domingo, 3 de marzo de 2013

El miedo


“El pueblo dominicano que yo he conocido es triste, hasta en sus fiestas. Carece de espontaneidad; y es porque desde la niñez se ha acostumbrado a refrenar todas sus expansiones. El hombre público debe simular un fervor trujillista que no siente, el hombre de la calle debe silenciar sus quejas”.

Jesús de Galíndez  -La Era de Trujillo

En junio, 1944 llega a Santo Domingo el embajador norteamericano Ellis O. Briggs. A continuación, una síntesis de uno de sus informes secretos al Departamento de Estado:

“Trujillo es un problema dominicano que debe ser resuelto por el pueblo dominicano. Pero no se puede ignorar que trujillo gobierna la República Dominicana por medio del miedo, basándonos en su inclinación demonstrada de emplear medidas súbitas, despiadas y represivas en contra de cualquier individuo que se le oponga”.

“Los dominicanos reunidos hablan con cautela y pocas veces se oye el sonido de una carcajada en las calles de la capital. El gesto mas representativo de un ciudadano dominicano es cuando mira de reojo para ver si lo están oyendo. Un dictador del carácter de Trujillo duro, competente, corrupto, despiadado e increíblemente vano considera poco necesario el apaciguamiento en sus relaciones internacionales”.

EL MIEDO

“Todos sentíamos miedo. Recuerdo como crecía el miedo.

"Era los tiempos de esa interminable lucha entre la tiranía y la naciente democracia.
Los diminutos carros escarabajos, llamado cepillos, peinaban las calles. La marcha lenta de estos vehículos desarrollaba subjetividad desencadenante, alta dosis de terror estresante.

"El soporte informativo del régimen estaba en crecimiento, los nuevos agentes traían como misión abrir una oficina regional que facilitara procesar las informaciones a la vez que reclutaban nuevos informantes, leales, guapos.

"El inteligente profesor de gimnasia había desaparecido. Se rumoraba que la desaparición de Claudio de los Santos, era un aviso de la suerte que correrían quienes se atreviesen a confrontar al régimen, anunciaba que una fuerza de choque controlaría desde entonces las calles de la ciudad.

"En San Juan de la Maguana, el miedo se apoderó de la gente. Todos aprendieron a callar, a borrar de la memoria, a conocer el olvido. Callaron los grupos sociales, la iglesia, la prensa, los profesionales, los intelectuales”.

José Enrique Méndez Díaz
Haciendo memoria viva del olvido

(EXTRACTO)

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El ostracismo de los “desafectos al régimen"

“Como 'desafectos al régimen'. Ese era un calificativo que se le daba que significaba mucho, la palabra “desafecto al régimen”. Porque significaba que usted no podía visitar un club social porque todos los que estaban ahí se iban.

"Significaba que tus hijos en la escuela cuando llegaban, los demás compañeritos se iban, porque la mayoría de los que estaban ahí eran funcionarios públicos. Y si un hijo de algún desafecto  al gobierno se juntaba con un hijo de un funcionario público, se suponía que los contaminaba.

"Yo conocí casos aquí en Barahona que a veces hasta las familias tenían que ahuyentarse”, separarse por temor a represalias, algunos porque tenían en empleíto y por muchísimas razones, fue un régimen muy difícil”.

Julio Coiscou (Neno)
Barahona (2006)
Testimonio de un “desafecto” al régimen

Pueden ver este testimonio en el video:

Vejaciones y Asesinatos Dictadura de Trujillo en YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=_2NN1emfgzs

Historia oral de la dictadura trujillista (Archivo General de la Nación)


Otro testimonio de un "desafecto":

Extracto de la entrevista a Poncio Pou Saleta, combatiente anti-trujillista de Santiago de los Caballeros. Poncio salió vivo varias veces de la cárcel porque una parte de su familia tenía lazos con los Trujillos. Por otra parte, su padre Julio Pou Perez, contrarioa Trujillo, lo habían desaparecido en 1936 cuando Poncio era un adolescente.

¿El ambiente en Santiago que usted recuerda en la década del treinta?

“Imagínese usted que a las nueve de la noche el pueblo estaba completamente cerrado del terror que se tenía. Era la época de Enrique Blanco [década de 1930]. Eso era cerrado a las nueve de la noche. No había una casa que no tuviera cerradas sus puertas, del terror. Trujillo gobernó con el terror. Por eso mató a uno en su casa y lo sacó pa’ fuera pa’ que lo vieran. Él quería aterrorizar y lo logró. Treinta y un años lleno de miedo, un país entero, la sociedad de arriba a abajo, el rico, el pobre, el profesional”.

