domingo, 3 de mayo de 2015

El control asfixiante

La famosa "Paz de Trujillo" no fue otra cosa que un permanente estado de emergencia de 31 años:

“Se olvida de que aquí existe un Estado de Emergencia desde 1930, que hay infinidad de presos políticos y de que se patrullan las calles día y noche.”

Alonso Rodriguez Demorizi
Drama de Trujillo, pág. 63

Cita extraída del diario clandestino escrito por este periodista y funcionario durante la Era de Trujillo entre 1960 y 1961. Ese patrullaje día y noche se realizaba en contra de los inconformes, "desafectos" o sospechosos políticos principalmente.


EL CONTROL ASFIXIANTE

Los temibles “cepillos” eran Volkswagens negros que el SIM usaba para vigilar las calles y detener a los desafectos o sospechosos. Tenían una larga antena capaz de captar la sintonía de cualquier radio regular o de onda corta de quienes estuvieran escuchando secretamente en sus casas los noticieros de otros países.

Todo hombre adulto tenía que portar tres documentos en la calle: la cédula, el carnet del Partido Dominicano y el carnet del servicio militar obligatorio. Si te faltaba uno, quedabas detenido. Naturalmente, las mujeres solo tenían que portar los primeros dos documentos. Para obtener un pasaporte dominicano había que ir no a migración sino al SIM donde eras interrogado como si fueras un sospechoso de algo, en una forma áspera y con preguntas capciosas, lo que creaba tensión y miedo pues cualquier respuesta descuidada podría convertirte en un sospechoso y terminarías en una de las celdas de tortura. 

Era muy difícil y complicado obtener un pasaporte dominicano y los pocos que podían salir, al regresar tenían que devolver el pasaporte en el aeropuerto. Si querías volver a viajar, tenías que pasar de nuevo por la desagradable experiencia de ser interrogado en el SIM. 

Cuando el joven expedicionario de 1959, Mayobanex Vargas, decidió salir del país para unirse a la resistencia antitrujillista en el exterior, él era un joven rural que vivía aislado de los centros urbanos, sin antecedentes antitrujillistas, ni se había expresado en contra de la dictadura. Sus inquietudes políticas surgieron a través de las estaciones extranjeras que lograba captar por la radio. Es decir, no había motivos para sospechar de él, lo que no impidió que lo interrogaran en el SIM al soliticar el pasaporte, puesto que ese era un incómodo proceso por el que tenían que pasar todos los que solicitaban el documento. Transcribimos a continuación parte del artículo  Mayobanex Vargas: El campesino fue nuestro… (listindiario.com.do, 11 de febrero, 2007).

“Para conseguir el documento se valió de una prima que vivía en la Capital que era amiga de Nieves Luisa, una hermana de Trujillo, a quien, afirma, le gustaba mucho el dinero. La prima de Mayobanex habló con Nieves Luisa, a quien tuvieron que buscarle 200 pesos.

“Antes de entrevistarlo, la prima le advirtió que le iban a preguntar por muchas personas, y que él debía decir que no las conocía. 

Comenzaron a preguntar por un grupo de gente, tú conoce a fulano?, no, tu conoce a fulano?, no..., me preguntaban por muchas gente que estaban fuera, familia y no familia mía, en una me preguntaron por Marcelino Vargas García, yo digo que no lo conozco, veo que el teniente me mira y se rie, y yo de una vez digo, sí, lo conozco, ese es mi abuelo”, precisó. 

Para no levantar sospechas, la excusa para solicitar el pasaporte fue que iba a la Capital a estudiar.” (También pueden leer los comentarios del compositor Rafael Solano en la sección ATROPELLOS.)

Era obligatorio votar y como sólo existía el Partido Dominicano (excepto en las ocasiones en que organizaron otro partido trujillista para crear la falsa percepción en el exterior de que había dos alternativas), el partido de Trujillo siempre ganaba por abrumadora mayoría. En el momento en que la persona votaba, le estampaban un sello en la cédula de tal forma que los que se abstenían de votar eran facilmente identificados. Como la cédula era el documento de identidad que se usaba para todos los trámites (conseguir trabajo, cuentas bancarias, matrículas, pasaporte, tránsito, etc.) y era obligatorio llevarla encima so pena de ser detenido por la policía, no tener el sello de haber votado podía tener serias consecuencias y era fácil quedar identificado como “desafecto” o “indiferente” al régimen, es decir, un sospechoso, además de infractor por no haber votado. 

El correo y todos los teléfonos estaban efectivamente intervenidos. Eso lo sabía bien la población y las familias habían desarrollado ciertas palabras y frases en código para dar aviso o intercambiar cierta información en clave. 

Este control afectaba también el desplazamiento de los ciudadanos por el territorio nacional. En las carreteras que conectaban las diferentes provincias había puestos de control militar y todo el que pasaba por ellos debía identificarse, decir dónde vive, el propósito de su viaje, etc.  Como había muchas menos carreteras que hoy y en todas había estos puestos militares, era imposible evitarlos.

Cuentan algunos periodistas de la Era que también en todos los puntos de salida de las ciudades había un retén militar para revisar la identificación y, si era necesario, el baúl del carro.

El siguiente comentario de Alonzo Rodriguez Demorizi en su diario secreto Drama de Trujillo-Cronología comentada da cuenta de los puestos de control en su viaje desde Puerto Plata a la capital en 534 kilómetros de carretera:

Miércoles, octubre 19, 1960

2098 Santo Domingo. Llegamos a las 8:15 tras varias molestias en los puestos de esbirros, que no son pocos.

De aquí a Yásica 3 [tres controles]
En 26 k [no dice "otro", pero suponemos que se refiere a un puesto de control]
en la Cumbre otro
en Licey otro
en la Cumbre
en Villa Altagracia
en el 8 [se refiere al km. 8 de la carretera]

Piden nombres y a veces la cédula. Ahora no están registrando, cuando más, se
cuelan revistas y propagandas. La depresión en la Capital es mayormente económica”.

Esta cronología comentada de la Era se puede descargar gratis del portal del AGN (Archivo General de la Nación).

El joven norteamericano de 29 años, Charles D. McIntosh, se mudó a RD en 1957 para trabajar en la South Porto Rico Sugar Co. En 1997 publicó un extenso artículo (Life with the Generalissimo) recordando la atmósfera de miedo y opresión que reinaba en todos los rincones de la vida. Por razones de derechos de autor, sólo podemos copiar uno o dos párrafos de este revelador artículo que contiene interesantes ejemplos de los abusos que se cometian en la Era. En el siguiente párrafo describe cómo eran los viajes desde el complejo residencial donde vivían los funcionarios de la SPRSC hasta la capital u otras ciudades, confirmando el agobiante control sobre las carreteras que menciona Rodríguez Demorizi:

On such trips, as the car reached the edge of each small village, it was flagged down at a guard's kiosk [caseta]. The soldier noted down our names, village of origin, destination, and the time. Then he waved us on and immediately telephoned the next kiosk ten or fifteen miles down the road. If we did not arrive after a reasonable interval--say, twenty-five minutes--a truckload of armed soldiers would be sent to search for us. When located, we would be arrested and would have to provide a good reason for the delay. In this manner Trujillo prevented the assembly of persons from different cities who might be plotting to overthrow him. 

En otros párrafos menciona que en su primer día de trabajo en las oficinas de la SPRSC el gerente le señaló disimuladamente a un señor mayor que andaba por todos lados en la oficina y le informó en voz baja que ese era el espía del gobierno en la oficina. McIntosh después llegó a saber que ese era sólo el espía “obvio”, para distraer la atención y que no detectaran a los verdaderos calieses en la oficina, pero sí sabían que estaban ahí porque los extranjeros se daban cuenta de que el gobierno en la capital quedaba informado instantaneamente de todo lo que ocurría dentro de la empresa, a pesar de que la SPRSC era fisicamente un enorme complejo. 

El señor McIntosh también cuenta en este artículo que regularmente se encontraban cadáveres mordidos por tiburones flotando en el mar cerca de un conducto al agua que había en la pared trasera de la Fortaleza Ozama.

El funcionario norteamericano no pudo exponer más ejemplos de abusos y terror que los que contó en su articulo porque sólo aguantó ocho meses en el país antes de renunciar. Cierra su ensayo relatando sus sentimientos al pisar de nuevo suelo americano:

“Even for those who reside, as my wife and I did, as guests in a totalitarian regime, the pressure can become insupportable. 
 
After a mere eight months I resigned, and we departed. Getting off the plane in Miami, I was overwhelmed by a great wave of emotion. While the vacationers behind me gaped, I dropped my hand luggage and knelt down on the runway. I kissed that oily, baking, stinking concrete and cried aloud, 'Thank God for the U.S.A.' That was in 1958.” 

Pueden encontrar este artículo en: http://producer.csi.edu/cdraney/archive-courses/fall05/engl102_fall05_csi/tasks/unit04/trujillo_1.htm.

Noten, lectores, que esto fue 1958 cuando todavía no había empezado la última ola de terror (algunos historiadores la consideran la peor) en reacción a la expedición de 1959 y el descubrimiento del Movimiento 14 de Junio (1J4), cuando el SIM, encabezado ahora por el sádico Johnny Abbes, y el Ejército desataron una infernal cacería en contra de todo lo que oliera a inconformismo, antitrujillismo, liberalismo, castrismo y hasta en contra de sacerdotes católicos y sus templos.

El ambiente de terror y desolación que arropaba al pueblo dominicano también era detectado por los turistas a pesar de que sólo pasaban varios días en el país. En comparación con los demás países del Caribe (Cuba, PR e inclusive Haití), el flujo de turistas hacia esta media isla era sorprendentemente muy limitado, a pesar de que había importantes monumentos históricos, que el país no tenía nada que envidiarle a las otras islas en cuanto a naturaleza y playas, todo lo contrario, y a pesar de que, en su condición de turistas, dichos extranjeros no corrían ningún riesgo. La ausencia de los turistas se debía al ambiente de terror que imperaba.

A continuación pueden leer el siguiente recorte escrito por el prestigioso columnista Drew Pearson en que menciona que en medio de la estación de turismo (el invierno) los hoteles estaban medio vacíos, las calles vacías y sin tráfico en contraste con ciudades como La Habana y hasta el mismo Port-au-Prince de esa época. También menciona que la Feria de la Paz fue un fracaso puesto que vinieron muy pocos visitantes extranjeros. Eso también les resultó obvio a los dominicanos que asistieron a la Feria. 

Observen que el artículo fue escrito meses antes de la expedición del 1959 cuando todavía no había empezado la última ola de terror del régimen (las detenciones masivas contra el 1J4, persecusiones, ataques a las embajadas por el alto número de personas que buscaban asilo, peores niveles de tortura, etc.).

Trujillo's Rule Reviewed (Drew Pearson)
The Tuscaloosa News
27 de marzo, 1959, pág. 4


Esta sensación de terror que abrumaba a los extranjeros la recoge el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (nació en 1925) en la sección de su libro "Cántico Cósmico" (1989) dedicada a la tiranía trujillista:

El avión que venía por las tardes de Puerto Rico
sobrevolaba bajo, la isla fatídica,
en melancólico crepúsculo
O los pasajeros del barco veían con fascinación y terror
la isla siniestra de Trujillo
alejándose en el ocaso color sangre.


Más adelante continúa:

Al extranjero que salía de noche a la calle
lo estremecía cualquier ráfaga de viento.
Desde el avión de Puerto Rico
las plantaciones de caña de azúcar
se veían en el atardecer como tristes o espectrales.
Algo misterioso allí abajo.
Los pasajeros miraban y callaban.



El microcontrol megalómano de todo el país por parte del Jefe, superando infinitamente el autoritarismo de su modelo, el dictador Lilís, era proverbial. Esa capacidad de absorber y retener diminutos detalles de personas distantes (hasta de las que eran aparentemente insignificantes), de sitios, quehaceres, negocios, etc., era un aspecto de su excéntrica personalidad que resultaba verdaderamente impresionante, rayano en lo genial. Dejaba la impresión entre los que lo trataron de cerca de que Trujillo conocía personalmente a cada uno de los dominicanos.

Todas las intrincadas y eficientes redes de información con que el régimen se mantenía al tanto de todo lo que pasaba diariamente en el país, a todos los niveles (empresarial, educativo, militar, transporte, SIM, presos, torturas, etc.), desembocaban en un mismo punto de convergencia: Trujillo, principalmente, en Johnny Abbes (SIM) y en el Presidente del Partido Dominicano, cuyas principales labores eran espionaje, información y control político/cultural de la población. Por ejemplo, cuentan algunos de sus altos funcionarios que Trujillo era quien personalmente le daba la revisión final a la lista de los que habían solicitado el pasaporte para viajar fuera del país (viaje de negocios, personal, enfermedad, etc.) y era él quien aprobaba la salida. Además, Germán Ornes, funcionario de prensa del régimen, director del periódico del dictador El Caribe y posterior exiliado, apuntó: “Cada mañana Trujillo recibe en su despacho una relación de todas las llamadas telefónicas interurbanas o internacionales del día anterior”. Tampoco era nada raro que en medio de una sesión de torturas en La 40 o en otro centro, Trujillo llamara por teléfono y pidiera detalles, dictara órdenes, cuando parar, a quién trasladar a otra cárcel, etc.

Toda esta regimentación, más las persecuciones, detenciones, desapariciones, amenazas, prepotencia, humillaciones, apropiaciones a la fuerza, etc., mantenían a la población civil en un estado de neurosis colectiva, terror y alienación en que se sentían totalmente vulnerables, sin ningún recurso interno para defenderse (ni tribunales, ni prensa, ni armas). El pueblo estaba postrado, desamparado, aislado y oprimido a todos los niveles de la existencia. Los que vivimos en la Era sentíamos que el alma colectiva del pueblo dominicano (la alegría de vivir, las ilusiones, la esperanza y el orgullo propio) agonizaba y que en muchos niveles de su existir, ciertamente ya había sucumbido. 



Expedicionarios esperando a ser procesados en una corte canguro. Algunos fueron fusilados de inmediato, sin proceso legal, otros "desaparecieron" en las ergástulas del régimen. Se sabe que después del "juicio" teatral de algunos, la mayoría fueron salvajemente torturados y que de los 198 expedicionarios originales, una minoría murió en combate pero la mayoria fue a parar en las mazmorras de la dictadura. Al final, sólo seis sobrevivieron a la prisi
ón y las torturas. 

