Trujillo: El "Paladín de la Libertad"
En su edición del 20 de mayo, 1957, el importante periódico norteamericano The New York Times publicó un editorial titulado Relaciones dominicanas en el cual compara el régimen trujillista declarando, entre otras censuras, que:
“No hay ningún
otro jefe de estado que ejerza tiranía tan completa, ni pueblo con menos
libertad que el dominicano.”
Un ejemplo de la
inversión de valores con que el régimen trastocaba la realidad a su antojo
Durante 31 años, Trujillo
humilló cínicamente al pueblo dominicano de múltiples maneras como en esta manifestación de adhesión, entre muchas, en que obligaba al pueblo dominicano a ser partícipe de una gran mentira en su contra, como en la foto, desconociendo publicamente ellos mismos su
propia condición de ser el pueblo más oprimido y aterrorizado del continente inclusive, según algunos medios internacionales, el pueblo
menos libre del mundo. Irónicamente, en esa "democracia de Trujillo", si alguien en esa multitud se hubiera rehusado a participar cuando lo citaron en su centro de trabajo para que se presentara al mitin en tal fecha a tal hora, no sólo perdía de inmediato su trabajo y quedaba marcado en una lista negra, sino que corría el peligro real de ir a parar en pocas horas a una mazmorra y ser torturado o terminar desaparecido por "desafecto". En las secciones sobre CRIMENES, ATROPELLOS y CONTROL en este portal, el lector encontrará incontables casos de personas perseguidas, torturadas o asesinadas por razones pueriles como ésta. No en vano, uno de sus muy merecidos títulos era "Paladín de la Libertad".
Con estos mecanismos de manipulación psicológica y actos públicos de propaganda que obligaban a los "manifestantes" a negar la realidad que estaban viviendo, el régimen adulteraba la autenticidad del último fuero que le pertenecía al pueblo: su propia identidad en su condición de ser víctimas del peor terrorismo de estado en el continente.
Con estos mecanismos de manipulación psicológica y actos públicos de propaganda que obligaban a los "manifestantes" a negar la realidad que estaban viviendo, el régimen adulteraba la autenticidad del último fuero que le pertenecía al pueblo: su propia identidad en su condición de ser víctimas del peor terrorismo de estado en el continente.
“En cuanto a la cuestión política, la
República Dominicana sufre actualmente una tremenda desgracia, pues la
dictadura de Trujillo y el dominio de todos los suyos que en sus manos [tiene]
todo el país y todo, y en todos los sentidos, económico y financiero, y sobre
todo moralmente tiene al pueblo esclavizado de facto en todos los órdenes”.
Parte de las críticas contenidas en un informe secreto de la embajada española en
RD a la cancillería española en Madrid, 1957.
Hasta los funcionarios de otras dictaduras como la de Franco quedaron pasmados ante el terror extremo que dominaba a los dominicanos.
EL RITUAL DE LAS MUERTES POR "ACCIDENTE"
(15 casos con 31 asesinados)
(15 casos con 31 asesinados)
En cuanto a los asesinatos selectivos ejecutados por la dictadura trujillista, se recurría a diferentes modus operandi
para eliminar a un gran número de individuos inconvenientes, ya sea por
su oposición al régimen, por saber demasiado, por no resignarse o por
resistirse a algún atropello o despojo, por ser pariente cercano de
algún antitrujillista o por no hacerle las debidas reverencias al enorme ego de Trujillo o a algún miembro de su familia.
En
algunos casos, ni siquiera trataban de ocultar la ejecución, matando a
la víctima en su propia casa frente a la familia, en plena luz del día
o en la calle frente a testigos. Esto lo hacían cuando también querían
difundir el terror en la población. Estos burdos asesinatos políticos o
caprichosos en público fueron más comunes en la etapa inicial de la
dictadura. Con el tiempo la dictadura, ya consolidada, trató de refinar
los métodos de eliminación para no socavar la legitimidad del régimen
establecido, especialmente ante el cuerpo diplomático y la opinión
pública internacional. De hecho, hasta los diplomáticos en RD de dictaduras como las de Somoza y Franco habían manifestado su estupor ante las atrocidades arbitrarias que se cometían en la patria de Duarte bajo esa dictadura sin ejemplo. Uno de los métodos más socorridos fueron las desapariciones puesto que con esto no tenían que dar explicaciones ni llevar a cabo las investigaciones forenses de rigor sobre el móvil, el cuerpo de la víctima, el lugar de los hechos y la manera en que fue asesinado, cuando el verdadero culpable había sido algún sicario del propio gobierno.
Por cierto, muchas desapariciones a menudo iban precedidas por un período de tiempo en la cárcel (invariablemente con tortura) antes de soltarlos. Este recurso fue tan común durante los 31 años que los presos políticos sabían que cuando el régimen de repente los soltaba sin ninguna explicación (en realidad, para desligarse del inminente asesinato), se trataba de su condena a muerte, de tal forma que lo primero que hacían cuando los soltaban era tratar de asilarse o de esconderse antes de que los desaparecieran. Debido a esta astucia de los condenados a morir, en los últimos años el régimen prefería hacer que los presos escribieran y firmaran una carta agradeciéndole a Trujillo el perdón y su libertad para luego poder decir, con documento en mano, que no sabían nada de él porque lo soltaron en tal fecha. Poco después de firmar la carta, ejecutaban al preso en la cárcel y desaparecían su cuerpo.
Otro método conveniente, aunque más engorroso que la desaparición, era el “accidente” de carretera. Al igual que en las desapariciones, en el “fortuito percance” el gobierno tampoco tenía que dar explicaciones y por ser menos misterioso que una desaparación, se suponía que resultaba menos sospechoso. En casi todos los casos de estos accidentes fabricados trataban de que no quedara ningún testigo ocular ni un sobreviviente que pudiera dar declaraciones, lo que explica por qué los choferes nunca sobrivían al accidente.
Una clara señal de que manos del régimen estaban involucradas en estos accidentes era que a pesar de que había inconsistencias garrafales en el montaje del “accidente”, las autoridades del régimen (policía, fiscal y tribunales) rara vez iniciaban una investigación ni abrían un expediente sobre la probabilidad de una mano criminal u otra explicación aparte de ser un extrañísimo accidente. Naturalmente, las preguntas lógicas sobre las inconsistencias y contradicciones de la versión oficial tampoco eran planteadas en público por la prensa ni por los familiares, a menos que éstos estuvieran dispuestos a correr la misma suerte del fallecido.
También es importante señalar que los accidentes de carro fatales no eran muy comunes en esas décadas principalmente porque había muchos menos automóviles circulando que hoy. De hecho, los que vivimos durante la Era recordamos que los reportajes de accidentes fatales eran eventos raros y las veces que se oía una noticias de éstos casi siempre tenían fuertes connotaciones políticas por tratarse de personas que tenían problemas con el régimen o que eran destacados o importantes. Siempre llamaba la atención que en el 95% de los casos se trataba, convenientemente, de caídas por un precipicio o un barranco, no choques fatales puesto que este tipo de accidente era complicado porque se necesitaban otros vehiculos y otras victimas para completar la escena. Además, la causa de muerte por caída por un despeñadero -golpes múltiples al azar- era mucho más fácil de simular dándoles garrotazos a las victimas que tratar de fabricar golpes mortales por choque en que las heridas tenian que ser consistentes con el punto de impacto y con la fuerza del choque. Si no había consistencia, se confirmaban las fuertes sospechas de la población.
A continuación presentamos algunos ejemplos de los “accidentes” que sufrieron los “inconvenientes”. Estos fueron los casos más conocidos o comentados (en voz baja) en su momento durante la dictadura, algunos de los cuales cobraron notoriedad internacional como fueron los casos de las hermanas Mirabal y las muertes relacionadas con el caso Galindez. Hubo otros “accidentes” políticos de personalidades menos destacadas tales como el accidente del Ing. Octavio (“Trene”) Pérez Garrido (7 de julio, 1949, miembro del Frente Interno), el del Lic. Diógenes del Orbe, el del doctor Fernandez Tavares, como también el del un oficial del SIM después del tiranicidio (ver sección CRIMENES III) ya que el accidente fue un recurso bastante usado por la dictadura. Sin embargo, no los hemos incluido todavía entre los 31 asesinados por falta de detalles en estos momentos.
Las muertes por simulacro de accidente que analizaremos en esta subsección son:
- Porfirio
Ernesto Ramírez Alcántara, su chofer, seis pasajeros y 2 crimenes
asociados (10 asesinados)
- Otto Smolensky y su esposa (2)
- Jorge Alejandro Nin y su chofer (2)
- Donato Bencosme y su chofer (2)
- Ing. Fausto E. Rodríguez Pérez y su chofer (2)
- Ramón Marrero Aristy y su chofer (2)
- Dr. Enrique Washington Lithgow-Ceara (1)
- El alferéz Jesús María Boñuela (1)
- Varios accidentes en el caso Galindez (Martínez Jara, Ana G. Viera, Antonio Rúa, (3)
D. Jackson y su padre Wesley (mencionados, no incluidos en los 31 casos por no
estar seguros)
- Juan de Dios Ventura Simó (accidente de avión) (1)
- Jean Awad Canaan (abordamos también el caso de Pilar Baez) (1)
- Las Hermanas Mirabal y su chofer (4)
Como en la mayoría de estos casos nos limitamos a hacer un resumen del caso, invitamos a los lectores que tengan interés por conocer más detalles a que investiguen cada accidente por su cuenta puesto que en la red hay diversos artículos y otras publicaciones sobre la mayoría de estos casos.
asociados (10 asesinados)
- Otto Smolensky y su esposa (2)
- Jorge Alejandro Nin y su chofer (2)
- Donato Bencosme y su chofer (2)
- Ing. Fausto E. Rodríguez Pérez y su chofer (2)
- Ramón Marrero Aristy y su chofer (2)
- Dr. Enrique Washington Lithgow-Ceara (1)
- El alferéz Jesús María Boñuela (1)
- Varios accidentes en el caso Galindez (Martínez Jara, Ana G. Viera, Antonio Rúa, (3)
D. Jackson y su padre Wesley (mencionados, no incluidos en los 31 casos por no
estar seguros)
- Juan de Dios Ventura Simó (accidente de avión) (1)
- Jean Awad Canaan (abordamos también el caso de Pilar Baez) (1)
- Las Hermanas Mirabal y su chofer (4)
Como en la mayoría de estos casos nos limitamos a hacer un resumen del caso, invitamos a los lectores que tengan interés por conocer más detalles a que investiguen cada accidente por su cuenta puesto que en la red hay diversos artículos y otras publicaciones sobre la mayoría de estos casos.
Porfirio Ernesto Ramírez Alcántara, su chofer y seis pasajeros más
(La masacre de "El Número") - Total de 10 asesinatos
En la cabina del camión de Porfirio Ernesto “Prim” iban dos choferes (Juan Rosario y “Califón”) y el propio Porfirio Ernesto. Encima de la cama del camión iban tres ayudantes conocidos como “Los Cibaeños”, una mujer embarazada a quien por su tamaño le decian "La cosita" y el comerciante de pollos Zenón Alcántara. El camión siempre viajaba por la misma ruta por lo que fue facil planear el crimen.
Porfirio Ernesto "Prim" fue ultimado a balazos, seis pasajeros fueron asesinados a garrotazos por un comando militar y luego sus cuerpos fueron lanzados dentro del camión por un despeñadero conocido como "El Número". Como el camión se atascó y no cayó al fondo, se vieron obligados a incendiarlo para encubrir cualquier evidencia de asesinato. El séptimo, el chofer Juan Rosario, sobrevivió porque se hizo pasar por muerto. A pesar de sus serias heridas de quemadura y hematomas, éste logró caminar unos ocho kilómetros. Luego, fue recogido por un samaritano transportista que lo llevó al hospital de Baní donde Juan describió la emboscada, los garrotazos, el fuego y las súplicas de la mujer repetidas veces a las enfermeras, doctores y después al propio hermano de Porfirio Ernesto, el Dr. Víctor Manuel Ramírez Alcántara. Horas después, el chofer Juan Rosario fue asesinado de noche en el propio hospital por unos desconocidos.
Pero aun no termina esta secuela de muertes. En su
libro Trujillo: La herencia del Caudillo (págs. 152-153), el ex-jefe del
SIM región norte, Victor A. Peña Rivera, también relata esta masacre y
contribuye con un detalle interesante. La mujer que iba en la cama del camión estaba
embarazada y era esposa de un sargento de la policía destacado en San Juan de
la Maguana: “Para evitar complicaciones el jefe inmediato de ese policía
recibió órdenes de arrestarlo incomunicado. Y luego decidieron ponerle una
inyección de veneno, explicando que se había muerto del corazón. Este sargento
llevaba muchos años en la policía, era un leal servidor y su hoja de servicios
era excelente”.
Debido a que se trata de una vil masacre de siete personas (incluyendo a una mujer) más el asesinato de dos testigos y un asesinato como secuela, decidimos incluir más abajo el relato detallado que hace Juan Bosch sobre este acto canallesco bajo el titulo de Una orgía de sangre en la tierra de Trujillo, escrito el mismo año en que ocurrió la masacre.
¿Qué motivó esta sanguinaria acción premeditada y bien coordinada en contra de Porfirio Ernesto Ramírez Alcántara en que también eliminaron a los siete testigos más a un militar y un policia?
El hermano de Porfirio Ernesto, el general Miguel A. Ramirez Alcántara, se habia hecho enemigo de Trujillo desde 1930. En la expedición de Cayo Confites de 1947, fue el comandante de uno de los batallones, aunque esta invasión fue abortada por traición. También acaudilló, junto al general Juancito Rodríguez, la expedición de Luperón. Su hermana Cristina, quien vivía en Nueva York, también era enemiga jurada del dictador. Miguel A. Ramírez además se destacó militarmente como miembro de la Legión del Caribe en la guerra civil costarricense, siendo general de las tropas de Figueres, un líder demócrata crítico de Trujillo. Después de mudarse a EEUU, jugó un papel destacado entre el exilio dominicano. Por la compra de armas para una nueva acción militar contra Trujillo, fue condenado a prisión en EEUU. Todo esto fue más que suficiente para comprometer la vida de los hermanos que todavía vivían en Santo Domingo, Porfirio Ernesto apodado "Prim” y el Dr. Víctor Manuel Ramírez Alcántara. Prim era un próspero empresario transportista. Con la puntualidad que caracterizaba a la dictadura a la hora de eliminar a un inconveniente, su destino marcado por el delito imperdonable de llevar la misma sangre de un antitrujillista le llegó inexorablemente a Porfirio Ernesto. Poco después, el Dr. Víctor Manuel Ramírez Alcántara y varios miembros de esa familia se asilaron en diversas embajadas para salvar sus vidas.
Los lectores deben recordar que durante la dictadura el pueblo dominicano estaba casi completamente desarmado. Las armas estaban completamente prohibidas y al que le descubrían un arma ilegal terminaba en un centro de tortura. Casi todos los militares y policías tenían que dejar el arma en los cuarteles cuando se iban a sus casas. Unicamente los oficiales de confianza de Trujillo podían llevar el arma las 24 horas. En cuanto a los militantes antitrujillistas, algunos lograban apoderarse de un arma con mucho trabajo y la mantenían bien escondida hasta el momento absolutamente necesario de usarla. Por lo tanto, cuando la dictadura quería eliminar a alguien en la calle sin que se supiera que fueron esbirros del gobierno, recurrían principalmente a los garrotazos, a las cuchillas o la estrangulación porque muerte por disparo en un pueblo totalmente desarmado significaba necesariamente que murió a manos de militares. Cuando los mataban a tiros, entonces desaparecían el cuerpo, a menos que quisieran escarmentar a la población local.
Naturalmente, como siempre, si el pueblo se escandalizaba el Benefactor alegaba total inocencia respecto a lo ocurrido y prometía justicia pronta y segura. Repetimos lo que han señalado los que conocían muy bien la doblez natural del dictador. La simulación de Trujillo de estar totalmente al margen de estos asesinatos era conocida por todos los que lo rodeaban y por la población la cual estaba cansada de ver siempre el mismo melodrama de inocencia e indignación cuando no podian ocultar el crímen. Pueden ver más abajo varios artículos sobre el talento de Trujillo como simulador incomparable.
Ningún oficial de rango medio o alto que valorara su propia vida y que le tuviera alergia a las horripilantes torturas en su propio cuerpo iba a incurrir en una masacre de esta magnitud por su propia cuenta, sin la orden de la más alta jerarquía. Era plenamente conocida la facilidad con que Trujillo eliminaba a sus propios esbirros. Además, el hecho de que quien encabezó este comando criminal fuera el propio jefe de la aviación militar, algo inusual, indica que la orden venía directamente desde muy arriba. Como si lo anterior no bastara, también hay que remarcar que esta masacre estuvo bien planeada pues de antemano la comandancia le había pedido a Porfirio (Prin) que transportara a unos ocho soldados, quienes serían sus propios asesinos (de él y de los siete pasajeros) y que los del comando en el jeep fueron preparados con garrotes para matarlos a palos y con esto poder simular un accidente. Además, había otros militares esperando de antemano en las alturas de “El Número” para ayudar con el montaje del “accidente”.
Siete asesinados para silenciar a los testigos y para que el accidente fuera creible
Más un militar asesinado por hablar.
También el esposo de una de las victimas para que no investigara
Todo eso para poder matar a un solo hombre, a Porfirio Ernesto "Prim"
Sencillamente porque era hermano de un militante antitrujillista en el extranjero
Pueden leer más detalles de este caso en el artículo de Juan Bosch que reproducimos más abajo. También pueden leer sobre otras masacres en las secciones CRÍMENES I, CRÍMENES III y CRÍMENES IV.
Otto Smolensky y su esposa, la baronesa belga Marie Louise
Conocidos como los "Guapos de Moca", ciertamente los Bencosme dieron pruebas de valentía y firmeza. En su familia se cuentan siete muertes violentas por su resistencia a la dictadura de Trujillo, desde su padre, Cipriano Bencosme y sus hermanos hasta un hijo y primos (Cipriano, Sergio, Donato, Alejandro, Boil, Ramon Camilo y Toribio Bencosme, todos perdieron la vida por su resistencia).
Donato Bencosme, de familia rica en tierras y bienes, no escondía su menosprecio hacia los Trujillos y en varias ocasiones demostró el desprecio que sentía hacia El Jefe. En una ocasión se burló públicamente de Trujillo y en otra, contaba su hijo Cipriano, “Trujillo lo nombra gobernador de la Provincia Espaillat, que no podía rechazar porque hubiese sido su muerte. Estando en esa posición, Pipí Trujillo (hermano del dictador) comienza a venir a los campos de Moca a buscar los mejores mulos y caballos dizque para la Hacienda Fundación (propiedad de Trujillo), mandando a buscar el cheque a la gobernación, que nunca aparecieron porque esos eran robos de Pipí. Papá, valientemente, envió una carta a Trujillo diciéndole que daba pena que su apellido rodara por el suelo porque su hermano, un vulgar cuatrero, despojaba a los campesinos”. (Ver referencia más abajo). Además, Donato fue objeto de críticas varias veces en el Foro Público, lo que ya era un lúgubre augurio.
El fatal desenlace de la vida de este valiente personaje Donato Bencosme nos lo cuenta la prestigiosa periodista Ángela Peña:
"A los pocos meses, añade, una guagua del Ejército perseguía a Donato, lo destituyeron del cargo y, aunque lo repusieron a los siete meses, continuó el acoso que él denunció en una carta pública. Lo acusaron de atentar contra la paz y la seguridad del Estado y lo condenaron a un año de prisión y 250 pesos de multa pero, el 23 de diciembre de 1957, Trujillo le concedió la libertad, le entregó su pistola y le advirtió: “Tu vida se respeta desde La Cumbre hasta Santo Domingo. De La Cumbre para allá eres hombre muerto, tienes muchos enemigos en el Cibao”. Se sabia que este tipo de advertencia de Trujillo de que se cuidara de "otros" era sencillamente una amenaza solapada de Trujillo. Donato se hospedó en el hotel Comercial, pero al poco tiempo regresó a Moca y cuando reabren los trabajos de la judicatura decide: “No quiero estar suelto por indulto, no he cometido ningún delito y es verdad que me andan buscando para matarme”. Apeló. La causa fue fijada para el 17 de febrero de 1957.
Nunca llegó al tribunal a defender su honra. Cuando iba a presentarse “lo detuvieron en Piedra Blanca junto a su chofer Rafael Camacho, lo desarmaron y trasladaron al Palacio de la Policía, en Santiago. Allí, asegura Cipriano, se juntaron Ludovino Fernández, Jaffet Cabrera, Pipí Trujillo, a esperar la autorización de Trujillo para matarlo. El día l8 le dicen: mira Donato lo que vamos a hacer con tu chofer, y le clavaron un estilete en el cuello. A papá lo mataron a palos el 18 en la noche, entre todos, lo metieron en un saco y el carro Opel en que andaba lo lanzaron a La Cumbre, de Puerto Plata, en un precipicio de 800 metros donde todavía está el vehículo”. La familia Bencosme conoció estos detalles por un militar que participó en los hechos, contó Cipriano. La prensa de entonces atribuyó el “accidente” a la rotura del guía.”
Para leer toda la historia de la lucha entre Donato Bencosme y el régimen pueden referirse al artículo de la prestigiosa periodista Ángela Peña en el diariolibre.com Donato Bencosme: La muerte anunciada de un coloso… También se encuentran muchos artículos en la red sobre la destacada y valiente familia Bencosme.
(La masacre de "El Número") - Total de 10 asesinatos
En la cabina del camión de Porfirio Ernesto “Prim” iban dos choferes (Juan Rosario y “Califón”) y el propio Porfirio Ernesto. Encima de la cama del camión iban tres ayudantes conocidos como “Los Cibaeños”, una mujer embarazada a quien por su tamaño le decian "La cosita" y el comerciante de pollos Zenón Alcántara. El camión siempre viajaba por la misma ruta por lo que fue facil planear el crimen.
Porfirio Ernesto "Prim" fue ultimado a balazos, seis pasajeros fueron asesinados a garrotazos por un comando militar y luego sus cuerpos fueron lanzados dentro del camión por un despeñadero conocido como "El Número". Como el camión se atascó y no cayó al fondo, se vieron obligados a incendiarlo para encubrir cualquier evidencia de asesinato. El séptimo, el chofer Juan Rosario, sobrevivió porque se hizo pasar por muerto. A pesar de sus serias heridas de quemadura y hematomas, éste logró caminar unos ocho kilómetros. Luego, fue recogido por un samaritano transportista que lo llevó al hospital de Baní donde Juan describió la emboscada, los garrotazos, el fuego y las súplicas de la mujer repetidas veces a las enfermeras, doctores y después al propio hermano de Porfirio Ernesto, el Dr. Víctor Manuel Ramírez Alcántara. Horas después, el chofer Juan Rosario fue asesinado de noche en el propio hospital por unos desconocidos.
Como si fuera poco, también asesinaron a otro testigo que se atrevió a confesar. El historiador Santiago Estrella Veloz nos relata:
"El doctor Ramírez Alcántara tuvo que tomar el camino del exilio. Sin embargo, antes de eso y cinco días después del crímen,
a su consultorio se presentó el sargento de la Policía Alejandro
Méndez, quien le contó con detalles todos los pormenores del asesinato
de Prim y sus compañeros, detalles que conocía perfectamente pues había
recibido una orden del coronel Teodoro Noboa Martínez de participar en
una "misión especial" con miembros del Ejército.
"Horas
después de su encuentro con el doctor Ramírez Alcántara, el sargento
Méndez fue arrestado y trasladado al Palacio de la Policía, en Ciudad
Trujillo. Esa misma noche entregaron el cadáver a su esposa, a quien comunicaron que el sargento se había ahorcado".
Debido a que se trata de una vil masacre de siete personas (incluyendo a una mujer) más el asesinato de dos testigos y un asesinato como secuela, decidimos incluir más abajo el relato detallado que hace Juan Bosch sobre este acto canallesco bajo el titulo de Una orgía de sangre en la tierra de Trujillo, escrito el mismo año en que ocurrió la masacre.
¿Qué motivó esta sanguinaria acción premeditada y bien coordinada en contra de Porfirio Ernesto Ramírez Alcántara en que también eliminaron a los siete testigos más a un militar y un policia?
El hermano de Porfirio Ernesto, el general Miguel A. Ramirez Alcántara, se habia hecho enemigo de Trujillo desde 1930. En la expedición de Cayo Confites de 1947, fue el comandante de uno de los batallones, aunque esta invasión fue abortada por traición. También acaudilló, junto al general Juancito Rodríguez, la expedición de Luperón. Su hermana Cristina, quien vivía en Nueva York, también era enemiga jurada del dictador. Miguel A. Ramírez además se destacó militarmente como miembro de la Legión del Caribe en la guerra civil costarricense, siendo general de las tropas de Figueres, un líder demócrata crítico de Trujillo. Después de mudarse a EEUU, jugó un papel destacado entre el exilio dominicano. Por la compra de armas para una nueva acción militar contra Trujillo, fue condenado a prisión en EEUU. Todo esto fue más que suficiente para comprometer la vida de los hermanos que todavía vivían en Santo Domingo, Porfirio Ernesto apodado "Prim” y el Dr. Víctor Manuel Ramírez Alcántara. Prim era un próspero empresario transportista. Con la puntualidad que caracterizaba a la dictadura a la hora de eliminar a un inconveniente, su destino marcado por el delito imperdonable de llevar la misma sangre de un antitrujillista le llegó inexorablemente a Porfirio Ernesto. Poco después, el Dr. Víctor Manuel Ramírez Alcántara y varios miembros de esa familia se asilaron en diversas embajadas para salvar sus vidas.
