser probada? Lo dudo. Hay demasiados intereses envueltos. He públicamente y en persona reclamado a mi amigo, el poeta y político Tony Raful, que tiene una serie de datos sobre la conjura para dar un golpe de estado (¿revolucionario?) a Balaguer y reponer a Ramfis Trujillo, que los haga público. Pero eso, sin dudas, le crearía más de una dificultad en el PRD, partido que vive de mitos y mentiras. Así que creo que todo permanecerá convenientemente callado. Así es que se construye la “historia a la carta” que padecemos los dominicanos.

¿DÓNDE ESTOS RADICALES ANTIDEMOCRÁTICOS REVELAN SU TRUJILLISMO REAL?

Ya establecí que la prueba ácida, lo que deslinda a trujillistas vergonzantes o a las claras, de los que sostenemos en algo la bandera de la democracia y el honor legados por los héroes del 30 de Mayo es, precisamente, su valoración de la única acción histórica exitosa de carácter patriótico, la más importante y significativa, del siglo XX dominicano y de sus ejecutores.

Ramfis, Angelita y los Trujillo no sólo han pretendido eliminar físicamente a los que se conjuraron para eliminar a Trujillo (y el atentado contra el general Antonio Imbert Barrera en 1967 es, junto al asesinato de Ángel Severo Cabral, “Plutarco”, demostraciones de este plan criminal), también y, sobre todo, han urdido una estrategia de desinformación, calumnias, incriminaciones, acusaciones y una sórdida malla de infamias para enlodar sus figuras, retorcer sus motivaciones, empañar su acción y deslustrar su heroísmo.

Y a ese plan antinacional y antipatriótico se suman una serie de personajillos sin mérito ni moral, que atacan desde “el radicalismo izquierdizante” a los héroes del 30 de Mayo, en una operación de pinzas para hacer el ruido suficiente como para que el ejemplo de ellos en este quincuagésimo aniversario de la gesta heroica no prenda en la conciencia y el corazón de los dominicanos.

Todavía es todavía, y algunos implicados en la trama contra Trujillo prefieren mantener el anonimato, sabedores de que los Trujillo mantienen sectores incluso en las mismas Fuerzas Armadas del presente que sueñan con su retorno. ¿Acaso el presidente anterior no levantó a Angelita y a su esposo el impedimento de entrada y no le hizo una fiesta en la Base Aérea de San Isidro en que la orquesta de la aviación le tocaba a la hija del tirano los temas musicales trujillistas, violando el entonces presidente de forma descarada la ley 58-80, la Constitución de la República, ese pedazo de papel que una y otra vez ultrajó con sus prácticas autoritarias, y afrentando a tantas víctimas de los crímenes de la Era infame? Y no dudemos que los Trujillo aspiren a que una posible vuelta de “Papá” les premie con la derogación de la ley 58-80 y les dé carta blanca para sus planes de operar como partido político organizado en el país.


Sumarse de forma alegre a la campaña sucia contra los héroes del 30 de Mayo, haciendo causa común con Angelita Trujillo y su banda los desenmascara.

No sólo amplifican mentiras y calumnias contra los héroes del 30 de Mayo, también amplifican el mito del “período de mayor esplendor que jamás haya conocido la historia de la república”, ¿juicio valorativo basado en qué? ¡En el libelo trujillista de Angelita!

Cuando estudié Programación Neuro-Lingüística, PNL, una de las cosas que aprendí fue que ese tipo de juicio partía de la eliminación del referente comparativo, así que es conveniente desafiarlo: ¿período de mayor esplendor con respecto a cuál otro? Se trata de un mito mal disimulado, basado en que la mayoría de los dominicanos ni siquiera han conocido aquellos tiempos infames y cualquier mentira dicha puede pasar por verdad.

No es contra el pasado ni contra el futuro contra el cual debemos contrastar ese período, sino contra el mismo período en un país muy similar al nuestro, así que escojo a la Cuba precastrista. Y ahí se muestra, sin dudas, el formidable retroceso que significó el trujillismo para el país.

Mientras Cuba desarrollaba un empresariado nacional, aquí se descabezó toda posibilidad de tener uno. Mientras Cuba desarrollaba instituciones modernas, aquí se creaban mamotretos formales sin contenido, pues la voluntad omnipotente del tirano y su familia era la única institución, la única ley y el único derecho real. Mientras Cuba desarrolló una clase media pujante, aquí Trujillo y sus secuaces acogotaban al país.

El gusto por el fascismo y su parafernalia que es típica de los partidarios del totalitarismo, sea estalinista o pronazi, hace que los desfiles, los monumentos y edificaciones, los obeliscos y aquellas industrias montadas sobre el monopolio y leyes que les fabricaban un mercado por la fuerza al tirano (por ejemplo, montar una fábrica de pintura y lanzar una ley que obligaba so penalización de no hacerlo, a pintar el frente de las viviendas), sean vistos como pruebas de progreso. ¿En qué el obelisco o el Monumento a la Paz es prueba de progreso? ¿En qué lo es la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, aquella teatralización en que el tirano quiso halagar a su hija haciéndola sentir una Isabel II cualquiera, luego de su retorno de la coronación de la reina británica?

La total carencia de criterio de qué es lo que significa el desarrollo y el progreso de un país hace que se repita la atroz mentira del progreso bajo Trujillo. ¿Qué hubo obras públicas? ¿Oh, y acaso este no era el corral del tirano, su finca, su propiedad? ¿Qué pretendían, que en 31 años no hicieran ni una letrina?

A 50 AÑOS DE LA GESTA HEROICA UNA AMENAZA Y UNA TAREA PENDIENTE

Que todavía haya actores implicados en la trama del 30 de Mayo que prefieran el anonimato, como hizo ver el Dr. Eduardo Díaz, presidente de la Fundación 30 de Mayo en el conversatorio que se realizó en FUNGLODE el pasado jueves 26 de mayo, con la presencia del Señor Presidente de la República, no deja de alertarnos de los peligros que todavía persisten para nuestra frágil democracia.

El retorno de los servidores de Trujillo al poder en 1966, con el triunfo de Joaquín Balaguer, al que financiaron significó una involución del proceso democrático, una mediatización que caricaturizó la democracia naciente y la lastró con las viejas prácticas antidemocráticas de la tiranía.

No menos daño recibió la democracia de los errores cometidos por el principal líder de oposición, el escritor Juan Bosch, quien inició una feroz campaña contra la democracia y las elecciones, tildadas de “mataderos”, proclamando que el país lo que necesitaba era ¡una dictadura “con respaldo popular”! Ya supongo la risotada que tal disparate le provocó al entonces presidente Balaguer: ¡Juan Bosch promoviendo una dictadura en un país que recién se había librado de una bien larga, de 31 terribles años de duración!

Las izquierdas marxanas, por otro lado, denunciaban a la democracia y abjuraban de ella, proclamando la inutilidad de las elecciones (“¡Los electoreros son traidores!”), y promoviendo que este país lo que necesitaba era ¡una dictadura “del proletariado”!

La pervivencia de prácticas y esquemas culturales y políticos trujillistas hace que nos quede la tarea pendiente de liquidar el trujillismo de una vez por toda.

Hemos fracasado, quienes sobrevivimos a los héroes del 30 de Mayo en esa impostergable tarea, en esa responsabilidad que nos legaron. El mismísimo presidente de la República actual decía anoche, en el acto de inauguración del Museo de la Resistencia en la Arzobispo Nouel, evento al que tuve la cortesía de ser invitado por la Federación de Fundaciones Patrióticas a instancia de mi querido amigo Nelson Báez, hijo del héroe del 30 de Mayo Miguel Ángel Báez Díaz, que “todavía existen carencias que ameritan cambios y reformas” (Listín Diario, lunes 30 de mayo del 2011, Pág. 4A).

