lunes, 19 de noviembre de 2012

España le negó a Trujillo un título de nobleza

España le negó a Trujillo un título de nobleza

Tania Molina
El Diario Libre

Desde inicios de los años cuarenta hasta mediados de los cincuenta, Rafael Leonidas Trujillo Molina fue objeto de varias distinciones por parte del gobierno español. Sin embargo, pese al intercambio de elogios y preseas entre los gobernantes de las dos naciones, el dictador dominicano no pudo conseguir un título de nobleza que solicitó a España. 

Ángel Lockward, autor del libro que revela documentos sobre las relaciones diplomáticas entre España y República Dominicana durante la dictadura de Trujillo, supone que éste estuvo interesado en que el dictador Francisco Franco lo distinguiera con el título de marqués.

Entre los informes secretos que recoge el libro de Lockward aparece una carta en la que el país europeo le niega el codiciado título a Trujillo. Para ello, el ministro de Asuntos Exteriores de España alega que "aunque se conocen los especiales, numerosos y estrechísimos vínculos que unen a España con el generalísimo Trujillo, la distinción, la costumbre y, además, el sentido intrínseco de un título nobiliario excluyen su concesión a jefes de Estado extranjeros y a personalidades especialmente prominentes en la vida pública de otras potencias, a causa del matiz de subordinación y dependencia jerárquica al jefe de Estado otorgante, que ello supone".

Agrega además que en caso de que Trujillo aceptase tal subordinación, la concesión sería un precedente que pudiera tener consecuencias enojosas si otras solicitudes iguales se hicieran a favor de "prohombres" hispanoamericanos, pero cuyos méritos, aún relevantes, no justificasen el otorgamiento del título nobiliario.

Manuel Aznar Zubigaray
Anterior a este hecho, ya Trujillo había sido distinguido con la Gran Cruz de Carlos III. "En nombre de la España gloriosa que a través de su historia supo imprimir a los pueblos que les dio su ser, el imborrable sello de su temple… y en nombre de ella, he recibido de su Excelencia Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado Español, y Generalísimo de sus Ejércitos, el honroso encargo de imponeros Escmo. Señor, la gran cruz de la muy distinguida Orden de Carlos III, que representa el premio a la virtud, al valor y al mérito de quien como vos, tiene por norma, la firmeza en sus convicciones, y el respeto a las decisiones de los pueblos soberanos".

Así inició su discurso Manuel Aznar Zubigaray, abuelo del ex presidente del gobierno español, José María Aznar,durante el acto de entrega de la distinción, con la que hacen el "justo premio" por las dotes personales de Trujillo, y como muestra del cariño que España siempre ha tenido por el país. Aznar Zubigaray, tal como lo define Francisco Javier Alonso en su libro "La alianza de dos generalísimos", desarrolló su misión diplomática basado en mantener el apoyo de los dominicanos ante los organismos internacionales y el fomento de las relaciones comerciales.

En su discurso hace énfasis en que ese cariño de los españoles por los dominicanos se sentía con mayor intensidad porque sabían apreciar y valorar la conducta del país para con España en momentos en que el comunismo internacional, "enemigo mortal de nuestra civilización, aprovecha la confusión que ha producido en el mundo internacional las funestas consecuencias de la guerra pasada, para presentar a España como un peligro para la paz".

El diplomático se refiere al estallido de la guerra civil de 1936 y que generó el aislamiento internacional de ese país.

Ya para 1948, en otro informe de la delegación española, Manuel Aznar Zubigaray se refiere a las ejecutorias del Gobierno dominicano para armar al Ejército. Destacan la compra de pertrechos militares tanto en Estados Unidos, Brasil y Francia, y las intenciones de comprar en España.

En 1949 vuelven los elogios y dádivas. Primero con el obsequio de parte de España de los ornamentos y efectos que dotarían el Seminario Conciliar de la capital dominicana, luego, ante la solicitud de Trujillo al Congreso para obtener poderes extraordinarios para declarar la guerra, así como en la política de "democratización" del tirano permitiendo los nuevos partidos políticos (Socialista Popular Dominicano y Juventud Dominicana) o la persecución contra los ejecutores de la huelga de los trabajadores del ingenio azucarero, encabezados por Mauricio Báez, o contra los participantes en la invasión militar de Cayo Confites y Luperón.

Al año siguiente, 1950, la embajada de España envía un memorando especificando la actitud que debe seguir el país ante la asamblea general de la ONU para que España pueda pertenecer a ese organismo, propuesta que finalmente ganó.

"Es de desear que los delegados dominicanos intensifiquen sus contactos con los de las Repúblicas de El Salvador y Bolivia a fin de que se adopte rápidamente un texto común, que según se informa, es el procedimiento más propicio a los fines de conseguir una abrumadora votación.