También mataron a un cuarto hermano, a Ángel Darío Ramírez Alcántara (“Unito”), quien fue secuestrado y desaparecido en La Habana, Cuba (ver sección CRÍMENES III).
Como el profesor y escritor Juan Bosch nos relata en detalle este cobarde y sangriento caso en que quisieron simular un accidente en masa (ocho personas), remitimos al lector al artículo del profesor más abajo: Una orgía de sangre en la tierra de Trujillo.
Como el profesor y escritor Juan Bosch nos relata en detalle este cobarde y sangriento caso en que quisieron simular un accidente en masa (ocho personas), remitimos al lector al artículo del profesor más abajo: Una orgía de sangre en la tierra de Trujillo.
El
hecho de que tuvieran garrotes en las manos demuestra la intención
desde el principio de simular un accidente (los golpes en el cuerpo
serían debido a la caída por el precipicio). Esto es posible cuando a la
víctima se le puede matar facilmente con unos cuantos garrotazos. Como
Porfirio Ernesto era un hombre grande
y fuerte, y como opuso formidable resistencia, la cantidad de golpes
que habría recibido para poder doblegarlo sería inconsistente con los
golpes por accidente. Probablemente por eso y porque para poder matarlo
tendrían que darle muchos golpes más, decidieron ejecutarlo a tiros y
por eso no arrojaron el cuerpo de Prim dentro del camión junto con los otros siete sino que tuvieron que desaparecer su cuerpo perforado de balas.
Los lectores deben recordar que durante la dictadura el pueblo dominicano estaba casi completamente desarmado. Las armas estaban completamente prohibidas y al que le descubrían un arma ilegal terminaba en un centro de tortura. Casi todos los militares y policías tenían que dejar el arma en los cuarteles cuando se iban a sus casas. Unicamente los oficiales de confianza de Trujillo podían llevar el arma las 24 horas. En cuanto a los militantes antitrujillistas, algunos lograban apoderarse de un arma con mucho trabajo y la mantenían bien escondida hasta el momento absolutamente necesario de usarla. Por lo tanto, cuando la dictadura quería eliminar a alguien en la calle sin que se supiera que fueron esbirros del gobierno, recurrían principalmente a los garrotazos, a las cuchillas o la estrangulación porque muerte por disparo en un pueblo totalmente desarmado significaba necesariamente que murió a manos de militares. Cuando los mataban a tiros, entonces desaparecían el cuerpo, a menos que quisieran escarmentar a la población local.
Naturalmente, como siempre, si el pueblo se escandalizaba el Benefactor alegaba total inocencia respecto a lo ocurrido y prometía justicia pronta y segura. Repetimos lo que han señalado los que conocían muy bien la doblez natural del dictador. La simulación de Trujillo de estar totalmente al margen de estos asesinatos era conocida por todos los que lo rodeaban y por la población la cual estaba cansada de ver siempre el mismo melodrama de inocencia e indignación cuando no podian ocultar el crímen. Pueden ver más abajo varios artículos sobre el talento de Trujillo como simulador incomparable.
Ningún oficial de rango medio o alto que valorara su propia vida y que le tuviera alergia a las horripilantes torturas en su propio cuerpo iba a incurrir en una masacre de esta magnitud por su propia cuenta, sin la orden de la más alta jerarquía. Era plenamente conocida la facilidad con que Trujillo eliminaba a sus propios esbirros. Además, el hecho de que quien encabezó este comando criminal fuera el propio jefe de la aviación militar, algo inusual, indica que la orden venía directamente desde muy arriba. Como si lo anterior no bastara, también hay que remarcar que esta masacre estuvo bien planeada pues de antemano la comandancia le había pedido a Porfirio (Prin) que transportara a unos ocho soldados, quienes serían sus propios asesinos (de él y de los siete pasajeros) y que los del comando en el jeep fueron preparados con garrotes para matarlos a palos y con esto poder simular un accidente. Además, había otros militares esperando de antemano en las alturas de “El Número” para ayudar con el montaje del “accidente”.
Siete asesinados para silenciar a los testigos y para que el accidente fuera creible
Más un militar asesinado por hablar.
También el esposo de una de las victimas para que no investigara
Todo eso para poder matar a un solo hombre, a Porfirio Ernesto "Prim"
Sencillamente porque era hermano de un militante antitrujillista en el extranjero
Pueden leer más detalles de este caso en el artículo de Juan Bosch que reproducimos más abajo. También pueden leer sobre otras masacres en las secciones CRÍMENES I, CRÍMENES III y CRÍMENES IV.
Otto Smolensky y su esposa, la baronesa belga Marie Louise
El periódico propiedad de Trujillo La Nación
informó en una breve esquela que se encontraron los cuerpos de esta pareja en su
carro, accidentado en un lugar aislado entre La Vega y Ciudad Trujillo. Como en
casi todos estos accidentes por conveniencia, el informe no ofreció detalles sobre las
causas del accidente, ni el tipo de heridas ni las circunstancias. La prensa no
volvió a mencionar el fatal accidente a pesar de que la pareja de extranjeros era bastante conocida
en la alta sociedad de Santiago.
Esta pareja que portaba ciudadanía polaca, refugiados de Europa (él era un ferviente anti-nazi de padres alemanes, ella era de ascendencia judía), había vivido en la
República Dominicana desde 1937 en su finca ganadera llamada “El Ranchito” en La
Vega. En un viaje que la esposa hizo en 1947 para visitar a su madre e hija en Europa, les expresó que Dominicana no era un lugar seguro para vivir y que ella tenía
esperanzas de volver a vivir en Europa pronto. En 1948, ya terminada la
guerra mundial en Europa, el señor Otto Smolensky y su esposa "Lali"
decidieron vender su
propiedad y sus pertenencias para mudarse a Estados Unidos donde tenían
familia. El 15 de marzo de 1948 finiquitaron varias transacciones para
liquidar
sus activos con miras a abandonar el país. Ese mismo día la pareja le
vendió la finca “El
Ranchito” a Virgilio Trujillo Molina, hermano mayor del dictador
(conocido por robar tierras bajo amenaza), quien le pagó
con un cheque certificado de un banco de Ciudad Trujillo. Tras firmar
los
documentos de la venta, la pareja retiró todo su dinero de su cuenta
bancaria
en La Vega y también las joyas de la esposa.
En esos años se podia viajar por avión con grandes sumas de dinero sin límites de tal forma que con todo su capital encima,
las joyas y sus maletas, la pareja salió en carro destino a la capital con
el fin de cambiar el cheque de Virgilio Trujillo, despedirse de un amigo europeo que vivía en la capital y tomar un avión para
abandonar el país. Nunca llegaron a la capital. Varias horas después de su
salida de La Vega, un conductor vio el carro en el fondo de un despeñadero y lo
informó a la policía. Un grupo de rescate encontró los cuerpos, pero nunca se habló
de dinero alguno ni de las joyas. Sin embargo, los amigos, socios y empleados
sabían sobre todas esas actividades de la pareja en sus últimos días y sabían que
planeaban salir del país con su capital y las joyas de la esposa.
Como lo explicamos más arriba, el informe se limitó a una breve esquela en uno de los periódicos del dictador y la prensa no volvió a hablar del accidente.
Sin embargo, acostumbrados a sospechar cuando la prensa
evitaba dar detalles de un accidente fatal por caída por un precipicio y
cuando la policía no daba mayores explicaciones, la población fue
acumulando información y detalles
sobre las circunstancias del accidente por medio de las redes paralelas
de información.
Dr. Jorge Alejandro Nin y su chofer
Se
llegó a saber que cuando un miembro de la familia Trujillo
(posiblemente el mismo Virgilio, hermano casi tan deshonesto como Petán) le informó a Petán Trujillo que
la pareja Smolensky se aprestaba a
abandonar La Vega llenos de dinero en efectivo y joyas, Petán no pudo
contener sus acendrados instintos naturales de asaltante de camino de su
juventud y mandó a un pequeño grupo
de sus matones más allegados, encabezado por su esbirro de confianza, José Cepeda,
con la misión de que interceptaran a la pareja, que la eliminaran y que se
apoderaran del dinero y las joyas.
A pesar de la misión cumplida a cabalidad, el siempre listo Petán no tuvo la oportunidad de disfrutar del botín puesto que cuando su hermano Rafael Trujillo, el Jefe, quedó informado del atrevimiento de Petán sin su consentimiento (éste desafiaba el poder de Trujillo) lo obligó a que le entregara el botín. Con el dinero y las joyas en su poder, el Jefe declaró el caso cerrado. No valieron las indagaciones de Nonny, la hija biológica de Marie Louise e hija adoptiva de Otto, sobre sus padres y su herencia en RD (incluyendo la finca ganadera cuyo pago nunca recibió) ni valieron las presiones de varias representaciones diplomáticas en el país. El dinero y las joyas aparentemente quedaron a buen resguardo en manos del Benefactor. El cheque de Virgilio Trujillo nunca se canceló y la finca quedó en manos de los miembros de la familia Trujillo. En esos días, a la hija, quien vivía en Suiza, le aconsejaron no ir a RD por ser un país demasiado peligroso, por lo que contrató abogados internacionales, pero éstos no obtuvieron ningun resultado. La versión que les dieron fue que la pareja se accidentó cuando regresaban a casa del mercado y de esta manera no tenían que dar explicaciones sobre la alta suma del dinero que llevaban encima ni las joyas. Los bienes de la pareja, según escribiría Nonny años después, fueron confiscados por el "Estado". Los cuerpos nunca aparecieron. Décadas después, en los años sesentas y setentas, la hija visitó varias veces el país tratando de dar con los restos de sus padres pero nunca pudo encontrarlos, por lo que colocó una piedra simbólica en el lugar del accidente.
Los lectores se preguntarán cómo fue que los Trujillos se atrevieron a cometer semejante crimen y despojo en contra de una pareja europea de cierto estatus social. No hay que olvidar que estas personas eran refugiados y que, por tanto, no contaban con el apoyo de un gobierno establecido que pudiera velar ni reclamar por sus vidas ni sus bienes en una isla distante. Para 1948, Europa era un continente devastado por la gran guerra, en medio de una confusa transición política y económica, con urgentes problemas de hambre y falta de vivienda y con un posible conflicto en sus territorios entre los dos ejércitos victoriosos (el de EUA y el de la URSS). El país del cual eran nacionales, Polonia (con su capital completamente en escombros), se encontraba bajo la ocupación militar del Ejercito Rojo y era la principal manzana de la discordia entre EEUU y la URSS. Lo que menos le interesaba en esos momentos a un país devastado y ocupado era el paradero de una pareja insertada en una remota isla del Caribe de cuya existencia probablemente ni siquiera se habían percatado y en el cual ni siquiera tenían una embajada debido a la guerra y a la total ausencia de intercambio comercial. De ese aislamiento y abandono de la pareja estaban muy conscientes los Trujillos quienes, como los viejos delincuentes callejeros o asaltantes de camino que habían sido en su juventud, sabían olfatear por instinto natural el momento y el lugar en que su futura víctima se encontraría más vulnerable. (Ver foto de esta pareja en RD en la sección EN SU MEMORIA.)
A pesar de la misión cumplida a cabalidad, el siempre listo Petán no tuvo la oportunidad de disfrutar del botín puesto que cuando su hermano Rafael Trujillo, el Jefe, quedó informado del atrevimiento de Petán sin su consentimiento (éste desafiaba el poder de Trujillo) lo obligó a que le entregara el botín. Con el dinero y las joyas en su poder, el Jefe declaró el caso cerrado. No valieron las indagaciones de Nonny, la hija biológica de Marie Louise e hija adoptiva de Otto, sobre sus padres y su herencia en RD (incluyendo la finca ganadera cuyo pago nunca recibió) ni valieron las presiones de varias representaciones diplomáticas en el país. El dinero y las joyas aparentemente quedaron a buen resguardo en manos del Benefactor. El cheque de Virgilio Trujillo nunca se canceló y la finca quedó en manos de los miembros de la familia Trujillo. En esos días, a la hija, quien vivía en Suiza, le aconsejaron no ir a RD por ser un país demasiado peligroso, por lo que contrató abogados internacionales, pero éstos no obtuvieron ningun resultado. La versión que les dieron fue que la pareja se accidentó cuando regresaban a casa del mercado y de esta manera no tenían que dar explicaciones sobre la alta suma del dinero que llevaban encima ni las joyas. Los bienes de la pareja, según escribiría Nonny años después, fueron confiscados por el "Estado". Los cuerpos nunca aparecieron. Décadas después, en los años sesentas y setentas, la hija visitó varias veces el país tratando de dar con los restos de sus padres pero nunca pudo encontrarlos, por lo que colocó una piedra simbólica en el lugar del accidente.
Los lectores se preguntarán cómo fue que los Trujillos se atrevieron a cometer semejante crimen y despojo en contra de una pareja europea de cierto estatus social. No hay que olvidar que estas personas eran refugiados y que, por tanto, no contaban con el apoyo de un gobierno establecido que pudiera velar ni reclamar por sus vidas ni sus bienes en una isla distante. Para 1948, Europa era un continente devastado por la gran guerra, en medio de una confusa transición política y económica, con urgentes problemas de hambre y falta de vivienda y con un posible conflicto en sus territorios entre los dos ejércitos victoriosos (el de EUA y el de la URSS). El país del cual eran nacionales, Polonia (con su capital completamente en escombros), se encontraba bajo la ocupación militar del Ejercito Rojo y era la principal manzana de la discordia entre EEUU y la URSS. Lo que menos le interesaba en esos momentos a un país devastado y ocupado era el paradero de una pareja insertada en una remota isla del Caribe de cuya existencia probablemente ni siquiera se habían percatado y en el cual ni siquiera tenían una embajada debido a la guerra y a la total ausencia de intercambio comercial. De ese aislamiento y abandono de la pareja estaban muy conscientes los Trujillos quienes, como los viejos delincuentes callejeros o asaltantes de camino que habían sido en su juventud, sabían olfatear por instinto natural el momento y el lugar en que su futura víctima se encontraría más vulnerable. (Ver foto de esta pareja en RD en la sección EN SU MEMORIA.)
Dr. Jorge Alejandro Nin y su chofer
En 1945 el joven abogado Dr. Jorge Alejandro Nin perdió
la vida junto al chofer quien, por una extraña casualidad, era un inquieto líder
sindical de choferes que se había ganado la antipatía de las autoridades. Según
la esquela del periódico, el accidente de carretera ocurrió cuando Nin se
dirigía a su ciudad natal de Barahona a asumir el puesto de fiscal. El carro,
naturalmente, cayó por un barranco, matando a los dos pasajeros. Dejó una viuda,
Altagracia Velásquez, y a tres pequeñas hijas: Ivonne,
Brenda y Bertha. Siempre hubo dudas sobre si el sindicalista era en realidad
su chofer o, lo que era más probable, si simplemente decidieron eliminar a dos pájaros inconvenientes de
un solo tiro.
Lo que no reportó la breve noticia es que dos días antes de que se publicara el "accidente" en el periódico, la policía secreta había detenido a Nin en su bufete para interrogarlo. Nin compartía el bufete con otro abogado que después se exilió en Estados Unidos. Pocas horas antes del accidente, Nin les había manifestado a personas de confianza su preocupación por su vida. Los cargos en su contra constaban de que Nin simplemente había dicho en una fiesta que Trujillo le había robado a su padre la mina de sal en Barahona, apropiación ésta bien documentada posteriormente por los historiadores. Su padre era un exitoso empresario, gran exportador y líder cívico que financiaba obras en beneficio de la municipalidad de Barahona. Después de la caída de la dictadura, fue declarado “Benemérito de la Ciudad de Barahona”, ciudad que hoy ostenta su busto en el parque central.
Lo que no reportó la breve noticia es que dos días antes de que se publicara el "accidente" en el periódico, la policía secreta había detenido a Nin en su bufete para interrogarlo. Nin compartía el bufete con otro abogado que después se exilió en Estados Unidos. Pocas horas antes del accidente, Nin les había manifestado a personas de confianza su preocupación por su vida. Los cargos en su contra constaban de que Nin simplemente había dicho en una fiesta que Trujillo le había robado a su padre la mina de sal en Barahona, apropiación ésta bien documentada posteriormente por los historiadores. Su padre era un exitoso empresario, gran exportador y líder cívico que financiaba obras en beneficio de la municipalidad de Barahona. Después de la caída de la dictadura, fue declarado “Benemérito de la Ciudad de Barahona”, ciudad que hoy ostenta su busto en el parque central.
No tiene ningún
sentido que a Jorge Nin lo nombraran fiscal de
Barahona justo después de ser detenido por la policía secreta y no debe
sorprender, entonces, que lo accidentara antes de que pudiera llegar a
ejercer un cargo para
el cual realmente nunca estuvo destinado. Esa era
una estrategia típica de Trujillo para despistar cualquier asociación entre el
régimen y el accidente puesto que se supone que ese nombramiento era una prueba
de la buena relación entre la victima y el gobierno por lo que el régimen no tendría nada que ver con el percance. Según José Almoina (Una satrapia en el Caribe, pág. 126), a Jorge Nin lo apuñalaron en la fortaleza Ozama y después anunciaron el accidente. No se sabe ni dónde ni cómo mataron al chofer. La familia de Nin pudo ir a recoger el cuerpo ya en el ataúd en la Fortaleza Ozama para llevarlo al cementerio, pero no le permitieron ver el cuerpo, sólo la cara.
Donato Bencosme y su chofer– Una muerte anunciada
Donato Bencosme y su chofer– Una muerte anunciada
Conocidos como los "Guapos de Moca", ciertamente los Bencosme dieron pruebas de valentía y firmeza. En su familia se cuentan siete muertes violentas por su resistencia a la dictadura de Trujillo, desde su padre, Cipriano Bencosme y sus hermanos hasta un hijo y primos (Cipriano, Sergio, Donato, Alejandro, Boil, Ramon Camilo y Toribio Bencosme, todos perdieron la vida por su resistencia).
Donato Bencosme, de familia rica en tierras y bienes, no escondía su menosprecio hacia los Trujillos y en varias ocasiones demostró el desprecio que sentía hacia El Jefe. En una ocasión se burló públicamente de Trujillo y en otra, contaba su hijo Cipriano, “Trujillo lo nombra gobernador de la Provincia Espaillat, que no podía rechazar porque hubiese sido su muerte. Estando en esa posición, Pipí Trujillo (hermano del dictador) comienza a venir a los campos de Moca a buscar los mejores mulos y caballos dizque para la Hacienda Fundación (propiedad de Trujillo), mandando a buscar el cheque a la gobernación, que nunca aparecieron porque esos eran robos de Pipí. Papá, valientemente, envió una carta a Trujillo diciéndole que daba pena que su apellido rodara por el suelo porque su hermano, un vulgar cuatrero, despojaba a los campesinos”. (Ver referencia más abajo). Además, Donato fue objeto de críticas varias veces en el Foro Público, lo que ya era un lúgubre augurio.
El fatal desenlace de la vida de este valiente personaje Donato Bencosme nos lo cuenta la prestigiosa periodista Ángela Peña:
"A los pocos meses, añade, una guagua del Ejército perseguía a Donato, lo destituyeron del cargo y, aunque lo repusieron a los siete meses, continuó el acoso que él denunció en una carta pública. Lo acusaron de atentar contra la paz y la seguridad del Estado y lo condenaron a un año de prisión y 250 pesos de multa pero, el 23 de diciembre de 1957, Trujillo le concedió la libertad, le entregó su pistola y le advirtió: “Tu vida se respeta desde La Cumbre hasta Santo Domingo. De La Cumbre para allá eres hombre muerto, tienes muchos enemigos en el Cibao”. Se sabia que este tipo de advertencia de Trujillo de que se cuidara de "otros" era sencillamente una amenaza solapada de Trujillo. Donato se hospedó en el hotel Comercial, pero al poco tiempo regresó a Moca y cuando reabren los trabajos de la judicatura decide: “No quiero estar suelto por indulto, no he cometido ningún delito y es verdad que me andan buscando para matarme”. Apeló. La causa fue fijada para el 17 de febrero de 1957.
Nunca llegó al tribunal a defender su honra. Cuando iba a presentarse “lo detuvieron en Piedra Blanca junto a su chofer Rafael Camacho, lo desarmaron y trasladaron al Palacio de la Policía, en Santiago. Allí, asegura Cipriano, se juntaron Ludovino Fernández, Jaffet Cabrera, Pipí Trujillo, a esperar la autorización de Trujillo para matarlo. El día l8 le dicen: mira Donato lo que vamos a hacer con tu chofer, y le clavaron un estilete en el cuello. A papá lo mataron a palos el 18 en la noche, entre todos, lo metieron en un saco y el carro Opel en que andaba lo lanzaron a La Cumbre, de Puerto Plata, en un precipicio de 800 metros donde todavía está el vehículo”. La familia Bencosme conoció estos detalles por un militar que participó en los hechos, contó Cipriano. La prensa de entonces atribuyó el “accidente” a la rotura del guía.”
Para leer toda la historia de la lucha entre Donato Bencosme y el régimen pueden referirse al artículo de la prestigiosa periodista Ángela Peña en el diariolibre.com Donato Bencosme: La muerte anunciada de un coloso… También se encuentran muchos artículos en la red sobre la destacada y valiente familia Bencosme.
El ingeniero Fausto Enrique Rodríguez Pérez y su chofer
El
31 de agosto de 1960 el Ing. Enrique (Quique) Rodríguez Pérez y su
chofer, Ramón Antonio Guante, sufrieron un accidente fatal “al
precipitarse el vehículo por un precipicio en el sitio denominado 'Los
Cuatro Vientos' entre Barahona y Azua." La noticia en El Caribe, periódico propiedad de Trujillo, comentó
que: “las circunstancias en que ocurrió el accidente permanecen
desconocidas por no haber sobrevivido nadie y por falta de testigos
oculares.”
Sin embargo, el montaje fue completamente incompetente al dejar los asesinos los cadáveres en la carretera mientras que la camioneta en que viajaban se encontraba en la parte alta de un precipicio de unos cuarenta metros, donde estaba atajada con una débil mata de bayahonda. No sólo no estaban los cadáveres en el carro sino que el casi inexistente daño que presentaba la camioneta indica la imposibilidad de que el “accidente" fuera capaz de ocasionar la muerte de ambos. Al examinar los cuerpos, los testigos concluyeron que habían muerto a garrotazos con un palo o una barra de hierro. Los asesinos también lo despojaron de RD$400.00, su anillo de matrimonio y de un cheque de RD$1,000.00 del Ayuntamiento de Pedernales para el cual el Ing. Rodríguez ejecutaba un proyecto.
Se puede contar entre los móviles detrás de este accidente el parentesco que tenía el joven Quique Rodriguez (29 años de edad) con el general Juan Rodríguez García (Juancito), el más importante e influyente enemigo de Trujillo en el exilio. Este multimillonario, considerado uno de los dominicanos más ricos de la época, ayudó a organizar y financió parcialmente las expediciones de Cayo Confites y la de Luperón, además de que les brindaba albergue y apoyo a los exiliados antitrujillistas en Venezuela. Ser pariente de don Juancito Rodriguez era un estigma en la Era de Trujillo. Además, nos cuenta el historiador Santiago Estrella Veloz que Pablo Rodríguez Salcedo, el padre de Quique Rodriguez, “nunca le aceptó un cargo a Trujillo. Era partidario del general Horacio Vásquez y en 1930, siendo Comisario de Moca, metió preso a Petán Trujillo, hermano del Jefe, acusado de robar vacas y emitir un cheque sin fondo en perjuicio de Delio Almánzar, residente en Guanábano, Moca. Cuando Trujillo pasó de Jefe del Ejército a Presidente de la República, en 1930, Petán estaba envalentonado al verse ahora uniformado como oficial de alto rango. Cada vez que visitaba a Moca, Pablo Rodríguez tenía que esconderse para no perder la vida”.