Como ejemplo del temor omnipresente a ser detenido o desaparecido por cualquier trivialidad (hasta por oír una burla sobre el Jefe), en su libro Universitarios de Calasanz en la lucha contra Trujillo, el autor José Abigail Cruz Infante recuerda la reacción en un salón del colegio al chiste de Pedro Antonio Núñez del Risco cuando, señalando un cuadro de Trujillo en la pared, dijo con doble sentido: Éste está torcido, si no lo arreglan se caerá pronto. Cuando oyeron el atrevido comentario, los colegiales abandonaron el salón en tropel jurando que no oyeron nada en caso de que después los interrogaran. Algo similar contó una vez Freddy Beras Goico en su programa. Dijo que cuando era un muchachón se fue con un grupo a pasear por El Conde y a uno de ellos se le ocurrió gritar a todo pulmón “¡abajo Trujillo!” Beras Goico dice que todos los muchachos salieron corriendo en todas las direcciones para que no los asociaran con el que se atrevió a semejante audacia. Tuvieron la suerte de que nadie los reportó. Todo esto, este miedo atroz a quedar asociado a cualquier comentario superfluo sobre la dictadura, refleja la clase de control caprichoso que había sobre la expresión a todos los niveles. Los lectores encontraran en las secciones sobre crimenes (especialmente la sección CRIMENES III) muchos ejemplos de personas que fueron detenidas y desaparecidas por un insignficante comentario, como el caso del joven Colón Piris, el maestro Rafael Yepes, el Dr. Lithgow-Ceara, etc., etc.

Tampoco tenía que ser un comentario sobre la política o sobre el Jefe y su familia estrictamente. Una simple frase sobre la situación económica en general era suficiente para quedar etiquetado como “desafecto” e ir a parar a la cárcel o quedar desaparecido. Esto, para los que no vivieron en la “Era”, les resulta difícil de creer por absurdo, y es que la realidad en esas décadas se había tornado surrealista, pero no en una forma creativa sino en una forma realmente tenebrosa y macabra.

Al contestar el inocente saludo callejero de “¿Cómo ‘ta la cosa?” hecha por un amigo o un extraño, había que medir muy bien las palabras para no dejar la impresión de que uno estaba inconforme con la economía o con la estrechez por la que uno estaba pasando. De hecho, los calieses y los soplones usaban esa inocente pregunta para detectar inconformidad (sin importarles que cualquier leve queja sobre la situación económica estuviese plenamente justificada). Nada de atreverse a decir que “las cosas están caras” o que “el dinero no alcanza”, o simplemente que “la cosa anda mal”, sino que había que recurrir al desgastado e insípido “bien, todo muy bien” por desesperado que uno se encontrara económicamente. Para los que se arriesgaban, de alguna forma u otra, esto le era informado a algún calié o directamente al SIM, y las consecuencias no se hacían esperar. Para los que no creen esto por absurdo, les transcribimos un ejemplo del libro Pioneros de agricultores a comerciantes (págs. 73, 74), escrito por William Galván, hijo de un pequeño comerciante pueblerino. El adolescente Leonidas, al andar en San Cristóbal como vendedor ambulante, contesta honestamente a esa ominosa pregunta con la inocencia de un muchacho de campo. Citamos al autor:

"Y en la tardecita, cansados de andar en esas calles, él se sentó en un banco del parque, donde se le acercó un señor y le puso conversación, y parece que el muchacho, de majadero, le dijo que la cosa estaba mala porque no vendía sus andullos. Él ignoraba que nadie podía quejarse de la situación y tampoco había oído del cuento del comerciante cuidadoso, al que le preguntaban cómo estaba la cosa, y su respuesta era “la cosa está buena, pero no se vende”.

"Al poco rato se lo llevaron preso [a Leonidas], por enemigo del gobierno o “desafecto” o “bajeao”, la acusación más mortal que le hacían a una gente”.  

Tuvieron que ir sus parientes Amado y Gerineldo a tratar de sacarlo y este último, con la facilidad de expresión que tenía, habló de que él era amigo del Jefe desde el día en que él le salvó la vida al generalísimo cuando cruzaba un río, etc., etc... Después de mucho afanar e insistir con los guardias, logró que soltaran al muchacho. 

El padre comenta: “Sepan que nos asustamos con esta prisión. Un muchacho que hablaba poco, y ese día habló para embromarse! Después de ese chasco no quería ni pasar por San Cristóbal”. 

Tal era el control  basado en la represión arbitraria, hasta en las trivialidades más insignificantes. 

Fue una dictadura férrea que duró 31 años. Empezó en 1930 y yo nací en 1934, pero a los seis años ya era capaz de respirar el ambiente de miedo que se instauró”. 
José Luis ("Pepín") Corripio, empresario domínico-español (La Opinión, Corruña, España, 8 de diciembre, 2013)






En los años cincuentas, los oficinistas, pequeños comerciantes y estudiantes sólo podian costear uno o dos sacos de tal forma que cuando le confiscaban el saco a alguien, esto representaba una pérdida casi irreparable por mucho tiempo. Por ser una sociedad más formal que la de hoy, practicamente todos los hombres que trabajaban en oficinas y tiendas o los universitarios usaban saco y corbata. Además, no perdamos de vista que la mayoría de los ciudadanos no tenían carro y era común caminar muchos kilómetros para ir al trabajo o a la universidad, o los que podían usaban el transporte público el cual no era tan nutrido como hoy. Eso significa que los empleados tenían que caminar muchos kilómetros soportando el calor de un país tropical. También hay que recordar que el 90% de las personas regresaba a su casa al mediodía a almorzar (habia muy pocos restaurantes y el precio no era asequible) y a tomar la siesta. Esa era la costumbre, lo que significa que los hombres tenían que desplazarse cuatro veces al día y, como pueden ver, estaban obligados a llevar el saco puesto bajo el sol candente del Caribe. 

Como esta ordenanza absurda, había muchas que asfixiaban la vida cotidiana de los dominicanos. Por ejemplo, estaba prohibido correr por las calzadas porque un grupo de jóvenes corriendo podría desembocar en una manifestación popular en contra del gobierno.

El periodista venezolano Óscar Yánez, refiriéndose a lo que le contó su amigo, el famoso director de orquesta dominicano Billo María Frómeta (Billo’s Caracas Boys), comenta sobre las primeras impresiones que tuvo Billo Frómeta al llegar a Caracas: 

“Se encontró con un mundo que no tenía nada que ver con el mundo en que él había nacido. Dice que lo que más lo impresionó fue ver cuando él salió por la Plaza Bolivar y veía grupos de 3 y 4 personas conversando porque en la llamada Ciudad Trujillo, o sea en lo que hoy es Santo Domingo, no se podían reunir más de dos personas a conversar.” 

Carmita Landestoy, ex funcionaria del Partido Dominicano, nos cuenta:

“Aunque la inscripción en el Partido es necesaria para todo, sin embargo siempre alguno violaba tan sagrada obligación. Entonces para obligarlos a cumplirlas, se votó una Ley que multa [con] 50.00 [cincuenta dólares, hoy unos US$450.00 dólares], a todo conductor de vehículo que admita a algún pasajero, hombre o mujer, sin la cédula de identidad, y a la segunda vez que infrinja dicha Ley, se le aplica multa y prisión conjuntamente. El lector puede imaginarse el celo que en el cumplimiento de tal Ley despliegan todos los conductores, ya que muchas veces no ganen esa suma al mes y además, que tienen que defender el pan de su familia. Nadie puede escapar a la inscripción en el Partido”. (Ver Yo también acuso, Carmita Landestoy, pág. 194. Pueden descargar este libro gratis en agn.gov.do.) Esta obligación aparentemente solo duró un tiempo limitado ya que las personas de la Era que hemos consultado dicen que este requisito ya no existía en los últimos años. 

El conocido historiador y abogado Abigail Cruz Infante nos recuerda que “la práctica trujillista de la época obligaba a todo graduado universitario a enviarle un telegrama al Jefe agradeciéndole haber alcanzado una profesión y poniéndose a la disposición del gobierno para lo que se le solicitara.” (Ver su artículo Diálogo con Trujillo al final de su Era en El Nacional.)

Efectivamente, el artículo menciona como el joven Noel E. Henríquez Díaz fue ordenado a presentarse al Palacio Nacional para ser interrogado por el propio Trujillo por no haber enviado el telegrama. Este joven tuvo suerte que no fue enviado directamente a una mazmorra para ser violentamente “interrogado” ya que era sobrino del general Juan Tomás Díaz y miembro de una familia influyente, cuando todavía los hermanos Díaz no habían sido detectados como enemigos de Trujillo. Posteriormente, el joven Noel (“Nabú”) buscaría asilo político en una embajada para ponersse a salvo del SIM.

 Durante la Era estaba prohibida la fabricación, venta o compra de cigarros caseros, una práctica que siempre fue muy arraigada en los pueblos y en las zonas rurales. Posiblemente esta prohibición tuvo que ver con el hecho de que Trujillo era el dueño de la Compañía Anónima Tabacalera y quería eliminar toda competencia. José Nicolás Taveras, humilde padre de familia que mantenía a los suyos haciendo puros en su casa en Tamboril junto a su esposa, fue delatado y casi de inmediato llegaron las autoridades militares, allanaron el lugar y detuvieron a Taveras. Uno de los militares lo abofeteó y lo obligó a tragarse el puro que estaba fumando. Poco después, Taveras sufrió un fuerte malestar estomacal que él dice que “todavía recuerdo con horror”.  Al ver que enfermaba, uno de los militares se apiadó de él y agenció su libertad bajo la advertencia de que si lo agarraban de nuevo fabricando cigarros le iba a ir peor. 

Este era el tipo de abuso caprichoso, peligroso y humillante a que la población estaba expuesta diariamente sin derecho a apelar a los tribunales ni a la prensa, ni siquiera a comentar entre los vecinos, amigos o parientes bajo la fuerte amenaza de ser delatado y desaparecido o torturado. 

En su edición del 20 de mayo, 1957, el importante periódico norteamericano  The New York Times publicó un editorial titulado Relaciones dominicanas en el cual compara el régimen trujillista declarando, entre otras denuncias:

“No hay ningún otro jefe de estado que ejerza tiranía tan completa, ni pueblo con menos libertad que el dominicano.”

Ya en 1940, el autor Alfred H. Sinks había observado lo mismo en su extenso ensayo de ocho páginas titulado Trujillo, Caribbean Dictator: Que en 10 años, Trujillo "ha construido la más completa de todas las dictaduras actuales," agregando que "es una monocracia absoluta" y que los dominicanos “tienen significativamente menos libertad que los súbditos de Mussolini o de Hitler; sus derechos civiles son aproximadamente los mismos que pudieran disfrutar los presos de una cárcel bajo un particularmente fuerte o inescrupuloso carcelero”. Este periodista norteamericano comenta con triste ironía que "el régimen más totalitario del mundo lo tenemos justo aquí, al lado de Estados Unidos." Esto fue escrito sólo en 1940, cuando la dictadura todavía tenia mucho tiempo por delante para perfeccionar y extremar al punto máximo de resistencia los mecanismos de terror y control a todo nivel, tal como efectivamente lo logró

Por cierto, con acertado realismo, el epígrafe de este largo ensayo observa que Trujillo es sencillamente una "mezcla entre Hitler y Al Capone." (Ver The American Mercury, Vol. LII, No. 202, oct. 1940, pág. 164).

Los lectores pueden descargar gratis el pdf de este valioso ensayo (8 páginas) en:
http://unz.org/Pub/AmMercury-1940oct-00171?View=Tree 

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LOS TRES GOLPES TRUJILLISTAS

Testimonio del anciano Ramon E. Castillo en YouTube:

En esos negocios que les llamaban 'cafetines' “se metía la guardia con unos caballos grande, se metían, e inmediatamente se bajaba la música, había que apagar la vellonera y empezaban a preguntarle “¡los tres golpes!” y el que no los tenía ahí mismo se lo llevaban, iba pa la Victoria de una vez… (o mas bien en la calle Colón, 'La fortaleza').” Don Ramón agrega que si le faltaba solo uno de los tres documentos, se lo llevaban preso.

El servicio militar obligatorio, según recuerda don Ramón, era de 6 meses. Al que faltaba al servicio militar obligatorio a las 6 de la mañana, se lo llevaban directamente a la fortaleza Ozama.

En el gobierno de Trujillo, hasta uno decir que 'la cosa está mala', siempre había una persona, que inmediatamente, vecino, porque todo el mundo se tenía miedo, se sentía que podía ser un calié o algo así y si te chivateaba, tu ibas preso. Lamentablemente ese era el problema.”

Le agradecemos mucho a don Ramón el haber compartido con el público esos tres documentos de interés histórico. 

Pueden ver este video en YouTube:

https://www.youtube.com/watch?v=wu-c80qRvSI


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Las hermanas Mirabal y su chofer, Rufino de la Cruz 

Quien no sabe disimular no sabe reinar. –Nicolás Maquiavelo

(Según varios historiadores, ésta fue una de las máximas favoritas de Rafael Trujillo Molina.)

Dejamos de último el caso de las hermanas Mirabal y su chofer Rufino de la Cruz debido a que es el caso que desarrollamos más extensamente por ser un tema que todavía se discute ampliamente en los medios de comunicación.

Las investigaciones posteriores comprobaron claramente que las tres hermanas y su chofer habían sido asesinados y luego lanzados por el precipicio. Después del  ajusticiamiento de Trujillo, en 1962 se llevó a cabo un juicio en que los ejecutores confesaron haber realizado este horrendo crimen coordinado por el SIM. Declararon varias veces que la orden vino de Trujillo a través de Pupo Roman. Por cierto, durante la Revolución de 1965, los asesinos de las Mirabal milagrosamente "se fugaron" de la cárcel. 

El motivo

Angelita Trujillo primero alegó en su libro que, por su propia iniciativa, Pupo Román dio la orden de matar a las Mirabal “talvez” para congraciarse con Trujillo como agradecimiento por un dinero que éste le había dado para que cubriera una hipoteca. Esto supone que Pupo Román estaba seguro de antemano de que Trujillo recibiría con beneplácito esta masacre de las hermanas, porque con alguien como Trujillo, nadie que lo conociera de cerca se iba a arriesgar a cometer una masacre de esta magnitud, un múltiple feminicidio de personalidades tan conocidas, por iniciativa propia, sin estar plenamente seguro de que no se estaba metiendo en un serio y peligrosísimo embrollo con el Jefe. Esto podría resultar en una destitución sumaria y un peligroso aislamiento social, en el mejor de los casos, en un “accidente” o bien, con suerte, en un juicio penal en que, sin duda, sería condenado para demostrar la inocencia de Trujillo ante la opinión pública. 

