Recientemente se publicó un libro basado en una investigación y entrevistas sobre la muerte de esta pareja (Pilar Báez en enero, 1960 y su esposo Jean Awad en noviembre, 1960) titulado La verdad de la sangre, escrito por la investigadora forense española Eva Álvarez y la hija de la pareja Pilar Awad Báez. A los lectores que tengan interés en investigar estas dos muertes a fondo (una por una eclampsia durante el parto y la otra por accidente automovilístico), los instamos a adquirir este libro así como el libro que apoya la versión de Angelita Trujillo, Pilar y Jean, Investigación de dos muertes en la Era de Trujillo, escrito por una amiga y simpatizante de Angelita, Naya Despradel, quien le atribuye estas dos muertes a hechos circunstanciales.
No hemos leÍdo ninguno de los dos libros, por lo que los siguientes comentarios se basan en artÍculos, entrevistas y resúmenes de dichos libros los cuales destacan las pruebas y argumentos más importantes expuestos en los mismos.
En su momento, en círculos de la oligarquía y la burguesía trujillista se decía que Angelita estaba muy enamorada de Jean Awad (una de sus debilidades conocidas por todos era la poderosa atracción que sentÍa por los oficiales militares buenmozos, especialmente los de la aviación) y que una enfermera había inducido una hemorragia durante el parto que mató a la joven esposa de Awad. Se decÍa que la enfermera salió rapidamente del paÍs y se dice que hoy vive en Nueva York. Se manejaba el nombre de la enfermera pero hoy, probablemente borrado por el tiempo, hoy solo sobrevive su apodo, Fifi. Diez meses después, el propio Awad murió en un accidente automovilístico, simulado según algunas versiones, por los celos del esposo de Angelita, León Estévez, uno de los peores y más frecuentes torturadores y asesinos de los centros de tortura (ver sección TORTURAS). Este sentía su posición en el régimen muy amenazada si se diera el caso de que Angelita procurara el divorcio para casarse con el galán uniformado que, según algunas versiones, le robaba el sueño.
En su momento, en círculos de la oligarquía y la burguesía trujillista se decía que Angelita estaba muy enamorada de Jean Awad (una de sus debilidades conocidas por todos era la poderosa atracción que sentÍa por los oficiales militares buenmozos, especialmente los de la aviación) y que una enfermera había inducido una hemorragia durante el parto que mató a la joven esposa de Awad. Se decÍa que la enfermera salió rapidamente del paÍs y se dice que hoy vive en Nueva York. Se manejaba el nombre de la enfermera pero hoy, probablemente borrado por el tiempo, hoy solo sobrevive su apodo, Fifi. Diez meses después, el propio Awad murió en un accidente automovilístico, simulado según algunas versiones, por los celos del esposo de Angelita, León Estévez, uno de los peores y más frecuentes torturadores y asesinos de los centros de tortura (ver sección TORTURAS). Este sentía su posición en el régimen muy amenazada si se diera el caso de que Angelita procurara el divorcio para casarse con el galán uniformado que, según algunas versiones, le robaba el sueño.
Además, algunos dicen que Awad también mantenía amistad con varios de los altos oficiales que habían sido identificados
como desafectos al régimen y que estaba al tanto de los planes del
grupo de la Maza de eliminar a Trujillo. Hay que recordar que Pilar Díaz
de Awad era hija y sobrina de varios de los héroes conjurados para
matar a Trujillo. Para cuando Pilar muere en la clínica, las tensiones entre los hermanos Díaz y Trujillo eran conocidas en los círculos de poder.
Se
dice que ya durante cierto tiempo Awad había estado bajo gran presión y
asedio de parte del régimen por diferentes razones. Su hija señala
que el mismo Jean Awad manifestaba ante su familia su convencimiento de
que sus días estaban contados. Repentinamente, lo pusieron bajo el
mando de León Estévez quien empezó a encomendarle misiones extrañas. En la última misión, León Estévez lo manda a recoger a un pelotero, tarea inusual para un teniente de la Fuerza Aérea, quien al oír cual era la misión, éste primero pensó que se trataba de una broma. En el viaje de regreso sufren el accidente que le quita la vida. Es interesante lo que observa la escritora española Eva Álvarez en el artículo Amor adúltero:
“Este
accidente fue a horas en las que aún hoy, salvo en la prensa digital,
es imposible darse tanta rapidez para publicar -al menos con detalles-
lo acontecido en los diarios. Sin embargo, al día siguiente bien
temprano salió un artículo en prensa escrita que concretaba cada lesión
de los otros accidentados. Hasta la última vértebra aparece descrita al milímetro. ¿No es una rapidez extrema para esos tiempos? Del fallecido, sólo dijeron que estaba muerto. ¿Cuántos
días llevaría ya escrito ese artículo? Sólo faltaría que, en pleno
1960, fuesen más rápidos que ahora a la hora de diagnosticar
desperfectos en el propio cuerpo y extender certificados a los medios de
comunicación".