Como si esto fuera poco, el Ing. Quique Rodríguez había expresado varias veces que se oponía al régimen y en un par de ocasiones expresó brevemente sus sentimientos antitrujillistas en la presencia de un pariente lejano que había sido calié de la dictadura. Su situación empeoró cuando un par de veces se negó rotundamente a incurrir en ciertas irregularidades solicitadas por representantes de Petán. Por otro lado, el padre de Quique había tenido un altercado con el jefe inmediato de Quique en la Liga, el Dr. José G. Sobá, médico particular de Trujillo. Algunos historiadores han concluido que éste fue el autor intelectual del crimen, naturalmente con el beneplácito o la orden de los hermanos Trujillo, puesto que nadie se aventuraba a este tipo de asesinato por su cuenta, especialmente con la posición y el estatus del Ing. Rodriguez, sin la aprobación del régimen. El mismo Quique Rodríguez presentía su muerte violenta, además de que compañeros de trabajo y amigos ya lo trataban de lejos para no "contaminarse" pues lo consideraban un futuro cadáver. No hay que olvidar que Trujillo era obsesivo y vengativo por lo que a menudo una familia entera pagaba cualquier afrenta que alguien le hiciera a Trujillo. Una de las obsesiones de Trujillo era el general Juancito Rodríguez y sus actividades en el exilio, por lo que Trujillo se había apropiado de sus fincas y su ganado, pero peor aún, le había matado a varios hermanos y empleados de su finca y, ahora, al nieto de un hermano.
Para más detalles sobre este “accidente” y el juicio en los tribunales después de la caída del régimen, pueden leer El asesinato del Ingeniero Quique Rodríguez por Santiago Estrella Veloz en diariolibre.com y otros artículos en la red.
El propio estudiante de medicina que recibio el cuerpo de Marrero Aristy comentó tiempo después que éste no había muerto debido al accidente. Lo mismo dijo el secretario personal de Aristy y pariente de éste quien fue designado como la persona que debía ir a reconocer el cuerpo y supervisar su preparación para el funeral al dia siguiente.
Sin embargo, el montaje fue completamente incompetente al dejar los asesinos los cadáveres en la carretera mientras que la camioneta en que viajaban se encontraba en la parte alta de un precipicio de unos cuarenta metros, donde estaba atajada con una débil mata de bayahonda. No sólo no estaban los cadáveres en el carro sino que el casi inexistente daño que presentaba la camioneta indica la imposibilidad de que el “accidente" fuera capaz de ocasionar la muerte de ambos. Al examinar los cuerpos, los testigos concluyeron que habían muerto a garrotazos con un palo o una barra de hierro. Los asesinos también lo despojaron de RD$400.00, su anillo de matrimonio y de un cheque de RD$1,000.00 del Ayuntamiento de Pedernales para el cual el Ing. Rodríguez ejecutaba un proyecto.
Se puede contar entre los móviles detrás de este accidente el parentesco que tenía el joven Quique Rodriguez (29 años de edad) con el general Juan Rodríguez García (Juancito), el más importante e influyente enemigo de Trujillo en el exilio. Este multimillonario, considerado uno de los dominicanos más ricos de la época, ayudó a organizar y financió parcialmente las expediciones de Cayo Confites y la de Luperón, además de que les brindaba albergue y apoyo a los exiliados antitrujillistas en Venezuela. Ser pariente de don Juancito Rodriguez era un estigma en la Era de Trujillo. Además, nos cuenta el historiador Santiago Estrella Veloz que Pablo Rodríguez Salcedo, el padre de Quique Rodriguez, “nunca le aceptó un cargo a Trujillo. Era partidario del general Horacio Vásquez y en 1930, siendo Comisario de Moca, metió preso a Petán Trujillo, hermano del Jefe, acusado de robar vacas y emitir un cheque sin fondo en perjuicio de Delio Almánzar, residente en Guanábano, Moca. Cuando Trujillo pasó de Jefe del Ejército a Presidente de la República, en 1930, Petán estaba envalentonado al verse ahora uniformado como oficial de alto rango. Cada vez que visitaba a Moca, Pablo Rodríguez tenía que esconderse para no perder la vida”.
Como si esto fuera poco, el Ing. Quique Rodríguez había expresado varias veces que se oponía al régimen y en un par de ocasiones expresó brevemente sus sentimientos antitrujillistas en la presencia de un pariente lejano que había sido calié de la dictadura. Su situación empeoró cuando un par de veces se negó rotundamente a incurrir en ciertas irregularidades solicitadas por representantes de Petán. Por otro lado, el padre de Quique había tenido un altercado con el jefe inmediato de Quique en la Liga, el Dr. José G. Sobá, médico particular de Trujillo. Algunos historiadores han concluido que éste fue el autor intelectual del crimen, naturalmente con el beneplácito o la orden de los hermanos Trujillo, puesto que nadie se aventuraba a este tipo de asesinato por su cuenta, especialmente con la posición y el estatus del Ing. Rodriguez, sin la aprobación del régimen. El mismo Quique Rodríguez presentía su muerte violenta, además de que compañeros de trabajo y amigos ya lo trataban de lejos para no "contaminarse" pues lo consideraban un futuro cadáver. No hay que olvidar que Trujillo era obsesivo y vengativo por lo que a menudo una familia entera pagaba cualquier afrenta que alguien le hiciera a Trujillo. Una de las obsesiones de Trujillo era el general Juancito Rodríguez y sus actividades en el exilio, por lo que Trujillo se había apropiado de sus fincas y su ganado, pero peor aún, le había matado a varios hermanos y empleados de su finca y, ahora, al nieto de un hermano.
Para más detalles sobre este “accidente” y el juicio en los tribunales después de la caída del régimen, pueden leer El asesinato del Ingeniero Quique Rodríguez por Santiago Estrella Veloz en diariolibre.com y otros artículos en la red.
Ramón Marrero Aristy y su chofer
Siendo Secretario de Trabajo, Marrero Aristy murió junto a su chofer en un accidente de carretera el
17 de julio, 1959. Su cuerpo fue encontrado dentro de su automóvil en
un precipicio de la carretera que une a Santo Domingo con Constanza.El propio estudiante de medicina que recibio el cuerpo de Marrero Aristy comentó tiempo después que éste no había muerto debido al accidente. Lo mismo dijo el secretario personal de Aristy y pariente de éste quien fue designado como la persona que debía ir a reconocer el cuerpo y supervisar su preparación para el funeral al dia siguiente.
Los
investigadores todos coinciden en que fue un simulacro de accidente,
pero no se ponen de acuerdo sobre el móvil de este crimen. Marrero
Aristy era una persona gregaria hasta el punto de ser demasiado
indiscreto en semejante régimen. Era un hombre que se identificaba con
los intereses de los obreros y que, según algunos en los círculos de
poder, no encajaba dentro de la cultura autoritaria y exclusivista del
Palacio. Otros sostienen que al presentir el final del régimen, Aristy
estaba rompiendo con la lealtad al Jefe y que se estaba preparando para
desempeñar
un papel protagónico en el nuevo gobierno, probablemente como
presidente del país ya que contaba con popularidad entre los
trabajadores.
La versión más concreta sobre el motivo señala lo que todos los del Palacio sabían: Que Trujillo lo responsabilizó por una publicación que apareció el 12 de julio en The New York Times que acusaba al gobierno de Trujillo de corrupción. Se sabe que Trujillo lo regañó con zaña en el palacio dado que algunos oyeron los gritos de Trujillo frente a Aristy. Otros presentan la excusa de que, si bien Trujillo estaba enfurecido con dicha publicación, su muerte fue causada por un disparo hecho en el Palacio por uno de los escoltas de Trujillo quien creyó que Aristy iba a sacar una pistola del bolsillo para matar al Jefe. Pocos creen esta versión, especialmente porque los periodistas hasta ahora no han encontrado a ningún funcionario del palacio que recuerde haber oído un disparo en el palacio en esos años, además de que Font Bernard dice que lo vio salir del Palacio caminando ese dia, aunque visiblemente nervioso (ver más abajo).
Sea cual fuere la razón principal, todos coinciden en que el accidente fue simulado, máxime que se accidentó en una zona en que se acababan de registrar enfrentamientos militares con los expedicionarios de Constanza y todavía era una zona muy inestable. Un grupo de guerrilleros (el de Delio Gomez Ochoa) fue apresado el 11 de julio y ya el 17 de julio, aún cuando no se sabía si había más guerrilleros en la zona o si habría otros enfrentamientos, Marrero Aristy supuestamente se fue a Constanza dizque a relajarse en un hotel de la montaña.
Todo parece indicar que el encargado de su muerte fue Johnny Abbes con quien Aristy habia tenido ciertas asperezas, por lo que Abbes estaria muy interesado en cumplir la órden de asesinarlo. De lo que no hay duda es que nadie se atreveria a matar a un alto funcionario del gobierno sin la anuencia expresa o la orden directa de Trujillo. La destacada periodista Angela Peña se refiere brevemente a este caso:
"El 17 de julio de 1959, se informó que el escritor había perecido junto a su chofer Luis Concepción Belén, al caer su vehículo por un precipicio. En cuanto a que lo eliminaron en el Palacio, dice Manuel Javier en Mis 20 años en el Palacio Nacional junto a Trujillo y otros gobernantes dominicanos que esta afirmación “es dudosa y objetable. Es un hecho casi cierto, de toda certeza, que fue en la prisión de La 40 donde lo asesinó la gente de Johnny Abbes”.
En Trujillo, aproximación al hombre y su tiempo anota Fernando Infante que Marrero “fue asesinado a palos en la cárcel La 40…”
"Marrero era secretario de Trabajo cuando cayó en desgracia por supuestamente ofrecer durante un viaje informaciones adversas al régimen al periodista Tad Szulc que las publicó en The New York Times. Al regresar fue a entrevistarse con Trujillo que 'lo ultrajó de palabras'. Afirman que el escritor, nervioso, “fue a sacar su pañuelo para secarse el sudor y un oficial del ejército, creyendo que iba a esgrimir un arma, lo mató de un balazo. Pero en el Palacio Nacional nadie recuerda haber escuchado un disparo en esa tarde negra… hay quienes opinan que Trujillo, después de vejarlo, ordenó su muerte al jefe del SIM y éste lo trasladó a La 40”, apunta Javier."
La versión más concreta sobre el motivo señala lo que todos los del Palacio sabían: Que Trujillo lo responsabilizó por una publicación que apareció el 12 de julio en The New York Times que acusaba al gobierno de Trujillo de corrupción. Se sabe que Trujillo lo regañó con zaña en el palacio dado que algunos oyeron los gritos de Trujillo frente a Aristy. Otros presentan la excusa de que, si bien Trujillo estaba enfurecido con dicha publicación, su muerte fue causada por un disparo hecho en el Palacio por uno de los escoltas de Trujillo quien creyó que Aristy iba a sacar una pistola del bolsillo para matar al Jefe. Pocos creen esta versión, especialmente porque los periodistas hasta ahora no han encontrado a ningún funcionario del palacio que recuerde haber oído un disparo en el palacio en esos años, además de que Font Bernard dice que lo vio salir del Palacio caminando ese dia, aunque visiblemente nervioso (ver más abajo).
Sea cual fuere la razón principal, todos coinciden en que el accidente fue simulado, máxime que se accidentó en una zona en que se acababan de registrar enfrentamientos militares con los expedicionarios de Constanza y todavía era una zona muy inestable. Un grupo de guerrilleros (el de Delio Gomez Ochoa) fue apresado el 11 de julio y ya el 17 de julio, aún cuando no se sabía si había más guerrilleros en la zona o si habría otros enfrentamientos, Marrero Aristy supuestamente se fue a Constanza dizque a relajarse en un hotel de la montaña.
Todo parece indicar que el encargado de su muerte fue Johnny Abbes con quien Aristy habia tenido ciertas asperezas, por lo que Abbes estaria muy interesado en cumplir la órden de asesinarlo. De lo que no hay duda es que nadie se atreveria a matar a un alto funcionario del gobierno sin la anuencia expresa o la orden directa de Trujillo. La destacada periodista Angela Peña se refiere brevemente a este caso:
"El 17 de julio de 1959, se informó que el escritor había perecido junto a su chofer Luis Concepción Belén, al caer su vehículo por un precipicio. En cuanto a que lo eliminaron en el Palacio, dice Manuel Javier en Mis 20 años en el Palacio Nacional junto a Trujillo y otros gobernantes dominicanos que esta afirmación “es dudosa y objetable. Es un hecho casi cierto, de toda certeza, que fue en la prisión de La 40 donde lo asesinó la gente de Johnny Abbes”.
En Trujillo, aproximación al hombre y su tiempo anota Fernando Infante que Marrero “fue asesinado a palos en la cárcel La 40…”
"Marrero era secretario de Trabajo cuando cayó en desgracia por supuestamente ofrecer durante un viaje informaciones adversas al régimen al periodista Tad Szulc que las publicó en The New York Times. Al regresar fue a entrevistarse con Trujillo que 'lo ultrajó de palabras'. Afirman que el escritor, nervioso, “fue a sacar su pañuelo para secarse el sudor y un oficial del ejército, creyendo que iba a esgrimir un arma, lo mató de un balazo. Pero en el Palacio Nacional nadie recuerda haber escuchado un disparo en esa tarde negra… hay quienes opinan que Trujillo, después de vejarlo, ordenó su muerte al jefe del SIM y éste lo trasladó a La 40”, apunta Javier."
Las dos caras de Angelita Trujillo
Por Angela Peña
13 de marzo, 2010
hoy.com.do
R. A. Font Bernard es uno de los que más información directa nos puede dar sobre la muerte de Marrero Aristy por ser un funcionario del Palacio en esos días, porque intercambiaba opiniones con Marrero Aristy y por su conversación con el joven que recibió el cadáver de Aristy.
En una escueta nota, el Listín Diario del 3 de octubre, 2010 recuerda brevemente este caso:
“1949.
Muere aparentemente asesinado por sicarios de Trujillo el doctor
Enrique Washington Lithgow Ceara. Se informó que murió ahogado cuando su
carro se precipitó al río Ozama. Unos atribuyen su muerte a comentarios
hechos por él sobre la supuesta enfermedad prostática de Trujillo y
otros a un informe de Anselmo Paulino sobre la inconformidad pública del
doctor Lithgow Ceara cuando se le ordenó que moviera su automóvil de la
avenida George Washington donde estaba estacionado y por donde paseaba
con frecuencia en horas de la tarde el generalísimo”.Por Angela Peña
13 de marzo, 2010
hoy.com.do
R. A. Font Bernard es uno de los que más información directa nos puede dar sobre la muerte de Marrero Aristy por ser un funcionario del Palacio en esos días, porque intercambiaba opiniones con Marrero Aristy y por su conversación con el joven que recibió el cadáver de Aristy.
Font
Bernard refuta claramente a aquellos que han querido convertir el
asesinato en una especie de simple accidente por el mal juicio de un
agente de seguridad en el Palacio (los que la difunden nunca se han
ocupado de decirnos de dónde proviene dicha versión) quien supuestamente
pensó que Aristy iba a sacar una pistola de su bolsillo para matar a
Trujillo y no un pañuelo cuando el Jefe lo increpaba, por lo que le pegó
un tiro y lo mató. En contradicción con la versión anterior de que
Aristy era ya un cadáver cuando lo sacaron del Palacio, Font Bernard
dice que él vio a Aristy salir del Palacio, visiblemente perturbado
(probablemente por el argumento con Trujillo), el mismo día en que
Aristy desapareció. Al día siguiente Font Bernard asistía al funeral de
su compañero de Palacio. Por cierto, en las exequias no faltó la corona
de flores de parte de Trujillo con la inscripción que decía ““A mi amigo
y colaborador Ramón Marrero Aristy. Generalísimo Trujillo”. (Leer: El asesinato de Marrero Aristy por R.A. Font Bernard, provinciasdominicanas.org).
A esto se le suman las declaraciones del señor Wilfredo Mejía Alvarado, quien colaboró estrechamente con Aristy por mucho tiempo, era pariente suyo y quien fue a reconocer el cuerpo en la morgue de Bonao y a supervisar la preparación del cuerpo para el funeral. Declaró por escrito años después que el cuerpo mostraba golpes en la cabeza pero que no vio ninguna herida de bala. También examinó el lugar del accidente, el carro volcado de cerca y determinó que éste fue empujado por el precipicio, que no fue por accidente.
Por falta de espacio y porque el articulo es muy largo, invitamos a los lectores a leer las declaraciones hechas en 2003 por Wilfredo Mejía Alvarado en su extenso articulo Origen humilde de Marrero Aristy despertó enconos de aristocracia trujillista, por .
A esto se le suman las declaraciones del señor Wilfredo Mejía Alvarado, quien colaboró estrechamente con Aristy por mucho tiempo, era pariente suyo y quien fue a reconocer el cuerpo en la morgue de Bonao y a supervisar la preparación del cuerpo para el funeral. Declaró por escrito años después que el cuerpo mostraba golpes en la cabeza pero que no vio ninguna herida de bala. También examinó el lugar del accidente, el carro volcado de cerca y determinó que éste fue empujado por el precipicio, que no fue por accidente.
Por falta de espacio y porque el articulo es muy largo, invitamos a los lectores a leer las declaraciones hechas en 2003 por Wilfredo Mejía Alvarado en su extenso articulo Origen humilde de Marrero Aristy despertó enconos de aristocracia trujillista, por .
Wilfredo Mejía Alvarado, hoy.com.do (6/7/2003).
Dr. Enrique Washington Lithgow Ceara
Otros investigadores de la dictadura igualmente habían recogido la versión que había emanado desde los propios pasillos del poder en el sentido de que Lithgow había sido eliminado por sus imprudencias.
El doctor Enrique W. Lithgow Ceara había pasado años estudiando en EEUU donde se especializó en urología. Todavía entrañaba en su personalidad la cultura americana de poder expresar inconformidad con el gobierno y hasta de burlarse de los altos funcionarios sin repercusiones. Eso explica que en forma tan ingenua haya cometido esas “imprudencias”, máxime cuando se trataba de la salud y vida del Jefe Supremo en momento en que era uno de los medicos consultados sobre los problemas de salud que El Jefe estaba padeciendo. El propio Balaguer se refiere en su obra Los carpinteros al mordaz y fatídico comentario del Dr. Lithgow sobre la salud de Trujillo, una audacia que sorprendió a todos los presentes.
Si los lectores se resisten a creer que por tales nimiedades el doctor Lithgow haya sido asesinado, una vez más les recordamos que ser eliminado por decir cualquier cosa que insinuara una crítica o burla del dictador o su familia (o una afrenta) era la norma, causa suficiente para ser detenido, torturado o eliminado. Los dominicanos lo sabían muy bien y por eso se cuidaban mucho de lo que decían respecto al gobierno, en especial respecto a cualquier miembro de la familia Trujillo y sus allegados. Aparentemente, el Dr. Lithgow no se habia "aclimatado" a la cultura extremamente opresiva que imperaba. Como ejemplos de estas muertes por una frase inoportuna, pueden leer sobre el joven Colón Piris en la sección MÁS CRÍMENES y leer el siguiente caso del alferez Boñuela.
Según el investigador y periodista Edwin Disla, el Dr. Lithgow Ceara fue asesinado por asfixia antes de ser lanzado en su Buick al río Ozama. Por cierto, el médico estaba casado con una prima de Manolo Tavares Justo en cuyo hogar Manolo vivió por un tiempo, en los días en que se enamoró de Minerva Mirabal.
Una reciente publicación ofrece una razón concreta por este asesinato. Nos referimos al libro Ayer, el 30 de Mayo y después de Fernando Amiama Tió, alto funcionario del régimen trujillista por muchos años (Canciller, Director de Pasaportes, Secretario de Estado de Trabajo, encargado de los asuntos haitianos y también hermano del héroe nacional Luis Amiama Tió). Sin embargo, no tenemos acceso al libro y ningún periodista que ha comentado sobre la obra nos rinde los detalles ofrecidos en este libro sobre el motivo de este asesinato. La reconocida periodista Ángela Peña, quien sí leyó el libro detenidamente, escribió un artículo (La verdadera historia del ajusticiamiento) sobre este libro en que dice que el documento también narra con pormenores “las causas concretas del crimen contra Lithgow Ceara” y otras víctimas. Aunque lamentablemente la periodista no nos ha transmitido cuáles fueron las causas concretas, claramente lo califica de crimen con base en lo narrado en el libro de este alto funcionario del régimen. No tenemos acceso al libro, pero invitamos a los lectores a dar a conocer el móvil concreto de este crimen si logran obtener el libro.
A pesar de que el Dr. Lithgow no tuvo tiempo en nuestro país de desarrollar una prestigiosa carrera en su especialidad, después de la caída de la dictadura le cambiaron el nombre al hospital Marión por el nombre del Dr. Lithgow Ceara en honor a este joven médico.
Sobre otros casos de personas que fueron eliminadas por atreverse a decir un infeliz comentario sobre el Jefe o algún miembro de su familia, también pueden ver los casos de Colón Piris y Rafael Yepez en la sección MÁS CRÍMENES y el siguiente caso del español Boñuela.
Otro accidentado por cometer el error de decir una “imprudencia”, esta vez un simple comentario de dos palabras “Qué barbaridad”, al presenciar los repugnantes y macabros actos a que fue sometido el cuerpo de José Messón (tanto vivo como ya muerto), después de pasar días bajo tortura. Por esas dos palabras "que barbaridad" pagó con su vida este alferez originario de España.
A continuación reproducimos los tres párrafos que describen brevemente las circunstancias de este caso tomados del artículo El asesinato de José Messón. El lector puede leer el artículo completo más abajo.
Antes debemos explicar que el autor del artículo dice que éste fue “el más salvaje, sádico y cruel realizado en un recinto de la Marina de Guerra dominicana”, no porque este tipo de crimen macabro fuera algo totalmente fuera de lo común en el país como todos ya sabemos, sino simplemente porque la Marina de Guerra tenía poco que ver con la represión en tierra que ocurría practicamente a diario durante la larga dictadura, pues la labor de represión en la isla les correspondía al SIM (Servicio de Inteligencia Militar) y al Ejército, los que siempre tuvieron las manos más sucias por sus torturas, atropellos y asesinatos. Esto explica el hecho que la Marina surgiera de la dictadura casi libre de culpa de los múltiples atropellos y crímenes a que fue sometido el pueblo dominicano y los extranjeros que vivían en el país. La labor de la Marina era principalmente resguardar las costas y pasear a los miembros de la familia Trujillo en sus yates de lujo. Suponemos que también eran los encargados de lanzar los cuerpos al mar, aunque no participaran en los asesinatos ni en las torturas.
Para cuando llevaron a José Messón al recinto de la Marina para ultimarlo frente a sus antiguos compañeros de la Marina, ya Messón había sido sometido a despiadadas torturas en La 40 durante días, incluyendo fuertes electrochoques en la silla eléctrica.
A continuación los tres párrafos relativos al poco conocido alferéz Jesús María Boñuela:
"El prisionero [José Messón] con su mirada perdida, apenas sosteniéndose sobre sus pies, intentó
hablar inútilmente. Germán Bello lo derribó de una bofetada. En el
suelo, le colocaron un lazo al cuello, de una soga que colgaba
discretamente de la robusta rama del mango, y halaron a Messón. En el
pináculo lo retuvieron un minuto y lo dejaron caer contra el suelo
asfaltado. Tras repetir esta acción cuatro veces, soltaron la soga y el
ya cadáver se precipitó a tierra. A seguida el cabo barbero Rossó Piña,
con un enorme y filoso cuchillo le cercenó los órganos genitales y le dividió el cuerpo en cuadritos.
El oficial de mesa alferez
Jesús María Boñuela, de origen español, indignado comentó a media voz:
'¡Qué barbaridad!' Este comentario le costó la vida: a los tres días lo
asesinaron valiéndose del muy usado método trujillista de “accidentarlo”
en un automóvil.
El barbero Rossó Piña, continuando con su macabra tarea, arrastró
por la soga el cadáver, tiznando de sangre el asfalto del patio, y se
lo mostró a los militares presos por faltas disciplinarias para que les
sirviera de escarmiento. Finalmente, junto a varios de sus compañeros,
con las culatas de fusiles le destrozaron la cabeza para su introducción en un saco de henequén, el cual con rocas y piedras en el fondo lanzarían al mar". Por cierto, como ocurría a menudo, al saber de la ejecución de José Mesón, su hermano y algunos miembros de su familia se asilaron en embajadas por temor a sufrir consecuencias.
Mencionamos de paso que el fotógrafo del SIM, Pedro Aníbal Fuentes Berg (Chichi), fue quien tomó la famosa foto de José Messón en la silla eléctrica (ver foto en sección EN MEMORIA). Sensible al sufrimiento que presenciaba mientras fotografiaba a las victimas, le sacó copia al negativo de esta foto junto con unas cuatro fotos más de los torturados. Su hermano, Gilberto Fuentes Berg, las sacó del país para que se publicaran. De hecho, el caso de José Messón se hizo notable no porque fuera un caso fuera de lo común, sino simplemente debido a esa foto puesto que eran contadas (unas 5 fotos) las imágenes de los torturados en los centros de tortura de la dictadura, esto gracias a los hermanos Fuentes Berg.
Por esta audacia de estos dos hermanos, al ser informado Johnny Abbes de este filtraje, los hermanos Aníbal y Gilberto Fuentes Berg fueron detenidos y desaparecidos. Hasta hoy no se sabe del paradero de sus cuerpos. Algunos creen que también fueron torturados. Para más detalles sobre el caso de los hermanos Fuentes Berg, pueden ir a la sección ANTECEDENTES (BREVES - continuación).
