sábado, 8 de junio de 2013

Trujillo y sus mujeres - Ramón Alberto Ferreras

EXTRACTO

Trujillo y sus mujeres

Ramón Alberto Ferreras
Editorial del Nordeste, 1991 (sexta edición)
Págs. 141-143

“Sólo en sus últimos años Trujillo se decantó decididamente por las mujeres muy jóvenes.  Era tan generoso con el dinero, en lo tocante a mujeres, como lo era con la galantería, la diplomacia y la frase ingeniosa. No patrocinaba ni a prostitutas ni a semiprofesionales.  Aquellas a quienes seleccionaba procedían a veces de un nivel social relativamente alto y a veces de posición modesta.  Casi siempre eran vírgenes.

“Al comienzo de su régimen fue inaugurado un sistema de lo más extraordinario con el fin de proveer  adecuadamente esta fuerte necesidad física.  Sus amigos y todos cuantos buscaban medrar en su favor por este medio., proponían mujeres  para sus muchos lechos y algunas de estas personas miembros del gobierno o de su círculo no oficial llegaron a identificarse con este servicio.  No fue hasta mucho después que esta misión quedó institucionalizada en la persona de un funcionario del personal del palacio. Pero lo cierto es que entre las mujeres que realmente no tenían ningún inconveniente en servir a tal propósito y las que eran presionadas o inducidas a prestarse a ese fin por afanosos colaboradores, existía una constante corriente de suministro.

“El método de selección utilizado casi siempre desde el principio  constituye el aspecto más sobresaliente de todo el proceso. Unas dos veces por semana reunía en su despacho del palacio a un grupo de féminas, talvez treinta en cada ocasión. De ellas Trujillo indicaba la o las que prefería para la semana. A las que habían sido elegidas se les instruía apropiadamente en cuanto a la hora y el lugar. Trujillo, generalmente, se acostaba con cada mujer una vez o dos.  Pocas fueron las favoritas conservadas sobre una base consecuente. Aquellas que solo eran de interés pasajero quedaban libres de seguir sus propias vidas una vez Trujillo había dejado de interesarse en ellas. Las favoritas no gozaban de tal libertad, y no tenían derecho a otra vida social distinta durante el período de favor. Aún cuando hubieran tratado de ampliar su vida de relación, ningún hombre en sus cabales habría osado mostrarse en público hablando con alguna de ellas. Cuando las favoritas habían cumplido su misión, Trujillo solía concertar o alentar un matrimonio para ellas. Proveía al sostenimiento de los hijos que procreaba, pero con excepción de los relativamente pocos que legitimó mediante el reconocimiento de su paternidad, aquello era toda la extensión de su agradecimiento y afecto.

“Extraordinaria como era toda esta actividad sexual tenía en sí una esencia viril. Pero había otro lado y este, si bien no puede, ciertamente, imputarse  como norma general al sexo femenino, suele darse con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres. Se trata de la utilización del sexo para propósitos distintos del sexo mismo, de su utilización como “palanca”. En el caso de Trujillo, el sexo fue empleado a veces como instrumento de poder.

”No le gustaba que ninguna de las mujeres que él elegía se le negase. Aquellas que estaban allí espontáneamente , por algún deseo o necesidad personal, no se resistían. Pero otras se hallaban allí por razones que apenas empezaban a comprender, en una disposición que no era ciertamente de aquiescencia. Tal actitud era probable que acarrease consecuencias. Si bien no las forzaba físicamente Trujillo no vacilaba en obligarlas mediante presiones igualmente difíciles de resistir.

“Así, una de estas féminas resistentes se exponía a leer al poco tiempo en el Foro Público una carta escrita por Trujillo y firmada por un seudónimo en la que su honor y su reputación eran puestos en entredicho. O talvez descubriese que había perdido su empleo; o que la ocupación de alguien en su familia, su padre quizá, o su hermano, se tornaba inequívocamente peligrosa. En casos extremos, podía sobrevenirle daño al hombre vinculado con la obstinada mujer.
“Bajo tales amenazas eran muy pocas las titubeantes hembras que se mantenían en su negativa por mucho tiempo. Casos hubo, en manera alguna desconocidos, en que la resistencia política o social de un hombre o de una familia vino a ser atacada por medio de la agresión contra una joven que había tenido la desgracia de haber caído bajo la mirada de algún rufián de palacio.” (Hasta aquí la cita de Ferreras.)