Llama mucho la atención que Sención Silverio, militar que fue uno de los pasajeros y quien niega que fuese un accidente simulado, en declaraciones recientes menciona las heridas sufridas por todos los pasajeros, pero misteriosamente tampoco se ocupa de mencionar en absoluto los daños sufridos por Jean Awad. Jean era el que iba manejando por lo que las heridas del impacto del choque frontal debieron de ser calamitosas (no se usaban cinturones de seguridad ni bolsas de aire). Las citas del militar Sención Silverio en esta entrada las obtuvimos de un largo extracto de las declaraciones de Sención Silverio que Angelita Trujillo hace en su artículo Martirologio (ver El nacional, 10 de abril 2010). Sención Silverio describe:
“En el accidente, el doctor Botello, que iba en el asiento delantero derecho, sufrió fracturas de costillas y clavículas y diversos golpes en el cuerpo. Nosotros que íbamos en el asiento trasero, en el lado derecho, sufrimos fractura del hueso de la nariz y del brazo izquierdo, así como múltiples golpes en el cuerpo. Valenzuela que iba a mi lado, fue la única persona ilesa”.
¿Por qué esta omisión selectiva precisamente en relación a la víctima más afectada y sobre la cual tantas personas tienen preguntas sin respuestas?
El pelotero desapareció y nunca lo buscaron para obtener su versión o para curarle las lesiones que habría tenido.
Vale observar que Sención Silverio se contradice a sí mismo y con lo que otros han declarado. En varias declaraciones hechas en otras ocasiones, Sención Silverio asegura que Jean Awad murió de inmediato, en el sitio del accidente, pero en estas declaraciones (citado por Angelita en su artículo Martirologio) parece no saber nada en el hospital de la muerte del joven militar: “le pregunté qué había pasado con Jean que no lo veía y me dijo que había muerto y que estaba en la morgue del hospital". No olvidemos que Sención Silverio y los otros accidentados estuvieron mucho tiempo en el sitio del accidente esperando ayuda, más que tiempo suficiente para cerciorarse de que Awad estaba muerto, si es que en realidad iba con ellos, según la versión oficial. La práctica de no mover a la víctima de un accidente o de una caída calamitosa para no empeorar las heridas internas (son las que matan) no se empezó a difundir en Estados Unidos sino hasta finales de los años sesentas (si acaso tan temprano) o principios de los setentas. Los que somos mayores de edad sabemos que, anteriormente, lo que se acostumbraba era sacar a la víctima del carro y colocarla en una posición más comoda, estirada, y soltarle la ropa (cinturón, etc.) para ayudar a la circulación y respiración, práctica que desde hace décadas los expertos no aconsejan o prohiben hasta que lleguen los expertos en primeros auxilios. Por tanto, lo que hubieran hecho Sención y demás en 1960, habría sido tratar de ayudar a Jean Awad o tratar de sacarlo del carro para darle asistencia. En pocas palabras, no hubieran dejado a la principal víctima desatendida durante ese largo tiempo de espera, por lo que resulta imposible creer que no se hubieran percatado de que Jean Awad estaba muerto.
No hemos leído el libro, pero con base en la declaración del Dr. Herrera y las de Sención Silverio, llama muchísimo la atención que a los heridos los dejaron en la clínica recuperándose 3 ó 4 días, pero varias horas después de arribar al hospital, se llevan el cadáver de Jean Awad sin que se le practicara una autopsia. Aunque en RD no era legalmente obligatorio en esos años practicar autopsias, sí era de rigor. El médico simplemente examinó la superficie del cuerpo y no encontró nada. Tampoco hay documentación que indique que al cuerpo de Awad se le hiciera una autopsia en algún otro centro médico para determinar cual fue la misteriosa causa de su muerte.