La alianza que en los hechos muestran los supuestos “radicales antisistema” con las huestes del trujillismo que encabeza Angelita Trujillo indica claramente que la amenaza del trujillismo es una realidad de la que no debemos descuidarnos.

Hay que educar a nuestra población, hay que asumir la responsabilidad de perfeccionar y profundizar nuestra democracia, destrujillizarla; hay que responsabilizarse del legado recibido y sellado con su sangre generosa y sus vidas, de los héroes del 30 de Mayo.

Y hay que cerrarle el paso al trujillismo, se declare de forma desembozada o nos llegue de manera taimada y vergonzante, disfrazado de crítica radical y “antisistema”.

Porque, como dijo el presidente Fernández anoche, tenemos actuar, los buenos dominicanos, para que se eleve y concretice “la sensibilidad y el compromiso para que jamás se repita en la República Dominicana la tiranía, la opresión y la dictadura”, y yo añado ni trujillista, ni del “proletariado”, ni “con respaldo popular” o cualquier otro apellido con el que quiera disfrazarse.

Publicado por EL BLOG DE AQUILES JULIÁN 

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Trujillo, despotismo y pobreza
(Parte 2 de 2)

Ing. Ramón Alburquerque
Dajabon.digital.com

Algo fundamental al analizar los 31 años de esta oprobiosa era, son los mitos propagandísticos de los supuestos logros del régimen.

Lo cierto es que, un período tan largo, no obstante lo oprobioso que fuera, siempre permite la compilación de resultados que maquillados podrían presentarse como dignos de un Gobierno interesado en el bienestar de su gente. Así se ocultó muchas veces su condición inhumana y despótica.

Es preciso desmontar esos mitos propagandísticos, que aún hoy pregonan defensores de la tiranía. Porque si algo aprendió bien Trujillo fue la capacidad infinita de mentir de Adolf Hitler y su ministro de información: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Los mitos de grandes logros, realizaciones económicas excepcionales, eliminación de la deuda externa, los excelentes servicios de salud, cambios maravillosos en el sector educativo, acciones casi épicas en el sector agrícola, poderío naval y aéreo, viviendas casi regaladas para la clase media, pobres y desvalidos, van mas allá de toda imaginación.

Estas falsas hazañas son repetidas por áulicos, neo trujillistas, y ultraderechista que laboran a diario para mantenerse en el poder, minando la esperanza del país de vivir bajo un sistema democrático.

Es lamentable que los más eficaces promotores del difunto tirano, los saqueos, abusos, manipulaciones, indolencias, la criminalidad rampante, inseguridad ciudadana y territorial, la concentración cesárea de poderes en manos del PLD, la impunidad de funcionarios considerados corruptos no solo por todas las encuestas, sino también por entidades como el Foro Económico Mundial, Latinobarómetro, Transparencia Internacional, y otros.

Para ilustrar, resultan reveladores LOS INDICADORES SOCIALES DEL PAÍS EN TIEMPOS DEL TIRANO TRUJILLO, publicados por las NACIONES UNIDAS, en sus informes periódicos por países de la época:

En 1960 morían 160 de cada mil niños nacidos vivos antes de cumplir el primer año de edad.

El 51% de la capacidad industrial instalada era propiedad de Trujillo y sus familiares y allegados, la cual fue financiada con los fondos públicos en forma descarada y dolosa.

La esperanza de vida era solo de 47 años.

El 30% de los trabajadores agrícolas del país, que “laboraban” para el Estado o para miembros de la familia Trujillo, no recibían salario alguno, a manera de esclavitud total.

El salario mínimo era descomunal bajo, aunque nominalmente aún para una época donde el dinero valía. La gente que trabajaba sobrevivía en una perversa miseria.

En 1960, la población era de 3 millones y hoy de 10 millones, lo que significa que ahora somos tres veces mas, sin embargo, la economía de hoy es aproximadamente 12 veces la del 1960.

En efecto, las condiciones de supervivencia eran tan desastrosas que el 70% de las familias de las zonas rurales no disfruta de agua potable, ni electricidad, tenían muy pocas escuelas, apenas un pésimo sistema de salud, insuficiente sistema vial y un altísimo desempleo, etc.

Los indicadores institucionales se explican mejor, destacando la ausencia total de libertad, donde las órdenes de Trujillo y sus allegados estaban por encima de las leyes, el miedo y el terror lo cubrían todo, y las empresas del Jefe tenían prioridad ante los asuntos de Estado.

En los hogares dominicanos, pobres y ricos, nunca falta la tarja: EN ESTA CASA TRUJILLO ES EL JEFE, y casi al final del régimen, se llegó al colmo mediante otra tarja más breve pero mas penetrante: DIOS Y TRUJILLO.

NUNCA SE CREO LA COMISIÓN DE LA VERDAD. Lo lamentable es que tras el ajusticiamiento del Tirano nunca se creó en RD una COMISIÓN DE LA VERDAD para ventilar los robos y crímenes individuales y colectivos.

Se ajustició al Tirano, pero NO su filosofía, NI su ideología, NI tampoco su sistema de Gobierno esencialmente despótico. Nunca se destrujillizó la sociedad. Los líderes principales fueron precisamente quienes impidieron, que se hiciera. El profesor Juan Bosch, se subito, propuso el “borrón y cuenta nueva”; y por la otra, Balaguer pasó a encarnar el neotrujillismo. Los líderes menores hicieron mucho menos.

Los únicos criminales y torturadores enjuiciados fueron los asesinos de las hermanas Mirabal, pero un año y medio después, fueron liberados para siempre.

La sociedad nunca recibió las ejemplares lecciones que dejan los juicios históricos, con su descarnado realismo y revelaciones de crueldad, que al elevar su dramatismo con una publicidad nacional y constante, sirven de escuela de horror para limpiar las conciencias. Estas actuaciones forjan las conciencias ciudadanas.

Alemania vivió con el fanatismo hitleriano, una historia desgarrante, incluso espantosa y vergonzante, de intensa crueldad e impresionante manipulación de la información pública. Sin embargo, no cabe dudas que los grandes juicios de Nuremberg y siguientes conmovieron el alma de ésta creativa nación.

Es cierto, “los juicios del siglo” en Alemania fueron iniciativa de “las naciones aliadas”, realizados en la ciudad de Nuremberg entre el 20/11/1945 y 1/10/1946, donde se sancionaron a dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista del III Reich de Adolf Hitler.

Está claro, el proceso no hubiera sido igual, si “las naciones aliadas” no hubieran intervenido apoyando e imponiendo los reclamos de justicia. No obstante, estamos seguros que la Alemania de HOY no fuera ejemplo de transparencia, ni estuviera dirigida por administraciones calificadas, eficientes y respetuosas de los derechos humanos y la institucionalidad del estado. Este duro examen de conciencia valió la pena.

En cambio, aquí en RD, miles personajes y/o sus descendientes de aquel pasado horroroso, siguieron descollando en el Estado, y fueron y son cabezas de poderes públicos.

Somos de opinión que a pesar de los 53 años transcurridos, aún HAY TIEMPO PARA LA JUSTICIA.

La pobreza que cunde y domina la sociedad dominicana es producto de esa historia de abusos, injusticias e impunidad, llevada a cabo por los grupos hegemónicos del poder, que la han dominado a través de la historia sin interrupción alguna.

Por eso, nos permitimos titular este humilde trabajo: Trujillo, despotismo y pobreza.

http://dajabondigital.com/index.php?option=com_content&view=article&id=6913:trujillo-despotismo-y-pobreza-&catid=41:opinion&Itemid=58

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Nota: Lo que convenientemente no anotaban los alabanceros del Perínclito cuando se desbordaban describiendo su "atractivo físico", según ellos irresistible para las mujeres, era el hecho de que Trujillo no salía a la calle sin pasar primero por las manos de una maquillista, quien le colocaba una crema que le dejaba la tez blanca y un tanto rojiza. Además, y especialmente para las fotos, no faltaba el tenue delineador de ojos, highlights y sombras, el disimulado color rosa en los labios, además del obligado desrizado del cabello, todo para crear la ilusión de que se estaba ante un atractivo aristócrata europeo insertado en el Caribe.

