(Por favor ver AVISO IMPORTANTE en la INTRODUCCIÓN)
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"No señor, a quien yo
represento aquí es a Satanás". -Rafael Leonidas Trujillo
La palabra encadenada, pág. 358
Dr. Joaquín Balaguer
Taller, edición 1997, RD
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Esta sección ATROPELLOS se dedica a presentar algunos casos de los abusos de violencia verbal, física y
moral con que trataban al pueblo dominicano. La mayoría
de estos casos no tuvieron necesariamente un desenlace fatal. Estos
casos de atropello reflejan el hecho de que los abusos se cometían en forma tanto premeditada como impulsiva independientemente de la clase social,
profesión, religión o raza de las víctimas. En los casos de las mujeres, los atropellos consistían en la explotación sexual y amenazas, si bien también hubo casos de abusos físicos
contra las mujeres. Tampoco queremos que los lectores se engañen: Este título
ATROPELLOS no significa en absoluto que esta sección contiene todos los casos de atropello que hemos encontrado. Aparte de las cuatro secciones sobre crímenes y la
sección sobre torturas, los cuales son, indudablemente, la forma más extrema de atropello a la dignidad y a los derechos humanos, también en las secciones CULTO/EGOLATRÍA,
CORRUPCIÓN-MONOPOLIO y especialmente en las secciones VARIOS,
CONTROL, ANTECEDENTES, se darán cuenta de que el abuso criminal
del poder en contra de la integridad y la dignidad de la
población civil por parte de los Trujillos durante 31 años fue la norma constante en
todos los aspectos de la vida social. Los casos descritos en esta sección son sencillamente ejemplos adicionales del ambiente de degradación y abuso en que estaba sumido el pueblo, muchos de los cuales no resultaron necesariamente en la muerte de las víctimas o de los testigos.
En la sección VARIOS encontrarán otros relatos de explotación sexual y
degeneración que hemos decidido incluir en este portal. Si bien estos casos de
explotación sexual fueron abundantes y practicamente cotidianos durante los 31 años de la "Era Gloriosa" por
parte de Trujillo, Petán, Pipí, Ramfis, Radhamés, sobrinos y el resto de los hermanos del Jefe, no cubrimos
en la sección VARIOS este aspecto de los abusos sexuales en toda su
amplitud para no avergonzar a los descendientes de las víctimas y para no caer en el morbo
sexual, a pesar de que la explotación sexual fue uno de los abusos más intensos y prolíficos del Benefactor, de muchos miembros de su familia y sus leales cómplices.
Por último,
para que los lectores
calibren el grado de cinismo, simulación y transgresión burlesca que
reinaba en
la avasallante propaganda trujillista, no olviden al leer estos relatos
de abuso y humillación que uno de los títulos del Benefactor era el de
“Salvador
de la Dignidad Nacional”.
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EXTRACTO DEL LIBRO:
El Sisal, esclavitud y muerte en la
Era de Trujillo
Por Rafael Cuello
Susaeta Ediciones Dominicanas, C x A, R.D., 1997; págs. 98-100
UN EJEMPLO DEL ABUSO SEXUAL POR LOS
MILITARES TRUJILLISTAS
“Es que para yo poder exitarme tengo que ver sangre, especialmente en
una joven tan bella como tú…”
Protagonista: El coronel José María Alcántara
Reproducción textual del libro:
Fue sorprendente para
todos los azuanos y los primeros presos del sisal ver llegar a una jovencita en
uno de los camiones. Un guardia que había tenido autorización de velar por la
joven durante el trayecto le preguntó su nombre. La jovencita que apenas
tenía 15 años entre sollozos le dio el nombre de Cristina Mena. El guardia
la tomó por el hombro izquierdo y se la llevó al capitán [Cpt. Edigen Nin, “El
Veneno”], éste estaba dándole golpes con un cinturón a un preso porque se
rebeló contra un guardia a quien intentó quitarle el fusil, el guardia le dio
con la culata del arma, luego vino el capitán y empezó a golpearle delante de
los presos; el hombre, aparte de quedar golpeado en la mandíbula, cabeza y
hombro, también recibió golpes en toda la cintura y en las piernas. Cuando el
guardia llegó con la jovencita frente al capitán, éste dejó de golpear al preso
pero ya el infeliz había perdido el conocimiento, y aún así continuaba
golpeándolo. Soltó el cinturón y luego agarró a la muchacha por el hombro,
ésta temblaba tanto que apenas podía mantenerse en pie y se asustó aún más cuando
el capitán le voceó al coronel: “¡Mire mi capitán el regalito que le traigo, es
virgen y todo!” El coronel le voceó: “Déjemela en mi oficina para ver si
la disfruto”.
Dice el señor Manuel
Torres, encargado de limpiar las oficinas del capitán, del coronel y del
capataz principal, que cuando limpiaba la oficina éste entró con la
jovencita, ordenándole salir. Salió y al cerrarse la puerta se quedó detrás
(eso hacen los jóvenes sólo por curiosidad). El coronel abrazó a la joven y
luego la fue desnudando poco a poco; cuando le quitó toda la ropa le dio tal
bofetada que la joven empezó a sangrar profusamente por la boca. Éste le
dijo: “Es que para yo poder exitarme tengo que ver sangre, especialmente en
una joven tan bella como tú…”.
Terminando de violar a
la joven la sacó de la oficina tan solo con los pantis y voceó:
“Capitán, me gustó mucho su regalo, espero que usted
también la comparta conmigo”. El capitán le dijo que no la necesitaba que
muchas gracias; luego se dio la vuelta sin darle importancia a la muchacha,
que, aparte de quedar a la intemperie tan solo vestida con ropa interior,
continuaba sangrando por boca y nariz. Un lugareño que vivía cerca de los
barracones se apenó de la jovencita, y al retirarse el coronel y el capitán, la
cubrió y la llevó a su casa. Allí, su esposa le dio comida, la vistió y le dio
dinero para que regrese a su casa.
(Fin de la cita del
libro)
NOTA: El coronel José María Alcántara fue un analfabeto violento
que ascendió rápidamente en el escalafón de oficiales sin haber recibido entrenamiento militar
gracias a su carácter violento, falta de escrúpulos y férrea lealtad a
Trujillo. Por esas dotes tan valoradas por el régimen pudo haber continuado siendo
general, pero debido a que en una ocasión dirigió su
violencia no hacia la población civil sino en contra de un superior, un
general de mayor rango, tratando de matarlo, quedó relegado a coronel a pesar de reunir las
condiciones excepcionales necesarias para llegar a ser uno de los más poderosos
mandamases del trujillato. El coronel Alcántara nunca fue detenido ni
procesado por los centenares, si no miles de crímenes (masacres), torturas,
abusos y violaciones sexuales que cometió al servicio del trujillato. Murió en
su lecho de muerte natural, tal como murieron la mayoría de los esbirros del régimen.
Además, pueden leer los dos siguientes articulos sobre el coronel Alcántara (Pincelada de la Era de Trujillo y El Sisal de Azua: Campo de exterminio de antitrujillistas). También pueden leer sobre otros abusos sexuales durante el régimen en las secciones VARIOS y ANTECEDENTES.
Quedamos tan conmovidos al leer este caso que sentimos la necesidad de encontrar una manera de sublimar la frustración y la inquietud que nos dominaba buscando alguna forma de proyectar esos sentimientos en un mensaje de solidaridad y superación a través de esta imagen:
Hoy sabemos de esta
violación a esta adolescente de 15 años gracias a que un empleado de
limpieza se encontraba en las inmediaciones, quien después de la caída del
régimen tuvo el valor de contarlo con nombres y apellidos. Por la indiferencia,
frialdad y forma casual en que el coronel Alcántara cometió este crímen sexual,
facilitado con igual indiferencia y naturalidad por el capitán Edigen Nin, nos preguntamos a cuántas
muchachas o mujeres habrían violado estos dos esbirros sin que nadie se
atreviera jamás o viviera para denunciarlo.
Para que Cristina Mena,
quinceañera víctima de ese salvajismo institucionalizado que fue el trujillato,
golpeada y violada por este esbirro ultra trujillista (el coronel José María
Alcántara), no quede relegada al olvido como su caso lo ha estado hasta ahora, le
rendimos este tributo y a través de ella, a los cientos de otras jóvenes y
mujeres que sufrieron violación, abuso físico, explotación y humillación en
manos de Trujillo, sus hermanos, hijos y esbirros durante los 31 años de atropellos
impunes y terrorismo de estado, así como a todas las mujeres víctimas del abuso
fIsico y sexual en las últimas décadas.
¡NUNCA JAMAS!
Nota: El homenaje anterior a Cristina Mena lo hab
íamos publicado antes de incorporar la siguiente entrada sobre otra v
íctima de violaci
ón
sexual. Como son dos casos muy similares, hacemos el anterior homenaje
extensivo a otra hija de nuestra Patria que no debe ser olvidada,
Celeste Aurora Castillo, cuyo caso es todav
ía mas dram
ático.
Hacia
la segunda mitad de su régimen de 31 años, ese tipo de posesión
sexual cavernaria de las muchachas por parte del Benefactor, comportamiento
atávico que se remonta al neolítico, fueron menos comunes,
pero dudamos que el cambio haya sido producto de una regeneración
interna de tipo moral o espiritual puesto que su acusada
predisposición al asesinato como primer recurso, las torturas, humillaciones,
prepotencia, explotación y demás artes negras siempre lo
acompañaron impertérritas hasta su vejez.
Consideramos que su cambio de estilo de satisfacer su voraz apetito
sexual se debe a que todos sus afectos e instintos quedaron
supeditados a su inmenso superego, a su principal afán por aparentar
ser un gran estadista de altura y de proyección internacional. En
algún momento de su incontenible consolidación en el poder
absoluto, en medio de su disciplina auto impuesta como simulador sin
par, “La Bestia” (como le decían en los años treintas) se dio
cuenta de que los grandes estadistas de noble estirpe no andaban
copulando instintivamente con cuanta hembra apetecible se les cruzara
en el camino, sino que era menester todo un protocolo que involucrara
a expertos reclutadores y proxenetas (Manuel de Moya, Isabel Mayer,
Rubirosa, etc.). Estos semanalmente le proveían un inagotable
suministro de doncellas (escogidas según los rasgos físicos
preferidos por el Perínclito), dosificadas según el horario
reservado para el placer carnal, con una cordial pero breve
introducción por parte del intermediario y algunos minutos
reservados para el intercambio de impresiones con la fémina a ser
disfrutada y poseída. Trujillo se había civilizado… relativamente
hablando, naturalmente, puesto que nunca preguntaba y poco le
importaba al Benefactor de la Patria bajo qué condiciones de
intimidación, señuelo, reclutamiento forzoso, necesidad económica,
extorsión, perversión o abandono familiar fueron captadas estas
adolescentes, verdaderas reses humanas, para poblar el eficiente
servicio sexual del "Salvador de la Dignidad Nacional" y "Padre de la
Patria Nueva".
El
cortesano que estuvo más tiempo al lado del Benefactor (31 años),
Joaquín Balaguer, nos relata:
"El
día antes de su partida para Fundación [su enorme finca],
solían desfilar por el Despacho de Trujillo una gran cantidad de
aspirantes, por lo general bellezas núbiles destinadas a alegrar la
senectud melancólica de éste don Juan marchito. Las candidatas eran
traídas desde diversos lugares de la República y pertenecían a
todas las categorías sociales."
(Balaguer, La
palabra encadenada,
1993, PP. 276-277).
En su libro Una satrapía en el Caribe, José Almoina (ex Secretario de la Presidencia durante la Era) le dedica un capítulo completo al lado sexual de los Trujillos. Citamos apenas unas líneas:
A
más de La Casa de Caoba, de La Suiza, de la residencia aislada de
San José de las Matas, el dictador tiene otra casa, para motivos
orgiásticos, en Santiago de los Caballeros, y en todos los Palacios
del Partido Dominicano dispone de habitaciones reservadas. A veces se
organizan verdaderas expediciones en busca de gallinas, —que es
como denominan a las hembras— y Trujillo galardona a quien las trae
más suculentas (pag. 40).
Lo
mismo se puede decir de su hijo favorito y de casi todos sus hermanos.
Pueden leer sobre algunas de las explotaciones sexuales de Trujillo,
Petán, Ramfis, Hector, etc. en VARIOS, así como la corte marcial contra el teniente Trujillo por la violación (tres veces) de la adolescente Isabel Guzmán en ANTECEDENTES.
En esas secciones hemos limitado las entradas sobre la descomunales
explotaciones y abusos sexuales de los Trujillos, incluidas
sencillamente a manera de ejemplo y no como tema desarrollado en toda su
extensa y vulgar magnitud.
Nota: Porfirio Rubirosa prestaba sus servicios de celestino principalmente desde el exterior. Por ejemplo, como Trujillo sabía que Rubirosa se codeaba en Paris con hermosas ninfas francesas de primera categoría, el Benefactor hizo varios viajes a esa capital con el propósito de que Rubirosa le introdujera las cortesanas parisinas más selectas que la capital gala le pudiera ofrecer a un acaudalado hacendado como él. Se sabe, además, que Trujillo tenía a varias francesas, hermosas damas del placer, en algunas de sus residencias en la isla. No dudamos que éstas
eran seleccionadas y reclutadas por el playboy internacional, quien
siempre estuvo presto a satisfacer cualquier capricho de su protector.
También pueden descargar gratis en el siguiente portal el libro completo de José Almoina Una satrapía en el Caribe, valioso documento por el cual este intelectual español pagó con su vida: www.memoria-antifranquista.com
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TAMBIÉN PUEDEN LEER MÁS ABAJO:
- Pincelada de la Era de Trujillo
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- Asilado relata 18 meses de acoso encerrado en embajada
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- EXTRACTO: A la cárcel por no tomarse un trago
- Cuidado con las ofrendas a los dioses
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- Así trataba Petán a sus empleados
- Lío entre Petán y su sobrino Radhamés
- Castigado por hacer su trabajo bien hecho
- Evangelina Rodríguez
- Félix Bernardino: Uno de los amigos más íntimos de Trujillo
- Libertad! Libertad! El grito de octubre (masacres del fin del régimen)
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Pincelada
de La Era de Trujillo
Elida E. Espinal
http://investigaciones-historicas.bligoo.com
Es la época histórica mas difícil que país alguno haya vivido. Los dominicanos/as que vivieron
este período, y vivieron para contarlo se puede decir que tuvieron suerte o
eran aliados del tirano. A pesar que ser su amigo no era garantía de
preservación de la vida y sus bienes.
De alguna manera, todo el que por alguna razón lo
enfrentó, fue perseguido, encarcelado, exiliado o asesinado por sus esbirros.
La población del municipio de Nagua, en esé momento Julia Molina, no escapó a
la furia del dictador.
En tal sentido, Ferreras (19809) sostiene que durante la
dictadura de Trujillo se destacaron muchos generales por su crueldad. “José
María Alcántara era un troglodita azuano,
a quien Trujillo, en atención a sus “meritos” troglodíticos, llevó al
generalato de una estrella.” p. 110
En Nagua, el general José María Alcántara puso en
prácticas su acostumbrado método de resolver sus problemas.
En este sentido, Ferreras manifiesta que “ Otra
demostración fehaciente de lo que fue José María Alcántara y su fobia criminal,
son sus actuaciones en la enorme finca que tenía Trujillo para producir arroz en El Pozo y Madre Vieja, secciones del
municipio de Nagua, en donde todavía hoy se contemplan, junto a la carretera,
junto al pequeño poblado que hizo Trujillo cerca de Madre Vieja, las ruinas de
la importante factoría, de concreto, en donde se beneficiaba el arroz cosechado
en los pantanos cercanos, sin la menor protección contra la acción del agua, el
lodo, los microbios o los mosquitos anopheles, transmisores de paludismo o
fiebre amarilla o malaria, para los centenares de hombres sin delito o
condenados a penas de simple policía, que allí tenían que ingresar a los
arrozales a las seis de la mañana de cada día, para permanecer dentro del lodazal kilométrico hasta bien entrada la
tarde o hasta el anochecer, con una mínima ración de alimento dentro del
estomago.
Y cuando llegaban al barrancón que les servía de vivienda
y dormitorio, se hallaban con que, en medio del lecho común que era el extenso
piso de madera, había dos y tres de sus compañeros colgados por el pescuezo,
por haber faltado al trabajo, sudorosos de fiebres, o porque estornudaron una o
dos veces en la madrugada y su catarro o su paludismo podía contagiar a toda la
manada de infelices que no tenían derecho ni a encender la llamada vela del
alma a sus compañeros de infortunio
asesinados.
Y cansados deseosos de tirarse a dormir en el
acostumbrado suelo, tenían que ejecutar, los elegidos, las labores de cavado
de la fosa en que se entraba a los ahorcados, musitando entre dientes o
mentalmente cada cual sus oraciones, para no poner a peligrar el propio
pescuezo, acusados tal vez del delito de solidaridad ante la muerte.
Al llegar trasladado a Nagua, el general de brigada José
María Alcántara se sentó en su despacho de la entonces recién construida fortaleza
Olegario Tenares, de aquella población, llamada para esa época Julia Molina.
Se informó de quienes eran los más consumados asesinos
entre los guardas de puesto en ese cuartel y cuando los tuvo enfrente, les
ordenó:
“Saquen cuatro presos de la cárcel, no importa si
tienen o no delitos o si han sido condenados por los tribunales. Ahórquenles y
esta noche, coloquen uno en cada una de las cuatro entradas del pueblo. Deben
ser gente bien conocida por estos alrededores, para que hagamos un escarmiento
en este pueblo, y no se vaya a ocurrir a alguien decir siquiera media palabra
contra el régimen de gobierno del ilustre jefe”. Op. cit.
Esto es algo de lo que vivió el pueblo de Nagua y sus
parajes, durante la dictadura trujillista. Son esto los actos de abuso de poder
que durante este proceso, se desarrollaron en contra de la población solo
para someterlo al miedo y la sumisión del tirano, obligando a muchas familias a
abandonar el país.
También pueden ver CÁPSULA sobre los abusos en Nagua en
la sección CRÍMENES de este portal.
En similares condiciones de explotación extrema bajo
terror (como en campos de concentración) estuvieron los "comunistas",
"vagos" y presos que fueron llevados a los algodonales de La Colonia
y Oviedo, asi como al sisal de Azua donde, malnutridos, morían de
extenuación, enfermedades o ejecutados.
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El Sisal de Azua, campo de exterminio de antitrujillistas (I)
Santiago Estrella Veloz
Historiador
Eldiariolibre.com.do
Sisal
o agave, llamada cabuya en La Española.La historia de El Sisal de Azua,
uno de los campos de concentración más terribles que existió en el
país, no puede escribirse si no se menciona al General José María
Alcántara. Ese campo para recluir prisioneros políticos adversarios de
Trujillo se llamaba así porque en 1950 al dictador se le ocurrió
establecer su propia plantación de sisal o agave, planta llamada cabuya
por los aborígenes de La Española. Es originaria de Yucatán, México, y
su fibra es utilizada para fabricar cuerdas, sacos, lonas y otros
productos similares. El agave azul es materia prima para la bebida
llamada tequila mexicana.
En aquella época, los sacos para empacar el azúcar, arroz, café y cacao que se producía en la República Dominicana eran comprados principalmente en México. Cuando los precios se dispararon, Trujillo
decidió cultivar su propio sisal y establecer una fábrica de sacos y
cordelería. Total, la industria del azúcar era de su exclusiva propiedad
y de sus familiares más cercanos que eran propietarios de acciones, negocio compartido en menor grado con algunos inversionistas norteamericanos
Con
el propósito de instalar la fábrica de sacos y cordelería, se creó la
Dirección de Fomento y Cultivo del Sisal, en Pueblo Viejo de Azua. Las
edificaciones y sus dependencias fueron inauguradas el 25 de octubre de
1952. Las obras inauguradas consistían en 20 edificaciones de madera
para alojar el personal dirigente, a los empleados y obreros, y para uso
de talleres, almacenes y garajes de la empresa, todas las cuales
disponían de cinco molinos de viento con sus respectivos pozos tubulares
para proporcionar agua, además de contar con energía eléctrica y una
red telefónica a dos vías, de 17 kilómetros, conectada con la central de
teléfono interurbano de Azua, y varios caminos carreteros interiores,
además de la vía principal.
En
un discurso, el representante de la secretaría de Agricultura, agrónomo
Juan Pablo Duarte, homónimo del Padre de la Patria, dijo que las obras
de El Sisal tendían "al bienestar colectivo, como todas aquellas que construye el superior Gobierno en esta civilista Era de Trujillo"
Es
evidente que el orador ignoraba que El Sisal se convertiría en un campo
de concentración y, aunque lo sospechara, era impensable que se
atreviera a decirlo.
Los
trabajos formales para dar paso a la plantación se iniciaron en El
Rosario, de Azua, cuando en mayo de 1950 llegaron allí múltiples equipos
pesados, que de inmediato comenzaron a tumbar árboles y eliminar todo
escollo existente para acondicionar los terrenos. Los bulbos de sisal
fueron llevados en furgones, pues basta solo con decir que la extensión a
sembrar era de alrededor de 120 kilómetros cuadrados. Los trabajos de
preparación de tierras hasta que comenzó la cosecha de sisal duraron
nada más y nada menos que dos años.
