Extractos del libro “1J4, de la apariencia a la esencia” por el Dr. Ramón Blanco Fernandez.
Transcripción de la lectura por Ramón Nuñez en YouTube, idelmoro (13 de enero, 2008):http://www.youtube.com/watch?v=ISkJvaq5CLI
“En La 40 fueron puestos en práctica varios tipos de tortura, tales como los azotes con un látigo preparado con el pene disecado de un toro al que se incrustaban alambres en la punta con el propósito de que produjeran heridas al ser propinados los latigazos a las víctimas.
Se utlizaba la famosa picana, instrumento que consiste en una especie de linterna de aproximadamente un pie o más que lleva en uno de sus extremos un dispositivo con corriente eléctrica suficiente para generar varios voltios y hasta producir quemaduras a una persona o a un animal.
También se les daban bofetadas con ambas manos sobre las orejas para provocar sordera a la víctima, suprimirle la estabilidad y lanzarlo al suelo.
Otro método singular de tortura aplicado en La 40 fue la inmersión de la cabeza de la víctima en una pileta llena de agua o cualquier otro recipiente análogo, dejándolo el tiempo suficiente para interrogarla luego de haberse recuperado de la semiasfixia.
El Dr. Blanco Fernandez también precisa que una de las torturas más salvajes aplicadas en aquella época fue la de llevar a la víctima al polígono que forma la torre existente en aquel recinto carcelario y, después de azotarlo con el látigo, echarle dos perros amaestrados en esos menesteres a que la mordieran por todas partes, especialmente en sus órganos genitales.
A menudo los torturadores visitaban las celdas en horas de la noche, abrían los candados, tiraban las puertas de hierro, llamaban a alguien en tono imperativo, amenazando con fusilamiento y enfin realizaban todo tipo de excesos violentos que pudieran mantener en vela a los que allí se encontraban encerrados.
Otro método era el de abrir las puertas, armas en manos amenazando a los detenidos con quitarles la vida para resarcir sus diversiones a la……turista.
Además de las torturas que consistían en la extracción de dientes y uñas de las manos con instrumentos mecánicos no aptos para ser usados en seres humanos, como sucedía con el famoso alicate, algunas veces hasta oxidado. Este tipo de cirugía a sangre fría producía en la persona torturada un dolor desesperante.
Algo digno de mencionar, agrega Blanco Fernandez en su libro, es el hecho de que mientras aplicaban aquellos métodos inhumanos y degradanes, se daban a la tarea de burlarse de sus víctimas y convertir esos hechos ignominiosos en una diversión de mal gusto acusando a los torturados de poca hombría, de cobardes y de incapaces de luchar contra Trujillo.
Blanco Ferdandez recuerda las torturas de las que fue víctima el Dr. Miguel Márques Fernández, Miguelito, a quien después de azotarlo con el látigo, le sacaron las uñas de varios dedos de las manos en forma despiada para que confesara quienes eran las personas implicadas.
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