Después pasaron a culpar a Segundo Imbert (quien guardaba prisión por órdenes de Trujillo) de haber ayudado a planear la masacre y de haber salido de la cárcel para supervisar el crimen. En esto, secundan la misma acusación en contra de Segundo Imbert que lanzó Johnny Abbes en su libro, hombre pródigo en esparcir calumnias quien, al igual que Trujillo, sentía un perverso placer en difamar a sus victimas. Ahora bien, ninguno de los presos ni los carceleros ha comentado jamás que Segundo Imbert hubiera salido en libertad en esas semanas ni en ninguna otra. Todo lo contrario: Los sobrevivientes (Che Espaillat, el doctor Fernandez Caminero), quienes compartieron la misma celda con Segundo Imbert, han declarado que a Imbert nunca lo sacaron de prisión y lo volvieron a meter.

Esta última versión la abandonaron los mismos trujillistas rapidamente cuando las declaraciones de la catorcista Mirian Morales cayeron como un oportuno regalo desde las alturas, a las cuales se han aferrado firmemente desde entonces.

Las declaraciones de Miriam Morales, compañera de lucha de las hermanas Mirabal, (ver artículo La última que vio a las Mirabal por Wendy Santana) en el sentido de que ella vio cuando las hermanas Mirabal y Rufino de la Cruz pasaron en el Jeep ese luctuoso día, deben ser analizadas con gran interés e imparcialidad. En la entrevista que le hizo la periodista del Listín Diario, la señora Miriam Morales declara que al parar el Jeep de las Mirabal para conversar con ella, más atrás se paró un carrito azul en que iba un general, quien aún está vivo y que es un alto oficial retirado. Luego, más adelante en la entrevista sencillamente comenta que los ajusticiadores de Trujillo estuvieron involucrados en la masacre de las Mirabal, sin presentar ningún fundamento, sin ocuparse de demostrar cuales son los nexos o las pruebas. Esta es la versión a la que los trujillistas se han aferrado desde entonces pasando a repetir en toda oportunidad que Antonio Imbert Barrera, Luis Amiama Tio y Pupo Román fueron los autores intelectuales de la masacre. Especificamente, han identificado a Antonio Imbert Barrera como el oficial militar de que habla Miriam Morales, el que supuestamente iba en el carrito azul y que era el "hombre del sombrero" que estaba supervisando la masacre. Es interesante, sin embargo, el detalle de que Antonio Imbert Barrera fue funcionario del régimen, pero nunca fue un alto oficial militar durante la dictadura, mucho menos general y ni siquiera funcionario del gobierno desde hacia muchos años antes de noviembre 1960. Recuerden que Miriam Morales dice que en el carrito azul iba un general (ver artículo de Wendy Santana).

En cuanto a la supuesta relación de Luis Amiama Tio con el caso Mirabal, el libro de Angelita alega que él le dio instrucciones a Pupo Román a que matara a las hermanas Mirabal. Señala que él era el contacto entre Dearborn (cónsul y jefe de la CIA en RD) y los conjurados. En su versión, el nieto alega que fue a Antonio Imbert Barrera a quien Amiama Tio le dio dichas instrucciones. En lo que respecta a Amiama Tio, esto lo veremos más abajo donde discutimos la presunta condición de la CIA. 

Sentimos gran solidaridad con Miriam Morales puesto que aparentemente ella no ha solicitado ayuda material por las prohibiciones y vejámenes que padeció ya que vemos que vive humildemente, pero con un rico espíritu de libertad que expresa en los cuadros que la rodean. No creemos que estamos en capacidad de cuestionar la integridad de la señora Morales sin discutir con ella más a fondo, pero sí debemos cuestionar los cabos sueltos tanto en su versión como en la del libro de Angelita. Hay detalles muy importantes que los neotrujillistas no mencionan sobre el "hombre del sombrero" a pesar de que le dan gran importancia a esta figura y lo repiten en toda oportunidad.

El carro y el sombrero

Por ejemplo, en el artículo Operación cumbre: El asesinato de las hermanas Mirabal publicado en 2006 (cuatro años antes que la versión de los Trujillos), anotan: "Éste [refiriéndose a Alicinio Peña Rivera] llevaba puesto un sombrero Stetson blanco de ala ancha que siempre usaba cuando andaba de civil." Los sombreros Stetson son sombreros de vaquero. Dado que Peña Rivera era el encargado de coordinar y supervisar la operación, no debería de sorprender a nadie que fuera él el hombre del sombrero que iba detrás de las Mirabal, como veremos. 

En cuanto al carrito azul que Miriam Morales dice que venía siguiendo a las Mirabal, en la pág. 230 del libro escrito por el Lic. José Rafael Vargas El final de una tiranía, publicado en 1985 (25 años antes que el libro de Angelita), leemos: 

"Todos acechaban a las Mirabal a tres kilómetros de la fortaleza San Felipe. Cuando el vehículo que las conducía se acercaba lo mandaron a detener. A Minerva y María Teresa las introdujeron en el interior de un carro azul y blanco, y Patria que trató de escapar..."

(El pdf de este libro lo pueden descargar gratis en INABIMA)

Este carro bien podría ser el mismo carrito azul (versión Miriam Morales) que seguía a las Mirabal. Por el contrario, Angelita en su libro dice que el hombre que seguía a las Mirabal iba en un carro rojo. Varios relatos mencionan el carro de Peña Rivera. Por ejemplo, el historiador Felix Gutierrez (considerado un trujillista por muchos) afirma que Alicinio Peña Rivera estaba en un Mercedes Benz rojo en el lugar de la masacre. 

Pero el que más claramente identifica el carro y el sombrero es el propio Victor A. Peña Rivera en su libro Trujillo, la herencia del caudillo (1978) cuando se refiere a las declaraciones del testigo Pascual de Jesús Espinal, empleado de Obras Públicas referente a lo que vio el 25 de noviembre (pág. 113-114). Citamos: "Momentos antes, había declarado que mientras reparaba un derrumbe ocurrido en un tramo de la carretera, vio pasar, como a las once de la mañana, un jeep en cuyo interior iban tres mujeres y el chofer, y que, posteriormente, vio pasar un carro rojo, marca Mercedes Benz, conducido por el capitán Peña Rivera, quien vestía de paisano y llevaba un sombrero grande como el que usan habitualmente los vaqueros. Manifestó que conocía bien al capitán, a quien le temía, al igual que todo el pueblo". Es muy importante notar que esto fue publicado en 1978, cuando no se preveían, ni remotamente, los alegatos sin fundamentos que hoy esgrimen los Trujillos de que el hombre del sombrero era Antonio Imbert Barreras.  

En la pág. 112 también se refiere a otro testigo, José Rafael Perez, que trabajaba en un camión de la Caja de Seguros Sociales y quien declaró que: "En la carretera vio un carro azul y blanco de cuyo interior salieron varios sujetos que interceptaron un jeep y apresaron a sus ocupantes, que eran mujeres, excepto el chofer. Aseguro que más adelante, y a varios kilómetros de distancia, estaba estacionado un automóvil Mercedes Benz de color rojo y que dentro del mismo, había una mujer en el asiento del frente, y un hombre alto, con sombrero de ganadero, estaba tomando café en un kiosko cercano." No pasemos por alto que Antonio Imbert Barreras no es un hombre de estatura alta. Pero lo más significativo es que el propio Peña Rivera no niega en sus dos libros que él fuera ese hombre que iba en el carro rojo y que llevaba el sombrero de ganadero

Es importante tener en mente que en lo tocante al hombre que iba dentro de ese carro, con base en lo que conocemos hasta ahora, ninguno de los coordinadores, ni los ejecutores de la masacre, ni en el juicio, ni en los libros de Peña Rivera, ni en el libro de J. R. Vargas, ni en otras publicaciones antes ni después del libro de Angelita jamás han mencionado, hasta ahora, a Antonio Imbert Barreras ni a su hermano Segundo como participantes en el montaje o la ejecución de este espeluznante feminicidio múltiple, excepto Angelita y su hijo sustentados en la solitaria versión de Miriam Morales, versión que contiene fallas, tal como el hecho de que Antonio Imbert Barreras nunca habia sido un alto oficial militar antes de 1962. 

Sobre las iniciales 'AI' que supuestamente llevaba el sombrero, ellos mencionan como fuente de este dato a los propios asesinos durante el juicio en 1962. Sin embargo, en ninguno de los escritos de los últimos 52 años sobre el juicio del caso Mirabal hemos encontrado hasta ahora que hayan mencionado que en el juicio se hablara de las iniciales "AI" en el sombrero ni que los documentos del juicio hagan referencia a dichas iniciales. El mismo Victor A. Peña Rivera, el más interesado en disasociarse del 'hombre del sombrero', en sus dos libros (Historia oculta de un dictador-1996 y La herencia del caudillo-1978) no menciona en absoluto ningunas iniciales en el sombrero. Como en los ultimos 5 años los trujillistas no ha presentado los documentos del juicio que respalden tal aseveración, no se le puede dar ningún crédito en estos momentos. También han mencionado a Miriam Morales como fuente, pero en la única publicación que hemos encontrado sobre las declaraciones de Miriam Morales, ella no dice absolutamente nada sobre un sombrero con iniciales "AI" (ver artículo La última que vio a las Mirabal). Hasta ahora, en nuestras investigaciones, las únicas personas que hemos encontrado que se refieren a un sombrero con iniciales "AI" han sido los Trujillos. En esto también madre e hijo se contradicen puesto que Angelita declara en su libro que Segundo Imbert era el hombre  que seguia a las Mirabal mientras que su hijo dice que era Antonio Imbert. Parece que a ella no le avisaron que el nombre de Segundo no corresponde a las iniciales 'AI'. 

Trujillo el inocente

Ahora bien, para seguirles el argumento (a pesar de todo lo anterior), aún en el supuesto de que las declaraciones de Miriam Morales fueran ciertas (no cuestionamos la parte de que ella habló con las Mirabal en la calle), eso no significa necesariamente, como hemos visto, que ellos (Pupo Román o Antonio Imbert) actuaron por su propia cuenta, sin la iniciativa, aprobación o el conocimiento de Trujillo, según lo presentan los que plantean la inocencia de Trujillo. Si acaso Antonio Imbert Barreras hubiera estado involucrado, no habría sido desde una posición de mando, dado que no poseia ninguna autoridad militar ni politica, como hemos visto. En cuanto a Pupo Román, no olvidemos que, según el libro de Angelita, él le había sugerido varias veces a Trujillo que había que matar a las Mirabal a lo que Trujillo, supuestamente, se oponía tajantemente y que, cuando de hecho se cometió el crimen, el Jefe, supuestamente, quedó furibundo. Como Trujillo, según esta versión, no le dio a Pupo Román ninguna señal ni indicio de que deseaba que las eliminaran, todo lo contrario, se oponía firmemente (supuestamente), entonces no tiene ningún sentido que Román tomara la iniciativa de eliminar a las Mirabal por su cuenta para congraciarse con Trujillo como sostiene Angelita en su libro ya que Trujillo se lo habia prohibido repetidas veces (según el mismísimo libro de Angelita). Es decir, la propia Angelita invalida su propio argumento. Además, aún si Trujillo no se lo hubiera prohibido, nadie que conociera a Trujillo de cerca, especialmente Pupo Román (a quien Trujillo regañaba y humillaba por asuntos de mucha menor importancia), se hubiera atrevido a dar una orden de tal envergadura (asesinar a personalidades políticas tan conocidas, especialmente a tres mujeres de cierto status social) por su propia cuenta, sin la aprobación de Trujillo, y exponerse a las nefastas consecuencias de un Trujillo furibundo.

Además, como veremos más abajo, entre agosto y noviembre de 1960 Pupo Román todavía estaba lejos de ser contactado por los conjurados del 30 de mayo para que se incorporara al complot. Por no tener Román ningún motivo propio (ni por conjura ni por halago) para matar a las hermanas, entonces la orden de matarlas solo pudo haberse originado en sus superiores, Trujillo y/o el SIM, dictada a través de él, Pupo Román, quien despiadadamente transmitió la orden al Jefe interino del SIM, capitán Candito Torres Peña. Contrario a lo que nos quieren hacer creer los neotrujillistas en su afán por librar a Trujillo por completo de toda culpa en este horrendo crimen, sólo porque Pupo Román estuviera involucrado en la masacre y supuestamente Imbert Barreras también, esto comoquiera no lava automaticamente las manos de Trujillo en la planeación de este horripilante crimen como veremos a continuación. 

Un testimonio ignorado

Pero además, en su diligente afán por "esclarecer" el crimen de las Mirabal (según los Trujillos ellos han estado investigando el caso a fondo), resulta extraño que en estos 5 años los Trujillos hayan ignorado por completo las importantes declaraciones de otro testigo sobre el montaje de este múltiple asesinato. Se trata de lo declarado por escrito y publicado en marzo de 2010 por el comandante Evelio Hernández, quien fue testigo de excepción de la orden desde el comando en San Cristóbal. Evelio Hernández era miembro de la XII Compañía del Ejército Nacional ubicada en San Cristóbal, donde Trujillo pasaba gran parte de su tiempo y, por ende, importante centro de decisiones político-militares. Dicha compañía tenía un sistema de radio que recibía órdenes confidenciales provenientes del propio Trujillo y su círculo más cercano. En la carta que le escribió al periódico El Diario Libre en marzo del 2010, Hernández declara que el 25 de noviembre de 1960 él se encontraba en la unidad de radio acompañado por el sargento mayor Darío Piña. A mediodía llamaban insistentemente al capitán Alicinio Peña Rivera ubicado en Santiago y le preguntaron: “Cuántos cocos tiene hoy la mata de cocos de Puerto Plata, y éste contestó: cuatro. Y la orden que siguió a la respuesta fue un tajante: túmbenlos los cuatro”.

Al oír al día siguiente la noticia del accidente de las hermanas Mirabal, escribe Evelio Hernández “inmediatamente concatené lo escuchado en la radio con la muerte de las tres heroínas y el chofer (pues era coherente que éstos fueran los cuatro cocos)".

Algo importante es que esto concuerda con lo manifestado por otros testigos e investigadores en el sentido de que Trujillo les había dado la orden a los del SIM de que si iban más de 4 ó 5 personas, que no ejecutaran la matanza. Suponemos que el límite se debió a que resultaría  sospechoso que de tantas personas no quedara un solo sobreviviente. Observen que la pregunta clave que hacen es "¿Cuántos cocos...?" y que al haber solo cuatro, dictan la orden tajante de proseguir.

A pesar de que hemos parafraseado parte de lo declarado por el comandante Evelio Hernández, decidimos copiar más abajo el artículo completo para que no queden dudas y porque en el artículo hay declaraciones de otros testigos que indican que el asesinato de las hermanas Mirabal fue un homicidio que Johnny Abbes venía cavilando desde tiempo atrás. Este documento contradice la peregrina idea de que Pupo Román tomo la iniciativa de matarlas contradiciendo la repetida y expresa prohibicion de Trujillo (en la versión de Angelita), presuntamente en coordinacion con Amiama Tio e Imbert Barreras. 