Como era natural, no
había tantos trabajadores para trabajar en esa finca tan extensa.
Entonces fue que comenzó el reclutamiento forzado de hombres, no importa
en cuál sitio del país. El Ejército asumió esa tarea. Cientos de
infelices que eran detenidos por las patrullas en pueblos y caminos,
eran obligados a montarse en camiones para ser trasladados a El Sisal,
no importaba que tuvieran sus documentos al día. No se les permitía
siquiera avisar a los familiares, lo que provocaba incertidumbre y miedo
en los hogares.
Pero
también a El Sisal fueron llevados numerosos presos políticos, que
fueron sacados de las cárceles La Victoria y La 40. Eran sencillamente
presos, y como se decía en épocas pasadas "el preso no es gente". En El
Sisal, los prisioneros eran forzados a trabajar de sol a sol, sin agua y
prácticamente sin comida, pues la que cocinaban los militares no
alcanzaba para tanta gente.
En El Sisal, uno de los
militares más crueles fue el coronel José María Alcántara, designado
por Trujillo como comandante, autor de numerosos crímenes. Sustituyó al
general Arturo R. Espaillat, mejor conocido como "Navajita" o "La
Gillette", en referencia a su crueldad, aunque curiosamente no ha sido
mencionado como asesino de presos en El Sisal. Uno de los principales
ayudantes de Alcántara era el coronel Edigen Nin, descrito por los
presos como "un hombre sin compasión", que se regocijaba con el
sufrimiento de los demás y al que se le atribuyeron numerosos crímenes.
Alcántara
había sido trasladado allí con un rango inmediatamente inferior al de
teniente coronel porque en una ocasión intentó matar a un general con el
que tuvo una discusión. Según versiones, no logró su objetivo por la
rápida intervención de otros militares.
Una
de las tantas historias recogidas entre ex prisioneros de El Sisal da
cuenta de que, en una ocasión, un preso estaba inmóvil porque se
encontraba enfermo. Alcántara preguntó por qué el hombre no estaba en El
Sisal, a lo que un ayudante le dijo que tenía la cara hinchada
debido a la infección de una muela. Alcántara llamó al preso y le exigió
que abriera la boca. Cuando el infeliz así lo hizo, Alcántara sacó
rápidamente su pistola y le dio un balazo en plena boca.
Los sesos y la sangre del preso salpicaron el uniforme del coronel,
quien sin mediar palabras abandonó el lugar para cambiarse de ropa y
continuar con su tarea.
En
otra ocasión, a ocho prisioneros que intentaron escapar se les obligó a
agruparse, tras de lo cual Alcántara dio la orden a unos guardias para
que los ametrallaran.
Los
cadáveres fueron colgados de una viga con dos soportes en los extremos,
como "escarmiento" para los demás presos, que tenían que durante un par
de días tuvieron que pasar por debajo de los muertos presionados por
los militares, para que presenciaran la macabra escena.
Es difícil de creer, pero otra historia refiere que en una ocasión, después
de reunir a los presos preguntar cuáles estaban enfermos, unos 80
levantaron la mano, supuestamente para ser llevados a un hospital.
Alcántara mandó a construir un gran hoyo, para lo cual tuvo que ser
utilizada una pala mecánica. Ordenó alinear a los hombres a orillas del
hoyo y entonces hizo una señal al teniente Ramón Castillo, hombre de su
confianza, quien a su vez dio la orden de "!fuego!" a los guardias que
le acompañaban, que dispararon sus ametralladoras hasta agotar los
tiros. Otros presos dejados con vida para que taparan el hoyo después de
la masacre, también fueron fusilados.
Un
método de tortura para castigar a algunos prisioneros consistía en
amarrarlos en el interior de una caseta, donde se les estampaba un
hierro caliente en el pecho con la inscripción El Sisal, como si se
tratara de animales.
Era una práctica parecida a la utilizada por los nazis contra los
prisioneros judíos, que eran marcados con un número con hierros al rojo
vivo. En ocasiones esto se hacía en El Sisal simultáneamente con
otros prisioneros, para que los alaridos fuesen más claramente
escuchados por sus compañeros y así aumentara su miedo.
Este
hombre sanguinario, Alcántara, nació el 5 de abril de 1908 en el paraje
Sabana Mula, de San Juan de la Maguana, hijo de José Ramón Alcántara y
María Regla Contreras. En su juventud, Alcántara trabajó como vendedor
de pan, hasta que un buen día, tras una discusión con Manuel, su hermano
mayor, le hirió con un cuchillo y se fue de la casa, a donde regresó
tiempo después vestido de militar. En esa calidad estuvo de puesto en
muchos pueblos, tanto en el Este como en el Suroeste, pero fue en Pedro
Santana donde Alcántara asesinó más gentes, entre ellos centenares de
haitianos. El método era ahorcarlos en una Ceiba, conocida luego como
"la Ceiba de Alcántara".
El
coronel Alcántara, siendo capitán, participó también en el asesinato de
Porfirio Ernesto Ramírez Alcántara, alias Prim, hermano del exiliado
Miguel Ángel Ramírez Alcántara, quien llegó a ser general durante la
guerra librada en Costa Rica por José Figueres.
Prim
y otras ocho personas fueron emboscadas en la carretera Sánchez, en el
lugar llamado El Número, de Nizao. Esa operación estuvo dirigida por el
general Federico Fiallo y tuvo lugar el 1 de junio de 1950. En la misma
participaron también el capitán José Demetrio Almonte Mayer, el ex
capitán Augusto María Ferrando, el teniente José de la Cruz y el
sargento Alejandro Méndez, de la Policía, además de un raso no
identificado.
A
El Sisal fueron llevados numerosos presos políticos, que fueron sacados
de las cárceles La Victoria y La 40. Eran sencillamente presos, y como
se decía en épocas pasadas "el preso no es gente".
En
El Sisal, eran forzados a trabajar de sol a sol, sin agua y
prácticamente sin comida, pues la que cocinaban los militares no
alcanzaba para tanta gente.
Fuentes
consultadas: El Caribe, 26 de octubre de 1952; Listín Diario, 7 de
julio de 1967: periódicos nacionales, 15 de septiembre, 1970;
Entrevistas del autor con algunos militares retirados; Archivo General
de la Nación.
(Continuará)
Para más detalles, pueden leer el libro El sisal, esclavitud y muerte en la Era de Trujillo
de Rafael Cuello.
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TRUJILLO Y LAS MAEÑAS
Desagravio.
El historiador maeño Héctor Brea Tió defiende honestidad de familia
Madera y sus hijas, una de las cuales fue pretendida por el dictador
Trujillo.
Por Héctor Brea Tió
ecoportaldominicano.com
El
pasado sábado 26 de Septiembre, como siempre acostumbro leí el
suplemento Areito del periódico Hoy en especial la página de la
prestigiosa periodista Ángela Peña, por las enjundiosas investigaciones y
el toque patriótico que permea siempre la mayoría de sus enfoques.
Sin
embargo en esta ocasión en la entrevista del historiador y compueblano
R. Darío Herrera, encontré discrepancias que me extrañaron y preocuparon
precisamente por venir de él quién me consta que es una de las personas
mejor documentadas que tiene el país en torno a la historia noroestana,
además de ser mi amigo personal.
Lo primero es que varios miembros de la familia Madera Núñez allegados
a mí me llamaron preguntándome sobre con quién y cómo se informó
nuestro amigo para las informaciones por él vertidas y por ende sugerían
un desagravio o enmienda.
Lo
primero es que el señor Rafael Madera Rodríguez (Don Feso) quien fue
síndico de Mao en dos ocasiones 1916 y 1930, era persona muy diplomática
y con grandes virtudes humanas que le hicieron que aún siendo desafecto al régimen trujillista, en el que se le suspendió al inicio de la tiranía dicho cargo, se mantuvo siempre respetuoso y comedido en su trato con ese sistema de gobierno.
Segundo: sus hijas Pura, Purín y Vilma, ésta última viuda de Jacinto Lora Lara, mocano asesinado por el sátrapa y sus ordas de sicarios, nunca fueron pretendidas por Trujillo.
Ellas
se educaron en el Colegio Inmaculada Concepción de La Vega, además
pueden ser entrevistadas si desean hacer nuevas aclaraciones, pues todas
están vivas.
Debo
añadir que las informaciones dadas a la periodista Peña no fueron mal
intencionadas, pero no corresponden del todo a la verdad y la misión de
los diarios de prestigio como éste es arrojar luz como reza el proverbio
“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
La
única miembro de la familia Madera pretendida por Trujillo fue Doña
Isis, cuyo padre Francisco Lovigildo Madera (Don Panchito), sí era
desafecto declarado del régimen entre otras razones por dicha intención
que no aceptaba.
Además, porque se
molestaba cada vez que había que pagar grandes tributos al régimen para
construir obras que según él no iban en pro del pueblo sino para
satisfacer caprichos ególatras de su endiosamiento, aunque los erogaba
lo criticaba.
Eso fue precisamente lo que provocó que fuera víctima de un atentado en su finca, al que sobrevivió milagrosamente.
Sin embargo a los tres días del mismo, el 10 de noviembre de 1955, agentes del Servicio de Inteligencia Militar (S.I.N.) le conminaron a acompañarlos a Santiago.
Lo llevaron directamente al Hospital Cabral y Báez donde le inyectaron varias ampollas de un barbitúrico vía endovenosa, que le provocaron la muerte.
Este crimen no pudo ser impedido, pues hasta impidieron que su esposa Doña María Reyes Cabral, quien insistió en ir con él, le acompañara en dicho viaje.
Dicho
vil asesinato tuvo testigos que no tuvieron que ver con el mismo como
los médicos de servicio ese día, doctores Lino Romero y Oscar Gobaira.
Se comenta que el mismo contó con la complicidad de algunas autoridades del hospital.
Esto motivó que Isis se marchara al exilio a México junto a su cuñado, Tancredo Martínez víctima y sobreviviente de un atentado trujillista en dicho país junto a su esposa Diana Madera de Martínez.
En cuanto a otros detalles declarados en la entrevista, la mayoría coincide con la verdad, excepto que en ningún momento cuando
Trujillo visitaba a otra pretendida en Mao, cerraban la calle
principal, sino que prohibían el acceso a la vivienda donde residía la
misma la cual era rodeada por la seguridad del dictador.
Espero
que Ángela Peña siga con la dignidad y honestidad que la caracterizan y
por medio de un periodismo diáfano esparsa luz sobre los pormenores de
los importantes acontecimientos históricos y culturales de nuestro país,
prendas que adornan siempre a figuras señeras del cuarto poder como
ella que enaltecen al periodismo nacional.
En síntesis
Aclarando la historia
El
médico maeño y miembro del Comité de la Historia de Mao, Héctor Brea
Tió, reacciona ante una entrevista que le hiciera la periodista Ángela
Peña al también historiador Rafael Darío Herrera, quien dio la
información de que el dictador Rafael L. Trujillo había estado enamorado
de varias mujeres de Mao y otros datos sobre la época que aparecen en
un libro aún no publicado. Advierte que “son temas históricos delicados, cuando se alude a familias vivas a las que se les cuestiona”.
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************************************************************** Las atrocidades cometidas por esbirros de Trujillo agrupados en pandilla “La 42”
El grupo de terror ya operaba antes de que el “jefe” llegara al poder y fue un avance de lo que viviría el país
Escrito por: Chichí de Jesús Reyes
24 de mayo, 2011
Hoy.com.do
Con este simbólico nombre, La 42, se identificaba la pandilla de vándalos reclutados por Trujillo con licencia para amenazar, atropellar e incluso matar a todo aquel que se opusiera a las pretensiones del futuro dictador.
Dependía directamente de Trujillo y solo de él recibía órdenes. Ningún funcionario, civil o militar, por alta que fuere su investidura, podía intervenir en las acciones del grupo de forajidos.
El grupo de sicarios lo comandaba Miguel
Angel Paulino, señor de horca y cuchillo, que gozaba del aprecio y el
respaldo del jefe del Ejército y próximo Presidente de la República.
El
comercio capitalino sufrió lo indecible de manos del cuerpo
paramilitar, cuyos miembros comían, vestían y tomaban mercancías y
bebidas sin hacer efectivo el pago de las mismas; por el contrario,
exigían soborno para la protección de las propiedades, siempre y cuando los dueños no despertaran sospecha de rechazo a Trujillo.
La misión de la pandilla era esencialmente política, de represión brutal contra los opositores a las pretensiones de su mentor y jefe. Las armas las suministraba el Ejército, y la plana mayor, con Paulino al frente, se movilizaba en vehículos desprovistos de identificación, pero ostentando en su frente y en la parte posterior del automóvil chapas mal dibujadas, con el temible inscripción “La 42”.
Días antes de las elecciones del 16 de mayo de 1930 la Alianza Nacional Progresista había denunciado ante la Corte de Primera Instancia de El Seibo la ilegalidad del nombramiento de un miembro de una mesa electoral de la localidad.
El caso fue llevado en apelación ante la Corte de Apelación de Santo Domingo, que debía fallar 48 horas después. Momentos antes del fallo el local del tribunal fue invadido violentamente por elementos fuertemente armados, pertenecientes a la banda.
La pandilla amenazó de muerte a los jueces si el fallo era contrario a los intereses de Trujillo.
La
lectura de la sentencia fue aplazada, pero el grupo de sicarios
aparentemente no había completado la tarea que se le había encomendado.
Volvieron en la noche y tumbaron la puerta del juzgado, saquearon y
destruyeron todos los ajuares tratando de localizar el expediente del caso.
Mientras sucedía esto, Trujillo y el presidente interino, Jacinto Peynado, presenciaban alegremente desde una de las casas de la vecindad la obra de los sujetos.
El
18 de mayo, la casa del presidente de la Corte de Apelación fue
saqueada tratando de localizarlo, pero el funcionario logró escapar por
el techo de la vivienda. Mientras se trataba de apresar al magistrado, Francisco A. Hernández, otros socios de la banda, acompañados de efectivos del Ejército, arrestaban en su residencia de la calle El Conde a
don Federico Velásquez, candidato presidencial de la Alianza y ex vice
del Presidente Vásquez. Ante el incremento de las persecuciones, otros jueces de la Corte, y el líder horacista, Pelegrín Castillo, se refugiaron en la residencia del licenciado Julio Ortega Frier, en el sector de Gazcue, luego de la negativa de la Legación Americana de recibirlos en su sede.
Otro de los jueces, el respetado Carlos Gatón Richiez, tuvo que disfrazarse de mujer para burlar la vigilancia de la pandilla trujillista.
Ante la imposibilidad de escapar la persecución, desamparados y en constante peligro de muerte; amenazados y atropellados y vejados sus esposas e hijos, los magistrados decidieron entregar toda la documentación del caso al Procurador General de la República. licenciado Ramón O. Lovatón. Además de Hernández y Gatón Richez, la Corte de alzada la integraban los magistrados Marino Emilio Cáceres, Esteban S. Mesa, y G. Soñé Nolasco, quienes a pesar de los vejámenes resistieron los dicterios de Trujillo y sus hombres.
El nombre de La 42 procedía de la Compañía de Infantería de la marina norteamericana que desembarcó en suelo patrio en 1916, cuyos miembros atropellaron salvajemente a los dominicanos que se opusieron a la ocupación.
Con frecuencia el grupo de delincuentes organizaba jocheos y comilonas a los que asistían
Trujillo, el Presidente Peynado y el licenciado Rafael Estrella Ureña,
así como altos funcionarios públicos, acompañados de mujeres seleccionadas que bailaban y cantaban hasta altas horas de la noche. El cuartel general de la pandilla estaba en la casa del Padre Andrickson, conocida después de los ‘60 como ensanche Cucaracha, en la calle Jacinto de la Concha, después de la México, de Villa
Francisca, donde ahora funciona la Pastoral Juvenil. 82 años se cumplen
ahora, en mayo, ¡de la aparición de este sicariato político!...
Origen del nombre
El nombre de La 42 sobrevino de la Compañía de Infantería de la marina norteamericana
que desembarcó en suelo patrio en de 1916, cuyos miembros atropellaron
salvajemente a los dominicanos que se opusieron a la ocupación. Con frecuencia el grupo de delincuentes organizaba jocheos y comilonas a los que asistía
Trujillo, el Presidente Peynado y el Lic. Rafael Estrella Ureña, así
como altos funcionarios públicos, acompañados de mujeres seleccionadas
que bailaban y cantaban hasta altas horas de la noche.
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Nota:
En su informe secreto a Washington, el embajador americano en RD en 1930, Charles B. Curtis, comentó sobre las elecciones:
“the Confederacion announces that 223,851 votes were according
to early report cast in favor of General Rafael Leonidas Trujillo for
President of the Republic and of Rafael Estrella Urena for Vice
President. As the number given greatly exceeds the total number of
voters in the country, further comment on the fairness of the
elections is hardly necessary ...”
Ver en la edición de enero 1, 2021 de este portal decenas de noticias en el Listín Diario entre abril 1 y el 15 de mayo de 1930 sobre los disparos, persecusiones, asesinatos, heridos, amenazas y abusos comentidos durante el proceso electoral de 1930 por parte del Ejército bajo Trujillo, la banda La 40, civiles armados de la Confederación (partido de Trujillo) y otros grupos paramilitares en todo el terrritorio nacional.
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LA
FAMILIA TEJADA - Heroismo ante el acoso y el terror
(Cinco miembros de la familia que no fueron desaparecidos gracias al 30 de mayo)
EXTRACTOS
(A propósito del 50 aniversario del asesinato de las
Hermanas Mirabal)
Por Argelia Tejada Yangüela (hermana de la heroína de la resistencia Dulce Tejada e hija del abierto opositor a la dictadura, el Dr. Antonio Tejada Guzmán )
Los apresamientos se hacían en la oscuridad, mucho antes
de que amaneciera. Se trataba más bien
de desapariciones de personas porque el régimen negaba los apresamientos. Mi padre no fue arrestado en ese momento y
emprendió la búsqueda de cuatro miembros de la familia por diferentes
cárceles del país: sus hijos Dulce y Miguel, su nuero Niño Álvarez y su
sobrino Jorge Antonio, hijo de su hermano en el exilio. En una ocasión le mostraron armas y le
dijeron que no buscara más.
El primer día que nos permitieron visitar nuestros
familiares en la cárcel de La Victoria, esperamos muchas horas en fila junto a
cientos de familiares ansiosos de ver por primera vez a sus seres
queridos. Recuerdo la impresión de
ver a Niño y Miguel, demacrados, pálidos y sin carne para disimular sus huesos,
pero sonrientes y alegres de vernos.
Examiné la espalda de Miguel con manchas oscuras producidas por cigarrillos y heridas de
quemaduras de corrientes eléctricas infectadas. Dormían
desnudos en el piso y los curaban en fila usando el mismo
algodón[2].
Primero, quiero reafirmar la declaración de Dulce de que
fabricábamos bombas en su habitación. Efectivamente, por temporadas me mudé a
su casa para poder ayudar a Niño en su confección durante horas nocturnas. Además, agoté los relojes de bolsillos del comercio
Francomacorisano, pues por mi corta edad no levantaba sospechas; por la misma
razón, buscaba en mi bicicleta las cajas metálicas de polvo facial llenas de
pólvora extraídas de fuegos artificiales chinos (montantes) que personas de
confianza sacaban para entregarnos la
pólvora.[3]
Las bombas se manufacturaron para tener un
medio de defensa frente a las fuerzas terroristas de Trujillo. Podían ser de utilidad en el momento de la
insurrección, pero sobretodo, eran las únicas armas que podíamos fabricar. Su objetivo no era herir personas civiles, y
nadie resultó herido. Una estrategia
de no-violencia no hubiera resultado, pues el tirano hubiera ametrallado a la
población. Segundo, quiero
contribuir a aclarar cierta confusión referente a las torturas que sufrieron
las mujeres. Los que quedamos fuera de
la cárcel en mi familia nos sostuvimos con alimentos líquidos, pues la
imaginación y la certeza de que los presos y presas estaban siendo torturadas
nos aterrorizaba. Cuando Dulce fue
liberada, antes de que nos permitieran visitar al resto de familiares y amigos
presos, lo primero que quise saber fue
sobre las torturas a las mujeres, vulnerables más que los hombres a ser
sexualmente abusadas.
Dulce me comentó en 1960 que la única mujer desnudada
y torturada en la silla eléctrica fue nuestra querida Tomasina (Sina) Cabral. Ella fue la primera mujer encarcelada y
contra ella los gerentes del terror arremetieron. Queriéndola humillar, la pasearon desnuda
por el pasillo donde las celdas repletas de presos políticos desnudos la
pudieran ver. Éstos, convirtieron su
humillación en gloria, gritando su nombre con
aplausos y tomando valor de la valentía de esta heroína. Los demás detalles ella los relata en su
entrevista con periodistas del Listín Diario.
El día 25 de noviembre de 1960 los agentes del SIM
lograron asesinar a las Hermanas Mirabel cuando éstas regresaban de visitar a
Manolo y Leandro en la cárcel de Puerto Plata.
