sábado, 8 de febrero de 2014

Los desafectos

 ¿Quiénes eran los “desafectos” al régimen? 


Los desafectos al régimen eran aquellos que pertenecían a las primeras familias antitrujillistas de los años treintas (sus descendientes estuvieron marcadas para siempre), los que habían expresado algún tipo de inconformidad con el régimen (que todavía no habían sido detenidos o desaparecidos), el que era pariente de algún antitrujillista que estaba en esos momentos en la cárcel, en el exilio o que habia sido asesinado o los que no demostraban interés en cooperar con el régimen o en participar en actos de adhesión. No era nada raro, como hemos visto en este portal, que los desafectos terminaran tarde o temprano torturados en la cárcel, desaparecidos, sin posibilidad de trabajo o en el exilio.

También caían en la categoría de “desafectos” los que valientemente habían resistido las presiones de los hermanos Trujillos o sus hijos a que les "vendieran"  su tierra o parte de su negocio, a que le entregaran su hija o esposa, o bien los que fueron invitados a ocupar algún cargo en el gobierno trujillista y que no aceptaron. Generalmente, al rehusarle un cargo al Jefe, la persona quedaba incluida en una lista negra. Esto conllevaba el riesgo de sufrir a la larga un accidente o de desaparecer. En el mejor de los casos, terminaba marginado por la sociedad como un “desafecto”. (Ver varios casos en BREVES, en la sección MAS CRIMENES.

Un gris presagio de que probablemente estabas por perder tu puesto, tu negocio, tu vida o, en el mejor de los casos, que terminarías marginado en el trabajo o en tu barrio, era cuando tú o alguien en tu familia era objeto de las críticas o ataques del infame “Foro Público” en el periódico del tirano, El Caribe. A través del "Foro Público" Trujillo "marcaba" publicamente a la víctima. Ahí ya todos sabían que era peligroso asociarse contigo y dicho descenso en la desgracia social y material sólo se podía reparar si la persona marcada escribía una carta pública renegando las acusaciones o aceptando su culpa en el foro, pidiendo clemencia (aún cuando fuera totalmente inocente), reiterando su adhesión completa al Jefe y dedicándole los elogios de rigor al Benefactor de la Patria.

Esa humillación de tener que aceptar públicamente una culpabilidad falsa y de arrodillarse ante el tirano no representaba necesariamente una garantía de que, al final, no sufrirías las nefastas consecuencias que quisiste evitar doblando las rodillas ante el tirano. Hay varios casos en que, después de que el tirano tuvo la satisfacción de verlo humillarse publicamente, el “desafecto” comoquiera fue vilmente asesinado, desaparecido o aislado. Más adelante, incluiremos algunos ejemplos.  

El conocido periodista, escritor y profesor de Derecho Lipe Collado comenta: “Tu no te imaginas lo que era la Era de Trujillo. Si una persona caía presa por política o estaba asignado como antitrujillista, nadie le hablaba, tú venías caminando por una acera, y todo el mundo, todo el mundo, yo no estoy exagerando, cruzaba. Si te conocía, cruzaba a la otra acera para que a ti no se te ocurriera saludarlo. Los vecinos dejaron de hablarte, y saludarte, salvo algunas excepciones, y ¿salir contigo? No, pero eso era [inaudible] la vida también". Ver en YouTube este comentario y otros sobre la Era en Lipe Collado entrevistado por Pedro de León, parte II:: https://www.youtube.com/watch?v=Im-dnlP3zQA. 


Inclusive, mantenerse en silencio y no decir nada también resultaba fatalmente peligroso. Entre otros, pueden ver el caso del doctor Manuel Tejada Florentino en BREVES (Sección MÁS CRÍMENES), quien por nunca mencionar a Trujillo cada vez que le tocaba dar un discurso en la Logia Masónica de Santiago, resultó ser sospechoso para algunos miembros. Por ese silencio, el destacado cardiólogo, hombre multifacético y solidario, fue denunciado secretamente por uno de los miembros de la Logia (no revelaremos el nombre). Lo detuvieron y lo llevaron a La 40 donde lo torturaron y lo mataron. Si bien después se supo que era militante del 1J4, el verdadero motivo de su detención fueron las sospechas que levantó su omisión del Jefe en sus discursos. Como éste, hemos encontrado otros casos. También pueden leer el extracto No se olviden del Jefe en la sección ATROPELLOS.

También existía la categoría de los “indiferentes" al régimen. Casi siempre eran aquellos que encontraban excusas para no participar en actos en honor al Jefe o a algún miembro de la familia Trujillo (ofrendas florales en las estatuas, etc.) o que no aceptó un puesto público aún cuando el puesto no fuera ofrecido por un representante directo de Trujillo, sino por algún funcionario. El que le rechazaba un cargo a Trujillo directamente era un “desafecto”, peor que un "indiferente".  Esto también podía resultar mortal. Los lectores pueden leer el caso de Alejandro Rodriguez en BREVES (Sección MÁS CRÍMENES).