Ese mismo año Trujillo concede a Franco la Gran Cruz, Placa de Oro, de la Orden del Mérito "Juan Pablo Duarte", la más alta distinción otorgada en el país.

Sin embargo, no todo fue exaltación a Trujillo e incluso algunos historiadores hablan de cierta interrupción entre las relaciones dominico españolas a principio de los años 40.

Manuel Alca y Marín
Antes del servicio diplomático de Aznar Zubigaray, fungió como ministro plenipotenciario en el país Manuel Alca y Marín, que asumió su cargo en 1941. A pesar de las apreciaciones favorables para el régimen, este diplomático aludió la falta de moralidad en la administración trujillista. Así lo plantea Javier Alonso en su libro, y lo confirman muchos de sus informes contenidos en el libro de Lockward.

Para 1945, el representante diplomático rinde un informe sobre la "escasa popularidad del general Trujillo entre sus compatriotas, así como de las humillaciones a funcionarios y los afanes del tirano para conquistar la simpatía popular.

El 28 de abril de 1945, la Sección de Política de América de la Legación española en el país, envía su informe dando cuenta de que "El generalísimo Trujillo, en vista de que la situación social aquí es grave y por completo adversa a él, trata de conquistar la opinión pública haciendo mejoras para el bienestar de la clase obrera". Detalla además la "actividad sorprendente" en la construcción de edificios públicos, casas para obreros y la creación de entidades bancarias para proteger la agricultura".

Alca y Marín habla, entre otra cosas, de los esfuerzos del gobierno por mejorar la alimentación pública y, aunque advierte que los resultados son "nulos", los presenta como "una plataforma para un mejoramiento real". Aun más, pide justicia para Trujillo, que "ha hecho y hace lo que puede para acabar con la falta de cultura". No obstante, admite que la cantidad de analfabetos es enorme.

En junio de ese mismo año, Alca y Marín vuelve a remitir otro informe en el que se refiere al manifiesto público del 28 de mayo con el que Trujillo recomienda a los jefes de partidos políticos la reorganización de los mismos.

"Aparentemente la carta es todo sinceridad y lealtad, pero en el fondo es completamente lo contrario. Aquí no hay más opinión y voluntad que la de Trujillo", dice.

Para entonces existían los partidos Republicano, Coalición Patriótica de Ciudadanos, Partido de Obreros Independientes y el Partido Nacional. Alca y Marín expresa que los supuestos integrantes de estos partidos afirman que no pertenecieron a esas organizaciones por temor a represalias y que por el contrario ensalzaban la figura de Trujillo.

Sólo el excarcelado Rafael Estrella Ureña se atrevió a manifestar sus aspiraciones presidenciales, por el Partido Republicano, pero no tuvo apoyo porque sus antiguos afiliados negaron que lo fueran.

"La farsa no ha podido ser más clara, pero Trujillo ha querido hacer constancia de que se ha alentado a la ciudadanía para que tome parte de la administración de la cosa pública", indica el informe.

En otra carta, Alca y Marín se refiere a los constantes insultos de Trujillo para los miembros de su gabinete.

El informe de Francisco García Escámez e Iniesta
En 1947 se produce la visita del teniente general Francisco García Escámez e Iniesta, quien fungió como Embajador Extraordinario en la toma de posesión de Trujillo cuando el dictador se reeligió en el proceso electoral de mayo de ese año.

En su informe, García Escámez e Iniesta habla de la buena hospitalidad que recibió de los dominicanos, haciendo énfasis en un desfile de 40 mil hombres de la reserva civil dominicana, y cuya presentación se hizo posterior a las de las Fuerzas Armadas.

"Esta reserva Civil, a juzgar por su deficiente instrucción y presentación, da la sensación de una organización reciente y poco cuidada, siendo de mi opinión que la razón de su presencia en el desfile que dan ante la representaciones extranjeras, es la de que el país dispone de una organización militar ciudadana para casos de agresión, (precisamente en aquellos días se decía que estaba preparada por los enemigos de Trujillo residentes en Cuba y Venezuela, y al parecer tuvo que intervenir Estados Unidos para hacerla fracasar)".

Mutismo
En octubre de 1937 se produce la matanza de haitianos en territorio dominicano. Ese crimen le costó al país críticas internacionales. Sin embargo, entre los informes que recoge Lockward no aparece la visión de España al respecto. Sólo aparece una carta del ministro dominicano en Washington, Andrés Pastoriza, con la versión oficial del régimen. En la carta, de fecha 8 de noviembre de 1937, se resta valor al "pequeño incidente" presentándolo como un acontecimiento entre grupos de haitianos y agricultores y ganaderos dominicanos de la frontera.


