Trujillo y sus mujeres
Ramón Alberto Ferreras
Editorial del Nordeste, 1991 (sexta edición)
Págs. 141-143
“Sólo en sus últimos años Trujillo se decantó
decididamente por las mujeres muy jóvenes. Era tan generoso con el dinero, en lo tocante
a mujeres, como lo era con la galantería, la diplomacia y la frase ingeniosa.
No patrocinaba ni a prostitutas ni a semiprofesionales. Aquellas a quienes seleccionaba procedían a
veces de un nivel social relativamente alto y a veces de posición modesta. Casi siempre eran vírgenes.
“Al comienzo de su régimen fue inaugurado un sistema de
lo más extraordinario con el fin de proveer
adecuadamente esta fuerte necesidad física. Sus amigos y todos cuantos buscaban medrar en
su favor por este medio., proponían mujeres para sus muchos lechos y algunas de estas
personas miembros del gobierno o de su círculo no oficial llegaron a
identificarse con este servicio. No fue
hasta mucho después que esta misión quedó institucionalizada en la persona de
un funcionario del personal del palacio. Pero lo cierto es que entre las
mujeres que realmente no tenían ningún inconveniente en servir a tal propósito
y las que eran presionadas o inducidas a prestarse a ese fin por afanosos colaboradores,
existía una constante corriente de suministro.
“El método de selección utilizado casi siempre desde el
principio constituye el aspecto más
sobresaliente de todo el proceso. Unas dos veces por semana reunía en su
despacho del palacio a un grupo de féminas, talvez treinta en cada ocasión. De
ellas Trujillo indicaba la o las que prefería para la semana. A las que habían
sido elegidas se les instruía apropiadamente en cuanto a la hora y el lugar.
Trujillo, generalmente, se acostaba con cada mujer una vez o dos. Pocas fueron las favoritas conservadas sobre
una base consecuente. Aquellas que solo eran de interés pasajero quedaban
libres de seguir sus propias vidas una vez Trujillo había dejado de interesarse
en ellas. Las favoritas no gozaban de tal libertad, y no tenían derecho a otra
vida social distinta durante el período de favor. Aún cuando hubieran tratado
de ampliar su vida de relación, ningún hombre en sus cabales habría osado
mostrarse en público hablando con alguna de ellas. Cuando las favoritas habían
cumplido su misión, Trujillo solía concertar o alentar un matrimonio para
ellas. Proveía al sostenimiento de los hijos que procreaba, pero con excepción
de los relativamente pocos que legitimó mediante el reconocimiento de su
paternidad, aquello era toda la extensión de su agradecimiento y afecto.
“Extraordinaria como era toda esta actividad sexual tenía
en sí una esencia viril. Pero había otro lado y este, si bien no puede,
ciertamente, imputarse como norma
general al sexo femenino, suele darse con mayor frecuencia en las mujeres que
en los hombres. Se trata de la utilización del sexo para propósitos distintos
del sexo mismo, de su utilización como “palanca”. En el caso de Trujillo, el
sexo fue empleado a veces como instrumento de poder.
”No le gustaba que ninguna de las mujeres que él elegía se
le negase. Aquellas que estaban allí espontáneamente , por algún deseo o
necesidad personal, no se resistían. Pero otras se hallaban allí por razones
que apenas empezaban a comprender, en una disposición que no era ciertamente de
aquiescencia. Tal actitud era probable que acarrease consecuencias. Si bien no
las forzaba físicamente Trujillo no vacilaba en obligarlas mediante presiones
igualmente difíciles de resistir.
“Así, una de estas féminas resistentes se exponía a leer
al poco tiempo en el Foro Público una
carta escrita por Trujillo y firmada por un seudónimo en la que su honor y su
reputación eran puestos en entredicho. O talvez descubriese que había perdido
su empleo; o que la ocupación de alguien en su familia, su padre quizá, o su
hermano, se tornaba inequívocamente peligrosa. En casos extremos, podía
sobrevenirle daño al hombre vinculado con la obstinada mujer.
