La sangre fría de un psicópata
En su extenso artículo titulado Trujillo contra Betancourt: Una
explosión en los Próceres, el periodista Miguel Guerrero relata paso a paso
la preparación y ejecución del atentado contra el presidente de Venezuela,
Rómulo Betancourt. Guerrero menciona un intercambio con Trujillo que ocurrió
cuando ensayaban el atentado con una poderosa bomba en una de las fincas de
Trujillo, un diálogo revelado (entre otras fuentes) en el libro Cisne: yo fui un
espía de Franco, escrito por Luis M. González Mata, un agente
internacional de Franco que en esos meses estaba al servicio de Trujillo por
orden de Franco.
Luis M. González Mata
Agente del dictador Francisco Franco
El agente español González Mata estuvo presente en el ensayo del atentado. Con el fin de asegurarse de que nada fallara, Trujillo había insistido en que se reconstruyera un trozo de la Avenida de los Próceres de Caracas en una zona apartada de su enorme finca Fundación. La poderosa bomba a control remoto que usaron en el ensayo era de igual hechura y potencia que la que usarían en Caracas.
González Mata, en su libro Cisne, describe la escena:
“Queríamos conocer con exactitud los efectos que produce la explosión de un coche inmovilizado cuando pasa por delante de él un automóvil en marcha. En el automóvil en marcha se suponía, desde luego, que iba Betancourt.
Pero quiso suponerlo mejor: cuando el encargado de provocar el estallido del artefacto se disponía accionar el disparador, Trujillo decidió que se procedería a un ensayo real. Eso significaba que no sólo se provocaría la explosión del TNT, sino también un automóvil, rodando a la velocidad del de Betancourt, pasaría por delante del coche cargado de explosivos en el momento del estallido.
-Y quiero ver pasajeros en el automóvil –completó el dictador.
- Pondremos muñecos, Excelencia.
- ¿Quién habla de muñecos? ¡Ya he dicho que haremos un ensayo real!
El vehículo avanzó con un conductor, un ayudante de campo y un presidente Betancourt; tres hombres, tres presos comunes, interpretaban esos papeles.
Explosión.
No se encontró más que trozos de cuerpos humanos entremezclados con la chatarra retorcida.
-¡Ya está! –dijo Trujillo- ¡Ahora a Caracas!"
(Hasta aquí la cita.)
“Queríamos conocer con exactitud los efectos que produce la explosión de un coche inmovilizado cuando pasa por delante de él un automóvil en marcha. En el automóvil en marcha se suponía, desde luego, que iba Betancourt.
Pero quiso suponerlo mejor: cuando el encargado de provocar el estallido del artefacto se disponía accionar el disparador, Trujillo decidió que se procedería a un ensayo real. Eso significaba que no sólo se provocaría la explosión del TNT, sino también un automóvil, rodando a la velocidad del de Betancourt, pasaría por delante del coche cargado de explosivos en el momento del estallido.
-Y quiero ver pasajeros en el automóvil –completó el dictador.
- Pondremos muñecos, Excelencia.
- ¿Quién habla de muñecos? ¡Ya he dicho que haremos un ensayo real!
El vehículo avanzó con un conductor, un ayudante de campo y un presidente Betancourt; tres hombres, tres presos comunes, interpretaban esos papeles.
Explosión.
No se encontró más que trozos de cuerpos humanos entremezclados con la chatarra retorcida.
-¡Ya está! –dijo Trujillo- ¡Ahora a Caracas!"
(Hasta aquí la cita.)
Esta sangre fría de matar a hombres inocentes como si fueran objetos desechables, simplemente porque necesitaban algunos actores para sus experimentos o simulacros, la compartía el hijo del tirano, Ramfis. Un ejemplo es cuando horas antes de abandonar el país para siempre en noviembre de 1961 Ramfis personalmente (junto a tres esbirros) acribilló a seis de los ajusticiadores de Trujillo en una de las haciendas de los Trujillos. Para encubrir el múltiple asesinato, Ramfis ordenó que tomaran a tres presos, que los vistieran de policía y que los mataran. Luego, montaron los tres cuerpos de los “policías” en una guagua (autobús) y chocaron la guagua contra un árbol. La explicación sería que los seis conjurados habían atacado y matado a los tres policías que los trasladaban y que los conjurados se habían escapado sin que se supiera de su paradero. De esta forma, Ramfis encubría su asesinato sin juicio de seis de los conjurados en el complot del 30 de mayo (ver confesión en el juicio del coronel Dante Minervino).
