Trujillo,
despotismo y pobreza
(Parte 2 de 2)
Ing. Ramón Alburquerque
Dajabon.digital.com
Algo fundamental al analizar los 31 años de esta
oprobiosa era, son los mitos propagandísticos de los supuestos logros del
régimen.
Lo
cierto es que, un período tan largo, no obstante lo oprobioso que fuera,
siempre permite la compilación de resultados que maquillados podrían
presentarse como dignos de un Gobierno interesado en el bienestar de su gente.
Así se ocultó muchas veces su condición inhumana y despótica.
Es preciso desmontar esos mitos propagandísticos, que aún
hoy pregonan defensores de la tiranía. Porque si algo aprendió bien Trujillo fue la
capacidad infinita de mentir de Adolf Hitler y su ministro de información: “una
mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Los
mitos de grandes logros, realizaciones económicas excepcionales, eliminación de
la deuda externa, los excelentes servicios de salud, cambios maravillosos en el
sector educativo, acciones casi épicas en el sector agrícola, poderío naval y
aéreo, viviendas casi regaladas para la clase media, pobres y desvalidos, van
mas allá de toda imaginación.
Estas
falsas hazañas son repetidas por áulicos, neo trujillistas, y ultraderechista
que laboran a diario para mantenerse en el poder, minando la esperanza del país
de vivir bajo un sistema democrático.
Es lamentable que los más eficaces promotores del difunto
tirano, los saqueos, abusos, manipulaciones, indolencias, la criminalidad
rampante, inseguridad ciudadana y territorial, la concentración cesárea de
poderes en manos del PLD, la impunidad de funcionarios considerados corruptos
no solo por todas las encuestas, sino también por entidades como el Foro
Económico Mundial, Latinobarómetro, Transparencia Internacional, y otros.
Para
ilustrar, resultan reveladores LOS INDICADORES SOCIALES DEL PAÍS EN TIEMPOS DEL
TIRANO TRUJILLO, publicados por las NACIONES UNIDAS, en sus informes periódicos
por países de la época:
En
1960 morían 160 de cada mil niños nacidos vivos antes de cumplir el primer año
de edad.
El 51% de la capacidad industrial instalada era propiedad
de Trujillo y sus familiares y allegados, la cual fue financiada con los fondos
públicos en forma descarada y dolosa.
La
esperanza de vida era solo de 47 años.
El
30% de los trabajadores agrícolas del país, que “laboraban” para el Estado o
para miembros de la familia Trujillo, no recibían salario alguno, a manera de
esclavitud total.
El
salario mínimo era descomunal bajo, aunque nominalmente aún para una época
donde el dinero valía. La gente que trabajaba sobrevivía en una perversa
miseria.
En
1960, la población era de 3 millones y hoy de 10 millones, lo que significa que
ahora somos tres veces mas, sin embargo, la economía de hoy es aproximadamente
12 veces la del 1960.
En efecto, las condiciones de supervivencia eran tan
desastrosas que el 70% de las familias de las zonas rurales no disfruta de agua
potable, ni electricidad, tenían muy pocas escuelas, apenas un pésimo sistema
de salud, insuficiente sistema vial y un altísimo desempleo, etc.
Los
indicadores institucionales se explican mejor, destacando la ausencia total de
libertad, donde las órdenes de Trujillo y sus allegados estaban por encima de
las leyes, el miedo y el terror lo cubrían todo, y las empresas del Jefe tenían
prioridad ante los asuntos de Estado.
En los hogares dominicanos, pobres y ricos, nunca falta
la tarja: EN ESTA CASA TRUJILLO ES EL JEFE, y casi al final del régimen, se
llegó al colmo mediante otra tarja más breve pero mas penetrante: DIOS Y TRUJILLO.
NUNCA
SE CREO LA COMISIÓN DE LA VERDAD. Lo lamentable es que tras el ajusticiamiento
del Tirano nunca se creó en RD una COMISIÓN DE LA VERDAD para ventilar los
robos y crímenes individuales y colectivos.
Se
ajustició al Tirano, pero NO su filosofía, NI su ideología, NI tampoco su
sistema de Gobierno esencialmente despótico. Nunca se destrujillizó la
sociedad. Los líderes principales fueron precisamente quienes impidieron, que
se hiciera. El profesor Juan Bosch, se subito, propuso el “borrón y cuenta
nueva”; y por la otra, Balaguer pasó a encarnar el neotrujillismo. Los líderes
menores hicieron mucho menos.
Los únicos criminales y torturadores enjuiciados fueron
los asesinos de las hermanas Mirabal, pero un año y medio después, fueron
liberados para siempre.
La
sociedad nunca recibió las ejemplares lecciones que dejan los juicios
históricos, con su descarnado realismo y revelaciones de crueldad, que al
elevar su dramatismo con una publicidad nacional y constante, sirven de escuela
de horror para limpiar las conciencias. Estas actuaciones forjan las
conciencias ciudadanas.
Alemania
vivió con el fanatismo hitleriano, una historia desgarrante, incluso espantosa
y vergonzante, de intensa crueldad e impresionante manipulación de la
información pública. Sin embargo, no cabe dudas que los grandes juicios de
Nuremberg y siguientes conmovieron el alma de ésta creativa nación.
Es cierto, “los juicios del siglo” en Alemania fueron
iniciativa de “las naciones aliadas”, realizados en la ciudad de Nuremberg
entre el 20/11/1945 y 1/10/1946, donde se sancionaron a dirigentes,
funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista del III Reich de
Adolf Hitler.
Está claro, el proceso no hubiera sido igual, si “las
naciones aliadas” no hubieran intervenido apoyando e imponiendo los reclamos de
justicia. No
obstante, estamos seguros que la Alemania de HOY no fuera ejemplo de
transparencia, ni estuviera dirigida por administraciones calificadas,
eficientes y respetuosas de los derechos humanos y la institucionalidad del
estado. Este duro examen de conciencia valió la pena.
En cambio, aquí en RD, miles personajes y/o sus
descendientes de aquel pasado horroroso, siguieron descollando en el Estado, y
fueron y son cabezas de poderes públicos.
Somos
de opinión que a pesar de los 53 años transcurridos, aún HAY TIEMPO PARA LA
JUSTICIA.
La pobreza que cunde y domina la sociedad dominicana es
producto de esa historia de abusos, injusticias e impunidad, llevada a cabo por
los grupos hegemónicos del poder, que la han dominado a través de la historia
sin interrupción alguna.
Por eso, nos permitimos titular este humilde trabajo:
Trujillo, despotismo y pobreza.
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