Pueden leer el artículo completo en el siguiente link: 
http://issuu.com/diariolibre/docs/revista_rumbo_61

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La Era de Trujillo: una tiranía bailable 

Escrito por: Nairobi Valdéz
Hoy.com.do

Las tres décadas de Rafael Leónidas Trujillo Molina estuvieron marcadas por el baile y es que, según numerosos escritos, el merengue fue uno de los géneros musicales preferidos por el dictador, el cual no era un simple gusto, sino también una estrategia para llegar a la clase más humilde y campesina de la sociedad dominicana.

Además, a juicio de José Tomás Lora Leiter, sociólogo y maestro de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), para esto último, Trujillo instauró un sistema basado en la identificación y exaltación de su figura, así como la eliminación total de cualquier manifestación artística que fuera en contra o discrepara con su régimen dictatorial.

La historiadora Celsa Albert afirma de manera categórica que el largo período de los 31 años fue un dinámico proceso de “trujillización” que contaminó y perturbó la sociedad dominicana incidiendo en la educación y la cultura. Donde el culto al jefe, la mentira, la incoherencia, el racismo, la discriminación, la xenofobia y la egolatría impregnaron y permearon la producción cultural y educativa; no solo lo considerado popular debido a las disposiciones y el autoritarismo que pautaron la superestructura.

Estos haceres cotidianos e inusuales van a rendir homenaje a su persona desde los distintos ambientes y situaciones en que se desenvuelve el ser humano y la sociedad de manera individual y colectiva, dejando desprovisto de un posible apoyo solidario a quienes lo adversaron”, explica la historiadora.

Concepciones egocéntricas. Fueron numerosas las manifestaciones que exaltaban y endiosaban la figura del dictador: la colocación de una foto suya en cada hogar e instituciones dominicanas, poner su nombre a las comunidades del país, así como también asignar el nombre de sus familiares a instituciones de carácter cultural y educativo.

Asimismo muestra de su egocentrismo era la frase que constantemente expresaba el tirano: “Dios gobierna en los cielos y El Jefe en la tierra”.

Cultura racista. Andrés L. Mateo, en su libro “Mitos y cultura en la era de Trujillo”, asegura que el racismo del opresor era tan fuerte que cada mañana era embardunado su cuerpo con talco y maquillado su rostro para ocultar el negro del color de su piel, a esto le agrega que el déspota usaba prendas de vestir que cubrían su cuerpo en totalidad y solo divisaban  las manos.

Además, el escritor afirma que en la era de Trujillo las personas de color, eran llamadas indias, morenas, a los mulatos se les decía “lavaito”, situación que ha permanecido hasta hoy, cuando en la cédula de identidad y electoral a cualquier dominicano se le pone color de piel indio, en vez de mulato o negro.

Una fe en Cristo superflua. Como parte de una cultura religiosa singularizada en la persona de Trujillo, la creencia en Cristo era superflua, generalmente sin base doctrinal. En lo religioso tanto como en lo social predominaba una práctica ritual, vacía, artificial, simulada; una moral pública temerosa del dictador, de la iglesia y del qué dirán, pero no internalizada bajo un proceso de aprendizaje sistemático, racional y vivencial de la fe y la doctrina, explica el periodista Rafael Acevedo.

El arte como forma de control. Desde antes de la dictadura de Trujillo existían cantantes y bailarines, pero la actividad artística toma mayor auge con la fundación de La Voz Dominicana, (hoy Corporación Estatal de Radio y Televisión, CERTV) propiedad en ese entonces del general José Arismendi Trujillo Molina (Petán), hermano de Trujillo, quien había iniciado su incursión como empresario radiofónico en Bonao, donde fundó años antes La Voz del Yuna.

La radio televisora, única en esa época, fue la plataforma para que muchos artistas pudieran explotar su creatividad, en ésta se formaron escuelas de canto y baile. La Orquesta San José de la cual fue miembro el legendario Joseíto Mateo, La Angelita, entre otras, donde se le daba participación al artista dominicano.  

Pero, ¿qué se escondía tras el telón? Detrás de la risa, las prendas de vestir, el maquillaje, la güira, la tambora y otros elementos que daban espacio al espectáculo, se escondía la parte más oscuras de las vidas de las mujeres, que con la ilusión de ser artistas caían en las manos de los Trujillo.
 
Según el periodista Arismendi Vásquez, Petán tenía un grupo de “escuchas” que se encargaban de reclutar hermosas adolescentes con aptitudes para el canto y al baile, algunas de las que tenían la oportunidad de ser aceptadas por “el protector del artista dominicano” eran invitadas por éste a su despacho, donde las recibía con lencerías íntimas, luego las seducía con palabras bonitas y las violaba.

Vásquez agrega que Petán hizo construir una edificación para que residieran sus bailarinas favoritas, unas 30 aproximadamente con edades comprendidas entre 12 y 20 años, las cuales disfrutaban de buena comida, dormitorios y el confort que adornaba la edificación.
Desde la lujosa residencia el general Petán observaba a través de unos binoculares, cada uno de los movimientos de su harén, cuyas integrantes servían noche por noche para darle placer sexual, sostiene Vásquez.

Importantización del merengue. Paradójicamente, y en esto coinciden muchos historiadores, la Era de Trujillo marcó un precedente en la importantización del merengue, que antes era rechazado por la burguesía dominicana y no podía ser tocado en salones frecuentados por la clase alta. Algunos dicen que el tirano lo usaba como una forma de castigo para las élites que se habían negado a aceptarlo anteriormente

Sin dudas, estas acciones fueron determinantes para que el merengue fuera reconocido como insignia de los dominicanos.

Para el maestro Rafael Solano la Era de Trujillo se resume, desde el inicio hasta el final, en una antología de merengues compuestos para rendirle loas, ya que en cada uno de estos, se decía lo que el déspota hacía.

Cabe destacar algunos de los artistas y merengues que se hicieron famosos en la época, como Joseíto Mateo, voz principal de la Súper Orquesta San José, con las canciones: “Entre hermanos”, “Trujillo y Franco”.

Además, Rafael Martínez, con “Najayo”, “Salve San Cristóbal”, “La miseria” y “Seguiré a caballo”, entre otros temas.

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Trujillo murió, pero ¿vive su legado en la sociedad dominicana?

Escrito por Cristal Acevedo 
Hoy.com.do
En cualquier sociedad, los gobernantes pueden marcar pautas para el manejo del Estado y sus simientes perdurar a lo largo del tiempo, sobre todo cuando un mandatario se mantiene en el poder, uno o dos períodos. Pero, ¿qué sucede cuando un “gobierno” se extiende por más de tres décadas, como sucedió con el de Rafael Leónidas Trujillo Molina, electo para el período constitucional 1930-1934?

Para 1930 la República Dominicana había sobrevivido a la primera intervención militar norteamericana, la cual se produjo en 1916 y se prolongó hasta 1924, cuando fue elegido presidente Horacio Vásquez, quien precedió en el gobierno al dictador Trujillo Molina, joven militar oriundo de San Cristóbal que se mantuvo en el poder hasta el 30 de mayo de 1961, cuando fue ajusticiado.

Un gobierno de 30 años produjo una sociedad marcada por la ideología y los valores políticos de Trujillo Molina, quien reestructuró el Estado para que sirviera fundamentalmente a su interés personal, señala el historiador Alejandro Paulino.

“Único jefe y salvador” y el presidencialismo. Explica que Trujillo quería lograr que cada dominicano viera en su nombre y persona, la única figura con capacidad para resolver los problemas del pueblo, consiguiendo que con esa proyección de  “único jefe y salvador”, se concentrara en los dominicanos la idea de que solo el Presidente es el responsable de resolver los problemas del país.