“Bajo tales amenazas eran muy pocas las titubeantes
hembras que se mantenían en su negativa por mucho tiempo. Casos hubo, en manera
alguna desconocidos, en que la resistencia política o social de un hombre o de
una familia vino a ser atacada por medio de la agresión contra una joven que
había tenido la desgracia de haber caído bajo la mirada de algún rufián de
palacio.” (Hasta aquí la cita de Ferreras.)
Además de este suministro permanente de muchachas desde
el palacio, era ampliamente consabido que Trujillo también obtenía los
servicios sexuales de jovencitas (preferiblemente vírgenes puesto que no le gustaba usar prostitutas) y mujeres casadas cada vez que viajaba a otra
ciudad o a algún pueblo. En efecto, la población estaba mucho más informada de
los incontables casos fuera de palacio que de los servicios obtenidos por el sistema de celestinaje del palacio. En relación a esos reclutamientos en otras ciudades y pueblos, por ser repentino, sin ningún protocolo, se trataba a menudo de situaciones
tristes y dramáticas para la joven y su familia puesto que rehusarse a
prestarle tal servicio conllevaba la amenaza de perder el trabajo, la propiedad
o la vida misma, tal como lo señala varias veces Ferreras en su libro.
Los políticos y militares locales, tales como la gobernadora
Isabel Mayer, se encargaban de identificar de antemano a las jóvenes atractivas
que le prestarían sus servicios sexuales en la zona para cuando Trujillo llegara. También era muy común que
en alguna fiesta o evento Trujillo por casualidad se fijara en una joven o en la atractiva
mujer de algún desdichado marido y mandaba a sus subalternos a que se la buscaran para esa noche.
Para que los lectores tengan una idea palpable de este
nutrido suministro que también ocurría fuera del palacio, les
presentamos una lista de las mujeres (la gran mayoría, jóvenes vírgenes)
que menciona Ferreras en su libro. Algunas no pasaron de ser objeto de placer
de una o dos noches, pero otras pasaron a ser amantes por algunos meses o años,
es decir, hasta que Trujillo perdía interés. También incluimos a aquellas
jóvenes que fueron presionadas por el propio Trujillo o sus celestinos pero que
no se convirtieron en sus amantes porque valientemente ellas le rogaron o se rehusaron o sus familias se lo
impidieron arriesgando sufrir nefastas consecuencias.
Decidimos incluir esta lista, incluyendo el número de la página sin ningún fin morboso ni sensacionaista sino para eliminar toda duda y que no piensen que estamos exagerando puesto que resulta que cuando no incluimos información concreta, entonces lanzan la acusación
de que no presentamos pruebas debido a que son simples especulaciones o
inventos. Sin embargo, decidimos no escribir los apellidos completos de
las
mujeres para no afectar a los descendientes de estas víctimas sexuales.
Si los
lectores tienen interés en identificar a algunas, puede referirse al
libro de
Ferreras (Trujillo y sus mujeres). Sólo revelamos el nombre completo de
aquellas amantes permanentes que eran conocidas por todos y que son mencionadas
constantemente en publicaciones como las principales amantes de Trujillo.
1- Bienvenida M. (Santa Cruz del Seibo), pág. 51
2- Josefina L. –, pág. 44-45, amante (hermana mayor de Aminta L.)
3- Fufa S. -San Cristobal, pág. 46
4- Elida R. –San Juan de la Maguana, pág. 61
5- Elsa B. -
Santiago, pág. 62
6- Emilia D. C. – Sabana Iglesia, pág. 62
7- Altagracia (Tatica) V. – Santiago, pág. 62
8- Lina Lovatón Pittaluga – Ciudad Trujillo, pág. 83
9- P. Rojas de E. – Moca, pág. 90 (En esta
omitimos el nombre de pila por ser único lo que permitiría identificar a esta
amante casada y sólo incluimos su apellido por ser un nombre común.
