Santiago Estrella
Veloz
Historiador
Eldiariolibre.com.do
Sisal o agave, llamada cabuya en La Española.La historia de
El Sisal de Azua, uno de los campos de concentración más terribles que existió
en el país, no puede escribirse si no se menciona al General José María
Alcántara. Ese campo para recluir prisioneros políticos adversarios de Trujillo
se llamaba así porque en 1950 al dictador se le ocurrió establecer su propia
plantación de sisal o agave, planta llamada cabuya por los aborígenes de La
Española. Es originaria de Yucatán, México, y su fibra es utilizada para
fabricar cuerdas, sacos, lonas y otros productos similares. El agave azul es
materia prima para la bebida llamada tequila
mexicana.
En
aquella época, los sacos para empacar el azúcar, arroz, café y cacao que
se producía en la República Dominicana eran comprados principalmente en México.
Cuando los precios se dispararon, Trujillo decidió cultivar su propio sisal y
establecer una fábrica de sacos y cordelería. Total, la industria del azúcar era
de su exclusiva propiedad y de sus familiares más cercanos que eran
propietarios de acciones, negocio compartido en menor grado con algunos
inversionistas norteamericanos
Con
el propósito de instalar la fábrica de sacos y cordelería, se creó la Dirección
de Fomento y Cultivo del Sisal, en Pueblo Viejo de Azua. Las edificaciones y sus
dependencias fueron inauguradas el 25 de octubre de 1952. Las obras inauguradas
consistían en 20 edificaciones de madera para alojar el personal dirigente, a
los empleados y obreros, y para uso de talleres, almacenes y garajes de la
empresa, todas las cuales disponían de cinco molinos de viento con sus
respectivos pozos tubulares para proporcionar agua, además de contar con energía
eléctrica y una red telefónica a dos vías, de 17 kilómetros, conectada con la
central de teléfono interurbano de Azua, y varios caminos carreteros interiores,
además de la vía principal.
En
un discurso, el representante de la secretaría de Agricultura, agrónomo Juan
Pablo Duarte, homónimo del Padre de la Patria, dijo que las obras de El Sisal
tendían "al bienestar colectivo, como todas aquellas que construye el
superior Gobierno en esta civilista Era de Trujillo"
Es
evidente que el orador ignoraba que El Sisal se convertiría en un campo de
concentración y, aunque lo sospechara, era impensable que se atreviera a
decirlo.
Los
trabajos formales para dar paso a la plantación se iniciaron en El Rosario, de
Azua, cuando en mayo de 1950 llegaron allí múltiples equipos pesados, que de
inmediato comenzaron a tumbar árboles y eliminar todo escollo existente para
acondicionar los terrenos. Los bulbos de sisal fueron llevados en furgones, pues
basta solo con decir que la extensión a sembrar era de alrededor de 120
kilómetros cuadrados. Los trabajos de preparación de tierras hasta que comenzó
la cosecha de sisal duraron nada más y nada menos que dos años.
Como era natural, no había tantos trabajadores para
trabajar en esa finca tan extensa. Entonces fue que comenzó el reclutamiento
forzado de hombres, no importa en cuál sitio del país. El Ejército asumió esa
tarea. Cientos de infelices que eran detenidos por las patrullas en pueblos y
caminos, eran obligados a montarse en camiones para ser trasladados a El Sisal,
no importaba que tuvieran sus documentos al día. No se les permitía siquiera
avisar a los familiares, lo que provocaba incertidumbre y miedo en los
hogares.
Pero también a El Sisal fueron llevados numerosos presos
políticos, que fueron sacados de las cárceles La Victoria y La 40. Eran
sencillamente presos, y como se decía en épocas pasadas "el preso no es gente".
En El Sisal, los prisioneros eran forzados a trabajar de sol a sol, sin agua y
prácticamente sin comida, pues la que cocinaban los militares no alcanzaba para
tanta gente.
En El Sisal, uno de los
militares más crueles fue el coronel José María Alcántara, designado por
Trujillo como comandante, autor de numerosos crímenes. Sustituyó al general
Arturo R. Espaillat, mejor conocido como "Navajita" o "La Gillette", en
referencia a su crueldad, aunque curiosamente no ha sido mencionado como asesino
de presos en El Sisal. Uno de los principales ayudantes de Alcántara era el
coronel Edigen Nin, descrito por los presos como "un hombre sin compasión", que
se regocijaba con el sufrimiento de los demás y al que se le atribuyeron
numerosos crímenes.
Alcántara había sido trasladado allí con un rango
inmediatamente inferior al de teniente coronel porque en una ocasión intentó
matar a un general con el que tuvo una discusión. Según versiones, no logró su
objetivo por la rápida intervención de otros
militares.
