miércoles, 1 de mayo de 2013

Revelan crímenes de Ramfis y Radhamés

De los archivos del pasado:

Las siguientes declaraciones fueron hechas por el Dr. Manuel Durán Barrera, quien recibió y curó a tres de los ajusticiadores la noche del 30 de mayo, 1961 (a Roberto Pastoriza, Amado Garcia Guerrero e Imbert Barrera). Horas después Durán Barrera fue detenido y torturado. En prisión presenció los macabros hechos descritos a continuación, los que describió después de ser liberado tras la salida de Ramfis del pais. Pocos años después, fue embajador de nuestro pais en España.

A continuación transcribimos íntegramente el artículo de la revista Ahora, sin omisiones. 



REVELAN CRÍMENES DE RAMFIS Y RADHAMÉS

Revista AHORA, No. 687
10 de enero, 1977

Por Antonio  Espinal

Con solo mencionarse los nombres de los Trujillos o de sus aferrados servidores, muchos dominicanos que conocen los horrendos crímenes y las torturas protagonizadas por ellos tiemblan de estupor o de rabia.

Ya han pasado más de quince años del ajusticiamiento del dictador, pero hay muchos de los crímenes cometidos por él y sus seguidores que no son conocidos o al menos van conociéndose al devenir del tiempo.

Uno de esos tétricos y espeluznantes relatos lo hace un médico dominicano que relata cómo fue torturado por Ramfis y Radhamés Trujillo, así como por el jefe del Servicio Secreto.
El doctor Barrera, quien después de la liquidación del régimen de Trujillo fue embajador de la República Dominicana en Madrid, España, hace el siguiente relato bajo juramento:

“En la noche del 1 de junio de 1961 (tras el atentado contra Trujillo) tres hombres heridos llamaron a la puerta de mi casa. Los vendé sin hacerles ninguna pregunta.

“Una vez que hubieron abandonado mi casa, yo mismo fui detenido y llevado a presencia del jefe del Servicio Secreto. Allí se me informó que había ayudado a los autores del atentado contra Trujillo.
“Querían saber de mí, a dónde habían ido aquellas tres personas. Como no pude responder a sus preguntas, porque no lo sabía, fui torturado.

“Me arrancaron las uñas de los dedos de los pies con unos alicates. Después me introdujeron palillos de dientes entre las uñas de los dedos de las manos y me ataron a una especie de silla eléctrica. Me sometieron a unas descargas de corriente que paralizaron todo mi organismo.

“Seguidamente me obligaron a abrir las piernas y un hombre negro me azotó con una fusta las partes más sensibles hasta hacerme sangrar. Todas las torturas fueron presenciadas por Ramfis Trujillo, que reía y animaba a mis verdugos.

“Un poco más tarde llegó también su hermano Radhamés, en compañía de un grupo de mujeres bastante jóvenes. Todos estaban borrachos. Radhamés tomó unos periódicos y los arrolló haciendo de ellos una especie de antorcha que encendió y pegó a mi cuerpo. Esto lo hizo varias veces conmigo y con otros detenidos.

“Después Radhamés hizo que nos volvieran a encerrar en la celda llena de detenidos, todos desnudos, y ordenó que echaran sobre nosotros varios cubos llenos de hormigas. Por el agujero de la cerradura estuvo contemplando como los insectos nos atormentaban con sus picaduras.
El relato del médico figura en el capítulo titulado “La escandalosa vida salvaje de Trujillo. El filibustero de Santo Domingo” que escribiera el famoso periodista alemán Bernt Ruland en su obra “Las compañeras de los dictadores”.

Si bien esa parte de la narración del doctor Barrera es horripilante que se preparen los lectores para recibir una impresión más fuerte, con lo que hizo Luis León Estévez, el yerno de Trujillo.

“En mi presencia y mediante un rápido tajo con un cuchillo (Luis León Estévez) abrió el vientre de uno de los prisioneros y mientras la víctima gritaba de dolor, metió ambas manos por la herida y le sacó los intestinos…”

Y más adelante el médico declara bajo juramento, refiriéndose a Ramfis Trujillo:
“Un día Ramfis entró a nuestra celda y empezó a preguntarle a Miguel Baez, uno de los presos que estaba convertido en un auténtico esqueleto, por su estado de salud. Hizo que le trajesen un plato de arroz con carne.

“Baez que estaba hambriento se lo comió todo. Cuando el prisionero hubo terminado su comida, Ramfis hizo que le presentaran la cabeza de su hijo y le dijo:

“…Esa carne que tanto te ha gustado es la del cuerpo de tu hijo”. Como consecuencia de esa escena Miguel Báez sufrió un ataque cardíaco del cual falleció".

Estos relatos son un pequeño granito de arena comparados con los tantos y tantos crímenes cometidos por los Trujillos durante los ensangrentados 31 años que los dominicanos tuvieron que soportarlos. Y todavía se habla de revivir aquellos negros tiempos. 


(Hasta aquí el artíciulo de la revista Ahora

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NOTA: El connotado abogado, doctor Vincho Castillo, al ser entrevistado sobre el libro de Angelita, se refiere a este espeluznante caso de Miguel Baez Díaz. La autora del artículo, Margarita Canahuate, resume las declaraciones de Vincho Castillo:

"Báez Díaz fue objeto de torturas horribles, aseguró Vincho Castillo. Terminaron por hacerle comer la carne de su hijo muerto. Se la dieron como alimento y cuando terminó se lo hicieron saber. También dicen que esto  le produjo la muerte”.

Otras publicaciones e historiadores se han referido a este macabro martirio que sufrió Miguel Baez Díaz antes de morir. 


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