10- Olga Rojas – Moca, pág. 90
11- Rosa Elba C. F. – San Francisco de Macorís,
pág. 90-91. Trujillo la mandó a buscar para que pasara la noche con él, pero la
madre se opuso y alegó que Elba esta muy enferma con fiebre, arriesgando las
repercuciones.
12- Una hija del señor M. G. –Villa Ysabel, pág.
91-92. prefirió envenenarse antes que entregarse a Trujillo. Poco después de su
muerte su padre se fue al exilio.
13- Josefina J. y su hermana –San Cristobal, pág. 93.
Trujillo quería instalarlas como amantes suyas, pero su padre se opuso cayendo
en desgracia.
14- La hija de una figura política de Montecristi, pág. 94
(no mencionaremos el nombre de este personaje porque era muy conocido y así protegeremos a la hija),
15- Niela P. –Santiago, pág. 105
16- Chuvita P. –San Cristobal, pág. 109
17- Viola S. –San Cristobal, pág. 109
18- Iliana S. (hermanita de Viola) –San Cristobal, pág. 109
19- Ramonita C. – San Cristobal, pág. 110
20- Diana P.- Amante regular –San Cristobal, pág. 110-111
21- Miriam J. –Santiago, pág. 113 (su hermano se suicidó
al enterarse del concubinato de su hermana con Trujillo)
22- La esposa de un alto funcionario en la capital, de nombre
conocido pero que el autor no menciona, era amante de Trujillo en su mismo
lecho matrimonial cada vez que Trujillo iba a visitar esa casa, pág. 115.
23- También fue su amante la esposa de un ingeniero que llegó
a ser síndico de la capital, de familia de renombre, pero cuyo nombre el autor
omite, pág. 114.
24 y 25- Págs 118-121, Relata la historia de dos jovencitas que fueron amantes de Trujillo, pero no
menciona sus nombres
26- Ismaela E. – Arroyo Blanco (Santiago Rodriguez),
pág. 120-121.
27- Juana C. de Y. –Salcedo, pág. 121-122, mujer casada
con un empresario árabe que “dormía” con Trujillo en su propio lecho hogareño cuando
éste visitaba Salcedo. Después, cuando Trujillo se cansó de ella, pasó a
visitarla por las noches su hermano mayor, Virgilio Trujillo Molina.
28- Pág. 123-124 – Jovencita que, durante una fiesta en la
Casa Caoba, Trujillo llevó a su alcoba para acostarse con ella. Después de que
Trujillo se había desnudado, al darse cuenta la jovencita de las intenciones,
ella le rogó que no la desflorara porque estaba por casarse con su novio.
Trujillo se vistió de nuevo y la condujo de nuevo a la fiesta. El autor no
revela su nombre.
29- Pág. 124-127, Montecristi. Sin revelar el nombre, el autor
relata el caso de una joven que, estando en una fiesta de Isabel Mayer con su
novio, rehusó la invitación del mensajero de Trujillo a que fuera a sentarse en
su mesa. Se llevaron preso al novio y ella fue obligada a ir a la alcoba de
Trujillo pero no hubo relación sexual porque ella se rehusó o le rogó y
aparentemente Trujillo no la obligó. Ella por fin pudo casarse con su novio de
apellido Muñiz, pero el matrimonio fracasó porque nunca se consumó puesto que
el novio estaba convencido de que Trujillo la había desflorado.
30- Mony Sanchez – San Cristobal, pág. 131, una de las más
conocidas amantes de Trujillo.
Les recordamos a los lectores que la lista anterior consiste unicamente de solo una parte de las amantes conseguidas fuera del robusto servicio de celestinaje del palacio. Como los investigadores de la dictadura saben bien (con nombres y apellidos), esa lista sustraída de este libro no agota en absoluto todas las "conquistas" sexuales de Trujillo en los pueblos y demás ciudades. Se manejan muchos otros nombres que por alguna razón el autor no incluyo en este libro y que normalmente no son discutidos abiertamente en eventos públicos o en artículos por tratarse de un tema delicado, lo que crea la falsa impresión entre el público de que la explotación sexual no fue tan exorbitante durante los 31 años de la dictadura y antes.