Tania Molina
El Diario Libre

Desde inicios de los años cuarenta hasta mediados de los cincuenta, Rafael Leonidas Trujillo Molina fue objeto de varias distinciones por parte del gobierno español. Sin embargo, pese al intercambio de elogios y preseas entre los gobernantes de las dos naciones, el dictador dominicano no pudo conseguir un título de nobleza que solicitó a España.
Ángel Lockward, autor del libro que revela documentos sobre las relaciones diplomáticas entre España y República Dominicana durante la dictadura de Trujillo, supone que éste estuvo interesado en que el dictador Francisco Franco lo distinguiera con el título de marqués.

Entre los informes secretos que recoge el libro de Lockward aparece una carta en la que el país europeo le niega el codiciado título a Trujillo. Para ello, el ministro de Asuntos Exteriores de España alega que "aunque se conocen los especiales, numerosos y estrechísimos vínculos que unen a España con el generalísimo Trujillo, la distinción, la costumbre y, además, el sentido intrínseco de un título nobiliario excluyen su concesión a jefes de Estado extranjeros y a personalidades especialmente prominentes en la vida pública de otras potencias, a causa del matiz de subordinación y dependencia jerárquica al jefe de Estado otorgante, que ello supone".

Agrega además que en caso de que Trujillo aceptase tal subordinación, la concesión sería un precedente que pudiera tener consecuencias enojosas si otras solicitudes iguales se hicieran a favor de "prohombres" hispanoamericanos, pero cuyos méritos, aún relevantes, no justificasen el otorgamiento del título nobiliario.

Manuel Aznar Zubigaray
Anterior a este hecho, ya Trujillo había sido distinguido con la Gran Cruz de Carlos III. "En nombre de la España gloriosa que a través de su historia supo imprimir a los pueblos que les dio su ser, el imborrable sello de su temple… y en nombre de ella, he recibido de su Excelencia Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado Español, y Generalísimo de sus Ejércitos, el honroso encargo de imponeros Escmo. Señor, la gran cruz de la muy distinguida Orden de Carlos III, que representa el premio a la virtud, al valor y al mérito de quien como vos, tiene por norma, la firmeza en sus convicciones, y el respeto a las decisiones de los pueblos soberanos".

Así inició su discurso Manuel Aznar Zubigaray, abuelo del ex presidente del gobierno español, José María Aznar,durante el acto de entrega de la distinción, con la que hacen el "justo premio" por las dotes personales de Trujillo, y como muestra del cariño que España siempre ha tenido por el país. Aznar Zubigaray, tal como lo define Francisco Javier Alonso en su libro "La alianza de dos generalísimos", desarrolló su misión diplomática basado en mantener el apoyo de los dominicanos ante los organismos internacionales y el fomento de las relaciones comerciales.

En su discurso hace énfasis en que ese cariño de los españoles por los dominicanos se sentía con mayor intensidad porque sabían apreciar y valorar la conducta del país para con España en momentos en que el comunismo internacional, "enemigo mortal de nuestra civilización, aprovecha la confusión que ha producido en el mundo internacional las funestas consecuencias de la guerra pasada, para presentar a España como un peligro para la paz".

El diplomático se refiere al estallido de la guerra civil de 1936 y que generó el aislamiento internacional de ese país.

Ya para 1948, en otro informe de la delegación española, Manuel Aznar Zubigaray se refiere a las ejecutorias del Gobierno dominicano para armar al Ejército. Destacan la compra de pertrechos militares tanto en Estados Unidos, Brasil y Francia, y las intenciones de comprar en España.

En 1949 vuelven los elogios y dádivas. Primero con el obsequio de parte de España de los ornamentos y efectos que dotarían el Seminario Conciliar de la capital dominicana, luego, ante la solicitud de Trujillo al Congreso para obtener poderes extraordinarios para declarar la guerra, así como en la política de "democratización" del tirano permitiendo los nuevos partidos políticos (Socialista Popular Dominicano y Juventud Dominicana) o la persecución contra los ejecutores de la huelga de los trabajadores del ingenio azucarero, encabezados por Mauricio Báez, o contra los participantes en la invasión militar de Cayo Confites y Luperón.

Al año siguiente, 1950, la embajada de España envía un memorando especificando la actitud que debe seguir el país ante la asamblea general de la ONU para que España pueda pertenecer a ese organismo, propuesta que finalmente ganó.

"Es de desear que los delegados dominicanos intensifiquen sus contactos con los de las Repúblicas de El Salvador y Bolivia a fin de que se adopte rápidamente un texto común, que según se informa, es el procedimiento más propicio a los fines de conseguir una abrumadora votación.