Como todo en ese demencial reino de terror, increíble pero cierto.
Varios accidentes en el caso Galíndez
Muchos conocen del secuestro de Jesus de Galindez, de la supuesta riña en que el piloto Murphy es empujado al mar y desaparece y que después Tavito de la Maza se suicida en su celda. Pocos saben que además murieron en supuestos accidentes de tránsito la mujer que hacia de enfermera acompañando al paciente Galindez en el avión y su novio, también partícipe del secuestro. A eso se le suma el accidente fatal que sufrió el suegro de Tavito de la Maza. Tampoco se pueden dejar de mencionar el accidente fatal de la avioneta piloteada por otro testigo y el suicidio del médico que inyectó a Galindez en Nueva York.
Al planear el secuestro de Galíndez, Trujillo nunca contó con que la desaparición de Galíndez fuera a crear tanto alboroto en Washington y en la prensa norteamericana. Esto ocurrió, efectivamente, porque Galindez resultó ser ciudadano norteamericano y además agente de la FBI y de la CIA, dos cosas que Trujillo no sabía y razones por las que el gobierno de EEUU movilizó a sus agencias para investigar el caso (pretendiendo no saber nada del asunto), con la acompañante campaña de asedio en la prensa. Esto obligó a Trujillo a iniciar una cadena de asesinatos para silenciar a los participantes. Pero al hacer desaparecer también al piloto Murphy, la situación empeoró porque Trujillo tampoco contaba con que el congresista por el estado de Oregon (Charles Porter), de donde era el piloto Murphy, resultaría ser un sujeto tan obstinado y activo en la investigación sobre el caso Murphy en que llegó al punto de exigir una investigación del Congreso y audiencias sobre la desaparición de Galindez y Murphy, lo cual efectivamente decidieron que se llevaría a cabo. A las investigaciones de la FBI, de la embajada y de la prensa, se sumaron las audiencias del Congreso. El caso Galíndez era para entonces tema de primera plana en los periódicos de EEUU y del continente.
En honor a la objetividad, debemos señalar que investigaciones recientes del investigador y publicista Aquiles Julián (y otros) señalan que, aprovechando el instinto criminal de Trujillo, su irracionalidad y su impulsividad caprichosa, éste fue manipulado por dos poderosos funcionarios del gobierno norteamericano (los hermanos Dulles) para que se deshiciera de Galindez. Le hicieron saber que Galindez estaba por publicar su tesis exponiendo la corrupción, inmoralidad y atropellos del régimen de Trujillo. Estos altos funcionarios tenían interés en hacer desaparecer a Galíndez por razones de un cambio de política hacia Franco al que Galíndez se oponía. Estas recientes revelaciones de Aquiles Julián y otros podrían explicar los atentados y “accidentes”que ocurrieron fuera de la isla en conexión con el caso Galindez (sobre dichas muertes y atentados, ver más adelante). Por otra parte, se dice también que lo que más enfureció a Trujillo de todas sus acusaciones fue que Galindez alegara que Ramfis no era su hijo biológico.
Hay que tomar en cuenta que las agencias e instituciones de Estados Unidos no estaban organicamente integradas ni coordinaban bien sus tácticas y estrategias y esto explica como fue que la embajada, el Congreso, buena parte de la prensa norteamericana y hasta los niveles medios y bajos de la FBI tampoco supieran de las manipulaciones de los hermanos Dulles sobre Trujillo, por lo que desempeñaron cabalmente el papel que les correspondía sin percatarse de la manipulación. Mucho de lo que ocurre a ese nivel de los servicios de inteligencia es sólo conocido por pequeños círculos de poder. Esa manipulación, naturalmente, no exculpa moralmente a Trujillo de la planeación y ejecución del crimen, además de que sin lugar a dudas fue la dictadura la que se encargó de eliminar dentro del país a todos los que estuvieron involucrados en la desaparición de Galindez, unas seis o siete personas, motivado Trujillo por el escándalo en la prensa internacional en relación al secuestro y por las investigaciones de la FBI y la embajada. Por su estilo visceral de gobernar, Trujillo fue incapaz de percatarse de que la fuente del revoloteo que lo "obligó" a hacer una limpieza interna (y posiblemente externa) probablemente fue la misma fuente que lo manipuló a secuestrar a Galindez.
A varios investigadores siempre nos pareció exagerada, y por ende sospechosa, la coordinada y estridente reacción en EEUU al secuestro de Galindez en comparación con otros asesinatos en el exterior (Almoina, Requena, Bencosme, etc.), especialmente porque Galindez, antes de su secuestro, era tan desconocido en la prensa internacional como las demás víctimas de Trujillo en el exterior. Sobre la trama pueden leer los recientes artículos de Aquiles Julián titulados La conspiración perfecta de los hermanos Dulles y El hombre a cargo de secuestrar a Galíndez, además, Cómo Galindez pasó de informante aliado a enemigo.
Días después en ese mismo mes de agosto, Ana Gloria Viera (21 años de edad), una hermosa agente (fungía como enfermera) que acompañó en el avión a un Galíndez inconsciente, novia de Martínez Jara, también murió en un accidente de tránsito en la carretera entre Santiago y Puerto Plata, 12 días después de dar a luz a su hijo Manuel. Encontraron su cuerpo detrás del volante del carro. Lo extraño era que todos sabían que Gloria Viera no sabía manejar y que nunca la habían visto detrás de un volante.
Semanas después de esos dos accidentes, también planearon presentar la muerte del piloto Gerald Lester Murphy como un accidente, pero después optaron por culpar a Tavito de la Maza de haberlo matado en una riña en una carretera paralela al mar. El cuerpo de Murphy fue encontrado en uno acantilados del mar Caribe. A su vez, Tavito de la Maza, después de ser detenido por el presunto crimen, se “suicidó” en su celda. Los investigadores de la embajada americana que examinaron la celda dijeron que el frágil tubo de donde supuestamente se colgó de la Maza jamás hubiera podido soportar un cuerpo, además de otras inconsistencias materiales.
En cuanto a la decisión de eliminar a Murphy, los investigadores señalan varias razones, además de ser simplemente el próximo en la lista fúnebre para eliminar toda huella. Entre éstas, que Murphy ya estaba hablando demasiado con amigos sobre el misterioso vuelo, que Murphy se rehusó a bombardear la Habana (entonces Trujillo organizaba una invasión a favor del presidente depuesto Prío Socarrás en contra de Batista) y que Murphy, al ver que los que habían participado en el secuestro de Galíndez estaban sufriendo accidentes fatales, de repente puso un anuncio en Ciudad Trujillo para vender sus pertenencias, clara señal de que planeaba abandonar la isla, razón por lo que fue interceptado y eliminado.
Por otro lado, el médico dominicano Miguel Rivera, encargado de drogar a Galíndez en Nueva York, supuestamente se “suicidó” con cianuro en su casa de Ciudad Trujillo.
Salvador Cobian Parra, coronel de origen cubano, había sido designado por Trujillo jefe del Servicio de Inteligencia en 1956 y fue uno de los ejecutores del secuestro de Galindez. Cobían fue asesinado a balazos en su oficina. El caso fue presentado primero como un suicidio y después como una riña e intercambio de balas en que también el otro oficial murió.
Varios investigadores sostienen que también el suegro de Tavito de la Maza fue eliminado en un "accidente" dado que él estaba profundamente indignado por el "suicidio" de su yerno y estuvo activamente involucrado en las indagaciones de su muerte. Sobre este caso, el periodista Sócrates L. Peguero nos resume:
"Antonio Rúa, padre de Marusa Rúa, la esposa de Octavio de la Maza. Al señor Rúa sentir repulsa y manifestar su descontento por la muerte de Tavito, planificaron su muerte. Aprovechando que el señor Antonio Rúa era comisionista y tenía que viajar periódicamente hacia el interior del país, decidieron esperar el que fuera su último viaje y le tiraron un Catarey encima en la vieja carretera del Este. Catarey era un enorme camión (marca Mack) que se usaba para el tiro de caña de azúcar".
Como se trata de un choque con un camión y no tenemos otros detalles, no podemos afirmar ni negar que fuera un accidente fabricado, pero les recordamos a los lectores que expresar descontento con el régimen y tener la audacia de ponerse a indagar sobre un asesinato del régimen eran motivos suficientes para terminar fatalmente "accidentado" o desaparecido.
Murphy había hecho escala desde Long Island en un pequeño aeropuerto de West Palm Beach, Florida, atendido por Donald P. Jackson (23 años) y su padre, Wesley (el dueño de ese aeropuerto), aparentemente las únicas dos personas que atendian ese pequeño aeropuerto esa mañana. El Joven Jackson fue el que atendió el avión de Murphy esa mañana del 13 de marzo, 1956. Su padre Wesley también se encontraba en el aeropuerto. Cuando el Congreso de EEUU empezó sus investigaciones, había citado a Donald Jackson a que compareciera en las audiencias como testigo, pero convenientemente seis días antes de su cita con el comité del Congreso el joven y su padre se mataron al estrellarse su avioneta privada en un vuelo a Texas. Por suerte, Donald Jackson había sido entrevistado por la estación de radio de Miami, WGBS, antes de morir en que había declarado que cuando entró en el avión para llenar los tanques extras que llevaba el avión, él vió un cuerpo en una camilla dentro del avión de Murphy y había detectado un extraño olor a droga en el fuselaje del avión. Aunque no se puede decir a ciencia cierta que este fatal accidente en que murieron padre e hijo fue inducido, resulta muy sospechoso que ocurriera justo antes de que compareciera en las audiencias, donde hubiera revelado que efectivamente Murphy llevó a un “paciente” a RD en esos días. Esto naturalmente conectaba la desaparición de Galindez con República Dominicana y la complicidad de Murphy, algo que Trujillo negaba rotundamente.
Igual de conveniente fue la muerte del guardián de seguridad, Robert Smith, del pequeño aeropuerto Zahn’s en Long Island, NY, único testigo cuando esa noche del 12 de marzo, 1956 montaron en el avión de Murphy al “paciente” en una camilla. El guardián sufrió un infarto fatal días antes de poder hacer sus declaraciones oficiales. Naturalmente, no se puede concluir que este ataque fuera inducido, pero llama la atención que todos los testigos e involucrados en el sonado caso Galíndez quedaron eliminados poco después de los hechos o poco antes de sus citas para comparecer ante los investigadores.
En estos dos últimos casos hay que recordar que los agentes de Trujillo siempre mantenían contacto con redes de matones del bajo mundo, nacionales de los países en que Trujillo tenía algún interes con el fin de poder contar con sus servicios de apoyo logístico a las operaciones del Jefe en cada país. Los investigadores americanos han documentado, por ejemplo, las conexiones entre los agentes de Trujillo y la mafia de EEUU.
Pantolín de Castro Beras fue
militar, parte del Cuerpo de Ayudantes Militares del propio Trujillo. En la
página 65 de sus memorias, Trujillo y
mis vivencias, se refiere al siguiente caso: “…la profesora Graciosa
Bobadilla Beras fue espectadora en la Universidad de Columbia del secuestro y
anestesiamiento del profesor Galíndez y llena de pánico expresó: ¡Ay! ¿Y qué es lo que le están haciendo a
ese pobre hombre?
Además, la esposa del editor chileno, Alfonso Naranjo Urrutia, quien estaba por publicar el libro de Galíndez La Era de Trujillo (libro que Trujillo quería evitar que se publicara a un alto precio en oro y en sangre) en la Editorial del Pacifico sufrió un atentado de secuestro en Los Ángeles casi simultaneamente con el secuestro de Galíndez. Salvador E. Morales Perez en su libro Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura de Trujillo (pág. 249) nos cuenta:
“Martha Vargas Urzúa, se hallaba en estudios especializados en Pasadena, California. Un grupo de individuos no identificados la atacó y golpeó en la cabeza con ánimos de secuestro el 13 de mayo, de ese mismo año de 1956. No hay duda, de que la agresión tenía el objetivo de chantajear o amedrentar al esposo para evitar la impresión. No obstante, no lo lograron y finalmente se imprimieron 15,000 ejemplares de la obra”.
Los lectores pueden descargar gratis el libro de Salvador Morales en: http://www.agn.gov.do/sites/default/files/publicaciones/volumen_74_2.pdf.
Estos atentados e intentos de secuestro contra inocentes familiares de los inconvenientes o “enemigos” del dictador eran algo común en República Dominicana y algunas veces ocurrían en otros países. Otro ejemplo es el caso de otro intelectual español que también sería eliminado por escribir en contra de Trujillo, José Almoina. Su hija menor Helena casi fue secuestrada por hombres que la llamaron desde un carro de lujo. Cuando ella se acercó, trataron de meterla a la fuerza en el carro (la niña se había salido del apartamento sin permiso). El secuestro no se logró ya sea porque la niña era muy flaquita y pudo escurrírseles a sus captores o porque éstos sólo hicieron un falso intento para que Almoina se sintiera amenazado.
Este incidente con la niña de Almoina ocurrió en medio una campaña de fuertes e incesantes advertencias, amenazas y presión de parte de agentes y “diplomáticos” dominicanos en México y Cuba en relación a la información sobre el régimen que Almoina pensaba publicar y que ya había difundido a sotto voce en círculos diplomáticos.
Por cierto, el caso Almoina podría quedar incluido en esta sección ya que a Almoina lo eliminaron arrollándolo con un carro en México, pero también con disparos. Sin embargo, decidimos incluirlo en la sección sobre asesinatos en el exterior (ver MÁS CRÍMENES) y no aquí, si bien deseamos aprovechar la ocasión para darles una idea con el caso Almoina de la vida hostigada y alterada en que vivían los “desafectos” dentro y fuera del país.
En el portal El Progreso, un artículo de Sabela Corbelle sobre el exilio español (De aquí y también de otras partes) nos ofrece una cita de la hija mayor de este perseguido intelectual español. Leticia Almoina recuerda:
“Mi padre trató de fingir que todo iba bien y que estaba contento, pero siempre tuvo un deje de tristeza y amargura que no podía disimular mientras vivimos en Santo Domingo. Una vez que llegamos a México, nuestra vida mejoró y veía a mis padres mucho más contentos, aunque constantemente nos mudamos de casa y, en algunas ocasiones, cada uno de nosotros, sus hijos, tuvimos que separarnos y vivir una temporada con alguna de nuestras amistades, por miedo a algún atentado que pudiera sufrir mi padre», dice, aunque reconoce que el exilio por el franquismo que sufrió su padre «mucho peor y todo lo que le sucedió fue consecuencia de este”. “http://elprogreso.galiciae.com/nova/220380-partes.
Para más detalles sobre el intenso acoso a este intelectual español antes de matarlo, pueden leer en la red el libro Almoina, un exiliado gallego en contra de la dictadura trujillista, por Salvador E. Morales Perez y también el artículo en la seccion CRIMENES sobre el caso Almoina.
En resumen, sobre el caso de la desaparición de Galíndez, el saldo de muertes fue:
6-7 muertes para silenciar a los involucrados en la desaparición del profesor español
Una muerte (el suegro de Tavito de la Maza) por criticar y por ponerse a investigar
Posiblemente las tres muertes en EEUU de los que atendieron el avión y un atentado fallido.
Juan de Dios Ventura Simó
Días después de su deserción, se encontraba en Caracas bajo la protección de Rómulo Betancourt y poco después se trasladó a Cuba para colaborar con los exiliados antitrujillistas. Ingresó como piloto a las filas de los expedicionarios que salieron de Cuba en junio, 1959. Su avión aterrizó en Constanza y fue capturado por el ejército trujillista el 17 de junio.
A
diferencia de los demás capturados vivos que fueron encarcelado en los
centros de tortura de Trujillo, Ventura Simó fue presentado ante la
prensa y el cuerpo diplomático como un colaborador del régimen que se
había infiltrado en las filas de la oposición en el exilio,
especificamente en el ejército de liberación que salió desde Cuba. Fue
ascendido por Trujillo con orgullo público de capitán a teniente
coronel.
Versiones contrarias a la historia oficial señalan que la deserción de Ventura Simó fue auténtica, pero que tal como ocurrió con algunos capturados, después de su captura fue obligado bajo amenaza o llegó a un acuerdo de colaborar con Trujillo para salvarse de las torturas, de una muerte segura y para proteger a su familia, lo que le permitió a Trujillo usarlo en público para burlarse y desalentar la moral de la resistencia y la opinión publica contraria.
Sobre el encuentro entre Ventura Simó y el cuerpo diplomáticos, los embajadores habían acudido a la cita engañados, pues el canciller dominicano les había dicho que se reunían para otro propósito. La mayoría de los diplomáticos se sintieron ofendidos con este engaño. A continuación, Rafael Chaljub Mejía, en su libro La Era en los días del fin, nos describe en la página 105 dicho encuentro:
“El hecho cierto fue que, uno por uno, los representantes extranjeros saludaron a un hombre ostensiblemente vencido y demacrado, al cual el brillo del uniforme y las medallas que colgaban de su pecho no podían ocultarle las evidencias del mal momento que pasaba. Semiaturdido, sin poder reflejar el ánimo de triunfador que se empeñaba en aparentar, un gesto de sombría incertidumbre delataba la tragedia que lo estaba atormentando”.
Las sospechas del pueblo dominicano respecto a la versión del gobierno sobre la lealtad de Ventura Simó se intensificaron cuando, después de tanto barullo propagandístico, de repente no se volvió a hablar más del héroe, ni se le volvió a ver. Fue cuando la madre de Juan de Dios le pidió a Trujillo poder ver a su hijo que de inmediato montaron el accidente aéreo en que Ventura Simó se accidentaría (nunca encontraron su cuerpo) en una exhibición de acrobacia aérea en homenaje a Trujillo, ampliamente anunciada por el gobierno con el fin de que todos presenciaran el “accidente”. En realidad no presenciaron ningún accidente sino la ausencia de repente de uno de los cuatro aviones que participaban en una acrobacia, pues el avión simplemente desapareció en el horizonte, ilusión óptica que ocurre cuando un avión vuela más allá de la linea del horizonte. Se cuenta que antes de sufrir el supuesto "accidente", Ventura Simó sufrió un largo suplicio sometido a las más horrendas torturas (algunos han dado detalles de las macabras torturas a que fue sometido) las cuales no describimos aqui para no extender este caso y porque dichas torturas siguieron casi el mismo patrón (con ciertas originalidades) que los suplicios descritos en la sección TORTURAS de este portal.
Versiones contrarias a la historia oficial señalan que la deserción de Ventura Simó fue auténtica, pero que tal como ocurrió con algunos capturados, después de su captura fue obligado bajo amenaza o llegó a un acuerdo de colaborar con Trujillo para salvarse de las torturas, de una muerte segura y para proteger a su familia, lo que le permitió a Trujillo usarlo en público para burlarse y desalentar la moral de la resistencia y la opinión publica contraria.
Sobre el encuentro entre Ventura Simó y el cuerpo diplomáticos, los embajadores habían acudido a la cita engañados, pues el canciller dominicano les había dicho que se reunían para otro propósito. La mayoría de los diplomáticos se sintieron ofendidos con este engaño. A continuación, Rafael Chaljub Mejía, en su libro La Era en los días del fin, nos describe en la página 105 dicho encuentro:
“El hecho cierto fue que, uno por uno, los representantes extranjeros saludaron a un hombre ostensiblemente vencido y demacrado, al cual el brillo del uniforme y las medallas que colgaban de su pecho no podían ocultarle las evidencias del mal momento que pasaba. Semiaturdido, sin poder reflejar el ánimo de triunfador que se empeñaba en aparentar, un gesto de sombría incertidumbre delataba la tragedia que lo estaba atormentando”.
Las sospechas del pueblo dominicano respecto a la versión del gobierno sobre la lealtad de Ventura Simó se intensificaron cuando, después de tanto barullo propagandístico, de repente no se volvió a hablar más del héroe, ni se le volvió a ver. Fue cuando la madre de Juan de Dios le pidió a Trujillo poder ver a su hijo que de inmediato montaron el accidente aéreo en que Ventura Simó se accidentaría (nunca encontraron su cuerpo) en una exhibición de acrobacia aérea en homenaje a Trujillo, ampliamente anunciada por el gobierno con el fin de que todos presenciaran el “accidente”. En realidad no presenciaron ningún accidente sino la ausencia de repente de uno de los cuatro aviones que participaban en una acrobacia, pues el avión simplemente desapareció en el horizonte, ilusión óptica que ocurre cuando un avión vuela más allá de la linea del horizonte. Se cuenta que antes de sufrir el supuesto "accidente", Ventura Simó sufrió un largo suplicio sometido a las más horrendas torturas (algunos han dado detalles de las macabras torturas a que fue sometido) las cuales no describimos aqui para no extender este caso y porque dichas torturas siguieron casi el mismo patrón (con ciertas originalidades) que los suplicios descritos en la sección TORTURAS de este portal.
Para más
detalles sobre cómo montaron el accidente simulado de Juan de Dios
Ventura Simó después de ser asesinado, preferimos que los lectores lean
el artículo más abajo por el reconocido periodista Miguel Guerrero Nuevo aniversario de la gesta expedicionaria de junio de 1959 publicado en El Caribe y en El País.
Jean Awad Canaán y el caso Pilar Baez
Recientemente se publicó un libro basado en una investigación y entrevistas sobre la muerte de esta pareja (Pilar Báez en enero, 1960 y su esposo Jean Awad en noviembre, 1960) titulado La verdad de la sangre, escrito por la investigadora forense española Eva Álvarez y la hija de la pareja Pilar Awad Báez. A los lectores que tengan interés en investigar estas dos muertes a fondo (una por una eclampsia durante el parto y la otra por accidente automovilístico), los instamos a adquirir este libro así como el libro que apoya la versión de Angelita Trujillo, Pilar y Jean. Investigación de dos muertes en la Era de Trujillo, escrito por una amiga y simpatizante de Angelita, Naya Despradel, quien le atribuye estas dos muertes a hechos circunstanciales.
No hemos leÍdo ninguno de los dos libros, por lo que los siguientes comentarios se basan en artÍculos, entrevistas y resúmenes de dichos libros los cuales, sin embargo, destacan las pruebas y argumentos más importantes expuestos en los mismos.
En su momento, en círculos de la oligarquía y la burguesía trujillista se decía que Angelita estaba muy enamorada de Jean Awad (una de sus debilidades conocidas por todos era la poderosa atracción que sentÍa por los oficiales militares buenmozos, especialmente los de la aviación) y que una enfermera había inducido una hemorragia durante el parto que mató a la joven esposa de Awad. Se decÍa que la enfermera salió rapidamente del paÍs. Se manejaba el nombre de la enfermera pero hoy, probablemente borrado por el tiempo, su nombre ya no se menciona aunque todavÍa vive en NY. Diez meses después, el propio Awad murió en un accidente automovilístico, simulado según algunas versiones, por los celos del esposo de Angelita, León Estévez, uno de los peores y más frecuentes torturadores y asesinos de los centros de tortura (ver sección TORTURAS). Este sentia su posición en el régimen muy amenazada si se diera el caso de que Angelita procurara el divorcio para casarse con el galán uniformado que le robaba el sueño.
En su momento, en círculos de la oligarquía y la burguesía trujillista se decía que Angelita estaba muy enamorada de Jean Awad (una de sus debilidades conocidas por todos era la poderosa atracción que sentÍa por los oficiales militares buenmozos, especialmente los de la aviación) y que una enfermera había inducido una hemorragia durante el parto que mató a la joven esposa de Awad. Se decÍa que la enfermera salió rapidamente del paÍs. Se manejaba el nombre de la enfermera pero hoy, probablemente borrado por el tiempo, su nombre ya no se menciona aunque todavÍa vive en NY. Diez meses después, el propio Awad murió en un accidente automovilístico, simulado según algunas versiones, por los celos del esposo de Angelita, León Estévez, uno de los peores y más frecuentes torturadores y asesinos de los centros de tortura (ver sección TORTURAS). Este sentia su posición en el régimen muy amenazada si se diera el caso de que Angelita procurara el divorcio para casarse con el galán uniformado que le robaba el sueño.
Además, algunos dicen que Awad también mantenía amistad con varios de los altos oficiales que habían sido identificados
como desafectos al régimen y que estaba al tanto de los planes del
grupo de la Maza de eliminar a Trujillo. Hay que recordar que Pilar Díaz
de Awad era hija y sobrina de varios de los héroes conjurados para
matar a Trujillo. Para cuando Pilar muere en la clínica, las tensiones entre los hermanos Díaz y Trujillo eran conocidas en los círculos de poder.