Debemos reconocerle a Trujillo el que, por lo menos en este libro y varias otras obras, no se registra algún caso de sexo forzado, es decir, violación sexual por asalto físico, aunque la situación de encontrarse sola y aislada en la presencia de este poderoso explotador sexual y principalmente con las presiones o chantaje a otro nivel era suficientemente poderosa para obligar a cualquier inocente joven a entregarle su cuerpo al tirano sin atreverse a resistir. En esto, sobra mencionar la amenaza real de que su padre o hermanos se exponían a la desaparición, persecución, encarcelamiento y hasta tortura (como efectivamente ocurrió en algunos casos), la pérdida del trabajo, el ostracismo, o la pérdida de la propiedad. También es muy posible que la engorrosa y muy pública experiencia legal a que fue sometido Trujillo en el juicio en su contra en 1920 (ver sección CRÍMENES) cuando unos 10-14 testigos lo acusaron de violación sexual múltiple de la joven Isabel Guzmán en un solo día y que casi dio al traste con su preciada carrera militar (pudiendo haber terminado entre rejas por varios años, lo que no pasó gracias a la corte canguro compuesta por algunos de sus protectores), lo dejó psicológicamente curado para siempre de este tipo de abuso sexual violento. Tampoco descartamos que Trujillo desarrollara con los años algún ligero atisbo de pudor moral.
Por su parte, los hijos y los hermanos de Trujillo (especialmente Petán, Virgilio y Hector, este último tenia predilección por las mujeres ajenas) también estaban todos dotamos del mismo insaciable apetito sexual sin conciencia moral ni la menor preocupación por el daño ocasionado a las jóvenes vírgenes, las esposas y sus familias. Pero, como la explotación sexual no es el principal tema de este portal, no le dedicaremos más espacio al largo y bochornoso historial sexual del resto de esa familia.
Debemos reconocerle a Trujillo el que, por lo menos en este libro y varias otras obras, no se registra algún caso de sexo forzado, es decir, violación sexual por asalto físico, aunque la situación de encontrarse sola y aislada en la presencia de este poderoso explotador sexual y principalmente con las presiones o chantaje a otro nivel era suficientemente poderosa para obligar a cualquier inocente joven a entregarle su cuerpo al tirano sin atreverse a resistir. En esto, sobra mencionar la amenaza real de que su padre o hermanos se exponían a la desaparición, persecución, encarcelamiento y hasta tortura (como efectivamente ocurrió en algunos casos), la pérdida del trabajo, el ostracismo, o la pérdida de la propiedad. También es muy posible que la engorrosa y muy pública experiencia legal a que fue sometido Trujillo en el juicio en su contra en 1920 (ver sección CRÍMENES) cuando unos 10-14 testigos lo acusaron de violación sexual múltiple de la joven Isabel Guzmán en un solo día y que casi dio al traste con su preciada carrera militar (pudiendo haber terminado entre rejas por varios años, lo que no pasó gracias a la corte canguro compuesta por algunos de sus protectores), lo dejó psicológicamente curado para siempre de este tipo de abuso sexual violento. Tampoco descartamos que Trujillo desarrollara con los años algún ligero atisbo de pudor moral.
Por su parte, los hijos y los hermanos de Trujillo (especialmente Petán, Virgilio y Hector, este último tenia predilección por las mujeres ajenas) también estaban todos dotamos del mismo insaciable apetito sexual sin conciencia moral ni la menor preocupación por el daño ocasionado a las jóvenes vírgenes, las esposas y sus familias. Pero, como la explotación sexual no es el principal tema de este portal, no le dedicaremos más espacio al largo y bochornoso historial sexual del resto de esa familia.
COMPARTIR