Más adelante nos da Poncio un ejemplo de su aislamiento por ser un "desafecto":


“¿Tú sabes el terror a dónde llegó? Te voy a dar un ejemplo….. Yo fui una vez al cine, entré temprano, fui y me senté en una fila y cuando me senté noto que se fueron parando todos los que estaban en la fila, en el teatro, y digo ‘coño, pero que es esto?..... Yo comencé a molestarme, pero me aguanté, dejé que se fueran. Ahora, no volvió a pasar porque más nunca me volví a sentar así. Me iba atrás y me sentaba, había dos policías sentados atrás y yo me sentaba con los policías en el teatro, cuando quería ver una película. A mí me pasó eso, que me despreciaban así de esa forma. Era como aquí en la época de esa enfermedad que se consideraba terrible ….la lepra.

"Yo había salido de una prisión, tuve dos años y cuatro días en solitaria, había salido de ella, y cuando ya estaba libre, fui al cine, y me pasó eso cuando llegué al cine.”

Pueden ver el resto de esta entrevista a Poncio Pou Saleta en YouTube:

https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI

Esas reservas y esos temores de acercarse a un desafecto del régimen estaban muy bien sustentados por los muchos antecedentes que había en esas décadas de las funestas consecuencias.

Efectivamente, esto le paso a un inocente taxista, Emilio Montano Deschamps Mercado, al que habían visto conversando por casualidad con Poncio Pou Saleta en Santiago la noche antes de que Pou Saleta se desapareciera y se asilara en la embajada de México (debido a la vigilancia permanente en que lo mantenían los agentes de Trujillo después de salir de la carcel).

“Fue asesinado porque creyeron, erróneamente, que lo había trasladado a Ciudad Trujillo.

"Al cadáver, encontrado en la carretera que conduce a San José de Las Matas, le colocaron un letrero amenazador en el pecho que expresaba, ESTO LE PASARÁ A TODOS LOS QUE LE PRESTEN SERVICIOS A LOS ENEMIGOS DEL GOBIERNO”

(Cita del reconocido escritor y periodista Edwin Disla en su libro Poncio Pou Saleta, en luz y en oscuridad.)

Los desafectos al régimen eran aquellos que tenían algún pariente cercano que había expresado ideas anti-trujillistas o que se había involucrado en actividades anti-trujillistas. Generalmente, dicho pariente no duraba mucho suelto y pronto estaba en la cárcel, desaparecido o en el exilio, pues eran practicamente inexistentes los ciudadanos que eran reconocidos anti-trujillistas que no terminaban en encerrados, muertos o exiliados.

También caían en la categoría de “desafectos” los que valientemente habían resistido las presiones de los hermanos Trujillos o sus hijos a “venderle” su tierra o parte de su negocio, a entregarle su hija o esposa, o bien los que fueron invitados a ocupar algún cargo en el gobierno trujillista y que no aceptaron. Generalmente, al rehusarle un cargo al Jefe la persona quedaba incluida en una lista negra. Esto conllevaba el riesgo de sufrir a la larga un accidente o de desaparecer. En el mejor de los casos, terminaba marginado por la sociedad como un “desafecto”.

Un gris presagio de que probablemente estabas por perder tu puesto, tu negocio, tu vida o, en el mejor de los casos, que terminarías marginado en el trabajo, en tu barrio o en los sitios públicos, era cuando tú o alguien en tu familia era objeto de las críticas o ataques del infame “Foro Público” en el periódico del tirano, El Caribe. A través del "Foro Público" Trujillo "marcaba" publicamente a la víctima. Ahí ya todos sabían que era peligroso asociarse contigo y dicho descenso en la desgracia social y material sólo se podía reparar si la persona marcada escribía una carta pública renegando las acusaciones o aceptando su culpa en el foro, aun cuando fuera totalmente inocente, reiterando su adhesión completa al Jefe y dedicándole los elogios de rigor al Benefactor de la Patria.

Esa humillación de tener que aceptar públicamente una culpabilidad falsa y de arrodillarse ante el tirano no representaba necesariamente una garantía de que, al final, no sufrirías las nefastas consecuencias que querías evitar doblando las rodillas ante el tirano. Hay varios casos en que, después de que el tirano tuvo la satisfacción de verlo humillarse publicamente, el “desafecto” comoquiera fue vilmente asesinado o desaparecido. Más adelante, incluiremos algunos ejemplos. 

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