Se
dice que ya durante cierto tiempo Awad había estado bajo gran presión y
asedio de parte del régimen por diferentes razones. Su hija señala
que el mismo Jean Awad manifestaba ante su familia su convencimiento de
que sus dias estaban contados. Repentinamente, lo pusieron bajo el
mando de León Estévez quien empezó a encomendarle misiones extrañas. En la última misión, León Estévez lo manda a recoger a un pelotero, tarea inusual para un teniente de la Fuerza Aérea, quien al oir cual era la misión éste primero pensó que se trataba de una broma. En el viaje de regreso sufren el accidente que le quita la vida. Es interesante lo que observa la escritora española Eva Álvarez en el artículo Amor adúltero:
“Este
accidente fue a horas en las que aún hoy, salvo en la prensa digital,
es imposible darse tanta rapidez para publicar -al menos con detalles-
lo acontecido en los diarios. Sin embargo, al día siguiente bien
temprano salió un artículo en prensa escrita que concretaba cada lesión
de los otros accidentados. Hasta la última vértebra aparece descrita al milímetro. ¿No es una rapidez extrema para esos tiempos? Del fallecido, sólo dijeron que estaba muerto. ¿Cuántos
días llevaría ya escrito ese artículo? Sólo faltaría que, en pleno
1960, fuesen más rápidos que ahora a la hora de diagnosticar
desperfectos en el propio cuerpo y extender certificados a los medios de
comunicación".
Llama mucho la atención que Sención Silverio, militar que fue uno de los pasajeros y quien niega que fuese un accidente simulado, en declaraciones recientes menciona las heridas sufridas por todos los pasajeros, pero misteriosamente tampoco se ocupa de mencionar en absoluto los daños sufridos por Jean Awad. Jean era el que iba manejando por lo que las heridas del impacto del choque frontal debieron de ser calamitosas (no se usaban cinturones de seguridad ni bolsas de aire). El testigo describe:
“En el accidente, el doctor Botello, que iba en el asiento delantero derecho, sufrió fracturas de costillas y clavículas y diversos golpes en el cuerpo. Nosotros que íbamos en el asiento trasero, en el lado derecho, sufrimos fractura del hueso de la nariz y del brazo izquierdo, así como múltiples golpes en el cuerpo. Valenzuela que iba a mi lado, fue la única persona ilesa”.
¿Por qué esta omisión selectiva precisamente en relación a la víctima más afectada y sobre la cual tantas personas tienen preguntas sin respuestas?
Vale observar que Sención Valerio se contradice a si mismo y con lo que otros han declarado. En varias declaraciones hechas en otras ocasiones, Sención Valerio asegura que Jean Awad murió de inmediato, en el sitio del accidente, pero en estas declaraciones parece no saber nada en el hospital de la muerte del joven militar: “le pregunté qué había pasado con Jean que no lo veía y me dijo que había muerto y que estaba en la morgue del hospital". No olvidemos que Sencion Valerio y los otros accidentados estuvieron mucho tiempo en el sitio del accidente esperando ayuda, más que tiempo suficiente para cerciorarse de que Awad estaba muerto, supuestamente.
No hemos leído el libro, pero con base en la declaración del Dr. Herrera y las de Sención Valerio, llama muchísimo la atención que a los heridos los dejaron en la clínica recuperándose 3 o 4 días, pero varias horas después de arribar al hospital, se llevan el cadáver de Jean Awad sin que se le practicara una autopsia (aunque no era legalmente obligatorio en esos años, sí era de rigor). El médico simplemente examinó la superficie del cuerpo y no encontró nada.
Más curioso aún es que el que se apareció para llevarse el cuerpo fue nada menos que el coronel Alfonso León Estévez, asesino y torturador del régimen y hermano de Luis León Estévez, el principal sospechoso. Pura coincidencia. Tampoco hay documentación que indique que al cuerpo de Awad se le hiciera una autopsia en algún otro centro médico para determinar cual fue la misteriosa causa de su muerte.
Indicios señalan que el teniente fue muerto en Guanito dado que la tierra roja de esta zona cubría su ropa y no en el lugar del accidente. No debe sorprendernos que esta vez (rompiendo con la tradición) el accidente no fuera por caída por un precipicio dado que esa carretera de San Juan de la Maguana (la única en esa dirección en esa época) pasa sólo por zonas planas, sin precipicios. También es muy posible que el accidente haya sido real y que sencillamente lo aprovecharon y lo usaron para decir que Jean Awad iba en el carro y así encubrir facilmente el asesinato.
Resulta extraño también que el pelotero que fueron a buscar, el único civil (no asociado a la estructura militar), quien por lo tanto seria un testigo imparcial, no fue interpelado para que rindiera declaraciones. Convenientemente, sólo se contaba con las declaraciones de dos testigos militares de la base aérea de San Isidro, el principal centro de poder militar de la familia Trujillo. Esto también es algo muy extraño, como señalan los periodistas, puesto que normalmente no se le encomendaba este tipo de mandado de poca importancia a militares de la principal base aérea militar del país.
Agrega Pilar Awad Baez, co-autora del libro La verdad de la sangre y participante en las investigaciones forenses realizadas para documentar el libro:
“Para comenzar, esa reseña periodística no fue
firmada por un corresponsal del pueblo o la localidad, como se acostumbraba en
la época, sino que fue escrita extrañamente por la entonces Aviación Militar
Dominicana, dirigida por León Estévez. Se puede notar, además, que fue
redactada antes de que ocurriera el tal ‘accidente’, con una ‘exactitud’
militar, detallada posibles fracturas de la 7ma y 8va costillas de los heridos
y otras posibles fracturas...y del militar muerto se limitaron a mencionar que
murió de golpes recibidos. Se ofrecen detalladamente los ‘traumatismos’ de
todos, menos del fallecido”.Llama mucho la atención que Sención Silverio, militar que fue uno de los pasajeros y quien niega que fuese un accidente simulado, en declaraciones recientes menciona las heridas sufridas por todos los pasajeros, pero misteriosamente tampoco se ocupa de mencionar en absoluto los daños sufridos por Jean Awad. Jean era el que iba manejando por lo que las heridas del impacto del choque frontal debieron de ser calamitosas (no se usaban cinturones de seguridad ni bolsas de aire). El testigo describe:
“En el accidente, el doctor Botello, que iba en el asiento delantero derecho, sufrió fracturas de costillas y clavículas y diversos golpes en el cuerpo. Nosotros que íbamos en el asiento trasero, en el lado derecho, sufrimos fractura del hueso de la nariz y del brazo izquierdo, así como múltiples golpes en el cuerpo. Valenzuela que iba a mi lado, fue la única persona ilesa”.
¿Por qué esta omisión selectiva precisamente en relación a la víctima más afectada y sobre la cual tantas personas tienen preguntas sin respuestas?
Otra pregunta muy interesante es ¿qué
pasó con Jean Awad después del accidente?
Un articulo reciente del Listin Diario menciona las declaraciones recientes del chofer del camión contra el cual se estrelló el carro. El articulo dice:
"Luego de más de 50 años, Montero Ramírez fue
localizado por Pilar en El Cercado, San Juan de la Maguana, y su testimonio
consta en el libro:
"Luego de detener el camión, vio un vehículo
que se dirigía directamente hacia el camión sin hacer zigzag [sin tratar de esquivarlo], entrellándose
contra éste, y que luego vio salir del carro a tres hombres, dos militares y un
civil, pero que entre ellos no estaba Awad. Ninguno de ellos lo detuvo cuando
él se marchó en una camioneta que se desplazaba por allí, para hacer el reporte
policial. Estuvo 19 días detenido, por si se atrevía a hablar en contra de la
versión del régimen. La enfermera que recibió Bella Hermida Santil, quien
recibió el cadáver de Awad en el hospital de Santomé a las 8:00 de la noche,
indicó que el rigor mortis estaría casi completo a la hora en que abandonaron
el hospital Santomé para dirigirse al Marión de la capital. 'Si el supuesto
accidente ocurrió a las 6:45 PM según la versión oficial, el cuerpo de Jean
Awad no podía estar en proceso de rigidez', se sostiene en el libro y refuta la
versión de accidente de ocupantes de carro".
Por su parte, el militar Sención Silverio continúa su version: “Fuimos
trasladados al hospital de San Juan de la Maguana donde nos atendieron; al
día siguiente llegó una comisión integrada por el coronel Alfonso León Estévez
y el Ortopédico Simón Hoffiz quienes recomendaron que era conveniente que
permaneciéramos unos días allí antes de trasladarnos a la capital. Nos dejaron
internos tres o cuatro días y nos
trasladaron al hospital Marión, de la capital. Recuerdo que el doctor Felipe
Herrera nos atendió en el hospital de San Juan de la Maguana. Cuando estaba en
el hospital le pregunté qué había pasado con Jean que no lo veía y me dijo
que había muerto y que estaba en la morgue del hospital".Vale observar que Sención Valerio se contradice a si mismo y con lo que otros han declarado. En varias declaraciones hechas en otras ocasiones, Sención Valerio asegura que Jean Awad murió de inmediato, en el sitio del accidente, pero en estas declaraciones parece no saber nada en el hospital de la muerte del joven militar: “le pregunté qué había pasado con Jean que no lo veía y me dijo que había muerto y que estaba en la morgue del hospital". No olvidemos que Sencion Valerio y los otros accidentados estuvieron mucho tiempo en el sitio del accidente esperando ayuda, más que tiempo suficiente para cerciorarse de que Awad estaba muerto, supuestamente.
Igual de reveladoras son las declaraciones del Dr. Felipe Herrera, médico
ortopeda que recibió el cadáver de Jean Awad: “Examiné el cadáver no vi ninguna
herida de bala. Ni herida ni nada, ni fractura expuesta o abierta. No podía
haber tenido golpes tan masivos para que un médico especializado no se
acordara. Nada visible. No había ley de autopsia. El proceso de rigidez es
variable pero pienso que tenía ya más de 3 horas de fallecido cuando lo vi.
Eran como las 10 u 11 de la noche. No sentí ningún helicóptero allá, no sé cómo
se lo llevaron, creo que fue en ambulancia”.
Una contusión o varias tan fuertes que le causaran la muerte instantánea al conductor del carro Jean Awad, como alega Sención, tendría que dejar alguna marca en la superficie del cuerpo (cortadura, hinchazón o moretón), especialmente el conductor puesto que su cuerpo se estrellaria contra el volante y posiblemente contra el vidrio delantero. Sin embargo, varias horas después del golpe mortal, el cuerpo de Awad no presentaba ninguna señal de contusión ni rasgadura. Esto indica que la víctima murió de alguna otra causa, tal como se sospechaba, probablemente por asfixia, por una inyección letal o por algún veneno.
Por cierto, al
señalar que “No sentí ningún helicóptero allá, no sé cómo se lo llevaron, creo
que fue en ambulancia”, lo que el Dr. Felipe Herrera nos está diciendo es que
él no sabe cómo apareció el cuerpo de Awad en la clínica, si lo llevaron junto
a los heridos, ni tampoco sabe si provino en realidad desde el lugar del
accidente. Resulta extraño que Sención Silverio y los demás accidentados
tampoco se han ocupado de declarar lo que saben de cuándo, cómo, ni quiénes se
llevaron el cuerpo de Awad desde el sitio del accidente.
La conclusión de todas estas incongruencias y otras ha sido que Jean Awad no murió en el accidente sino antes o después.
Una contusión o varias tan fuertes que le causaran la muerte instantánea al conductor del carro Jean Awad, como alega Sención, tendría que dejar alguna marca en la superficie del cuerpo (cortadura, hinchazón o moretón), especialmente el conductor puesto que su cuerpo se estrellaria contra el volante y posiblemente contra el vidrio delantero. Sin embargo, varias horas después del golpe mortal, el cuerpo de Awad no presentaba ninguna señal de contusión ni rasgadura. Esto indica que la víctima murió de alguna otra causa, tal como se sospechaba, probablemente por asfixia, por una inyección letal o por algún veneno.
En
contraste diametral a la condición completamente íntegra del cuerpo, la pluma
que llevaba Awad en uno de los bolsillos presentaba retorcimientos o abolladuras. Resulta imposible que un objeto tan pequeño
quede tan deformado como quedó por el impacto de un solo choque frontal. No
olvidemos que el accidente consistió supuestamente de un solo choque mortal con
un camión, el carro no se cayó por ningún despeñadero en que habria varias contuciones.
Talvez, cuando machacaron la pluma, el tipo de accidente que tenian en
mente era el de una caida por un precipicio y luego decidieron
aprovechar el accidente con el camión, pero solo especulamos. Además,
¿cómo se explica la incongruencia entre el cuerpo íntegro de Awad y la pluma
abollada en múltiples lugares por varios impactos? No olviden que
Jean Awad supuestamente llevaba esa pluma consigo en la ropa por lo que las
abolladuras de la misma tienen que haber sido creadas por una enorme presión
entre una parte dura del carro y la parte del cuerpo de Jean Awad donde él
llevaba la pluma. Sin embargo, ni el médico ni otras personas que examinaron el
cuerpo de Jean encontraron ningún tipo de marca o herida en la superficie del cuerpo. Pilar Awad todavia conserva esa pluma de su padre. Un peritaje que se le hizo concluyó que esas abolladuras sólo pudieron ser hechas por golpes con una piedra.
La conclusión de todas estas incongruencias y otras ha sido que Jean Awad no murió en el accidente sino antes o después.
No hemos leído el libro, pero con base en la declaración del Dr. Herrera y las de Sención Valerio, llama muchísimo la atención que a los heridos los dejaron en la clínica recuperándose 3 o 4 días, pero varias horas después de arribar al hospital, se llevan el cadáver de Jean Awad sin que se le practicara una autopsia (aunque no era legalmente obligatorio en esos años, sí era de rigor). El médico simplemente examinó la superficie del cuerpo y no encontró nada.
Más curioso aún es que el que se apareció para llevarse el cuerpo fue nada menos que el coronel Alfonso León Estévez, asesino y torturador del régimen y hermano de Luis León Estévez, el principal sospechoso. Pura coincidencia. Tampoco hay documentación que indique que al cuerpo de Awad se le hiciera una autopsia en algún otro centro médico para determinar cual fue la misteriosa causa de su muerte.
Indicios señalan que el teniente fue muerto en Guanito dado que la tierra roja de esta zona cubría su ropa y no en el lugar del accidente. No debe sorprendernos que esta vez (rompiendo con la tradición) el accidente no fuera por caída por un precipicio dado que esa carretera de San Juan de la Maguana (la única en esa dirección en esa época) pasa sólo por zonas planas, sin precipicios. También es muy posible que el accidente haya sido real y que sencillamente lo aprovecharon y lo usaron para decir que Jean Awad iba en el carro y así encubrir facilmente el asesinato.
Resulta extraño también que el pelotero que fueron a buscar, el único civil (no asociado a la estructura militar), quien por lo tanto seria un testigo imparcial, no fue interpelado para que rindiera declaraciones. Convenientemente, sólo se contaba con las declaraciones de dos testigos militares de la base aérea de San Isidro, el principal centro de poder militar de la familia Trujillo. Esto también es algo muy extraño, como señalan los periodistas, puesto que normalmente no se le encomendaba este tipo de mandado de poca importancia a militares de la principal base aérea militar del país.
Por otro lado, en su programa “Revista 110”, el prestigioso comentarista Julio Hazim reveló en 2010 tener la confidencia de un oficial del SIM de que él había dirigido el asesinato del teniente Awad Canaán. por orden del coronel Luis José León Estévez. A pesar de la confiable reputación del señor Hazim, quien en su larga carrera nunca se ha dado a conocer como comentarista que difunde falsedades e infundios, no podemos considerar esta confesión como evidencia hasta que no se sepa quién fue ese oficial, el que estamos seguros que no confesará su participación en público y exponerse a ser procesado por asesinato. El periodista Juan José Ayuso asegura que dicho ex oficial todavia vive en Bonao.
En cuanto al caso de su joven esposa, Pilar Baez, hija y sobrina de los futuros mártires del 30 de mayo, podemos decir que en este caso hasta ahora no hay pruebas materiales para pretender catalogarlo definitivamente como un asesinato. Los que sostienen que fue una muerte inducida por una inyección anticoagulante administrada por una enfermera conocida como Fifi, se basan casi totalmente en "motivos pasionales" y en los antecedentes criminales de la familia Trujillo para la cual eliminar a personas inconvenientes o que fueran un estorbo para sus planes o caprichos era ya una tradición muy arraigada. Pero esos antecedentes no son suficientes para imputarles la muerte de Pilar Baez, aunque no dejan de haber importantes detalles que llaman la atención. Veamos:
Tal
como lo han señalado algunos investigadores del caso Pilar Baez,
precisamente cuando tratan de convencer de que no hubo mano criminal en
la muerte de esta joven esposa durante el parto, es cuando Angelita
Trujillo y su hijo Ramfis Dominguez se contradicen garrafalmente, justo
en el punto más álgido de la polémica.
En el capítulo dedicado al caso de Pilar Baez en su libro Trujillo, mi padre en mis memorias (libro que Angelita Trujillo dice que duró años en escribir porque quería ponderar todo lo que escribía con mucho cuidado ya que deseaba que fuese un documento fehaciente de gran valor histórico), la hija del dictador nos cuenta:
En el capítulo dedicado al caso de Pilar Baez en su libro Trujillo, mi padre en mis memorias (libro que Angelita Trujillo dice que duró años en escribir porque quería ponderar todo lo que escribía con mucho cuidado ya que deseaba que fuese un documento fehaciente de gran valor histórico), la hija del dictador nos cuenta:
“Algunos
meses después me llamó Marinita Boyrie, para darme la noticia de que
Pilar había venido de la frontera para dar a luz, y que no había
sobrevivido al parto, pero que la niña se había salvado. Esta noticia
nos consternó a todos, de tal manera, que la recuerdo como una de las
pocas veces en que vi a mi padre con lágrimas en los ojos,
su padre y el mío habían sido como hermanos. A mí, particularmente, me
impresionó muchísimo, pues yo le guardaba mucho cariño y porque yo
llevaba en mi vientre una criaturita en gestación que al nacer nombré
María de los Ángeles.
Mis
padres, mi ex esposo y muchos miembros de nuestra familia asistieron al
funeral, el 7 de febrero de 1960. Pero pidieron que en vista del
avanzado estado de mi embarazo, no debiera exponerme a esas emociones
tan fuertes. De manera que permanecí en casa. Cuando regresaron, mi papá
le dijo a mi mamá que esperaba que yo no tuviera más hijos porque:
“Cuando ella entra a una sala de parto yo me muero”.
Sin
embargo, su hijo Ramfis Dominguez Trujillo, al defender la inocencia de
su madre Angelita en este caso de Pilar Baez, salió con una versión
totalmente contradictoria. Después de comentar sobre la relación entre
Pilar Baez y Angelita, en la entrevista con el Ing. Raifi Genao, Ramfis
Dominguez asevera en forma clara y enfática:
“La muerte de Pilar consternó a mi madre enormemente, e
incluso, mi mama hiso todo lo posible por conseguir unas pastillas
coagulantes mediante el envío urgente de un avión expreso a Puerto Rico
(ya que Pilar murió de una hemorragia incontrolada, cuadro que se
presentó durante el parto), todo en interés de que pudieran salvarle la
vida. Las pastillas llegaron desde Puerto Rico, pero desafortunadamente
ya era muy tarde. También debemos tomar en cuenta que el hospital
donde murió pertenecía a un familiar de los Báez, por lo que es
imposible alegar la complicidad de esa clínica ni de su equipo en
cuestión”.
Según esta versión, Angelita ya sabía de la situación crítica que estaba atravesando Pilar Baez antes de morir y hasta hizo esfuerzos por salvarle la vida mientras que en la versión de Angelita en su libro ella supo del deceso después de que Pilar había fallecido, ni siquiera sabía que Pilar había ido a la capital a dar a luz.
Según esta versión, Angelita ya sabía de la situación crítica que estaba atravesando Pilar Baez antes de morir y hasta hizo esfuerzos por salvarle la vida mientras que en la versión de Angelita en su libro ella supo del deceso después de que Pilar había fallecido, ni siquiera sabía que Pilar había ido a la capital a dar a luz.
Cuando menos, uno de los dos está mintiendo descaradamente. Que juzgue el lector.
Hay, ademas, una segunda
contradicción muy reveladora en las declaraciones que hace Angelita en su
libro. En una entrevista en el programa Metrópolis, la hija de esta pareja,
Pilar Awad Baez, señala esta importante inconsistencia:
“Ella dijo que no fue al entierro de mi mamá porque estaba embarazada, en "avanzado estado" de gestación de su hija María de lo Ángeles. Sin embargo, nosotros investigamos que María de los Ángeles nació en el 1961, no en el 1960 cuando yo nací. Entonces no pudo haber sido un embarazo tan largo ni pudo haber estado embarazada del otro porque el otro hijo de ella nació en septiembre del 59. Y así hay una cantidad de pruebas, de vicios…”
Recuerden que Pilar Baez murió en febrero de 1960 y como su hija nació en 1961, es imposible que ella estuviera en estado avanzado de gestación durante el segundo mes de 1960.
Talvez por todas esas inconsistencias inexplicables es que los Trujillos no han vuelto a mencionar los casos Awad Canaan y Pilar Baez.
(Pueden ir a YouTube y
ver esta interesante entrevista. La cita se encuentra en el minuto 18, segundo
47: https://www.youtube.com/watch?v=oQDTt3nrDoE) “Ella dijo que no fue al entierro de mi mamá porque estaba embarazada, en "avanzado estado" de gestación de su hija María de lo Ángeles. Sin embargo, nosotros investigamos que María de los Ángeles nació en el 1961, no en el 1960 cuando yo nací. Entonces no pudo haber sido un embarazo tan largo ni pudo haber estado embarazada del otro porque el otro hijo de ella nació en septiembre del 59. Y así hay una cantidad de pruebas, de vicios…”
Recuerden que Pilar Baez murió en febrero de 1960 y como su hija nació en 1961, es imposible que ella estuviera en estado avanzado de gestación durante el segundo mes de 1960.
Talvez por todas esas inconsistencias inexplicables es que los Trujillos no han vuelto a mencionar los casos Awad Canaan y Pilar Baez.
Consideramos que el hecho de que la clinica perteneciera al esposo de un pariente de los Baez no representa ninguna proteccion para Pilar si uno de los medicos es presionado para que le permitiera acceso a la misteriosa enfermera. Lo común era que el temor a las fatales represalias a menudo superaba la etica profesional o la lealtad al superior.
Los lectores pueden buscar el capitulo que discute el caso Pilar Baez en el libro de Angelita Trujillo, mi padre en mis memorias y pueden leer la entrevista de su hijo Ramfis con Raifi Genao en:
http://lavendatransparente.wordpress.com/2010/10/20/la-entrevista-de-raifi-genao-a-luis-ramfis-dominguez-trujillo
Sobre este caso, el periodista Juan José Ayuso plantea las siguientes preguntas que hasta hoy no han sido contestadas:
A pesar del testimonio de esos médicos, ¿Estuvieron ellos con la paciente todo el tiempo de internamiento que tuvo hasta su muerte? ¿Acaso vigilaron las entradas y salidas de personas allegadas y no allegadas, y de enfermeras, al cuarto de la parturienta?
Sobre este caso, el periodista Juan José Ayuso plantea las siguientes preguntas que hasta hoy no han sido contestadas:
A pesar del testimonio de esos médicos, ¿Estuvieron ellos con la paciente todo el tiempo de internamiento que tuvo hasta su muerte? ¿Acaso vigilaron las entradas y salidas de personas allegadas y no allegadas, y de enfermeras, al cuarto de la parturienta?
¿Cuál
de esos médicos o enfermeras o personal administrativo de la Clínica Abreu
podía detener a cualquier oficial del SIM que tuviera que entrar al “privado”
de la señora Báez de Awad a cumplir una de las órdenes siniestras que en ese
entonces se impartía?
Quien no sabe disimular no sabe reinar. –Nicolás Maquiavelo
(Según varios historiadores, ésta fue una de las maximas favoritas de Rafael Trujillo Molina.)
Dejamos de último el caso de las hermanas Mirabal y su chofer Rufino de la Cruz debido a que es el caso que desarrollamos más extensamente por ser un tema que todavía se discute ampliamente en los medios de comunicación.
Las investigaciones posteriores comprobaron claramente que las tres hermanas y su chofer habían sido asesinados y luego lanzados por el precipicio. Después del ajusticiamiento de Trujillo, en 1962 se llevó a cabo un juicio en que el Jefe del SIM de la región norte, Alicinio Peña Rivera, confesó haber encabezado este horrendo crimen coordinado por el SIM. Victor Alicinio Peña declaró y ha reiterado años después del juicio que la orden vino directamente de Trujillo. Por cierto, durante la Revolución de 1965, los asesinos de las Mirabal milagrosamente "se fugaron" de la cárcel.
Angelita primero alegó en su libro que, por su propia iniciativa, Pupo Román dio la orden de matar a las Mirabal “talvez” para congraciarse con Trujillo como agradecimiento por un dinero que éste le había dado para que cubriera una hipoteca. Esto supone que Pupo Román estaba seguro de antemano de que Trujillo recibiría con beneplácito esta masacre de las hermanas, porque con alguien como Trujillo, nadie que lo conociera de cerca se iba a arriesgar a cometer una masacre de esta magnitud, un múltiple feminicidio de personalidades tan conocidas, por iniciativa propia, sin estar plenamente seguro de que no se estaba metiendo en un serio y peligrosísimo embrollo con el Jefe que podría resultar en una destitución sumaria y un peligroso aislamiento social, en el mejor de los casos, o en un “accidente” o bien, con suerte, en un juicio penal en que, sin duda, sería condenado para asegurar la inocencia de Trujillo ante la opinión pública.