El chofer Rufino de la Cruz también fue asesinado. Él tuvo el valor de acompañar a las Mirabal
en momentos en que muchos no se hubiesen arriesgado. Angelita Trujillo intentó limpiar a su padre
de éste crimen en el libro recientemente presentado. En vez de pedir disculpas por éste y los
demás crímenes de su padre, pretendió atribuirlo a terceros. Las personas con conocimientos vividos
durante la tiranía sabemos que el SIM obedecía directamente al déspota y que
nadie tomaba acción sin órdenes de Trujillo.
La muerte de las hermanas Mirabal marcó una etapa nueva y
angustiante. Un manto de tristeza nos
cubrió por mucho tiempo. Si Trujillo fue
capaz de arriesgarse internacionalmente con este crimen, sabíamos que era capaz
de todo. Muchas esperanzas murieron y
no se veía una salida. Mi hermano
Miguel tenía un plan de enfrentar armado a los agentes del SIM cuando lo
volvieran a buscar. Dijo que no se
entregaría para ser torturado de nuevo.
El miedo volvió a nacer en lo que parecía un gobierno dirigido por una
persona que había perdido el razonamiento.
Todo se espera de una fiera. Se
sentía más que nunca la inseguridad de los presos. No se vislumbraba una salida y no se esperaba
que militares tomaran acción para ajusticiar a Trujillo.
En mayo de 1961 nos llegó el rumor de que en SFM iban
a quemar viviendas. Nuestra casa era
de madera, con paredes dobles como se usaban en la época. Mientras dormíamos, Miguel nos despertó
con las palabras, “¡Papá, fueeeego!”. Su
habitación colindaba con la galería del frente.
Los agentes del SIM abrieron un hoyo en la pared de afuera y rociaron el
interior de las paredes con gasolina para que el fuego se esparciera por
dentro. Yo dormía en la habitación de
atrás. Cuando desperté el fuego había
avanzado y podían verse las llamas entre el cielo raso y el techo, con la
macilla de las uniones derretidas.
Papá nos orientó para que nos vistiésemos y no sacáramos
nada de la casa. Cuando salimos, me
sorprendió ver que la calzada del otro lado de la calle estaba llena de vecinos
y personas de los alrededores, la mayoría en ropa de cama.
Alguien me gritó para que usara el teléfono de la clínica
para llamar a los bomberos. Pero esto
no tenía sentido. Los bomberos no contradecían
a agentes del SIM. La gente del pueblo
siguió llegando. Mientras esperábamos
que la casa se derritiera en llamas, un grupo de personas fue al cuartel de
los bomberos y trajo el vehículo para apagar el fuego, sin bomberos
visibles. Otro grupo impedía que la
guardia cerrara el hidrante de agua.
¡Qué Pueblo!
Al día siguiente se conmemoraba el día de las
madres. Fuimos a donde nuestra abuela
paterna de Salcedo. Al regresar
encontramos que la Señora La Oz, acompañada de otras personas, habían limpiado
la casa, lavado las sábanas y tendido las camas. Pequeños detalles que significan tanto en
momentos difíciles. Pero la alegría
de haber salido ilesos y de ver la solidaridad del pueblo no nos duró mucho.
Agentes del SIM se llevaron a papá preso
acusándolo de incendiario.
Esta vez lo llevaron a la fortaleza de SFM, y
para nuestra sorpresa, al día siguiente lo desfilaron entre guardias con
fusiles por la calle San Francisco, desde la Fortaleza hasta el edificio donde
funcionaba el Juzgado de Paz, frente al Parque Duarte. La gente en la concurrida calle no podía
creer el espectáculo y muchos gritaban pidiendo que lo soltaran. Papá había sido Director del hospital de SFM
y desde 1942 tenía una clínica privada donde atendía a los que pagaban y los que
no podían pagar y respondía a los
pacientes fuera de horario y en días festivos. En otras palabras, su persecución abierta en
el pueblo que él había servido fue una insensatez política del régimen. Personas se apresuraron a llevarnos la
noticia de que lo trasladaban para juzgarlo.
Trujillo envió la orden de condena de 20 años
de prisión al Juez Antonio de Jesús Pichardo.
Por primera vez en la historia dominicana un juez desobedeció una orden
de Trujillo y liberó a mi padre. El
Juez no era su amigo. Su acto fue un ejemplo de integridad y
valentía que de Trujillo no haber sido ajusticiado en los próximos días le
hubiera costado la vida.
Llegamos en el momento que el juez lo absolvía. Pudimos palpar el momento de dignidad y
alegría en la sala del juzgado de paz.
El contraste con el juicio de 1960 en Santo Domingo no pudo ser
mayor.
Dulce me pidió antes de ser apresada que si moría quería
que yo criara a sus dos niños.
Compromiso que asumí con
tristeza, consciente del riesgo que la rodeaba, pero agradecida porque yo era
solamente una adolescente y los niños tenían muchos tíos y tías casados y con
familia.
La manifestación anti-Trujillista más provocativa que
organizamos fue el peregrinaje a la ermita de la Virgen del Perpetuo Socorro,
localizada en las faldas de la Loma Quita Espuela. No conté el número de participantes, pero
sentía que el grupo podía alcanzar las cien personas o más. El peregrinaje por la carretera a la ermita
iba acompañado por militares a ambos lados de la carretera. Con la Iglesia ya visible, como si nos
hubiéramos puesto de acuerdo, gritamos: ¡Abajo Trujillo! ¡Abajo Trujillo!
Entramos a la
Iglesia sin que fuésemos agredidos y sintiéndonos que formábamos parte de un
movimiento liberador más allá de nuestra frontera. Al día siguiente incendiaron la
Iglesia. Varias de nosotras regresamos
al lugar y encontramos algunos pedazos de madera chamuscados en medio de la
ceniza donde antes estaba la capilla.
El 31 de mayo
de 1961 agentes del SIM volvieron a tocar a nuestra puerta a eso de las 2:00 de
la madrugada preguntando por el Dr. Tejada.
El llamado nos aterrorizó.
Estábamos convencidas de que buscaban a papá para matarlo en represalia
por la libertad recibida contra la orden de Trujillo. Movimos un mueble pesado de madera contra la
puerta del frente para impedir que los agentes del SIM entraran. Dulce me pidió que gritáramos a todo pulmón
para que la gente se enterara.
Repetíamos ¡Pueblo despierta! ¡Mira como se llevan a tus hijos a
escondidas!
Mientras tanto, mi madre acusaba a los agentes del SIM
desde la ventana. Dimos tiempo para
que papá, que tenía 61 años y era diabético, se vistiese y preparase. Los agentes rompieron los vidrios de colores
que adornaban los lados de la puerta y nos amenazaron con sus armas. Papá saltó para salir por la ventana.
Una hora más tarde los agentes del SIM
regresaron tres veces para llevarse a Miguel, Dulce y Jorge Antonio, uno a la
vez. Me sentí más tranquila pensando que no
intentaban asesinar a mi padre, sino que se trataba de una redada más
amplia. Pero, mamá se convirtió en mi
preocupación principal. La angustia le
provocó un ataque de adrenalina y perdió el control físico de sus
movimientos.
El
Doctor Amadeo Sturla Richetti se vio forzado a esperar
afuera junto a los agentes del SIM hasta que la última persona buscada
saliera. Ya los rayos del sol iluminaban
el día cuando pudo atender a mi madre y darle morfina para dormirla. Yo
pensaba que ya no se recuperaría. Cuando Cosme llamó de Santo Domingo
con la
noticia de la muerte de Trujillo no pude alegrarme. “Muy tarde para
mí”, le contesté. Me tranquilicé a las 4:00 de la tarde cuando
mamá despertó en estado normal.
Al día siguiente celebramos el ajusticiamiento de
Trujillo en la cárcel de SFM. Solamente
mi madre y yo no fuimos apresadas. En la
cárcel me enteré de la amplia redada de personas que nunca antes habían sido
perseguidas. Los militares que
valientemente ajusticiaron a Trujillo probablemente evitaron a tiempo que
mataran al juez Antonio de Jesús Pichardo, a mi padre, y a todas las personas
que aún permanecían encarceladas. Esto
así porque la búsqueda de los militares
que mataron a Trujillo se convirtió en prioritaria y las personas recientemente
apresadas fueron liberadas unos días después. Niño, que desde Enero de 1960
estuvo preso, fue liberado el día 17 de junio de 1961, semanas después del
ajusticiamiento de Trujillo. Imagino que
todos los demás fueron libertados en esa fecha, pero lo desconozco.
Las persecuciones a nuestra familia
continuaron con el gobierno interino de Joaquín Balaguer. Éste ordenó el exilio de mi padre mientras se
encontraba recién operado en la clínica Abel González en Santo
Domingo. El Dr. González se negó a
entregarlo y amenazó a Balaguer con promover la primera huelga general de
médicos y enfermeras en el país. Papá
salió de la clínica al aeropuerto a los 15 días de su cirugía. Viajó a Puerto Rico a reunirse con su
hermano exilado que no había visto en 14 años.
Pueden leer este relato completo de Argelia Tejada Yangüela en:
http://argeliatejada.blogspot.com/2010/11/proposito-del-50-aniversario-del.html#!/2010/11/proposito-del-50-aniversario-del.html
NOTA: Este intento de quemar
esa casa no fue una excepción. El militante antitrujillista Ramón Antonio Veras
(Negro) en su libro De la calle a los estrados por justicia y libertad
(Pág. 32) menciona que dos de las humildes viviendas de los adolescentes
antitrujillistas en Santiago fueron rociadas con gasolina con la intención de
quemarlas aunque por alguna razón no llegaron a hacerlo. Esto se debió muy posiblemente al disimulado desacato
de la orden a última hora por algún militar que tuvo peso de conciencia, lo que a
veces ocurría. Otra de las humildes vivienda, la de la familia Erickson, fue
asaltada y destruidos sus ajuares. Los lectores pueden descargar gratis este
libro del Negro Veras en pdf en el portal del Archivo General de la Nación.
Un caso similar también es el del cura
Luis Federico Henríquez, “quien tuvo un conflicto con Trujillo en los años 30
porque cuando propusieron cambiarle el nombre a la ciudad de Santo Domingo
por la de la Ciudad Trujillo, él que era diputado en el Congreso Nacional, se
opuso tajantemente, tras considerarlo un atropello más a la población."
Por esas palabras
Trujillo mandó a quemar su casa, la que no llegaron a
quemar (posiblemente también por la reticencia de los mismos esbirros a acatar
ciertas órdenes), pero le lanzaron piedras a las ventanas y rompieron los
cristales. Solo quemaron parte de la escalera de madera. Ver artículo en
el Listín Diario de Wendy Santana: La
Iglesia le dio fuerzas a la población.
Lo mismo ocurrió con
el padre Tomás F. O’Reilly cuando Trujillo le declaró guerra a la Iglesia
debido a la carta pastoral firmada por todos los obispos y leída publicamente
mediante la cual la Iglesia denunciaba los crímenes y los atropellos del
régimen: “Turbas de bandidos, organizadas por sicarios del régimen, vociferaban
palabras obscenas en la puerta de la residencia de O’Reilly, llegando al
extremo de tratar de incendiarla.” (Ver artículo Después de la carta pastoral, de Chichi de Jesús Reyes.)
No era inusual que cuando
tenían la oportunidad, como en estas situaciones confusas con turbas en que era
más difícil identificar a los que incumplieron las órdenes, que los propios
esbirros a veces se recataban y sólo cumplían las órdenes a medias,
especialmente cuando la víctima era un religioso o una mujer.
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Después de la Carta Pastoral
Trujillo
decidió enfrentar con represión a sacerdotes católicos críticos al
régimen Carta de obispos fue leída en las parroquias el 31 de enero de
1959 y dos semanas después comenzó la represión contra sacerdotes e
instalaciones de la Iglesia.
Chichi De Jesús Reyes
Elnacional.com
11 Febrero, 2012
Después de la Carta Pastoral
de los obispos, leída en todas las iglesias el 31 de enero de 1960, el
dictador Rafael L. Trujillo duró cinco semanas consecutivas debatiendo
con sus colaboradores la posición del Gobierno frente al clero católico.
Moderados y equilibrados
fueron los planteamientos de don Virgilio Álvarez Pina (Cucho) y de
Rafael Paino Pichardo, los subalternos civiles de mayor influencia ante
el dictador.
Sin embargo, Trujillo acogió
las diabólicas recomendaciones del coronel Johnny Abbes García, jefe
del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), de tomar medidas
“agresivas” contra la iglesia católica.
Enterados los obispos del
triunfo de la tesis de Abbes, a principios de marzo del mismo año, se
efectuó un encuentro pastoral entre las principales autoridades
eclesiásticas, donde se redactó una segunda carta pastoral en la que los
mitrados demandaban la libertad de los presos políticos antes de la
Semana Santa, prevista para mediados de abril siguiente.
“La guerra entre el régimen y
la iglesia católica ya está decretada”, expresó el jefe del SIM a
Trujillo, de quien logró fondos suficientes para la instalación de una
potente emisora, que resultó ser Radio Caribe, con una potencia superior
a los 50 vatios.
A través de este medio de comunicación se emprendió una campaña contra los sacerdotes y la iglesia en general, cuya programación iniciaba el comentarista Santiago Lamela Geler, con el siguiente argumento: “Una vez que empieces a odiar a un cura, no dejes de odiarle. Retírale el guante de la cara y te cortará el pescuezo”.
El obispo de San Juan de la
Maguana, donde operaba una prelatura, equivalente a una
diócesis, monseñor Tomás F. O’Reilly, ciudadano norteamericano, y el de
La Vega, monseñor Francisco Panal, nativo de España, quizás por sus
condiciones de extranjeros, fueron los más castigados por las acciones
delictivas del SIM.
Turbas de
bandidos, organizadas por sicarios del régimen, vociferaban palabras
obscenas en la puerta de la residencia de O’Reilly, llegando al extremo
de tratar de incendiarla.
En La Vega, grupos de prostitutas borrachas interrumpían los oficios religiosos y escandalizaban dentro de la catedral. Los
automóviles de los sacerdotes desaparecían misteriosamente y
reaparecían en los frentes de reconocidos prostíbulos y casas de cita.
En la catedral de La Vega, a
principios de marzo de 1960, en presencia de Trujillo, en un Tedeum al
que había sido invitado Trujillo, el obispo Panal tronó con una homilía,
que concluyó así:
“Si vos lo ignoráis, yo os lo
informo: las cárceles están llenas de prisioneros políticos, que son
torturados a diario, el pueblo padece hambre, numerosas familias carecen
de alojamiento y viven en la miseria. Si mis palabras deben causar
víctimas, estoy listo para ser la primera”. Acto seguido Trujillo
instruyó al jefe de su escolta de esta manera:
“Vaya… Que le entreguen ese papel”.
Monseñor Panal pidió que los
presentes se arrodillaran, lo que fue correspondido por todos, menos por
Trujillo, quien recibió una señal física de Álvarez Pina y el
dictador asintió arrodillarse.
La campaña de Radio Caribe se
intensificó a su máxima expresión. Se hablaba insistentemente de “un
clero traidor e ingrato, que muerde la mano que le ha concedido riquezas
y privilegios”.
Se emprendió un plan de saqueo de las residencias y pertenencias de los sacerdotes en todo el Cibao, y específicamente en Santiago, el edificio para un seminario que construía el obispo Hugo Polanco Brito, fue volado por un potente explosivo.
Al mismo Polanco Brito, Abbes le ordenó desalojar la sede del obispado y desde la fortaleza San Luis se instaló allí la residencia oficial del comandante militar.
De las acciones terroristas, el jefe del SIM acusó a O’Reilly, quien fue sometido a la justicia acusado de “fabricar bombas y de atentar contra la seguridad del Estado”.
Trujillo concentró todas sus
creencias en Abbes y no escuchaba los consejos de sus dos más cercanos
colaboradores, Pichardo y Álvarez Pina, quienes rechazaban los actos
contra los sacerdotes y la iglesia católica.
“No ignora vuestra excelencia
que el concordato ha servido más para la causa del país y su prestigio
al exterior que para la iglesia misma”, advertían, al tiempo de pedir a
Trujillo “intervenir ante las autoridades del Gobierno (presidido por
Joaquín Balaguer) para que sean cuanto antes enjugadas tantas lágrimas,
curadas tantas llagas y devuelta la paz a tantos hogares. Pedimos a Dios
que recompense su intervención, para que la venerada madre y la
distinguida esposa de vuestra excelencia no experimenten nunca, en su
larga existencia, los sufrimientos que afligen ahora a los corazones de
tantas madres y de tantas esposas dominicanas”. Pareció un vaticinio.
UN APUNTE
Las turbas
El miércoles 12 de abril de 1961, turbas dirigidas por el SIM atacaron el Obispado de San Juan de la Maguana saqueándolo. El obispo Tomás F. O`Reilly y otros sacerdotes fueron rescatados por la Policía. El martes 18 de abril turbas del SIM atacan al Obispado de La Vega, al obispo monseñor Francisco Panal, queman la casa de monseñor Luis F. Henríquez y saquean y queman una tienda religiosa. El SIM organiza manifestaciones violentas en todo el país contra la Iglesia.
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UN
TESTIGO TODAVÍA RECUERDA EL GROTESCO SACRILEGIO DE LA CATEDRAL DE LA
VEGA
Yo
fui testigo fiel de ese bochornoso episodio en el templo de La Vega,
la catedral. Nosotros vivíamos en un barrio llamado Guaco (hoy
Soto), más o menos a dos kilómetros del parque central de La Vega,
camino a Moca. Yo tenía 7 años y como siempre, los domingos me
llevaban obligado agarrado de la mano de mi mamá.
Ese
domingo, llegando al parque de La Vega, había unos Cocuyos de la
Cordillera (así les decían) impidiendo la llegada de los
feligreses, enviándolos para otra iglesia llamada San Antonio. Pero
mi mamá, aún dolida con las autoridades por el asesinato de mi
papá, no hizo caso y entramos por una puerta lateral porque teníamos
un primo que era monaguillo de la catedral y él nos dejó entrar por
esa puerta para asistir a la misa. Estando allí, presenciamos ese
espectáculo infeliz, presentado y financiado por miembros del SIM.
Había algunos verdugos importantes del SIM. Había una banda de
cueros casi desnudas que ingresaron junto a un conjunto de músicos
de güira, tambora y acordeón, a bailar con lascivia y golpes de
barriga cuando monseñor Francisco Panal oficiaba la misa y le
vociferaban palabras impublicables. Monseñor Panal les pidió a los
feligreses que no intervinieran en su defensa.
Se
decía que Víctor Alicinio Peña Rivera, un tal Dujarry y un
conocido abogado que era diputado o calié, junto a otros verdugos y
los llamados Jinetes, apoyaban a los pandilleros que irrumpieron en
la catedral. Ahí empecé a odiar a los Trujillos, la familia de
criminales.
No
sé mucho cómo ni donde mataron a mi papá. Él era sargento mayor
del ejército y, según me contaron, en esos días él estaba
prestando servicio en Nagua, en una propiedad de los Trujillos, pero
había llegado ahí solo unos días antes de que lo desaparecieran.
Contaron que un sargento borracho maldijo a Trujillo porque tenía 14
años sin un ascenso, alguién sopló lo que él dijo y al otro día
se inventaron dizque una rebelión y mataron a varios, entre ellos a
mi papá y a su hermano gemelo que era cabo. Pero eso fue para darles
una una lección de terror a los demás, no había ninguna rebelión.
Dicen que Felix Bernardino estuvo metido en esa matanza de esos
militares. Eso fue en 1959 y nunca supimos qué le pasó al cuerpo de
mi papá ni de mi tío. Un teniente vino y le dijo a mi familia que
hicieran duelo por 9 días y que no hablaran de eso. No se supo más
nada.
Rafael
de la Rosa
Santo
Domingo, RD
3
de enero, 2021
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José María Moreno Martínez “Pilía”
Escrito por Ángela Peña
hoy.com.do
Pilía
vivió una historia de lucha, asilo, exilio, conspiración contra el
trujillismo, que pocos historiadores incluyen en sus anales. Su asilo en la embajada de Brasil fue un infierno que padecieron él y su familia durante dos años.
Desde que presentó su tesis en la Universidad de Santo Domingo sobre las cooperativas campesinas fue tildado de comunista, le negaron el exequátur y lo persiguieron acusado de organizar a los campesinos para conspirar contra el régimen de Trujillo.
Tenía, además, el precedente del padre, un
rebelde andaluz seguidor de Horacio Vásquez que había estado preso en
la fortaleza de San Francisco de Macorís y en la Torre del Homenaje,
donde lo consumía el asma por la humedad de la celda.
José
María Moreno Martínez (Pilía) apenas pudo trabajar entonces en su
restaurante “Rimos”, que le instaló el viejo partidario de los “Coludos”
ante la imposibilidad de ejercer la carrera, pues la familia fue vigilada, perseguida, acosada. Otros tres hermanos, Luis Antonio Gonzaga, Alfonso y Juan Antonio (Nono) eran también declarados antitrujillistas que enfrentaban igualmente la dureza del asedio.