Además de este suministro permanente de muchachas desde el palacio, era ampliamente consabido que Trujillo también obtenía los servicios sexuales de jovencitas (preferiblemente vírgenes puesto que no le gustaba usar prostitutas) y mujeres casadas cada vez que viajaba a otra ciudad o a algún pueblo. En efecto, la población estaba mucho más informada de los incontables casos fuera de palacio que de los servicios obtenidos por el sistema de celestinaje del palacio. En relación a esos reclutamientos en otras ciudades y pueblos, por ser repentino, sin ningún protocolo, se trataba a menudo de situaciones tristes y dramáticas para la joven y su familia puesto que rehusarse a prestarle tal servicio conllevaba la amenaza de perder el trabajo, la propiedad o la vida misma, tal como lo señala varias veces Ferreras en su libro.

Los políticos y militares locales, tales como la gobernadora Isabel Mayer, se encargaban de identificar de antemano a las jóvenes atractivas que le prestarían sus servicios sexuales en la zona para cuando Trujillo llegara. También era muy común que en alguna fiesta o evento Trujillo por casualidad se fijara en una joven o en la atractiva mujer de algún desdichado marido y mandaba a sus subalternos a que se la buscaran para esa noche.

Para que los lectores tengan una idea palpable de este nutrido suministro que también ocurría fuera del palacio, les presentamos una lista de las mujeres (la gran mayoría, jóvenes vírgenes) que menciona Ferreras en su libro. Algunas no pasaron de ser objeto de placer de una o dos noches, pero otras pasaron a ser amantes por algunos meses o años, es decir, hasta que Trujillo perdía interés. También incluimos a aquellas jóvenes que fueron presionadas por el propio Trujillo o sus celestinos pero que no se convirtieron en sus amantes porque valientemente ellas le rogaron o se rehusaron o sus familias se lo impidieron arriesgando sufrir nefastas consecuencias.

Decidimos incluir esta lista, incluyendo el número de la página sin ningún fin morboso ni sensacionaista sino para eliminar toda duda y que no piensen que estamos exagerando puesto que resulta que cuando no incluimos información concreta, entonces lanzan la acusación de que no presentamos pruebas debido a que son simples especulaciones o inventos. Sin embargo, decidimos no escribir los apellidos completos de las mujeres para no afectar a los descendientes de estas víctimas sexuales. Si los lectores tienen interés en identificar a algunas, puede referirse al libro de Ferreras (Trujillo y sus mujeres). Sólo revelamos el nombre completo de aquellas amantes permanentes que eran conocidas por todos y que son mencionadas constantemente en publicaciones como las principales amantes de Trujillo. 

1- Bienvenida M.  (Santa Cruz del Seibo), pág. 51

2- Josefina L. –, pág. 44-45, amante (hermana mayor de Aminta L.)

3- Fufa S. -San Cristobal, pág. 46

4- Elida R. –San Juan de la Maguana, pág. 61

5- Elsa B.  - Santiago, pág. 62

6- Emilia D. C. – Sabana Iglesia, pág. 62

7- Altagracia (Tatica) V. – Santiago, pág. 62

8- Lina Lovatón Pittaluga – Ciudad Trujillo, pág. 83

9- P. Rojas de E. – Moca, pág. 90 (En esta omitimos el nombre de pila por ser único lo que permitiría identificar a esta amante casada y sólo incluimos su apellido por ser un nombre común.

10- Olga Rojas – Moca, pág. 90

11- Rosa Elba C. F. – San Francisco de Macorís, pág. 90-91. Trujillo la mandó a buscar para que pasara la noche con él, pero la madre se opuso y alegó que Elba esta muy enferma con fiebre, arriesgando las repercuciones.

12- Una hija del señor M. G. –Villa Ysabel, pág. 91-92. prefirió envenenarse antes que entregarse a Trujillo. Poco después de su muerte su padre se fue al exilio.

13- Josefina J. y su hermana –San Cristobal, pág. 93. Trujillo quería instalarlas como amantes suyas, pero su padre se opuso cayendo en desgracia.

14- La hija de una figura política de Montecristi, pág. 94 (no mencionaremos el nombre de este personaje porque era muy conocido y así protegeremos a la hija),

15- Niela P. –Santiago, pág. 105

16- Chuvita P. –San Cristobal, pág. 109

17- Viola S. –San Cristobal, pág. 109

18- Iliana S.  (hermanita de Viola) –San Cristobal, pág. 109

19- Ramonita C. – San Cristobal, pág. 110

20- Diana P.- Amante regular –San Cristobal, pág. 110-111

21- Miriam J. –Santiago, pág. 113 (su hermano se suicidó al enterarse del concubinato de su hermana con Trujillo)

22- La esposa de un alto funcionario en la capital, de nombre conocido pero que el autor no menciona, era amante de Trujillo en su mismo lecho matrimonial cada vez que Trujillo iba a visitar esa casa, pág. 115.