Ahora bien, si semejante masacre fuera recibida con beneplácito por Trujillo, lo que supuestamente calculaba Pupo Román para congraciarse con el Jefe (según la versión del libro de Angelita), entonces desde el punto de vista moral, es muy poca la diferencia entre un Trujillo complacido por los que tomaron la iniciativa de cometer el múltiple feminicidio o que fuera el propio Trujillo quien diera la despiadada orden. Lo que se deduce de la versión del libro de Angelita es que la rabia de Trujillo habría sido por las repercusiones negativas que sufriría su régimen, no por ningún escrúpulo de tipo moral o humanitario. Talvez fue por esto que Angelita y su hijo disimuladamente abandonaron la tesis del libro y cambiaron el móvil de la masacre alegando después que el objetivo era desestabilizar el régimen y no retribuir a Trujillo con esta atrocidad el favor que el Jefe le había hecho a Pupo Román. Después pasaron a culpar a Modesto Imbert de haber planeado y coordinado la masacre sin siquiera tratar de explicarnos cómo Modesto Imbert se hubiera salido de la cárcel (donde guardaba pena por ordenes de Trujillo) para supervisar la masacre y se hubiera vuelto a meter en la cárcel depués del salvaje acto como si se tratara de un huésped en un hotel cualquiera.
Esta última versión la abandonaron los Trujillos rapidamente cuando las declaraciones de la catorcista Mirian Morales cayeron como un oportuno regalo desde las alturas a las cuales se han aferrado firmemente desde entonces.
Las declaraciones de Miriam Morales, compañera de lucha de las hermanas Mirabal, (ver artículo La última que vio a las Mirabal por Wendy Santana) en el sentido de que ella vio cuando las hermanas Mirabal y Rufino de la Cruz pasaron en el Jeep ese luctuoso día, deben ser analizadas con gran interés e imparcialidad. En la entrevista que le hizo la periodista del Listín Diario, Wendy Santana, la señora Miriam Morales declara que al parar el Jeep de las Mirabal para conversar con ella, más atrás se paró un carrito azul en que iba un general con un sombrero, quien hoy todavía está vivo y quien fue uno de los ajusticiadores de Trujillo.
Miriam Morales contradice las declaraciones de los ejecutores de las Mirabal durante el juicio en 1962 quienes sí involucraron a Pupo Román pero no mencionan a Amiama Tió ni a Imbert Barreras. No conocemos a la señora Morales para juzgar su integridad y creemos que los investigadores de este caso deberían de hurgar más en estos detalles sin importar las consecuencias. Sin embargo, algo que llama la atención de dichas declaraciones es que, estando las Mirabal ya alertadas de que había un complot para matarlas y después de que sus esposos les expresaran profunda preocupación por sus viajes a Puerto Plata, ellas parecian no estar a la defensiva y no le prestaron atención al general en el carro azul que se estacionó cuando ellas pararon el jeep para conversar con Miriam. Según esta última, ella sí lo notó pero no las Mirabal quienes debieron de estar circulando muy atentas a lo que pasaba a su alrededor. Además, al notar al oficial en el carro azul, ¿cómo es que Miriam no compartió este detalle con las Mirabal y no las puso en alerta, siendo ella su compañera de lucha?
No creemos que estamos en capacidad de cuestionar la integridad de la señora Morales sin discutir con ella más a fondo, pero sí debemos cuestionar los cabos sueltos en su versión y ese lapsus de no advertir a las Mirabal si es que efectivamente ella vio a ese general observando y esperando en el carro azul.
Sentimos gran solidaridad con Miriam Morales puesto que aparentemente ella no ha solicitado ayuda material por las prohibiciones y vejámenes que padeció ya que vemos que vive humildemente pero con un rico espíritu de libertad que expresa en los cuadros que la rodean. Además, si en realidad la señora Morales está diciendo la verdad sobre la participación de algunos de los conjurados en el asesinato de las Mirabal, si no está equivocada, aumenta nuestra solidaridad hacia esta ex militante por su gran valor de ir contracorriente para que se imponga la verdad, sea cual fuere, y lo hace sin tener los mínimos recursos materiales para defenderse.
Sin embargo, aún en el supuesto que las declaraciones de Miriam Morales efectivamente fueran ciertas, eso no elimina en absoluto que la orden emanara de Trujillo o Johnny Abbes, ni significa que los involucrados (entre ellos, tres de los ajusticiadores) actuaran necesariamente por su propia cuenta, sin la iniciativa, aprobación o el conocimiento de Trujillo, tal como los Trujillos lo implican en su esfuerzo por exculpar a Trujillo. Si Imbert Barreras y Amiama Tio estuvieron involucrados, no seria nada raro que ellos estuvieran cumpliendo órdenes superiores de Trujillo, tal como lo habrian hecho muchas veces antes por ser altos funcionarios del gobierno, las cuales eran obligatorias para todo funcionario por provenir de Truillo o Abbes bajo la amenaza de ser eliminado o puesto en prision. En pocas palabras, si supuestamente los tres conjurados estuvieron involucrados (Roman, Imbert y Amiama Tio) en el plan de eliminar las hermanas Mirabal, no existe ningun motivo ni prueba para descartar que fueran Trujillo y Abbes los que fraguaron el plan de eliminar a las Mirabal y que los tres conjurados simplemente se aprovecharon en forma fria y calculada del macabro plan con la expectativa de que al dejar que se materializara el sanguinario acto, esto intensificaría el descontento popular, lo que beneficiaría sus planes de acabar con la dictadura. En conclusion, por estar los conjurados supuestamente involucrados en la masacre, Trujillo y/o Abbes no dejan de ser automaticamente los autores intelectuales del crimen.
Pero ademas, en su diligente afán por "esclarecer" el crímen de las Mirabal (según los Trujillos ellos han estado investigando el caso a fondo), resulta extraño que los Trujillos hayan ignorado por completo las importantes declaraciones de otro testigo sobre el montaje de este multiple asesinato. Se trata de lo declarado por escrito por el comandante Evelio Hernández, quien fuera testigo de excepción de la orden desde el comando en San Cristobal. Evelio Hernández era parte de la XII Compañía del Ejército Nacional ubicada en San Cristobal. Dicha compañía tenía un sistema de radio que recibía órdenes confidenciales provenientes de los altos mandos de las Fuerzas Armadas. En la carta que le escribio al periodico El Diario Libre, Hernández narra que el 25 de noviembre de 1960 él se encontraba en la unidad de radio acompañado por el sargento mayor Darío Piña. A medio día llaman insistentemente al capitán Alicinio Peña Rivera ubicado en Santiago y le preguntan: “Cuántos cocos tiene hoy la mata de cocos de Puerto Plata, y éste contestó: cuatro. Y la orden que siguió a la respuesta fue un tajante: túmbenlos los cuatro”.
(Hasta aqui la cita de Aquiles Julian.)
Aparte de las declaraciones de la señora Morales, la cuales han sido bien aprovechadas por los trujillistas, los demás argumentos presentados por los trujillistas son simples especulaciones sin sustento, cuyo razonamiento se cae por su propio peso. A continuación los analizamos casi todos.
Las preguntas del señor Ayuso no son antojadizas. Si fue un asesinato, no fue ésta la primera vez que eliminaron a alguien por inyección letal. Por ejemplo, el envenenamiento de Rafael Estrella Ureña en septiembre, 1945 con una taza de café envenenado por militares, bajo
órdenes de Trujillo, en quienes Estrella Ureña confiaba. Como sobrevivió y fue a parar al hospital Padre Billini, allí un
doctor le puso fin a su vida con una inyección letal presuntamente para “aliviarlo de su
agonía”. Esto lo ha confirmado en uno de sus libros el teniente Generoso Gomez, edecán de confianza de la familia Trujillo desde 1936 hasta 1961.
También tenemos el caso de Francisco L. Madera (Don Panchito) de Moca, un desafecto al régimen que no escondia su repudio a Trujillo y quien además se resistía al interés que tenía Trujillo en su hija Isis. En noviembre de 1955 sufrió un atentado en su finca, los sicarios lo dejaron por muerto, pero para sorpresa suya, logró sobrevivir. Días después, agentes del SIM lo llevaron contra su voluntad a un hospital de Santiago donde le pusieron una inyección letal ocasionándole la muerte. Su hija logró salir del pais poco después (Para más detalles ver Trujillo y las maeñas en la sección ATROPELLOS).
Como ya lo mencionamos en el caso de la Masacre del Número, al esposo policia de la mujer que iba en el camión de Prim, le pusieron una inyección letal en el hospital y lo asesinaron para evitar que se pusiera a investigar. Además, en el mismo caso, a pocas horas de haber ingresado al hospital golpeado y con quemaduras, agentes del gobierno asesinaron en el hospital esa noche al chofer Juan Rosario (no sabemos con qué) por ser el único testigo sobreviviente de la masacre.
Hay otros casos de muerte o atentados por inyección letal que estamos investigando para obtener más detalles, como es el caso de Eugenio Cabral, quien después de tratar de asilarse en la embajada de Brasil en julio de 1960 donde fue herido de bala, por exigencia de la embajada lo llevaron a un hospital. Ahi le pusieron una inyección letal de trementina (a pesar de que estaba bajo protección diplomática). Aparentemente sobrevivió y la embajada logró sacarlo del pais.
Las hermanas Mirabal y su chofer, Rufino de la Cruz
También tenemos el caso de Francisco L. Madera (Don Panchito) de Moca, un desafecto al régimen que no escondia su repudio a Trujillo y quien además se resistía al interés que tenía Trujillo en su hija Isis. En noviembre de 1955 sufrió un atentado en su finca, los sicarios lo dejaron por muerto, pero para sorpresa suya, logró sobrevivir. Días después, agentes del SIM lo llevaron contra su voluntad a un hospital de Santiago donde le pusieron una inyección letal ocasionándole la muerte. Su hija logró salir del pais poco después (Para más detalles ver Trujillo y las maeñas en la sección ATROPELLOS).
Como ya lo mencionamos en el caso de la Masacre del Número, al esposo policia de la mujer que iba en el camión de Prim, le pusieron una inyección letal en el hospital y lo asesinaron para evitar que se pusiera a investigar. Además, en el mismo caso, a pocas horas de haber ingresado al hospital golpeado y con quemaduras, agentes del gobierno asesinaron en el hospital esa noche al chofer Juan Rosario (no sabemos con qué) por ser el único testigo sobreviviente de la masacre.
Hay otros casos de muerte o atentados por inyección letal que estamos investigando para obtener más detalles, como es el caso de Eugenio Cabral, quien después de tratar de asilarse en la embajada de Brasil en julio de 1960 donde fue herido de bala, por exigencia de la embajada lo llevaron a un hospital. Ahi le pusieron una inyección letal de trementina (a pesar de que estaba bajo protección diplomática). Aparentemente sobrevivió y la embajada logró sacarlo del pais.
Las hermanas Mirabal y su chofer, Rufino de la Cruz
Quien no sabe disimular no sabe reinar. –Nicolás Maquiavelo
(Según varios historiadores, ésta fue una de las maximas favoritas de Rafael Trujillo Molina.)
Dejamos de último el caso de las hermanas Mirabal y su chofer Rufino de la Cruz debido a que es el caso que desarrollamos más extensamente por ser un tema que todavía se discute ampliamente en los medios de comunicación.
Las investigaciones posteriores comprobaron claramente que las tres hermanas y su chofer habían sido asesinados y luego lanzados por el precipicio. Después del ajusticiamiento de Trujillo, en 1962 se llevó a cabo un juicio en que el Jefe del SIM de la región norte, Alicinio Peña Rivera, confesó haber encabezado este horrendo crimen coordinado por el SIM. Victor Alicinio Peña declaró y ha reiterado años después del juicio que la orden vino directamente de Trujillo. Por cierto, durante la Revolución de 1965, los asesinos de las Mirabal milagrosamente "se fugaron" de la cárcel.
Angelita primero alegó en su libro que, por su propia iniciativa, Pupo Román dio la orden de matar a las Mirabal “talvez” para congraciarse con Trujillo como agradecimiento por un dinero que éste le había dado para que cubriera una hipoteca. Esto supone que Pupo Román estaba seguro de antemano de que Trujillo recibiría con beneplácito esta masacre de las hermanas, porque con alguien como Trujillo, nadie que lo conociera de cerca se iba a arriesgar a cometer una masacre de esta magnitud, un múltiple feminicidio de personalidades tan conocidas, por iniciativa propia, sin estar plenamente seguro de que no se estaba metiendo en un serio y peligrosísimo embrollo con el Jefe que podría resultar en una destitución sumaria y un peligroso aislamiento social, en el mejor de los casos, o en un “accidente” o bien, con suerte, en un juicio penal en que, sin duda, sería condenado para asegurar la inocencia de Trujillo ante la opinión pública.
Ahora bien, si semejante masacre fuera recibida con beneplácito por Trujillo, lo que supuestamente calculaba Pupo Román para congraciarse con el Jefe (según la versión del libro de Angelita), entonces desde el punto de vista moral, es muy poca la diferencia entre un Trujillo complacido por los que tomaron la iniciativa de cometer el múltiple feminicidio o que fuera el propio Trujillo quien diera la despiadada orden. Lo que se deduce de la versión del libro de Angelita es que la rabia de Trujillo habría sido por las repercusiones negativas que sufriría su régimen, no por ningún escrúpulo de tipo moral o humanitario. Talvez fue por esto que Angelita y su hijo disimuladamente abandonaron la tesis del libro y cambiaron el móvil de la masacre alegando después que el objetivo era desestabilizar el régimen y no retribuir a Trujillo con esta atrocidad el favor que el Jefe le había hecho a Pupo Román. Después pasaron a culpar a Modesto Imbert de haber planeado y coordinado la masacre sin siquiera tratar de explicarnos cómo Modesto Imbert se hubiera salido de la cárcel (donde guardaba pena por ordenes de Trujillo) para supervisar la masacre y se hubiera vuelto a meter en la cárcel depués del salvaje acto como si se tratara de un huésped en un hotel cualquiera.
Esta última versión la abandonaron los Trujillos rapidamente cuando las declaraciones de la catorcista Mirian Morales cayeron como un oportuno regalo desde las alturas a las cuales se han aferrado firmemente desde entonces.
Las declaraciones de Miriam Morales, compañera de lucha de las hermanas Mirabal, (ver artículo La última que vio a las Mirabal por Wendy Santana) en el sentido de que ella vio cuando las hermanas Mirabal y Rufino de la Cruz pasaron en el Jeep ese luctuoso día, deben ser analizadas con gran interés e imparcialidad. En la entrevista que le hizo la periodista del Listín Diario, Wendy Santana, la señora Miriam Morales declara que al parar el Jeep de las Mirabal para conversar con ella, más atrás se paró un carrito azul en que iba un general con un sombrero, quien hoy todavía está vivo y quien fue uno de los ajusticiadores de Trujillo.
Miriam Morales contradice las declaraciones de los ejecutores de las Mirabal durante el juicio en 1962 quienes sí involucraron a Pupo Román pero no mencionan a Amiama Tió ni a Imbert Barreras. No conocemos a la señora Morales para juzgar su integridad y creemos que los investigadores de este caso deberían de hurgar más en estos detalles sin importar las consecuencias. Sin embargo, algo que llama la atención de dichas declaraciones es que, estando las Mirabal ya alertadas de que había un complot para matarlas y después de que sus esposos les expresaran profunda preocupación por sus viajes a Puerto Plata, ellas parecian no estar a la defensiva y no le prestaron atención al general en el carro azul que se estacionó cuando ellas pararon el jeep para conversar con Miriam. Según esta última, ella sí lo notó pero no las Mirabal quienes debieron de estar circulando muy atentas a lo que pasaba a su alrededor. Además, al notar al oficial en el carro azul, ¿cómo es que Miriam no compartió este detalle con las Mirabal y no las puso en alerta, siendo ella su compañera de lucha?
No creemos que estamos en capacidad de cuestionar la integridad de la señora Morales sin discutir con ella más a fondo, pero sí debemos cuestionar los cabos sueltos en su versión y ese lapsus de no advertir a las Mirabal si es que efectivamente ella vio a ese general observando y esperando en el carro azul.
Sentimos gran solidaridad con Miriam Morales puesto que aparentemente ella no ha solicitado ayuda material por las prohibiciones y vejámenes que padeció ya que vemos que vive humildemente pero con un rico espíritu de libertad que expresa en los cuadros que la rodean. Además, si en realidad la señora Morales está diciendo la verdad sobre la participación de algunos de los conjurados en el asesinato de las Mirabal, si no está equivocada, aumenta nuestra solidaridad hacia esta ex militante por su gran valor de ir contracorriente para que se imponga la verdad, sea cual fuere, y lo hace sin tener los mínimos recursos materiales para defenderse.
Sin embargo, aún en el supuesto que las declaraciones de Miriam Morales efectivamente fueran ciertas, eso no elimina en absoluto que la orden emanara de Trujillo o Johnny Abbes, ni significa que los involucrados (entre ellos, tres de los ajusticiadores) actuaran necesariamente por su propia cuenta, sin la iniciativa, aprobación o el conocimiento de Trujillo, tal como los Trujillos lo implican en su esfuerzo por exculpar a Trujillo. Si Imbert Barreras y Amiama Tio estuvieron involucrados, no seria nada raro que ellos estuvieran cumpliendo órdenes superiores de Trujillo, tal como lo habrian hecho muchas veces antes por ser altos funcionarios del gobierno, las cuales eran obligatorias para todo funcionario por provenir de Truillo o Abbes bajo la amenaza de ser eliminado o puesto en prision. En pocas palabras, si supuestamente los tres conjurados estuvieron involucrados (Roman, Imbert y Amiama Tio) en el plan de eliminar las hermanas Mirabal, no existe ningun motivo ni prueba para descartar que fueran Trujillo y Abbes los que fraguaron el plan de eliminar a las Mirabal y que los tres conjurados simplemente se aprovecharon en forma fria y calculada del macabro plan con la expectativa de que al dejar que se materializara el sanguinario acto, esto intensificaría el descontento popular, lo que beneficiaría sus planes de acabar con la dictadura. En conclusion, por estar los conjurados supuestamente involucrados en la masacre, Trujillo y/o Abbes no dejan de ser automaticamente los autores intelectuales del crimen.
Pero ademas, en su diligente afán por "esclarecer" el crímen de las Mirabal (según los Trujillos ellos han estado investigando el caso a fondo), resulta extraño que los Trujillos hayan ignorado por completo las importantes declaraciones de otro testigo sobre el montaje de este multiple asesinato. Se trata de lo declarado por escrito por el comandante Evelio Hernández, quien fuera testigo de excepción de la orden desde el comando en San Cristobal. Evelio Hernández era parte de la XII Compañía del Ejército Nacional ubicada en San Cristobal. Dicha compañía tenía un sistema de radio que recibía órdenes confidenciales provenientes de los altos mandos de las Fuerzas Armadas. En la carta que le escribio al periodico El Diario Libre, Hernández narra que el 25 de noviembre de 1960 él se encontraba en la unidad de radio acompañado por el sargento mayor Darío Piña. A medio día llaman insistentemente al capitán Alicinio Peña Rivera ubicado en Santiago y le preguntan: “Cuántos cocos tiene hoy la mata de cocos de Puerto Plata, y éste contestó: cuatro. Y la orden que siguió a la respuesta fue un tajante: túmbenlos los cuatro”.
Al oír al día
siguiente la noticia del accidente de las hermana Mirabal, escribe Evelio Hernández,
“Inmediatamente concatené lo escuchado en la radio con la muerte de las tres
heroínas y el chofer (pues era coherente que éstos fueran los cuatro cocos)".
A
pesar de
que hemos parafraseado lo declarado por el comandante Evelio Hernández,
decidimos
copiar más abajo el artículo completo para que no queden dudas y porque
en el articulo hay declaraciones de otros testigos que indican
que el asesinato de las hermanas Mirabal fue un homicidio que Johnny
Abbes
venía planeando desde un buen tiempo atrás. Esto último indica que no
habria sido un plan
exclusivo de Pupo Roman, Imbert Barreras y Amiama Tio, si es que los dos
ultimos efectivamente estuvieron involucrados.
Otro incidente revelador es el desliz verbal que comete Trujillo cuando llama al Mayor Cándido Torres al día siguiente de la masacre. Trujillo empieza hablando de las "noticias" y del "accidente" de las Mirabal, pero acto seguido comete el lapsus de llamarlo "ese crimen" cuando supuestamente él sólo conocía lo que declaraban las noticias de esa mañana. Balaguer nos lo relata cuando discute la insoslayable culpabilidad de Trujillo por esa masacre, desliz del Jefe que Aquiles Julian recoge en su artículo, el cual reproducimos en su totalidad más abajo en esta sección. A continuación citamos a Aquiles Julián, aunque repitamos parte del artículo reproducido más abajo puesto que se trata de otro detalle importante. Citamos a Aquiles Julian:
Otro incidente revelador es el desliz verbal que comete Trujillo cuando llama al Mayor Cándido Torres al día siguiente de la masacre. Trujillo empieza hablando de las "noticias" y del "accidente" de las Mirabal, pero acto seguido comete el lapsus de llamarlo "ese crimen" cuando supuestamente él sólo conocía lo que declaraban las noticias de esa mañana. Balaguer nos lo relata cuando discute la insoslayable culpabilidad de Trujillo por esa masacre, desliz del Jefe que Aquiles Julian recoge en su artículo, el cual reproducimos en su totalidad más abajo en esta sección. A continuación citamos a Aquiles Julián, aunque repitamos parte del artículo reproducido más abajo puesto que se trata de otro detalle importante. Citamos a Aquiles Julian:
El
lapsus linguae, el resbalón de lengua, declara inconscientemente
aquello que el perpetrante persigue ocultar. Su habla lo traiciona.
Y Trujillo, en el relato de Balaguer, incurre en uno.
Cuando
le dice al Mayor Cándido Torres, mismo que había cursado la orden para
asesinar a las Mirabal que provenía de él, de Trujillo “¿Y no sabe usted
que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen
se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere
alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno?”, Trujillo se denuncia a sí mismo al calificar de crimen lo que él mismo antes tildaba de accidente.
Su inconsciente lo traicionó.
Balaguer recogió y preservó la conversación para la posteridad.
Y puso en ella la evidencia de la culpabilidad del propio Trujillo en el crimen, pese a su teatralidad y a su simulación.(Hasta aqui la cita de Aquiles Julian.)
Aparte de las declaraciones de la señora Morales, la cuales han sido bien aprovechadas por los trujillistas, los demás argumentos presentados por los trujillistas son simples especulaciones sin sustento, cuyo razonamiento se cae por su propio peso. A continuación los analizamos casi todos.
Uno de los principales
argumentos que esgrime la familia Trujillo para exonerar a Trujillo del crimen
de las Mirabal es que las tres hermanas no representaban ninguna amenaza hacia
su régimen y que, por lo tanto, Trujillo no tenía motivo para matarlas dado que
no ganaba nada con eliminarlas.
Para los que llevamos años estudiando la larga dictadura este argumento casi nos mueve a la risa si no fuera tan ofensivo. La gran mayoría de las víctimas de Trujillo nunca, repetimos, nunca representaron una amenaza hacia el régimen. Motivos racionales no eran necesarios para eliminar a alguien. Son incontables las personas que la dictadura mató por razones caprichosas, por resentimiento, sólo por estar emparentada la víctima a algún antitrujillista (aunque se supiera que dicho pariente no militaba), por no cederle sus propiedades o su negocio al dictador, por haber dicho una impertinencia (ver Lithgow-Ceara, Colon Piris, Rafael Yepes, etc.), por ser un empleado o chofer de un enemigo y otras sinrazones más.
Los trujillistas también alegan que no tenía sentido ni lógica que Trujillo mandara a matar a estas tres mujeres puesto que semejante crimen sólo le acarrearía enorme resentimiento entre la población y mayor condena internacional, justo cuando Trujillo no lo necesitaba debido a la condena y el aislamiento regional a que lo habían sometido por el atentado contra Betancourt.
Repetimos: Esgrimir este tipo de argumento racional en el caso de Trujillo es totalmente incongruente con su trayectoria criminal e irracional y practicamente una burla puesto que Trujillo demostró una y mil veces en sus 31 años de desgobierno sus decisiones antojadizas, irracionales, perversas y contraproducentes, intensificadas éstas en los últimos dos años de su gobierno en que estaba cada vez más desesperado por la incesante resistencia interna, las críticas y presiones internacionales y posiblemente por los achaques de la vejez.
