domingo, 1 de febrero de 2015

No sería una estatua cualquiera


NO SERÍA UNA ESTATUA CUALQUIERA


Para hacer esta estatua he tenido que sacrificar el jardín de mi estudio. Es un trabajo de unas dimensiones titánicas. Será la estatua ecuestre más grande del mundo.” 

Juan Cristóbal, escultor español



El tiempo - Bogotá, Colombia – 17 de enero, 1960, pág. 11


El costo de esta estatua en dólares actuales es de más de US$9 millones de dólares, estatua que venía desde España a acompañar a las 2,000 estatuas de Trujillo y su familia que se erguían en uno de los países más pobres del continente. Observen en el artículo que los cuantiosos fondos para pagar la estatua provenían del estado dominicano. 

Además observen que, con arrogante ironía, la estatua de US1 millón serviría para celebrar el endeudamiento del Estado dominicano por un monto de más de US$11 millones por medio de un préstamo concedido por el FMI para estabilizar la economía. La fecha escogida para dicha celebración fue, adecuadamente, el día del natalicio del Benefactor. Se tenía planeado erigir un monumento nacional sobre el cual se erguiría la ciclópea estatua ecuestre del Generalísimo. Este préstamo es discutido por varios historiadores y periodistas en sus trabajos, entre ellos Frank Moya Pons (ver Historia de la República Dominicana, Vol 2, pág. 341). Inclusive, por otro lado la deuda con los tenedores de bonos había aumentado antes del ajusticiamiento a US$20 millones, entre otras deudas adquiridas por el Estado en los últimos dos años antes del 30 de mayo. 

Por otro lado, apenas a 10 años de haber saldado la deuda externa (celebrado con un monumental alboroto propagandístico), de la forma más natural, en 1957 Trujillo solicitó al Import-Export Bank un préstamo por US$40 millones, más de cuatro veces el monto del saldo de la deuda externa (ver referencias en la sección Corrupción y Monopolio). Estamos investigando para ver si efectivamente le otorgaron dicho préstamo y, si así fue, en qué se gastó. 

Igualmente irónico es el hecho de que el régimen considerara motivo de un acto de celebración este endeudamiento del gobierno de más de 11 millones de dólares cuando su aparato propagandístico desde 1947 no dejaba de recordarle al pueblo dominicano la herculeana hazaña del Benefactor de haber pagado la deuda externa de algo más de $9 millones de dólares (en realidad, lo que hizo fue internalizar la deuda, ver sección CORRUPCION-MONOPOLIO). Dicho pago ha sido un lema recurrente del rosario trujillista hasta nuestros días a la hora de alabar al Jefe Supremo y parece, como vemos en esta noticia, que si el dictador optaba por endeudarnos, también había que celebrarlo como otra genial hazaña. Esas son las ridículas contradicciones del fanatismo trujillista y es que las burdas incoherencias como ésta no importan porque, después de todo, lo más importante es valerse de cualquier oportunidad para homenajear al Perínclito. 

Para los que no vivieron en la Era de Trujillo y no creen la relevancia propagandística que el régimen le otorgó al trillado “pago de la deuda externa”, les copiamos abajo la imagen de 1955 de una copia gigantesca del pago final de la deuda hecha en 1947 por US$9 millones para que los turistas y los nativos pudieran apreciar con sus propios ojos esta descomunal hazaña… descomunal según lo interpretaba la maquinaria propagandística del Trujillato.  


En el extenso artículo El escultor de Trujillo de cuatro largas columnas publicado en el periódico El Socialista (27 de julio, 1961, pág. 4)  del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) citan a Juan Cristóbal cuando declaraba en una entrevista hecha antes del ajusticiamiento que dicha estatua sería la estatua ecuestre más grande del mundo. Ni siquiera los grandes generales y estrategas de la historia universal (Carlomagno, Julio César, El Cid, Lee, Bolívar, San Martín, Montgomery, Eisenhower, Zhukov, Vo Nguyen Giap, etc.) han sido enaltecido con tan encumbrada efigie. 

Reflejando la triste fama internacional de patán vulgar y engreído que rodeaba al Perínclito en vida, entre otras cosas, el artículo dice en su tercera columna: 

“Desafiando a la posteridad, quiere perpetuar su nefanda memoria con algo soberbio y colosal. Este pigmeo antillano no tiene límites en sus desafueros. Quiere igualarse a los faraones y a los césares. Y en la época del automovilismo, de la supersónica, de la austronáutica escoge un pedestal y un caballo para encararse al mundo. El anacronismo no puede ser más flagrante. Pero no se detiene tan solo en esto. Ha pasado revista a las mejores estatuas ecuestres de que se tiene memoria. La de Marco Aurelio En Roma; la del “condottiero” Colleoni, en Venecia; la de Manuel Filiberto, en Turín, y la de Bolívar, en Maracaibo. Ninguna le satisface. Trujillo quiere otra cosa, algo más ciclópeo y grandioso. Algo que suba hasta las nubes y que signifique un reto a Júpiter Tonante.” 

Sin embargo, cuando en Ávila, España ya se estaba vaciando el bronce, el magno cuerpo que la descomunal escultura pretendia eternizar cayó abatido bajo una lluvia de plomo, que no de bronce, a pocos metros del turbulento Mar Caribe. A su vez, el destacado escultor murió en 1961, pocos meses después del ajusticiamiento, casi al estilo de los siervos de los faraones, pensarían algunos, quienes eran enterrados con sus amos para que siguieran sirviéndole en el más allá.

Después del repentino y poco elegante mutis del Perínclito, por su parte los dominicanos se quedaron sin la estatua (mejor dicho para entonces, sin el bronce), sin el dinero que se pagó y con la deuda del FMI. Pero esto último, la deuda, no impide que la recalcitrante propaganda trujillista  continúe enrostrándonos el machacado "pago de la deuda externa" hasta nuestros días.
   

Un sobredimensionado recordatorio del pago de la deuda externa, una presunta hazaña de Trujillo, pero no tan grande como la monumental estatua que iba a celebrar otra hazaña: La deuda adquirida con el FMI por US$11 millones a celebrarse el día de su natalicio.