Más curioso aún es que el que se apareció para llevarse el cuerpo fue nada menos que el coronel Alfonso León Estévez, asesino y torturador del régimen y hermano de Luis León Estévez, el principal sospechoso. Pura coincidencia.
Indicios señalan que el teniente fue muerto en Guanito dado que la tierra roja de esta zona cubría parte de su ropa y no en el lugar del accidente. No debe sorprendernos que esta vez (rompiendo con la tradición) el accidente no fuera por caída por un precipicio dado que esa carretera de San Juan de la Maguana (la única en esa dirección en esa época) pasa sólo por zonas planas, sin precipicios. También es muy posible que el accidente haya sido real y que sencillamente lo aprovecharon y lo usaron para decir que Jean Awad iba en el carro y así encubrir facilmente el asesinato.
Resulta extraño también que el pelotero que fueron a buscar, el único civil (no asociado a la estructura militar), quien por lo tanto sería un testigo imparcial, no fue interpelado para que rindiera declaraciones. Convenientemente, sólo se contaba con las declaraciones de dos testigos militares de la base aérea de San Isidro, el principal centro de poder militar de la familia Trujillo. Esto también es algo muy extraño, como señalan los periodistas, puesto que normalmente no se le encomendaba este tipo de mandado de poca importancia a militares de la principal base aérea militar del país.
Agrega Pilar Awad Baez, co-autora del libro La verdad de la sangre y participante en las investigaciones forenses realizadas para documentar el libro:
“Para comenzar, esa reseña periodística no fue
firmada por un corresponsal del pueblo o la localidad, como se acostumbraba en
la época, sino que fue escrita extrañamente por la entonces Aviación Militar
Dominicana, dirigida por León Estévez. Se puede notar, además, que fue
redactada antes de que ocurriera el tal ‘accidente’, con una ‘exactitud’
militar, detallada posibles fracturas de la 7ma y 8va costillas de los heridos
y otras posibles fracturas...y del militar muerto se limitaron a mencionar que
murió de golpes recibidos. Se ofrecen detalladamente los ‘traumatismos’ de
todos, menos del fallecido”.Llama mucho la atención que Sención Silverio, militar que fue uno de los pasajeros y quien niega que fuese un accidente simulado, en declaraciones recientes menciona las heridas sufridas por todos los pasajeros, pero misteriosamente tampoco se ocupa de mencionar en absoluto los daños sufridos por Jean Awad. Jean era el que iba manejando por lo que las heridas del impacto del choque frontal debieron de ser calamitosas (no se usaban cinturones de seguridad ni bolsas de aire). Las citas del militar Sención Silverio en esta entrada las obtuvimos de un largo extracto de las declaraciones de Sención Silverio que Angelita Trujillo hace en su artículo Martirologio (ver El nacional, 10 de abril 2010). Sención Silverio describe:
“En el accidente, el doctor Botello, que iba en el asiento delantero derecho, sufrió fracturas de costillas y clavículas y diversos golpes en el cuerpo. Nosotros que íbamos en el asiento trasero, en el lado derecho, sufrimos fractura del hueso de la nariz y del brazo izquierdo, así como múltiples golpes en el cuerpo. Valenzuela que iba a mi lado, fue la única persona ilesa”.
¿Por qué esta omisión selectiva precisamente en relación a la víctima más afectada y sobre la cual tantas personas tienen preguntas sin respuestas?
El pelotero desapareció y nunca lo buscaron para obtener su versión o para curarle las lesiones que habría tenido.
Otra pregunta muy interesante es ¿qué
pasó con Jean Awad después del accidente?
Un artículo reciente del Listín Diario menciona las declaraciones recientes del chofer del camión contra el cual se estrelló el carro. El artículo dice:
"Luego de más de 50 años, Montero Ramírez fue
localizado por Pilar en El Cercado, San Juan de la Maguana, y su testimonio
consta en el libro:
Luego de detener el camión, vio un vehículo
que se dirigía directamente hacia el camión sin hacer zigzag [sin tratar de esquivarlo], entrellándose
contra éste, y que luego vio salir del carro a tres hombres, dos militares y un
civil, pero que entre ellos no estaba Awad. Ninguno de ellos lo detuvo cuando
él se marchó en una camioneta que se desplazaba por allí, para hacer el reporte
policial. Estuvo 19 días detenido, por si se atrevía a hablar en contra de la
versión del régimen. La enfermera Bella Hermida Santil, quien
recibió el cadáver de Awad en el hospital de Santomé a las 8:00 de la noche,
indicó que el rigor mortis estaría casi completo a la hora en que abandonaron
el hospital Santomé para dirigirse al Marión de la capital. 'Si el supuesto
accidente ocurrió a las 6:45 PM según la versión oficial, el cuerpo de Jean
Awad no podía estar en proceso de rigidez', se sostiene en el libro y refuta la
versión de accidente de ocupantes de carro".