Esto se manifiesta en la falta de institucionalidad que ha vivido el país en los últimos 52 años. Por eso todos los reclamos, por más mínimos que sean, la gente siempre trata de exigirle al Presidente la solución”, dice Paulino.  

Clientelismo político. El historiador sostiene que junto a la falta de institucionalidad todavía pervive la manera en que el aparato del Estado se vincula a  los partidos políticos y citó el hecho de que durante la dictadura, el Partido Dominicano, creado por Trujillo, tenía tanta preponderancia que si no se pertenecía a esa organización política, las posibilidades de ascender a puestos claves en la administración pública eran limitadas.

Esto último sigue siendo una práctica que se evidencia en casos de personas que, solo por pertenecer a uno de los partidos mayoritarios actuales, durante “sus gobiernos” ocupan distintos cargos en entidades estatales, avalados por la recomendación de amigos “políticos”, compañeros de partido.

“Creo que eso es lo que expresa que todavía, después de décadas, una parte importante de la población pone su esperanza en su militancia y en el triunfo de tal o cual partido”, enfatiza Paulino.

El trujillismo se encarnó en Balaguer. Otro elemento que destaca el historiador es que todavía la sociedad dominicana no se ha podido liberar del lastre de lo que significó la dictadura de Trujillo y eso tiene mucho que ver con la permanencia en el poder, por más de 22 años del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y su principal dirigente, Joaquín Balaguer.
Puntualiza que la permanencia de Balaguer en el poder significó el liderazgo trujillista encarnado en la figura del orador preferido del tirano.

Fue Balaguer quien proclamó en el panegírico leído ante el féretro de Trujillo, que él y su grupo se comprometían a no dejar morir el trujillismo, para que trascendiera, aun después de muerto y mientras  ellos estuvieran vivos, y creo que lo lograron”, resalta.

¿Legado positivo? Paulino cree que se puede entender que un gobierno que se prolongó por décadas -refiriéndose a la dictadura de Trujillo- debió dejar algún legado positivo para los dominicanos. Pero los daños fueron tantos que lo eclipsaron. 

“Tal vez las construcciones de obras públicas se pueden señalar como tales, pero el daño ideológico, político, ético y moral fue tan grande, que entonces esas obras se empequeñecen y pierden valor”, afirma.

La Constitución y las leyes: solo formulismos. En cuanto a la aplicación de las leyes y el respeto a la Constitución durante la Era de Trujillo, Paulino retoma a Balaguer, quien se refirió en una ocasión al valor de la Carta Magna, diciendo que era un “pedazo de papel”. Un elemento sumamente dañino, heredado del trujillismo, y el que dice está referido a la falta de aplicación de las leyes y la Constitución, debido a que aunque las leyes existen para organizar la vida social y económica, Trujillo sólo las aplicaba en la medida en que le interesaba.
“Por esa razón, los dominicanos aprendieron que las leyes y la Constitución eran formulismos y que los gobernantes hacían con ella lo que les viniera en ganas”, señala.

Paulino, quien es subdirector del Archivo General de la Nación (AGN), considera que  los gobiernos de Balaguer fueron una prolongación de la dictadura y asegura que, de hecho, el Partido Reformista tenía en su estructura a los más destacados beneficiarios del trujillato.
Para mi Balaguer es el gran responsable de lo que significó la permanencia del trujillismo en la política y en la ideología de los dominicanos”, manifiesta.

Herencias de la tiranía. Acerca de los aspectos de la dictadura que existen en la sociedad dominicana, Paulino precisa que el autoritarismo, la impunidad, la permanencia de una estructura y programa escolar, la militarización de la Policía, las relaciones entre el Estado y el partido, el Concordato con la Iglesia Católica, la promoción permanente del funcionario a todos los niveles, son algunas de las cosas que heredó la sociedad dominicana de la tiranía.
“De modo que hasta para hacer una cloaca se coloca la imagen de un síndico para anunciar que él es quien construye la insignificante obra”, sostiene.

Pero en adición a esto, el historiador, cree que lo que más daño sigue haciendo al país es que los gobernantes toman decisiones por encima de lo que dice la ley y la Constitución, lo que se resume en la falta de institucionalidad que impera en la República Dominicana.

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El escritor Eduardo Galeano sobre Trujillo en El Siglo del Viento:


En el año 6 de la Era de Trujillo se corrige el nombre de la capital de la República Dominicana. Santo Domingo, así bautizada por sus fundadores, pasa a llamarse Ciudad Trujillo. También el puerto se llama ahora Trujillo y Trujillo se llaman muchos pueblos y plazas y mercados y avenidas. Desde Ciudad Trujillo, el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo hace llegar al generalísimo Francisco Franco su más fervorosa adhesión. Trujillo, incansable azote de rojos y de herejes, ha nacido, como Anastasio Somoza, de la ocupación militar norteamericana. Su natural modestia no le impide aceptar que su nombre figure en las placas de todos los automóviles y su efigie en todos los sellos de correo. No se ha opuesto a que se otorgue a su hijo Ramfis, de tres años de edad, el grado de coronel, por tratarse de un acto de estricta justicia. Su sentido de la responsabilidad lo obliga a designar personalmente ministros y porteros, obispos y reinas de belleza. Para estimular el espíritu de empresa, Trujillo otorga a Trujillo el monopolio de la sal, el tabaco, el aceite, el cemento, la harina y los fósforos. En defensa de la salud pública, Trujillo clausura los comercios que no venden carne de los mataderos de Trujillo o leche de sus tambos; y por razones de seguridad pública hace obligatorias las pólizas que Trujillo vende. Apretando con mano firme el timón del progreso, Trujillo exonera de impuestos a las empresas de Trujillo y proporciona riego y caminos a sus tierras y clientes a sus fábricas. Por orden de Trujillo, dueño de la fábrica de zapatos, marcha preso quien osa pisar descalzo las calles de cualquier pueblo o ciudad. Tiene voz de pito el todopoderoso, pero él no discute nunca. En la cena alza la copa y brinda con el gobernador o diputado que después del café irá a parar al cementerio. Cuando una tierra le interesa, no la compra: la ocupa. Cuando una mujer le gusta, no la seduce: la señala.
  
En el año 31 de la Era de Trujillo [...] con mano desdeñosa tacha algunos nombres, hombres y mujeres que no amanecerán, mientras los torturadores arrancan nuevos nombres a los presos que aúllan en la fortaleza de Ozama. Las listas inspiran a Trujillo tristes reflexiones. A la cabeza de los conspiradores figuran el embajador de los Estados Unidos y el arzobispo primado de las Indias, que hasta ayer nomás compartían su gobierno. El Imperio y la Iglesia reniegan ahora del hijo tan fiel, que se ha vuelto impresentable a los ojos del mundo, y escupen su mano pródiga. Mucho duele tamaña ingratitud al autor del desarrollo capitalista de la República Dominicana. Y sin embargo, entre todas las condecoraciones que le cuelgan del pecho y la barriga y las paredes, Trujillo sigue prefiriendo la Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno, que le otorgó el Vaticano, y la medallita que hace muchos años recompensó sus servicios a la Infantería de Marina de los Estados Unidos. Hasta la muerte será Centinela de Occidente, a pesar de todos los pesares, el hombre que ha sido oficialmente llamado Benefactor de la Patria, Salvador de la Patria, Padre de la Patria, Restaurador de la Independencia Financiera, Campeón de la Paz Mundial, Protector de la Cultura, Primer Anticomunista de las Américas, Líder Egregio, Ilustrísimo y Generalísimo. 

El difuntísimo deja en herencia todo un país, además de nueve mil seiscientas corbatas, dos mil trajes, trescientos cincuenta uniformes y seiscientos pares de zapatos en sus armarios de Santo Domingo y quinientos treinta millones de dólares en sus cuentas privadas de Suiza. Rafael Leónidas Trujillo ha caído en emboscada, acribillado en su automóvil. Su hijo Ramfis, vuela desde París para hacerse cargo del legado, el entierro y la venganza. 