Pilía vivió una historia de lucha, asilo, exilio, conspiración, que pocos historiadores han
incluido en sus anales. Pero su defensa por los trabajadores,
campesinos, pobres, se extendió más allá del tiranicidio con la asesoría
legal a los sindicatos que él mismo ayudó a crear para que unos se
libraran de la explotación laboral y otros labraran sus propias tierras.
La Federación Dominicana de Ligas Agrarias Campesinas (FEDELAC) y la
Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC) tuvieron en él a
un abogado honorífico.
El asilo en la embajada de Brasil fue un infierno que padecieron él y su familia durante casi dos años y que se prolongó
para los hijos y la esposa que dejó en el terruño cuando se ausentó
para Venezuela, donde se involucró en la organización de una expedición
contra el régimen de Trujillo que vendría por la Cordillera
Septentrional. Ajusticiado el tirano no pudo retornar a
la Patria y a los suyos, impedido por la permanencia de los remanentes
del ominoso Gobierno. Vivió entonces en Estados Unidos, donde se dedicó a
trabajar en restaurantes pese a su profesión y elevada posición social
de origen.
El
padre, encarcelado de nuevo por declarar en el principal parque del
pueblo que viajaría a “Ciudad Trujillo” a ver a su hijo en la misión
diplomática, sufrió igual calvario que la sufrida esposa y sus vástagos, sometidos a torturas psicológicas, aislados de la sociedad por ser “desafectos”, atacados en el siniestro “Foro Público”, la infame columna que mantenía el trujillato en “El Caribe”. Llegaron a pedirle a la señora que renegara del marido.
Pilía, por su lado, no sólo sufría la separación familiar. Turbas
trujillistas atacaron la embajada a la que suspendieron los servicios
de agua y luz y restringieron los alimentos. Las agresiones y maltratos
se unían al luto por el asesinato de Juan Antonio, cuyo cadáver apareció
el 7 de diciembre de 1958 a la salida de Nagua. Luego lo lanzaron en el
frente de la casa paterna envuelto en una sábana. A Pilía tocó identificarlo. “El pueblo de San Francisco se indignó”.
De
este decidido soldado por la libertad que reiteradamente rechazó a
Joaquín Balaguer encumbradas posiciones, hablaron su viuda Miriam
Yolanda Duarte Camilo y tres de sus cuatro hijos, Cristian Luis, José
Pilía y Emilia Angélica. Cristian Fermín Moreno Domínguez, Eva María,
Melissa Angélica y Emilia Carolina Díaz Moreno escucharon con reverente
atención la ejemplar experiencia del intrépido abuelo.
Pilía no abandonó nunca la ciudad natal donde se le ha reconocido con una calle que lleva su nombre. Cuando falleció, a los 53 años de edad, lamentaron
su partida con palabras conmovedoras que recogió la prensa. Tras su
deceso muchos fueron a testimoniar ayudas y favores que él ofrecía en
secreto.
Por
la finca de los Duarte. José María (Pilía) nació el 19 de septiembre de
1924, hijo de Luis Moreno Recio y Rosa Angélica Martínez Macarrulla. Se
graduó de doctor en Derecho en 1947. Casó con Miriam Yolanda el 23 de
agosto de 1954. “Mi familia también era antitrujillista, el apellido del
sátrapa nos producía erupción”, comenta la abnegada viuda que pasó el
encierro bordando junto a Emilia Angélica, José Pilía y Juan Antonio. Al
regreso del esposo nacieron otros dos: Cristian Luis y Gandhi.
Mientras
los tres hermanos Moreno Martínez permanecieron asilados, a ella le
enviaban pasquines, le estacionaban “carros cepillos” frente a la casa,
los calieses irrumpían en el patio, y la única vez que la valiente mujer
osó salir la persiguieron voceándole que su esposo era comunista y que lo iban a matar.
A don Luis le llevaban falsos periódicos impresos con fotos de sus hijos supuestamente muertos. Fue libertado en 1959 por gestiones del Nuncio de Su Santidad.
Pilía
pudo viajar a Brasil, donde sostuvo contacto con Juan Miguel Román,
caído posteriormente en abril de 1965. En Venezuela fue recibido por el
connotado líder antitrujillista Luis Aquiles Mejía, “que apoyó los
entrenamientos en Choroní y era el enlace con Rómulo Betancourt”,
refiere José Pilía. El instructor de su padre, que se destacó como
francotirador y alcanzó el grado de comandante, fue Poncio Pou Saleta,
relató. “Vendrían por la finca de los Duarte, que los protegerían en la
Laguna del Coto”, añadió.
Pilía retornó al
país a finales de noviembre de 1961. Estuvo entre los fundadores del
Partido Revolucionario Social Cristiano, del que fue “Presidente
Provincial” en la Provincia Duarte. Participó en la creación de la
Fundación Dominicana de Desarrollo, Asociación Duarte de Ahorros y
Préstamos, Asociación de Desarrollo de la Provincia Duarte, Asociación
de Ligas de Ahorros y Préstamos, Sociedad Dominicana de Bibliófilos,
entre otras.
Murió
el 2 de octubre de 1977, de diverticulosis. “En su pueblo todavía lo
lloran”, manifestaron los hijos de Pilía, quien fue además fundador de
la Liga de Verano del Cibao y vicepresidente de Los Arroceros del
Nordeste.
A muchos antitrujillistas, recuerdan, les dieron RD$300 mil como compensación por expropiaciones y pérdidas. “Papá se negó a aceptarlos, dijo que a la Patria no se le pasa factura”.
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TRUJILLO
Y LAS EMBAJADAS
Ni
siquiera las sedes diplomáticas de otros países en Ciudad Trujillo
escaparon a las barbaridades antojadizas del tirano. En el portal
undiadejulio.blogspot.com encontrarán detallados y bien documentados
casos de violaciones y vejámenes a las embajadas donde se asilaban
los perseguidos.
Estos
atropellos sistemáticos incluían: El corte de la electricidad y el
agua, zanjas alrededor de las embajadas para que no pudieran pasar
los carros con comida, ataques de turbas trujillistas con palos,
cuchillos y hasta disparos, permanente cerco militar o paramilitar
del recinto de las embajadas para infundir miedo las 24 horas del día
y para apresar a cualquier asilado que pudieran detener. De hecho,
los calieses que vigilaban las embajadas las 24 horas tenían la
orden del SIM de disparar a matar a cualquiera que tratara de buscar
asilo en una embajada.
Ver
Truillo y las embajadas en: undiadejulio.blogspot.com
Ver
el caso de la familia Abreu, balaceada dentro de los jardines de la
embajada de Brasil con un muerto y varios heridos:
http://hoy.com.do/alberto-abreu-morel-asesinado-frente-ahijos-y-esposa-cuando-buscaba-asilo/
ASILADO
RELATA 18 MESES DE ACOSO QUE SUFRIERON SU FAMILIA Y OTROS ASILADOS
En
1958 Bienvenido González tuvo que asilarse en la embajada de
Venezuela, junto a su esposa y varios niños pequeños, para escapar a
la persecución que se desató contra él y sus hermano y hermana por
su oposición al régimen. Con ellos también se asilaron su madre,
su padrastro y una medio hermana adolescente.
En
esa embajada de Venezuela también se habían
asilado tres hermanos abogados de apellido Moreno de San
Francisco de Macorís (Alfonso, Luis y Pilía). Un hermano menor, Juan
Antonio, había sido asesinado por el régimen y el padre de los tres
hermanos era un preso político. Poco después del asesinato de Juan
Carlos, Alfonso sufrió un atentado que casi le costó la vida a él y a su
hijo Jaime. Fue cuando los tres hermanos decidieron buscar refugio en
la embajada de Venezuela. El número original de asilados en la
embajada de Venezuela llegó a trece personas y más adelante el número
llegaría a más de 30 asilados. Trujillo no sólo se empecinó en que
ninguno iba a salir del país, sino que sometió a esa embajada a un vil
acoso cotidiano.
Cuando
Venezuela rompió relaciones diplomáticas con el régimen, la
embajada de Ecuador se mudó a esa residencia para que los asilados
no quedaran desprotegidos. El asedio sádico contra la embajada
continuó hasta que el gobierno de Ecuador, indignado y desesperado, no aguantó
más el hostigamiento y las humillaciones por lo que también rompió
relaciones con el régimen. Una vez más, con el fin de que los asilados no
quedaran desprotegidos, la embajada de Brasil se mudó a esa
residencia. Sin embargo, a pesar de ser un país mucho más poderoso e influyente,
Trujillo continuó empeñado en que ningún asilado iba a salir del
país y en continuar haciéndoles la vida imposible.
Finalmente,
debido a que el 18 de agosto de 1960 se iba a realizar una reunión de
cancilleres en Costa Rica para juzgar la participación del gobierno
dominicano en
el atentado contra el presidente Rómulo Betancourt y dictarle
sanciones a su régimen, Trujillo vio la necesidad de ameliorar sus
relaciones con los países de la región y decidió otorgarles el
salvoconducto a más de 30 asilados en la embajada de Brasil y a unos 50
asilados en la embajada de Argentina. Fue así como por fin ese gran
grupo
de asilados pudo librarse del martirio que sufrieron hacinados y
asediados, obligados a racionar los limitados alimentos durante 18
meses.
En
este artículo de El Mundo (Puerto Rico), publicado el 3 de
agosto de 1960, Bienvenido González describe las viles vejaciones a que fueron sometidos, aún teniendo niños pequeños. A
continuación compartimos una lista de los agravios que él describe:
-El
régimen le cambió el personal de servicio doméstico a la embajada
por hombres y mujeres agentes de la seguridad para que los vigilaran y
reportaran al SIM.
-Días
después, a la embajada le quitaron el servicio doméstico por
completo.
-Les
suspendieron los suministros de leche y pan.
-Les
interrumpieron el servicio eléctrico, de gas y agua.
-Les
hacían llamadas día y noche con amenazas de ataque.
-Cavaron
una zanja frente a la embajada de 1-2 metros de ancho y 10 de
largo.
-El
camión no recogía la basura de la embajada y ésta se fue
acumulando.
-Infiltraron en la embajada a un fornido matón con el fin de que eliminara a algunos de los asilados.
-La
embajada estuvo rodeada por aproximadamente 25 vehículos de seguridad.
-Cuando
se enfermó un bebé de la pareja asilada, con sólo siete semanas de
nacido, impidieron que un médico fuera a atenderlo.
-Unos
150-200 miembros de la seguridad asaltaron la embajada con
ametralladoras y rifles, cruzaron el jardín hasta llegar a la
puerta.
-En
una ocasión, los asilados se pasaron unos 28 días comiendo sólo
guineos verdes.
-El
régimen no permitió que la Comisión Interamericana de Paz entrara
a la embajada para verificar la condición de los asilados.
-En
el aeropuerto, al servicio diplomático de Venezuela le arrebataron
la valija diplomática y cuando se la devolvieron, faltaban
US$1,000 dólares (hoy, aprox. US$9,000 dólares).
-Trujillo
desoyó la petición del papa Juan XXIII de extenderles a los
asilados el salvoconducto de salida.
Fuente:
Relata
percances sufrió con su familia al asilarse en embajadas Ciudad
Trujillo
El
Mundo
San
Juan, Puerto Rico
3
de noviembre, 1960
Pág.
34
(El artículo es muy largo verticalmente por lo que tuvimos que cortarlo en tres partes.)
Los
vejámenes que el asilado Bienvenido González narra en esta entrevista
después de salir de RD ya habían sido reportados ampliamente por la
prensa internacional meses antes, durante el asedio (zanjas, corte de
los servicios públicos, de alimentos, amenazas, cerco militar, etc.).
Otras embajadas que les dieron albergue a los perseguidos políticos
también fueron acosadas.
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RESUMEN
Libro:
Trujillo: La herencia del caudillo
Por
Victor A. Peña Rivera, ex Jefe del SIM (región norte)
Publicaciones
y distribuciones San Juan, Inc. , Puerto Rico, 1978.
TODO POR UN DESAIRE AL JEFE
A continuación hacemos un resumen
de ocho páginas
de dos de los capítulos de este libro para ahorrar espacio y tiempo de
lectura
puesto que contiene comentarios y varios diálogos que no son clave en
este caso de una reacción excesiva y caprichosa de parte del
tirano, episodio que por ser absurdo y abusivo, no deja de ser típico de
la soberbia y patológía del déspota.
Sobra decir que este episodio es una de las pocas
narraciones del autor en este libro que reflejan la personalidad megalómana y
enfermiza del dictador. Obviamente el señor Peña Rivera no se habrá convertido,
a su joven edad, en jefe del SIM región norte (el peor organismo de represión, tortura y
muerte del Caribe y Centroamérica)
por sus valores filantrópicos y límpia trayectoria,
pero en su libro, naturalmente, no nos hace partícipes de las cualidades
que lo llevaron a
ocupar el más alto cargo de ese organismo de terror (al final de su
carrera encabezaria a los esbirros que mataron a las hermanas Mirabal)
ni de todo lo que habrá
conocido sobre los excesos sanguinarios de los Trujillos y otros
militares. A
cambio, nos ofrece algunos de los más moderados ejemplos de la
megalomanía y arbitrariedad de Trujillo, probablemente para darle a su libro un barniz de
imparcialidad y autenticidad, lo que, de todas maneras, nos sirve como muestra patética del estilo caprichoso de reinar que tenía el Benefactor de la Patria sin importarle las consecuencias para los demás.
Sí hay que reconocerle al Coronel Peña Rivera
que, a diferencia de otros esbirros que han permanecidos callados
disfrutando de la tercera edad, él haya compartido alguna información
sobre los mecanismos internos del régimen. A continuación, uno de los
episodios de su libro.
Capítulos V y VI: La desgracia de don Próspero
(Págs. 73-81)
Según nos relata Peña Rivera en el capítulo V, don
Próspero Mangoalto de Santiago “se había hecho inmensamente rico gracias a sus
turbias relaciones con uno de los hermanos del Dictador. Sabía además, por
esto, que don Próspero era inescrupuloso, oportunista, abusador y ambicioso”.
Interesado en entrar en el exclusivo círculo de “amigos”
del dictador para acrecentar su influencia entre los políticos de Santiago, don
Próspero recurrió al recurso más sencillo y efectivo para satisfacer al Jefe:
el sexo. Decidió llevar a una fiesta (a la que asistiría el dictador en una
visita a Santiago) a la bella joven de 17 años, Isabel Perozo. Su padre le
debía un gran favor a don Próspero y éste se aprovechó de la deuda para invitar a su
hermosa hija y usarla como miel para atraer al dictador. La noche de la velada, don Próspero se ocupó de bailar
con la joven Isabel donde el dictador pudiera notarla, quien no tardó en
ponerle el ojo encima. Nos cuenta Peña Rivera: “Aquel hombre de extraordinario
apetito sexual reparó enseguida en la bellísima joven que, radiante y hermosa,
danzaba con gracia frente a su mesa en brazos del astuto don Próspero, quien, a
propósito, entre vueltas y pasos de baile, había ido a parar allí, en la
seguridad de llamar la atención”.
Trujillo
hizo que le trajeran a don Próspero a su mesa quien, emocionado porque
su plan iba sobre ruedas, se acercó tembloroso a la mesa muy
complaciente.
Tras varias preguntas preliminares, Trujillo le pidió a don Próspero que
le presentara
a su bella acompañante para bailar con ella. Al tenerla frente a sí, Trujillo invitó a la
joven a que bailara con él. Isabel Perozo, quien no sentía ninguna simpatía por
el tirano, temblorosa le contestó: “Su excelencia…, de repente me he sentido
mareada. Si usted me lo permite, deseo regresar a mi mesa”.
Peña Rivera continúa:
“Estaba pálida y los labios le
temblaban debilmente.
-Llévesela de mi presencia! –tronó imperioso el dictador a
don Próspero Mangoalto, cuyas piernas empezaron de nuevo a temblarle de miedo.”
“El Gran Componedor de la Patria se sintió desairado. Su
sensibilidad había sido ofendida grandemente. Su cólera se encendió con la
fuerza de una terrible explosión, y abandonó el salón inmediatamente. Estaba
agraviado”.
Las calumnias de rigor en contra de don Próspero no se
hicieron esperar. Peña Rivera nos cuenta:
“A la mañana siguiente la radio anunciaba que el hermano
del Dictador, protector y socio de don Próspero, se había excedido en la
confianza del Padre de la Patria y, contrariamente a su política de justicia,
se había dedicado a repartir tarjetas de influencias, amparado por su apellido
y vínculos fraternales con su Excelencia. Y que, además, el comerciante
Próspero Mangoalto, abusando de su amistad con el hermano del Gran Componedor,
violaba impunemente las leyes de impuestos, las leyes de tránsito, las leyes de
importación y cuantas leyes tenía el Código del Dictador que fueran aplicables
al caso. Por decreto, y con efecto inmediato, se destituía a las principales
autoridades de la provincia, incluyendo al propio gobernador, por no haberse
dado cuenta de aquellas anomalías y por no haber informado oportunamente a
Su Excelencia”.
Toda
la estructura de poder politico de esa region se vio sacudida por el
rechazo de una joven a bailar con el Jefe. Por otro lado, no debemos
olvidar que si alguna autoridad
de la provincia se hubiera atrevido a informar a Trujillo o a alguna
otra autoridad de
las anomalías en que incurría el hermano del dictador con socios tales
como don Próspero, ese individuo corría el alto riesgo de ser
detenido bajo cualquier pretexto y sometido a torturas, depravaciones o a ser
desaparecido, puesto que atreverse a plantear una queja en contra de un
hermano o hijo de Trujillo sin duda acarreaba las peores consecuencias: pérdida
del trabajo, ostracismo, cárcel, tortura o la misma muerte.
¿Cuántas
personas que ni siquiera estuvieron presentes en esa fiesta, incluyendo
al propio gobernador de la provincia, pagaron las consecuencias días
después por el simple rechazo a bailar de una joven?
Por suerte, parece que el Jefe estaba de buen humor pues esta vez ni el avivato de don Próspero ni ningún pariente
cercano de la audaz joven tuvieron que pagar con
algún suplicio físico, muerte o pérdida de la propiedad por la impertinencia de la
muchacha al rechazar los avances del Jefe.
Esas reacciones caprichosas y desorbitadas que perjudicaban
la vida de personas inocentes que no tenían nada que ver eran parte del estilo cotidiano de gobernar del
tirano, sus hijos y sus hermanos. Como todo en ese demencial reino de terror,
increíble y aberrante, pero cierto.
(También pueden leer más arriba Trujillo y las maeñas.)
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Obispo Reilly: el calumniado
Escrito por: Ángela Peña
Hoy.com.do
En
la semana del tres al nueve de abril de 1961 se inició para monseñor
Tomás F. Reilly un calvario de ignominias, humillaciones, burlas,
calumnias y acusaciones sólo detenido por el ajusticiamiento de
Trujillo, que le sorprendió preso en la Base Aérea de San Isidro de
donde lo sacó Joaquín Balaguer “salvándolo de toda venganza”.
El
siete de ese mes, las primeras páginas de El Caribe y La Nación lo
acusaron de ser orientador y artífice de un vasto complot terrorista que
comprendería destrucción del puente “Tenguerengue” y los incendios del
automóvil de un inspector del Partido Dominicano y del estadio deportivo
de San Juan de la Maguana.
Las “informaciones” ofrecían nombres y apellidos de presuntos colaboradores del sacerdote, sus fotos y detalles de las tramas como si un efectivo
equipo de detectives bien entrenados hubiese realizado minuciosas
investigaciones. Los pormenores fueron fabricados con singular maestría.
Trujillo creó esa falsedad para condicionar el ánimo general a aceptar
el encausamiento y la expulsión del combatiente cura, requerido por
Teodoro Tejeda Díaz, procurador fiscal del Distrito Nacional. Fernando
A. Silié Gatón, juez de Instrucción de la Primera Circunscripción, dictó
el auto en el cual se solicitaba el enjuiciamiento.
En
el ínterin, Reilly fue difamado diariamente por Radio Caribe y en el
“Foro Público” de El Caribe. “Bandolero de San Juan, gringo
inescrupuloso y ebrio, obispo al servicio del crimen, conspirador con
sotana, monstruo con sotana que nos ha enviado el Vaticano, servidor del
fascismo en la época en que esa doctrina dictatorial bañaba en sangre
al mundo”, fueron algunos de los miles de epítetos proferidos contra el
purpurado que había llegado a la República en 1948. Él y Panal, por ser
extranjeros y no tener parientes que pudieran ser afectados por el
régimen, asumieron principalmente el enfrentamiento contra la tiranía
aunque Trujillo atacó sin piedad a miembros del clero nacional.
Pero no sólo Reilly fue blanco del escarnio de los colaboradores del “Jefe”.
El 6 de abril, el padre Bernardo O’Connor, de la misma orden de los
Padres Redentoristas a que pertenecía Reilly, fue acusado de traficar
marihuana y otros estupefacientes. La inventada crónica recogía el
testimonio de una señorita cuyo nombre nunca se mencionó, que fue
ingresada a una clínica víctima de un ataque de “deliriun tremens”.
Calificaban a este clérigo de “maleante internacional que abrazó hace
años el sacerdocio para encubrir las más viles y escarnecedoras
actividades”.
