Por: Franklin Franco
Historiador
hoy.com.do
Aún
hoy en día, en pleno 2010, es decir, después de casi cincuenta años de
desaparecida la dictadura de Trujillo, no pocos economistas nacionales,
empresarios, financistas y dirigentes políticos sostienen, tal y como
dijo el aparato propagandístico del tirano en aquella época, que la
creación del peso dominicano y la fundación del Banco Central de la
República, constituyeron dos pasos de elevados sentidos “nacionalista y
patriótico”.
En
1947, con ambos hechos Trujillo fue proclamado por los alabarderos,
además de los más de 20 títulos rimbombantes ya acumulados, “Restaurador
Financiero de la República”, y fue levantado también para conmemorar el
hecho, un monumento que aún se conserva en el malecón de la ciudad de
Santo Domingo.
Sin
embargo, contrario a como piensan ciertos economistas, empresarios y
dirigentes políticos hay claras evidencias que señalan en cambio, que
con la creación del sistema monetario nacional, se llevó a efecto el
fraude financiero más colosal entre todos los que padeció la República
en el siglo pasado.
El
dictador dominicano comenzó a acariciar el negocio de la creación del
peso dominicano a mediados de la década de los años cuarenta, en medio
del alza en los precios de nuestros principales productos de exportación
(azúcar, café y cacao) a causa de la 2da. Guerra Mundial, y un año
después de los Acuerdos de Bretton Woods de julio de 1944 que consolidó
la supremacía del dólar en la economía mundial. Así lo expresan varios
documentos consultados, entre otros un memorándum confidencial de la
Embajada de Estados Unidos de fecha 2 de junio de 1945, donde se
manifiesta el interés del gobierno dominicano en la contratación de un
experto en asuntos monetarios (B. Vega. “Estados Unidos y Trujillo”.
Págs. 82-83. Fundación Cultural Dominicana. 1982).
Pero
en lugar de uno, los funcionarios del Departamento de Estado de Estados
Unidos, pusieron a disposición del gobierno dominicano, dos, ambos
especialistas importantes de la Reserva Federal, el máximo organismo
financiero del Estado norteamericano: fueron ellos los doctores Robert
Triffin y Henry Wallich.
De
los dos personajes señalados el más activo lo fue el segundo, Henry
Wallich, egresado y miembro de Yale University, amigo y colaborador de
los famosos Milton Friedman y Paul Samuelson. El primero fue el
verdadero redactor de las cuatro legislaciones que crearon el sistema
monetario y bancario de nuestro país.
Además
de estos dos economistas recomendados por el gobierno de Estados
Unidos, el dictador contrató al economista argentino, Raúl Prebisch,
quien también fue de los artífices del sistema monetario dominicano y
asesor en materia de políticas de sustitución de importaciones.
Como se recordará, el dólar norteamericano desde principios del siglo XX, proceso que se afianzó con la Primera Intervención militar de Estados Unidos (1916-1924) se impuso como moneda circulante en nuestro país.
Pero
debemos señalar que existía en circulación una pequeña proporción en
moneda metálica subsidiaria nacional de reducido valor, una parte
acuñada a finales del siglo XIX, la cual fue sustituida 1937, cuando fue
efectuada por el gobierno de Trujillo otra emisión en moneda metálica
subsidiaria que alcanzó casi un millón y medio de pesos. Fuera de esa
escasa representación nacional monetaria subsidiaria, el dólar, en papel
moneda, era el instrumento monetario fundamental de cambio.
Todos
estos asesores contratados coincidieron en que la economía de la nación
era saludable y que dada la magnitud del medio circulante en moneda
extranjera (dólares), nuestro país podía fácilmente crear su sistema
monetario nacional sin ningún sacrificio, mediante la simple operación
del cambio de la moneda circulante por una moneda nacional.
Los
asesores explicaron, además, que ese medio circulante era tan amplio
que podía abarcar la suma necesaria para crear la reserva para mayor
garantía de la emisión de la nueva moneda, e incluso, pagar la deuda
exterior. Con claridad meridiana el doctor Triffin
lo manifiesta así: “La creciente liquidez monetaria que ha
experimentado la República Dominicana a causa de la guerra, indica la
conveniencia de encarar el problema monetario en sus aspectos más
simples.