[Les pedimos disculpas a los lectores por la falta de acentos y tildes en estos parrafos. Blogger ya no acepta correccion de acentos por estar esta pagina repleta. Si desean reproducir partes de estos textos, les sugerimos que les pongan los acentos y las tildes.]

No estaban complotados

En sus declaraciones en el juicio de las Mirabal (1962) Manolo Tavarez Justo declaró (ver libro de Victor A. Peña Rivera, La herencia del Caudillo, pag. 110) que él y Leandro Guzmán fueron trasladados en agosto a la cárcel de Salcedo y luego a principios de noviembre a la de Puerto Plata, lo que despertó sospechas en él de que algo se tramaba. En su artículo Cuando las mariposas no volaron (25/11/2011), Tony Pina señala que los dos maridos fueron trasladados de Salcedo a Puerto Plata, mucho antes, dos semanas después de llegar a Salcedo.  La madre de las Mirabal, parientes y amigos también sospecharon con ese traslado que había una trama para un "accidente" en la montañosa carretera hacia Puerto Plata puesto que, además, los agentes les dijeron a las hermanas que podían visitar a sus maridos cuando ellas quisieran, algo completamente inusual para los presos políticos (ver, entre otros, Biografía de Minerva Argentina Mirabal en gentequehacehistoria.blogspot.com).Hasta el mismo chofer que casi siempre las llevaba no quiso llevarlas esa vez y otros rechazaron la oferta.

Ahora bien, entre agosto y noviembre de 1960, todavía ninguno de los conjurados había hablado con Pupo Román sobre el complot para matar a Trujillo. Luis Amiama Tio, el encargado de reclutar a Pupo Román por ser su compadre, no habló por primera vez sobre el complot con el general sino hasta enero de1961 (ver, entre otros, artículo Pupo Román, ni héroe ni traidor -2007- en el Listín Diario y artículo de Chichi de Jesus Reyes Lo dijo en interrogatorio -2013- sobre las declaraciones de Pupo Román a Ramfis Trujillo en junio, 1961) en las que dice que la primera vez que se le acercaron con la propuesta de derrocar a Trujillo fue en enero de 1961. En esa ocasión, Pupo Román se rehusó a participar en el tiranicidio pero expresó que estaría dispuesto a asumir el poder. Todavía el 16 de mayo de 1961, cuando Luis Amiama Tio le pidió en una fiesta de familia que por fin se definiera, Pupo Román le contestó que eso de dar un golpe de estado era un disparate porque no contaba con la estructura de poder que necesitaba para materializar el golpe. Finalmentte, cuando Amiama Tio le expresó que con él o sin él seguirían con sus planes, Román le dijo que estaría dispuesto a asumir el mando sólo si no mataban a Trujillo sino si sólo lo hacían prisionero. Bernardo Vega reconstruyó estos hechos para su libro Los días finales publicado en 1999 (once años antes que las declaraciones de Miriam Morales y los Trujillos) con base en sus detalladas investigaciones y en las declaraciones de un hijo de Pupo Román y las de Fernando Amiama Tio, hermano de Luis Amiama. Por tanto, Pupo Román no tenía entre agosto y noviembre de 1960 motivaciones conspiratorias para matar a las Mirabal. Lo que hizo fue cumplir cobardemente y despiadadamente órdenes superiores.

Por su parte, para 1960 Antonio Imbert Barreras no había tenido ningún cargo en el gobierno, ni civil ni militar, desde hacía muchos años por lo que no tenía ninguna autoridad de mando, ni militar ni político, para dictar una orden de esa magnitud (el asesinato de tres mujeres destacadas y admiradas) a un jefe del SIM (Candito Torres y Alicinio Peña Rivera) o a cualquier otro. De hecho, se sabía que desde que fue destituido años atrás de su cargo como gobernador y con un hermano en prisión por orden de Trujillo, su relación con Trujillo no era ni estrecha ni amistosa por lo que ningún alto jefe militar o del SIM acataría una orden suya de tal magnitud sin cuestionarla y verificarla. Repetimos, además, que Antonio Imbert Barreras nunca fue un alto oficial militar sino hasta después de la caída de la dictadura.

Además, el grupo de Moca (los de la Maza) fue el primero en organizarse, luego se conectaron con los Díaz y luego con Pedro Livio y Cedeño y Estrella Sadhala a principios de 1961, siendo Antonio Imbert Barreras uno de los dos últimos (creemos que el penúltimo) en ser reclutado. Si bien Antonio Imbert Barreras estaba distanciado de Trujillo desde buen tiempo atrás (nadie ha negado eso), según publicaciones anteriores a 2010, él habló con Salvador Estrella Sadhalá sobre la necesidad de decapitar la dictadura por primera vez en enero de 1961 (deseo hecho más urgente, precisamente, por la masacre de las Mirabal, según Imbert Barrera) y con Livio Cedeño, pero no fue reclutado a la conjura del ahora grupo Díaz-de la Maza sino hasta marzo de 1961 (cinco meses después de la masacre de las Mirabal). Ver Los últimos dias de Trujillo (2014), un extenso reportaje del veterano periodista Miguel Guerrero. Además, en la carta que él escribio en junio de 1961 desde su escondite (con el fin de dejar su testimonio ya que la muerte casi segura lo rodeaba) Imbert Barrera dijo que su grupo (Estrella Sadhala, García Guerrero y él) hicieron contacto con los de la Maza en marzo de 1961 (Ver la carta reproducida en el artículo Imbert Barrera narra como tramaron..." de Miguel Guerrero.

Lo anterior lo confirma el historiador Frank Moya Pons en su libro Historia de la República Dominicana, Vol. II, publicado en enero de 2010 (un mes antes que el libro de Angelita), pero cuya investigación y redacción fueron mucho antes. En las págs. 501 y 502 declara, entre otros datos importantes, que los dos últimos grupos, el de la Maza (ya unido al de los Díaz) y el pequeño grupo compuesto por Estrella Sadalhá, Imbert Barreras y Amado García Guerrero, no se habían enterado mutuamente de su existencia sino hasta marzo de 1961. Como habíamos señalado, ese contacto inicial fue con Estrella Sadhalá quien después les sugirió incorporar a Imbert Barreras, contrario a la versión que Sadhala dio en el interrogatorio del SIM para salvar su vida (ver más abajo). Esto significa que Luis Amiama Tio (del grupo de los Díaz) no pudo haberle dado a Imbert Barreras (del último grupo en conformarse) ningunas instrucciones entre agosto y noviembre de 1960 cuando no había ningunos lazos conspirativos entre los dos hombres y, además, en todo lo que hemos leído hasta ahora, no hay indicios de que estos dos hombres ni siquiera se hubieran tratado personalmente antes de la conjura de 1961. (Debido a que aquí ya no cabe más texto, ver copia del libro de Moya Pons en PRESENTE, abajo, puesto que contiene otros detalles de interés.)

Por otro lado, consideramos que las declaraciones de Salvador Estrella Sadhala hechas en el SIM (después de ser detenido e interrogado) estan viciadas dado que es obvio que él estaba tratando de minimizar su participación en la organización del complot con el fin de evitar muerte y tortura. Contradiciendo a todos los investigadores y participantes, él declara que después de varias conversaciones con de la Maza en que este último le hablaba a él sobre la necesidad de acabar con Trujillo, él fue finalmente reclutado por Antonio de la Maza, pero sólo después de que Amado García Guerrero, Imbert Barreras y Pupo Román ya era parte de la conjura, sin decir cuando estos fueron incorporados. Con esto él estaba tratando de evitar las torturas y salvar su vida, lo que es natural, presentando su rol en la conjura como un actor marginal que se incorporó superficialmente al final, ya cuando la conjura estaba plenamente organizada por los otros, no él. Les recordamos que esta versión no concuerda con todas las demás investigaciones y declaraciones, las cuales indican que Estrella Sadhala conjuraba (o hablaba de "hacer algo") primero con García Guerrero e Imbert Barreras, que fue él  quien luego sugirió que estos dos últimos fueran incorporados a la conjura y que Pupo Román fue el último en quedar "integrado", si acaso alguna vez lo estuvo realmente. Además, Estrella Sadhala le dice al SIM que la primera vez que Antonio de la Maza le insinuó la necesidad de hacer algo para acabar con el régimen fue a finales de marzo de 1961 en un encuentro casual en medio de un proyecto de construcción en el que él estaba trabajando. También es importante que en sus declaraciones no dijo nada en absoluto, ni por asomo, de que ya en 1960 existiera conjura alguna.


Por su parte, durante el interrogatorio del SIM, Pedrio Livio Cedeño, quien les contestaba a los interrogadores con firmeza y coraje (como alguien que sabía que iba a morir de todas formas), declaró que Antonio de la Maza le habló de un plan de tumbar la dictadura en febrero de 1961 y dice que fue 2-3 meses antes de principios de junio, 1961 (o sea, en marzo o abril) que estuvo en la presencia de Antonio de la Maza en casa de Juan Tomás Díaz donde se hablaba propiamente sobre un atentado en contra de la vida de Trujillo. Lamentablemente para nuestro esfuerzo, en sus declaraciones (por lo menos en las que se conocen públicamente) Pedro Livio Cedeño no menciona cuando fue que Imbert Barreras, Amiama Tio y Pupo Román se incorporaron al complot. La mayor parte de sus declaraciones tienen que ver ya con la preparación material del asalto en la avenida. Lo importante es que él, como los demás, no dice absolutamente nada de ningún complot contra Trujillo en 1960, en absoluto. Ver dos artículos en el Listín Diario: Las declaraciones de Pedro Livio Cedeño y Arrestar a Trujillo era el plan inicial.

Los Trujillos también alegan, sin pruebas, que a principios de junio de 1961 Pupo Román le confesó a Ramfis Trujillo que el asesinato de las Mirabal fue una trama de los conjurados aconsejada por Amiama Tio. Nuestra pregunta es: ¿Creen los lectores que tiene sentido alguno que Ramfis Trujillo no difundiera esta revelación a diestra y a siniestra por todos los medios con el fin de exonerar a su padre de ese horripilante feminicidio? Ramfis tuvo casi 6 meses en el país y 7 años en el exterior para dar a conocer esta importante revelación que no sólo hubiera lavado el nombre de su padre en relacion a esa masacre sino que hubiera satanizado a los conjurados que él todavia odiaba con inquina aún después de haber matado a la mayoría (ver Memorias de Cesar A. Saillant). Sin embargo, hasta su muerte en 1969 Ramfis mantuvo en torno a esta presunta confesión de tanta trascendencia un silencio tan hermético que lo elevaría sin duda a leal cómplice de los conjurados en la trama para satanizar a su padre. ¿Tiene esto sentido? Como en otros alegatos, ni presentan pruebas ni tiene lógica.

¿Qué nos dice sobre la conjura del 30 de mayo la sobrina de Antonio de la Maza? Si bien el relato de Isabel Rosario de la Maza no concuerda en su totalidad con las investigaciones de los historiadores y periodistas sobre la fecha del contacto entre los dos grupos (el de Moca y el grupo pequeño de Estrella Sadhala), pues ella expresa que Estrella Sadhala y Antonio de la Maza hablaron sobre la necesidad de eliminar a Trujillo a mediados de 1960, ella en definitiva señala que Antonio Imbert Barreras se integró al grupo a principios de 1961 y, no por casualidad, es el último que ella menciona en integrarse. En otra ocasión, en una conferencia dictada en la Academia Dominicana de Historia (30 de mayo, 2009), dicha sobrina repite que Imbert Barreras se integró al grupo a principios de 1961 y añade dos datos importantes: Que Modesto Díaz también se integró al grupo igualmente a principios de 1961 (recuerden que él fue el lazo entre su grupo y Amiama Tio por ser su íntimo amigo) y que en esa misma época también establecieron contacto con Ángel Severo Cabral, quien ya estaba en conversaciones con los agentes americanos. Aunque sus comentarios no se deben descartar por completo, es menester señalar que por ser la única en decir que de la Maza y Estrella Sadhala hablaron de eliminar a Trujillo en 1960 (como lo decía mucha gente en voz baja para esa época) y por no ser ella ni historiadora ni participante en el complot, sería enteramente irracional descartar la versión compartida por todos los investigadores y conjurados con el fin de optar exclusivamente por la solitaria versión que dice lo contrario (la de la sobrina) sin ni siquiera contar con una prueba concreta que la asista. Una explicación para esta discordancia con todos los demás podría ser que su comentario sea producto simplemene de un error en la información de que se nutre su versión dado que ella no es ni historiadora, ni periodista, ni participante. Aún así, lo más importante es que en lo que antañe a los tres personajes que nos interesa (Imbert Barreras, Pupo Román y Amiama Tio), su versión reitera que Antonio Imbert Barreras (según los Trujillos, el hombre clave para la trama de matar a las Mirabal) no se integró a la conjura hasta meses después (enero, 1961) de que se formó la trama para matar a las Mirabal (entre agosto y noviembre de 1960). Además, ella señala (al igual que otros) que Modesto Díaz no se integró a la conjura sino hasta principios de 1961. Debemos recordar que Modesto Díaz era un hombre mucho más pausado y precavido que su hermano y que, además, tenía reservas en conjurar contra el dictador dado que él, a la sazón, era funcionario del gobierno. Esto explica por qué no se incorporó al mismo tiempo que su hermano. Como Modesto Díaz fue el que conquistó a Amiama Tio al complot (por ser su amigo íntimo) después de integrarse él mismo a principios de 1961, entonces Amiama Tio no empezaría a negociar con los americanos sino hasta ese mismo año (1961). Esto significa, a menos que aparezca una prueba contraria fehaciente, que Amiama Tio no pudo haberle aconsejado entre agosto y noviembre de 1960 ni a Pupo Román ni a Imbert Barreras a que mataran a las Mirabal para satisfacer la presunta exigencia del agente de la CIA de crear una crisis que volcara la opinión pública. Quien sí había estado en contacto con Lorenzo Berry (Wimpy) era Ángel Severo Cabral a quien los Trujillos no involucran en absoluto en la masacre de las Mirabal.