Por su parte, el militar Sención Silverio continúa su versión: “Fuimos
trasladados al hospital de San Juan de la Maguana donde nos atendieron; al
día siguiente llegó una comisión integrada por el coronel Alfonso León Estévez
y el Ortopédico Simón Hoffiz quienes recomendaron que era conveniente que
permaneciéramos unos días allí antes de trasladarnos a la capital. Nos dejaron
internos tres o cuatro días y nos
trasladaron al hospital Marión, de la capital. Recuerdo que el doctor Felipe
Herrera nos atendió en el hospital de San Juan de la Maguana. Cuando estaba en
el hospital le pregunté qué había pasado con Jean que no lo veía y me dijo
que había muerto y que estaba en la morgue del hospital".Vale observar que Sención Silverio se contradice a sí mismo y con lo que otros han declarado. En varias declaraciones hechas en otras ocasiones, Sención Silverio asegura que Jean Awad murió de inmediato, en el sitio del accidente, pero en estas declaraciones (citado por Angelita en su artículo Martirologio) parece no saber nada en el hospital de la muerte del joven militar: “le pregunté qué había pasado con Jean que no lo veía y me dijo que había muerto y que estaba en la morgue del hospital". No olvidemos que Sención Silverio y los otros accidentados estuvieron mucho tiempo en el sitio del accidente esperando ayuda, más que tiempo suficiente para cerciorarse de que Awad estaba muerto, si es que en realidad iba con ellos, según la versión oficial. La práctica de no mover a la víctima de un accidente o de una caída calamitosa para no empeorar las heridas internas (son las que matan) no se empezó a difundir en Estados Unidos sino hasta finales de los años sesentas (si acaso tan temprano) o principios de los setentas. Los que somos mayores de edad sabemos que, anteriormente, lo que se acostumbraba era sacar a la víctima del carro y colocarla en una posición más comoda, estirada, y soltarle la ropa (cinturón, etc.) para ayudar a la circulación y respiración, práctica que desde hace décadas los expertos no aconsejan o prohiben hasta que lleguen los expertos en primeros auxilios. Por tanto, lo que hubieran hecho Sención y demás en 1960, habría sido tratar de ayudar a Jean Awad o tratar de sacarlo del carro para darle asistencia. En pocas palabras, no hubieran dejado a la principal víctima desatendida durante ese largo tiempo de espera, por lo que resulta imposible creer que no se hubieran percatado de que Jean Awad estaba muerto.
Igual de reveladoras son las declaraciones del Dr. Felipe Herrera, médico
ortopeda que recibió el cadáver de Jean Awad: “Examiné el cadáver no vi ninguna
herida de bala. Ni herida ni nada, ni fractura expuesta o abierta. No podía
haber tenido golpes tan masivos para que un médico especializado no se
acordara. Nada visible. No había ley de autopsia. El proceso de rigidez es
variable pero pienso que tenía ya más de 3 horas de fallecido cuando lo vi.
Eran como las 10 u 11 de la noche. No sentí ningún helicóptero allá, no sé cómo
se lo llevaron, creo que fue en ambulancia”. La enferma que tuvo contacto con el cadáver de Jean Awad también ha declarado que no vio, en absoluto, ninguna marca de herida o golpe.
Una contusión o varias tan fuertes que le causaran la muerte instantánea al conductor del carro Jean Awad, como alega Sención, tendría que dejar alguna marca en la superficie del cuerpo (cortadura, hinchazón o moretón), especialmente en el conductor puesto que su cuerpo se estrellaría contra el timón y posiblemente contra el parabrisas. Sin embargo, varias horas después del golpe mortal, el cuerpo de Awad no presentaba ninguna señal de contusión ni rasgadura. Esto indica que la víctima murió de alguna otra causa, tal como se sospechaba, probablemente por asfixia, por una inyección letal o por algún veneno.
