“El pueblo dominicano que yo he conocido es triste, hasta
en sus fiestas. Carece de espontaneidad; y es porque desde la niñez se ha
acostumbrado a refrenar todas sus expansiones. El hombre público debe simular
un fervor trujillista que no siente, el hombre de la calle debe silenciar sus
quejas”.
Jesús de Galíndez
-La Era de Trujillo
En
junio, 1944 llega a Santo Domingo el embajador norteamericano Ellis O. Briggs.
A continuación, una síntesis de uno de sus informes secretos al Departamento de
Estado:
“Trujillo es un problema dominicano que debe ser resuelto
por el pueblo dominicano. Pero no se puede ignorar que trujillo gobierna la
República Dominicana por medio del miedo, basándonos en su inclinación
demonstrada de emplear medidas súbitas, despiadas y represivas en contra de
cualquier individuo que se le oponga”.
“Los dominicanos reunidos hablan con cautela y pocas
veces se oye el sonido de una carcajada en las calles de la capital. El gesto
mas representativo de un ciudadano dominicano es cuando mira de reojo para ver
si lo están oyendo. Un dictador del carácter de Trujillo duro, competente,
corrupto, despiadado e increíblemente vano considera poco necesario el
apaciguamiento en sus relaciones internacionales”.
EL MIEDO
“Todos sentíamos miedo. Recuerdo como crecía el miedo.
"Era los tiempos de esa interminable lucha entre la
tiranía y la naciente democracia.
Los diminutos carros escarabajos, llamado cepillos,
peinaban las calles. La marcha lenta de estos vehículos desarrollaba
subjetividad desencadenante, alta dosis de terror estresante.
"El soporte informativo del régimen estaba en crecimiento, los nuevos agentes traían como misión abrir una oficina regional que facilitara procesar las informaciones a la vez que reclutaban nuevos informantes, leales, guapos.
"El inteligente profesor de gimnasia había desaparecido.
Se rumoraba que la desaparición de Claudio de los Santos, era un aviso de la
suerte que correrían quienes se atreviesen a confrontar al régimen, anunciaba
que una fuerza de choque controlaría desde entonces las calles de la ciudad.
"En San Juan de la Maguana, el miedo se apoderó de la
gente. Todos aprendieron a callar, a borrar de la memoria, a conocer el olvido.
Callaron los grupos sociales, la iglesia, la prensa, los profesionales, los
intelectuales”.
José Enrique Méndez Díaz
Haciendo memoria viva del olvido
(EXTRACTO)
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El ostracismo de los “desafectos al
régimen"
“Como 'desafectos al régimen'. Ese era un calificativo
que se le daba que significaba mucho, la palabra “desafecto al régimen”. Porque
significaba que usted no podía visitar un club social porque todos los que
estaban ahí se iban.
"Significaba que tus hijos en la escuela cuando llegaban,
los demás compañeritos se iban, porque la mayoría de los que estaban ahí eran
funcionarios públicos. Y si un hijo de algún desafecto al gobierno se juntaba con un hijo de un
funcionario público, se suponía que los contaminaba.
"Yo conocí casos aquí en Barahona que a veces hasta las
familias tenían que ahuyentarse”, separarse por temor a represalias, algunos
porque tenían en empleíto y por muchísimas razones, fue un régimen muy
difícil”.
Julio Coiscou (Neno)
Barahona (2006)
Testimonio de un “desafecto” al régimen
Pueden ver este testimonio en el video:
Vejaciones y Asesinatos Dictadura de Trujillo en
YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=_2NN1emfgzs
Historia oral de la dictadura trujillista (Archivo
General de la Nación)
Otro testimonio de un
"desafecto":
Extracto de la entrevista a Poncio Pou Saleta,
combatiente anti-trujillista de Santiago de los Caballeros. Poncio salió vivo
varias veces de la cárcel porque una parte de su familia tenía lazos con los
Trujillos. Por otra parte, su padre Julio Pou Perez, contrarioa Trujillo, lo
habían desaparecido en 1936 cuando Poncio era un adolescente.
¿El ambiente en Santiago que usted recuerda en la década
del treinta?
“Imagínese usted que a las nueve de la noche el pueblo
estaba completamente cerrado del terror que se tenía. Era la época de Enrique
Blanco [década de 1930]. Eso era cerrado a las nueve de la noche. No había una casa que no
tuviera cerradas sus puertas, del terror. Trujillo gobernó con el terror. Por
eso mató a uno en su casa y lo sacó pa’ fuera pa’ que lo vieran. Él quería
aterrorizar y lo logró. Treinta y un años lleno de miedo, un país entero, la
sociedad de arriba a abajo, el rico, el pobre, el profesional”.