Una
de las tantas historias recogidas entre ex prisioneros de El Sisal da cuenta de
que, en una ocasión, un preso estaba inmóvil porque se encontraba enfermo.
Alcántara preguntó por qué el hombre no estaba en El Sisal, a lo que un
ayudante le dijo que tenía la cara hinchada debido a la infección de una muela.
Alcántara llamó al preso y le exigió que abriera la boca. Cuando el infeliz así
lo hizo, Alcántara sacó rápidamente su pistola y le dio un balazo en plena boca. Los sesos y la sangre del preso salpicaron el
uniforme del coronel, quien sin mediar palabras abandonó el lugar para cambiarse
de ropa y continuar con su
tarea.
En
otra ocasión, a ocho prisioneros que intentaron escapar se les obligó a
agruparse, tras de lo cual Alcántara dio la orden a unos guardias para que los
ametrallaran.
Los
cadáveres fueron colgados de una viga con dos soportes en los extremos, como
"escarmiento" para los demás presos, que tenían que durante un par de días
tuvieron que pasar por debajo de los muertos presionados por los militares, para
que presenciaran la macabra escena.
Es difícil de creer, pero
otra historia refiere que en una ocasión, después de reunir a los presos
preguntar cuáles estaban enfermos, unos 80 levantaron la mano, supuestamente
para ser llevados a un hospital. Alcántara mandó a construir un gran hoyo, para
lo cual tuvo que ser utilizada una pala mecánica. Ordenó alinear a los hombres a
orillas del hoyo y entonces hizo una señal al teniente Ramón Castillo, hombre de
su confianza, quien a su vez dio la orden de "!fuego!" a los guardias que le
acompañaban, que dispararon sus ametralladoras hasta agotar los tiros. Otros
presos dejados con vida para que taparan el hoyo después de la masacre, también
fueron fusilados.
Un método de tortura
para castigar a algunos prisioneros consistía en amarrarlos en el interior de
una caseta, donde se les estampaba un hierro caliente en el pecho con la
inscripción El Sisal, como si se tratara de animales. Era una práctica parecida a la utilizada por los
nazis contra los prisioneros judíos, que eran marcados con un número con hierros
al rojo vivo. En ocasiones esto se hacía en El Sisal simultáneamente con
otros prisioneros, para que los alaridos fuesen más claramente escuchados por
sus compañeros y así aumentara su
miedo.
Este hombre sanguinario, Alcántara, nació el 5 de abril de
1908 en el paraje Sabana Mula, de San Juan de la Maguana, hijo de José Ramón
Alcántara y María Regla Contreras. En su juventud, Alcántara trabajó como
vendedor de pan, hasta que un buen día, tras una discusión con Manuel, su
hermano mayor, le hirió con un cuchillo y se fue de la casa, a donde regresó
tiempo después vestido de militar. En esa calidad estuvo de puesto en muchos
pueblos, tanto en el Este como en el Suroeste, pero fue en Pedro Santana donde
Alcántara asesinó más gentes, entre ellos centenares de haitianos. El método era
ahorcarlos en una Ceiba, conocida luego como "la Ceiba de Alcántara".
El
coronel Alcántara, siendo capitán, participó también en el asesinato de Porfirio
Ernesto Ramírez Alcántara, alias Prim, hermano del exiliado Miguel Ángel Ramírez
Alcántara, quien llegó a ser general durante la guerra librada en Costa Rica por
José Figueres.
Prim y otras ocho personas fueron emboscadas en la
carretera Sánchez, en el lugar llamado El Número, de Nizao. Esa operación estuvo
dirigida por el general Federico Fiallo y tuvo lugar el 1 de junio de 1950. En
la misma participaron también el capitán José Demetrio Almonte Mayer, el ex
capitán Augusto María Ferrando, el teniente José de la Cruz y el sargento
Alejandro Méndez, de la Policía, además de un raso no identificado.
A
El Sisal fueron llevados numerosos presos políticos, que fueron sacados de las
cárceles La Victoria y La 40. Eran sencillamente presos, y como se decía en
épocas pasadas "el preso no es gente".
En
El Sisal, eran forzados a trabajar de sol a sol, sin agua y prácticamente sin
comida, pues la que cocinaban los militares no alcanzaba para tanta gente.
Fuentes consultadas: El Caribe, 26 de octubre de 1952;
Listín Diario, 7 de julio de 1967: periódicos nacionales, 15 de septiembre,
1970; Entrevistas del autor con algunos militares retirados; Archivo General de
la Nación.
(Continuará)
Para más detalles, pueden leer el libro El sisal, esclavitud y muerte en la Era de Trujillo
de Rafael Cuello.
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de Rafael Cuello.