Escrito por: Ángela Peña
11
de diciembre, 2009
Hoy.com.do
Mientras estuvo en el país durante la tiranía, representó
una gran frustración para Trujillo que no podía matarla por su oposición
furiosa pues a cada instante emisoras cubanas y venezolanas pasaban un mensaje
interpelando: “¿Dónde tiene Trujillo a la hija del general?”.
Juancito Rodríguez, el hacendado más grande de la República, propietario de fincas ganaderas, de cacao y plátanos en Constanza, Barranca, Rancho Viejo, Los Guayos, Jima Arriba y Jima Abajo, Tamarindo y Las Canas, ganó ese elevado rango en los primeros meses de su largo exilio cuando patrocinó la abortada expedición de Cayo Confite, para la que también se entrenó.
Juancito Rodríguez, el hacendado más grande de la República, propietario de fincas ganaderas, de cacao y plátanos en Constanza, Barranca, Rancho Viejo, Los Guayos, Jima Arriba y Jima Abajo, Tamarindo y Las Canas, ganó ese elevado rango en los primeros meses de su largo exilio cuando patrocinó la abortada expedición de Cayo Confite, para la que también se entrenó.
Pucha y sus hermanos José Horacio, Juan Porfirio y Elvira
quedaron solos en los predios pues ya en 1935, un año antes del rompimiento de
su padre con el dictador que prácticamente le obligó a aceptar las funciones de
senador y diputado, había muerto María Vásquez López, su madre.
Fue bautizada María Mercedes pero pocos la reconocerían por esos nombres.
El dolor endureció su carácter en aquellos tenebrosos años en que debió ser
soporte familiar cuando el sátrapa mandó a allanar las propiedades del
aguerrido exiliado y más de 15 mil cabezas de ganado huyeron despavoridas, la
guardia tumbó las puertas a fuerza de
carabinas, asesinaron a “Polo” y a “Emiliano”, el ordeñador y su ayudante,
amenazaron y apresaron al personal que
dejaron con vida. “Era el desastre. Es una película que todavía no me deja
dormir”, cuenta la intrépida mujer, sufrida, itinerante, hoy sumida en
precariedad contrastante con la opulencia de sus primeros años cuando los
“Packard”, “Ford”, “jeeps” rurales y
otras marcas de autos de su padre eran novedad en los años 20.
Gritó “¡salvajes!” a los guardias que le
arrebataron al tío Julio que esputó sangre cuando lo torturaron en la Fortaleza Ozama y murió
de la tristeza que le ocasionaron el confinamiento de sus hijos en la isla
Beata y los crímenes y persecuciones contra los Rodríguez.
“El Jefe viene”, le dijeron en la puerta de
la prisión en la que salvajemente golpearon al anciano de casi 70 años.
“¡El Jefe de usted, no mío!”, corrigió al soldado.
La confinaron a Moca cuando ya había terminado la carrera
de medicina y sólo tenía pendiente la tesis. Vigilada, la capturaron frente
al Convento de los Dominicos y la introdujeron a forcejeos en un “cepillo” del
SIM. “Dígale a su Jefe que no sabía que yo era tan grande que él y yo no
cabíamos en la ciudad”, increpó a sus verdugos y al pasar por el restaurante
“El Ariete” voceó a los transeúntes: “¡Aquí me llevan, si me pierdo, ya saben!”
La casa de otro tío, Doroteo, fue su cárcel. Pasó tres
años encerrada, incomunicada, hablaba por señas con los vecinos y enviaba notas
a Carmen Natalia Martínez Bonilla dentro de un lápiz labial. Sufrió lo
indescriptible cuando envenenaron a Doroteo.
El 10 de abril de 1950 logró irse a La Habana luego de
una visita del embajador “Butler”, de Estados Unidos, a su padre, anunciándole
su interés en “pacificar el Caribe” y la solicitud que haría a Trujillo de que
dejara salir a su familia y a los sobrevivientes de la expedición de Luperón,
de 1949, que Juancito también apoyó económicamente.