¿Se preocupó Trujillo por lo que pensaría la opinión pública cuando mandó a matar a miles de haitianos? ¿Cuando a principios de 1960 dio la orden de disparar a matar indiscriminadamente a todo el que tratara de asilarse en una embajada, inclusive invadiendo violentamente las mismas sedes diplomáticas con turbas violentas y disparos? ¿Cuando trató de matar al presidente de otro país (Betancourt) y cuando efectivamente mató al de Guatemala? ¿Cuando apenas unos meses antes de ese fatídico 25 de noviembre, bajo la orden expresa de Trujillo, la dictadura persiguió como a delincuentes a sacerdotes de la iglesia católica y atacó los templos después de la Carta Pastoral, incluyendo el intenso sacrilegio del templo de La Vega, con prostitutas y con turbas, cuando sus esbirros trataron de incendiar dicho templo, la destrucción con bomba del seminario de Santiago en construcción, así como los ataques y desalojos de curas y obispos de sus hogares y centros? (Ver otras secciones en este portal que discuten estos casos.)
¿Es eso actuar racionalmente, con recelo hacia la imagen negativa que podría impactar adversamente a la población civil y a la opinión internacional?
Los anteriores comentarios no pretenden “probar” positivamente que Trujillo fue quien diera la orden de matar a las Mirabal sino que los argumentos de los trujillistas de que Trujillo no tenia un motivo "racional" no "prueban" en absoluto que no fuera él quien diera la orden de matarlas puesto que Trujillo mataba más por motivos irracionales que racionales. Considerando sus reiterados antecedentes de dislates irracionales durante 31 años, es realmente una farsa de mal gusto alegar el sentido de “racionalidad” y “sensibilidad” a la opinión pública como pruebas de que Trujillo no hubiera emitido semejante orden. Para los que todavía tengan dudas, lean más abajo lo que tienen que decir sobre este caso dos de sus tres más cercanos y fieles colaboradores, Joaquín Balaguer y Virgilio Álvarez Pina.
Para convencer al público de que los tres conjurados (Pupo Román, Amiama Tió e Imbert Barreras) mataron a las Mirabal por sus propios motivos y no por orden de Trujillo, se basan en supuestas declaraciones de un funcionario del gobierno de EEUU quien dice que un agente de la inteligencia americana, Plato Cox, les dijo a los conjurados que para que el gobierno de EEUU pudiera apoyar el derrocamiento de Trujillo primero tenía que ocurrir un hecho tan deleznable y drástico que escandalizara a la población y con esto volcar la opinión pública en su contra (como si la opinión pública dominicana ya no estuviera harto escandalizada), lo que facilitaría el cambio de gobierno.
Los Trujillos hasta hoy (casi 5 anos después) no han podido presentar el documento desclasificado que alegadamente prueba las declaraciones de dicho agente. Dicen que todavía estan buscando el documento y que hasta ahora no lo han encontrado. Al no encontrar ni ellos ni nadie más el documento de marras ni ninguna otra prueba sobre la exigencia del agente, queda hasta ahora, como muchos de los argumentos de los Trujillos, un alegato al aire que requiere que tengamos fe en su palabra.
El artificio de echarle la culpa de sus crímenes a otros, preferiblemente a sus enemigos, era un instinto natural que Trujillo aplicaba con gran regularidad, lo que parecen estar imitando sus descendientes.
Además, si Trujillo nada tuvo que ver con la decisión de matar a las tres hermanas y si estaba tan alarmado, llama poderosamente la atención que Trujillo no tomara ninguna represalia, en absoluto, ni física ni verbal, en contra de los que cometieron ese costoso dislate que podría “tumbarle” el gobierno o por lo menos desestabilizarlo, según la opinión desesperada que Trujillo gritó al conocer la noticia. Ante esa posible e imprevista crisis de "legitimidad" que presuntamente lo tomó por sorpresa, resulta muy extraño que Trujillo ni degradara a ningún militar, ni que siquiera se ocupara de montar la pantomima de un juicio, ni de por lo menos dar un discurso ante toda la población para explicar y calmar a la opinión pública sobre esta infame masacre, una opinión pública que supuestamente tanto le preocupaba a Trujillo. Ni siquiera trató de fustigar públicamente a los que lo metieron “sin su conocimiento” en semejante embrollo y así tratar de salvar, por lo menos, su propia imagen dado que él era inocente, supuestamente.
Actuando totalmente contrario a su muy conocido modus operandi (un tirano que se aseguraba de que siempre hubiera una costosa represalia por cualquier “metida de pata” o descuido de sus subalternos), esta vez, como si hubiera caído en el estupor de algún poderoso encantamiento, en lugar de fustigar, degradar, castigar o enjuiciar publicamente a los responsables, el implacable todopoderoso simplemente se sintió frustrado, sufrió pasiva y estoicamente el feminicidio múltiple, limitándose a visitar el lugar del “accidente” y expresar algunas palabras nostálgicas sobre un crimen que supuestamente lo conmovió en sus más profundas y petrificadas entrañas.
Esta teatralidad nos recuerda cómo Trujillo lloraba ríos de lágrimas en Santiago mientras, bajo su orden, detenían a decenas de jóvenes adolescentes en Santiago (los panfleteros de Santiago) para torturarlos y matarlos a escasas cuadras de la casa donde él se encontraba. Mientras ocurrían las redadas, Trujillo lloraba, no por la suerte de los panfleteros, sino porque se sentia traicionado después de todo lo que él habia hecho por el pais. A pesar de su lacrimoso teatro, las redadas continuaron y unos 38 jovenes fueron torturados y ejecutados (ver CRIMENES y ver entrevista a Poncio Pou Saleta: https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI ).
Está de sobra decir que el montaje teatral de su aspaviento e indignacion cuando se informó del asesinato de las Mirabal no convence.
Pero hay algo más. El sospechoso a menudo se delata sin querer después del crimen. En una extensa entrevista, el catorcista Isidro Renato González Disla, vecino de Patria Mirabal (vivía en frente), compañero de lucha de Minerva como catorcista y primo del chofer Rufino de la Cruz Disla, da cuenta de cómo, después de la vil masacre (obviamente a modo de burla y humillación ante las familias dolientes y su comunidad), Trujillo visita Salcedo con un gran despliegue de funcionarios y militares, lleva una banda de música y al cantante Primitivo Santos para hacer una fiesta frente a la casa de Patria Mirabal. La banda tocaba nada menos que “Recogiendo limosna no lo tumban.” Sin invitación alguna ni siquiera a la galeria por parte de los sorprendidos anfitriones, Trujillo se instala en la casa de Isidro Renato, que queda enfrente de la casa de Patria Mirabal, para almorzar y tomar su brandy favorito. Isidro Renato era compañero de lucha de Minerva y había sido detenido y torturado en La 40. De hecho, seis meses antes de la masacre, Trujillo habia hecho un importante discurso en el que tachaba a las Mirabal y a los Gonzalez de esa región de comunistas. Durante la Era, la acusación de ser comunista por parte de un militar, especialmente por parte del mismo Trujillo, era practicamente una condena de muerte, solo era cuestión de tiempo.
Volviendo a la visita del Jefe a Salcedo, sin mostrar pesadumbre ni expresar condolencias (todo lo contrario, Trujillo parece tener un ánimo festivo), el tirano ordena comida en la ciudad para su séquito aunque hace que le preparen comida criolla en la casa de los Gonzalez. Come a gusto, bebe de su brandy favorito, uno de los cortesanos que lo acompaña le recita casi al oido loas en verso, Trujillo hasta se da un pequeño salto y grita victorioso ¡Que Viva Trujillo! ¿Es este macabro comportamiento consistente con el hombre alarmado, compungido y frustrado por el asesinato de las muchachas que habíamos visto al dia siguiente del "accidente" o el de un vencedor que viene a humillar al pueblo vencido, en este caso, la comunidad de Salcedo y las familias Mirabal y Gonzalez Disla? ¿No creen que este gesto arrogante refleja confabulación en la trama para matar a las muchachas en lugar de inocente indignación y desconcierto?
Si en el futuro encontramos información que arroje luz sobre la supuesta exigencia de los agentes de EEUU, la compartiremos en esta sección. Mientras tanto, los lectores pueden investigar este caso en la red dado que ha sido ampliamente comentado en los medios.
Por ahora, nos remitimos a las palabras de los dos más fieles, más cercanos y más antiguos colaboradores del tirano: Joaquín Balaguer y Virgilio Álvarez Pina.
Joaquín Balaguer, leal asistente personal de Trujillo por 31 años y conocedor a fondo de la personalidad y el modus operandi de Trujillo, escribe en su libro La palabra encadenada, págs. 315-318:
“Una vez consumada la iniquidad, sin duda el más repugnante de los crímenes realizados durante la Era de Trujillo, el responsable del hecho se presenta ante sus propios esbirros como un ser inocente que había sido abrumado por la noticia”.
Por su parte, don Virgilio Álvarez Pina (Don Cucho), pariente y amigo intimo de Trujillo desde la infancia y uno de los más cercanos colaboradores de Trujillo durante décadas, leal hasta el final y conocedor intimo de los mecanismos interno del poder del régimen, escribe en su libro La Era de Trujillo, pág. 51:
"El propio Trujillo se refería a ese injustificado crimen, en la intimidad, como un acontecimiento ajeno a su voluntad, pero los que le rodeábamos sabíamos que órdenes de esa naturaleza no podían provenir de ninguna autoridad inferior a la del árbitro nacional, que era el mismo Trujillo, y mucho menos producirse sin su consentimiento expreso”.
Más adelante reitera lo mismo cuando comenta en la pág. 155:
“Dentro del gobierno, las cosas no marchaban tan bien. Se sentía la presión causada como consecuencia de los errores cometidos por Trujillo. A las abiertas acciones de 1959 y 1960 se sumó la absurda orden de matar a las hermanas Mirabal y aunque Trujillo, en la intimidad, quería hacer ver que no había tenido una participación directa en ese asesinato, se sabía que un crimen de esa magnitud de ningún modo se podía haber perpetrado sin su anuencia".
Conclusión
Algunos lectores encontrarán difícil creer que algunos de los accidentes descritos en esta sección fueran simulacros debido a la ausencia de un motivo claro o de peso para querer matar a las víctimas. A cualquier persona con juicio normal la ausencia de un motivo de peso le parecería totalmente irracional. Debemos recordarles a esos lectores que el razonamiento lógico o sensato no fue una de las virtudes de este régimen salvaje, antojadizo, brutal y despótico, que una modalidad tragicamente excepcional que caracterizaba al tirano, a sus hijos, hermanos y a sus esbirros era, como hemos dicho, que ellos mandaban a eliminar a alguien por ser simplemente un familiar de un antitrujillista, porque dijera algo que se podría interpretar como una crítica o una burla, porque se resistiera a colaborar o se rehusara a “venderle” su negocio, tierra, por ser un posible testigo, etc.
Tenemos más casos sobre otros crímenes y atentados basados en estos motivos pueriles e irracionales, pero no podemos publicarlos todos porque esto sería abrumar a los lectores. Aquellos interesados podrán encontrar otros casos de asesinatos caprichosos en las cuatro secciones dedicadas a los crímenes de la dictadura, especialmente en los 99 casos de asesinatos selectivos discutidos en BREVES (ver sección CRIMENES III).
Para leer la entrevista completa a Isidro Renato González Disla titulada La megalomanía de Rafael Trujillo, pueden ir a: http://wwwhistoriadominicana.blogspot.com/2008/01/la-megalomana-de-rafael-trujillo.html
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Para los que llevamos años estudiando la larga dictadura este argumento casi nos mueve a la risa si no fuera tan ofensivo. La gran mayoría de las víctimas de Trujillo nunca, repetimos, nunca representaron una amenaza hacia el régimen. Motivos racionales no eran necesarios para eliminar a alguien. Son incontables las personas que la dictadura mató por razones caprichosas, por resentimiento, sólo por estar emparentada la víctima a algún antitrujillista (aunque se supiera que dicho pariente no militaba), por no cederle sus propiedades o su negocio al dictador, por haber dicho una impertinencia (ver Lithgow-Ceara, Colon Piris, Rafael Yepes, etc.), por ser un empleado o chofer de un enemigo y otras sinrazones más.
Los trujillistas también alegan que no tenía sentido ni lógica que Trujillo mandara a matar a estas tres mujeres puesto que semejante crimen sólo le acarrearía enorme resentimiento entre la población y mayor condena internacional, justo cuando Trujillo no lo necesitaba debido a la condena y el aislamiento regional a que lo habían sometido por el atentado contra Betancourt.
Repetimos: Esgrimir este tipo de argumento racional en el caso de Trujillo es totalmente incongruente con su trayectoria criminal e irracional y practicamente una burla puesto que Trujillo demostró una y mil veces en sus 31 años de desgobierno sus decisiones antojadizas, irracionales, perversas y contraproducentes, intensificadas éstas en los últimos dos años de su gobierno en que estaba cada vez más desesperado por la incesante resistencia interna, las críticas y presiones internacionales y posiblemente por los achaques de la vejez.
¿Se preocupó Trujillo por lo que pensaría la opinión pública cuando mandó a matar a miles de haitianos? ¿Cuando a principios de 1960 dio la orden de disparar a matar indiscriminadamente a todo el que tratara de asilarse en una embajada, inclusive invadiendo violentamente las mismas sedes diplomáticas con turbas violentas y disparos? ¿Cuando trató de matar al presidente de otro país (Betancourt) y cuando efectivamente mató al de Guatemala? ¿Cuando apenas unos meses antes de ese fatídico 25 de noviembre, bajo la orden expresa de Trujillo, la dictadura persiguió como a delincuentes a sacerdotes de la iglesia católica y atacó los templos después de la Carta Pastoral, incluyendo el intenso sacrilegio del templo de La Vega, con prostitutas y con turbas, cuando sus esbirros trataron de incendiar dicho templo, la destrucción con bomba del seminario de Santiago en construcción, así como los ataques y desalojos de curas y obispos de sus hogares y centros? (Ver otras secciones en este portal que discuten estos casos.)
¿Es eso actuar racionalmente, con recelo hacia la imagen negativa que podría impactar adversamente a la población civil y a la opinión internacional?
Los anteriores comentarios no pretenden “probar” positivamente que Trujillo fue quien diera la orden de matar a las Mirabal sino que los argumentos de los trujillistas de que Trujillo no tenia un motivo "racional" no "prueban" en absoluto que no fuera él quien diera la orden de matarlas puesto que Trujillo mataba más por motivos irracionales que racionales. Considerando sus reiterados antecedentes de dislates irracionales durante 31 años, es realmente una farsa de mal gusto alegar el sentido de “racionalidad” y “sensibilidad” a la opinión pública como pruebas de que Trujillo no hubiera emitido semejante orden. Para los que todavía tengan dudas, lean más abajo lo que tienen que decir sobre este caso dos de sus tres más cercanos y fieles colaboradores, Joaquín Balaguer y Virgilio Álvarez Pina.
Para convencer al público de que los tres conjurados (Pupo Román, Amiama Tió e Imbert Barreras) mataron a las Mirabal por sus propios motivos y no por orden de Trujillo, se basan en supuestas declaraciones de un funcionario del gobierno de EEUU quien dice que un agente de la inteligencia americana, Plato Cox, les dijo a los conjurados que para que el gobierno de EEUU pudiera apoyar el derrocamiento de Trujillo primero tenía que ocurrir un hecho tan deleznable y drástico que escandalizara a la población y con esto volcar la opinión pública en su contra (como si la opinión pública dominicana ya no estuviera harto escandalizada), lo que facilitaría el cambio de gobierno.
Los Trujillos hasta hoy (casi 5 anos después) no han podido presentar el documento desclasificado que alegadamente prueba las declaraciones de dicho agente. Dicen que todavía estan buscando el documento y que hasta ahora no lo han encontrado. Al no encontrar ni ellos ni nadie más el documento de marras ni ninguna otra prueba sobre la exigencia del agente, queda hasta ahora, como muchos de los argumentos de los Trujillos, un alegato al aire que requiere que tengamos fe en su palabra.
El artificio de echarle la culpa de sus crímenes a otros, preferiblemente a sus enemigos, era un instinto natural que Trujillo aplicaba con gran regularidad, lo que parecen estar imitando sus descendientes.
Nos
vienen a la mente varios ejemplos de como Trujillo tiraba la piedra y escondía
la mano cuando ordenaba algún serio atropello del cual tenia que distanciarse.
Por ejemplo, después del atentado a Betancourt en el que murieron varias
personas e hirieron al mandatario venezolano, La Voz Dominicana (voz oficial
del régimen, especialmente en asuntos internacionales) de inmediato acusó a
Colombia de ser la sede de los conspiradores que atentaron contra la vida del
presidente venezolano (Ver Drama de Trujillo de Alonso Rodríguez
Demorizi, pág. 117). Sin embargo, las investigaciones del gobierno venezolano
encontraron pruebas irrefutables sobre el orígen de la bomba y la trama
(pruebas concretas que impresionaron a los gobiernos de la región y que
condujeron a las sanciones de la OEA), además de que varios de los agentes
involucrados confesaron que el atentado se había preparado en una de las fincas
de Trujillo.
También recordamos el caso del genocidio masivo de los haitianos.
Trujillo, al verse interpelado por el Congreso de Estados Unidos y el gobierno
de Haití por esta masacre de miles de personas, trató de echarle la culpa de
este genocidio a Alfonso Perozo Guzmán, poco después de matarlo, como el
instigador (aunque usted no lo crea), esperanzado de que el gobierno de
EEUU apoyaría la falsedad debido a que Alfonso Perozo había sino uno de
los líderes que se enfrentaron a las tropas norteamericanas cuando éstas
entraron en su poblado, a quien los americanos no pudieron eliminar. Como
Trujillo sabía que Alfonso Perozo habia sido enemigo y combatiente activo en
contra de los Marines, creyó que podría usarlo facilmente como chivo expiatorio
por la masacre de perejil (por más inconcebible que esto parezca), pero el
gobierno americano no le hizo el coro, no aceptó cooperar con la artimaña y
continuó exigiéndole reparaciones por el genocidio.
Poco le
importaba a Trujillo que antes de levantar esta calumnia en contra de Perozo,
él mismo se había ufanado publicamente (una o dos semanas después de la
masacre) en un discurso sobre su solución al problema haitiano y la necesidad
de realizar ese “corte”. Este reconocimiento público de que la masacre fue su
iniciativa (además de otras pruebas históricas) no impidió que después tratara
de culpar a un enemigo suyo y de los norteamericanos, a Alfonso Perozo como
dijimos, para evitar el pago de las reparaciones ($750.000.00). Después de
todo, Trujillo era el árbitro supremo sobre la verdad con el derecho a decir
una cosa hoy y decir todo lo contrario mañana para que todos los dominicanos
aceptaran las dos versiones contradictorias como verdades incuestionable.
Otro
ejemplo es la facilidad con que Trujillo culpó y detuvo a Octavio de la Maza
supuestamente por haber matado al piloto Gerald Murphy cuando la embajada, la
FBI y el congresista Charles Porter empezaron a exigir explicaciones por la
desaparición de Murphy. Luego, con esa nobleza de espiritu de que hoy nos
hablan con nostalgia sus descendientes, Trujillo mató a de la Maza para
silenciarlo puesto que éste se negaba a cargar con la culpa del asesinato. Como
éste, hay muchos otros ejemplos de cómo Trujillo “tiraba la piedra y escondía
la mano” con gran destreza.
Además, si Trujillo nada tuvo que ver con la decisión de matar a las tres hermanas y si estaba tan alarmado, llama poderosamente la atención que Trujillo no tomara ninguna represalia, en absoluto, ni física ni verbal, en contra de los que cometieron ese costoso dislate que podría “tumbarle” el gobierno o por lo menos desestabilizarlo, según la opinión desesperada que Trujillo gritó al conocer la noticia. Ante esa posible e imprevista crisis de "legitimidad" que presuntamente lo tomó por sorpresa, resulta muy extraño que Trujillo ni degradara a ningún militar, ni que siquiera se ocupara de montar la pantomima de un juicio, ni de por lo menos dar un discurso ante toda la población para explicar y calmar a la opinión pública sobre esta infame masacre, una opinión pública que supuestamente tanto le preocupaba a Trujillo. Ni siquiera trató de fustigar públicamente a los que lo metieron “sin su conocimiento” en semejante embrollo y así tratar de salvar, por lo menos, su propia imagen dado que él era inocente, supuestamente.
Actuando totalmente contrario a su muy conocido modus operandi (un tirano que se aseguraba de que siempre hubiera una costosa represalia por cualquier “metida de pata” o descuido de sus subalternos), esta vez, como si hubiera caído en el estupor de algún poderoso encantamiento, en lugar de fustigar, degradar, castigar o enjuiciar publicamente a los responsables, el implacable todopoderoso simplemente se sintió frustrado, sufrió pasiva y estoicamente el feminicidio múltiple, limitándose a visitar el lugar del “accidente” y expresar algunas palabras nostálgicas sobre un crimen que supuestamente lo conmovió en sus más profundas y petrificadas entrañas.
Esta teatralidad nos recuerda cómo Trujillo lloraba ríos de lágrimas en Santiago mientras, bajo su orden, detenían a decenas de jóvenes adolescentes en Santiago (los panfleteros de Santiago) para torturarlos y matarlos a escasas cuadras de la casa donde él se encontraba. Mientras ocurrían las redadas, Trujillo lloraba, no por la suerte de los panfleteros, sino porque se sentia traicionado después de todo lo que él habia hecho por el pais. A pesar de su lacrimoso teatro, las redadas continuaron y unos 38 jovenes fueron torturados y ejecutados (ver CRIMENES y ver entrevista a Poncio Pou Saleta: https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI ).
Está de sobra decir que el montaje teatral de su aspaviento e indignacion cuando se informó del asesinato de las Mirabal no convence.
Pero hay algo más. El sospechoso a menudo se delata sin querer después del crimen. En una extensa entrevista, el catorcista Isidro Renato González Disla, vecino de Patria Mirabal (vivía en frente), compañero de lucha de Minerva como catorcista y primo del chofer Rufino de la Cruz Disla, da cuenta de cómo, después de la vil masacre (obviamente a modo de burla y humillación ante las familias dolientes y su comunidad), Trujillo visita Salcedo con un gran despliegue de funcionarios y militares, lleva una banda de música y al cantante Primitivo Santos para hacer una fiesta frente a la casa de Patria Mirabal. La banda tocaba nada menos que “Recogiendo limosna no lo tumban.” Sin invitación alguna ni siquiera a la galeria por parte de los sorprendidos anfitriones, Trujillo se instala en la casa de Isidro Renato, que queda enfrente de la casa de Patria Mirabal, para almorzar y tomar su brandy favorito. Isidro Renato era compañero de lucha de Minerva y había sido detenido y torturado en La 40. De hecho, seis meses antes de la masacre, Trujillo habia hecho un importante discurso en el que tachaba a las Mirabal y a los Gonzalez de esa región de comunistas. Durante la Era, la acusación de ser comunista por parte de un militar, especialmente por parte del mismo Trujillo, era practicamente una condena de muerte, solo era cuestión de tiempo.
Volviendo a la visita del Jefe a Salcedo, sin mostrar pesadumbre ni expresar condolencias (todo lo contrario, Trujillo parece tener un ánimo festivo), el tirano ordena comida en la ciudad para su séquito aunque hace que le preparen comida criolla en la casa de los Gonzalez. Come a gusto, bebe de su brandy favorito, uno de los cortesanos que lo acompaña le recita casi al oido loas en verso, Trujillo hasta se da un pequeño salto y grita victorioso ¡Que Viva Trujillo! ¿Es este macabro comportamiento consistente con el hombre alarmado, compungido y frustrado por el asesinato de las muchachas que habíamos visto al dia siguiente del "accidente" o el de un vencedor que viene a humillar al pueblo vencido, en este caso, la comunidad de Salcedo y las familias Mirabal y Gonzalez Disla? ¿No creen que este gesto arrogante refleja confabulación en la trama para matar a las muchachas en lugar de inocente indignación y desconcierto?
Si en el futuro encontramos información que arroje luz sobre la supuesta exigencia de los agentes de EEUU, la compartiremos en esta sección. Mientras tanto, los lectores pueden investigar este caso en la red dado que ha sido ampliamente comentado en los medios.
Por ahora, nos remitimos a las palabras de los dos más fieles, más cercanos y más antiguos colaboradores del tirano: Joaquín Balaguer y Virgilio Álvarez Pina.
Joaquín Balaguer, leal asistente personal de Trujillo por 31 años y conocedor a fondo de la personalidad y el modus operandi de Trujillo, escribe en su libro La palabra encadenada, págs. 315-318:
“Una vez consumada la iniquidad, sin duda el más repugnante de los crímenes realizados durante la Era de Trujillo, el responsable del hecho se presenta ante sus propios esbirros como un ser inocente que había sido abrumado por la noticia”.