Por cierto, al
señalar que “no sentí ningún helicóptero allá, no sé cómo se lo llevaron, creo
que fue en ambulancia”, lo que el Dr. Felipe Herrera nos está diciendo es que
él no sabe cómo apareció el cuerpo de Awad en la clínica, si lo llevaron junto
a los heridos, ni tampoco sabe si provino en realidad desde el lugar del
accidente. Resulta extraño que Sención Silverio y los demás accidentados
tampoco se han ocupado de declarar lo que saben de cuándo, cómo ni quiénes se
llevaron el cuerpo de Awad desde el sitio del accidente.
La conclusión de todas estas incongruencias y vacíos ha sido que Jean Awad no murió en el accidente sino antes o después.
Una contusión o varias tan fuertes que le causaran la muerte instantánea al conductor del carro Jean Awad, como alega Sención, tendría que dejar alguna marca en la superficie del cuerpo (cortadura, hinchazón o moretón), especialmente en el conductor puesto que su cuerpo se estrellaría contra el timón y posiblemente contra el parabrisas. Sin embargo, varias horas después del golpe mortal, el cuerpo de Awad no presentaba ninguna señal de contusión ni rasgadura. Esto indica que la víctima murió de alguna otra causa, tal como se sospechaba, probablemente por asfixia, por una inyección letal o por algún veneno.
En
contraste
diametral a la condición completamente íntegra del cuerpo, la pluma
que llevaba Awad en uno de los bolsillos presentaba abolladuras
multiples en diferentes regiones. Resulta imposible que un objeto tan
pequeño
quede tan deformado como quedó por el impacto de un solo choque frontal. No
olvidemos que el accidente consistió supuestamente de un solo choque con
un camión, el carro no se cayó por ningún despeñadero en que habría varias contuciones.
Talvez, cuando machacaron la pluma, el tipo de accidente que tenían en
mente era el de una caída por un precipicio y luego decidieron
aprovechar el accidente con el camión, pero solo especulamos. Además,
¿cómo se explica la incongruencia entre el cuerpo íntegro de Awad y la pluma
abollada en múltiples lugares por varios impactos? No olviden que
Jean Awad supuestamente llevaba esa pluma consigo en la ropa por lo que las
abolladuras de la misma tienen que haber sido creadas por una enorme presión
entre una parte dura del carro y la parte del cuerpo de Jean Awad donde él
llevaba la pluma. Sin embargo, ni el médico ni la enfermera, quienes examinaron el
cuerpo de Jean, encontraron ningún tipo de marca o herida en la superficie del cuerpo. Pilar Awad todavía conserva esa pluma de su padre. Un peritaje que se le hizo concluyó que esas abolladuras sólo pudieron haber sido hechas por golpes con una piedra.
La conclusión de todas estas incongruencias y vacíos ha sido que Jean Awad no murió en el accidente sino antes o después.
No hemos leído el libro, pero con base en la declaración del Dr. Herrera y las de Sención Silverio, llama muchísimo la atención que a los heridos los dejaron en la clínica recuperándose 3 ó 4 días, pero varias horas después de arribar al hospital, se llevan el cadáver de Jean Awad sin que se le practicara una autopsia. Aunque en RD no era legalmente obligatorio en esos años practicar autopsias, sí era de rigor. El médico simplemente examinó la superficie del cuerpo y no encontró nada. Tampoco hay documentación que indique que al cuerpo de Awad se le hiciera una autopsia en algún otro centro médico para determinar cual fue la misteriosa causa de su muerte.
Más curioso aún es que el que se apareció para llevarse el cuerpo fue nada menos que el coronel Alfonso León Estévez, asesino y torturador del régimen y hermano de Luis León Estévez, el principal sospechoso. Pura coincidencia.
Indicios señalan que el teniente fue muerto en Guanito dado que la tierra roja de esta zona cubría parte de su ropa y no en el lugar del accidente. No debe sorprendernos que esta vez (rompiendo con la tradición) el accidente no fuera por caída por un precipicio dado que esa carretera de San Juan de la Maguana (la única en esa dirección en esa época) pasa sólo por zonas planas, sin precipicios. También es muy posible que el accidente haya sido real y que sencillamente lo aprovecharon y lo usaron para decir que Jean Awad iba en el carro y así encubrir facilmente el asesinato.
Resulta extraño también que el pelotero que fueron a buscar, el único civil (no asociado a la estructura militar), quien por lo tanto sería un testigo imparcial, no fue interpelado para que rindiera declaraciones. Convenientemente, sólo se contaba con las declaraciones de dos testigos militares de la base aérea de San Isidro, el principal centro de poder militar de la familia Trujillo. Esto también es algo muy extraño, como señalan los periodistas, puesto que normalmente no se le encomendaba este tipo de mandado de poca importancia a militares de la principal base aérea militar del país.