El
momento actual ofrece la oportunidad no sólo de establecer un sistema
monetario independiente, sino, como consecuencia de esa operación, el
pagar inmediatamente la deuda externa”. (Informe confidencial del doctor
Triffin para el Departamento de Estado. Agosto 1945. B. Vega. Estados
Unidos y Trujillo. Fundación Cultural Dominicana. Pág. 87)
Más
adelante el asesor norteamericano habla más claro: “De la creación de
la moneda nacional podría salir un excedente en dólares, que puede
estimarse en 7 u 8 millones como mínimo”, agregando además… “podría
aconsejarse el uso de ese fondo para la liquidación de la deuda
extranjera”.
Sugerencia
que fue aceptada y aplicada, pero de otra forma, pues el gobierno a
mediados de 1947, momentos antes de la Fundación del Banco Central, como
parte del paquete de medidas negociadas en Washington, pagó la
totalidad de la deuda a los tenedores de bonos norteamericanos, que
ascendía en ese momento, a US$9,271,855.55, mediante una hábil maniobra
financiera efectuada en la banca nacional.
Para
cubrir y reunir esa suma, el gobierno ordenó al Banco de Reservas,
creado años antes, la compra de una emisión de bonos del Estado, por la
casi totalidad de esa cifra. Es decir, que la deuda externa fue pagada
utilizando los recursos en depósitos del sector privado nacional.
Siguiendo
en tal virtud las recomendaciones de sus asesores, en octubre 9 de
1947, fue fundado mediante varias leyes, el sistema monetario y bancario
dominicano.
Estas
leyes fueron la Ley Monetaria No. 1528, la cual creó el peso
dominicano, como hemos visto, y la Ley Orgánica No. 1528 del Banco
Central, que originó la institución emisora de nuestra moneda y sus
mecanismos de regulación, la ley General de Bancos No.1530, que
estableció las normas del sistema, incluyendo la Superintendencia de
Bancos, y la No. 1531, denominada “Ley de Bretton Woods”, la cual regula
las relaciones monetarias nacionales con el Fondo Monetario
Internacional y el Banco de Reconstrucción, hoy Banco Mundial.
En
la última parte de nuestra exposición hemos expresado que con la
creación del sistema monetario y bancario nacional, “se llevó a efecto
el fraude más colosal entre todos los padecidos por la República en su
larga historia”, y nos toca ahora comenzar a demostrarlo.
De
paso les adelanto que la tarea no es fácil, pero no es cosa del otro
mundo, pues solamente hay que tener en cuenta varios datos esenciales:
la cantidad de dólares que circulaban en nuestro país y los depositados
en los bancos al momento de la creación del sistema y contrastar esos
datos con las cifras indicadas oficialmente como medio circulante. A eso
vamos.
De
entrada les señalo que un discurso pronunciado por Trujillo en octubre 8
de 1945, donde anuncia a la nación el plan general de la creación del
sistema monetario, se expresa que: “…los bancos establecidos en el país
tenían un balance en New York a la indicada fecha del 30 de junio, una
suma total de $29,168,000 dólares. Adicionada esa cantidad la suma de
$19,047,000 el total de divisas en dólares en favor de la República
podría estimarse en $48,215,000”. (Legislación Monetaria y Bancaria de
la República Dominicana. Banco Central. 1955). ¿Decía el tirano la
verdad al señalar tales cifras? ¿No ocultaba nada? ¿Era mayor la suma
real?
Bien
llegado a este punto, es oportuno subrayar que Jesús María Troncoso
Sánchez, alto funcionario del gobierno, principal ideólogo dominicano de
la reforma monetaria, apenas unos cuantos meses antes, en abril de ese
año, en un informe preparado para el gobierno dominicano sobre las
negociaciones que se llevaban a efecto en Washington, estableció que
sólo “los balances en dólares, en New York, de los tres bancos que
operaban en Santo Domingo, ascendían a US$42.9 millones”. (B. Vega.
“Trujillo y el Control Financiero Norteamericano”. Pág. 559).
Es
de rigor apuntar sobre este último dato, que la cifra envuelve
solamente, lo depositado en billetes y que no así la moneda subsidiaria,
que nunca fue enviada en deposito a Estados Unidos, y que se estimó,
como hemos apuntado, en menos de millón y medio de pesos; por tanto,
dejamos a un lado, en la cuestión de la estafa, la moneda subsidiaria.
Pues
bien: entre la suma en dólares depositada por los bancos en New York
indicada por Trujillo en su discurso, y la señalada por Troncoso
Sánchez, hay una diferencia de $5,315.000 dólares. ¿Fue ese el monto
total de la estafa? No lo creemos.