Debemos aclarar que Rosario de la Maza dice que Imbert Barreras se incorporó a la conjura en enero de 1961. Sin embargo, no debemos olvidar que muchas personas confunden 'intención' con 'decisión'. Se sabe que Imbert Barreras habló con Estrella Sadhala sobre la necesidad de eliminar a Trujillo (como lo hacían muchísimas personas en susurro ya a finales de la Era), pero esto no significa, como talvez lo interpretó Rosario de la Maza, que necesariamente Estrella Sadhala le habló de la conjura a Imbert Barrera en esos momentos, ni mucho menos que les sugirió de inmediato en enero a los conjurados que incluyeran al puertoplateño, por lo que no se puede decir que Imbert ya fuera parte de la conjura en enero. Efectivamente, varios investigadores han señalado, como hemos visto, que si bien los dos hablaron sobre la necesidad de eliminar al tirano en enero, Estrella Sadhala no le sugirió a Juan Tomás Díaz incorporar a Imbert Barreras sino hasta marzo de 1961 y que Díaz lo aceptó y suponemos, por lógica, que luego Estrella Sadhala le reveló el plan a Imbert Barreras invitándolo a unirse.
 
Vale la pena observar que en todo su relato sobre el proceso de integración de los tres grupos, Rosario de la Maza ni siquiera menciona a Pupo Román, apoyando con esto lo que sostienen los investigadores en el sentido de que Pupo Román en realidad no pertenecía a ninguno de los tres grupos cuando éstos se conformaron cada uno por su cuenta y que él fue el último en ser conquistado, es decir ya bien entrado el año 1961 (todo indica que en marzo y posiblemente después). Ella sólo lo menciona por primera vez cuando ya pasa a describir como se iba a realizar el golpe de estado justo después del tiranicidio. Tal como supimos después por el golpe de estado que no se dio, Pupo Román nunca se integró de cuerpo y alma en la conjura, en parte, debido a que nunca fue parte integral de los tres grupos que complotaban. Sin embargo, sabemos que también hubo otros factores (fallas de comunicación, la interferencia de Espaillat, el inesperado arribo casi inmediato de Ramfis a RD, etc.) que malograron el golpe de estado.

En resumen, lo más importante en todas estas declaraciones e investigaciones (incluyendo a Rosario de la Maza) es que Antonio Imbert Barreras no aparece como complotado sino hasta principios de 1961 (posiblemenete en enero, pero más probablemente en marzo) y que Pupo Román fue el último en quedar "incorporado", si es que acaso alguna vez lo estuvo en realidad. Sobre Amiama Tio tenemos menos información, pero lo poco que ha surgido es que él fue reclutado por Modesto Díaz, quien, a su vez, se había incorporado a la conjura a principios de 1961. 

Todo esto desarticula el argumento de los Trujillos de que Antonio Imbert Barreras, Pupo Román y Amiama Tio estaban confabulados para matar a las Mirabal entre agosto y noviembre de 1960. Mientras no surja una prueba fehaciente, de peso, que contradiga todo lo anterior, esto nos dice que Imbert Barreras no pudo haber recibido ningunas instrucciones de parte de Amiama Tio entre agosto y noviembre de 1960 de matar a las hermanas Mirabal ni mucho menos Pupo Román, el último en incorporarse. En pocas palabras, entre agosto y noviembre de 1960 no existía la conjura del 30 de Mayo tal como se fue consolidando a partir de enero de 1961, con base en lo que conocemos hoy. Si bien el grupo de Moca ya se había conformado a finales de 1960, ese grupo definitivamente no incluía ni a Pupo Román ni a Imbert Barreras, ni tampoco, según parece, a Amiama Tio. En ninguno de los relatos que se encuentran en la Internet sobre el proceso de formación del grupo de Moca mencionan, ni por asomo, a ninguno de los tres.

No olviden que en algún momento entre agosto y noviembre de 1960 la trama de la masacre de las Mirabal ya se había empezado a preparar puesto que en agosto (ver referencia más arriba) los esposos Leandro Guzmán y Manolo Tavarez Justo fueron traslados a la cárcel de Salcedo dizque para que las esposas no tuvieran que viajar tan lejos y de ahí, dos semanas después según algunos y más tarde según otros (Peña Rivera menciona a Manolo Tavarez diciendo que fue el 9 de noviembre), a la cárcel de Puerto Plata supuestamente para que identificaran a miembros del 1J4 que estuvieron involucrados en un trasiego de armas. Esto obligaría a las hermanas Mirabal a viajar por la montañosa carretera hacia Puerto Plata, zona propicia para el montaje de un "accidente". No olviden tampoco que hubo dos intentos de asesinarlas antes del 25 de noviembre (el 18 y el 22) y que no lo hicieron porque iban con niños. Ahora bien, ¿desde cuándo los esbirros del SIM y los militares se preocupaban por acomodar a las esposas de sus presos políticos? ¿Especialmente cuando ellas mismas eran activistas enemigas del régimen? Por cierto, en su artículo Minerva, María Teresa y Patria Mirabal fueron víctimas del Trujillato, Chichi de Jesús Reyes señala, refiriéndose al traslado, que "en la orden se hace constar que la medida fue dispuesta directamente por Trujillo". (Para los que tengan dudas, este veterano periodista siempre calza sus artículos con su correo electrónico de tal forma que los lectores pueden consultarle fácilmente sobre sus fuentes.)

Por todo lo anterior, nos parece demasiado tendencioso y retorcido alegar que las hermanas Mirabal fueron asesinadas por orden exclusiva de Pupo Román y/o Antonio Imbert Barreras como parte de una conjura que todavía no le había sido revelada a ninguno de los dos y, además, bajo instrucciones de Luis Amiama Tio, completamente a espaldas de la única y máxima autoridad que podía dictar una orden de esa magnitud: el propio Trujillo. Más adelante trataremos con más detalle a Luis Amiama Tio. 

El lapsus linguae

Volvamos de nuevo a noviembre de 1960. 

Un incidente revelador es el desliz verbal que comete Trujillo cuando llama al Mayor Cándido Torres al día siguiente de la masacre. Trujillo empieza hablando de las "noticias" y del "accidente" de las Mirabal, pero acto seguido comete el lapsus de llamarlo "ese crimen" cuando supuestamente él sólo conocía lo que declaraban las noticias de esa mañana. Balaguer nos lo relata cuando discute lo que según él es la insoslayable culpabilidad de Trujillo por esa masacre. Se trata del deslíz del Jefe que Aquiles Julián recoge en su artículo sobre el caso. A continuación citamos a Aquiles Julián. Ademas copiamos más abajo parte del artículo debido a que se trata de un importante y revelador detalle:
 
El lapsus linguae, el resbalón de lengua, declara inconscientemente aquello que el perpetrante persigue ocultar. Su habla lo traiciona.
Y Trujillo, en el relato de Balaguer, incurre en uno.
Cuando le dice al Mayor Cándido Torres, mismo que había cursado la orden para asesinar a las Mirabal que provenía de él, de Trujillo “¿Y no sabe usted que las hermanas Mirabal han sufrido un accidente y que es posible que ese crimen se achaque al Servicio de Inteligencia, como ocurre cada vez que muere alguien señalado por el rumor público como enemigo del Gobierno?”, Trujillo se denuncia a sí mismo al calificar de crimen lo que él mismo antes tildaba de accidente.
Su inconsciente lo traicionó.
Balaguer recogió y preservó la conversación para la posteridad.
Y puso en ella la evidencia de la culpabilidad del propio Trujillo en el crimen, pese a su teatralidad y a su simulación.

(Hasta aquí la cita de Aquiles Julián.)

Además, un detalle importante es que, primero, Trujillo pretende no saber nada, ni siquiera de la noticia del accidente, y le pregunta inocentemente al mayor Cándito Torres ¿que hay de nuevo? Lo ideal para Trujillo hubiera sido que el mayor le diera la noticia del accidente para poder manifestar su inocente sorpresa al oír la noticia "por primera vez". Pero, al no decir el mayor nada sobre el "accidente", Trujillo se siente frustrado, no aguanta y se ve obligado a introducir él mismo el tema ("¿y no sabe  usted que...") para luego poder dramatizar ante el mayor Torres su aspaviento e indignación. La intención era que el mayor Cándido sirviera de testigo de que Trujillo ni siquiera sabía nada sobre el "accidente" (lo oyó por primera vez de la voz de Torres), pero al no salirle el diálogo como él esperaba, Trujillo se ve obligado a introducir él mismo el tema para que el dialogo llevara el curso que a el le interesaba.  

A los que llevamos años estudiando la dictadura y la personalidad de Trujillo, estas tramas y manipulaciones sutiles y no tan sutiles no nos sorprenden. Trujillo era un gato marrullero, simulador y manipulador, contrario a la personalidad pública que presentaba de ser un estadista noble, íntegro y consecuente. Aunque a menudo se dejaba llevar por el instinto y daba órdenes impulsivas, también sabía ser muy calculador cuando se trataba de eliminar a personas de gran relevancia. Ver más abajo Sobre el talento teatral de Trujillo.

Aparte de las declaraciones de la señora Morales, la cuales han sido bien aprovechadas por los trujillistas, los demás argumentos presentados por los trujillistas son simples especulaciones sin sustento, cuyo razonamiento se cae por su propio peso. A continuación analizamos todos los que hemos escuchado.

Los caprichos del Jefe

Uno de los principales argumentos que esgrime la familia Trujillo para exonerar a Trujillo del crímen es que las tres hermanas no representaban ninguna amenaza hacia su régimen y que, por tanto, Trujillo no tenía motivo para matarlas dado que no ganaba nada con eliminarlas. Esto contradice diametralmente lo que le había declarado el propio Trujillo el 3 de noviembre, 1960 a El Caribe, que a su gobierno solo le quedaban dos problemas: La Iglesia y Minerva Mirabal. (ver, entre otros artículos publicados antes de 2010, Las hermanas Mirabal, mariposas en el tiempo, publicado en abril, 2009). De esta forma, Trujillo colocó a las Mirabal en el mismo plano de importancia que la Iglesia Católica.

Pero además, a los que llevamos años estudiando la larga dictadura este argumento casi nos mueve a risa si no fuera tan ofensivo. La gran mayoría de las víctimas de Trujillo nunca representaron una amenaza hacia el régimen. Motivos racionales no eran necesarios para eliminar a alguien. Son incontables las personas que el régimen mató por razones caprichosas, por resentimiento, sólo por estar emparentada la víctima a algún antitrujillista (aunque se supiera que dicho pariente no militaba), por no cederle sus propiedades o su negocio al dictador, por haber dicho una impertinencia (ver Lithgow-Ceara, Colon Piris, Rafael Yepes, etc.), por ser un empleado o chofer de un enemigo, por rechazarle un puesto u oferta y otras sinrazones más. 

Además, no olvidemos que después de haber interactuado con Minerva un par de veces en fiestas (especialmente en la última en que no pudo conquistarla y en la que ella le planteó cierto reto) Trujillo quedó obsesionado con Minerva en una forma enfermiza. De esto se ha publicado bastante. Sin plantearlo como un hecho incontrovertible, podemos mencionar el libro de Dede Mirabal (ver pág. 197 de Vivas en su jardín), en que dice que Zacarías, el chofer de Trujillo, le había comentado a Japonesa Trujillo que el Jefe no andaba bien pues varias veces de repente Trujillo le decía "Mira a esa mujer, mírala ahí, es Minerva" y que cuando él miraba, no había nadie. Con base en todo lo que hemos leído sobre la dictadura, Minerva ha sido la única persona que, al rechazarlo, le habló a Trujillo como su igual, a los ojos, sin genuflexión. Ser objeto de la obsesión frustrada de un psicópata genocida como Trujillo, sintiéndose rechazado y, para colmo, todopoderoso, quien tenía que controlarlo todo y a todos, es estar bailando con la muerte.

Los trujillistas también sostienen que no tenía sentido ni lógica que Trujillo mandara a matar a estas tres mujeres puesto que semejante crimen sólo le acarrearía enorme resentimiento entre la población y mayor condena internacional, justo cuando Trujillo no lo necesitaba debido a la condena y el aislamiento regional a que lo habían sometido por el atentado contra Betancourt.

Repetimos: Plantear este tipo de argumento de 'racionalidad' en el caso de Trujillo es totalmente incongruente con su trayectoria criminal e irracional y practicamente una burla puesto que Trujillo demostró una y mil veces en sus 31 años de desgobierno que era capaz de alternar facilmente sus maquiavélicas tramas con decisiones antojadizas, irracionales, morbosas y contraproducentes, intensificadas éstas en los últimos dos años de su gobierno cuando estaba cada vez más desesperado por la incesante resistencia interna, las críticas, las presiones internacionales, la crisis economica y posiblemente por los achaques de la vejez.

¿Se preocupó Trujillo por lo que pensaría la opinión pública cuando mandó a matar a miles de haitianos? ¿Cuando a principios de 1960 dio la orden de disparar a matar indiscriminadamente a todo el que tratara de asilarse en una embajada, inclusive invadiendo  violentamente las mismas sedes diplomáticas con turbas violentas y disparos? ¿Cuando trató de matar al presidente de otro país (Betancourt) y cuando efectivamente mató al de Guatemala? ¿Cuando apenas unos meses antes de ese fatídico 25 de noviembre, bajo la orden expresa de Trujillo, la dictadura persiguió como si hubieran sido delincuentes a sacerdotes de la iglesia católica y atacó los templos después de la Carta Pastoral, incluyendo el intenso sacrilegio del templo de La Vega, con prostitutas y turbas, cuando sus esbirros trataron de incendiar dicho templo, cuando destruyeron con una bomba el seminario de Santiago en construcción, así como los ataques y violentos desalojos de curas y obispos de sus hogares y centros, o la agresión física contra las monjas hasta hacerlas sangrar? (Ver otras secciones en este portal que discuten estos casos.)

¿Es eso actuar racionalmente, con prudencia, para no crear una imagen negativa que pudiera impactar adversamente a la población civil y a la opinión internacional?

Los últimos párrafos no pretenden “probar” positivamente que Trujillo fuera quien diera la orden de matar a las Mirabal sino que los argumentos de los trujillistas de que Trujillo no tenía un motivo "racional" no "prueban" en absoluto que no fuera él quien diera la macabra orden puesto que Trujillo mataba más por motivos irracionales que racionales. Considerando sus reiterados antecedentes de dislates irracionales durante 31 años, es realmente una farsa de mal gusto pretextar el sentido de “racionalidad” y “sensibilidad” a la opinión pública como pruebas de que Trujillo no hubiera emitido semejante orden. Para los que todavía tengan dudas, lean más abajo lo que tienen que decir sobre este caso dos de sus tres más cercanos y fieles colaboradores: Joaquín Balaguer y Virgilio Álvarez Pina. 