Vincularon
a los padres Bartolomé Mantas, Daniel Olabarret Vicente, Jesús Molinero
Hazim y Bartolomé Fandos Martín en este comercio inexistente. El acoso y
las mendaces acusaciones provocaron la salida de algunos. El 14 de
abril partieron rumbo a Estados Unidos los sacerdotes John Luis
Schomberg y John W. Kelly.Reilly resistió. El 13 de abril turbas
trujillistas con pancartas pidiendo su salida del país atacaron su
vivienda y la casa curial y él debió refugiarse en el cuartel policial a
sabiendas de que los manifestantes eran protegidos y dirigidos por las
mismas autoridades.
Cada
día oradores trujillistas pedían la expulsión de Reilly. Los primeros
en pronunciarse en un mitin al que dijeron acudieron 25 mil personas,
fueron Víctor Garrido, Joaquín Garrido Puello, Camilo Suero Moquete,
Isaías Herrera Lagrange, Santiago Lamela Geler, Arturo Ramírez
Fernández, Víctor Garrido hijo, Pedro J. Heyaime, Francisco Valenzuela
Mateo, Flor Paniagua de Namnún, Víctor Manuel Montes de Oca, Yamil
Michelén, Austria Pérez, Federico Villalona, Manuel Danilo Piña, Milton
L. Rosa y Alejandro Montes de Oca, casi todos sureños que luego fueron
imitados por nativos de otros pueblos.
El
19 de abril, perseguido, amenazado, con un desfile diario de protestas
de empresarios, comerciantes, periodistas, funcionarios, hacendados,
maestros, jueces, pidiendo su extrañamiento del país, Reilly decidió
alojarse en el colegio Santo Domingo, de monjas, de lo que hicieron
mofas La Nación y Radio Caribe. Luego sería encarcelado.
Después del tiranicidio, ofreció con libertad su generosidad y amor
a la feligresía de San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán. Nacido
en Boston el 20 de diciembre de 1908, renunció en 1977 cuando cumplió
75 años. Al poco tiempo, aquejada su salud, se retiró a su provincia
religiosa en Estados Unidos donde murió el 21 de junio de 1992. Sus
restos se trasladaron a Santo Domingo el 26 de ese mes y el 27, luego de
una misa en
la Catedral, una caravana fúnebre los acompañó a San Juan de la
Maguana, donde reposan. Ese día el ayuntamiento local lo declaró de
“Luto Municipal” y colocó la bandera nacional a media asta.
Noticias
salían del SIM. El reconocido periodista Radhamés Gómez Pepín era
reportero de El Caribe en los meses en que se producían los ataques
contra Reilly y figuraba en las entrevistas con las autoridades
judiciales que lo encausarían. Cuenta que obedecía órdenes del director
de ese periódico. “No eran entrevistas, eran dictados”, significó.
Respecto
a las declaraciones de Trujillo narra: “Yo me ponía a tiro para que él
me viera, yo no hacía preguntas. Al final él me preguntaba: ¿Qué te
parece? Y yo respondía: Muy bien”.
En
el caso de Reilly manifestó que “eso lo llevaron escrito, y era
embuste, así como uno decía el Benefactor de la Patria sabiendo que era
mentira”. El ejercicio era
difícil. Gómez Pepín piensa que el documento acusando a Reilly pudo
haber sido fabricado por el Servicio de Inteligencia Militar, “pero lo
llevaba el director”. Cuando le llegó la nota de Reilly, debió
trabajarla.
“Yo
iba donde me mandaban”, afirma refiriéndose a las entrevistas con el
juez de instrucción. Pero él y sus compañeros estaban conscientes de que
todo era invención. “Y lo comentábamos discretamente. Imagínate, en la
redacción estaban Ferreras Manuel, Fefé Valera, eso era candela”.
Premio
a Trujillo. En este mismo periodo Trujillo anunció la instalación de
una refinería de petróleo que instalarían técnicos franceses, que no se
materializó entonces, y
también fue galardonado con el premio literario que ostentaba su
nombre, por la obra “Fundamentos y política de un régimen”. Recibiría
dos mil 500 pesos por haber escrito “el mejor libro” durante 1960, nada
menos que junto a Armando Oscar Pacheco, Pablo Rosa, Antonio Tellado
hijo y Lupo Hernández Rueda, seleccionados para otros premios por otros
géneros.
Manuel
A. Amiama, Ramón Emilio Jiménez y Manuel Valldeperes integraban el
Jurado del “Premio Generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina”,
que distinguió al
“Perínclito”. Le dedicaron artículos y editoriales destacando el valor
ideológico y pragmático, la claridad expositiva, profundidad ideológica,
política y doctrinaria de este volumen que, obviamente, nunca escribió
Trujillo.
A 50 años del celebrado homenaje nunca se ha revelado el nombre del verdadero ganador.
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NOTA: A continuación
reproducimos las humildes memorias de un habitante de la ciudad de Mao. Gracias
a que los editores de este portal (maoenelcorazon.blogspot.com) tuvieron la
loable idea de publicar las memorias de sus pobladores durante la “Era de
Trujillo”, hoy podemos acceder a muchas de las tristes experiencias que tuvo
esta comunidad durante el régimen de terror trujillista. Lamentablemente, otros
ciudadanos de otros pueblos no han tenido la misma iniciativa y en los próximos años, a medida que esa
generación vaya desapareciendo, perderemos valiosísimos testimonios populares de
las vivencias y tragedias de los pueblos y ciudades bajo la sanguinaria dictadura trujillista.
UNA
ETAPA SUPERADA QUE NO SE DEBE REPETIR
Por
Manito Santana
31
de mayo de 2011
Maoenelcorazon.blogspot.com
Hoy se cumple un año más del ajusticiamiento del tirano
trujillo (no se merece mayúsculas), tenía yo unos 13 años, me encontraba
jugando junto con mi entrañable amigo Miguelín Marrero en la galería de su
casa, cuando de repente se interrumpe la música en la radio y comienza a dar
esa considerada mala noticia (para los que ignorábamos la dictadura) de la
muerte del tirano.
Salí para mi casa corriendo y le dije casi llorando a mi
Mamá "mataron a..."; me tapó la boca y me dijo "cállate muchacho
e'porra, y deja de estar llorando'', ignorando yo la actitud de mi mamá, ya que
ella tenía conocimiento de quién era trujillo.
Al cumplirse los 9 días, durante la celebración de la
misa y a la salida de la Iglesia vi como personas jóvenes, mayores y ancianos
rodaban por el suelo con aquellos ataques emocionales por haber perdido al
"jefe". Todo esto en gran parte fruto del desconocimiento real de la
dictadura.
Al cabo de varios meses del tiranicidio, algunos
compueblanos comenzaron a destaparse y a poner a conocimiento a los demás de
los grandes daños hechos por trujillo y sus secuaces, siendo esto asimilado por
el pueblo que comenzó a perderle el miedo en parte a los sobrantes del
gobierno.
Nunca he olvidado cuando Papi Madera llegó a mi casa en
busca de su padre Nanito Madera quien se encontraba tomándose una cerveza y le
dijo que habían matado a Panchito madera (su hermano), hombre respetable de
Mao. Luego supe que trujillo lo envió a matar a su finca; lo dejaron por muerto
y lo remataron en el hospital de Santigo con una inyección letal.
Con mi actitud siempre de entrometido para la edad que
tenía, de “comeboca” siempre me quedaba oyendo conversaciones entre mayores de
mi familia y sus amigos. Así me enteré el por qué los apellidos Santana de Mao
tuvieron una etapa en que no eran aceptado en las milicias y una de esas
razones fueron la participación de dos de ellos en el famoso "Complot de
los Sargentos " durante los años de 1950. Este complot tuvo en gestación y
fue abortado al descubrirse. (Cabe ilustrar que el gobierno cubano de Batista
fue fruto de un complot de Sargentos.) Dentro de esos Sargentos estuvieron
Eladio Santana, (primo de Quinín) y Yigue Santana, hermano, famoso chofer que
viajaba Mao -Sto Dgo. Para conocimiento, el famoso Yigue operaba un tanque
de guerra.
También me enteré de la muerte de dos
hermanos de Mocha Santana por los años de 1930, opositores a trujillo y de la
prisión de Toñé Colón Santana (padre del conocido borracho), quien fue
torturado durante su prisión.
Parte de la familia Santana buscó la forma de
cambiarse el apellido por el temor al dictador.
Muerto el dictador, luego que el pueblo comenzó a reaccionar
fui conociendo a muchos hombres que estuvieron presos en la famosa
"40", entre ellos Mon Ramírez, quien recibió una tortura de unos 20
planazos con un "colín" (machete llamado así por su marca Collins)
sin derramar una lágrima de dolor, mostrando su valentía. Milet Haddad, a quien
conocí con los dos brazos rotos enyesados, fruto de las torturas; Tomás Matías,
Fulvio Felipe, Yoryi Morel, Pedro Felipe, quien murió en estado de demencia
provocada por los choques eléctricos recibidos. Recuerdo a otro señor de
apellido Sánchez (hermano de Nanito Sánchez, del Bar Cidra) quien perdió un ojo
víctima de los golpes.
Recuerdo la actitud de Manuel Rodríguez, profesor de
Cultura Física de la escuela Primaria, quien tuvo la osadía de embarrar con
"mierda" la estatua del jefe dentro de la escuela; esto le costó la
vida a un inocente aprendiz de mecánica, quien al cruzar por el frente de la
escuela en horas casi a oscuras fue tomado como ejemplo al colgarlo en la mata
de granada del patio.
Recuerdo la muerte de "Laíto" Rodríguez,
quien periódicamente era sirviente en el Samoa Bar, aparecido ahogado; también
al Profesor Pericles (familiar de Doña Consuelo, que tenía una escuelita frente
al parque), otro asesinado.
Los remanentes de la era de trujillo
quisieron mantener en zozobra al pueblo creando la famosa banda de facinerosos
llamada los "paleros", personajes sin escrúpulos dedicados a romper
casas de familias identificadas contrarias y a atacar a familias buscando la
manera de cometer crímenes como el caso de la Familia Ferreira, provocada para
esos fines; la residencia de Billy Bogaert la cual fue apedreada, así como la
de mi tía Mima Santana, víctima del mismo ataque, y otras mas no recordadas.
A partir de todos esos ataques, aparecen otros hombres
para combatir a esos maleantes, los llamados “contra-paleros”; estos eran
dirigidos por nuestro héroe maeño Ledesma Colón, quien nos sirvió de
garantías, arriesgando su vida a cambio de que nosotros pudiéramos volver a
nuestra vida cotidiana perdiendo el temor de transitar por las noches ya que
estos "paleros" nos provocaban un "toque de queda "
indeseado.
Ledesma Colón posteriormente peleó en la
Revolución del 65, ofrendando su vida por obtener la Democracia que hoy
disfrutamos.
Estos son algunos recuerdos de aquella famosa
"ERA" donde también estoy recordando algunos de nuestros luchadores
que se dieron por entero por ver un cambio en nuestro país, que hemos visto
lograr, instalándose con el tiempo la Democracia, si bien no completa y de
inmediato, pues el país tuvo que sufrir todavía doce años aciagos, por lo menos
sin persecuciones, pero esa es otra historia.
Por tal razón, creemos que estos hombres
merecen ser honrados y ¡qué mejor manera que erigir un Monumento
para recordarlos eternamente y que la nueva generación conozca la historia de
nuestros Héroes!
Debemos dar ese paso gigante y así les demostramos
agradecimiento por su lucha heróica y desinteresada.
Publicado
por Isaías Ferreira Medina
31
de mayo de 2011
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Juancito
Rodríguez recordado por su hija
Escrito
por: Ángela Peña
11
de diciembre, 2009
Hoy.com.do
Mientras estuvo en el país durante la tiranía, representó
una gran frustración para Trujillo que no podía matarla por su oposición
furiosa pues a cada instante emisoras cubanas y venezolanas pasaban un mensaje
interpelando: “¿Dónde tiene Trujillo a la hija del general?”.
Juancito Rodríguez, el hacendado más grande de la
República, propietario de fincas ganaderas, de cacao y plátanos en Constanza,
Barranca, Rancho Viejo, Los Guayos, Jima Arriba y Jima Abajo, Tamarindo y Las
Canas, ganó ese elevado rango en los primeros meses de su largo exilio cuando
patrocinó la abortada expedición de Cayo Confite, para la que también se
entrenó.
Pucha y sus hermanos José Horacio, Juan Porfirio y Elvira
quedaron solos en los predios pues ya en 1935, un año antes del rompimiento de
su padre con el dictador que prácticamente le obligó a aceptar las funciones de
senador y diputado, había muerto María Vásquez López, su madre.
Fue bautizada María Mercedes pero pocos la reconocerían por esos nombres.
El dolor endureció su carácter en aquellos tenebrosos años en que debió ser
soporte familiar cuando el sátrapa mandó a allanar las propiedades del
aguerrido exiliado y más de 15 mil cabezas de ganado huyeron despavoridas, la
guardia tumbó las puertas a fuerza de
carabinas, asesinaron a “Polo” y a “Emiliano”, el ordeñador y su ayudante,
amenazaron y apresaron al personal que
dejaron con vida. “Era el desastre. Es una película que todavía no me deja
dormir”, cuenta la intrépida mujer, sufrida, itinerante, hoy sumida en
precariedad contrastante con la opulencia de sus primeros años cuando los
“Packard”, “Ford”, “jeeps” rurales y
otras marcas de autos de su padre eran novedad en los años 20.
Gritó “¡salvajes!” a los guardias que le
arrebataron al tío Julio que esputó sangre cuando lo torturaron en la Fortaleza Ozama y murió
de la tristeza que le ocasionaron el confinamiento de sus hijos en la isla
Beata y los crímenes y persecuciones contra los Rodríguez.
“El Jefe viene”, le dijeron en la puerta de
la prisión en la que salvajemente golpearon al anciano de casi 70 años.
“¡El Jefe de usted, no mío!”, corrigió al soldado.
La confinaron a Moca cuando ya había terminado la carrera
de medicina y sólo tenía pendiente la tesis. Vigilada, la capturaron frente
al Convento de los Dominicos y la introdujeron a forcejeos en un “cepillo” del
SIM. “Dígale a su Jefe que no sabía que yo era tan grande que él y yo no
cabíamos en la ciudad”, increpó a sus verdugos y al pasar por el restaurante
“El Ariete” voceó a los transeúntes: “¡Aquí me llevan, si me pierdo, ya saben!”
La casa de otro tío, Doroteo, fue su cárcel. Pasó tres
años encerrada, incomunicada, hablaba por señas con los vecinos y enviaba notas
a Carmen Natalia Martínez Bonilla dentro de un lápiz labial. Sufrió lo
indescriptible cuando envenenaron a Doroteo.
El 10 de abril de 1950 logró irse a La Habana luego de
una visita del embajador “Butler”, de Estados Unidos, a su padre, anunciándole
su interés en “pacificar el Caribe” y la solicitud que haría a Trujillo de que
dejara salir a su familia y a los sobrevivientes de la expedición de Luperón,
de 1949, que Juancito también apoyó económicamente.
La alegría de volver a ver al progenitor, de continuar
los estudios de medicina y ejercerla, se esfumó con la muerte de Alcedo, otro
tío que un día decretó que iba para su casa a morirse y le sobrevino un
infarto. Como a Julio, las
arbitrariedades del régimen le afectaron.
En 1959 Trujillo asesinó a su hermano José Horacio,
expedicionario de Maimón, y el 19 de noviembre de 1960 se suicidó su padre.
“Perdió toda esperanza de volver, no tenía un centavo, le habían matado a su
hijo. Embargado por la tristeza, se pegó un tiro”.
El relato de Pucha se hace extenso por el incontenible
llanto que producen tantos recuerdos lúgubres.
Lo que vi. Es la
única de los hijos de Juan Rodríguez García y María Vásquez López que nació en
Moca, el 11 de Julio de 1922.
Los demás vinieron al mundo en Barranca. A los siete años
leía y escribía y a los once fue ingresada en el colegio Inmaculada Concepción,
de La Vega, hasta graduarse de
bachiller.
“La Pusha”, como le llamaba una religiosa española, fue
abofeteada por “la madre Sención del Buen Pastor” cuando declaró frente a sus
condiscípulas que todos los Trujillo eran unos ladrones.
Fue el discurso que aprendió a escuchar de su padre, por
lo que “mamá vivía prendiendo velones”.
Es historiadora, genealogista, escritora. políglota.
Conoce defectos, virtudes, secretos del exilio antitrujillista en Cuba,
Venezuela, Puerto Rico, México, Nueva York, lugares donde vivió mientras estuvo
vigente la tiranía.
Narra la vida familiar, política y otras facetas de su
padre que pocos conocen, como las causas de su ruptura con Fidel Castro, los
trabajos y enfermedades de sus últimos años, su negativa a otros complots que
no fuera el atentado personal contra Trujillo, el suicidio...
Pucha casó con Horacio Julio Ornes Coiscou, sobreviviente
de Luperón, el 27 de octubre de 1956. Procrearon una hija: Ileana María.
“La grandeza de mi padre nada más la conozco yo. No se
quejó, no se arrepintió de lo que hizo. Pasé una semana fuera de mi mente tras
su muerte.
¿A qué grado de dolor y desesperación llegó para llegar a quitarse la vida, un hombre de tanta
fortaleza?”, pregunta. Y agrega. “A veces me desvelo. ¿Cómo se borran cosas tan
grandes?”.
Gracias a su memoria privilegiada, lúcida, podrá revelar
tanta historia ignorada en un libro que ya tiene título: “Lo que oí, lo que vi,
lo que viví”.
En síntesis
General Juan Rodríguez García (Juancito)
(Moca, 1886) era
uno de los hombres más ricos del país. Junto a su hermano Doroteo, participó en
la política en el bando de Horacio Vásquez. En 1930, temiendo sufrir
represalias contra su familia, aceptó la postulación como senador del partido
del dictador en ciernes. En 1935 se resiste a firmar la condena del entonces
diputado Miguel Angel Roca. En el 1946
tuvo que exiliarse por no
conseguir apoyo dentro del país en su lucha contra el régimen y
participó en todas las expediciones libertarias.
NOTA: Hemos incluido a 5 de los 7 muertos en este trágico episodio
de la sufrida familia Rodríguez en BREVES
(asesinatos varios) de la sección MÁS CRÍMENES. Los otros dos casos no inclluidos en esa sección son el suicidio de don Juancito y la muerte violenta de su hijo en la expedición de Constanza y Maimón porque todavia no sabemos si este cayó abatido en pie de lucha o asesinado a mansalva.
También pueden leer el
homenaje a don Juancito Rodriguez García en la sección OPINIÓN.
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EXTRACTO
Guido
D’Alessandro estaba casado con Josefina Ricart, hermana de la primera
esposa de Ramfis Trujillo, Octavia. Por esta razón necesariamente
pertenecía al círculo social de Ramfis. En esta entrevista concedida a
Wendy Santana narra cómo fue que él rompió con el régimen y pasó a
militar en las filas de la resistencia. Su tío Manolo Tavarez Justo ya
había tratado de reclutarlo varias veces. Cuando después
descubren el Movimiento 14 de Junio, del cual Guido (Yuyo) D’Alessandro
fue uno de los fundadores, Guido se esconde en la casa de una familia
italiana y después logra salir del país en un barco disfrazado de
turista con el pelo teñido de rubio. Desde Nueva York se dedica con otros exiliados a denunciar los atropellos de la dictadura trujillista. En
represalia por sus actividades, el régimen le mata a su hermano de
veinte años, Aldo. Lo detienen supuestamente por exceso de velocidad y
en la cárcel lo eliminan.
Años después, el gobierno de EUA desclasificó un
documento que había sido enviado por el Jefe de Misión de la embajada
norteamericana, Henry Dearborn, al Departamento de Estado sobre la orden de Trujillo de que no mataran
a Guido sino que se lo llevaran vivo a RD. O sea que Trujillo
tenía planes de matar a Guido también pero, como a Galíndez, primero quería
torturarlo, pues Trujillo se tornaba todavía más sádico cuando se sentía
traicionado por uno de los suyos dado que el padre de Guido habia sido un ejecutivo de Trujillo. Ver en la sección EN SU MEMORIA (parte abajo) la
copia del documento desclasificado enviado por Henry Dearborn al Departamento
de Estado.
A continuación un extracto del artículo La hora de la ruptura publicado en el Listín Diario el 26 de julio, 2010:
Esta
amistad llegó a su fin cuando Yuyo se armó de coraje la segunda vez que
Ramfis lo invitó a presenciar la matanza de “rebeldes”, y le hizo saber
que no estaba de acuerdo con ese sistema.
“Mira,
ustedes son militares y nosotros somos civiles; ustedes están en guerra
y tienen sus códigos militares y sus escoltas; yo no. ¿Quién me
defiende a mí? Yo le sirvo a tu papá en el sector económico, sólo eso.
Yo era funcionario del Banco Central, técnico de estudios económicos, y
además le dije que era católico”, recuerda Yuyo que le comentó a su
amigo.
Para completar la escena, agrega que la reacción del hijo de Trujillo fue la siguiente: “¡Llévenselo!, ¡Tránquenlo!