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Con el correr de los años, por medio de una especie de condicionamiento pavloviano, basado en recompensas (dinero e influencia) y castigos (miseria, tortura o muerte), los artistas, poetas, trovadores y alabanceros de la corte trujillista habían calibrado los amplísimos parámetros narcisistas del Jefe y ya estaban condicionados, al igual que la salivación de los perros de Pavlov, a expresar sólo lo que no les era arriesgado y todo lo que era conveniente para evitar fatales infortunios y poder congraciarse plenamente con el Benefactor. Aunque sospechamos que en la concepción inicial de cualquier obra alabancera, ya sea un discurso, un cuadro o un libro, el Perínclito probablemente les hacía saber sus deseos concretos y sus expectativas, tampoco nos sorprendería que en las obras que partían del propio Palacio ya no tuviera que mediar palabra entre el Generalísimo y el artista de la corte para que la obra captara la descomunal visión de sí mismo que tenía el desbordado y enfermizo ego del Generalísimo. En el caso de este cuadro sin embargo, debido a lo detallado que es el contenido de la obra y a la obvia intención de dejar una memoria trascendental para la posteridad, sospechamos que el Benefactor tuvo mucho que ver con la selección de los símbolos y los temas que íban a flanquear a su triunfal figura.  





UN CUADRO A LA ALTURA DEL ILUSTRÍSIMO

Por Eva Abreu

Si uno no conociera la idolatría grotesca a la que podían llegar los cortesanos adulones durante el trujillato, al ver por primera vez esta pintura napoleónica creada ya en pleno Siglo XX, uno pensaría de inmediato que se trata sin duda de una obra satírica abarrotada de símbolos mitificadores con el propósito de ridiculizar el culto enfermizo y lascivo que endiosaba al déspota dominicano.

Pero no se engañen, lectores, no es ninguna broma del pintor: Se trata de un auténtico adefesio de la Era Gloriosa, típico del vulgar culto que veneraba al Generalísimo, aparentemente creado por un deslumbrado pintor trujillista o un bien remunerado oportunista.

Para hacerle honor al laborioso esfuerzo del artista, vale la pena digerir lentamente esta obra creada con el propósito de dejar un testimonio visual de la grandeza del Ilustrísimo en todo su esplendor.

En este lienzo vemos al legendario Perínclito de San Cristóbal en la plenitud de su magnificencia, rodeado de diversas imágenes mitificadoras, vestido para la ocasión en uno de sus aristocráticos trajes de Generalísimo. Sin embargo, esta vez, porta un traje algo coqueto, un tanto ceñido, insinuando el cuerpo agraciado de un esbelto torero que seduce tanto al género femenino como al masculino (lean las revelaciones de Almoina). Coronado por uno de sus numerosos y carísimos bicornios emplumados, confeccionados a la medida en Europa y que dejaban muy mal parado al sencillo bicornio burgués del mismísimo Emperador Bonaparte, nuestro insigne Benefactor proyecta una apacible mirada puesta en el horizonte, como percibiendo visiones en el más allá que los humildes mortales no pueden adivinar. Esta vez, el Generalísimo de Todos los Ejércitos (Tierra, Aire y Mar) exhibe una leve sonrisa bonachona que podría convencernos de su inocencia… pero no se fíen, dominicanos.

En contraste, su postura erguida pretende reflejar la disciplina militar que, supuestamente, gobierna a su espíritu y sus instintos. No puede faltar la espada o el bastón de mando (no se sabe cual de los dos, pero da igual), acompañado por los blancos guantes de seda o de fina piel, símbolos de fuerza implacable y a la vez de gentil nobleza, sostenidos ambos en una sola mano.

Como pueden ver, Temis, la diosa de la Justicia, tiene que estar colocada por debajo del esclarecido líder. Se quitó la venda de la imparcialidad para mirar con asombro y gratitud, siempre desde abajo, hacia el sabio rostro del Benefactor, como si estuviera a la espera de que de sus labios brotara algún esclarecedor postulado hasta ahora desconocido por la antigua tradición normativa que ella representa. Esta posición jerárquica, con la diosa de la justicia relegada a un plano inferior, no deja dudas de que en el reino tropical en que señoreaban los Trujillos, la Justicia, a pesar de su evolución milenaria desde la época de los sabios griegos, jamás se atrevería a cuestionar el exótico entendimiento del Derecho que tenía el avispado Perínclito caribeño. Recordamos con cierta trepidación como nuestro clarividente benefactor estuvo siempre listo para aplicar los castigos y las penas con una premura e intensidad impetuosa, sustentado unicamente en su inmanente lucidez sobre lo que él entendía como justicia, sin la necesidad de recurrir a tribunales ni a magistrados.

El Sol, a pesar de ser el “Astro Rey” en su función simbólica, acompaña humildemente a la antigua Justicia en ese segundo plano, subordinados ambos a la prístina figura del Generalísimo. Mientras que en los cuadros épicos se colocaba al Astro Rey alumbrando al personaje heroico desde su justo lugar, desde las alturas del firmamento, esto en el universo trujillista hubiera sido un sacrilegio peligroso de parte del pintor. El astro central de nuestro sistema solar ha sido destituido de su encumbrado rol consagrador y ha quedado reducido a la función técnica que desempeña una ordinaria lámpara reflectora al pie de un escenario teatral.

Naturalmente, los tres padres de la Patria -Duarte, Sánchez y Mella- son apenas satélites que rodean la estrella central, como accesorios retrotraídos de la historia con el fin de ratificar con su presencia la grandeza histórica del ilustre Benemérito. Inevitablemente, tuvieron que emblanquecer a nuestro pardo prócer Sánchez -por completo- hasta convertirlo en un pálido anglosajón. Hacerlo trigueño o de tez oliva no bastaba, al igual que con los otros dos padres de la patria. Y para no dejar dudas, los tres exhiben el cariz y los rasgos anatómicos típicos de un patricio confederado del Sur racista de Estados Unidos, pues resultaría muy atrevido que en una obra creada para la posteridad, plena de imperecederos símbolos universales, pudiera caber cualquier rastro de negritud en la cercanía del empolvado y emblanquecido Benefactor de la Patria. Además, si se fijan, podrán percibir una incipiente aura de gloria que se proyecta desde la blanca faz del Perínclito.

Nuestro pabellón nacional quedó despojado de su centro, el hermoso escudo dominicano, no vaya a ser que su detallado atractivo acapare demasiada atención y le robe cámara a la figura central de la obra. No olvidemos aquella frase del Generalísimo cuando “aceptó” la candidatura presidencial de su partido para las elecciones de 1934 como único candidato en esos comicios: “Las miradas de todos los dominicanos se volvieron hacia mí” o, por lo menos, así lo percibía su fértil imaginación.

Detrás de la excelsa efigie del Generalísimo, se vislumbra la obra portentosa de Trujillo El Hacedor, del verbo hecho carne, obra simbolizada por la fábrica, el tractor, la rueda dentada, la espiga de trigo, recordándonos que “Él lo hizo todo” por lo que debemos mantener al Jefe eternamente plasmado en nuestra memoria.

Por encima del prodigioso rey-héroe se expande el obligado listón que corona su gloria con “las cinco estrellas del Jefe”, sostenido por dos devotas palomas blancas. La paloma blanca es símbolo en Occidente de todo lo que es paz, amor, pureza, armonía, en fin, el símbolo bíblico de las bendiciones del Espíritu Santo con todos sus carismas. Cuando empezó su magisterio, Cristo fue reconocido públicamente por primera vez como el hijo amado por una sola paloma blanca, pero en el caso de nuestro Jefe Amado, una segunda paloma tuvo que venir a socorrer a la primera para ayudar en la noble tarea de cubrir de gloria al redentor de nuestra colorida y sincopada república caribeña.