Por otro lado, en su programa “Revista 110”, el prestigioso comentarista Julio Hazím reveló en 2010 tener la confidencia de un oficial del SIM de que él había dirigido el asesinato del teniente Awad Canaán por orden del coronel Luis José León Estévez. A pesar de la confiable reputación del señor Hazím, quien en su larga carrera nunca se ha dado a conocer como comentarista que difunde falsedades e infundios, no podemos considerar esta confesión como evidencia mientras no se sepa quién fue ese oficial, el que estamos seguros de que no confesará su participación en público y exponerse a ser procesado por asesinato. El periodista Juan José Ayuso asegura que, hasta la fecha (2013), dicho ex oficial todavía vive en Bonao.
En cuanto al caso de su joven esposa, Pilar Baez, hija y sobrina de los futuros mártires del 30 de mayo, podemos decir que en este caso hasta ahora no hay pruebas contundentes para pretender catalogarlo definitivamente como un asesinato. Los que sostienen que fue una muerte inducida por una inyección anticoagulante administrada por una enfermera conocida como Fifi (se dice que estaba relacionada a un calié del SIM), se basan casi totalmente en "motivos pasionales" y en los antecedentes criminales de la familia Trujillo para quienes eliminar a personas inconvenientes o que fueran un estorbo para sus planes o caprichos era ya una costumbre muy arraigada. Pero esos antecedentes no son suficientes para imputarles la muerte de Pilar Baez, aunque no dejan de haber importantes detalles que llaman la atención. Veamos:
Tal
como lo han señalado algunos investigadores del caso Pilar Baez,
precisamente cuando tratan de convencer de que no hubo mano criminal en
la muerte de esta joven esposa durante el parto, es cuando Angelita
Trujillo y su hijo Ramfis Domínguez se contradicen garrafalmente, justo
en el punto más álgido de la polémica.
En el capítulo dedicado al caso de Pilar Baez en su libro Trujillo, mi padre en mis memorias (libro que Angelita Trujillo dice que duró años en escribir porque quería ponderar todo lo que escribía con mucho cuidado ya que deseaba que fuese un documento fehaciente de gran valor histórico), la hija del dictador nos cuenta:
En el capítulo dedicado al caso de Pilar Baez en su libro Trujillo, mi padre en mis memorias (libro que Angelita Trujillo dice que duró años en escribir porque quería ponderar todo lo que escribía con mucho cuidado ya que deseaba que fuese un documento fehaciente de gran valor histórico), la hija del dictador nos cuenta:
“Algunos
meses después me llamó Marinita Boyrie, para darme la noticia de que
Pilar había venido de la frontera para dar a luz, y que no había
sobrevivido al parto, pero que la niña se había salvado. Esta noticia
nos consternó a todos, de tal manera, que la recuerdo como una de las
pocas veces en que vi a mi padre con lágrimas en los ojos,
su padre y el mío habían sido como hermanos. A mí, particularmente, me
impresionó muchísimo, pues yo le guardaba mucho cariño y porque yo
llevaba en mi vientre una criaturita en gestación que al nacer nombré
María de los Ángeles.
Mis
padres, mi ex esposo y muchos miembros de nuestra familia asistieron al
funeral, el 7 de febrero de 1960. Pero pidieron que en vista del
avanzado estado de mi embarazo, no debiera exponerme a esas emociones
tan fuertes. De manera que permanecí en casa. Cuando regresaron, mi papá
le dijo a mi mamá que esperaba que yo no tuviera más hijos porque: Cuando ella entra a una sala de parto yo me muero".
Sin
embargo, su hijo Ramfis Domínguez Trujillo salió con una versión
totalmente contradictoria. Después de comentar sobre la relación entre
Pilar Baez y Angelita, en la extensa entrevista con el Ing. Raifi Genao,
Ramfis Domínguez asevera en forma clara y enfática:
“La muerte de Pilar consternó a mi madre enormemente, e
incluso, mi mama hiso [sic] todo lo posible por conseguir unas pastillas
coagulantes mediante el envío urgente de un avión expreso a Puerto Rico
(ya que Pilar murió de una hemorragia incontrolada, cuadro que se
presentó durante el parto), todo en interés de que pudieran salvarle la
vida. Las pastillas llegaron desde Puerto Rico, pero desafortunadamente
ya era muy tarde. También debemos tomar en cuenta que el hospital
donde murió pertenecía a un familiar de los Báez, por lo que es
imposible alegar la complicidad de esa clínica ni de su equipo en
cuestión”.