De inmediato cumplieron las órdenes; lo
pelaron a coco y lo llevaron a la cárcel para oficiales de San Isidro,
donde permaneció durante cuatro días atento a agua y a los pastelitos
que le llevaban algunos militares violando la orden de no darle nada.
Esos
mismos oficiales de la entonces llamada Aviación Militar Dominicana lo
despidieron con un abrazo al ser liberado al cuarto día De igual
modo, Ramfis mandó a trancar a los otros amigos que estaban ahí ese día,
tras presumir que pudieran estar pensando igual, pero los liberó al día siguiente.
“Yo
me salvé porque Tunti Sánchez, que era muy amigo mío, le dijo a Ramfis
que yo era un pendejo y que no iba a hacer nada. Tunti me protegió y advirtió: No hables, yo te conozco, si tú hablas te vas a joder; ¡nadie te va a salvar! Y por él estoy vivo”.
Fernando
Sánchez hijo (Tunti Sánchez) era, en esa etapa del 1959, el Jefe de la
Aviación y Ramfis era el jefe de Estado Mayor conjunto de todas las
armas nacionales (Marina, Ejército y Aviación).
LA OBLIGACIÓN DE LOS AMIGOS DE RAMFIS
Relato que hace Guido D’Alessandro al LISTÍN
Ramfis
Trujillo se hacía acompañar de sus amigos para realizar los
fusilamientos y en esa segunda ocasión en que me invitó – yo no podía
decir que no, porque me mataba- estaba el pizarrón lleno de nombres:
muertos prisioneros y faltantes; nombres y apellidos, ¡mucha gente!
Había muchos prisioneros, yo fui invitado junto a Enrique Font Faxas y Ramfis nos dijo: “Miren en el pizarrón lo que hay, acérquense para que vean”.
“Yo
no dije nada; Enriquito tampoco. Yo sabía a lo que venía. Yo no era
trujillista, pero si me desvinculaba de esa familia me pescaban.
Dejamos
de ir a la aviación y nos llamaron por eso. Nos dijeron escojan a los
hombres, los próximos.... Y dijo Ramfis, ¡Llévenlos al hospital a ver el
cadáver de Jiménez Moya (Enrique Augusto Jiménez Moya) y a los demás
prisioneros.
¡Mierda!, expresa Yuyo al rememorar lo duro que fue ese momento- y sigue el relato: “Subimos,
vimos cuatro prisioneros; habían dos amarrados, como que lo iban a
fusilar. Era un periodista de apellido Mejía y el otro un puertorriqueño
ciudadano americano, César Francisco Larancuent. Habían otros en la
cárcel, entre ellos el moreno que sale en la foto de la silla eléctrica
(José Mesón) y él le dice a Tunti Sánchez, suéltame que no tengo fuerzas
para escaparme, ¡me duele mucho! También llegó a decirle a
Trujillo, jefe, jefe, nos han engañado, y no quiso perdonarlo! Esto
último me lo contó Tunti después, muchos años después.
El pensamiento de Ramfis en ese momento era que había que fusilar a todos los traidores.
“Hay
que fusilar a todos estos hijos de la gran puta, ¡traidores!, si no, yo
me quito esta barra”, habría expresado delante de su padre como una
forma de demostrarle su hombría.
Wendy Santana
Listindiario.com.do
26 de julio, 2010
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IMPORTANTE: Ver en la sección EN SU MEMORIA
(parte abajo) el documento desclasificado de la CIA el cual revela que
Trujillo había dado la orden de que no mataran a Guido D'alessandro en
Nueva York por sus denuncias contra el régimen sino que se lo llevaran vivo a RD (igual a lo que hicieron
con Galíndez), obviamente para torturarlo antes de matarlo. Esto, a
pesar de que Guido era hijo de uno de sus más estrechos colaboradores.
Trujillo no soportaba lo que él consideraba una traición a su persona de parte de uno de los
suyos.
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EXTRACTO
NO SE OLVIDEN DEL JEFE
En agosto de
1955 un grupo de abogados de Santiago organizó una cena en el Hotel Matún de esa ciudad en
honor a un distiguido colega, el Dr. Federico C. Alvarez, por sus 40 años de
servicio en el ejercicio de su profesión y de contribución a la comunidad. No era en absoluto una reunión de índole
política, pero para evitar problemas, los organizadores pidieron el debido
permiso a las autoridades locales y hasta invitaron a un gran número de altos
funcionarios del gobierno por lo que el evento llegó a contar con 110 invitados,
incluyendo a legisladores y juristas. Dos de los oradores, el anfitrión
(Eduardo Sanchez Cabral) y el homenajeado cometieron el grave error de no
mencionar el nombre del Generalísimo ni sus grandes proezas en sendos discursos.
Pero peor ultraje fue cuando los funcionarios presentes permitieron que este grave
descuido pasara inadvertido sin elevar sus dramáticas protestas.
Uno de los
altos funcionarios presentes, el senador Nicolás Sosa, le escribió esa misma
noche una larga nota a Trujillo informándole sobre la vergonzosa omisión
cometida en el fatídico evento. Dicho informe de Sosa fue publicado en el
periódico del Jefe, El Caribe, y en
pocas horas todos los empleados gubernamentales que habían asistido al evento, unos 40 empleados (two scores), fueron sumariamente despedidos de sus cargos. Además, dos
senadores y varios diputados tuvieron
que renunciar a sus curules.
Pero
las
repercusiones no se quedaron ahí. En los siguientes días, la indignante
omisión
se convirtió en un inmenso escándalo público conocido en todo el país.
Bajo la
dirección personal de Trujillo, se escribieron editoriales atacando a
los
participantes del evento en términos injuriosos, difamando a los
funcionarios con acusaciones tales como borracho, embustero,
sietemesino, descendiente de negros, etc.,
incluyendo dos editoriales de primera plana en contra de su viejo
colaborador
Rafael Vidal, sin importar que éste hubiera desempeñado un papel clave como el cerebro que tramó el ascenso de
Trujillo al poder en 1930. Según se deduce, lo que más insultó al Benefactor fue
que Vidal ni protestara en el momento ni que reportara la grave afrenta hecha
al Benefactor. También se publicaron las cartas de los infractores retractándose y
pidiendo merced.
Además, se
tuvo que organizar en Santiago un evento público para enmendar el serio agravio
hecho al Jefe con una multitud de unas 50,000 personas, según los periódicos,
que vitoreaban la figura del Generalísimo. El vice-presidente Joaquín Balaguer trató
de reponer la falta con el encendido discurso alabancero de rigor, entre otros locuaces oradores. Ya sea por temor a quedarse
peligrosamente rezagados o por "sugerencia" del propio Benefactor, pocos días después de la
manifestación en Santiago, los funcionarios de la ciudad capital también
organizaron una manifestación masiva de desagravio al Perínclito en la capital.
Semanas
después la tempestad continuaba. Se organizó una purga pública. El
Partido
Dominicano estableció un “Tribunal de Honor” para juzar la conducta de
los
acusados. Este juicio fue difundido en primera plana por todos los
periódicos,
con muchas fotos del humillante proceso cuasi legal con mea culpas,
indagatorios, retractaciones,
fotos de los cabizbajos, etc. Tal como era de esperarse, los
funcionarios fueron expulsados del Partido Dominicano. Ya que era
obligatorio en todo el país ser miembro del Partido Dominicano, estos
funcionarios se quedaron sin el carnet del partido, por lo que les era
imposible
conseguir un pasaporte, trabajar para el gobierno y muy difícil
conseguir
trabajo en cualquier lugar. Además, como era requerido legalmente portar
siempre el carnet del Partido, estaban expuestos a ser apresados en la
calle por
la policía o los militares.
Después de numerosas cartas pidiendo clemencia y humillaciones públicas, con el
tiempo Trujillo los fue perdonando, devolviéndoles sus prerrogativas. Esta era
la manera en que Trujillo castigaba y humillaba para después perdonar (si le daba la
gana) como parte de su cruel juego de control psicológico. Agradecidos de que esta vez no corriera sangre, los indultados quedaban todavía más
anulados moral y mentalmente ya que le estaban endeudados por salvarlos
con una mano del injusto atropello que el mismo tirano les habia
propinado o les pudiera propinar con la otra mano. Esto
también servía como advertencia a otros para que no incurrieran en
semejante transgresión
como la de atreverse a ignorar al Benefactor de la Patria en un evento
social, aunque sea privado.
Este capítulo, grotesco y humillante pero a la vez típico de la dictadura, generó una frase popular
en Santo Domingo por muchos años que a menudo se usaba para advertir a las personas a que tomaran las debidas precauciones antes de actuar y así evitar consecuencias adversas: “Acuérdate del Matún”.
Trujillo: Little Caesar of the
Caribbean
Germán Ornés
Págs. 10-12
(Paráfrasis
de la traducción del texto)
La cena del Hotel Matun
José Abigaíl Cruz Infante
Listín Diario
Para más ejemplos de abusos caprichosos por parte del Benefactor y su familia pueden ver los siguientes cuatro artículos y también el artículo en la sección CULTO-EGOLATRIA titulado Los deportes en la "Era de Trujillo" sobre la atrevida yegua Dicayagua. También el extracto más arriba: Todo por un desaire al Jefe, así como varios ejemplos de abusos en la sección VARIOS y en todas las secciones de este portal.
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EL FORO PUBLICO
A
continuación copiamos varios recortes de periódico. Son ejemplos de los
usuales comentarios que Trujillo hacía (siempre usando un seudónimo) en
el
tenebroso Foro Público de su periódico La Nación y después, en El Caribe,
columna en que el dictador acusaba, insinuaba,
difamaba o se burlaba de funcionarios, empresarios o familiares de algún
antitrujillista. Ser criticado por Trujillo en este foro, aún cuando se
usaba un tono
casual y hasta jocoso como en los siguientes casos, anunciaba serias
consecuencias: era el preludio a un despido, al aislamiento social
(ostracismo), un “accidente” o desaparición, a menos que el aludido
respondiera reconociendo su "error" y pidiera clemencia para ver si con
suerte escapaba a las represalias por su supuesta falta. Cuando no era
Trujillo el que escribía personalmente el comentario en el Foro Público bajo un seudónimo, entonces Trujillo indicaba a quien habia que atacar y como para que otros lo escribieran, pero, obligatoriamente el Jefe siempre tenía que darle el visto bueno a la nota antes de que fuera publicada, según lo cuentan varios de los funcionarios, entre ellos, César Saillant, secretario de Ramfis Trujillo por seis años. Noten abajo que al final del primer comentario, el Benefactor los difama insinuando que habrían amanecido borrachos o jugando en uno de los casinos.
En
el breve comentario que sigue, el dictador practicamente anuncia que el
diputado aludido será removido de su cargo (los diputados eran
nombrados por Trujillo), enmascarado como una renuncia tácita de parte
del diputado. Lo de la guayabera era sencillamente el pretexto trivial
para que el diputado "renunciara" sin mencionar el verdadero motivo.
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Las angustias de los músicos en las fiestas de los Trujillos
Luis
Alberti fue el destacado director de orquesta preferido por Trujillo.
Su “Orquesta “Santa Cecilia”, luego renombrada “Generalísimo Trujillo”,
se convirtió en la orquesta personal del dictador, la cual tocaba en
todas las fiestas y eventos importantes del Jefe casi desde 1930 hasta
1961. Por ser un hombre sumamente reservado, no dado a las expansiones
verbales ni a las exageraciones, además de que siempre fue trujillista
(por lo menos publicamente), no dudamos en absoluto del incidente que
nos cuenta su hijo en su articulo No todo fue color de rosa (ver diariolibre.com). Además,
no hay razones para dudar porque ese tipo de abuso peligroso y
prepotente no era nada sorprendente en los Trujillos y su camarilla.
Para acortar, sustraimos sólo algunos párrafos de este interesante articulo:
"Resulta que en la casa de Nene Trujillo se celebraba el cumpleaños de alguien de la familia, y todo transcurría con normalidad, como siempre sucedía en tantas fiestas de este tipo, hasta que al Sr. Rubirosa se le ocurrió solicitar a los músicos una pieza que había pasado de moda hacía mucho tiempo y, por tanto, la orquesta no la tenía en el repertorio. De nada le valió a mi padre, con todo el
respeto y la precaución que mandaba el momento, luego de pedirle
excusas, indicarle que ellos buscarían en sus archivos para tener lista
la pieza para la próxima ocasión. El hombre masculló algo entre dientes, y aparentó que había aceptado las razones, aunque dio la impresión que no había quedado conforme.
En el momento
en que la fiesta está en su clímax, y los tragos están haciendo su
efecto sobre los fiesteros, se procede a tocar uno de los merengues de
loas al dictador. Todo el mundo baila, y cuando se termina la pieza, uno de los perros de presa de
Ramfis abraza a Rafael Colón, y se lo lleva por uno de los pasillos de
la casa donde nadie lo veía. Pedro Tejeda, el trombonista de la
orquesta, se va detrás sin que lo vean, y observa aterrorizado cuando
este señor le propina varios maquinazos a Rafael, quien cae al suelo en
un baño de sangre. Inmediatamente, Pedro va donde mi padre, y le dice: "Luis, allí están matando a Rafael". Mi padre va al sitio que Pedro le señala, y encuentra
a Rafael en el piso y al militar con su pistola en la mano, arrodillado
a su lado. Cuando mi padre le increpa por lo que está haciendo, este
señor le pone la pistola sobada en la cara a mi padre, y le dice: "Luis,
tú y yo somos amigos, pero por Ramfis yo hasta a mi padre lo mato".
Eso
creó un malestar muy grande entre los músicos de la orquesta, porque
sabían que de ahí en adelante no se sentirían seguros, aparte de tratar
de apaciguar a Tapacán, que era hermano de Rafael, y quería ir a tomar
cuentas.
Pedro aprovecha un descuido de estos señores, y monta a Rafael en la guagua de los músicos y le dice al chofer, que era de mucha confianza, llévate a Rafael para su casa en San Cristóbal, y no te detengas por nada ni por nadie.
Transcurrido el tiempo los militares notan la ausencia de Rafael, y comienza un interrogatorio para saber dónde está. De los músicos, el único que lo sabe es Pedro Tejeda, y calla, porque piensa que donde esté lo van a buscar para matarlo, y por esta razón se mantiene en silencio.
Incómodos porque no aparece Rafael, los músicos son llevados al patio y puestos frente a una pared, donde el gran "moralista"
Porfirio Rubirosa les da una cátedra de moral, y les reprocha a los
músicos que no sirven para nada, y que él lo que debería hacerles es
aplicarles la fusta para que sepan de respeto.
Luego
aparecen varios guardias con ametralladoras y fusiles, y se paran
frente a los músicos como cuando se va a ejecutar a las personas."
Por suerte parece que recapacitaron y obligaron a los músicos a tocar de nuevo hasta que terminó la fiesta.
Por
este tipo de tensión peligrosa que tenían que soportar los músicos en
el medio ambiente de los Trujillos, Luis Alberti cayó en una gran
depresión, su diabetes empeoró y finalmente renunció a su profesión de director de orquesta. Su hijo, Irving Alberti Tio, termina su articulo ("No todo fue color de rosa") observando que "luego
de la partida de los Trujillo, mi padre se fue recuperando
paulatinamente de la depresión, hasta volver de nuevo a su estado
normal".
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RESUMEN DE ENTREVISTA
(Otro ejemplo de la prepotencia que reinaba)
El estilo caprichoso de gobernar: Por una palabra
El famoso músico y compositor Rafael Solano comenta que él
podría escribir un libro sobre las interminables anécdotas desagradables que
presenció cuando él y su orquesta tenían que tocar para la familia Trujillo. Entre
varios breves relatos de las arbitrariedades de Trujillo que Solano relata,
transcribimos aquí una en que para la fiesta de quinceañera de Angelita en la
Hacienda Radhamés, Solano y su orquesta fueron citados para que tocaran a las 4
p.m. Los personeros de los Trujillos aceptaron que tocarían sólo hasta las 9 p.m. porque
la orquesta de Solano tenía un compromiso en el Hotel Jaragua para un espectáculo
especial. Señala Solano que esa concesión fue algo raro en ellos porque siempre
había que tocar hasta la hora que los Trujillos quisieran. Al llegar las 9 p.m., cuenta
Solano, ellos recogieron sus instrumentos y dejaron tocando en la tarima a la orquesta
del ejército.
Pero en el espectáculo especial del Jaragua, la orquesta de Solano
sólo llegó a tocar un set porque arribaron tres carros con gente de Trujillo que
les dijeron “¡vayan otra vez a la estancia a tocar!”
sin explicación. A pesar de que “El Patio Español” estaba lleno de gente,
tuvieron que abandonar la tarima y volver a la estancia de Trujillo. Cuando
llegaron a la estancia, encontraron la tarima completamente vacía, lo que
sorprendió mucho a Solano.
Después, Rafael Solano se puso a preguntar por qué de
repente quitaron la orquesta del ejército y un camarero le contó: “Trujillo se
le paró de frente a ver la orquesta tocando y el pobre cantante, nervioso,
trabó la letra y eso fue suficiente para que Trujillo dijera: ¡Eso no es así! ¡Esa letra está equivocada! ¡Saquen a esa orquesta de aqui, que se vayan, y que busquen a
Morel de nuevo! (Morel era el cantante de Solano.) Tuvieron que sacar a los
guardias, pero rápido, salgan, y fueron a buscar a Morel. Yo no sé que pasaría
en "El Patio Español" porque el sitio estaba lleno. Con una orden nada más, un
comentario ¡Esa letra no es así!”
(En esta entrevista Rafael Solano también comenta, entre
otras cosas, lo difícil y escabroso que era tratar de obtener un pasaporte para poder
salir del país aunque fuera para un viaje corto. Ver sección CONTROL)
Serie:
Artistas en la dictadura de Trujillo
Entrevista
de Luchi Lora al maestro Rafael Solano (Parte 1)
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EXTRACTO
A la cárcel por no tomarse un trago
Este es un extracto de un artículo en el Listín Diario
titulado No quiero ni recordar que le canté a esa gente sobre las
experiencias del famoso cantante Joseíto Mateo como cantante en la orquesta
privada de Ramfis Trujillo.
“Un 31 de un mes que no recuerda, Joseíto ya llevaba
cinco días tocando sin descanso en las diferentes actividades que el régimen le
agendaba. Estaban en Boca Chica y los músicos se caían del cansancio.
“Estos músicos
están muy lento, denle un trago largo de whisky puro”, reclamó Ramfis.
La idea era que cada oficial se bebiera de un solo sorbo
toda la bebida y pusiera el vaso boca abajo.
“A Joseíto, que es
un greñú –buen cantante–, déselo más largo”, ordenó Ramfis.
El cantante dio unos pasos hasta quedar frente a Ramfis,
y le dijo [no dudamos que respetuosamente ya que Joseíto no era ni loco ni arrogante]: “General, yo no puedo tomar ese trago”. Puso el vaso en la mesa y
todos los presentes quedaron paralizados. En ese momento fue que Ramfis ordenó
su encierro. Se le acercó un capitán de
apellido Nolasco, un negro fuerte, y lo levantó por el cuello del traje
mientras en la otra mano llevaba una ametralladora.
“¡Cuidado!”,
advirtió Ramfis, enviando en un mensaje de que no lo fuera a asesinar. Nolasco
entonces lo dejó caer y lo empujó en el suelo.
Lo montaron en un jeep del Ejército y lo llevaron
arrestado por cinco días a un puesto de guardia en la entrada de Andrés, Boca
Chica.
Al amanecer le quitaron la soga, pero lo dejaron por
cinco días allí. Como castigo también le rasparon la cabeza, las cejas y el
bigote.
No
quiero recordar que le canté a esa gente
Fernando
Quiroz
Listíndiario.com.do
http://www.listindiario.com/la-republica/2010/5/30/144055/No-quiero-ni-recordar-que-le-cante-a-esa-gente
En otro largo artículo que ahora no encontramos y que toca ese mismo incidente, Joseíto Mateo recuerda que su encarcelamiento fue indefinido pero que salió mucho antes porque cuando la novia de Ramfis, Lita Milán, supo de su encierro, se compadeció de él, fue a la cárcel a preguntar por qué lo tenían encerrado y después fue a pedirle a Ramfis que lo soltaran. Así se hizo a los 5 días debido a que Ramfis para entonces estaba decididamente enamorado de Lita Milán.
Si bien lo siguiente no es
exactamente la misma situación puesto que el trago que les dieron a los musicos era para darles energía, no era un brindis (Joseíto Mateo no quiso tomar el
trago porque estaba exhausto y sabía que su cuerpo no lo aguantaría),
podemos mencionar brevemente como situaciones similares dos casos que el historiador Bernardo Vega cita en su libro La vida
cotidiana dominicana. Se trata de dos peligrosas detenciones por razones
caprichosas: Uno es el caso del sargento Francisco Rodríguez quien, según los
documentos de la policía, se encontraba detenido porque se había rehusado a
brindar por Trujillo en el Hotel Jaragua o otro es el caso del antitrujillista
Ostacilio Peña Páez quien en 1943 se negó a tomar parte en un brindis por la
salud del ilustre Jefe y por esto fue detenido y llevado a la Fortaleza Duarte.