La condición del misterioso agente

En cuanto a la conexión entre los conjurados y algunos funcionarios de la embajada y/o agentes de la CIA, eso es ampliamente conocido. Los historiadores, las Fundaciones Patrióticas y los investigadores del campo antitrujillista se han referido abiertamente en muchas ocasiones a esta conexión. Lo que está en tela de juicio es específicamente la exigencia que, según los trujillistas, les hiciera a los conjurados un agente americano (¿Plato Cox, Dearborn?, los Trujillos no dejan claro) para que EUA apoyara el complot. Dicha exigencia consistía en que era necesario, según las palabras del nieto de Trujillo, que "cometieran un hecho de trascendencia que incriminara al dictador y volcara la opinión pública en su contra". Esta exigencia, según la versión de los trujillistas, fue lo que motivó el asesinato de las Mirabal.

Hasta ahora, la única documentación que han mencionado para respaldar la presunta exigencia por parte del misterioso agente americano consiste en tres fuentes. Debido a que Blogger casi no acepta más texto, no podemos reproducir los documentos aquí, pero les ofrecemos el link para que los lean directamente. Estas son las tres fuentes:

1- El informe de la famosa investigación del 94 Congreso de EUA (el Comité Church) sobre Asesinatos y atentados en contra de líderes extranjeros (1974).

De ese extenso informe del Comité Church leímos la parte que se refiere al complot contra Trujillo (págs. 191-215). En esas 24 páginas, lo único que dice acerca de las condiciones del gobierno de EUA para involucrarse en el complot es lo que Henry Dearborn (cónsul en RD y luego agente de la CIA) le sugiere a la CIA. Citamos textualmente (págs. 192 y 193) lo que el informe dice sobre la solicitud de Dearborn. Se refiere específicamente a la comunicación entre las oficinas centrales de la CIA en Washington y Henry Dearborn en la embajada americana en Ciudad Trujillo:

He [Dearborn] agreed. He requested, however, that the CIA confirm the arrangement with the dissidents as being that the United States would "clandestinely" assist the opposition to 'develop effective force to accomplish Trujillo overthrow', but would not 'undertake any covert action itself against Trujillo government while it is in full control of Dominican Republic." (Cable, Station to HQ, 6/17/60).

Lo que acaban de leer es lo único en ese largo informe de 24 páginas que se asemeja a una exigencia y lo único que dice es que EUA no tomaría acción encubierta "mientras el gobierno de Trujillo esté en control de la República Dominicana". Nuestra pregunta es: ¿En qué se asemeja esto a la exigencia específica de que (palabras del nieto de Trujillo) "cometieran un hecho de trascendencia que incriminara al dictador y volcara la opinion publica en su contra"?

Entre lo que le dijo Dearborn a la CIA y la frase que el nieto de Trujillo repite incansablemente hay un abismo denotativo y connotativo tan ancho que sólo puede ser franqueado por una febril imaginación desbocada....o interesada.

Para los que deseen verificar lo que dice el informe, por favor lean las 24 páginas que se refieren al tiranicidio de Trujillo. Empieza en la pág. 191. Este es el link: https://archive.org/stream/allegedassassina00unit#page/n15/mode/2up

2- Un artículo de Norman Gall: How the Agency Killed Trujillo (1963). Por favor léanlo. Este es el link: http://www.normangall.com/dominicanr_art2.htm

Hay dos cortos párrafos en este artículo que hacen referencia a la relación entre los agentes y Amiama Tio, pero ninguno de los dos menciona absolutamente nada sobre ninguna exigencia. Apenas dice que Amiama Tio (grupo de los Díaz) estaba en conversaciones con Dearborn a finales de 1960 y más adelante dice que Amiama Tio estableció contacto con un agente de la CIA a finales de 1960, mencionado por el Gral. Arturo Espaillat ("Navajita") en una conferencia de prensa como Plato Cox. Ni una sola palabra sobre condiciones o exigencias por parte de la CIA o la embajada (por favor lean el artículo). De hecho, Glass nos aconseja que no debemos confiar sólo en lo que nos diga Espaillat. Es posible que esa reserva de Glass se deba a que Espaillat, agente encubierto de Trujillo con varios asesinatos a su haber y ex jefe del SIM, no era ningún angelito incapaz de mentir en aras de alguna agenda oculta. El resto del artículo se refiere a la crisis de la dictudura, los hechos del 30 de mayo y al suministro de las armas de parte de la CIA, algo que todos conocemos y que nadie cuestiona.

3- En forma tangencial y difusa, en una ocasión el nieto de Trujillo mencionó el breve comentario que hiciera el Gral. Arturo Espaillat en una conferencia de prensa, pero sólo dijo que Espaillat mencionó al agente Plato Cox, nada más. De nuevo, nada sobre ninguna exigencia. Para asegurarnos, nosotros realizamos una búsqueda electrónica del nombre Plato Cox en el libro de Arturo Espaillat (Trujillo, the last Caesar,) que se encuentra en la red (estas búsquedas electrónicas no fallan) y por ningún lado encontramos el nombre Plato ni Cox, por lo que concluimos que en su libro no dice nada sobre este personaje. Si dijera algo que se asemejara a la cita del nieto, hace ratos que en estos últimos cinco años los trujillistas estuvieran repitiéndolo por todo lo alto, con el número de la página y citándolo literalmente hasta la saciedad. A Amiama Tio el libro sólo lo menciona una vez, para decir que llamó al consulado después del ajusticiamiento, lo que no es ninguna novedad porque todos los investigadores saben que él tenia contacto con los americanos. El nombre de Imbert sólo aparece una vez (para decir que fue uno de los dos conjurados sobrevivientes) y el nombre Mirabal no aparece del todo. En conclusión, como el libro de Espaillat no dice absolutamente nada sobre ninguna exigencia de la CIA, su breve comentario a la prensa es lo único que tenemos de Espaillat como fuente. Hemos encontrado tres reportajes en la prensa canadiense de esos dias sobre dicha conferencia de prensa y ninguno dice que Espaillat dijera algo sobre el un Plato Cox ni Amiama Tio, aunque podria ser que los periódicos no resumieran todo lo que dijo. El tema principal de la conferencia de prensa fue su status migratorio en el Canadá y un proceso legal por portar un arma ilegal. Invitamos a los lectores a que investiguen a ver si tienen mejor suerte que nosotros y si encuentran la parte de la entrevista que, según Normal Gall, se refiere al contacto entre Amiama Tio y Plato Cox, por favor publiquenla para ver si contiene exigencias de la CIA que nos hagan cambiar nuestras conclusiones. Creemos, sin embargo, que si Norman Gall no lo ha mencionado ni nadie más es porque Espaillat no habló de una exigencia.

Precisamente, lo único que hace Norman Gall (ver punto 2) en su articulo es sencillamente referirse a la mención que hizo Arturo Espaillat a la prensa por lo que estas dos fuentes (Norman Gall y Espaillat) son en realidad una sola fuente y en ninguno de los dos se menciona nada sobre ninguna exigencia del gobierno americano dirigida a los complotados. Si leen el articulo de Norman Gall, verán que lo único que dice es que, según Espaillat, Amiama hizo contacto con Plato Cox y todos sabemos que ni los investigadores ni los antitrujillistas niegan que hubo contacto entre los conjurados y los agentes de la embajada y la CIA, contacto que ha sido ampliamente comentado, por lo que no es ninguna gran revelación.

Esas tres son las fuentes o pruebas que han presentado hasta ahora para sustentar el alegato de que un agente de la CIA o la embajada (sea Cox, Dearborn o cualquiera) les comunicó a los conjurados que "cometieran un hecho de trascendencia que incriminara al dictador y volcara la opinión pública en su contra". Como pueden ver ninguna de las fuentes avala esta versión y hasta tanto no presenten una verdadera prueba de la condición planteada por el misterioso agente que ellos tanto repiten y que presuntamente condujo a la masacre, dicha exigencia continuará relegada al plano de la fértil fantasía trujillista. 

Debemos agregar que en los textos que discuten con mayor detalle las negociaciones entre los conjurados y los agentes americanos ("Wimpy" y Dearborn), el principal enlace de los conjurados que siempre aparece (y además el enlace inicial) es Ángel Severo Cabral (grupo de Santiago, luego conectado a los Diaz). Es interesante, además, que en sus declaraciones a Ramfis Trujillo como preso, Pupo Román dijo que la primera vez que Amiama Tio le habló del complot en enero de 1961éste le dijo que él estaba en comunicación con un agente de la CIA que se hacia pasar por propietario de un supermercado (es decir, Lorenzo Berry "Wimpy"), no menciona a Plato Cox

Es importante tomar nota de que la principal preocupación del gobierno de EUA y la razón de sus reservas en apoyar un golpe de estado contra Trujillo entre 1960 y 1961 no era la tal necesidad de debilitar el supuesto "apoyo popular al régimen" que alegan los trujillistas sino que su preocupación  principal era el tipo de gobierno que asumiría el poder después del golpe para no repetir lo de Cuba (ver, entre otros, Eisenhower and the Overthrow of Rafael Trujillo). Además, dudamos que el gobierno americano tuviera mayor preocupación con el supuesto "apoyo popular" de Trujillo. No olvidemos que EUA trató de tumbar a Fidel Castro (Bahia de los Cochinos y otros atentados) cuando Fidel Castro estaba en la cúspide de su popularidad en Cuba, inclusive en Latinoamérica. También habían tumbado a Jacobo Arbens en 1954, presidente liberal y reformista sumamente popular en Guatemala, luego a Salvador Allende, a Joao Goulart, reformista de Brasil, etc, todos ellos mucho más populares que un sátrapa como Trujillo, para no hablar de otros líderes altamente populares, reformistas y nacionalistas en otras regiones que fueron tumbados del poder por los intereses geopolíticos de EUA (Sukarno, Papandreou, Lumumba, etc.)

Los investigadores concuerdan en que Luis Amiama Tio participó completamente por razones de principio, patriotismo y desesperación, sin tener ningún resentimiento personal en contra de Trujillo (a diferencia de otros conjurados) puesto que nunca fue ofendido, ni engañado, ni obligado a nada por Trujillo. Su indignación y su dolor por el país se reflejan en la carta que le escribió a su esposa desde su escondite cuando la muerte era una realidad inmediata y casi segura y en los comentarios desesperados que hacía en la intimidad del hogar cuando los esbirros asaltaban, golpeaban y les disparaban a los jóvenes que trataban de asilarse en la embajada de México que les quedaba en frente. La embajada de México fue una de las dos embajadas más asediadas por el régimen y, por estar dicha embajada en una loma, eran plenamente visibles los atropellos que se cometían. Amigos, socios y colaboradores concuerdan en que era un hombre íntegro y conciliador, incapaz de propiciar despiadadamente el asesinato de tres mujeres para satisfacer algún tipo de ambición política maquiavélica. Si hubiera ambicionado altos cargos, los cuales ya los había detentado durante el régimen, no se hubiera involucrado en una trama tan peligrosa y complicada ya que los hubiera conseguido fácilmente gracias a su buena relación con Trujillo. De hecho, Trujillo le había ofrecido la última vez un alto cargo el cual Amiama Tio logró rechazar muy diplomáticamente sin provocar la ira del tirano, una inusual hazaña gracias a su gran tacto y personalidad conciliadora. En resumen, Luis Amiama Tio no tenía ni resentimientos, ni sed de venganza, ni ambición de poder que lo motivaran a asumir una empresa tan peligrosa, tensa y complicada como la conjura en contra de la dictadura más férrea y atrincherada del continente y, en definitiva, este acomodado empresario y hombre de familia no lo hubiera hecho simplemente para disfrutar de una aventura peligrosa. 

Los chivos expiatorios

El artificio de echarle la culpa de sus crímenes a otros, preferiblemente a sus enemigos, era un instinto natural que Trujillo aplicaba con gran regularidad, lo que parecen estar imitando sus descendientes. Contrario a lo que manifestó Angelita Trujillo en una importante entrevista con el director del Listin Diario declarando que su padre "no era hombre de tirar la piedra y esconder la mano", nos vienen a la mente varios ejemplos de como Trujillo era un diestro lanzador cuando ordenaba algún serio atropello del cual prefería distanciarse. Por ejemplo, después del atentado a Betancourt (24 de junio, 1960) en que murieron varias personas e hirieron al presidente venezolano, "La Voz Dominicana" (voz oficial del régimen, especialmente en asuntos internacionales) de inmediato acusó a Colombia de ser la sede de los conspiradores que atentaron contra la vida del presidente venezolano (Ver Drama de Trujillo, 1960, de Alonso Rodríguez Demorizi, pág. 117). Sin embargo, las investigaciones del gobierno venezolano encontraron pruebas irrefutables sobre el origen de la bomba y la trama (pruebas concretas que condujeron a las sanciones de la OEA), además de que varios de los agentes involucrados confesaron que el atentado se había preparado y ensayado en una de las fincas de Trujillo. 

También recordamos el caso del genocidio de los haitianos. Trujillo, al verse interpelado por el Congreso de Estados Unidos y el gobierno de Haití por esta masacre de miles de personas, trató de echarle la culpa de este genocidio a Alfonso Perozo Guzmán poco después de matarlo, como el instigador (aunque usted no lo crea), esperanzado Trujillo de que el gobierno de EUA apoyara la falsedad debido a que Alfonso Perozo había sino uno de los líderes que se enfrentaron a las tropas norteamericanas cuando éstas entraron en su poblado (1916), a quien los americanos no pudieron eliminar. Como Trujillo sabía que Alfonso Perozo habia sido enemigo y combatiente activo en contra de los Marines, creyó que podría usarlo facilmente como chivo expiatorio por la masacre de perejil (suponemos que Perozo habría incitado a los campesinos a matar haitianos), pero el gobierno americano no le hizo el coro, no aceptó cooperar con la artimaña y continuó exigiéndole reparaciones. 

Poco le importaba a Trujillo que antes de levantar esta calumnia en contra de Perozo (ya asesinado y por tanto sin voz para defenderse), él mismo se había ufanado publicamente (una o dos semanas después de la masacre) en un discurso sobre su solución al problema haitiano y la necesidad de realizar ese “corte”. Dijo, además, que habían matado a unos 12,000 haitianos. Este reconocimiento público de que la masacre fue su iniciativa (además de otras pruebas históricas) no impidió que después tratara de culpar a un enemigo suyo y de los norteamericanos para evitar el pago de las reparaciones ($750.000.00). Después de todo, Trujillo era el árbitro supremo sobre la verdad con el derecho a decir una cosa hoy y decir todo lo contrario mañana para que todos los dominicanos aceptaran las dos versiones contradictorias como verdades incuestionables. 