Según esta versión, Angelita ya sabía de la situación crítica que estaba atravesando Pilar Baez antes de morir y hasta hizo esfuerzos por salvarle la vida mientras que en la versión de Angelita en su libro ella dice que supo del deceso después de que Pilar había fallecido, ni siquiera sabía que Pilar había ido a la capital a dar a luz.
Según esta versión, Angelita ya sabía de la situación crítica que estaba atravesando Pilar Baez antes de morir y hasta hizo esfuerzos por salvarle la vida mientras que en la versión de Angelita en su libro ella dice que supo del deceso después de que Pilar había fallecido, ni siquiera sabía que Pilar había ido a la capital a dar a luz.
Cuando menos, uno de los dos está mintiendo descaradamente. Que juzgue el lector.
Hay, además, una segunda contradicción muy reveladora en las declaraciones que hace Angelita en su libro. En una entrevista en el programa Metrópolis, la hija de esta pareja, Pilar Awad Baez, señala esta importante inconsistencia:
“Ella dijo que no fue al entierro de mi mamá porque estaba embarazada, en 'avanzado estado de gestación' de su hija María de lo Ángeles. Sin embargo, nosotros investigamos que María de los Ángeles nació en el 1961, no en el 1960 cuando yo nací. Entonces no pudo haber sido un embarazo tan largo ni pudo haber estado embarazada del otro porque el otro hijo de ella nació en septiembre del 59. Y así hay una cantidad de pruebas, de vicios…”
Recuerden que Pilar Baez murió en febrero de 1960 y como la hija de Angelita nació en 1961, es imposible que ella estuviera en estado avanzado de gestación durante el segundo mes de 1960. Entonces, ¿por qué evitó Angelita asistir al funeral de su 'amiga'?
Talvez por todas esas inconsistencias inexplicables es que los Trujillos no han vuelto a mencionar los casos Awad Canaan y Pilar Baez.
(Pueden ir a YouTube y ver esta interesante entrevista. La cita se encuentra en el minuto 18, segundo 47: https://www.youtube.com/watch?v=oQDTt3nrDoE)
Consideramos que la relación familiar entre el dueño de la clínica y la familia Baez no era tan estrecha (como lo sugieren las palabras del nieto) como para impedir una injerencia criminal solapada de una misteriosa enfermera. El Dr. Abreu era apenas cuñado del esposo de una tía de Pilar Baez. Si alguien en la clínica fue presionado para que colaborara, lo común era que el temor a las fatales represalias (especialmente en un caso tan cercano a la Primera Familia) a menudo superaba la ética profesional o la lealtad al superior.
También es curioso que a las dos semanas de la muerte de Pilar Baez y después de ser castigado por dos años en un lugar inhóspito en la frontera, de repente Jean Awad es retornado a la capital, recibe un ascenso por parte del mismo Presidente Héctor Trujillo y es asignado oficialmente al cuerpo militar del Palacio Nacional, lo que lo colocaba en una posición de fácil acceso para Angelita.
Los lectores pueden buscar el capítulo que discute el caso Pilar Baez en el libro de Angelita Trujillo, mi padre en mis memorias y pueden leer la entrevista de su hijo Ramfis con Raifi Genao en:
http://lavendatransparente.wordpress.com/2010/10/20/la-entrevista-de-raifi-genao-a-luis-ramfis-dominguez-trujillo
Sobre este caso, el periodista Juan José Ayuso plantea las siguientes preguntas que hasta hoy no han sido contestadas:
A pesar del testimonio de esos médicos, ¿Estuvieron ellos con la paciente todo el tiempo de internamiento que tuvo hasta su muerte? ¿Acaso vigilaron las entradas y salidas de personas allegadas y no allegadas, y de enfermeras, al cuarto de la parturienta?
Sobre este caso, el periodista Juan José Ayuso plantea las siguientes preguntas que hasta hoy no han sido contestadas:
A pesar del testimonio de esos médicos, ¿Estuvieron ellos con la paciente todo el tiempo de internamiento que tuvo hasta su muerte? ¿Acaso vigilaron las entradas y salidas de personas allegadas y no allegadas, y de enfermeras, al cuarto de la parturienta?