Además, otras fuentes indican que le negaron el exequátur en el momento de graduarse de abogado por lo que no pudo
ejercer su profesión durante el régimen. El artículo menciona estos dos casos brevemente por lo que no indica si estas dos
personas fueron torturadas en prisión (ver artículo Trujillo nunca permitió libertad de expresión por Santiago
Castro Ventura, hoy.com.do).
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CUIDADO CON LAS OFRENDAS A LOS DIOSES
El
Castillo del Cerro fue una mansión de cinco pisos construida exclusivamente
para el dictador como regalo del Partido Dominicano por iniciativa del
presidente del único partido político en el país y primo del dictador, Virgilio
Álvarez Pina. La edificación, que costó en 1949 US$5 millones de dólares (hoy
unos US$45 millones), es mucho más impresionante por dentro que por afuera. El
periodista Roberto Lebrón lo describe:
“Sus habitaciones-salones están decorados al
estilo barroco, pero con una excesiva carga de elementos y figuras, algunas
evocando la mitología universal.
Cada nivel tiene una decoración distinta,
algunos con exótico mármol rosado y verde, especialmente traído de Italia. La
actual decoración es original, sus escaleras de granito, su piso de mármol de
carrara y sus puertas de caoba, los componentes de sus 18 baños y el mobiliario de la capilla son originales.
En la sala para ritos católicos, en el
segundo nivel, se conservan intactos el sagrario y el confesionario y los
bancos. Lo único no original son dos cuadros de la Virgen de las Mercedes y del
papa Juan Pablo Segundo. Hay también
allí detalles que ponen de relieve los vínculos del Jefe con la
masonería.
Tiene salones diversos, entre ellos para
fumadores, para bailes con orquesta, además de la suite del Jefe y habitaciones para María Martínez, Rafael Leonidas,
apodado Ranfis, Radhamés y María de los Ángeles del Sagrado Corazón de Jesús,
alias Angelita.”
Algunos cronistas señalan que, en
su momento, las perillas de las puertas (en caoba labrada) y las manijas de las
bañeras, lavamanos, etc. eran de oro además de que en algunas paredes y bordes también
habían incrustaciones de oro. El comedor privado tenía plasmado un mural del
famoso pintor-muralista español Vela Zanetti titulado “Fiesta Campesina”. El castillo consistía de 30 habitaciones más 15 cuartos de baño.
A
pesar del costo, los lujos, los detalles y la magnitud de la estructura,
Trujillo quedó totalmente decepcionado, cosa que les hizo saber a los presentes
en el mismo momento en que los altos funcionarios del Partido Dominicano, orgullosos
y serviles, finalmente le presentaron su regalo en noviembre de 1950. Conste que el Ing. Gazón, don Virgilio Alvarez Pina y otros directores de la obra siguieron al dedillo las muchas "sugerencias" por teléfono y en reuniones sobre los detalles en el interior de la construcción que María Martínez y el propio Trujillo habían emitido durante la construcción de la obra. Se dice que tuvo mucho peso en su reacción los comentarios burlones de las amigas de María Martínez sobre el aspecto exterior del edificio cuando ellas habían ido a ver la mansión días antes, lo que no sorprende puesto que Trujillo era sumamente sensible a la opinión de los demás.
El
desagrado del dictador no tardó en hacerse sentir. El arquitecto de la obra, Ing.
Henry Gazón Bona, originalmente de Francia, quien había
diseñado o construido muchas de las edificaciones levantadas durante sus años en RD (entre
ellas el Monumento a la Paz de Trujillo), tuvo que salir del país para poner
larga distancia entre su vulnerable cuerpo y la ira del tirano refugiándose en Canadá. A pesar de que habia sido designado oficial del ejército
dominicano para que el Estado le pagara su sueldo como arquitecto, Gazón nunca más regresó a
RD. Virgilio Álvarez Pina fue sumariamente destituido como presidente del PD y
Vela Zanetti quedó excluido de todo proyecto gubernamental cuando antes había
sido uno de los artistas favoritos. Poco después, Vela Zanettii también
lograría salir del país.
Para
completar
la deshonra de los menesterosos servidores, no podía faltar la ya
tradicional humillación pública. A los pocos días de la visita de
Trujillo al Castillo, el 11
de Noviembre del 1950 se publicó en primera plana un artículo titulado "
Casa de Orates en El Cerro” que atacaba en forma despiadada a Álvarez
Pina, a
Gazón Bona y al artista Vela Zanetti. Entre otras críticas decía que
“esa casa
solo serviría para un manicomio”. El Benefactor nunca honró su lujoso castillo con su presencia como inquilino.
Ver además, entre otros, el artículo publicado en la revista Ahora de marzo 1 1963, págs. 30 y 31, bajo el título El castillo que nunca fue habitado, http://biblioteca.funglode.net.do/rahorafb/HTML/No.0028/index.html
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DOS INCIDENTES CON PETAN TRUJILLO
Petán Trujillo, el hermano
del Jefe que más se parecía al tirano en sus peligrosas manías, gustaba de
andar en plena capital y en sus feudos privados (la región de Bonao y La Voz
Dominicana) con fusta en una mano y a menudo con una ametralladora en la otra,
ensartado en unas botas de cuero marron largas al mejor estilo de un capataz de esclavos
o un esbirro nazi. Estos accesorios de matón iban acompañados por una actitud
consonante: Arrogante, gritón, amenazaba y repartía fuetazos con su fusta
cuando le parecía y humillaba a cualquiera que se atravesara en su camino.
Arbitrario, por el más mínimo detalle culpaba en forma iracunda a inocentes,
aún cuando él mismo fuera el verdadero responsable de la falla.
Los siguientes dos incidentes sobre detalles superfluos, los cuales para un ser normal serían insignificantes, resumen lo que escribió en su libro un empleado de La Voz Dominicana de muchos años, detalles que reflejan
la personalidad antisocial de este antiguo cuatrero, prófugo de la ley en su juventud por asesinato, despreciado y temido por
todos, especialmente por el pueblo de Bonao.
Dos cuentos (de la vida
real) de Petán Trujillo
Para que vean cómo eran las cosas con ese
"matatán" en la entonces Voz Dominicana
Es sólo para que se tenga
una idea de cómo funcionaban las cosas en La Voz Dominicana (hoy CERTV) en los
tiempos de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, cuando la estación
tenía como fundador-tesorero al hermano del tirano, generalJose´Arismendy
Trujillo (Petán), durante los decenios de 1940 y 1950. Estas historias aparecen
en el libro "Petán Trujillo, La Voz Dominicana, Su Historia",
escrito por Luis Eduardo Lora Medrano, quien laboró para La Voz Dominicana en
diferentes departamentos mientras Petán fue ley, batuta y constitución.
Veamos...
Los saludos al General
(Cuento I)
En una soleada tarde de
mediado de junio, el Fundador estaba tomando el fresco en la galería de su casa
de la entonces calle Ciudad Miami esquina San Martín, vestido como siempre de
uniforme militar verde olivo, con sus lentes oscuros y su inseparable fusta,
señal evidente de su casi siempre mal humorado carácter.
Uno de los músicos
integrantes de la súper-orquesta San José, la preferida del General, cruzó la
avenida San Martín, para dirigirse al Palacio Radio Televisor La Voz
Dominicana, pero cometió un gravísimo error, el de seguir la acera, contigua a
la casa del "Mecenas", justo por donde estaba él. Al pasar, creyendo
que cumplía con la más elemental regla de la cortesía dijo:
--"Buenas tardes General, ¿cómo está
usted".
El General al escucharlo,
se irguió amenazadoramente, le miró fijo de arriba hacia abajo y con voz
tonante le respondió:
--"¿Qué le importa a usted carajo cómo
estoy yo?, fresco, acaso somos iguales, sinvergüenza, siga su camino, usted no
tiene que saludarme a mi, charlatán, ¡oh, oh, qué fresco!".
Varios días después de ese
raro incidente, el mismo músico, Angel Vásquez, que era este su nombre, iba a
cruzar la Av. San Martín para llegar a La Voz Dominicana, por la misma acera
cercana a la casa del Fundador, pero recordó el incidente del saludo y prefirió
pasar por la acera de enfrente, la contigua al teatro al aire libre, porque el
General estaba parado en la galería, en su lado favorito y cuando le vio pasar
con la cabeza baja, lo llamó:
--"Mire, vanga acá, ¿por qué no me
saluda, fresco, usted se cree que es el dueño de ésto, sinvergüenza, siga ahí,
que lo voy a cancelar inmediatamente, yo no puedo tener ahí a mis
enemigos...".
--"Pero General...", quiso explicar el
pobre Angel Vásquez, pero el Fundador le cortó furioso: --"...Cállese, no tiene razón, la próxima vez que
me pase por ahí sin saludarme, lo voy a cancelar, retírese inmediatamente,
fresco, ¡oh, oh, mírenlo, qué se cree que es...!".
Así eran las cosas en La
Voz Dominicana de ayer.
Palo si saludaba y palo si
no saludaba.
El General y el ascensor
(Cuento II)
Una vez, el Fundador entró
al ascensor, para subir a su oficina en la tercera planta del Palacio Radio
Televisor La Voz Dominicana y dentro estaba un músico de la empresa y como es
natural se quedó dentro para ir a la segunda planta, pues iba al estudio de
grabaciones.
Al verlo, el General le
dijo:
--"¿Y quién es usted para meterse aquí
conmigo?" --"Yo, señor..." --"Cállese, no tiene que decir
nada, yo soy el dueño de ésto y usted no tiene que meterse aquí conmigo, la
próxima vez lo cancelo inmediatamente, hum, hum, ¿qué se ha creído?, bandido,
sinvergüenza".
Y en eso, el ascensor se
detuvo en la tercera planta y al salir el General miró de arriba abajo al pobre
músico que estaba lívido de miedo.
Y
pasaron los días y una
tarde cualquiera en que el músico en cuestión, esperaba el ascensor en
la
primera planta para subir al segundo, llegó el General y se paró a su
lado para también subir al ascensor para ir a su despacho; el ascensor
descendió y abrió
su puerta y el General entró en el y el músico se quedó plantado en la
puerta
petrificado y el General, lo miró con extrañeza y le dijo:
--"¿Por qué no sube, usted se cree que es el
dueño de esto? No quiere viajar conmigo, ¿qué le pasa? ¡Oh, oh! ¿qué se ha
creído, carajo?".
--"General, es que el otro día, usted me
reprendió por entrar con usted al ascensor...".
--"Cállese, no tiene que decir nada y suba para
cumplir con su trabajo o lo concelo inmediatamente".
El pobre músico, no dijo
más y entró al ascensor junto al General y éste mismo ordenó al ascensorista
detenerse en la segunda planta para que dejara ahí al infelíz violinista; así
eran las cosas en La Voz Dominicana.
http://cristalycolores.blogspot.com/2009/02/dos-cuentos-de-la-vida-real-de-petan.html
Los lectores también pueden leer sobre la
corrupción y el monopolio de Petán en Bonao y sobre la desenfrenada explotación
sexual de las jóvenes en las secciones CORRUPCIÓN/MONOPOLIO, ANTECEDENTES
y especialmente en VARIOS.
Petán Trujillo en 1961
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Así
trataba Petán
a sus empleados
(Extracto)
De
cómo Petán Trujillo ridiculizó a...
Chichi
de Jesus Reyes
Hoy.com
26
de diciembre, 2017
Nos
cuenta el autor de este artículo que Buchuno García era el
administrador del amplio
y elegante night-club
de La Voz Dominicana, gran centro de radio-televisión propiedad de
Petán Trujillo, el corrupto y
arrogante hermano del Jefe. Buchuno también era íntimo amigo de
Ramfis Trujillo. A continuación citamos al autor:
Buchuno
era amigo también del pelotero Osvaldo Virgil
(Orégano), el primer dominicano que jugó béisbol en las Grandes
Ligas, y quien a los 24 años debutó en la pelota organizada de
Estados Unidos, en septiembre de 1956. Pensando que la presencia del
pelotero sería del agrado y satisfacción de Petán, el
administrador del club invitó a Virgil a recorrer las instalaciones
del centro y a tomarse unos que otros tragos en el restaurant. Ya
sentados en la mesa principal del bar se apareció Petán y al notar
la presencia de ese “desconocido” llamó a Buchuno, y de mala
manera le inscrepó: –“¿Quién es ese hombre con quien está
usted tomando ahí, eh, eh; dígame quién es él?” Y la respuesta
fue: –“se… se… ñor, ese es Osvaldo Virgil, el famoso
pelotero dominicano de Grandes Ligas y que juega este año con el
Escogido, señor…”
..“Y
que me importa a mi carajo que juegue con quien juegue, que sea de
grande o pequeña liga, usted
no es más que un fresco, charlatán..
quién le dijo a usted que aquí podían subir peloteros, por más
famosos que sean.. la
próxima vez que lo traigas aquí, carajo, lo voy a matar a usted,
sinvergüenza;
ese night club me costó mucho dinero para que usted se ponga de
fresco a estar trayendo esos peloteros… retírese de ahí, ahora
mismo, bandido”.
Buchuno
escuchó al general todo el tiempo con la cabeza inclinada sobre el
pecho, sin siquiera atreverse a pronunciar una palabra. Ante la
sumisión del subalterno, Petán volvió a la carga y tronó: “Ya
le dije que se retirara… no oyó carajo.. Ah, pero llévese a su
pelotero de ahí inmediatamente”.
El
gerente transmitió un secreto al oído de Virgil y ambos, como
relámpago, abandonaron el local, tomaron el ascensor y al llegar a
la calle Ciudad de Miami, (ahora Tejada Florentino) le dijo a Virgil:
–“No le hagas caso, que este hombre está medio loco”-
Cuando
Buchuno subió de nuevo al club todavía estaba ahí el general y
cuando se marchaba, volvió a enfrentar al administrador y le
recalcó: “Ya
lo sabe, bandido, la próxima vez que me traiga aquí un pelotero, lo
mato, buen pendejo;
usted se cree que con tanto dinero que me costó esto lo voy a
convertir en un play, sinvergüenza, charlatán, más parecido a un
músico..eh.. eh.. dígame”.
(Fin
de la cita)
Petán
era tan criminal como su hermano Trujillo, sólo
que llegó
a matar menos sencillamente porque tenía
mucho menos poder. Por tanto, cuando Petán
montaba en cólera,
lo que era muy común,
se tomaban sus amenazas de matar a alguien plenamente en sus sentido
literal.
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Lío entre Petán y su sobrino Radhamés
Por
Chichi de Jesús Reyes
Periodista
Almomento.com.do
Leónidas Radhamés Trujillo Martínez fue el tercer y último hijo del
matrimonio del dictador Rafael L. Trujillo y María Martínez. Siendo menor de
edad lo ingresaron al Ejercito Nacional y al cumplir los 16 años, el regalo
de su padre fue reclutarlo como primer teniente. A la muerte de su progenitor,
en mayo del 1961, ostentaba el rango de
capitán [tenia 18 años en 1961].
Radhamés casó en tres oportunidades: la actriz francesa Daniele Gaubert,
la española Calmira María y la panameña
Mayra Estela de Souza. Se ha especulado
que el hijo menor del dictador murió en Cali, Colombia, a mediados de 1994, a los 54 años, en una
emboscada con grupos vinculados al narco. Trujillo Martínez y su
cofradía tenían la tónica de irrespetar
a las mujeres casadas y provocar a sus
acompañantes cuando se encontraban en lugares de diversión. El Country Club y
los hoteles Embajador y Paz, así
como la Feria Ganadera, eran lugares por excelencia para sus tropelías
seductoras.
Cuando no encontraba coro con sus amigos, Radhamés acostumbraba
visitar las dependencias de La Voz
Dominicana (LVD), en la antigua calle Ciudad de Miami, hoy Dr. Manuel Tejada
Florentino, donde trataba de cautivar a artistas, cantantes y personal femenino.
Se recuerda del incidente escenificado
entre el mozalbete y su propio tío, el
general José Arismendy Trujillo Molino (Petán), de cuyo encontronazo
físico salió culpable el director general de la radiotelevisora, señor Abraham
Santamaría Demorizi, que intervino para separar a los contendientes.
Radhamés estaba en el salón presidencial
del cine en compañía de una hermosa joven que había criado el general y
que consideraba su hija, a eso de las 10
de la mañana, hora en que esa área permanecía solitaria. El comandante del
destacamento policial de la empresa llamó a Petan para informarle lo que estaba
ocurriendo y fue tal la furia que sufrió el general, que de inmediato se
dirigió al tercer piso, entró como una tromba marina y mando al sobrino.
Trujillo Martínez abandonó la jovencita
para atender la llamada de su tío,
y acto seguido Petán empezó a insultarle, y manoteándole en el rostro recriminaba la
actitud del joven militar, quien al verse así tratado ripostó los insultos con
igual furor y cuando el uno se avanzó contra el otro para entrarse a los
puñetazos limpios, Santamaría Demorizi se interpuso entre el tío y el sobrino, y tratando de contener a Radhamés le rompió la
camisa, y entrado en ira el
furioso joven se volvió contra don Abraham y le dijo ¨¨ME HAS ROTO LA CAMISA, ME LA VAS A PAGAR
BIEN CARA… YA LO VERAS¨¨.
El escándalo fue de tal magnitud que hasta doña María, la madre del
joven Trujillo, se presento violentamente a
LVD, para ver al director que le había roto la camisa a su benjamín y para amenazarle, diciéndole que esa camisa le iba a salir muy cara, y el
mismo muchacho, a partir de entonces, no le concedió tregua a Santamaría, que
solo quiso evitar una desgracia entre los familiares del dictador.
Radhamés llamaba insistentemente a Santamaría, o lo
hacía llamar con sus amigos, para recordarle su camisa rota y reiterarle que la
tenia colgada en su casa en lugar muy visible y que solo la quitaría de allí
cuando se la hubiese cobrado con creces… Durante semanas don Abraham hubo de hacerlo
todo, inclusive dormir en LVD porque era tan grande el asedio que le hicieron
colocar María Martínez y su hijo Radhamés, que el hombre no se atrevía a salir
de los predios del general, al extremo
que tuvo que salir al exterior por varios meses para evadir las persecuciones a que fue sometido.
Por esa y otras razones, dice el locutor Ramón de la Rosa Valoy, ningún
empleado de la radiotelevisora se atrevía a tratar de conquistar el corazón
de ninguna de las compañeras de labores, y así evitar que los informadores del
general, que los tenía por montones, entraran en acción.
Nota: Semejante amenaza de parte de un hijo de Trujillo sólo
hubiera durado media hora o un par de horas en materializarse en manos
de los calieses del SIM en que don Abraham, sin importar sus buenas
intenciones de parar la pelea entre los Trujillos, hubiera ido a parar a
la cárcel,
posiblemente a soportar torturas o a quedar desaparecido por atreverse a
ponerle la mano encima a un hijo de Trujillo. Lo que lo salvó esta vez
al empleado de Petán fue la protección del imponente hermano de Trujillo, su poderoso aliado en esta riña, permitiéndole refugiarse en La Voz Dominicana sin salir a la calle y después salir a escondidas del pais para evitar caer en manos del SIM.
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Extracto
César augusto Saillant fue traductor, secretario y taquígrafo de Ramfis Trujillo. En un extenso relato de seis partes, él ralata sus experiencias como subalterno del hijo del dictador en la base aérea de San Isidro. En este extracto de la sexta y última parte de sus memorias, nos relata algunas anécdotas de sus primeros meses en las oficinas del hijo predilecto.
Castigado por hacer su trabajo bien hecho
Revelaciones a Sanchez Cabral
Cesar A. Saillant (memorias)
Secretario y traductor de Ramfis Trujillo Martinez
Por
aquellos tiempos era precisamente secretario de Ramfis (o “auxiliar”,
como se dice en términos militares) el capitán Antonio Manuel León
Estévez [hermano del esposo de Angelita], de quien el trato en las aulas
universitarias me había hecho formar una idea totalmente distinta de la
realidad. El diario contacto de la oficina me lo mostró desde el primer
momento en sus verdaderas dimensiones: ambicioso, autoritario y
bastante menos inteligente de lo que había pensado. Antonio Manuel
hubiera querido tener tentáculos, en vez de brazos, para que al pasar todo se le fuera quedando pegado y así tener que molestarse menos en tomar las cosas y pasarlas al bolsillo. Le llamaban “el capitán Tirilla”; pero
yo encontraba que “el Pulpo” cuadraba más a su personalidad. Todo lo
hacía por medio de tirillas, costumbre que se hizo definitiva desde
entonces en todo lo relacionado con la vida de Ramfis. Para todo se
hacía una tirilla, hasta para informarle que su esposa lo llamaba por
teléfono: “Respetuosamente señor: Informo a vuestra muy digna y elevada persona que su culta y distinguida esposa,
señora Octavia Ricart de Trujillo, acaba de llamarle por teléfono a las
10:20 a.m. de la mañana de hoy. Suplícole informarme si le paso la
llamada a su digno despacho. (fdo.) Cap. Antonio Ml. León Estévez, AMD”. De
ahí dedúzcase lo agotador que resultaba el trabajo para nosotros y
sobre todo para el taquígrafo, que se extenuaba más y aprendía menos;
pero las esperanzas de progresar y llegar a ser con el tiempo un
ayudante de Ramfis, como aquellas otras ilustres personalidades, hacía renacer cada día los entusiasmos y sosegar los ánimos cuando la arbitrariedad los abatía.