Historiadores han documentado la práctica del régimen de matar a una o a varias personas (presos o ciudadanos) y colgarlos en los parques o en lugares visibles para infudir el terror y mantener a la población insegura. El embajador americano Joseph McGurk informó en 1945 sobre esta práctica a Washington (ver CRIMENES II. En el programa El gobierno de la mañana, el ex senador trujillista Euclides Gutiérrez Félix mencionó un caso de un preso común que mataron y colgaron en un parque. En la sección VARIOS de este portal pueden ver el testimonio de Enrique Martí quien cuenta que a varios de sus parientes los mataron y los colgaron en la carretera para amedrentar a esas familias campesinas con el fin de que abandonaran sus tierras porque Trujillo deseaba apropiarse de esa zona. También ver los crímenes del general Alcántara en los arrozales de Nagua en el (sección CRIMENES II).
Otro ejemplo es el plan que tenían en 1950 de asesinar a los diplomáticos dominicanos de la embajada dominicana en Haití para echarle la culpa al gobierno de Dumarsais Estimé y con esto darle a Trujillo el pretexto para que invadiera a Haití con el fin de tumbar y asesinar al presidente Estimé (ver copia de documento desclasificado de la CIA en Veintitres asesinatos en el exterior y..., CRIMENES II).
Peor
aún fue la propuesta que hizo un representante de Trujillo en 1953
en un par de reuniones secretas con agentes especiales de la CIA, de
Venezuela (dictadura de Pérez Jiménez) y de Nicaragua. Documentos
desclasificados de la CIA informan que el agente de Trujillo expresó
que su jefe (Trujillo) les proponía matar a varias familias
políticas de Guatemala (unas 15-20 personas) para echarle la culpa a
los comunistas guatemaltecos con el fin de desestabilizar el gobierno
centro-izquierda de Jacobo Arbenz. Dicha propuesta fue rechazada y no
se llegó a ejecutar. (Ver Crímenes III en este portal)
Claro que esta frialdad con que los Trujillos convertían a personas en cadáveres por cualquier antojo no debe sorprender a nadie puesto que Trujillo subió al poder y se mantuvo en el poder por 31 años cercenando vidas por las razones más injustas o insignificantes (por ser pariente de algún opositor, por ser testigo, por alguna imprudencia, por rehusarse a entregar su tierra, porque necesitaban a algún chivo expiatorio, etc.), afectando a decenas de miles de padres, hijos y hermanos. Esto fue posible porque para un psicópata como el Benefactor sus semejantes son simples objetos manipulables, cuya dignidad y humanidad no tienen ninguna trascendencia.
Referencias:
Cisne: Yo fui espía de Franco de Luis M.
gonzalez Mata
También pueden leer sobre la labor de espionaje para Franco que paralelamente el agente González Mata realizaba mientras estuvo al servicio de Trujillo en la edición del 11 de julio, 1977 de la revista Ahora, pág. 6-10. El título del artículo es Franco espiaba a Trujillo.
NOTA:
Los
dominicanos dirán que dudan de crímenes excepcionales como éste
principalmente porque nunca en su vida lo habían oído de sus padres
y otros ancianos que vivieron en la Era. Pero, ¿por qué nadie había
hablado sobre esto? La respuesta tiene su simple lógica: ¿Quiénes
fueron los testigos exclusivos de asesinatos como éste? Los mismos
calieses, militares y esbirros del régimen quienes, al caer la
dictadura, se volvieron invisibles y mudos o se fueron del país para
infiltrarse disimuladamente en la inocente colectividad de otros
países para el resto de sus vidas. Hacer de conocimiento público
este tipo de crímen por haber sido un testigo de excepción también
sería, inevitablemente, una confesión de que uno era un agente de
confianza en este tipo de operaciones siniestras y entonces los
periodistas y otros empezarían a hurgar investigando nuestro pasado.
Se pueden contar con los dedos de una mano los esbirros que años
después confesaron su participación en torturas y masacres, tal
como este agente extranjero quien, décadas después, lo hizo porque
puede defender su nombre alegando que él no era parte integrante de
ese sistema y que la fría masacre supuestamente lo tomó por
sorpresa y lo estremeció.