La alegría de volver a ver al progenitor, de continuar
los estudios de medicina y ejercerla, se esfumó con la muerte de Alcedo, otro
tío que un día decretó que iba para su casa a morirse y le sobrevino un
infarto. Como a Julio, las
arbitrariedades del régimen le afectaron.
En 1959 Trujillo asesinó a su hermano José Horacio,
expedicionario de Maimón, y el 19 de noviembre de 1960 se suicidó su padre.
“Perdió toda esperanza de volver, no tenía un centavo, le habían matado a su
hijo. Embargado por la tristeza, se pegó un tiro”.
El relato de Pucha se hace extenso por el incontenible
llanto que producen tantos recuerdos lúgubres.
Lo que vi. Es la
única de los hijos de Juan Rodríguez García y María Vásquez López que nació en
Moca, el 11 de Julio de 1922.
Los demás vinieron al mundo en Barranca. A los siete años
leía y escribía y a los once fue ingresada en el colegio Inmaculada Concepción,
de La Vega, hasta graduarse de
bachiller.
“La Pusha”, como le llamaba una religiosa española, fue
abofeteada por “la madre Sención del Buen Pastor” cuando declaró frente a sus
condiscípulas que todos los Trujillo eran unos ladrones.
Fue el discurso que aprendió a escuchar de su padre, por
lo que “mamá vivía prendiendo velones”.
Es historiadora, genealogista, escritora. políglota.
Conoce defectos, virtudes, secretos del exilio antitrujillista en Cuba,
Venezuela, Puerto Rico, México, Nueva York, lugares donde vivió mientras estuvo
vigente la tiranía.
Narra la vida familiar, política y otras facetas de su
padre que pocos conocen, como las causas de su ruptura con Fidel Castro, los
trabajos y enfermedades de sus últimos años, su negativa a otros complots que
no fuera el atentado personal contra Trujillo, el suicidio...
Pucha casó con Horacio Julio Ornes Coiscou, sobreviviente
de Luperón, el 27 de octubre de 1956. Procrearon una hija: Ileana María.
“La grandeza de mi padre nada más la conozco yo. No se
quejó, no se arrepintió de lo que hizo. Pasé una semana fuera de mi mente tras
su muerte.
¿A qué grado de dolor y desesperación llegó para llegar a quitarse la vida, un hombre de tanta
fortaleza?”, pregunta. Y agrega. “A veces me desvelo. ¿Cómo se borran cosas tan
grandes?”.
Gracias a su memoria privilegiada, lúcida, podrá revelar
tanta historia ignorada en un libro que ya tiene título: “Lo que oí, lo que vi,
lo que viví”.
En síntesis
General Juan Rodríguez García (Juancito)
(Moca, 1886) era
uno de los hombres más ricos del país. Junto a su hermano Doroteo, participó en
la política en el bando de Horacio Vásquez. En 1930, temiendo sufrir
represalias contra su familia, aceptó la postulación como senador del partido
del dictador en ciernes. En 1935 se resiste a firmar la condena del entonces
diputado Miguel Angel Roca. En el 1946
tuvo que exiliarse por no
conseguir apoyo dentro del país en su lucha contra el régimen y
participó en todas las expediciones libertarias.
NOTA: Hemos incluido a 5 de los 7 muertos en este trágico episodio de la sufrida familia Rodríguez en BREVES (asesinatos varios) de la sección MÁS CRÍMENES. Los otros dos casos no inclluidos en esa sección son el suicidio de don Juancito y la muerte violenta de su hijo en la expedición de Constanza y Maimón porque todavia no sabemos si este cayó abatido en pie de lucha o asesinado a mansalva.
NOTA: Hemos incluido a 5 de los 7 muertos en este trágico episodio de la sufrida familia Rodríguez en BREVES (asesinatos varios) de la sección MÁS CRÍMENES. Los otros dos casos no inclluidos en esa sección son el suicidio de don Juancito y la muerte violenta de su hijo en la expedición de Constanza y Maimón porque todavia no sabemos si este cayó abatido en pie de lucha o asesinado a mansalva.
También pueden leer el
homenaje a don Juancito Rodriguez García en la sección OPINIÓN.