¿Cuál
de esos médicos o enfermeras o personal administrativo de la Clínica Abreu
podía detener a cualquier oficial del SIM que tuviera que entrar al “privado”
de la señora Báez de Awad a cumplir una de las órdenes siniestras que en ese
entonces se impartía?
Las preguntas del señor Ayuso no son antojadizas. Si fue un asesinato, no fue ésta la primera vez que eliminaron a alguien por inyección letal. Por ejemplo, el envenenamiento de Rafael Estrella Ureña en septiembre, 1945 con una taza de café envenenado por militares, bajo
órdenes de Trujillo, en quienes Estrella Ureña confiaba. Como sobrevivió y fue a parar al hospital Padre Billini, allí un
doctor le puso fin a su vida con una inyección letal presuntamente para “aliviarlo de su
agonía”. Esto lo ha confirmado en uno de sus libros el teniente Generoso Gomez, edecán de confianza de la familia Trujillo desde 1936 hasta 1961 y trujillista hasta la tumba.
También tenemos el caso de Francisco L. Madera (Don Panchito) de Moca, un desafecto al régimen que no escondía su repudio a Trujillo y quien además se resistía al interés que tenía Trujillo en su hija Isis. En noviembre de 1955 sufrió un atentado en su finca, los sicarios lo dejaron por muerto, pero para sorpresa de éstos, logró sobrevivir. Días después, agentes del SIM lo llevaron contra su voluntad a un hospital de Santiago donde le pusieron una inyección letal ocasionándole la muerte. Su hija logró salir del país poco después (Para más detalles ver Trujillo y las maeñas en la sección ATROPELLOS).
También mencionamos, en el caso de la Masacre del Número, al esposo policía de la mujer que iba en el camión de Prim, a quien le pusieron una inyección letal en el hospital y lo asesinaron para evitar que se dedicara a investigar el "accidente" en que murió su esposa. Además, en el mismo caso, a pocas horas de haber ingresado al hospital golpeado y con quemaduras, agentes del gobierno asesinaron en el hospital esa noche al chofer Juan Rosario (no sabemos con qué) por ser el único testigo sobreviviente de la masacre.
No debe faltar el caso de Eugenio Cabral, quien después de tratar de asilarse en la embajada de Brasil en julio de 1960 donde fue herido de bala, por exigencia de la embajada lo llevaron al hospital Gautier. Ahí de noche el hermano de un conocido general le puso una inyección letal de trementina (a pesar de que estaba bajo protección diplomática). Gracias a la intervención de otros médicos quienes, al oír el llamado de auxilio, acudieron a neutralizar el efecto. Cabral logró sobrevivir y la embajada brasileña pudo sacarlo del país.
También tenemos el caso de Francisco L. Madera (Don Panchito) de Moca, un desafecto al régimen que no escondía su repudio a Trujillo y quien además se resistía al interés que tenía Trujillo en su hija Isis. En noviembre de 1955 sufrió un atentado en su finca, los sicarios lo dejaron por muerto, pero para sorpresa de éstos, logró sobrevivir. Días después, agentes del SIM lo llevaron contra su voluntad a un hospital de Santiago donde le pusieron una inyección letal ocasionándole la muerte. Su hija logró salir del país poco después (Para más detalles ver Trujillo y las maeñas en la sección ATROPELLOS).
También mencionamos, en el caso de la Masacre del Número, al esposo policía de la mujer que iba en el camión de Prim, a quien le pusieron una inyección letal en el hospital y lo asesinaron para evitar que se dedicara a investigar el "accidente" en que murió su esposa. Además, en el mismo caso, a pocas horas de haber ingresado al hospital golpeado y con quemaduras, agentes del gobierno asesinaron en el hospital esa noche al chofer Juan Rosario (no sabemos con qué) por ser el único testigo sobreviviente de la masacre.
No debe faltar el caso de Eugenio Cabral, quien después de tratar de asilarse en la embajada de Brasil en julio de 1960 donde fue herido de bala, por exigencia de la embajada lo llevaron al hospital Gautier. Ahí de noche el hermano de un conocido general le puso una inyección letal de trementina (a pesar de que estaba bajo protección diplomática). Gracias a la intervención de otros médicos quienes, al oír el llamado de auxilio, acudieron a neutralizar el efecto. Cabral logró sobrevivir y la embajada brasileña pudo sacarlo del país.