(La crisis del último quinquenio del régimen)
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11 enero, 2004 12:00 am
11 enero, 2004 12:00 am
El
24 de enero próximo se cumplirán 43 años de una fecha que
aparentemente, ya se olvidó, el 24 de enero de 1961, cuando Trujillo,
mediante el decreto No.6380, se hizo nombrar como presidente de los
Bancos del Estado, quedando fulminantemente obligados, desde el
gobernador del Banco Central, hasta los demás administradores de la
banca estatal a solicitar la autorización previa al “Jefe” en relación
con todas las operaciones de dichas instituciones bancarias.
Los
desequilibrios internos y externos de la economía dominicana a partir
de la denominada Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, en
1955, los gastos militares (1959), el déficit ocurrido por primera vez
en la balanza de pagos a mediados de esa década, más la fuga incipiente
de capitales, explican los factores que potencializaron esa crisis, que
llevó a la República Dominicana a recurrir al Fondo Monetario
Internacional (FMI), donde negoció un acuerdo stand by de US$11.3
millones en 1959, además de los préstamos y garantías que presionados
por Trujillo, comprometieron a los bancos del Estado para financiar las
operaciones de la Azucarera Haina, C. por A. Ese financiamiento se saldó
en 1963 y en 1964, el país recurrió de nuevo al FMI.
Esa
crisis del quinquenio 1956 1961 detonó decisiones por parte del Estado
dominicano en ese entonces, que sorprendieron, no solo a sectores del
país, sino aún a la comunidad financiera internacional, como lo fuera a
finales de 1960, la decisión sorprendente por parte del país de
retirarse voluntariamente del Banco Mundial y de la Corporación
Internacional de Fomento (CFI).
En
dicho quinquenio, el país tomó préstamos al Banco de América por US$
7.0 millones, al Bankers Trust Company por US$7.0 millones, al The Bank
of Nova por Scotia US$ 6.0 millones, seguido luego de otro préstamo
igual y por otro de US$ 9.0 millones más.
Todo
lo anterior, provocó que The Bank of Nova Scotia, solicitara que US$
16.0 millones de la reserva en oro del país, fueran colocados en la
Reserva Federal de New York y de ahí enviados a la oficina principal de
ese banco en Toronto, Canadá.
Como
la Azucarera Haina C. por A., recibió además un préstamo de US$ 22.5
millones de The Bank of Nova Scotia, dicho banco se convirtió en
acreedor de la República Dominicana por un monto de US$ 45.0 millones.
La reserva de oro por US$ 16.0 millones fue utilizada para pagar a The
Bank of Nova Scotia US$ 18.0 millones, parte de esa última deuda.
Es
en esa coyuntura que el régimen de Trujillo tomó otra decisión
sorpredente, permitir la libre circulación del dólar canadiense en la
República Dominicana, medida esa que fue derogada, el 29 de mayo de
1962, mediante la Ley No.5927.
Sin
embargo, la medida más desacertada en el contexto del quinquenio 1956
1961 fue en este último año, específicamente en el mes de febrero, la
decisión de que el Banco Central y el Banco de Reservas, entregaran al
gobierno central, increíble pero cierto, la totalidad de sus cuentas de
reservas y algo que hoy parecería impensable, que el Banco Central
entregase también su capital. Las autoridades de entonces habían perdido
el equilibrio y la crisis los hizo caer en lo que John K. Galbraith
llamó luego la dinámica del error.
Pero ahora, 43 años después, habría que decir que ya todo eso se olvidó, porque la memoria humana parecería muy corta.
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