Otro ejemplo es la facilidad con que Trujillo detuvo y culpó a Octavio de la Maza supuestamente por haber matado al piloto Gerald Murphy cuando la embajada, la FBI y el congresista Charles Porter empezaron a exigir explicaciones por la desaparición de Murphy. Luego, con esa nobleza de espíritu de que hoy nos hablan con nostalgia sus descendientes, Trujillo mandó a matar a Tavito de la Maza para silenciarlo puesto que éste se negaba a cargar con la culpa del asesinato. Como éste, hay muchos otros ejemplos de cómo Trujillo tiraba la piedra y escondia la mano con incomparable destreza. 

Trujillo el impotente

Además, si Trujillo nada tuvo que ver con la decisión de matar a las tres hermanas y si estaba tan alarmado y furibundo, llama poderosamente la atención que Trujillo no tomara, en absoluto, ninguna represalia (ni jurídica, ni física, ni pública), en contra de los que planearon y ordenaron ese costoso dislate que podría “tumbarle” el gobierno o por lo menos desestabilizarlo, según la opinión desesperada que Trujillo gritó al conocer la noticia. Ante esa posible e imprevista crisis de "legitimidad" que presuntamente lo tomó por sorpresa, resulta muy extraño que Trujillo no ordenara una investigación, ni degradara a ningún militar, ni que siquiera montara la pantomima de un juicio, ni que apresara, fusilara o desapareciera a "los responsables", ni que por lo menos hiciera un discurso ante toda la población, una opinión pública que supuestamente tanto le preocupaba a Trujillo. Además, no olviden que Angelita dice en su libro que Pupo Román varias veces le propuso a Trujillo eliminar a las Mirabal y que dizque Trujillo se lo prohibió cada vez tajantemente. ¿Qué creen ustedes que hubiera hecho Trujillo como castigo si Pupo Román hubiera actuado presuntamente no sólo por su propia cuenta, sin su permiso, sino peor aún, a contrapelo de lo que él mismo había prohibido repetidas veces? No olviden que Trujillo humillaba y le gritaba a Pupo Román por errores de poca monta.


Actuando completamente contrario a su muy conocido modus operandi  (un tirano que se aseguraba de que siempre hubiera una costosa represalia por cualquier “metida de pata” o descuido de sus subalternos), esta vez, como si hubiera caído en el estupor de algún poderoso encantamiento, en lugar de investigar, fustigar, degradar, castigar, desaparecer o enjuiciar públicamente a los responsables, el implacable todopoderoso simplemente se sintió frustrado, sufrió pasiva y estóicamente el feminicidio múltiple como si fuera un doliente más, conformándose con visitar el lugar del “accidente” y expresar algunas palabras pesarosas sobre un crimen que supuestamente lo conmovió en sus más profundas y petrificadas entrañas. 

Esta teatralidad nos recuerda como Trujillo lloraba ríos de lágrimas en Santiago mientras, bajo su orden, detenían a decenas de jóvenes en Santiago (los panfleteros) para torturarlos y matarlos a escasas cuadras de la casa donde él se encontraba. Mientras ocurrían las redadas, Trujillo lloraba, no por la suerte de los panfleteros, sino porque se sentía traicionado. A pesar de su lacrimoso teatro, las redadas continuaron y unos 38 jovenes fueron torturados y ejecutados (ver CRIMENES I y ver entrevista a Poncio Pou Saleta: https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI ). También ver más abajo Sobre el talento teatral de Trujillo.

Está de sobra decir que el montaje teatral de su aspaviento e indignación cuando se percató del asesinato de las Mirabal no convence.    

Una celebración macabra

Pero hay algo más. El sospechoso a menudo se delata involuntariamente después del crimen.  En una extensa entrevista publicada en enero de 2008 (dos años antes de la versión de Angelita y su hijo), el catorcista Isidro Renato González Disla, vecino de Patria Mirabal (vivía en frente), hombre tímido y sensible, compañero de lucha de Minerva como catorcista y primo del chofer Rufino de la Cruz Disla, da cuenta de como, después de la vil masacre (obviamente a modo de burla y humillación de las familias dolientes y su comunidad), Trujillo visita Salcedo con un gran despliegue de funcionarios y militares. Lleva una banda de música y al cantante Primitivo Santos en son de fiesta frente a la casa de Patria Mirabal. La banda tocaba nada menos que “Recogiendo limosna no lo tumban.” Sin invitación alguna ni siquiera a la galería por parte de los sorprendidos anfitriones, Trujillo se instala en la casa de Isidro Renato, enfrente de la casa de Patria Mirabal, para almorzar y tomar su brandy favorito. Isidro Renato era compañero de lucha de Minerva y había sido detenido y torturado en La 40. De hecho, seis meses antes de la masacre, Trujillo había hecho un importante discurso en el que tachaba a las Mirabal y a los González de esa región de comunistas. Durante la Era, la acusación pública de ser comunista por parte de un militar, especialmente por parte del mismo Trujillo, era practicamente una condena de muerte, solo era cuestión de tiempo.

Volviendo a la visita del Jefe a Salcedo, sin mostrar pesadumbre ni expresar condolencias (todo lo contrario, Trujillo parece tener un ánimo festivo), el tirano ordena comida en la ciudad para su séquito aunque hace que a él le preparen comida criolla en la casa de los González. Come a gusto, bebe de su brandy favorito, uno de los cortesanos que lo acompaña le recita casi al oído loas en verso, Trujillo hasta se da un pequeño salto y grita victorioso ¡Que Viva Trujillo! ¿Es este macabro comportamiento congruente con el hombre alarmado, compungido y frustrado por el asesinato de las muchachas que habíamos visto al día siguiente del "accidente" o el de un vencedor que viene a humillar al pueblo vencido, en este caso, la comunidad de Salcedo y las familias Mirabal y González Disla? ¿No creen que este gesto arrogante refleja participación en la trama para matar a las muchachas en lugar de inocente indignación y desconcierto? (Ver la entrevista en el artículo: La megalomanía de Rafael Trujillo en Historia Dominicana)


¿Quién le regaló el premio?

Otro importante detalle es que como botín por su abominable hazaña, a Víctor Alicinio Peña (coordinador de la masacre) le regalaron la casa de Patria Mirabal. Pocos días después del crimen, Peña Rivera desbarató la casa de Patria y se llevó toda la madera de caoba para terminar de construir su propia casa en Santiago. El resto de la casa de Patria la mandó a quemar. ¿De dónde vino la despiadada orden de otorgarle semejante premio? ¿Creen que si Imbert Barreras, Pupo Román y Amiama Tio hubieran sido los autores intelectuales de este crimen que supuestamente tanto enfureció a Trujillo se hubieran atrevido a empeorar las cosas con el Jefe regalándole esta casa al principal ejecutor de una masacre que exasperó (supuestamente) a Trujillo porque le podría tumbar el gobierno? ¿Por qué Trujillo no dijo nada (ni crítica, ni indignación, ni investigación) sobre la casa de Patria que tenía frente a sus ojos (ya destruida antes de su visita) cuando visitó victorioso la casa de los González Disla? Por favor ver recorte en sección PRESENTE sobre una posible pista (carta de Peña Rivera) acerca de este botín. Si Trujillo no tuvo nada que ver con la masacre ni con el traspaso del botín, ¿por qué Trujillo y su hijo no reaccionaron indignados por esta carta y no tomaron medidas en contra de Alicinio Peña Rivera?

¿Esperaba su propio karma?

Los neo-trujillistas también critican a los que sostienen que un crimen de esa magnitud no se podía ejecutar sin la orden o la anuencia de Trujillo ya que, después de todo aducen ellos, Trujillo no estaba al tanto del complot más importante de su vida, el de su propio asesinato, prueba de que el Jefe no siempre estaba informado de todas las tramas. La realidad es que militares y funcionarios del régimen han señalado que, de hecho, a Trujillo le habían informado varias veces que los de la Maza estaban complotando para eliminarlo. En la red hay numerosas referencias sobre esto. Ver entre otros: (1) Antonio de la Maza Vasquez y el 30 de Mayo de Isabel Rosario de la Maza (2009), Academia de Historia, pags 9 y 10; (2) Presagio de muerte de Trujillo (2008), entrevista en YouTube a Salomón Saenz allegado de confianza de la familia Trujillo; (3) las memorias de don Cucho Alvarez Pina, entre otros. Además de las anteriores referencias, a Ángel Severo Cabral lo habian llevado a La 40 dos veces para interrogarlo sobre una conjura para matar al Jefe y lo que él sabia sobre lo que estaban tramando los hermanos Díaz. De hecho, antes de soltarlo la segunda vez, el propio Trujillo le mandó un mensaje a través del Jefe del SIM, Candito Torres, con una propuesta para formar un partido de izquierda, pero controlado por el régimen. Es obvio que Trujillo estaba personalmente informado de la detención de Severo Cabral y los motivos y que probablemente fue él mismo quien la ordenó. Sorprendentemente, en ninguno de los casos el Jefe Supremo tomó las medidas urgentes necesarias para prevenir el fatal desenlace. Cabe la pregunta: ¿Cómo es posible que un megalómano tan cínico, detallista y previsor hiciera caso omiso de estos informes? 

Para sorpresa de algunos, creemos que la respuesta no es tan escurridiza.

Sospechamos fuertemente que Trujillo, a sus 69 años, invitaba la muerte. Siempre tuvo que vivir altamente resguardado, con un complicado sistema de seguridad personal, lo que en su vejez posiblemente ya lo tenía agobiado y quería, de una vez por todas, enfrentarse a la muerte violenta que él tan fácilmente le deparaba a otros y que a él mismo siempre le colgaba como una espada de Damocles. Por otro lado, el régimen se encontraba acorralado por las sanciones económicas, el aislamiento político-diplomático (mantenidas impl
ícitamente hasta que él se fuera del país) y el desprecio internacional, así como el indetenible descontento del pueblo por la opresión, el terror y las limitaciones económicas. Además de estar mucho más enfermo que lo que aparentaba públicamente (el New York Times reveló después que tenía cancer, una enfermedad incurable en esa época), por lo que su cuerpo ya le avisaba su fin biológico, en su vejez Trujillo parecía manifestar leves y tardíos atisbos de conciencia moral y remordimiento. Balaguer dijo en un discurso que en sus últimos días Trujillo en una ocasión le dijo “yo pienso mucho en los muertos.” 

Efectivamente, los investigadores nos cuentan que en sus últimos años Trujillo violaba cada vez con mayor frecuencia las normas y protocolos de seguridad diseñadoss para protegerlo en todo momento. ¿Es que al ignorar los informes de los diversos complots, el tirano mostraba que subconscientemente sentía que sólo se merecía una muerte violenta y teatral que le hiciera honor al estilo de vida gansteril que le permitió llegar a la gloria terrenal del poder absoluto? ¿Buscaba Trujillo facilitar la consumación de su propio karma?  

Creemos que esto se pone de manifiesto cuando en el enfrentamiento de la noche del 30 de mayo, Trujillo 1) rechaza la única posibilidad de escapar a la emboscada devolviéndose a Ciudad Trujillo tal como le sugirió su chofer 2) se sale del carro donde hubiera estado más protegido y no lo hacer para alejarse del lugar corriendo, 3) no se parapetó detrás del carro para escudarse como lo hizo su chofer, 4) avanza con un pequeño revolver (al descubierto, de cuerpo entero) hacia el enemigo cuya mayor potencia de fuego desde diferentes rifles le garantiza una muerte segura y, para colmo, lo hace delante de los faros encendidos del carro. 

Además, Johnny Abbes señaló que Trujillo en los últimos meses cada vez más a menudo prefería salir de noche sin escolta, solo con su chofer, y que le molestaba todas las medidas de seguridad que Johnny Abbes tomaba para garantizarle la vida. Debemos recordar que según un artículo escrito en un periódico norteamericano en los años cuarentas, las medidas de seguridad tomadas en EUA por su equipo de seguridad de avanzada, meses antes de la visita de Trujillo a Washington, eran más exigentes y complejas que las del equipo de seguridad del presidente de Estados Unidos cuando este viajaba. El cambio en su actitud y su amor por la vida ya en 1961 era obvio. 

Los lectores pueden investigar más extensamente el caso de las hermanas Mirabal en la red dado que ha sido ampliamente comentado en los medios. Por ahora, para finalizar, nos remitimos a las palabras de dos de los tres más fieles, más cercanos y más antiguos colaboradores del tirano: Joaquín Balaguer y Virgilio Álvarez Pina.  

Los que lo conocian de cerca

Joaquín Balaguer, leal asistente personal de Trujillo por 31 años y conocedor a fondo de la personalidad, la duplicidad y el modus operandi de Trujillo, escribe en su libro La palabra encadenada, págs. 315-318:  

“Una vez consumada la iniquidad, sin duda el más repugnante de los crímenes realizados durante la Era de Trujillo, el responsable del hecho se presenta ante sus propios esbirros como un ser inocente que había sido abrumado por la noticia”.

Por su parte, don Virgilio Álvarez Pina (don Cucho), pariente y amigo íntimo de Trujillo desde la infancia y uno de los más cercanos colaboradores de Trujillo durante décadas, leal hasta el final y conocedor íntimo de los mecanismos interno de poder del régimen, escribe en su libro La Era de Trujillo, pág. 51:

"El propio Trujillo se refería a ese injustificado crimen, en la intimidad, como un acontecimiento ajeno a su voluntad, pero los que le rodeábamos sabíamos que órdenes de esa naturaleza no podían provenir de ninguna autoridad inferior a la del árbitro nacional, que era el mismo Trujillo, y mucho menos producirse sin su consentimiento expreso”.

Más adelante reitera lo mismo cuando comenta en la pág. 155:

“Dentro del gobierno, las cosas no marchaban tan bien. Se sentía la presión causada como consecuencia de los errores cometidos por Trujillo. A las abiertas acciones de 1959 y 1960 se sumó la absurda orden de matar a las hermanas Mirabal y aunque Trujillo, en la intimidad, quería hacer ver que no había tenido una participación directa en ese asesinato, se sabía que un crimen de esa magnitud de ningún modo se podía haber perpetrado sin su anuencia". 

Como habran observado, basamos nuestras opiniones y conclusiones en los hechos que los investigadores e historiadores han podido transmitirnos, en las pruebas objetivas a las que tenemos acceso, en nuestro razonamiento al tratar de establecer las conexiones entre los eventos, actores, etc. y en los argumentos de aquellos que tratan de culpar a los héroes del 30 de Mayo de la masacre de las hermanas Mirabal y su chofer. Sabemos que no hemos agotado todo lo que se ha escrito sobre la masacre de las hermanas Mirabal y deseamos expresar que siempre estaremos anuentes a ajustar nuestras conclusiones a los hechos, datos o pruebas que puedan surgir en el futuro.