El
taquígrafo era el alma de aquellas oficinas. Taquígrafo y traductor a
la vez, yo no tenía hora ni día de descanso, y sin embargo pasaron
muchos meses sin que me fuera permitido, infeliz mortal, ver ni siquiera
de cerca al Dios militar, de tan viva y brillante inteligencia. Sabía
de él a través de los periódicos y de los comentarios que frecuentemente
hacía cerca de mí el capitán León Estévez. Una tarde, mientras trabajábamos a puertas cerradas, me hizo una declaración trascendental:
—Saillant,
yo he llegado a la convicción plena de que el General Trujillo hijo es
el jurisconsulto mejor preparado y de más cultura que existe en el país.
Llegué,
pues, a formarme de Ramfis una idea extraordinaria. Lo veía nimbado de
gloria, hasta que un día el capitán León Estévez me llamó con urgencia a
su despacho y me entregó un papel manuscrito, ordenándome:
—Saillant, pasa esto a máquina seguido para el general. Superurgente.
Volé
a mi máquina. Era una carta escrita por Ramfis y, al leerla me quedé
con la boca abierta. ¿Que significaban todas aquellas faltas de ortografía? ¿Y esta letra tan infantil?
Seguramente se trataba de una broma, quizás para comprobar mi capacidad
en materia gramatical; pero hasta eso me parecía absurdo porque tenía
varios meses trabajando allí y ya se me conocía bien. Copié nítidamente
la carta corrigiendo, por supuesto, las faltas de ortografía y colocando la puntuación correcta, y corrí a entregarla a León Estévez. Al ver mi trabajo, su incomodidad y su cólera no tuvieron límites. ¡Cómo me atrevía vil gusano, a corregir al general Trujillo hijo! ¡Quién era yo para pretender hacer algo mejor que él!
¿Acaso no conocía yo el mundo, la diferencia que existía en César
Augusto Saillant Valverde y Rafael Leonidas Trujillo Molina? Nervioso
por la situación creada, me ordenó rehacer la carta tal y como Ramfis la había escrito y dispuso, para castigar mi falta, que se me impusiera una sanción cinco días de pérdida de sueldo. Fue mi primer memorándum de castigo; después siguieron tantos que pronto perdí la cuenta, hasta el punto de llegar a ser el asimilado militar que alcanzara el récord de memorándums de castigo. En un solo año se me impusieron 16.
Jamás
en mi vida me había sentido tan desmoralizado como en aquel momento,
sin embargo, la tierra, haciéndose indiferente a mis deseos más
vehementes, se negó en absoluto a tragarme.
No
obstante aquellos excesos de admiración, debo reconocer que Antonio
León Estévez fue el mejor preparado de los secretarios que tuvo Ramfis
Trujillo, pese a su casi total desconocimiento de las labores de oficina
que pulió al contacto nuestro. Un día me llamó para decirme:
—Saillant,
haz que estos mecanógrafos les cambian las cintas a las máquinas,
fíjate estas copias qué claras están quedando. Casi se pueden leer.
El
ignoraba entonces la diferencia que había entre una cinta de máquina y
un hoja de papel carbón. Yo me sonreí y no contesté. León era ya casi
tan omnipotente como Ramfis y corregirlo había llegado a ser peligroso,
incluso para mí. Mandé, por supuesto, a renovar el papel carbón.
León había llegado a abarcarlo todo y Ramfis
lo favorecía con todos los contratos de trabajos que se realizaban en
la base de San Isidro y en los barrios residenciales. Desde la construcción de un edificio, hasta los más insignificantes trabajos de plomería y de pinturas. Se enriqueció en menos de un año, pero su avaricia no se dio por aludida. Todo lo absorbía,
hasta el punto de no permitir que ni oficial ni civil pudiera ver a
Ramfis; Ramfis era de él, solo de él. Nos sobrecargaba innecesariamente
de trabajo y lo revisaba todo con una meticulosidad exasperante, propia
de las personas que jamás están perfectamente seguras de su propia
capacidad.
Extracto: Revelaciones a Sanchez Cabral por Cesar A. Saillant
No
piensen, lectores, que estas arbitrariedades las cometian los jefes
militares a espaldas de Ramfis. Si leen las extensas memorias de César Saillant se darán cuenta de que lo que León Estévez
estaba haciendo era imitar el estilo de administrar de Ramfis:
Arrogante, arbitrario, abusivo e inepto. No copiamos los incidentes de
este tipo con Ramfis porque ya esta sección casi no permite más texto.
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COMUNMENTE NO RESPETABAN NI EL LUTO DE LOS FAMILIARES
El
prestigioso periodista y productor Huchi Lora recuerda una de las
maneras en que el sádico dictador le gustaba humillar a los
familiares de las víctimas hasta con nimiedades. El periodista
recuerda un capítulo que vivió durante su niñez sobre una esposa
de un funcionario a quien le mataron a su hijo por estar en contra de
la tiranía. En una actividad en Santiago, Trujillo le pide a la
señora lo impensable:
“Le
dijo no me gusta verla vestida así [ella estaba de luto]. Vaya a su
casa y póngase un vestido rojo y venga a la fiesta. Cuando la
llevaron a la fiesta, el dijo venga para bailar y bailó un merengue
con ella vestida de rojo, esa señora con el dolor de que la habían
asesinado a su hijo.”
(Informe
Las víctimas de Trujillo de la periodista
Esperanza Ceballos, Univisión 41, feb. 22, 2018. https://www.univision.com/nueva-york/wxtv/noticias/victimas/incertidumbre-y-desolacion-sentimientos-que-embargan-a-familiares-de-las-victimas-de-la-dictadura-de-rafael-trujillo-video)
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EXTRACTO
EVANGELINA RODRÍGUEZ
Primera doctora, cuentista,
feminista (1979-1947)
Por
Ángela Peña
Periodista
Cielonaranja.com
La dictadura de Trujillo la marginó
de la sociedad dominicana. La borró del mapa. Fue excluida de los congresos
médicos, eliminada del Directorio y de la Síntesis Bibliográfica
que incluía los nombres de todos sus colegas. La revista Fémina, donde
ella publicaba sus colaboraciones literarias, le cerró sus puertas. El doctor
Moscoso Puello, que fue su compañero y conocía su capacidad y sus virtudes, escribió
un libro y apenas la menciona. ¿Razones? La obra fue hecha en la Era de “El
Jefe”. Y, pese a haber sido la primera médica graduada, con
especialidad en pediatría y ginecología, llega a la República procedente de
París y a quien se designa como primera maestra en obstetricia es a Consuelo
Bernardino, sencillamente por la influencia que ejercían en el régimen sus
hermanos, Minerva y Félix.
El doctor Santiago Castro Ventura
hace el recuento y refiere que Evangelina Rodríguez Perozo fue acosada,
perseguida, golpeada, encarcelada, por sus críticas a la tiranía. Cayó en
desgracia y sus pacientes abandonaron la consulta. Esta situación, agrega, devino
en una grave enfermedad mental que la llevó a deambular por las calles
del Este vociferando consignas contra el terror. “Se decidió acentuar la
represión sobre ella: fue confinada en la colonia Pedro Sánchez, en
El Seibo. En la fortaleza México, de San Pedro de Macorís, después de
interrogarla para saber si instigaba la huelga, y golpearla durante varios
días, los guardias la dejaron abandonada en un desierto camino vecinal cerca de
Hato Mayor...”.
Entonces, apunta, “comenzó a
caminar, caminar, caminar, tal vez para olvidar su desgracia... En Higuey la
encontraron en la puerta de la iglesia, con los brazos en cruz, pidiéndole
perdón a la Virgen de La Altagracia porque Trujillo iba a convertir la
República en un baño de sangre. Un cuadro típico alucinatorio donde oía las
voces de los asesinos maldiciendo a sus víctimas”.
Muere el once de enero de 1947 “y la
prensa de la época hizo mutis ante su defunción”. Fue una semana después
cuando “un osado corresponsal de La Opinión, el joven Francisco
Comarazamy, se atrevió a enviar una crónica de su muerte: “Recientemente ha
dejado de existir en esta ciudad, tras dolorosos días de padecimiento, la
doctora Evangelina Rodríguez, noble mujer que ejerció la medicina y la
literatura con amor y comprensión humanista”.
Animamos a los lectores a leer el articulo completo sobre esta admirable dama pionera, orgullo nacional, cuya trágica vida nunca será olvidada. Buscar el articulo en:
http://www.cielonaranja.com/evangelinapena.htm
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EXTRACTOS
FELIX BERNARDINO: Uno de los amigos más íntimos de
Trujillo
"Hombre duro en la
acción, nunca vaciló para realizar las
mayores tareas a favor de “mi generalísimo”, como llamaba a Trujillo. Fue
cónsul en Nueva York, La Habana y Caracas, y en su gestión desaparecieron
varios dominicanos contrarios a Trujillo.
Desde joven Buchilai
cultivó varias disciplinas. Además de sus estudios regulares, fue boxeador,
promotor de boxeo, director de grupos musicales en el país y en el exterior. Era un hombre vivaz y de
expresiones varoniles.
Fue pendenciero y busca
pleitos con lances callejeros o en sitios públicos. Se caracterizaba por
cometer abusos contra los mas débiles y
por ridiculizar a sus semejantes.
Vivía en la sección El
Pitado, a poca distancia del Cruce de Pavón, en la carretera Mella, que conduce a Higuey, donde explotó una finca
con una extensión superior a las 30 mil tareas, cuyo origen de adquisición nunca pudo
establecerse."
Más adelante, en su artículo, el periodista Chichi de Jesús Reyes continúa:
“En una ocasión los
Jinetes del Este (grupo paramilitar fundado por Bernardino) habían sido
convocados a una reunión, a las 9:00 de la mañana, en Hato Mayor, y como los
asistentes se retrasaron algunos minutos, Bernardino monto en cólera y decidió
darse una “vueltecita” en su brioso caballo.
Penetró
violentamente en su montura al interior
del restaurant donde tomaban tragos una veintena de posibles asistentes a la
cita y la emprendió con las bridas del
corcel a muchos de los presentes, entre los cuales se encontraba el ex Senador de San Pedro de Macorís,
Miguel Angel Acta Fadul, con quien el temido personaje sostuvo un fuerte altercado.
En Hato Mayor
también Bernardino cometió otro abuso
con un limpiabotas cuando el colaborador trujillista estimó que el adolescente
le había interrumpido la marcha del caballo, desmontándose a prisa del animal y
dándole varios macanazos que lo hizo sangrar profusamente. El incidente se
resolvió “satisfactoriamente” cuando el
hombre fuerte dió órdenes en la Policía de que el lustrazapatos, golpeado y
herido, fuera encerrado y sometido a la
justicia.”
Chichi de
Jesús Reyes
Felix
Bernardino fundó el grupo paramilitar “Jinetes del Este”
Chichi de
Jesús Reyes
Elnacional.com
“En sus tareas
diplomáticas se vio involucrado en varios crímenes en el exterior-el
secuestro en Nueva York el 12 de marzo de 1956 del profesor español Jesús de
Galíndez, quien después de ser traído a la República Dominicana y llevado
ante Trujillo, jamás apareció; la muerte del periodista Andrés Francisco
Requena, autor del libro "Cementerio sin Cruces", contrario a
Trujillo, el 2 de octubre de 1952; y en la muerte del líder obrero Mauricio
Báez en La Habana, el 8 diciembre de 1950. Ese día, agentes encubiertos al
servicio de Trujillo se presentaron en casa número 8 de la calle Cervantes, en
el reparto Sevillano en La Habana, secuestraron a Mauricio Báez, y nunca más se
le volvió a ver. Bernardino cumplía esa misión en Cuba cuando el hecho se
produjo.
Los casos de
crímenes en los cuales Bernardino se vio envuelto determinaron que varios
países latinoamericanos se negaran a aceptarlo en sus respectivos territorios.
Tras la
muerte de Trujillo, Bernardino fue juzgado en Santo Domingo, acusado de
haber dado muerte, entre otros, a Héctor Barón García y a los hermanos Héctor y
Pedro Díaz; de la muerte de Demetrio Castro; de causar heridas con lesión
permanente a ciudadanos dominicanos y haitianos, en la hacienda que poseía en
El Pintado, de El Seibo; de abuso de poder por haber despojado de terrenos a
sus legítimos propietarios, de prisión arbitraria y actos de barbarie.
Pero
Bernardino, ni siquiera porque su líder Trujillo había desaparecido del
escenario político, se vio nuevamente envuelto en un suceso que ocupó las
primeras páginas de los periódicos, al ser acusado por el embajador de Haití en
la República Dominicana, Clement Vincent, de haber dado muerte y herido a
varios de sus compatriotas. La versión que circuló entonces fue la de que varios
haitianos que habían terminado sus labores en plantaciones del Consejo Estatal
del Azúcar, en lugar de ser repatriados como acordaba su contrato, fueron
llevados a la fuerza a la finca de Bernardino. Se dice que Bernardino pagó la
suma de diez pesos por cada haitiano. Pero como se negaron a trabajar, de
acuerdo a esas versiones, el propio Bernardino les cayó a tiros, lo que dio
lugar a que el embajador Vincent se presentara a la casa campestre de
Bernardino, con quien discutió acaloradamente.”
Un
músico criminal al servicio de Trujillo
Santiago
Estrella Veloz
Diariolibre.com
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Libertad!
¡Libertad! El grito de octubre
Por
Ángela Peña
Hoy.com.do
9
de octubre, 2010
Para los dominicanos, octubre de 1961 fue una fecha
trágica pero también gloriosa por el inigualable gesto de una decidida y
valiente generación de estudiantes que desafió la represión de las fuerzas
militares, a los remanentes de la dictadura, al gobierno presidido por Joaquín
Balaguer que lo heredó tras el tiranicidio.
Las protestas se iniciaron el 16 bajo la consigna de ¡Libertad,
Libertad! y la destrucción de letreros, retratos, estatuas, bustos del sátrapa
y su familia y culminaron el 20 con la masacre de Ciudad Nueva, “la primera
matanza de estudiantes que recuerda nuestra historia” como expresó la
Asociación Dominicana de Profesores y Estudiantes en un comunicado.
Miembros de la Policía Nacional, el Ejército, la Agencia Central de Información (sustituta
del SIM de entonces) ametrallaron las casas de esa popular
barriada que se declaró “Territorio Libre” aprestándose sus moradores a
defenderse de las agresiones que durante la tarde del 20 perpetraron “las fuerzas
del orden” con disparos de pistolas, revólveres, ametralladoras.
El centro de sus operaciones fue la calle Arzobispo Nouel
esquina Palo Hincado. Desde ahí fueron disparadas ráfagas de ametralladoras
contra azoteas y techos de las casas aledañas sin ninguna
consideración. Luego avanzaron y fueron capaces de irrumpir en el hospital Padre
Billini, molestos porque médicos y practicantes llamaban a la moderación. Otro
tanto hicieron en la calle Espaillat esquina Conde y en la Santomé frente al
citado centro de salud.
Sangre, plomo y muerte rondan las calles
Santo Domingo
es pasto del crimen oficial. "Policía ametralla
en trágico despliegue de fuerza", titulaba el semanario Unión Cívica su
edición del 25, cuando pudo circular. La Nación y El Caribe, en
cambio, condenaban lo que llamaban “desórdenes estudiantiles” dirigidos por la
oposición, principalmente por Viriato Fiallo, decían, que según sus
articulistas y editorialistas ”envenenó a los jóvenes que asistieron al mitin
celebrado el domingo 13 en el parque Colón”. Se referían a la ”vesánica prédica”
de Viriato. Después acusaron también al PRD, 14 de Junio, a Juan Bosch. “Son
los viejos zorros de nuestra política que en diabólica táctica han resuelto
lanzar a las calles, en busca de la víctima propiciatoria, a niños, no importa
la edad que tengan, para provocar la intervención de la fuerza pública”,
escribió La Nación, aún al servicio del
Gobierno.
A este rotativo, a El Caribe, La Voz Dominicana,
Radio Caribe, responsabilizaba la ADPE del bestial atropello “por haber
falseado groseramente la verdad tanto en los hechos como en los motivos que
tuvieron los estudiantes para organizar sus justas protestas”.
Los de la Universidad de Santo Domingo no querían al
rector José Manuel Machado, impuesto por Balaguer; reclamaban la autonomía,
fuero y libertad académica de la casa de estudios. Los universitarios iniciaron
la lucha en las calles y secundarios, intermedios, primarios, peritos contadores
los apoyaron desde los liceos y escuelas de la República. Todos fueron
reprimidos, golpeados, heridos, encarcelados, en principio dispersados con agua
de las mangueras del Cuerpo de Bomberos. La Asociación Nacional de Estudiantes
Secundarios, ANES, se destacó en estos sufridos pero patrióticos momentos.
El infortunio
Llegó el 20 de octubre luego de cuatro días de
movilizaciones, anuncios de huelga, el cierre de la Universidad por un decreto
balaguerista, y con ellos la agonía, la muerte y el desalmado discurso de
Balaguer que pasó a la historia como la más cruel e insensible oratoria que
registran los anales: “Sean mis primeras palabras para felicitar calurosamente
a la Policía Nacional por la ejemplar conducta que observó durante las
explosiones de violencia que han ocurrido en los últimos días”.
El 20, según fotos y crónicas, la Policía enloqueció.
Estudiantes, transeúntes, curiosos, pacientes internos del Padre Billini fueron
víctimas de sus armas bélicas. Jorge Antonio Herrera Sánchez, estudiante de 12
años, fue atropellado por un patrullero que “a velocidad imprudente”trató de
abrirse paso por entre la multitud congregada frente al Instituto de
Señoritas Salomé Ureña. El niño “se anonadó”, según Unión Cívica, y “uno de
los ocupantes del auto”, abriendo una puerta, golpeó al pequeño “lanzándolo bajo
las ruedas”.
Citan al coronel Luis Arzeno Colón, pistola en mano, “tratando
violentamente de dispersar” a los estudiantes. En el hospital, los disparos
policiales causaron heridas a Pedro Nolasco Green y Aníbal Santiler (sic),
practicantes; Iris de la Cruz, José Castellanos Marte y la doctora Altagracia
Concepción (Tatica), se publicó. Desde la azotea del centro asistencial
ametrallaron techos vecinos atestados de jóvenes.
En las calles fueron heridos Blanca Margarita Rodríguez
Conde, Teresita Campagna de Guzmán, Ramón Sanino, Carlos Romero Domínguez,
Milagros Ares, Euclides Solano, un
estudiante apellido Vargas, Andrés Piña y Ercilio Veloz que fue alcanzado por
los tiros mientras leía un libro de poesías en el parque Independencia. Recibió
herida de bala en la espalda y rasguños en el brazo izquierdo.
Entre los muertos estuvo Rafael Curiel, de 18 años,
baleado estando en una azotea. De otros, se dijo, no aparecían los cadáveres.
José Ignacio Cerda, héroe de esa juvenil gesta, falleció
al poco tiempo de recibir un impacto. Pero momentos antes, con todas las
fuerzas que podrían quedarle a su ya exánime cuerpo, pudo hablar:
“Me dieron un balazo, después me tiraron del tercer piso
en que estaba”. Y agregó, agonizando: “Moriré por la Patria. Libertad, libertad,
libertad. Quiero hacer la señal de la cruz, quiero confesarme porque sé que voy
a morir por la libertad, libertad, libertad”. Con los pulmones destrozados por
las balas, minutos más tarde exhalaba el último aliento.
Mientras, las cárceles y los hospitales permanecían
llenos de estudiantes.
(Fuentes: Periódicos La Nación, El Caribe, Unión
Cívica)
Nota: Aunque la policía sólo dio
dos nombres como fallecidos por la represión brutal del 20 de
octubre, el Movimiento 14 de Junio calculó que habían matado por lo menos a
diez personas ese día. La cifra exacta nunca se sabrá porque los centros médicos
no tenían libertad para rendir informes a la prensa y contradecir a las autoridades, los familiares de los
asesinados tenían temor de denunciar ante la prensa trujillista y la misma
prensa no se atrevía a publicar información adversa al régimen. En las
condiciones de persecución, caos y confusión que imperaban en esas últimas
semanas de la dictadura, les era casi imposible a las organizaciones
antitrujillistas (1J4 y la Unión Cívica) recopilar datos sobre las victimas. En esos dias, los esfuerzos se concentraban en qué
habia que hacer en los siguientes dias, no en registrar lo que habia
ocurrido los dias anteriores. No hay que olvidar que la familia Trujillo
todavía no había salido
del país, que Ramfis Trujillo era todavía el Jefe de las Fuerzas
Armadas, que
Balaguer todavía era presidente títere y que muchos de los altos mandos
de las
FFAA estaban en manos de hermanos y sobrinos de Trujillo, asi como de
oficiales y esbirros leales a los Trujillos.
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