23- También fue su amante la esposa de un ingeniero que llegó a ser síndico de la capital, de familia de renombre, pero cuyo nombre el autor omite, pág. 114.

24 y 25- Págs 118-121, Relata la historia de dos jovencitas  que fueron amantes de Trujillo, pero no menciona sus nombres

26- Ismaela E. – Arroyo Blanco (Santiago Rodriguez), pág. 120-121.

27- Juana C. de Y. –Salcedo, pág. 121-122, mujer casada con un empresario árabe que “dormía” con Trujillo en su propio lecho hogareño cuando éste visitaba Salcedo. Después, cuando Trujillo se cansó de ella, pasó a visitarla por las noches su hermano mayor, Virgilio Trujillo Molina.

28- Pág. 123-124 – Jovencita que, durante una fiesta en la Casa Caoba, Trujillo llevó a su alcoba para acostarse con ella. Después de que Trujillo se había desnudado, al darse cuenta la jovencita de las intenciones, ella le rogó que no la desflorara porque estaba por casarse con su novio. Trujillo se vistió de nuevo y la condujo de nuevo a la fiesta. El autor no revela su nombre.

29- Pág. 124-127, Montecristi. Sin revelar el nombre, el autor relata el caso de una joven que, estando en una fiesta de Isabel Mayer con su novio, rehusó la invitación del mensajero de Trujillo a que fuera a sentarse en su mesa. Se llevaron preso al novio y ella fue obligada a ir a la alcoba de Trujillo pero no hubo relación sexual porque ella se rehusó o le rogó y aparentemente Trujillo no la obligó. Ella por fin pudo casarse con su novio de apellido Muñiz, pero el matrimonio fracasó porque nunca se consumó puesto que el novio estaba convencido de que Trujillo la había desflorado.

30- Mony Sanchez – San Cristobal, pág. 131, una de las más conocidas amantes de Trujillo.

Les recordamos a los lectores que la lista anterior consiste unicamente de solo una parte de las amantes conseguidas fuera del robusto servicio de celestinaje del palacio. Como los investigadores de la dictadura saben bien (con nombres y apellidos), esa lista sustraída de este libro no agota en absoluto todas las "conquistas" sexuales de Trujillo en los pueblos y demás ciudades. Se manejan muchos otros nombres que por alguna razón el autor no incluyo  en este libro y que normalmente no son discutidos abiertamente en eventos públicos o en artículos por tratarse de un tema delicado, lo que crea la falsa impresión entre el público de que la explotación sexual no fue tan exorbitante durante los 31 años de la dictadura y antes. 

Debemos reconocerle a Trujillo el que, por lo menos en este libro y varias otras obras, no se registra algún caso de sexo forzado, es decir, violación sexual por asalto físico, aunque la situación de encontrarse sola y aislada en la presencia de este poderoso explotador sexual y principalmente con las presiones o chantaje a otro nivel era suficientemente poderosa para obligar a cualquier  inocente joven a entregarle su cuerpo al tirano sin atreverse a resistir. En esto, sobra mencionar la amenaza real de que su padre o hermanos se exponían a la desaparición, persecución, encarcelamiento y hasta tortura (como efectivamente ocurrió en algunos casos), la pérdida del trabajo, el ostracismo, o la pérdida de la propiedad. También es muy posible que la engorrosa y muy pública experiencia legal a que fue sometido Trujillo en el juicio en su contra en 1920 (ver sección CRÍMENES) cuando unos 10-14 testigos lo acusaron de violación sexual múltiple de la joven Isabel Guzmán en un solo día y que casi dio al traste con su preciada carrera militar (pudiendo haber terminado entre rejas por varios años, lo que no pasó gracias a la corte canguro compuesta por algunos de sus protectores), lo dejó psicológicamente curado para siempre de este tipo de abuso sexual violento. Tampoco descartamos que Trujillo desarrollara con los años algún ligero atisbo de pudor moral. 

Por su parte, los hijos y los hermanos de Trujillo (especialmente Petán, Virgilio y Hector, este último tenia predilección por las mujeres ajenas) también estaban todos dotamos del mismo insaciable apetito sexual sin conciencia moral ni la menor preocupación por el daño ocasionado a las jóvenes vírgenes, las esposas y sus familias. Pero, como la explotació sexual no es el principal tema de este portal, no le dedicaremos más espacio al largo y bochornoso historial sexual del resto de esa familia. 

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