Conclusión

Algunos lectores encontrarán difícil creer que algunos de los accidentes descritos en esta sección fueran simulacros debido a la ausencia de un motivo claro o de peso para querer matar a las víctimas. A cualquier persona con juicio normal la ausencia de un motivo de peso le parecería totalmente irracional. Debemos recordarles a esos lectores que el razonamiento lógico o sensato no fue una de las virtudes de este régimen salvaje, antojadizo, brutal y despótico, que una modalidad tragicamente excepcional que caracterizaba al tirano, a sus hijos, hermanos y a sus esbirros era, como hemos dicho, que ellos mandaban a eliminar a alguien por ser simplemente un familiar de un antitrujillista, porque dijera algo que se podría interpretar como una crítica o una burla, porque se resistiera a colaborar o se rehusara a “venderle” su negocio o tierra, por ser un posible testigo o un estorbo, etc.

Aquellos interesados podrán encontrar otros casos de asesinatos caprichosos en las cuatro secciones dedicadas a los crímenes de la dictadura. Aunque son numerosos los asesinatos en esas secciones que fueron motivados por razones irracionales o injustificables, invitamos a los lectores a leer especialmente los 104 casos de asesinatos selectivos discutidos en BREVES (ver sección CRIMENES III) porque no es simplemente una lista sino que en éstos ofrecemos breves resúmenes que contienen casi todos las "razones" que motivaron el crímen.

Para leer la entrevista completa a Isidro Renato González Disla titulada La megalomanía de Rafael Trujillo, pueden ir a: http://wwwhistoriadominicana.blogspot.com/2008/01/la-megalomana-de-rafael-trujillo.html




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Evelio Hernández: "Trujillo ordenó matar a las Mirabal"

4 de marzo, 2010
Diariolibre.com

Dijo que fue testigo de excepción de la orden que terminó con las tres hermanas

SANTO DOMINGO. El comandante constitucionalista Evelio Hernández reafirmó que Rafael L. Trujillo Molina ordenó a Johnny Abbes García dar muerte a las hermanas Mirabal. Con su afirmación contradice la versión de Angelita Trujillo, en el sentido de que Luis Amiama Tió, uno de los ajusticiadores del tirano, y Segundo Imbert Barreras habían tenido participación en la planificación y ejecución de ese crimen.

En una carta enviada a este diario, Hernández explica que fue testigo de excepción de la orden de ejecutar a las Mirabal por ser parte de la XII Compañía del Ejército Nacional, ubicada en San Cristóbal y donde existía un sistema de radio para la comunicación que recibía las instrucciones y órdenes confidenciales que daban los altos mandos de las Fuerzas Armadas.

Hernández narra que el 25 de noviembre de 1960 se encontraba en la unidad de radio junto al sargento mayor Darío Piña cuando "entre las doce y doce y media (del día) llamaban insistentemente al capitán Alicinio Peña Rivera, quien estaba de puesto en Santiago, y se le preguntó: "Cuántos cocos tiene hoy la mata de cocos de Puerto Plata, y éste contestó: cuatro. Y la orden que siguió a la respuesta fue un tajante: túmbelos los cuatro".

Al día siguiente, agrega Hernández, "la noticia de la muerte de tres de las hermanas Mirabal y del chofer del vehículo que las transportaba, Rufino de la Cruz, consternaba a toda la sociedad dominicana".

"Inmediatamente concatené lo escuchado en la radio con la muerte de las tres heroínas y el chofer (pues era coherente que éstos fueran los cuatro cocos)", detalla Hernández.

Otra prueba de su planteamiento es una conversación que sostuvo años más tarde con Porfirio Dante Castillo (Popi), subjefe de la Marina de Guerra, en la que participó también Ramón Montes Arache. Según la versión de Hernández, Popi les contó que Johnny Abbes le propuso una noche en una fiesta de la Marina, la eliminación física de Minerva Mirabal, por el nivel de agitación que mantenía en el Cibao central, pero él le respondió que no "mataba mujeres".

Sostiene que ante la negativa de Popi, Abbes cambió de estrategia y gestionó que nombraran al capitán Basilio Camilio, un hombre de su confianza, como gobernador de Salcedo, tierra de las Mirabal.

En su versión de los hechos, Hernández indica que "después de tomar posesión y de unos meses en el cargo, por mandato de Abbes, Basilio Camilio aprovechó otro encuentro con 'El Jefe' para reiterarle que si no hacía algo con Minerva Mirabal no se garantizaba el Cibao Central, a lo que Trujillo contestó: 'Hagan lo que sea'".

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Sobre el talento teatral de Trujillo

Decidimos incluir aquí estos párrafos del libro Trujillo y sus mujeres (1991) del periodista e historiador Ramón Alberto Ferreras porque resumen acertadamente las apreciaciones sobre las dotes teatrales de Trujillo hechas por Joaquín Balaguer y Álvarez Pina, dos funcionarios que conocieron a Trujillo muy de cerca, a su lado casi cotidianamente, por más de tres décadas (ver sus comentarios más arriba). Creemos que  describen con precisión el instinto natural de Trujillo por la simulación, su capacidad de desempeñar con gran naturalidad el papel que la situación requiriera, hasta con rios de lágrimas, especialmente cuando deseaba proyectar ante amigos y familiares total inocencia en relación a los asesinatos que él ordenaba. Nos viene a la mente la ocasión en que Trujillo teatralmente se arrodilló solemnemente frente a su mentor, el presidente Horacio Vázquez, y le juró total lealtad en momentos en que ya estaba completa la trama que estaba montando con los opositores de Vázquez para tumbar el gobierno. 

Algunos crédulos e incautos se han dejado convencer de la inocencia de Trujillo en el caso Mirabal, basándose  en los testimonios de dos personas (una empleada doméstica de Trujillo y un niño de nueve años, hijo de un general de las FFAA) quienes estaban presente cuando Trujillo leyó la noticia de que las Mirabal se habían “accidentado” y quienes presenciaron la reacción de disgusto y desesperación de Trujillo, sin sospechar de las bien pulidas habilidades teatreras del Jefe, quien las usaba constantemente como parte de su cínico arsenal psicológico para influir en la mente de otros y camuflar la realidad. A continuación varios párrafos del libro:

 “Una fuente de poder, una fuente inherente tanto a la sicología de Trujillo como a la tradición hispanoamericana, radicaba en su enorme instinto dramático. El teatro como tal no le gustaba. Ni aún en los últimos años en que su residencia oficial contaba con un cine-teatro privado, se entretuvo viendo películas, quizá porque no sentía realmente interés por cosas que no podía experimentar, influir, ni dominar personalmente. Sí, en cambio, era gran amante del teatro cuando era él el primer actor, y su  régimen fue teatral hasta un grado que no cuenta quizá con otro precedente.

[Párrafo irrelevante omitido para ahorrar espacio]

Todas las formas del disimulo le eran connaturales. Una de sus máximas de gobierno a la que se ajustó en todo momento, era la de que “Quien no sabe disimular no sabe reinar”.

“Podía derramar lágrimas verdaderas si esas lágrimas venían a cuento, aún cuando todos los presentes supieran que él era la causa del suceso que provocaba congoja. ¿Era necesario que un enemigo fuese asesinado? En tal caso, Trujillo era el primero en presentarse en el enlutado hogar llevando condolencias, donaciones y la promesa de que se haría justicia. Otras veces hacía llamar a la viuda, que se presentaba en el Palacio Nacional vestida de negro. Trujillo la recibía cortés y ceremonioso y hablaba con la apariencia de completa sinceridad, como lo hizo en el caso de la muerte de un hombre llamado Torres, en 1937:

La he mandado a llamar para decirle tres cosas.  Primero que los enemigos del Gobierno están esparciendo la noticia de que su esposo fue asesinado por razones políticas, y eso no es verdad porque su esposo era uno de mis mejores amigos.  Tengo aquí todas las cartas que me escribió –y se las mostró para que ellas las viese-. Siempre tuve a su esposo en alta estima. Segundo, he ordenado efectuar una completa y exhaustiva investigación y los culpables serán castigados ejemplarmente.  Por último, quiero saber si puedo serle útil en algo."

Cuando la viuda se retiraba le daba un sobre que en la mayoría de los casos contenía de cinco a diez mil pesos de regalo.

[Este protocolo fúnebre de tres pasos del Jefe hacia la familia de las víctimas suyas era un ritual conocido de memoria por los dominicanos: Primero, el pésame expresado solemnemente, segúndo, la promesa de que se haría justicia pronta y segura y tercero, alguna compensación monetaria como prueba de sus nobles sentimientos, entiéndase, soborno para que se tranquilice.]

“Transcurridos unos pocos años desde su ascenso al poder, se iniciaría y se daría curso a prolijas actuaciones judiciales cuya causa sólo vagamente tenía relación con los hechos reales. ¿La reputación de una mujer había sido mancillada por una carta vengativa que Trujillo hiciera insertar en el Foro Público? Él era el primero en inquirir, indignado, si no sería posible averiguar quién era el autor de tan vil misiva. O decía, acaloradamente: “Esto es una vergüenza; debieron de medir más sus palabras”.

“Este gusto por la charada estaba relacionado, en esencia, con su instinto del secreto y de la reacción inesperada, cosas éstas que también minaban la moral pública y sostenían la estrutura del poder. Aún en los últimos años, bajo el impulso exacerbado de la agitación nerviosa y la declinación mental, esa cualidad se ejercía tan ampliamente y de manera tan perfeccionada que la ficción se entremezclaba con la realidad en forma parecida a como ocurría en un sueño fantasmagórico”. 

TRUJILLO Y SUS MUJERES
Autor: Ramón Alberto Ferreras
Págs. 143-144
Editora del Nordeste, sexta edición (1991) 

Reiterando todo lo anterior, José del Castillo Pichardo (cuya familia conocía a los Trujillos de cerca) empieza su artículo titulado “El macabro teatro de Trujillo” (2008) con estas muy acertadas palabras:

"Uno de los rasgos peculiares del perfil de Trujillo fue la teatralidad. Actor nato, simulaba los más diversos estados de humor, a conveniencia de cada situación y propósito. Halagaba a una dama a conquistar, a un Jefe de Estado extranjero o a los militares del Pentágono, con una jovialidad envidiable, prodigando todo tipo de atenciones. Infundía respeto y temor entre los subalternos, exhibiendo una férrea disciplina, reforzada con rostro adusto y severidad gestual. Aterrorizaba como sólo él sabía hacerlo, aún a servidores de lealtad probada como Joaquín Balaguer, a quien, en las postrimerías de su dictadura -al coincidir en el ascensor del Palacio Nacional- le miró fríamente y le dijo: "Balaguer, yo sólo creo en esto", al tiempo que se pasaba el índice derecho por el cuello, a modo de filosa navaja amenazante.

"Aparte de histrión, Trujillo fue guionista consumado, asignando roles para sus dramas o sainetes, escogiendo cuidadosamente a sus actores, voluntarios o forzados. Montaba la escena, sin descuidar detalles y dirigía la obra, buscando impactar a su "blanco de público", como diría hoy un mercadólogo".

El macabro teatro de Trujillo
30 de agosto, 2008
www.diariolibre.com.do 

Por su parte, en su libro La Era en los días del fin (2006), Rafael Chaljub Mejía observa en la pág. 109:

“Entre la ridícula y desacostumbrada cantidad de medallas, títulos y condecoraciones  con que halagaron el egoísmo sin límites a Trujillo, al inefable Generalísimo y a sus cortesanos se les olvidó inventar la única que debió concederle al déspota, un Óscar como actor. Pocos personajes del poder en nuestra historia habían exhibido tanta disposición para el teatro político como la que demostró Rafael Trujillo desde el comienzo mismo de su violenta y tormentosa carrera”. 

A su vez, el abogado y político Mario Read Vittini en su libro Trujillo de cerca (2007), nos advierte lo mismo. Mario Read Vittini era de San Cristóbal y su familia tenía antiguos lazos de amistad con los Trujillos. Los sancristobalenses señalan que Read Vittini acostumbraba ir a la Hacienda Fundación con gran regularidad y él mismo nos cuenta que conocía a Trujillo personalmente, de cerca. Durante el régimen fue diputado y ministro gracias a los lazos de amistad entre su familia y Trujillo. Hacia el final de la Era, Mario Read Vittini se viró contra el régimen y ayudó a fundar el 1J4. Finalmente tuvo que asilarse en una embajada para ponerse a salvo. No hemos tenido acceso al libro donde describe las dotes teatrales de Trujillo, pero en un discurso que hizo en 2006 en San Cristóbal reitera lo que escribió en su libro sobre esta gran habilidad de Trujillo. El autor del artículo que estuvo presente en la reunión, José Pimentel Muñoz, cita textualmente o parafrasea (no queda claro) lo que dijo Read Vittini sobre Trujillo con las siguientes palabras:

Era un actor consumado, un histrión de pies a cabeza. Era de todo. Era guionista, era tramoyista, era armador de la obra, era director y era el principal actor, como si fuera el protagonista de la obra. Y lo hacía magistralmente. Tenía un concepto tan claro de lo que hacía. (Resulta imposible descartar la figura de Trujillo, hoy.com.do, 2006)

Es por todo lo anterior que defender la inocencia de Trujillo en el caso Mirabal aduciendo la indignación e irritación que el tirano mostró con tanto dramatismo cuando recibió la noticia del "accidente" es un argumento estéril y completamente espurio en el caso de un simulador magistral como Trujillo. 

Observen, además, que los tres libros y los dos artículos fueron publicados años antes de que se publicara el libro de Angelita (2010) con su nueva versión, por lo que podemos afirmar que estos comentarios sobre el histrionismo de Trujillo no fueron escritos en reacción a la versión de Angelita y su hijo.

Al finalizar esta larga lectura y artículos complementarios sobre el caso de las hermanas Mirabal, los lectores se preguntarán cómo es posible que le dediquemos tantas cuartillas a los casos Awad Canaan y las hermanas Mirabal cuando los Trujillos han fijado su posición sobre dichos casos mediante breves y sencillas declaraciones y unos cuantos párrafos escritos, si bien recurriendo a varios recursos propagandísticos siempre usados por los demagogos consumados para crear mayor impacto: la repetición, el dramatismo y la falsa indignación.

Nuestra respuesta es recordarles a los lectores que las entelequias, para lograr cabalmente la decepción que buscan, a menudo presentan los hechos en forma somera o simplificada y que para llegar a la realidad, la cual casi siempre es compleja, hay que escarbar a través de todas los velos de distracción para poder empezar a desmenuzar los hechos. Mark Twain lo dijo en forma más sencilla en estas palabras que le atribuyen al perspicaz escritor: “Mientras la verdad se pone las medias, la mentira le habrá dado media vuelta al mundo”.


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