Sorprende que para completar el cuadro no haya aparecido un par de ángeles por una esquina del lienzo con el fin de montar guardia sobre el trascendental evento: La Anunciación de la grandeza humana y la esencia cuasi divina del Excelentísimo Benefactor, evento captado en el lienzo para ser exhibido ante las futuras generaciones. Hasta sorprende que sus pies tengan que tocar el suelo para sostenerse.

A pesar de que la reveladora escritura en el pliego dorado (abajo a la derecha) ya no es legible, la composición visual no deja lugar a dudas: El espectador se encuentra ante un ser providencial, un emisario ungido, señalado para que cumpliera un designio trascendental en nuestra isla tropical y posiblemente allende nuestras fronteras, quien, en el plano terrenal, ha sabido moldear la materia para provecho de los seres menos dotados.

Ante el desbordante despliegue de grandeza que nos presenta esta pintura, no debe extrañarnos que a los seres impresionables y a las almas sencillas se les humedezca la vista y se les inunde el corazón de nostalgia por una "era gloriosa" que no conocieron, era que en la realidad libre de ditirambos trujillistas fue de terror, sangre, robo, explotación y humillación. A pesar de ese brutal y denigrante régimen que sufrimos, a más de un fervoroso y trasnochado trujillista parado frente a semejante cuadro se les habrá deslizado de esos labios siempre prestos a adular, el vulgar y trillado “¡Que viva el Jefe carajo!”

Nota de la autora: Si este artículo esta repleto de empalagosas banalidades, de las típicas expresiones relamidas y ostentosas del trujillismo y de los machacados títulos rimbombantes que portaba el Excelentísimo, esto no es defecto de la autora sino de la obra pretensiosa y desbordante que le ha tocado describir, la cual pretende consagrar a quien en su mejor época le llamaron “Trujillo El Grande”. Como dicen popularmente, el frío no está en las cobijas.


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Trujillo: El Absolutismo resucitado

14 abril 2014

Vanguardiadelpueblo.do

La tradición caudillísta del liderazgo político en la República Dominicana, no pudo ser superada después de la invasión norteamericana, todo lo contrario, las elecciones del 1924 devolvieron al poder a Horacio Vazquez, uno de los líderes de la política tradicional de principios de siglo.

 Ademas Vazquez fue presentado por la Alianza Nacional Progresista, que es el resultado de la unión de las fuerzas del nuevo presidente y de otro caudillo, Federico Velazquez, quienes entran en contradicción desde que asumen el gobierno.

Velazquez acusa a Vazquez de incumplir sus promesas en el reparto de los cargos públicos, y también desde las filas “horacistas”, se promueve la llamada “prolongación”, que consistió en abrir un debate sobre la duración del mandato.

El Presidente Vazquez, a pesar de sus serios quebrantos de salud, actúa como el caudillo conservador que era, y apoya la modificación constitucional retroactiva, poniendo como fecha límite de su presidencia el 16 de agosto de 1930.

Hay que hacer notar, que en los primeros 30 años del pasado siglo, el gobierno de Horacio Vazquez fue el mas garantista, en cuanto a la protección del derecho a disentir y respeto a la libertades públicas.

Ahora, en vez de profundizar en un sistema político institucionalizado, los sectores mas conservadores de la sociedad dominicana se expresaron con todas su fuerzas promoviendo al Jefe del Ejercito, Rafael Trujillo, como su candidato, después de la crisis que se produjo con la llamada “Revolución mas hermosa de América”, encabezada por Rafael Estrella Ureña y que dio al traste con el gobierno de Horacio Vazquez.

Trujillo fue el candidato de una Confederación de Partidos, encabezada por la Coalición Patriótica de Ciudadanos, el Partido Obrero, el Partido Republicano y el Partido Nacionalista.

La dupla Trujillo-Estrella Ureña, gana las elecciones realizadas el 16 de mayo de 1930, como resultado del terror impuesto por una banda armada bautizada como “La 42”, quienes dirigidos por Miguel Paulino, atacaban a tiros cualquier manifestación contraria a Trujillo, incluyendo varios atentados realizados a los candidatos opositores: Velazquez y Morales.

En una nota emitida por la Legación de los Estados Unidos en el país, donde se describe el ambiente preelectoral de la época se dice lo siguiente: “los últimos quince días se han caracterizado por un verdadero estado de terror que desataron los seguidores de Trujillo a través del país. De todas partes llegan a la legación reportes fidedignos de actos de violencia y de desacato a la ley. En muchos casos han tomado parte destacados oficiales y hombres del ejército”.

El resultado de esas elecciones sería el reflejo de lo que ocurriría en los próximos 30 años; la candidatura de Trujillo ganó con el 98% por ciento de los votos, fue proclamada su presidencia en una Asamblea Nacional con un quórum mínimo y en medio de un ambiente insurrecciónal en casi todo el territorio nacional.
La dictadura de Trujillo significó la consolidación de un poder omnímodo, conservador, absolutista, unípersonal y la preeminencia de un tipo de conservadurismo cuasi monárquico que había sido derrotado en Europa en el siglo XIX.

Antes que un avance de las ideas liberales puestas en boga en algunos países de América Latina, al inicio de la década de los 30, la República Dominicana inauguraba un régimen que tenía todas las características de una corte absolutista del siglo XVIII.
Los regímenes absolutistas se caracterizaban por concentrar todos los poderes en el rey, quien por derecho divino, tomaba todas las decisiones echando a un lado la soberanía popular y entregándola enteramente al dictador, en el caso nuestro, Trujillo era el monarca.

La existencia de cortesanos era también un detalle que constituía la fisonomía de los gobiernos absolutos, los acompañantes del rey o dictador, luchaban por agradar al gobernante creando soluciones a problemas como forma de ganarse o mantener sus favores, así como manteniendo un concierto de loas y adjetivos grandilocuentes, para resaltar la sapiencia de quien encabezaba y encarnaba al estado.

Quizás el título de uno de los libros de Balaguer: “Memorias de un Cortesano en la Era de Trujillo”, sea la descripción mas exacta de como veía uno de los integrantes de la cortesanía, como se desenvolvía desde dentro, el entorno del dictador.
La bendición eclesiástica, con participación de la iglesia como parte del estado, era otra de las características de los regímenes absolutistas monárquicos.

El gobernante lo era por derecho divino, los sacerdotes formaban parte de la corte, lo que ocurrió durante la mayor parte del régimen de Trujillo, cuando la Iglesia apoyó sus acciones e incluso el dictador viajó al Vaticano, donde firmó el Concordato en el año 1954 durante el papado de Pio XII.

Desde el punto de vista económico, la dictadura también fue un calco del absolutismo.
La actividad económica giraba en torno a Trujillo, quien se agenció para si mismo los negocios del estado, uniendo los intereses del país con los suyos propios, se podría decir que la República Dominicana era de propiedad exclusiva del dictador y sus allegados.

Sin dudas el gobierno de Trujillo, dictador y caudillo, trajo como consecuencia el atraso en el el desarrollo de la clase de propietarios con mentalidad burguesa que es necesaria para la existencia de regímenes de corte democrático.

A la salida de la dictadura la sociedad dominicana era atrasada y conservadora, con dos generaciones educadas y adoctrinadas, desde la escuela, en ser sumisas al régimen existente.

Las fuerzas armadas, por su parte, fueron formadas alrededor de la personalidad de Trujillo, para defender sus intereses y con enseñanzas propias de los regímenes tiránicos.

A pesar de la potencia de fuego de que fueron provistas, República Dominicana tenía en ese entonces el ejercito mas poderoso de Centroamérica y el Caribe, la mayoría de los oficiales debían su ascenso a su sumisión a los deseos del dictador.

Este era el panorama del país en el año 1960, una sociedad altamente conservadora y con temor a los cambios, pues no existía la conciencia en la mayoría de sus habitantes de los deberes y derechos inherentes a una democracia organizada.