Más adelante nos da Poncio un ejemplo de su aislamiento
por ser un "desafecto":
“¿Tú sabes el terror a dónde llegó? Te voy a dar un
ejemplo….. Yo fui una vez al cine, entré temprano, fui y me senté en una fila y
cuando me senté noto que se fueron parando todos los que estaban en la fila, en
el teatro, y digo ‘coño, pero que es esto?..... Yo comencé a molestarme, pero
me aguanté, dejé que se fueran. Ahora, no volvió a pasar porque más nunca me
volví a sentar así. Me iba atrás y me sentaba, había dos policías sentados
atrás y yo me sentaba con los policías en el teatro, cuando quería ver una
película. A mí me pasó eso, que me despreciaban así de esa forma. Era como aquí
en la época de esa enfermedad que se consideraba terrible ….la lepra.
"Yo había salido de una prisión, tuve dos años y cuatro
días en solitaria, había salido de ella, y cuando ya estaba libre, fui al cine,
y me pasó eso cuando llegué al cine.”
Pueden ver el resto de esta entrevista a Poncio Pou
Saleta en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI
Esas reservas y esos temores de acercarse a un desafecto
del régimen estaban muy bien sustentados por los muchos antecedentes que había
en esas décadas de las funestas consecuencias.
Efectivamente, esto le paso a un inocente taxista, Emilio Montano Deschamps
Mercado, al que habían visto conversando por casualidad con Poncio Pou Saleta
en Santiago la noche antes de que Pou Saleta se desapareciera y se asilara en
la embajada de México (debido a la vigilancia permanente en que lo mantenían
los agentes de Trujillo después de salir de la carcel).
“Fue asesinado porque creyeron, erróneamente, que lo había trasladado a Ciudad Trujillo.
“Fue asesinado porque creyeron, erróneamente, que lo había trasladado a Ciudad Trujillo.
"Al cadáver, encontrado en la carretera que conduce a San
José de Las Matas, le colocaron un letrero amenazador en el pecho que
expresaba, ESTO LE PASARÁ A TODOS LOS QUE LE PRESTEN SERVICIOS A LOS ENEMIGOS
DEL GOBIERNO”
(Cita del reconocido escritor y periodista Edwin Disla en
su libro Poncio Pou Saleta, en luz y en oscuridad.)
Los desafectos al régimen eran aquellos que tenían algún
pariente cercano que había expresado ideas anti-trujillistas o que se había
involucrado en actividades anti-trujillistas. Generalmente, dicho pariente no
duraba mucho suelto y pronto estaba en la cárcel, desaparecido o en el exilio,
pues eran practicamente inexistentes los ciudadanos que eran reconocidos
anti-trujillistas que no terminaban en encerrados, muertos o exiliados.
También caían en la categoría de “desafectos” los que
valientemente habían resistido las presiones de los hermanos Trujillos o sus
hijos a “venderle” su tierra o parte de su negocio, a entregarle su hija o
esposa, o bien los que fueron invitados a ocupar algún cargo en el gobierno
trujillista y que no aceptaron. Generalmente, al rehusarle un cargo al Jefe la
persona quedaba incluida en una lista negra. Esto conllevaba el riesgo de
sufrir a la larga un accidente o de desaparecer. En el mejor de los casos,
terminaba marginado por la sociedad como un “desafecto”.
Un gris presagio de que probablemente estabas por perder
tu puesto, tu negocio, tu vida o, en el mejor de los casos, que terminarías
marginado en el trabajo, en tu barrio o en los sitios públicos, era cuando tú o
alguien en tu familia era objeto de las críticas o ataques del infame “Foro
Público” en el periódico del tirano, El Caribe. A través del "Foro
Público" Trujillo "marcaba" publicamente a la víctima. Ahí ya
todos sabían que era peligroso asociarse contigo y dicho descenso en la
desgracia social y material sólo se podía reparar si la persona marcada
escribía una carta pública renegando las acusaciones o aceptando su culpa en el
foro, aun cuando fuera totalmente inocente, reiterando su adhesión completa al
Jefe y dedicándole los elogios de rigor al Benefactor de la Patria.
Esa humillación de tener que aceptar públicamente una
culpabilidad falsa y de arrodillarse ante el tirano no representaba
necesariamente una garantía de que, al final, no sufrirías las nefastas
consecuencias que querías evitar doblando las rodillas ante el tirano. Hay
varios casos en que, después de que el tirano tuvo la satisfacción de verlo
humillarse publicamente, el “desafecto” comoquiera fue vilmente asesinado o desaparecido.
Más adelante, incluiremos algunos ejemplos.
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