Ese mismo año Trujillo concede a Franco la Gran Cruz, Placa de Oro, de la Orden del Mérito "Juan Pablo Duarte", la más alta distinción otorgada en el país.

Sin embargo, no todo fue exaltación a Trujillo e incluso algunos historiadores hablan de cierta interrupción entre las relaciones dominico españolas a principio de los años 40.

Manuel Alca y Marín
Antes del servicio diplomático de Aznar Zubigaray, fungió como ministro plenipotenciario en el país Manuel Alca y Marín, que asumió su cargo en 1941. A pesar de las apreciaciones favorables para el régimen, este diplomático aludió la falta de moralidad en la administración trujillista. Así lo plantea Javier Alonso en su libro, y lo confirman muchos de sus informes contenidos en el libro de Lockward.

Para 1945, el representante diplomático rinde un informe sobre la "escasa popularidad del general Trujillo entre sus compatriotas, así como de las humillaciones a funcionarios y los afanes del tirano para conquistar la simpatía popular.

El 28 de abril de 1945, la Sección de Política de América de la Legación española en el país, envía su informe dando cuenta de que "El generalísimo Trujillo, en vista de que la situación social aquí es grave y por completo adversa a él, trata de conquistar la opinión pública haciendo mejoras para el bienestar de la clase obrera". Detalla además la "actividad sorprendente" en la construcción de edificios públicos, casas para obreros y la creación de entidades bancarias para proteger la agricultura".

Alca y Marín habla, entre otra cosas, de los esfuerzos del gobierno por mejorar la alimentación pública y, aunque advierte que los resultados son "nulos", los presenta como "una plataforma para un mejoramiento real". Aun más, pide justicia para Trujillo, que "ha hecho y hace lo que puede para acabar con la falta de cultura". No obstante, admite que la cantidad de analfabetos es enorme.

En junio de ese mismo año, Alca y Marín vuelve a remitir otro informe en el que se refiere al manifiesto público del 28 de mayo con el que Trujillo recomienda a los jefes de partidos políticos la reorganización de los mismos.

"Aparentemente la carta es todo sinceridad y lealtad, pero en el fondo es completamente lo contrario. Aquí no hay más opinión y voluntad que la de Trujillo", dice.

Para entonces existían los partidos Republicano, Coalición Patriótica de Ciudadanos, Partido de Obreros Independientes y el Partido Nacional. Alca y Marín expresa que los supuestos integrantes de estos partidos afirman que no pertenecieron a esas organizaciones por temor a represalias y que por el contrario ensalzaban la figura de Trujillo.

Sólo el excarcelado Rafael Estrella Ureña se atrevió a manifestar sus aspiraciones presidenciales, por el Partido Republicano, pero no tuvo apoyo porque sus antiguos afiliados negaron que lo fueran.

"La farsa no ha podido ser más clara, pero Trujillo ha querido hacer constancia de que se ha alentado a la ciudadanía para que tome parte de la administración de la cosa pública", indica el informe.

En otra carta, Alca y Marín se refiere a los constantes insultos de Trujillo para los miembros de su gabinete.

El informe de Francisco García Escámez e Iniesta
En 1947 se produce la visita del teniente general Francisco García Escámez e Iniesta, quien fungió como Embajador Extraordinario en la toma de posesión de Trujillo cuando el dictador se reeligió en el proceso electoral de mayo de ese año.

En su informe, García Escámez e Iniesta habla de la buena hospitalidad que recibió de los dominicanos, haciendo énfasis en un desfile de 40 mil hombres de la reserva civil dominicana, y cuya presentación se hizo posterior a las de las Fuerzas Armadas.

"Esta reserva Civil, a juzgar por su deficiente instrucción y presentación, da la sensación de una organización reciente y poco cuidada, siendo de mi opinión que la razón de su presencia en el desfile que dan ante la representaciones extranjeras, es la de que el país dispone de una organización militar ciudadana para casos de agresión, (precisamente en aquellos días se decía que estaba preparada por los enemigos de Trujillo residentes en Cuba y Venezuela, y al parecer tuvo que intervenir Estados Unidos para hacerla fracasar)".

Mutismo
En octubre de 1937 se produce la matanza de haitianos en territorio dominicano. Ese crimen le costó al país críticas internacionales. Sin embargo, entre los informes que recoge Lockward no aparece la visión de España al respecto. Sólo aparece una carta del ministro dominicano en Washington, Andrés Pastoriza, con la versión oficial del régimen. En la carta, de fecha 8 de noviembre de 1937, se resta valor al "pequeño incidente" presentándolo como un acontecimiento entre grupos de haitianos y agricultores y ganaderos dominicanos de la frontera.

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