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El ostracismo de los “desafectos al régimen"

Como 'desafectos al régimen'. Ese era un calificativo que se le daba que significaba mucho, la palabra 'desafecto al régimen'. Porque significaba que usted no podía visitar un club social porque todos los que estaban ahí se iban.

Significaba que tus hijos en la escuela cuando llegaban, los demás compañeritos se iban, porque la mayoría de los que estaban ahí eran funcionarios públicos. Y si un hijo de algún desafecto  al gobierno se juntaba con un hijo de un funcionario público, se suponía que lo contaminaba.

Yo conocí casos aquí en Barahona que a veces hasta las familias tenían que ahuyentarse”, separarse por temor a represalias, algunos porque tenían en empleíto y por muchísimas razones, fue un régimen muy difícil”.

Julio Coiscou (Neno)
Barahona (2006)
Testimonio de un “desafecto” al régimen

Pueden ver este testimonio en el video:

Vejaciones y Asesinatos Dictadura de Trujillo en YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=_2NN1emfgzs
Historia oral de la dictadura trujillista (Archivo General de la Nación)

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Otro testimonio de un "desafecto":

Extracto de la entrevista a Poncio Pou Saleta, combatiente antitrujillista de Santiago de los Caballeros. Poncio salió vivo varias veces de la cárcel porque una parte de su familia tenía lazos con los Trujillos. Por otra parte, su padre Julio Pou Perez, contrario a Trujillo, lo habían desaparecido en 1936 cuando Poncio era un adolescente.

¿El ambiente en Santiago que usted recuerda en la década del treinta?

Imagínese usted que a las nueve de la noche el pueblo estaba completamente cerrado del terror que se tenía. Era la época de Enrique Blanco [década de 1930]. Eso era cerrado a las nueve de la noche. No había una casa que no tuviera cerradas sus puertas, del terror. Trujillo gobernó con el terror. Por eso mató a uno en su casa y lo sacó pa’ fuera pa’ que lo vieran. Él quería aterrorizar y lo logró. Treinta y un años lleno de miedo, un país entero, la sociedad de arriba a abajo, el rico, el pobre, el profesional”.

Más adelante nos da Poncio un ejemplo de su aislamiento por ser un "desafecto":

“¿Tú sabes el terror a dónde llegó? Te voy a dar un ejemplo….. Yo fui una vez al cine, entré temprano, fui y me senté en una fila y cuando me senté noto que se fueron parando todos los que estaban en la fila, en el teatro, y digo ‘coño, pero que es esto?..... Yo comencé a molestarme, pero me aguanté, dejé que se fueran. Ahora, no volvió a pasar porque más nunca me volví a sentar así. Me iba atrás y me sentaba, había dos policías sentados atrás y yo me sentaba con los policías en el teatro, cuando quería ver una película. A mí me pasó eso, que me despreciaban así de esa forma. Era como aquí en la época de esa enfermedad que se consideraba terrible ….la lepra.

"Yo había salido de una prisión, tuve dos años y cuatro días en solitaria, había salido de ella, y cuando ya estaba libre, fui al cine, y me pasó eso cuando llegué al cine.

Pueden ver el resto de esta entrevista a Poncio Pou Saleta en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=Fxq54tP0aqI

Esas reservas y esos temores de acercarse a un desafecto del régimen estaban muy bien sustentados por los muchos antecedentes que había en esas décadas de las funestas consecuencias.

Efectivamente, esto le pasó a un inocente taxista, Emilio Montano Deschamps Mercado, al que habían visto conversando por casualidad con Poncio Pou Saleta en Santiago la noche antes de que Pou Saleta se desapareciera y se asilara en la embajada de México (debido a la vigilancia permanente en que lo mantenían los agentes de Trujillo después de que saliera de la carcel). Se sabía que a menudo Trujillo mandaba a liberar a los presos políticos de la cárcel, dejaba que los vecinos y amigos lo vieran libre por las calles durante varios días y semanas y después los desaparecían. De esta forma, el gobierno no se hacía responsible por su desaparicion. Este patrón ya lo sabian los presos políticos y por eso al poco tiempo de salir de la cárcel se asilaban o se escondían. Eso explica la inteligente decisión de Pou Saleta de asilarse. 

Fue asesinado porque creyeron, erróneamente, que lo había trasladado a Ciudad Trujillo.
Al cadáver, encontrado en la carretera que conduce a San José de Las Matas, le colocaron un letrero amenazador en el pecho que expresaba, ESTO LE PASARÁ A TODOS LOS QUE LE PRESTEN SERVICIOS A LOS ENEMIGOS DEL GOBIERNO.

(Cita del reconocido escritor y periodista Edwin Disla en su libro Poncio Pou Saleta, en luz y en oscuridad.)

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