Pero
más interesante aún es esta otra información documental, que va en la
misma dirección del descubrimiento del engaño hecho a la República por
Trujillo y sus asociados nativos y extranjeros. En 1955, en un artículo
publicado en la revista de la Secretaría de Finanzas se señala, que el
acervo total en dólares circulantes en el país, al momento de la
creación en 1947 del sistema monetario y bancario dominicano, más los
depósitos en los bancos, ascendía a US$60,087.174 dólares. La estafa, en
tal virtud, al parecer fue mayor que la indicada anteriormente.
(Ambrosio Álvarez. “Algunas palabras sobre nuestra moneda”. Secretaría
de Finanzas. 1955. Pág. 17).
Teniendo
en cuenta la diferencia entre la cifra ofrecida por Trujillo, cuando
anunció en su discurso la creación del peso dominicano y la ofrecida por
Ambrocio Alvarez, la estafa se elevaría a $11,872,174.
Por
último, permítanme presentarles esta perla: En 1951, el Banco Central
publicó en su boletín, por primera vez, un compendio detallado de las
estadísticas monetarias nacionales entre ese último año y 1947, fecha de
la fundación de esa entidad. Agreguemos
además, que en ese Boletín que resume las actividades correspondientes
de enero de 1947 a diciembre, en el cuadro referente al medio
circulante, se informa que su total ascendía a cuarenta y siete millones
setecientos cinco mil pesos ($47,705,000).
Este
dato acentúa la posibilidad de que la estafa superara los once millones
de dólares. Advertimos que el peso dominicano emitido, según la ley,
tenía igual valor al dólar e idéntica representación en oro que la
establecida para esa moneda: 0.88671 gramo.
A
decir verdad, es difícil establecer con absoluta exactitud el monto
total de la estafa organizada por Trujillo y sus socios con motivo de la
creación del sistema monetario nacional. En primer lugar, mucha de la
documentación que se necesita para llegar a ese objetivo ha sido
destruida por quienes heredaron allí el poder después de su
ajusticiamiento en mayo de 1961, (no pocos de estos herederos fueron sus
cómplices) y si bien es cierto que es posible que queden ciertos
papeles en el Banco Central que pueden permitir el total esclarecimiento
del monto real, solo algunos altos funcionarios de ese organismo tienen
acceso a ellos. Según parece, el fantasma de Trujillo merodea por allí
de día y de noche protegiendo celosamente bóvedas y archivos.
Hemos
expresado que la creación del sistema monetario abrió al dictador
posibilidades financieras amplísimas que le permitieron extender sus
actividades comerciales e industriales personales. En ese mismo boletín
del Banco Central antes citado, en los datos correspondientes a
diciembre de 1947, apenas dos meses después de haber sido creado,
aparece ya, como parte de la deuda interna pública, la compra de la
empresa Salinera Nacional, C x A, de propiedad del tirano, la cual había
vendido a la entidad emisora de nuestra moneda por $2,777.693.23,
cuando apenas valía menos de doscientos mil pesos. (Véase cuadro
estadístico del Banco Central de 1947, pero publicado en 1951, cuatro
años después).
Lo
anterior constituye sólo una muestra, aunque temprana, de la forma en
que la tiranía utilizó el nuevo sistema monetario y bancario creado,
para convertirlo en una fuente inagotable para conseguir los recursos de
sus proyectos comerciales e industriales. A partir de aquí, no solo le
fue posible al dictador el obtener créditos fáciles y sin ninguna
garantía, sino además efectuar jugosos negocios vendiendo a los bancos
creados empresas en quiebra a precios sobrevaluados, e incluso, volver a
comprar esas mismas empresas ya recuperadas, a precios irrisorios.
En
conclusión: El sistema monetario y bancario creado en 1947, puesto al
servicio personal del tirano Trujillo, fue un factor determinante en el
proceso de la acumulación de los capitales que hicieron posible que se
convirtiera, apenas 10 años después, en uno de los hombres más ricos de
América Latina.
Al
momento de su muerte, en 1961, de todos los capitales invertidos en la
industria nacional, $306,833,029, el dictador era propietario del 51%
($153,416.514). La incipiente burguesía dominicana apenas alcanzaba el
7% ($21,567,375), y el 42% (130,000,000) se encontraba en manos de
inversionistas extranjeros, en su mayor parte, norteamericanos.
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