La muerte del dictador sorprendió a todos, incluso a los mismos que lo ejecutaron, en lo que es hoy la autopista 30 de mayo.

No había tradición de partidos políticos, existía el sistema de partido único, y los dirigentes de la institución política que se haría cargo del poder, el Partido Revolucionario Dominicano, llegaron meses después al territorio nacional, totalmente desconectados de la realidad en que se vivía en el país.

Esta sociedad profundamente conservadora y caudillista, con mas del 70% de su población viviendo en el campo, con alta tasa de analfabetismo, sin tradición de actuar en democrácia, sin ningún tipo de instituciones que dieran soporte al sistema dictatorial de gobierno que debía sustituir, es la que vota por la opción mas liberal en las elecciones del 20 de diciembre de 1962.

http://vanguardiadelpueblo.do/2014/04/14/trujillo-el-absolutismo-resusitado/

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Extracto

TRUJILLO, UN REALISTA CINICO

Anatomia de un dictador
Gral. Arturo Espaillat
Ediciones de Cultura Popular
Barcelona, 1967, pag. 41-42


«Trujillo era un realista cínico. Sabía que los oficiales del Ejército y los aristócratas eran potencialmente peligrosos. Tarde o temprano, se unirían para derrocarle. Y así Trujillo se propuso magnetizar a las masas que le proporcionaban una fuerza humana frente a los oficiales y aristócratas.

Una de las técnicas que empleó fue el bautismo: el bautismo y billetes de cien dólares. Trujillo se convirtió en el padrino de bautizo de decenas de miles de niños. Y los padres de cada niño recibían un centenar de dólares. Así Trujillo también cosechó un dividendo: en Hispanoamérica está considerado como una cosa indigna el conspirar contra tu compadre, el padrino de tu hijo. 

Había que procurar que se creyera en estos bautismos. Mujeres andrajosamente vestidas de las clases más humildes entraban a torrentes por la puerta bien guardada del Palacio Nacional y se alineaban fuera de la capilla del palacio. El Viejo manipulaba el procedimiento sobre una base de producción masiva. Solía sonreír brevemente a cada madre e hijo, musitaba unas pocas palabras, y, después lo mismo al siguiente. La barahúnda era terrible y la atmósfera dentro de la capilla sofocante. Pero la cosa duraba horas y horas, día tras día. Que nadie diga que Trujillo no trabajó duro para ser un dictador.

Y la cosa funcionó. Las masas permanecieron leales a Trujillo hasta el final. Cuando fue enterrado, decenas de millares de compungidos campesinos bajaron de las colinas para asistir al funeral. Sí, os guste o no, el hombre era popular entre las masas. Ningún miembro de las clases educadas se atrevió jamás a intentar una revolución popular. Ningún coronel se atrevió jamás a ordenar a sus tropas que marcharan contra el Palacio Nacional. Sus mismos hombres lo habrían descuartizado. Esa fue la razón por la cual los hombres que finalmente asesinaron a Trujillo pertenecían todos a las esferas más altas de la sociedad dominicana […]» [2] .

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Celebremos el 50 aniversario de la caída de “chapita”
Quienes elogian el “orden y la disciplina” durante la dictadura no se imaginan que eso se lograba con el abuso, con el crimen y la impunidad
Editorial
Acento.com.do 
30 de mayo, 2011
Hoy se conmemora el 50 aniversario del ajusticiamiento del dictadora Rafael Leónidas Trujillo Molina. Para recordar este hecho, este domingo acaba de darse apertura al Museo de la Resistencia, con un amplio homenaje a todos los que hicieron oposición al dictador y a su régimen de oprobio y sacrilegio contra el pueblo dominicano.
El acontecimiento es importante, porque a partir de ese ajusticiamiento nuestro país comenzó a recibir los aires libertad y democracia que siempre mereció. Se ha dicho, y un merengue lo popularizó, que el 30 de mayo es el día de la libertad para los dominicanos.
En los últimos meses se han realizado charlas, entrevistas, conferencias, se publicaron libros sobre el 30 de mayo de 1961, cuando un grupo de valientes y patriotas tomó la decisión de buscar la libertad por medio de la eliminación de Trujillo.
No se trató de una acción personal y de retaliación de los héroes que emprendieron el plan, sino de una decisión política profundamente democrática, que buscaba lanzar un proyecto de nación diferente, con elecciones, y un proceso democrático sin ambiciones personales para los miembros del grupo de la conjura.
Trujillo y su dictadura representaron la falta de institucionalidad, el irrespeto a la ley, a la Constitución, el robo descarado de los recursos públicos, el nepotismo en las funciones estatales, el uso y abuso de entidades como el Congreso Nacional, el Poder Ejecutivo, la justicia, los municipios, y hasta la postración de intelectuales, políticos, diplomáticos, empresarios, quienes servían al dictador incondicionalmente, so pena de sufrir las consecuencias de sus iras y arrebatos.
Hasta la vida privada fue marcada por la dictadura, por la falta de libertad, por una prensa abominable y entregada a la difamación y a engrandecer la figura del sátrapa. Fue la época del foro público, de Radio Caribe y de otras vagabunderías que permitieron a personajes como Johnny Abbes García ser amo y señor, pese a ser un encarnizado represor, abusivo y alevoso en la manera de conseguir la entrega del alma de la sociedad al dictador.
La dictadura, el dictador, el culto a la personalidad, los rigores del poder que instaló y que aún se mantienen en muchos aspectos del Estado, son el atraso y la negación de la libertad que el país necesita, con la institucionalidad, el respeto a la ley, al libre tránsito, a la libertad de emprendimiento, de opinión y de acción en el campo político, cultural, empresarial, religioso, entre otros.
Algunas cosas no se dieron como fueron planeadas, pero una tarea que aún sigue pendiente –según García Michel- es hacer justicia con los muchos criminales que estaban al lado y al servicio del dictador y que se beneficiaban del paño de sangre que este había puesto en marcha, contra ciudadanos de todas las categorías y contra gente deseosas de que hubiese democracia en el país.
Durante los 50 años que han transcurrido luego de la muerte del dictador, han sido muchas las vicisitudes del pueblo dominicano, incluyendo una intervención extranjera, pero jamás el país ha dado señales o intereses de querer volver a ese pasado tenebroso.
Quienes elogian el “orden y la disciplina” durante la dictadura no se imaginan que eso se lograba con el abuso, con el crimen y la impunidad y con el abuso de todo el poder, puesto al servicio de lo más execrable que pudo haber pasado por el gobierno de los dominicanos: un dictador enfermo, megalómano, narcisista, acaparador, estuprador, violador sexual y criminal político como Trujillo.
Nuestro reconocimiento y homenaje a los héroes nacionales que participaron con sus acciones en el movimiento del 30 de mayo de 1961, que fueron muchos y que sobrevivieron varios, no dos como se ha dicho, pero que la historia ha olvidado, lamentablemente, a muchos de los héroes que se pusieron al servicio de la causa de la libertad del pueblo dominicano.
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LO POSITIVO DE LA DICTADURA DE TRUJILLO