Por su parte, don Virgilio Álvarez Pina (Don Cucho), pariente y amigo intimo de Trujillo desde la infancia y uno de los más cercanos colaboradores de Trujillo durante décadas, leal hasta el final y conocedor intimo de los mecanismos interno del poder del régimen, escribe en su libro La Era de Trujillo, pág. 51:
"El propio Trujillo se refería a ese injustificado crimen, en la intimidad, como un acontecimiento ajeno a su voluntad, pero los que le rodeábamos sabíamos que órdenes de esa naturaleza no podían provenir de ninguna autoridad inferior a la del árbitro nacional, que era el mismo Trujillo, y mucho menos producirse sin su consentimiento expreso”.
Más adelante reitera lo mismo cuando comenta en la pág. 155:
“Dentro del gobierno, las cosas no marchaban tan bien. Se sentía la presión causada como consecuencia de los errores cometidos por Trujillo. A las abiertas acciones de 1959 y 1960 se sumó la absurda orden de matar a las hermanas Mirabal y aunque Trujillo, en la intimidad, quería hacer ver que no había tenido una participación directa en ese asesinato, se sabía que un crimen de esa magnitud de ningún modo se podía haber perpetrado sin su anuencia".
Conclusión
Algunos lectores encontrarán difícil creer que algunos de los accidentes descritos en esta sección fueran simulacros debido a la ausencia de un motivo claro o de peso para querer matar a las víctimas. A cualquier persona con juicio normal la ausencia de un motivo de peso le parecería totalmente irracional. Debemos recordarles a esos lectores que el razonamiento lógico o sensato no fue una de las virtudes de este régimen salvaje, antojadizo, brutal y despótico, que una modalidad tragicamente excepcional que caracterizaba al tirano, a sus hijos, hermanos y a sus esbirros era, como hemos dicho, que ellos mandaban a eliminar a alguien por ser simplemente un familiar de un antitrujillista, porque dijera algo que se podría interpretar como una crítica o una burla, porque se resistiera a colaborar o se rehusara a “venderle” su negocio, tierra, por ser un posible testigo, etc.
Tenemos más casos sobre otros crímenes y atentados basados en estos motivos pueriles e irracionales, pero no podemos publicarlos todos porque esto sería abrumar a los lectores. Aquellos interesados podrán encontrar otros casos de asesinatos caprichosos en las cuatro secciones dedicadas a los crímenes de la dictadura, especialmente en los 99 casos de asesinatos selectivos discutidos en BREVES (ver sección CRIMENES III).
Para leer la entrevista completa a Isidro Renato González Disla titulada La megalomanía de Rafael Trujillo, pueden ir a: http://wwwhistoriadominicana.blogspot.com/2008/01/la-megalomana-de-rafael-trujillo.html
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Evelio Hernández: "Trujillo ordenó matar a las Mirabal"
4 de marzo, 2010
Diariolibre.com
Dijo que fue testigo de excepción de la orden que terminó con las tres
hermanas
SANTO DOMINGO. El comandante
constitucionalista Evelio Hernández reafirmó que Rafael L. Trujillo Molina
ordenó a Johnny Abbes García dar muerte a las hermanas Mirabal. Con su
afirmación contradice la versión de Angelita Trujillo, en el sentido de que
Luis Amiama Tió, uno de los ajusticiadores del tirano, y Segundo Imbert
Barreras habían tenido participación en la planificación y ejecución de ese
crimen.
En una carta enviada a este
diario, Hernández explica que fue testigo de excepción de la
orden de ejecutar a las Mirabal por ser parte de la XII Compañía del
Ejército Nacional, ubicada en San Cristóbal y donde existía un sistema de
radio para la comunicación que recibía las instrucciones y órdenes
confidenciales que daban los altos mandos de las Fuerzas Armadas.
Hernández narra que el 25 de
noviembre de 1960 se encontraba en la unidad de radio junto al sargento mayor
Darío Piña cuando "entre las doce y doce y media (del día) llamaban
insistentemente al capitán Alicinio Peña Rivera, quien estaba de puesto en
Santiago, y se le preguntó: "Cuántos cocos tiene hoy la mata de cocos de
Puerto Plata, y éste contestó: cuatro. Y la orden que siguió a la respuesta fue
un tajante: túmbelos los cuatro".
Al día siguiente, agrega
Hernández, "la noticia de la muerte de tres de las hermanas Mirabal y del
chofer del vehículo que las transportaba, Rufino de la Cruz, consternaba a toda
la sociedad dominicana".
"Inmediatamente concatené
lo escuchado en la radio con la muerte de las tres heroínas y el chofer (pues
era coherente que éstos fueran los cuatro cocos)", detalla Hernández.
Otra prueba de su planteamiento
es una conversación que sostuvo años más tarde con Porfirio Dante Castillo
(Popi), subjefe de la Marina de Guerra, en la que participó también Ramón
Montes Arache. Según la versión de Hernández, Popi
les contó que Johnny Abbes le propuso una noche en una fiesta de la Marina, la
eliminación física de Minerva Mirabal, por el nivel de agitación que mantenía
en el Cibao central, pero él le respondió que no "mataba
mujeres".
Sostiene que ante la negativa de
Popi, Abbes cambió de estrategia y gestionó que nombraran al capitán Basilio
Camilio, un hombre de su confianza, como gobernador de Salcedo, tierra de las
Mirabal.
En su versión de los hechos,
Hernández indica que "después de tomar posesión y de unos meses en el
cargo, por mandato de Abbes, Basilio Camilio aprovechó otro encuentro con
'El Jefe' para reiterarle que si no hacía algo con Minerva Mirabal no se
garantizaba el Cibao Central, a lo que Trujillo contestó: 'Hagan lo que sea'".
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************************************************* Quien dio la orden de matar a las Mirabal fue Trujillo, según Balaguer
Aquiles Julián
Publicista y mercadólogo
Comentarista político
Comentarista político
Almomento.net
El crímen
de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal y el chofer
Rufino de la Cruz a manos de sicarios del Servicio de Inteligencia
Militar, SIM, ocurrió el 25 de noviembre del 1960 mientras Joaquín
Balaguer fungía de presidente títere de la tiranía.
Balaguer
había asumido la indecorosa posición el 3 de agosto de 1960, en una
jugarreta destinada a aparentar una liberalización del país, tras las
sanciones impuestas por la OEA a nuestra república debido al atentado a
la vida del presidente venezolano Rómulo Betancourt.
Frente
al intento renovado de los nostálgicos de la tiranía por confundir y
engañar a dominicanos ingenuos que desconocen la verdad histórica,
queriendo atribuir la responsabilidad de ordenar el crimen a uno de sus
ajusticiadores: el Lic. Luis Amiama Tió, calumnia que aparece
formalmente registrada en el libelo “Trujillo, Mi Padre en Mis
Memorias”, que firma su hija Angelita Trujillo, es oportuno recurrir a
un testimonio muy oportuno, el del presidente títere en ejercicio para
cuando sucedió la tragedia.
Calumniar,
mentir y desinformar son viejos recursos trujillistas en que todos los
serviles a aquella satrapía pulieron sus dotes.
De
hecho, Balaguer mismo se llevó montones de secretos a la tumba, porque
era cómplice de muchas de las inconductas de aquel régimen. Pero hubo
ocasiones en que quiso deslindar responsabilidades.
Como
este crimen horrendo aconteció bajo su presidencia nominal, buscó
aclarar con esa particular tesitura suya de dar a entender y señalar
indicios, propia de quien elude incriminarse más de la cuenta.
EL LIBRO PENDIENTE DE BALAGUER
Balaguer
mismo dejó un libro que todavía no ve la luz, aunque anticipó algunos
capítulos en su obra “La Palabra Encadenada”: es su libro sobre la
tiranía trujillista.
Balaguer
mandó que ese libro se publicara, si es que alguna vez ve la luz,
veinte años después de su muerte, es decir, a partir del 2022.
Sin
embargo, publicó algunos capítulos. Esas páginas son un verdadero
retrato más que de Trujillo de la profunda distorsión moral del propio
Balaguer, atrapado en la colaboración servil a un criminal frente al
cual padecía tanto atracción como repulsión. Y esa doblez permea cada
palabra, cada adjetivo.
Triste destino de quienes venden, como él, su alma al diablo literalmente.
El
libro que previsiblemente se publicará será un monumento a la
inmoralidad de una intelectualidad que arrojó valores, principios,
cordura y decencia tras puestos, canonjías y migajas, y que no vacilaron
en convertirse en calieses y sicarios.
Balaguer
se emplea a fondo para mostrar que su abyección no fue exclusiva, que
fue común a muchas otras figuras que luego quisieron venderse como
decentes, impolutas, sanas.
Por ejemplo, un párrafo sirve para mostrar a su cofrade, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, en su papel de calié.
Hablando
sobre la Carta Pastoral que la iglesia católica hizo leer en las
iglesias el 25 de diciembre de 1959 y que encendió la irá de Trujillo y
marcó el comienzo de su descalabro total, Balaguer, que era un maestro
de las inferencias y las connotaciones, que empleaba con suma
meticulosidad las palabras, escribe: “La primera noticia se la dio por
teléfono (a Trujillo, AJ), Virgilio Álvarez Pina, quien a su vez la
obtuvo de boca de Emilio Rodríguez Demorizi” (La Palabra Encadenada,
Pág. 310).
Ese “la obtuvo de boca de Emilio Rodríguez Demorizi” señala a aquel como calié del régimen, algo que
todo funcionario de la Era lo era, pues era una precondición para tener
una posición pública el ser calié. No hubo nadie en la administración
pública que no lo fuera, incluyendo al propio Balaguer.
BALAGUER, DE PUÑO Y LETRA, SEÑALA A TRUJILLO COMO MANDANTE DEL CRIMEN
Personalidad
tortuosa y amiga de la teatralidad y el disimulo, Trujillo gustaba de
jugar con la inteligencia de los demás y mantenía una farsa continua.
Balaguer lo pinta en una frase concisa: “Fingía a toda hora y en todas las ocasiones”.
Entonces, nos cuenta el asunto que nos interesa: la responsabilidad de Trujillo en aquel crimen inmundo.
Leamos a Balaguer:
“Sus
simulaciones eran muchas veces cínicas. Cuando las hermanas Mirabal
fueron asesinadas y se hizo pública la especie de que habían perecido en
un accidente en la carretera Luperón, Trujillo llamó a su
residencia de Fundación al mayor Cándido Torres, encargado en esos
momentos de los Servicios de Seguridad. “¿Qué hay de nuevo?” , le preguntó con aire despreocupado. Cuando el interpelado empezaba a informarle sobre las últimas novedades del departamento a su cargo, Trujillo lo interrumpió para decirle: “Y no sabe usted que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen
se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere
alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno? Váyase
seguido y adopte las medidas que sean de lugar para que ese acontecimiento casual no se tome como pretexto para un escándalo”. El Mayor Torres salió de allí confundido. La muerte de las hermanas Mirabal había sido largamente elaborada. La orden había llegado hasta el Servicio de Seguridad,
pero los mismos sabuesos que se habían formado en esa escuela de
crímenes habían retrocedido ante esa monstruosidad. Johnny Abbes García,
cerebro diabólico que introdujo en el presidio de “La Cuarenta” los
sistemas de tortura más odiosos, escurrió el bulto a semejante
iniquidad y precipitó con ese fin el viaje que hizo a fines de 1960 a
Chevoslovaquia y a otros países situados tras la Cortina de Hierro. El
Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, general José Román
Fernández, a través de quien fue transmitida la orden, tuvo que hacer
uso de toda su autoridad para que se cumpliera el hecho horrendo. Una vez consumada la iniquidad, sin duda el más repugnante de los crímenes realizados durante la Era de Trujillo, el responsable del hecho se presentaba ante sus propios esbirros como un ser inocente que había sido abrumado por la noticia.
Algunos días después, pasando frente al precipicio en que las tres
hermanas fueron victimizadas, Trujillo hizo detener su automóvil para
decir a su acompañante, el señor Virgilio Álvarez Pina: “Aquí fue donde
murieron las hermanas Mirabal. Qué Dios las tenga en gloria” (La Palabra
Encadenada, Págs.316-318).
La narración de Balaguer muestra claramente quién ordenó el crimen: el propio Trujillo, al que llama “el responsable del hecho”. Si alguien sabía eso, era Balaguer, en cuya presidencia aconteció el crimen.
UN LAPSUS LINGUAE DE TRUJILLO
Sigmund
Freud describió en su libro “Psicopatología de la vida cotidiana” el
lapsus linguae, el error involuntario al hablar que ponía en evidencia una verdad que el individuo hablante intentaba reprimir y ocultar.
El
lapsus linguae, el resbalón de lengua, declara inconscientemente
aquello que el perpetrante persigue ocultar. Su habla lo traiciona.
Y Trujillo, en el relato de Balaguer, incurre en uno.
Cuando
le dice al Mayor Cándido Torres, mismo que había cursado la orden para
asesinar a las Mirabal que provenía de él, de Trujillo “¿Y no sabe usted
que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen
se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere
alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno?”, Trujillo se denuncia a sí mismo al calificar de crimen lo que él mismo antes tildaba de accidente.
Su inconsciente lo traicionó.
Balaguer recogió y preservó la conversación para la posteridad.
Y puso en ella la evidencia de la culpabilidad del propio Trujillo en el crimen, pese a su teatralidad y a su simulación.
Quería que se supiera bien quién era el responsable,
de forma que esa sangre no le salpicara, algo que él no podía impedir
porque era una de las principales figuras del régimen que asesinó a las
Mirabal y la sangre de esas mártires también a él lo embarra.
UN ESTADO ASESINO Y DE ASESINOS
La tiranía trujillista instaló un Estado asesino, integrado por asesinos y servidores de asesinos.
Nadie escapó a esas responsabilidades.
El mismo Balaguer, cómplice de Trujillo y presidente nominal por entonces del país, escribe que “La muerte de las hermanas Mirabal había sido largamente elaborada”.
La
trascendencia de aquel crimen inmundo que dio origen a que el 25 de
noviembre se dedique a denunciar la violencia contra la mujer, tiene al
clan Angelita empecinado en buscar maneras de desvincular a su padre del
hecho. Vano intento.
El aparato del crimen quedó en muchos aspectos intacto en el país. Y siguió matando.
Y también el aparato de impunidad conexo.
Un
falso héroe, de esos tantos que hemos fabricado por conveniencia
política, Manuel Ramón Montes Arache, liberó a los asesinos convictos de
las Mirabal y les facilitó escapar a su crimen.
También ese mismo individuo está detrás del asesinato de un héroe real de este país, Ángel Severo Cabral, al que mandó matar.
Es
la restauración de esa época de crimen la que el Clan Angelita busca
desesperadamente. Y para eso cuentan con gente desprevenida, crédula y
fácil de confundir y engañar.
Y la complicidad de muchos malos dominicanos que se prestan a lo peor.
EL APARATO DE MENTIR Y CALUMNIAR
Si
algo aprendieron los trujillistas de los nazis y los estalinistas, sus
modelos, fue a manipular la opinión pública, a mentir y desinformar.
Y eso es lo que están haciendo a dos manos, empleando todos los medios a su alcance.
El mentir y desinformar es un viejo recurso.
Cuando
los estalinistas en España asesinaron al líder anarquista catalán
Andreu Nin y los indignados combatientes republicanos españoles
escribían en las paredes: “¿Dónde está Nin?”, los comunistas del PCE
escribían abaj “En Salamanca o en Berlín”, tratando de indicar que
estaba en el cuartel general de las fuerzas franquistas o en la capital
de Hitler.
Al asesinato físico, que habían cometido, sumaron el asesinato moral.
Es la misma conducta de los trujillistas.
Asesinaron a Galíndez y luego lanzaron la especie de que a Galíndez lo habían visto en distintas capitales tras la Cortina de Hierro.
Y
ahora intentan inculpar al héroe Luis Amiama Tió para encubrir la
responsabilidad criminal de Trujillo en aquel abuso imperdonable.
Y no pocos se dejan atrapar en las malignidades de estos tejedores de infundios y calumnias.
Se han envalentonado.
La impunidad en que se amparan y la complicidad de sectores de poder nacionales que los encubren y subsidian, les da ánimo.
Como escribía Orwell, quieren controlar el futuro vía controlar el pasado.
Tenemos que estar alerta y denunciar cada tropelía.
Cada desafuero.
Cada acción vil de esta pandilla infame.
Y no seremos dignos de nada y lo merecemos todo.
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EXTRACTO
Sobre el talento teatral de Trujillo
Decidimos incluir aquí estos párrafos del libro Trujillo y sus mujeres del periodista e historiador Ramón Alberto Ferreras porque resumen acertadamente las apreciaciones sobre los dotes teatrales de Trujillo hechas por Joaquín Balaguer y Álvarez Pina, dos funcionarios que conocieron a Trujillo muy de cerca, a su lado casi cotidianamente, por más de tres décadas (ver sus comentarios más arriba). Creemos que describen con precisión el instinto natural de Trujillo por la simulación, su capacidad de desempeñar con gran naturalidad el papel que la situación requiriera, hasta con rios de lágrimas, especialmente cuando deseaba proyectar ante amigos y familiares total inocencia en relación a los asesinatos que él ordenaba. Viene a la mente la ocasión en que Trujillo teatralmente se arrodilló frente a su mentor, el presidente Horacio Vázquez, y le juró total lealtad en momentos en que ya maduraba la trama que estaba montando con los opositores de Vázquez para tumbar el gobierno.
Algunos crédulos
e incautos se han dejado convencer de la inocencia de Trujillo en el
caso Mirabal, basándose en los testimonios de varias personas (una
empleada doméstica de Trujillo y un niño de nueve años, hijo de un general de las FFAA) que estaban presentes cuando Trujillo leyó la noticia de que las Mirabal se habían “accidentado” y quienes presenciaron la reacción de disgusto y desesperación
de Trujillo, sin sospechar de las bien pulidas habilidades teatreras
del Jefe, quien las usaba constantemente como parte de su cínico arsenal psicológico para influir en la mente de otros y camuflar la realidad. A continuación varios párrafos del libro:
“Una
fuente de poder, una fuente inherente tanto a la sicología de Trujillo
como a la tradición hispanoamericana, radicaba en su enorme instinto
dramático. El teatro como tal no le gustaba. Ni aún en los últimos años
en que su residencia oficial contaba con un cine-teatro privado, se
entretuvo viendo películas, quizá porque no sentía realmente interés por
cosas que no podía experimentar, influir, ni dominar personalmente. Sí,
en cambio, era gran amante del teatro cuando era él el primer actor, y
su régimen fue teatral hasta un grado que no cuenta quizá con otro
precedente.
[Párrafo irrelevante omitido para ahorrar espacio]
“Todas las formas del disimulo le eran connaturales. Una de sus máximas de gobierno a la que se ajustó en todo momento, era la de que “Quien no sabe disimular no sabe reinar”.
“Todas las formas del disimulo le eran connaturales. Una de sus máximas de gobierno a la que se ajustó en todo momento, era la de que “Quien no sabe disimular no sabe reinar”.
“Podía
derramar lágrimas verdaderas si esas lágrimas venían a cuento, aún
cuando todos los presentes supieran que él era la causa del suceso que
provocaba congoja. ¿Era necesario que un enemigo fuese asesinado? En tal
caso, Trujillo era el primero en presentarse en el enlutado hogar
llevando condolencias, donaciones y la promesa de que se haría justicia.
Otras veces hacía llamar a la viuda, que se presentaba en el Palacio
Nacional vestida de negro. Trujillo la recibía cortés y ceremonioso y
hablaba con la apariencia de completa sinceridad, como lo hizo en el
caso de la muerte de un hombre llamado Torres, en 1937:
“La
he mandado a llamar para decirle tres cosas. Primero que los enemigos
del Gobierno están esparciendo la noticia de que su esposo fue asesinado
por razones políticas, y eso no es verdad porque su esposo era uno de
mis mejores amigos. Tengo aquí todas las cartas que me escribió –y se
las mostró para que ellas las viese-. Siempre tuve a su esposo en alta
estima. Segundo, he ordenado efectuar una completa y exhaustiva
investigación y los culpables serán castigados ejemplarmente. Por
último, quiero saber si puedo serle útil en algo."
Cuando la viuda se retiraba le daba un sobre que en la mayoría de los casos contenía de cinco a diez mil pesos de regalo.
[Este
protocolo fúnebre de tres pasos de Trujillo hacia la familia de las
víctimas suyas era un ritual conocido de memoria por los dominicanos:
Primero, el pésame expresado solemnemente, segúndo, la promesa de que se
haría justicia pronta y segura y tercero, alguna compensación monetaria como prueba de sus nobles sentimientos, entiéndase, soborno.]
“Transcurridos unos pocos años desde su ascenso al poder, se iniciaría y se daría curso a prolijas actuaciones judiciales cuya causa sólo vagamente tenía relación con los hechos reales. ¿La reputación de una mujer había sido mancillada por una carta vengativa que Trujillo hiciera insertar en el Foro Público?
Él era el primero en inquirir, indignado, si no sería posible averiguar
quién era el autor de tan vil misiva. O decía, acaloradamente: “Esto es
una vergüenza; debieron de medir más sus palabras”.
“Este
gusto por la charada estaba relacionado, en esencia, con su instinto
del secreto y de la reacción inesperada, cosas éstas que también minaban
la moral pública y sostenían la estrutura del poder. Aún en los últimos
años, bajo el impulso exacerbado de la agitación nerviosa y la
declinación mental, esa cualidad se ejercía tan ampliamente y de manera
tan perfeccionada que la ficción se entremezclaba con la realidad en
forma parecida a como ocurría en un sueño fantasmagórico”.
TRUJILLO Y SUS MUJERES
Autor: Ramón Alberto Ferreras
Págs. 143-144
Editora del Nordeste, sexta edición (1991)
Reiterando todo lo anterior, José del Castillo Pichardo empieza su artículo titulado “El macabro teatro de Trujillo” con estas muy acertadas palabras:
"Uno de los rasgos peculiares del perfil de Trujillo
fue la teatralidad. Actor nato, simulaba los más diversos estados de
humor, a conveniencia de cada situación y propósito. Halagaba a una dama
a conquistar, a un Jefe de Estado extranjero o a los militares del
Pentágono, con una jovialidad envidiable, prodigando todo tipo de
atenciones. Infundía respeto y temor entre los subalternos, exhibiendo
una férrea disciplina, reforzada con rostro adusto y severidad gestual.
Aterrorizaba como sólo él sabía hacerlo, aún a servidores de lealtad probada como Joaquín Balaguer, a quien, en las postrimerías de su dictadura -al coincidir en el ascensor del Palacio Nacional- le
miró fríamente y le dijo: "Balaguer, yo sólo creo en esto", al tiempo
que se pasaba el índice derecho por el cuello, a modo de filosa navaja
amenazante.
"Aparte de histrión, Trujillo fue guionista consumado, asignando roles para sus dramas o sainetes, escogiendo cuidadosamente a sus actores, voluntarios o forzados. Montaba la escena, sin descuidar detalles y dirigía la obra, buscando impactar a su "blanco de público", como diría hoy un mercadólogo".
El macabro teatro de Trujillo
30 de agosto, 2008
www.diariolibre.com.do
Por su parte, en su libro La Era en los días del fin, Rafael Chaljub Mejía observa en la pág. 109:
“Entre la ridícula y desacostumbrada cantidad de medallas, títulos y condecoraciones con que halagaron el egoísmo sin límites a Trujillo, al inefable Generalísimo y a sus cortesanos se les olvidó inventar la única que debió concederle al déspota, un Óscar como actor. Pocos personajes del poder en nuestra historia habían exhibido tanta disposición para el teatro político como la que demostró Rafael Trujillo desde el comienzo mismo de su violenta y tormentosa carrera”.
Es por todo lo anterior que defender la inocencia de Trujillo en el caso Mirabal aduciendo la indignación e irritación que el tirano mostró con tanto dramatismo cuando recibió la noticia del "accidente" es un argumento estéril y completamente espurio en el caso de un simulador consumado como Rafael Leonidas Trujillo Molina.
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"Aparte de histrión, Trujillo fue guionista consumado, asignando roles para sus dramas o sainetes, escogiendo cuidadosamente a sus actores, voluntarios o forzados. Montaba la escena, sin descuidar detalles y dirigía la obra, buscando impactar a su "blanco de público", como diría hoy un mercadólogo".
El macabro teatro de Trujillo
30 de agosto, 2008
www.diariolibre.com.do
Por su parte, en su libro La Era en los días del fin, Rafael Chaljub Mejía observa en la pág. 109:
“Entre la ridícula y desacostumbrada cantidad de medallas, títulos y condecoraciones con que halagaron el egoísmo sin límites a Trujillo, al inefable Generalísimo y a sus cortesanos se les olvidó inventar la única que debió concederle al déspota, un Óscar como actor. Pocos personajes del poder en nuestra historia habían exhibido tanta disposición para el teatro político como la que demostró Rafael Trujillo desde el comienzo mismo de su violenta y tormentosa carrera”.
Es por todo lo anterior que defender la inocencia de Trujillo en el caso Mirabal aduciendo la indignación e irritación que el tirano mostró con tanto dramatismo cuando recibió la noticia del "accidente" es un argumento estéril y completamente espurio en el caso de un simulador consumado como Rafael Leonidas Trujillo Molina.
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