Por José Carlos Nazario

Ayer leí un comentario en Facebook que proponía ver las luces de la dictadura trujillista. Siempre me pareció que en los libros de texto se expone muy claramente la totalidad de los factores de análisis de este oscuro período. Esto, en franco desequilibrio con los abordajes a otros períodos de gobierno que a juzgar por los libros de historia fueron solo puntos negativos. Pero la intención tras el pedido, no pretende conocer los datos, sino abrir un debate sobre esas supuestas bonanzas. El comentario pretendía presentar el régimen trujillista como una realidad fruto de la necesidad de concentrar el poder que estaba disperso en caudillajes regionales. A Trujillo daba el mérito de ser el primero en la historia dominicana en hacer esto (lo cual es falso,

porque fue durante el gobierno de Mon Cáceres que se logró el poder central y la estructura estatal en nuestro país). Aquí dejo mi respuesta, mi posición, sobre el particular: El mito de que en la dictadura de Trujillo el país era un paraíso es el fruto, entre otros factores, de la ignorancia legada por este mismo proceso y su continuación sangrienta (los 12 años de Balaguer). La supuesta bonanza económica era hija de la coyuntura regional (crisis y guerra mundiales hacían una buena combinación -incluso Haití logró pagar su deuda externa al mismo tiempo que nosotros-) y los frutos de la misma iban a parar al accionista mayoritario de TODAS las empresas dominicanas (estatales y privadas): Rafael L. Trujillo. La necesidad de institucionalizar no abre espacio ni justifica las atrocidades cometidas por un psicótico delincuente desde su juventud. Trujillo no concentró el poder para construir una república, no desarrolló el Estado. Constituyó un monopolio particular en el cual su voluntad era la ley. Cabe señalar que, a pesar de la insistente tesis de que el actual estado de cosas ofrece razones para justificar el trujillismo, es verificable que Trujillo logra el poder gracias a la acumulación dolosa de capitales. La martillada corrupción de hoy, es hija de la de ayer. Ahí están los hechos. Ahí están los muertos, los desaparecidos, los torturados, las mujeres violadas. Ahí está el supuesto orden de una sociedad envilecida hasta el desgarro. De una sociedad acostumbrada a la dádiva temerosa. De una sociedad instrumentalizada. ¿Acaso no era Trujillo la nacionalización de esos caudillos montoneros que, a través del delito, reclamaban su tajada? Trujillo no es la superación de la montonera, es su instauración y su institucionalización. Y con ello, la instalación de la cultura del despojo y el abuso que antes fue práctica aislada y sus serviles intelectuales afianzaron en nuestra psiquis. Quien propone ver las luces de un una noche que duró 31 años no tiene madre. Porque en la época no había una sola mujer o adolescente fuera del peligro de ser ultrajada por el dictador. O peor, de ser servida a este por la degradación de sus padres o cónyuges. Quien propone ver las luces de esa sombra alargada que fue el trujillato es un cínico. No hay espacio para evaluaciones 'objetivas' cuando la vida humana y todo lo que ella supone penden de la voluntad de una sola persona. Más si esta persona es un delincuente (violador, asesino y ladrón). El falso positivo del horror trujillista lo desmiente el mismo trujillismo. Que necesitó del control, eliminación o neutralización sistematizada de todo tipo de ejercicio libre para permanecer 31 años en el poder. Utilizar la corrupción de la actualidad como punta de lanza para justificar o defender la dictadura de Trujillo es ignorancia.

¿Acaso no es la herencia autoritaria que perpetuó la dictadura (y a la que esta dio sentido) la que sostiene el abuso de poder, la prevaricación y el dolo del presente? Cuando una persona propone evaluar aspectos positivos de gobiernos dictatoriales, promueve un modelo político. Y ese modelo político convierte la vida humana en un accesorio. Quien llama a evaluar, sin considerar el peso de lo que representa un régimen sangriento y abusivo, promueve el todo indignante que representa dicho período histórico. Yo les dejo estas ideas y la propuesta de ir a mirar de cerca las verdades históricas de este y otros períodos tenebrosos el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, en la Ciudad Colonial.
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TRUJILLO, el dictador psicópata

Por Carlos Alberto Montaner
Lanación.com
Buenos Aires, Argentina
26 de marzo, 2006

Debido a que el periódico La Nación no permite la reproducción de sus artículos, invitamos a los lectores a usar el link más abajo para acceder directamente a este interesante artículo. Aquí, nos limitamos a citar algunas frases: 

La criminal desmesura del más terrible, arbitrario y despótico régimen que haya padecido América Latina es el eje de la novela La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa...

Pero, al margen de las anécdotas con que se trenza ese hilo argumental, hay algo todavía mucho más importante que trasciende en el film: la atmósfera de terror, adulonería y salvajismo a que fue sometida la sociedad dominicana durante tres interminables décadas de horror y degradación. 

Concluye diciendo: 

...la perversión de una tragedia brutal que duró treinta años y envileció a casi toda la sociedad en ese largo periodo. Cuando se apagan las luces los espectadores, consternados, salen en silencio, cabizbajos. Creo que han comprendido. 

Para leer todo el artículo, usen el link: 

http://www.lanacion.com.ar/791474-trujillo-el-dictador-psicopata

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El escritor y poeta nicaragüense, Ernesto Cardenal, sobre Trujillo

El Secretario de Estado había estado
muy preocupado por las violaciones
a la Doctrina Monroe en la República Dominicana...
De ahí aquel Lilís, el más terrible tirano del país, tan sólo
sobrepasado por Trujillo.
Trujillo y Dios.
Comía con sencillez.
El desayuno era ligero. Frugal el almuerzo.
Su alcohol sólo una copa de coñac.
Puntual hasta el punto que la puntualidad era media hora antes.
Amigos no tenía.
La clemencia, desconocida por él.
Si alguna vez dio la impresión de perdonar,
fue una maniobra política.
Si la deshonestidad resultaba ineficaz
recurría al asesinato.
Todas las formas del disimulo le eran connaturales.
El secreto y la reacción imprevisible, un instinto.
Su inveterada costumbre de la incertidumbre.
Su fuerza mayor era el cinismo.
Brutal con todos, menos sus hijos y nietos.
Bajo su bicornio con plumas de avestruz
el gran rencor.
Hasta para ser magnánimo despiadado.
Arrobado por el dolor humano: tem
blándole
de placer la copita de coñac.
El avión que venía por las tardes de Puerto Rico
sobrevolaba bajo, la isla fatídica,
en melancólico crepúsculo
O los pasajeros del barco veían con fascinación y terror
la isla siniestra de Trujillo
alejándose en el ocaso color sangre.
"Cementerio -dijo-. es una palabra griega que significa
inexorable advertencia para los vivos."
Ordenaba matar con la voz atiplándose pero sin emoción.
Cómo sería que la delegación de Somoza se horrorizó.
Las que seleccionaba, casi siempre vírgenes.
Los partidos, espectros
Al extranjero que salía de noche a la calle
lo estremecía cualquier ráfaga de viento.
Desde el avión de Puerto Rico
las plantaciones de caña de azúcar
se veían en el atardecer como tristes o espectrales.
Algo misterioso allí abajo.
Los pasajeros miraban y callaban.
Y desde el mar allá lejos las pálidas luces policiales
o potentes, aparentemente, a ras del mar:
malecón y bulevares infernales
Tan sólo no admiraba en Hitler
el no usar condecoraciones
Su colección de 2.000 trajes y 10.000 corbatas.
"En la foto, con uno de sus uniformes de mayor esplendor".
A su izquierda el Papa (El mismo que se negara
a recibir a Gandhi en taparrabos)
Los del vuelo de la tarde dejando atrás tétricos montes
muy pronto borrados todos por nubarrones trágicos.
O era el brillo de fuego fatuo de Ciudad Trujillo
con toda su población enmudeció y sus Prisiones,
para los pasajeros del barco, hundiéndose en la noche y en el mar.
Galíndez terminaba su tesis sobre esa era
doctorándose en Columbia
y entró al subway de Nueva York a las 10 p.m.
entre la 57 y la Octava
y no se volvió a saber más de él,
tan sólo que despertaría en un calabozo ante la tortura y la muerte
¡y Trujillo delante!
¿Arrojado a una caldera...? O a los tiburones según otros.
O metido dentro de cemento fresco
y el bloque después echado al mar.
Un control tan total
que no tenía que matar tanto
(según Galíndez)
Desde el avión
parecía que uno iba volando sobre un país satánico.
O de noche desde el barco,
las luces tenebrosas
de Ciudad Trujillo.



Cántico Cósmico
Ernesto Cardenal